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Tesis sobre la Táctica
(Tesis de Roma - 1922)
I)
Naturaleza orgánica del Partido Comunista
II)
Proceso del desarrollo del Partido Comunista
III) Relaciones
entre el Partido Comunista y la clase obrera
IV) Relaciones
del Partido Comunista con otros movimientos políticos proletarios
V)
Elementos de la táctica del Partido Comunista extraídos del
examen de las situaciones
VI) Acción
táctica «indirecta» del Partido Comunista
VII) Acción
táctica «directa» del Partido Comunista
I) Naturaleza orgánica del Partido Comunista
1.- El Partido Comunista, que es el partido político de la clase proletaria, se presenta en su acción como una colectividad operante con una dirección unitaria. Los móviles iniciales que conducen a los elementos y grupos de ésta colectividad a encuadrarse en un organismo con acción unitaria son los intereses inmediatos que las condiciones económicas suscitan en grupos de la clase trabajadora. Una característica esencial de la función del partido comunista es el empleo de las energías así encuadradas para el logro de objetivos que, por ser comunes a toda la clase trabajadora y estar situados al término de toda la serie de sus luchas, superan – integrándolos – los intereses de los grupos particulares y las reivindicaciones inmediatas y contingentes que la clase trabajadora puede plantearse.
2.- La integración de todos los impulsos elementales en una acción unitaria se manifiesta a través de dos factores principales: uno, de conciencia crítica, del que el partido extrae su programa; el otro, de voluntad, que se expresa en la organización disciplinada y centralizada del partido, que es su instrumento de acción. Sería erróneo considerar a estos dos factores, conciencia y voluntad, como facultades que puedan obtenerse o deban exigirse a cada individuo, ya que solo se realizan por medio de la integración de la actividad de muchos individuos en un organismo colectivo unitario.
3.- A la precisa definición de la conciencia teórico-crítica del movimiento comunista, contenida en las declaraciones programáticas de los partidos y de la Internacional Comunista, como a la organización de los primeros y de la segunda, se ha llegado y se llega a través del examen y del estudio de la historia de la sociedad humana, y de su estructura en la presente época capitalista, desarrollados con los datos y las experiencias de la lucha proletaria real, y en la activa participación en la misma.
4.- La proclamación de estas declaraciones programáticas,
como también la designación de los hombres a los que se confían
los diferentes puestos de la organización del partido, se producen
formalmente por medio de una consulta democrática en las reuniones
representativas del partido, pero en realidad deben entenderse como resultado
del proceso real que acumula los elementos de la experiencia y realiza
la preparación y la selección de los dirigentes, dando forma
al contenido programático y a la constitución jerárquica
del partido.
II) Proceso del desarrollo del Partido Comunista
5.- La organización del partido proletario se forma y se desarrolla en la medida que existe – por madurez de la evolución de la situación social – la posibilidad de una conciencia y de una acción colectiva unitaria en el sentido del interés general y último de la clase obrera. Por otra parte, el proletariado aparece y actúa en la historia como clase cuando toma forma precisamente la tendencia a darse un programa y un método común de acción, y a organizar por lo tanto un partido.
6.- El proceso de formación y de desarrollo del partido proletario no presenta una marcha continua y regular; en los planos nacional e internacional, es susceptible de atravesar fases muy complejas y períodos de crisis general. Muchas veces se ha verificado un proceso de degeneración, por el cual la acción de los partidos proletarios ha perdido, o se ha ido alejando – en vez de acercarse – aquel carácter indispensable de actividad unitaria e inspirada en las máximas finalidades revolucionarias, fragmentándose al dedicarse a la satisfacción de intereses de grupos obreros limitados o al logro de resultados contingentes (reformas), a costa de adoptar métodos que comprometían el trabajo dedicado a las finalidades revolucionarias, y la preparación del proletariado para estas. Por esta vía, los partidos proletarios han llegado a menudo a abrir las filas de su organización a grupos de elementos que no podían aún situarse sobre el terreno de la acción colectiva unitaria y maximalista. Este hecho siempre estuvo acompañado de una revisión deformadora de la doctrina y del programa, y de una relajación de la disciplina interna, de manera que en vez de obtenerse un estado mayor de jefes aptos y decididos para la lucha se entregó el movimiento proletario en manos de agentes encubiertos de la burguesía.
7.- En una situación tal, el retorno a la organización del verdadero partido de clase, bajo la influencia de las nuevas situaciones y de los acontecimientos que incitan a la clase obrera a la acción, se efectúa bajo la forma de escisión de una parte del partido, que a través de la discusión del programa, de la crítica de las experiencias desfavorables de la lucha, y de la formación en el seno del partido de una escuela y de una organización con su jerarquía propia (fracción), reconstituye la continuidad de vida de un organismo unitario fundada en la posesión de una conciencia y de una disciplina, de la que surge el nuevo partido. En general, éste es el proceso que ha conducido desde la bancarrota de los partidos de la Segunda Internacional al surgimiento de la Tercera Internacional comunista.
8.- El desarrollo del partido comunista después del desenlace de una crisis semejante, y a reserva de posibles fases críticas ulteriores producidas por nuevas situaciones, puede ser, por comodidad de análisis, definido como desarrollo «normal» del partido. Presentando la máxima continuidad en la defensa del programa y en la vida de la jerarquía dirigente (por encima de las sustituciones personales de jefes infieles o desgastados), el partido desarrolla también el máximo de trabajo eficaz y útil para ganarse al proletariado para la causa de la lucha revolucionaria. No se trata aquí simplemente de producir un efecto de carácter didáctico sobre las masas, y mucho menos de la veleidad de exhibir un partido intrínsicamente puro y perfecto, sino de obtener precisamente el máximo rendimiento en el proceso real por el cual (como se verá más adelante) se efectúa el desplazamiento de la acción de un número cada vez mayor de trabajadores desde el terreno de los intereses parciales e inmediatos al terreno orgánico y unitario de la lucha por la revolución comunista, por medio del trabajo sistemático de propaganda, de proselitismo y sobre todo de activa participación en las luchas sociales. Cuando existe una continuidad semejante es posible no solamente vencer las vacilantes desconfianzas del proletariado hacia el partido, sino también encauzar y encuadrar rápida y eficazmente las nuevas energías adquiridas tanto en el pensamiento como en la acción común, creando la unidad del movimiento, que es una condición indispensable de la revolución.
9.- Por esas mismas razones, debe ser considerado como un procedimiento completamente anormal la incorporación al partido de otros partidos o escisiones de partidos. El grupo que se había distinguido hasta un determinado momento por una posición programática diferente y por una organización independiente, no aporta un conjunto de elementos útilmente asimilables en bloque, por el contrario, altera la solidez de la posición política y de la estructura interna del viejo partido, de modo que el aumento de efectivos numéricos está lejos de corresponder a un aumento de la fuerza y de la potencialidad del partido, y podría alguna vez paralizar su labor de encuadramiento de las masas en lugar de facilitarlo.
Es deseable que se afirme con la mayor rapidez que la derogación
de los dos principios organizativos fundamentales es inadmisible en el
seno de la organización comunista mundial: no puede existir en cada
país más que un único partido comunista, y no se puede
ingresar en la Internacional Comunista más que por la vía
de la admisión individual en el partido comunista de cada país.
III) Relaciones entre el Partido Comunista y la clase obrera
10.- La delimitación y definición de los caracteres del partido de clase, que son la base de su estructura constitutiva como órgano del sector más avanzado de la clase proletaria, no impiden sino que exigen que el partido deba estar estrechamente relacionado con el resto del proletariado.
11.- La naturaleza de estas relaciones deriva del modo dialéctico de considerar la formación de la conciencia de clase y de la organización unitaria del partido de clase. Este conduce a una vanguardia del proletariado desde el terreno de los movimientos espontáneos parciales, suscitados por los intereses de grupos, al terreno de la acción proletaria general; pero no lo logra negando aquellos movimientos elementales, sino integrándolos y superándolos a través de la experiencia viva, incitando a su realización, tomando parte activa en ellos, siguiendo atentamente todo su desarrollo.
12.- La obra de propaganda ideológica y de proselitismo para su milicia, que el partido realiza constantemente, es inseparable de la realidad de la acción y del movimiento proletario en todos sus desarrollos. Es un error banal considerar contradictoria la participación en luchas por resultados contingentes y limitados con la preparación de la lucha revolucionaria final y general. La existencia misma del organismo unitario del partido, con las indispensables condiciones de claridad programática y de sólida disciplina organizativa, da la garantía de que jamás se atribuirá a las reivindicaciones parciales el valor de fin en sí mismas, y se considerará la lucha para lograrlas solo como un medio para adquirir experiencias y entrenamiento para la útil y eficaz preparación revolucionaria.
13.- El partido comunista participa, por tanto, en la vida organizativa de todas las formas de organización económica del proletariado abiertas a los trabajadores de cualquier fe política (sindicatos, consejos de fábrica, cooperativas, etc..). Una posición fundamental para el útil desarrollo de la obra del partido es la de sostener que todos los órganos de esa naturaleza deben ser unitarios, es decir, comprender a todos los trabajadores que se encuentran en una situación económica específica. El partido participa en la vida de estos órganos, y lo hace organizando a sus miembros en ellos, a través de grupos y células ligadas a la propia organización del partido. Participando en primera línea en las acciones de los órganos económicos de los que forman parte, estos grupos atraen hacia sí, y por tanto hacia las filas del partido, a los elementos que en el desarrollo de la acción han madurado para ello. Ellos tienden a conquistar en sus organizaciones el respaldo de la mayoría y los cargos directivos, convirtiéndose así en la correa de transmisión natural de las consignas del partido. De esta forma se realiza todo un trabajo de conquista y de organización, que no se limita al trabajo de propaganda y de proselitismo y de campañas electorales internas en las asambleas proletarias, sino que se desarrolla sobre todo al calor de la lucha y de la acción, ayudando a los trabajadores a extraer las más útiles experiencias.
14.- Todo el trabajo y el encuadramiento de los grupos comunistas tiende a dar al partido el control definitivo de los órganos dirigentes de los organismos económicos, y en primer lugar el de las centrales sindicales nacionales que se revelan como el instrumento más seguro de dirección de los movimientos del proletariado que no está encuadrado en las filas del partido.
Considerando que su máximo interés está en evitar las escisiones de los sindicatos y de los otros órganos económicos, mientras su dirección esté en manos de otros partidos y corrientes políticas, el partido comunista no ordenará que sus militantes en la ejecución de los movimientos dirigidos por tales organismos actúen en oposición a las disposiciones de estos en lo que se refiere a la acción, realizando no obstante la crítica más abierta de la acción misma y de la obra de los dirigentes.
15.- Además de participar de ésta manera en la vida de los organismos proletarios que surgen naturalmente por la presión de los intereses económicos reales, y de favorecer su extensión y fortalecimiento, el partido se esforzará para que su propaganda ponga en evidencia los problemas de real interés para los obreros, que en el desarrollo de las situaciones sociales pueden generar nuevos organismos de lucha económica. Con todos estos medios, el partido amplía y refuerza la influencia que por miles de vínculos se extiende desde sus filas organizadas a todo el proletariado, aprovechando para ello todas sus manifestaciones y posibilidades de manifestación en la actividad social.
16.- Sería totalmente errónea una concepción del organismo partido que se basase en la exigencia de una perfecta conciencia crítica y de un completo espíritu de sacrificio en cada uno de sus miembros considerados individualmente, y que limitase el estrato de la masa ligado al partido a uniones revolucionarias de trabajadores constituidas en el campo económico con un criterio secesionista, y que comprendiesen únicamente a los proletarios que aceptan determinados métodos de acción. Por otra parte, no se puede exigir que en una fecha determinada, o en la víspera del inicio de acciones generales, el partido haya cumplido el requisito de encuadrar bajo su dirección, o inmediatamente en sus propias filas, a la mayoría del proletariado. Semejante postulado no puede ser presentado a priori prescindiendo del real desenvolvimiento dialéctico del proceso de desarrollo del partido, y no tiene ningún sentido – ni siquiera abstracto – confrontar el número de proletarios encuadrados en la organización disciplinada y unitaria del partido (o bajo su influencia) con el número de proletarios desorganizados y dispersos, o que marchan a la zaga de organismos corporativos incapaces de una cohesión orgánica.
A continuación, tratamos de definir cuales son y cómo
pueden establecerse las condiciones que deben regir las relaciones del
partido con la clase obrera para hacer posibles y eficaces determinadas
acciones.
IV) Relaciones del Partido Comunista con otros movimientos políticos proletarios
17.- Por estar organizada en otros partidos políticos, o bien por simpatizar con estos, una parte del proletariado es especialmente reacia a encuadrarse en las filas y en torno al partido comunista. Todos los partidos burgueses tienen miembros proletarios, pero aquí nos interesan sobre todo los partidos socialdemócratas y las corrientes sindicalistas y anarquistas.
18.- Debe desarrollarse una crítica incesante de los programas de estos movimientos, demostrando su insuficiencia para la emancipación proletaria. Esta polémica teórica será tanto más eficaz cuanto más pueda demostrar el partido comunista que las críticas a tales movimientos hechas desde hace tiempo por él, y desarrolladas según sus propias concepciones programáticas, son confirmadas por la experiencia proletaria. Por esta razón, en dichas polémicas no se debe enmascarar la divergencia de métodos, no solo respecto a los problemas del momento, sino también a los desarrollos ulteriores de la acción del proletariado.
19.- Por otra parte, esas polémicas deben reflejarse en el campo de la acción. Participando en las luchas de los organismos económicos proletarios dirigidos por los socialistas, sindicalistas o anarquistas, los comunistas no se negarán a acompañar la acción de los mismos, salvo en el caso en que el conjunto de la masa se rebele espontáneamente; pero demostrarán como, en un momento dado de su desarrollo, ésta acción se vuelve impotente o utópica a causa del método erróneo de los jefes, mientras que con el método comunista se habrían conseguido mejores y más útiles resultados para los fines del movimiento general revolucionario. En la polémica, los comunistas distinguirán siempre entre los jefes y las masas, atribuyendo a los primeros la responsabilidad de los errores y culpas, y no dejarán de denunciar con igual vigor la obra de aquellos dirigentes que, aunque puedan tener un sincero sentimiento revolucionario, propugnan una táctica peligrosa y errónea.
20.- Un objetivo esencial del partido comunista es el de ganar terreno en el seno del proletariado, incrementando sus efectivos y su influencia en detrimento de los partidos y corrientes políticas proletarias disidentes. Este objetivo debe ser alcanzado con su participación en la lucha proletaria real, sobre un terreno que puede ser simultáneamente de acción común y de recíproca oposición, a condición de no comprometer jamás la fisonomía programática y organizativa del partido.
21.- Para atraer a los proletarios que pertenecen a otros movimientos políticos, el partido comunista no puede emplear el método de constituir en el seno de ellos grupos y fracciones organizadas de comunistas o simpatizantes comunistas. En los sindicatos, como es lógico, este método se aplica para realizar un trabajo de penetración, sin el propósito de hacer surgir de los sindicatos los grupos comunistas organizativos; pero aplicado a los movimientos políticos, semejante método comprometería la unidad orgánica del partido, por las razones ya mencionadas a propósito del desarrollo de su organización.
22.- En la propaganda y en la polémica, será oportuno tener en cuenta que en las filas sindicalistas y anarquistas militan muchos trabajadores que estaban maduros para la concepción de la lucha unitaria revolucionaria, y que se han desviado solo como reacción a las pasadas degeneraciones de los partidos políticos guiados por los socialdemócratas. La aspereza de la polémica y de la lucha contra los partidos socialistas será un elemento esencial para reincorporar a aquellos trabajadores en el terreno revolucionario.
23.- La evidente incompatibilidad que existe entre pertenecer al partido
comunista y adherirse simultáneamente a otro partido político,
se extiende además a aquellos organismos que, aunque no tengan nombre
y organización de partido, poseen también carácter
político, y también a todas las asociaciones que exigen la
aceptación de unas tesis políticas determinadas para la admisión
de sus miembros, como es el caso de la masonería.
V) Elementos de la táctica del Partido Comunista extraídos del examen de las situaciones
24.- Con los puntos precedentes se han establecido los criterios generales que regulan, en función de la naturaleza misma del partido comunista, sus relaciones organizativas con otros organismos del proletariado. Antes de abordar los términos propiamente tácticos de la cuestión, es necesario detenerse en el análisis de los elementos resolutivos de cada problema táctico, que están dados por el examen de la situación momentánea que se atraviesa. El programa del partido comunista contiene una perspectiva de acciones sucesivas en relación con sucesivas situaciones, según el proceso de desarrollo que en su conjunto se les atribuye. Existe pues una estrecha conexión entre las directrices programáticas y las reglas tácticas. Por consiguiente, el estudio de la situación aparece como elemento complementario para la resolución de los problemas tácticos, dado que el partido había previsto ya en su conciencia y experiencia crítica un cierto desenvolvimiento de las situaciones y, por tanto, ya había delimitado las posibilidades tácticas correspondientes a la acción a desarrollar en las distintas fases. El examen de la situación permitirá controlar la exactitud del planteamiento programático del partido; el día en que este examen impusiese una revisión sustancial, el problema sería mucho más grave que los que pueden resolverse gracias a una simple conversión táctica, y la inevitable rectificación de la visión programática no podría dejar de tener consecuencias serias sobre la organización y la fuerza del partido. Este debe esforzarse pues en prever el desenvolvimiento de las situaciones para desarrollar en ellas ese grado de influencia que le es posible ejercer; pero el esperar las situaciones para dejarse indicar e inspirar eclécticamente y sin continuidad por estas, es un método característico del oportunismo socialdemócrata. Los partidos comunistas suscribirían la ruina de la construcción ideológica y militante del comunismo si se viesen obligados a adaptarse a él.
25.- El partido comunista llega a poseer su carácter unitario y tendiente a la realización de todo un proceso programático agrupando en sus filas a aquella parte del proletariado que, al organizarse, ha superado la tendencia a moverse únicamente por los impulsos inmediatos de restringidas situaciones económicas. Los movimientos de conjunto del partido dejan de estar inmediatamente determinados por la situación para pasar a depender de ésta en forma racional y voluntaria, pues la conciencia crítica y la iniciativa volitiva, que tienen un valor muy limitado en los individuos, son realizadas en la colectividad orgánica del partido; tanto más cuanto el partido comunista se presenta como precursor de esas formas de asociación humana que, al haber superado la informe organización económica presente, adquieren la facultad de dirigir racionalmente (en lugar de soportar pasivamente) el juego y las leyes de los hechos económicos.
26.- Sin embargo, el partido no puede emplear su voluntad e su iniciativa en una dirección caprichosa y de manera arbitraria. Los límites dentro de los cuales debe y puede fijar una y otra le son impuestos precisamente por sus directrices programáticas, como también por las posibilidades y oportunidades de actuar que se deduzcan del examen de las situaciones contingentes.
27.- Del examen de la situación se debe extraer un juicio sobre las fuerzas del partido y sobre la relación entre estas y las de los movimientos adversarios. Sobre todo, es necesario preocuparse de juzgar la extensión de la capa del proletariado que seguiría al partido si éste emprendiese una acción y comenzase una lucha. Se trata de formarse una noción exacta de las influencias y de los impulsos espontáneos que la situación económica determina en el seno de las masas, y de la posibilidad de desarrollo de estos impulsos por efecto de las iniciativas del partido comunista y de la actitud de los otros partidos. Las influencias de la situación económica sobre la combatividad de clase del proletariado son muy complejas, según estemos en presencia de un período de creciente florecimiento de la economía burguesa o de un período de crisis y de recrudecimiento de sus consecuencias. El efecto que estas fases ejercen sobre la vida organizativa y sobre la actividad de los organismos proletarios es complejo y no puede examinarse considerando solamente la situación económica de un momento dado, para deducir entonces el grado de combatibidad del proletariado, ya que se debe tener en cuenta la influencia ejercida por todo el desarrollo de las situaciones precedentes, con sus oscilaciones y variaciones. Por ejemplo, un periodo de florecimiento puede dar lugar a un potente movimiento sindical, que en una crisis sucesiva de empobrecimiento puede ser rápidamente conducido sobre posiciones revolucionarias, conservando a favor del éxito revolucionario la extensión de su encuadramiento de masas. O bien, un período de empobrecimiento progresivo puede dispersar de tal modo al movimiento sindical que en el período sucesivo de florecimiento éste se encuentre incapaz de ofrecer materia suficiente para un encuadramiento revolucionario. Estos ejemplos, que podrían ser invertidos, sirven para probar que «las curvas de la situación económica y de la combatividad de clase son determinados por leyes complejas; la segunda depende de la primera, pero no se asemejan en la forma». En determinados casos, el ascenso (o descenso) de la primera puede corresponder indistintamente al ascenso o al descenso de la segunda.
28.- Los elementos integrantes de ésta investigación son muy variados y consisten en el examen de las tendencias efectivas hacia la constitución y el desarrollo de las organizaciones del proletariado, y en el análisis de las reacciones – incluso psicológicas – que producen en él por un lado las condiciones económicas, y por otro las actitudes mismas y las iniciativas sociales y políticas de la clase dominante y de sus partidos. En el campo político, el examen de la situación ha de completarse con el análisis de las posiciones y de las fuerzas de las distintas clases y partidos respecto al poder del Estado. En este aspecto, se pueden clasificar en fases fundamentales las situaciones en las que el partido comunista puede tener que actuar, y cuya sucesión normal lo lleva a reforzar sus efectivos y – al mismo tiempo – a precisar cada vez más los límites de su táctica. Estas fases pueden ser indicadas así: Poder feudal absolutista – Poder burgués democrático – Gobierno socialdemócrata – Interregno de guerra social en el que devienen inestables las bases del Estado – Poder proletario en la dictadura de los Consejos. En cierto sentido el problema de la táctica no consiste solamente en elegir la buena vía para una acción eficaz, sino también en evitar que la acción del partido rebase sus límites oportunos, replegándose en métodos que corresponden a situaciones superadas, lo que traería como consecuencia la detención del proceso de desarrollo del partido y un repliegue en la preparación revolucionaria. Las consideraciones que siguen se referirán sobre todo a la acción del partido en la segunda y en la tercera de las fases políticas mencionadas.
29.- La posesión por parte del partido comunista de un método
crítico y de una conciencia que conduzca a la formulación
de su programa, es una condición de su vida orgánica. Por
ello, el partido y la Internacional Comunista no pueden limitarse a establecer
la máxima libertad y elasticidad de la táctica, confiando
al juicio de los centros dirigentes – previo examen de las situaciones
– la ejecución de la misma. El programa del partido no tiene el
carácter de un simple fin a ser alcanzado por cualquier vía,
sino el de una perspectiva histórica de las vías y los fines
ligados entre sí. En las situaciones sucesivas, la táctica
debe estar en relación con el programa; por ello mismo, las normas
tácticas generales para las sucesivas situaciones deben ser precisadas
dentro de ciertos límites que no son rígidos, pero que son
cada vez más precisos y menos oscilantes a medida que el movimiento
se refuerza y se aproxima a su victoria general. Para dirigir la acción,
sólo dicho criterio puede permitir la aproximación cada vez
mayor a la máxima centralización efectiva en los partidos
y en la Internacional, de modo que la ejecución de las disposiciones
centrales sea aceptada sin resistencias, no sólo en el seno de los
partidos comunistas sino también en el movimiento de las masas que
ellos han llegado a encuadrar. No debe olvidarse que la aceptación
de la disciplina orgánica del movimiento se basa en la iniciativa
de individuos y grupos (que depende de las influencias de la situación
y de sus desarrollos), y en un progreso continuo y lógico de experiencias
y de rectificaciones del camino a seguir para conducir la lucha más
eficaz contra las condiciones de vida impuestas al proletariado por el
actual orden social. Por consiguiente, el partido y la Internacional deben
exponer sistemáticamente el conjunto de las normas tácticas
generales, para la aplicación de las cuales podrán llamar
a la acción y al sacrificio a las formaciones de sus miembros y
a los capas del proletariado que lo secundan, demostrando cómo tales
normas y perspectivas de acción constituyen la vía inevitable
para alcanzar la victoria. Por tanto, es una necesidad práctica
y organizativa la que conduce a establecer los términos y los límites
de la táctica del partido, y no el deseo de teorizar y esquematizar
la complejidad de los movimientos que el partido podrá ser llamado
a emprender. Y es precisamente por estas razones concretas que el partido
debe adoptar decisiones que parecen restringir sus posibilidades de acción,
pero que son las únicas que garantizan la unidad orgánica
de su obra en la lucha proletaria.
VI) Acción táctica «indirecta» del Partido Comunista
30.- Cuando faltan las condiciones para una acción táctica que, al tener el carácter de un asalto al poder burgués con las fuerzas a disposición del partido comunista, puede ser definida como directa (y de la que se hablará más adelante), el partido (lejos de restringirse a un puro y simple trabajo de proselitismo y de propaganda), puede y debe ejercer entonces su influencia sobre los acontecimientos a través de sus relaciones y presiones sobre otros partidos y movimientos políticos y sociales, tendiendo a determinar desarrollos de la situación en un sentido favorable a sus propias finalidades, y de modo que aceleren la llegada del momento en el que será posible la acción revolucionaria decisiva.
Las iniciativas y actitudes a adoptar en tal caso constituyen un delicado problema, en cuya base es necesario establecer la condición de que aquellas no deben de ningún modo estar ni aparecer en contradicción con las exigencias ulteriores de la lucha específica del partido, de acuerdo con el programa defendido por él, y por el que el proletariado deberá luchar en el momento decisivo. La propaganda del partido no tiene sólo un valor teórico, si no que resulta sobre todo de las posiciones cotidianamente asumidas en la lucha proletaria real, y debe poner continuamente en evidencia la necesidad de que el proletariado abrace el programa y los métodos comunistas. Toda actitud que cause o comporte el paso a segundo plano de la afirmación integral de esta propaganda, toda actitud que intente hacer del logro de determinados resultados contingentes un fin en sí mismo y no un medio para avanzar hacia adelante, conduciría a un debilitamiento de la estructura del partido y de su influencia en la preparación revolucionaria de las masas.
31.- En la situación histórico-política que corresponde al poder democrático burgués, se verifica en general una división del campo político en dos corrientes o «bloques», de derecha y de izquierda, que se disputan la dirección del Estado. Por lo general, al bloque de izquierda se adhieren más o menos abiertamente los partidos socialdemócratas, coalicionistas por principio. El desarrollo de ésta lucha no es indiferente al partido comunista, sea porque ella versa sobre puntos y reivindicaciones que interesan a las masas proletarias, y que concentran su atención, sea porque su desenlace con una victoria de la izquierda puede allanar realmente la vía a la revolución proletaria. Al examinar el problema de la oportunidad táctica de formar coaliciones con los elementos políticos de izquierda, y queriendo evitar todo apriorismo falsamente doctrinario o neciamente sentimental y puritano, se debe tener ante todo presente que el partido comunista dispone de iniciativa de movimientos en la medida en que es capaz de seguir con continuidad su proceso de organización y de preparación, del que extrae esa influencia sobre las masas que le permite llamarlas a la acción. El partido no puede proponerse una táctica que responda a un criterio ocasional y momentáneo, creyendo poder ejecutar a continuación – cuando dicha táctica aparezca súbitamente superada – una brusca conversión y cambio de frente, transformando en enemigos a sus aliados de ayer. Por consiguiente, si no se quieren comprometer los vínculos con las masas y su fortalecimiento para el momento en que su manifestación sea más necesaria, se deberá seguir, en las declaraciones y en las actitudes públicas y oficiales, una continuidad de método y de objetivos en estrecha coherencia con la propaganda y la preparación ininterrumpida de la lucha final.
32.- Para preparar ideológica y prácticamente al proletariado para la lucha revolucionaria por la dictadura, una tarea esencial del partido comunista es la crítica despiadada del programa de la izquierda burguesa y de todo programa que quiera extraer la solución de los problemas sociales del marco de las instituciones burguesas democráticas y parlamentarias. En su mayor parte, el contenido de los desacuerdos entre la derecha y la izquierda burguesa conmueve al proletariado sólo en virtud de falsificaciones demagógicas, que naturalmente no pueden ser desbaratadas con un puro trabajo de crítica teórica, sino que deben ser atacadas y desenmascaradas en la práctica y al calor de la lucha. En general, las reivindicaciones políticas de la izquierda (que no tienen en absoluto la finalidad de dar un paso adelante para poner el pie sobre un escalón intermedio entre el sistema económico-político capitalista y el sistema proletario) tienden a crear condiciones de mejor funcionamiento y de defensa más eficaz del capitalismo moderno, tanto por su contenido intrínseco como por su tendencia a dar a las masas la ilusión de que las instituciones presentes puedan ser utilizadas para su proceso emancipador. Lo mismo debe decirse de las reivindicaciones por la extensión del derecho de voto y de otras garantías y perfeccionamientos del liberalismo, así como de la lucha anticlerical y de todo el conjunto de la política «masónica».
Las reformas legislativas de carácter económico o social no tienen otro valor: o su realización no se cumplirá, o solo se cumplirá en la medida en que lleguen a crear (y con la intención de crear) un obstáculo al empuje revolucionario de las masas.
33.- El advenimiento de un gobierno de la izquierda burguesa, o incluso de un gobierno socialdemócrata, pueden ser considerados como un inicio de la lucha definitiva por la dictadura proletaria, pero no en el sentido de que su obra vaya a crear premisas útiles de carácter económico o político, y menos aún con la esperanza de que concedan al proletariado una mayor libertad de organización, de preparación y de acción revolucionaria. El partido revolucionario sabe y tiene el deber de proclamar, en virtud de razones críticas y de una sangrienta experiencia, que estos gobiernos sólo respetan la libertad de movimiento del proletariado cuando éste los reconoce y los defiende como representantes suyos, mientras que responden con la más feroz reacción a un asalto de las masas contra la máquina del Estado democrático. Por ende, el advenimiento de estos gobiernos puede ser útil en un sentido muy distinto: es decir, en la medida en que su obra permitirá al proletariado deducir de los hechos la experiencia real de que solo la instauración de su dictadura puede provocar una verdadera derrota del capitalismo. Es evidente que dicha experiencia podrá ser utilizada eficazmente solo en la medida en que el partido comunista haya denunciado previamente tal fracaso, y conservado una sólida organización independiente en torno a la cual el proletariado podrá reagruparse cuando se vea obligado a abandonar a los grupos y partidos que había apoyado en parte en su experiencia gubernamental.
34.- Por consiguiente, una coalición del partido comunista con partidos de la izquierda burguesa, o de la socialdemocracia, no sólo dañaría la preparación revolucionaria y haría difícil la utilización de una experiencia de gobierno de izquierda, sino que en la práctica también retardaría de forma general la victoria del bloque de izquierda sobre el de derecha. Ambos bloques se disputan el favor del centro burgués, que se desplaza hacia la izquierda en virtud de la convicción justa de que la izquierda no es menos contrarrevolucionaria y conservadora que la derecha, y de que propone concesiones (en gran parte aparentes y en pequeña parte efectivas) para frenar el apremiante movimiento revolucionario contra las mismas instituciones que tanto la derecha como la izquierda aceptan. Por lo tanto, la presencia del partido comunista en la coalición de izquierda le restaría a éste más partidarios (sobre todo en el terreno de la lucha electoral y parlamentaria) que los que le aportaría con su apoyo, y con una política semejante se retardaría probablemente la experiencia en vez de acelerarla.
35.- Por otra parte, el partido comunista no pasará por alto el hecho innegable de que las reivindicaciones sobre las que el bloque de izquierda basa su agitación atraen el interés de las masas, y de que – en su formulación – corresponden a menudo a sus exigencias reales. El partido comunista no sostendrá la tesis superficial del rechazo de tales concesiones aduciendo que solo la conquista revolucionaria final y total merece los sacrificios del proletariado; ésta proclamación no tendría ningún sentido, dado que – sin lugar a dudas – el proletariado se haría partidario de los demócratas y socialdemócratas, quedando bajo su control. Por consiguiente, el partido comunista invitará a los trabajadores a aceptar las concesiones de la izquierda como una experiencia, sobre cuyos resultados expresará claramente todas sus previsiones pesimistas y la necesidad de que el proletariado no ponga en juego su independencia organizativa y política, para no salir arruinado de ésta situación. El partido comunista instará a las masas para que exijan de los partidos de la socialdemocracia (que garantizan la posibilidad de realización de las promesas de la izquierda burguesa) que mantengan sus compromisos; y con su crítica independiente e ininterrumpida se preparará para recoger los frutos del resultado negativo de tales experiencias, demostrando cómo toda la burguesía está efectivamente enrolada en un frente único contra el proletariado revolucionario, y cómo los partidos que se dicen obreros, pero respaldan la coalición con parte de la burguesía, no son más que sus cómplices y agentes.
36.- Las reivindicaciones expuestas por los partidos de izquierda, y particularmente por los socialdemócratas, son a menudo de tal naturaleza que es útil instar al proletariado a moverse directamente para conseguirlas, dado que si la lucha fuese emprendida pondría inmediatamente en evidencia la insuficiencia de los medios con los que los socialdemócratas se proponen realizar un programa de medidas benéficas para el proletariado. El partido comunista agitará entonces esas mismas reivindicaciones, subrayándolas y precisándolas como bandera de lucha de todo el proletariado, impulsándolo hacia delante para forzar a los partidos que hablan solo por oportunismo a enrolarse y empeñarse en la vía de la conquista de los mismos. Ya se trate de peticiones económicas, o incluso de carácter político, el partido comunista las propondrá como objetivos de una coalición de los organismos sindicales, y evitará la constitución de comités dirigentes de lucha y agitación en los que esté representado y comprometido el partido comunista al lado de otros partidos políticos. Ambas normas responden al objetivo permanente de mantener la atención de las masas en el programa comunista específico, como también la propia libertad de movimiento para la elección del momento en que se deberá ampliar la plataforma de acción y desbordar a los otros partidos que se hayan mostrado impotentes y que hayan sido abandonados por las masas. Así entendido, el frente único sindical ofrece la posibilidad de acciones conjuntas de toda la clase trabajadora. De estas acciones, el método comunista no podrá más que salir victorioso, por ser el único susceptible de dar un contenido al movimiento unitario del proletariado, y por estar libre de toda responsabilidad respecto al trabajo de los partidos que exhiben por oportunismo y con intenciones contrarrevolucionarias su apoyo verbal a la causa del proletariado.
37.- La situación a la que nos referimos puede tomar el aspecto de un asalto de la derecha burguesa contra un gobierno demócrata o socialdemócrata. También en este caso, la actitud del partido comunista no podrá ser la de proclamar su solidaridad con gobiernos semejantes, ya que no se puede presentar al proletariado como una conquista que defender un orden político cuyo experimento ha sido admitido y estudiado con la intención de acelerar en el proletariado la convicción de que este orden no está hecho a su favor, sino con fines contrarrevolucionarios.
38.- Podrá suceder que el gobierno de izquierda deje a organizaciones de derecha, a bandas blancas burguesas, llevar a cabo sus hazañas contra el proletariado y sus instituciones, y que no solo no pida el apoyo del proletariado, sino que pretenda quitarle el derecho a responder organizando una resistencia armada. En tal caso, los comunistas demostrarán qué no se trata más que de una complicidad efectiva, más aún, de una división de funciones entre el gobierno liberal y las fuerzas irregulares reaccionarias: la burguesía entonces ya no discute si le es más conveniente el método del adormecimiento democrático y reformista o el de la represión violenta, sino que emplea los dos al mismo tiempo. En esta situación, el verdadero y peor enemigo de la preparación revolucionaria es el ala liberal del gobierno: ésta ilusiona al proletariado diciendo que lo defenderá en nombre de la legalidad, para así dejarlo inerme y desorganizado, y para poder postrarlo en total acuerdo con las bandas blancas, el día que el proletariado se encuentre por la fuerza de los acontecimientos en la necesidad de luchar contra el aparato legal que preside su explotación.
39.- Otra hipótesis es aquella en que el gobierno y los partidos
de izquierda que lo componen inviten al proletariado a participar en la
lucha armada contra el asalto de la derecha. Esta invitación sólo
puede preparar una trampa, y el partido comunista la acogerá proclamando
que las armas en las manos de los proletarios equivalen al advenimiento
del poder y del Estado proletario, y la destrucción de la máquina
tradicional, burocrática y militar del Estado, ya que éste
no obedecerá jamás las órdenes de un gobierno de izquierda
llegado al poder con medios legalitarios cuando éste llame al pueblo
a la lucha armada, puesto que sólo la dictadura proletaria puede
dar estabilidad a una victoria sobre las bandas blancas. Por consiguiente,
no deberá proclamarse ni practicarse ninguna «lealtad»
hacia un gobierno tal; y sobre todo, se deberá indicar a las masas
el peligro de que la consolidación de su poder frente al levantamiento
de la derecha o a la tentativa de golpe de Estado signifique la consolidación
del organismo que se oponga al avance revolucionario del proletariado (cuando
éste se imponga como única vía de escape) si el control
de la organización armada estatal permaneciese en manos de los partidos
gubernamentales democráticos, es decir, si el proletariado hubiese
depuesto las armas sin haberlas empleado en derrocar las actuales formas
políticas y estatales, contra todas las fuerzas de la clase burguesa.
VII) Acción táctica «directa» del Partido Comunista
40.- Hemos considerado el caso en que la atención de las masas está atraída por las reivindicaciones que los partidos de la izquierda burguesa y de la socialdemocracia formulan como objetivos a ser conquistados o defendidos, y también los casos en que el partido comunista los propone a su vez, con mayor claridad y energía, al mismo tiempo que realiza una crítica abierta de la insuficiencia de los medios propuestos por los otros para realizarlos. Sin embargo, en otros casos, las exigencias inmediatas y urgentes de la clase obrera (tanto de conquista como de defensa) encuentran indiferentes a los partidos de izquierda y a los socialdemócratas. Si no dispone de fuerzas suficientes para llamar directamente a las masas a la lucha por esas conquistas, a causa de la influencia que los socialdemócratas ejercen sobre ellas, el partido comunista formulará esas reivindicaciones de la lucha proletaria, y para arrancarlas invocará la realización del frente único del proletariado sobre el terreno sindical; al mismo tiempo, no sólo evitará ofrecer una alianza a los socialdemócratas, sino que proclamará que estos traicionan incluso los intereses contingentes e inmediatos de los trabajadores. De este modo, la ejecución del frente único sindical encontrará en su puesto a los comunistas que militan en los sindicatos, y, por otra parte, el partido tendrá la posibilidad de intervenir si la lucha toma otro carácter, contra el que inevitablemente se alinearían los socialdemócratas, y algunas veces los sindicalistas y anarquistas. Por el contrario, el rechazo de los otros partidos proletarios a efectuar el frente único sindical por estas reivindicaciones será utilizado por el partido comunista para destruir su influencia, no solo con la crítica y la propaganda que demuestren cómo ese rechazo revela una verdadera complicidad con la burguesía, sino sobre todo con la participación en primera línea en las acciones parciales del proletariado que la situación no dejará de suscitar sobre la base de los objetivos por los que el partido había propuesto el frente único sindical de todas las organizaciones locales y de todas las categorías. El partido comunista obtendrá así la demostración concreta de que los dirigentes socialdemócratas, al oponerse a la extensión de las acciones, preparan la derrota. Naturalmente, el partido comunista no se limitará a ésta tarea de cargar sobre los otros la responsabilidad de una táctica errada. Con extrema sagacidad y estrecha disciplina, estudiará el momento para superar las resistencias de los contrarrevolucionarios, cuando en el desarrollo de la acción se determine una situación tal en el seno de las masas que estas sigan, contra toda resistencia, un llamamiento a la acción del partido comunista. Semejante iniciativa sólo puede ser decidida centralmente, y es siempre inadmisible que sea tomada localmente por organismos del partido comunista, o por sindicatos controlados por los comunistas.
41.- La expresión «táctica directa» indica más específicamente la acción del partido en una situación que le incite a tomar de manera independiente la iniciativa de un ataque al poder burgués, para abatirlo o para asestarle un golpe que lo debilite gravemente. Para poder emprender una acción semejante, el partido debe disponer de una sólida organización interna que le asegure con certeza absoluta que las disposiciones del centro dirigente serán estrictamente acatadas; además, el partido debe poder contar con la misma disciplina de las fuerzas sindicales que él dirige, de forma que esté seguro de que gran parte de las masas lo seguirá, y también tiene la necesidad de un encuadramiento de tipo militar de cierta eficacia, amén de toda la estructura de acción ilegal (sobre todo de comunicaciones y enlaces no controlables por parte del gobierno burgués) que le permitan conservar con seguridad la dirección del movimiento en la previsible situación de ser puesto fuera de la ley por medidas de excepción. Sobre todo al tomar una decisión de acción ofensiva de la cual puede depender la suerte de todo un larguísimo trabajo de preparación, el partido comunista deberá basarse en un estudio de la situación que no sólo le asegure la disciplina de las fuerzas que él encuadra y dirige directamente, que no sólo le haga prever que los vínculos que lo ligan estrechamente a la masa proletaria no se romperán en la lucha, sino también que le garantice que su influencia entre las masas y la amplitud de la participación del proletariado en el movimiento irán creciendo progresivamente en el curso de la acción, ya que su desarrollo podrá despertar y dar eficacia a las tendencias naturalmente difundidas en las capas profundas de las masas.
42.- No siempre un movimiento general iniciado por el partido comunista con la intención de derrocar el poder burgués podrá anunciar abiertamente este objetivo. Salvo en caso de excepcional precipitación de las situaciones revolucionarias que subleven al proletariado, la consigna de comenzar la lucha podrá referirse a objetivos fundamentales que no son todavía la conquista del poder proletario, pero que en parte son realizables solo a través de ésta victoria suprema, aunque las masas solo las vean como exigencias inmediatas y vitales, y parcialmente limitadas. En la medida en que estas consignas sean realizadas por un gobierno que no sea todavía el de la dictadura proletaria, ellas dejan la posibilidad de detener la acción en un cierto punto que conserve intacto el grado de organización y de combatividad de las masas, cuando parezca imposible continuar la lucha hasta el final sin comprometer con su desenlace las condiciones de reemprenderla eficazmente en situaciones ulteriores.
43.- Ni siquiera debe excluirse que el partido comunista considere oportuno lanzar directamente la consigna de una acción aun sabiendo que no se trata de llegar hasta la conquista revolucionaria suprema, sino solo de conducir una batalla de la cual el adversario salga con su prestigio y su organización quebrantados, y el proletariado material y moralmente reforzado. En tal caso, el partido llamará a las masas a la lucha, formulando una serie de objetivos que podrán ser aquellos a los que realmente apunta, o que podrán ser más limitados que los que se propone alcanzar en el caso de que la lucha se desarrolle con éxito. Sobre todo en el plano de la acción del partido, dichos objetivos deberán ser dispuestos gradualmente de modo que la conquista de cada uno de ellos constituya una base que permita un fortalecimiento para las luchas posteriores, evitando al máximo la táctica desesperada de lanzarse a la lucha en condiciones tales que sólo el triunfo supremo de la revolución constituya la probabilidad favorable, mientras que en el caso contrario exista la certeza de la derrota y de la dispersión de las fuerzas proletarias por un período imprevisible. Los objetivos parciales son pues indispensables para conservar el control seguro de la acción, y su formulación no está en contradicción con la crítica que debe hacerse de su contenido económico y social cuando son considerados por las masas como fines en sí mismos (sobre los que podrían detenerse después de haberlos conquistado) y no como ocasiones de lucha, como un medio de encauzarla hacia la victoria final. Naturalmente, siempre es un delicado y tremendo problema el de fijar los fines y los límites de la acción, y es con la experiencia y con la selección de sus jefes que el partido se templa para ésta suprema responsabilidad.
44.- El partido debe evitar hacerse y propagar la ilusión de que en una situación de estancamiento de la combatividad del proletariado sea posible provocar el despertar de las masas para la lucha con el simple efecto del ejemplo dado por un grupo de audaces que se lance al combate e intente golpes de mano contra las instituciones burguesas. Las razones por las que el proletariado puede levantarse de una situación de depresión, hay que buscarlas en el desarrollo real de las situaciones económicas; la táctica del partido puede y debe contribuir a este proceso, pero con un trabajo mucho más profundo y continuo, que no sea el gesto clamoroso de una vanguardia lanzada al asalto.
45.- No obstante, el partido se servirá de sus fuerzas y de su encuadrammiento para realizar acciones por parte de grupos armados, de organizaciones obreras y de multitudes, cuyo proyecto y ejecución han de estar bien controlados. Estas acciones han de tener un valor demostrativo y defensivo con el propósito de dar a las masas la prueba concreta de que con la organización y preparación es posible afrontar ciertas resistencias y contraataques de la clase dominante, sean acciones terroristas de grupos reaccionarios armados u obstáculos policiales contra determinadas formas de organización y de actividad proletaria. El objetivo no será el de provocar una acción general, sino el de llevar nuevamente a las masas deprimidas y desmoralizadas al más alto grado de combatividad, gracias a una serie de acciones que se articulen para excitar en ellas los sentimientos y la necesidad de revancha.
46.- El partido evitará absolutamente que en tales acciones locales se llegue a la infracción de la disciplina interna de los organismos sindicales por parte de los órganos locales y de los comunistas que militan en ellos. Los órganos sindicales locales no deben llegar a la ruptura con los órganos centrales nacionales dirigidos por otros partidos, puesto que – como ya se ha dicho – deben servir al partido como puntos de apoyo indispensables para la conquista de los mismos.
Sin embargo, cuando las masas respondan espontáneamente a las provocaciones burguesas, el partido comunista y sus miembros las seguirán ofreciéndoles activamente todo su apoyo, rompiendo incluso con la disciplina de inacción y de pasividad de los dirigentes de los sindicatos reformistas y oportunistas.
47.- En la situación que es característica del momento de quebranto de las bases del poder del Estado, y en que está por caer, el partido comunista (que estará en pleno despliegue de sus fuerzas y de la agitación de la masas en torno a sus consignas máximas) no dejará escapar la posibilidad de influir en los momentos de equilibrio inestable de la situación, aprovechando para ello todas las fuerzas momentáneamente concomitantes con la dirección de su acción independiente. Cuando el partido esté bien seguro de conquistar el control del movimiento en cuanto la organización tradicional estatal haya cedido, podrá recurrir a acuerdos transitorios y contingentes con otros movimientos que dispongan de fuerzas en el campo de la lucha, sin hacer de tales alianzas un motivo de propaganda ni una consigna del partido hacia las masas. En cualquier caso, el éxito será el único criterio para medir el interés en haber accedido a tales contactos, como también para hacer el balance que inmediatamente se deberá extraer. La táctica del partido comunista no está dictada por preconceptos teóricos o por preocupaciones éticas y estéticas, sino solo por la correspondencia real de los medios con los fines y con la realidad del proceso histórico, según la síntesis dialéctica de doctrina y de acción que es patrimonio de un movimiento destinado a ser el protagonista de la renovación social más vasta, el conductor de la guerra revolucionaria más grande.