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Tercera Internacional (Comunista)
1er Congreso, marzo de 1919
TESIS SOBRE LA DEMOCRACIA BURGUESA
Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
1. - El desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado en todos los países ha suscitado los esfuerzos convulsivos de la burguesía y sus agentes para que las organizaciones obreras encuentren pretextos políticos e ideológicos que defiendan el dominio de los explotadores. Entre estos pretextos se ponen de relieve de manera particular la condena de la dictadura y la defensa de la democracia. La falsedad y la hipocresía de esta argumentación, repetida de mil formas en toda la prensa capitalista y en la conferencia de la Internacional amarilla, celebrada en Berna en febrero de 1919, son evidentes para todos aquellos que no quieran traicionar los postulados fundamentales del socialismo.
2. – Primero, en esta argumentación, se manejan los conceptos de "democracia en general" y "dictadura en general", sin preguntar de que clase se trata. Enfocar así el problema, fuera o por encima de las clases, como si se tratase de todo el pueblo, significa simplemente mofarse de la doctrina fundamental del socialismo, es decir de la doctrina de la lucha de clase, que se reconoce de palabra pero se olvida en los hechos por esos socialistas que se han pasado a la burguesía. De hecho, en ningún país civilizado capitalista existe la "democracia en general", sino que existe solamente la democracia burguesa, y la dictadura de la que se habla no es la "dictadura en general", sino la dictadura de la clase oprimida, es decir del proletariado, sobre los opresores y explotadores, es decir sobre la burguesía, con el fin de acabar con la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominio.
3. – La historia enseña que nunca ninguna clase oprimida ha llegado y ha podido acceder al dominio sin atravesar un período de dictadura, es decir de conquista del poder político y de represión violenta de la resistencia más encarnizada y más desesperada, que no renuncia a ningún crimen, como es la que siempre han opuesto los explotadores. La burguesía, cuyo dominio es defendido hoy por los socialistas que se lanzan contra la "dictadura en general" y se desviven por exaltar la "democracia en general", ha conquistado el poder en los países avanzados por medio de una serie de insurrecciones y guerras civiles, con la represión violenta de los reyes, los señores feudales, los propietarios de esclavos y sus tentativas de restauración. Los socialistas de todos los países, en sus libros y folletos, en las resoluciones de sus congresos, en sus discursos de agitación, han ilustrado al pueblo millares y millones de veces el carácter de clase de estas revoluciones burguesas, de esta dictadura burguesa. Y por tanto, cuando hoy se defiende la democracia burguesa con discursos sobre la "democracia en general", cuando hoy se grita y se clama contra la dictadura del proletariado fingiendo gritar contra la "dictadura en general", no se hace más que traicionar al socialismo, pasarse de hecho a la burguesía, negar al proletariado el derecho a la propia revolución proletaria, defender el reformismo burgués en el momento histórico en el que ha fracasado en todo el mundo y la guerra ha creado una situación revolucionaria.
4. – Todos los socialistas, explicando el carácter de clase de la civilización burguesa, de la democracia burguesa, del parlamentarismo burgués, han expresado la misma idea que ya Marx y Engels habían expuesto con el máximo rigor científico, diciendo que la república burguesa más democrática no es más que una máquina que permite a la burguesía aplastar a la clase obrera, que permite a un puñado de capitalistas aplastar a las masas trabajadoras. No hay un solo revolucionario, no hay un solo marxista, entre los que actualmente claman contra la dictadura y a favor de la democracia, que no jure y perjure ante los obreros aceptar esta verdad fundamental del socialismo. Pero justo ahora, mientras el proletariado revolucionario está en fermentación y se moviliza para destruir esta máquina de opresión y para conquistar la dictadura del proletariado, estos traidores del socialismo presentan las cosas como si la burguesía hubiese regalado a los trabajadores la "democracia pura", como si la burguesía, renunciando a resistir, estuviese dispuesta a someterse a la mayoría de los trabajadores, como si en la república democrática no hubiese habido y no hubiese una máquina estatal para la opresión del trabajo por parte del capital.
5. – La Comuna de París, que todos aquellos que desean pasar por socialistas honran de palabra, ya que saben que las masas obreras sienten por ella una simpatía apasionada y sincera, ha mostrado con singular evidencia el carácter históricamente convencional y el valor limitado del parlamentarismo y de la democracia burguesa, instituciones sumamente progresivas respecto al medioevo, pero que requieren inevitablemente una transformación radical en la época de la revolución proletaria. El propio Marx, que ha valorado mejor que nadie el alcance histórico de la Comuna, ha mostrado, analizándola, el carácter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués, en donde las clases oprimidas se ven con el derecho concedido a decidir, una vez cada tantos años, qué exponente de las clases pudientes deberá "representar y reprimir" (ver-und zertreten) al pueblo en el parlamento. Justo ahora que el movimiento de los soviets, abrazando al mundo entero, prosigue la obra de la Comuna ante los ojos de todos, los traidores del socialismo olvidan la experiencia y las enseñanzas concretas de la Comuna de París, volviendo a enarbolar el viejo trasto burgués de la "democracia en general". La Comuna no fue una institución parlamentaria.
6. – El significado de la Comuna está además en el hecho de que intentó machacar y destruir los cimientos del aparato estatal burgués, burocrático, judicial, militar y policial, sustituyéndolo con la organización autónoma de las masas obreras, que no conocía distinciones entre el poder legislativo y el poder ejecutivo. Todas las repúblicas democráticas burguesas contemporáneas, incluida la alemana, que los traidores del socialismo sin importarles faltar a la verdad llaman proletaria, mantienen este aparato estatal. De esta manera se confirma una vez más, y con absoluta evidencia, que los clamores en defensa de la "democracia en general" son en realidad una defensa de la burguesía y de sus privilegios de explotadora.
7. – La "libertad de reunión" se la puede
considerar una petición calcada de la de "democracia pura". Cualquier
obrero consciente, que no haya roto con su clase, comprenderá rápidamente
que sería absurdo prometer la libertad de reunión a los explotadores
en un período y en una situación en la que los explotadores
oponen resistencia para no ser abatidos y defienden sus propios privilegios.
La burguesía, cuando era revolucionaria, tanto en Inglaterra en
1649 como en Francia en 1793, no concedió nunca "libertad de reunión"
a los monárquicos y a los nobles, que habían llamado a los
ejércitos extranjeros y se "reagrupaban" para organizar un intento
de restauración. Si la burguesía actual, que desde hace tiempo
ha pasado a ser reaccionaria, exige del proletariado que le garantice preventivamente
la "libertad de reunión" a los explotadores, con independencia de
la resistencia que los capitalistas opongan a ser expropiados, los obreros
lo único que pueden hacer es reírse de esta hipocresía
burguesa.
Por otra parte, los obreros saben bien que la "libertad de reunión"
es una frase vacía hasta en la república burguesa más
democrática, porque los ricos disponen de todos los mejores edificios
públicos y privados, tienen suficiente tiempo para reunirse y gozan
de la protección del aparato burgués del poder. Los proletarios
de la ciudad y del campo y los pequeños campesinos, es decir, la
inmensa mayoría de la población, no tienen nada de esto.
Y hasta que no cambie la situación, la "igualdad", es decir la "democracia
pura" es un engaño. Para conquistar la igualdad efectiva, para realizar
de hecho la democracia para los trabajadores, hay que quitar primero a
los explotadores todos los edificios públicos y los lujosos edificios
privados, hay que asegurar primero tiempo libre a los trabajadores, hay
que hacer de tal modo que la libertad de sus reuniones sea defendida por
los obreros armados y no por los nobles y oficiales capitalistas con sus
soldados embrutecidos. Solo después de este cambio se podrá
hablar de libertad de reunión y de igualdad, sin que esto suene
como un insulto a los obreros, a los trabajadores y a los pobres. Pero
nadie podrá hacer este cambio más que la vanguardia de los
trabajadores, el proletariado, abatiendo a los explotadores, la burguesía.
8. – La "libertad de prensa" también es una de las consignas fundamentales de la "democracia pura". Sin embargo, los obreros saben, y los socialistas de todos los países han reconocido millones de veces, que esta libertad es un engaño, en la medida en que las mejores imprentas y las inmensas partidas de papel permanecen en manos de los capitalistas, en la medida en que permanece sobre la prensa el poder del capital, que se manifiesta en el mundo entero de forma tan evidente, brutal y cínica, cuanto más desarrollados están la democracia y el sistema republicano, como por ejemplo en América. Para conquistar la igualdad efectiva y la democracia real para los trabajadores, los obreros y los campesinos, hay que quitar primero al capital la posibilidad de contratar escritores, comprar las editoriales y corromper los periódicos, y, para hacer esto, hay que abatir el yugo del capital, derribar a los explotadores y aplastar su resistencia. Los capitalistas siempre han llamado "libertad" a la libertad para enriquecerse de los ricos y a la libertad para morir de hambre de los obreros. Los capitalistas llaman libertad de prensa a la libertad de los ricos para corromper la prensa, a la libertad para usar sus riquezas para fabricar y falsear la llamada opinión pública. En realidad los defensores de la "democracia pura" son los defensores del más inmundo y corrupto sistema de dominio de los ricos sobre los medios de instrucción de masas, y engañan al pueblo, en cuanto lo disuaden, con sus bonitas frases seductoras y profundamente hipócritas, de la función histórica concreta de liberar a la prensa de su sometimiento al capital. La efectiva libertad e igualdad se tendrá en el sistema construido por los comunistas y en el que será imposible enriquecerse a costa de otros, en el que no habrá la posibilidad objetiva de someter directamente o indirectamente la prensa al poder del dinero, en el que nadie impedirá a cualquier trabajador (o grupo de trabajadores de cualquier entidad) de gozar según las normas y los hechos del igual derecho de usar las imprentas y el papel que pertenecen a la sociedad.
9. – La historia de los siglos XIX y XX ha mostrado incluso antes de la guerra qué es en realidad la famosa "democracia pura" en un régimen capitalista. Los marxistas siempre han sostenido que, cuanto más desarrollada y "pura" es la democracia, tanto más evidente e implacable se hace la lucha de clase, tanto más el yugo del capital y la dictadura de la burguesía aparecen en su "pureza". El asunto Dreyfus en la Francia republicana, las sanguinarias represiones de huelguistas a manos de bandas pagadas y armadas por los capitalistas en la libre y democrática república americana, éstos y otros miles de hechos similares ponen totalmente al descubierto esa verdad que la burguesía se esfuerza por ocultar usando todos sus medios, la verdad de que en las repúblicas más democráticas reinan de hecho el terrorismo y la dictadura de la burguesía, los cuales se manifiestan abiertamente cada vez que a los explotadores les empieza a parecer que el poder del capital está en cuestión.
10. – La guerra imperialista de 1914-1918 ha revelado definitivamente, incluso para los obreros menos adelantados, el carácter real de la democracia burguesa hasta en las repúblicas más libres: la democracia burguesa es la dictadura de la burguesía. Decenas de millones de hombres han sido matados e incluso en las repúblicas más democráticas ha sido instaurada la dictadura militar de la burguesía, para permitir que el grupo de millonarios y multimillonarios alemanes o ingleses se enriqueciera. Esta dictadura militar está todavía en vigor en los países de la Entente aun después de la caída de Alemania. Precisamente la guerra, más que cualquier otra cosa, ha abierto los ojos a los trabajadores, ha arrancado a la democracia burguesa su máscara, ha mostrado al pueblo cuan ingentes beneficios y especulaciones se han hecho durante la guerra y a causa de la guerra. La burguesía ha hecho esta guerra en nombre de la "libertad" y de la "igualdad", y, en nombre de la "libertad" y de la "igualdad" se han enriquecido fabulosamente los proveedores del ejército. Ningún esfuerzo de la Internacional amarilla de Berna conseguirá esconder a las masas el carácter explotador ?ahora ya definitivamente desenmascarado? de la libertad burguesa, de la igualdad burguesa y de la democracia burguesa.
11. – En Alemania, en el país capitalista
más avanzado del continente europeo, los primeros meses de completa
libertad republicana tras la caída de la Alemania imperialista,
han mostrado a los obreros alemanes y a todo el mundo en qué consiste
la verdadera esencia de clase de la república democrática
burguesa. El asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo es un hecho
de repercusión histórica mundial, no sólo porque han
caído trágicamente los mejores elementos y los dirigentes
de la efectiva Internacional proletaria comunista, sino también
porque un Estado europeo avanzado (y, se puede decir sin exageración,
un Estado avanzado a nivel mundial) ha revelado hasta el fondo su esencia
clasista. Si los ciudadanos que se encuentran detenidos, es decir, tomados
por el poder estatal bajo su tutela, pueden ser asesinados impunemente
por los funcionarios y los capitalistas, mientras está en el poder
un gobierno de socialpatriotas, de esto se deduce que la república
democrática donde este hecho puede acaecer es una dictadura de la
burguesía. Quien expresa su indignación por el asesinato
de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo pero no comprende esta verdad no da
prueba más que de su obtusidad o hipocresía. La "libertad"
en una de las repúblicas más democráticas y avanzadas
del mundo, en la república alemana, es la libertad de asesinar impunemente
a los jefes del proletariado cuando están detenidos. Y no puede
ocurrir de otra manera mientras subsista el capitalismo, porque el desarrollo
de la democracia no atenúa sino agudiza la lucha de clase, que,
por efecto de todos los resultados e influencias de la guerra y sus consecuencias,
llega a su punto crucial.
En todo el mundo civil los bolcheviques son actualmente expulsados,
perseguidos, encarcelados, así ocurre, por ejemplo, en Suiza, una
de las repúblicas burguesas más libres; pogromos antibolcheviques
son efectuados en América, etc.. Desde la óptica de la "democracia
en general" o de la "democracia pura" es hasta ridículo que los
países avanzados, civiles, democráticos, armados hasta los
dientes, teman la presencia en ellos de unas pocas decenas de hombres provenientes
de la Rusia atrasada, famélica, devastada, que los periódicos
burgueses, difundidos por decenas de millones de copias, llaman salvaje,
criminal, etc.. Está claro que la situación social que ha
podido generar una contradicción así de estridente es en
realidad la dictadura de la burguesía.
12. – En este estado de cosas la dictadura del
proletariado no sólo es legítima, como medio para abatir
a los explotadores y aplastar la resistencia, sino absolutamente necesaria
para toda la masa de trabajadores, como única defensa contra la
dictadura de la burguesía, que ya ha llevado a la guerra y que prepara
otras nuevas.
El punto esencial, que los socialistas no comprenden y que constituye
su miopía teórica, su sometimiento a los prejuicios burgueses
y su traición política al proletariado, es que en la sociedad
capitalista, frente a la agudización más o menos fuerte de
la lucha política de clase que es la base de tal sociedad, no puede
darse ningún término medio entre la dictadura de la burguesía
y la dictadura del proletariado. Todo sueño de una cualquier otra
tercera vía es una pataleta reaccionaria pequeño burguesa.
Lo confirma la experiencia del desarrollo de la democracia burguesa y del
movimiento obrero en todos los países avanzados desde hace más
de un siglo y, en particular, la experiencia del último lustro.
Así lo afirma además toda la ciencia de la economía
política, todo el contenido del marxismo, el cual pone bien claro
cómo en toda economía de mercado es económicamente
inevitable la dictadura de la burguesía, una dictadura que sólo
puede ser suplantada por la clase de los proletarios, es decir por la clase
que se desarrolla, se multiplica, se unifica y se consolida con el desarrollo
del capitalismo.
13. – Otro error teórico y político de los socialistas consiste en la incomprensión del hecho de que las formas de la democracia han cambiado necesariamente a lo largo de milenios, desde los primeros gérmenes en la antigüedad y con el sucederse de una clase dominante por otra. En las antiguas repúblicas griegas, en las ciudades del medioevo y en los países capitalistas avanzados la democracia ha asumido formas diversas y diversos grados de aplicación. Sería la peor de las absurdidades creer que la revolución más profunda de la historia de la humanidad, el traspaso ?llevado a cabo por primera vez en el mundo? del poder de una minoría de explotadores a la mayoría de los explotados, pueda realizarse dentro del viejo marco de la vieja democracia burguesa parlamentaria, que pueda realizarse sin las fracturas más radicales, sin la creación de nuevas formas de democracia, sin la creación de nuevas instituciones, que encarnen las nuevas condiciones de su aplicación, etc.
14. – La dictadura del proletariado se asemeja
a la dictadura de otras clases sólo por ser impuesta, como cualquier
otra dictadura, por la necesidad de aplastar con la violencia la resistencia
de la clase que pierde su dominio político. La diferencia radical
entre la dictadura del proletariado y la dictadura de las otras clases ?la dictadura de los grandes propietarios de tierras del medioevo,y la
dictadura de la burguesía en todos los países capitalistas
avanzados? está en el hecho de que la dictadura de los grandes propietarios
de tierras y de la burguesía aplasta con la violencia la resistencia
de la inmensa mayoría de la población, es decir de los trabajadores,
mientras que la dictadura del proletariado aplasta con la violencia la
resistencia de los explotadores, es decir una exigua minoría de
la población, los grandes terratenientes y los capitalistas.
De aquí se deriva, a su vez, que la dictadura del proletariado
debe inevitablemente llevar consigo no sólo una mutación
de las formas y las instituciones democráticas en general, sino
una mutación tal que implique una extensión sin precedentes
de la efectiva utilización de la democracia por parte de aquellos
que son oprimidos por el capitalismo, por parte de las clases trabajadoras.
Y, en realidad, la forma de dictadura del proletariado, que ya ha sido
probada en la práctica, es decir por el poder soviético en
Rusia, el Rate-System en Alemania, los Shop Stewards Committees y otras
instituciones soviéticas análogas en otros países,
demuestra a todos y hace efectiva para las clases trabajadoras, o sea para
la inmensa mayoría de la población, la posibilidad de ejercitar
los derechos y las libertades democráticas, posibilidad que no ha
existido nunca, ni siquiera de forma aproximada, en las mejores y más
democráticas repúblicas burguesas.
La esencia del poder soviético está en el hecho de que
todo el poder estatal, todo el aparato estatal, tiene como fundamento único
y permanente la organización generalizada precisamente de esas clases
que hasta ahora han sido oprimidas por el capitalismo, es decir de los
obreros y los semiproletarios (campesinos que no se aprovechan del trabajo
de otros y que también venden regularmente sólo una parte
de su fuerza de trabajo). Precisamente estas masas, que incluso en las
repúblicas burguesas más democráticas, aun teniendo
iguales derechos ante la ley, son de hecho excluidas de mil maneras y con
mil subterfugios de la vida política y del ejercicio de las libertades
y derechos democráticos, están ahora asociadas de modo permanente
y necesario, pero sobretodo de modo decisivo para la gestión democrática
del Estado.
15. – La igualdad de los ciudadanos, independientemente del sexo, de la religión y de la nacionalidad, ?igualdad que la democracia burguesa ha prometido siempre y por todas partes, pero que nunca ha realizado ni ha podido realizar, permaneciendo el dominio del capital? se realiza rápida e integralmente con el poder soviético, o dictadura del proletariado, ya que solamente el poder de los obreros, al no tener intereses en la propiedad privada de los medios de producción y en la lucha por su reparto o división, está en condiciones de hacerlo.
16. – La vieja democracia, es decir la democracia burguesa, y el parlamentarismo estaban organizados de tal modo, que precisamente la masa de trabajadores era más que otra cosa alejada del aparato administrativo. El poder soviético, es decir la dictadura del proletariado, está en cambio estructurado en modo que acerca las masas trabajadoras al aparato administrativo. A este fin tiende también la unificación del poder legislativo y el poder ejecutivo en la organización soviética del Estado, así como la sustitución de las circunscripciones electorales territoriales por las unidades electorales establecidas en los lugares de producción: fábrica, talleres, etc.
17. – El ejército era un instrumento de opresión no sólo con el régimen monárquico. Ha quedado como tal también en todas las repúblicas burguesas, hasta en las más democráticas. Sólo el poder soviético, como organización estatal permanente de las clases oprimidas por el capitalismo, tiene la posibilidad de suprimir la subordinación del ejército al mando burgués y de fundir realmente al proletariado con el ejército, de armar efectivamente al proletariado y desarmar a la burguesía, sin lo cual es imposible la victoria del socialismo.
18. – La organización soviética del Estado está adaptada para la función dirigente del proletariado, como clase que el capitalismo más ha concentrado e instruido. La experiencia de todas las revoluciones y de todos los movimientos de las clases oprimidas, la experiencia del movimiento socialista mundial nos enseña que solamente el proletariado está en condiciones de unir y guiar a los estratos dispersos y atrasados de la población trabajadora y explotada.
19. – Solamente la organización soviética del Estado puede realmente romper de golpe y destruir definitivamente el viejo aparato, es decir el aparato burocrático y judicial burgués, que ha quedado intacto, como no podía ser de otra manera, con el régimen capitalista, hasta en las repúblicas más democráticas, ya que constituía de hecho el mayor obstáculo para la realización de la democracia para los obreros y los trabajadores. La Comuna de París dio el primer paso en este sentido, un paso que tiene un significado histórico mundial; el poder soviético ha dado el segundo paso.
20. – La supresión del poder del Estado es el fin que todos los socialistas, y Marx el primero, se han marcado. Si no se alcanza este objetivo, no se puede realizar la verdadera democracia, es decir la igualdad y la libertad. Pero hacia esta meta en la práctica solamente puede conducir la democracia soviética, o proletaria, pues ella, haciendo partícipe de modo permanente y necesario a las organizaciones de masa de los trabajadores en la gestión del Estado, comienza a preparar inmediatamente la completa extinción de todo Estado.
21. – El total fracaso de los socialistas reunidos
en Berna, su completa incomprensión de la nueva democracia proletaria
resulta evidente de cuanto sigue: El 10 de febrero de 1919 Branting clausuró
en Berna la conferencia de la Internacional amarilla. El 11 de febrero
de 1919, en Berlín, Die Freiheit, periódico de los
adherentes a esta organización, publicaba un llamamiento del partido
de los "independientes" al proletariado. En el llamamiento se reconocía
el carácter burgués del Gobierno Scheidemann, al cual se
le reprochaba querer abolir los soviets, defenidos "Tràger und
Schùtzer der Revolution" (portadores y guardianes de la revolución),
y se proponía legalizar los soviets, concederles derechos estatales,
el derecho de suspender las decisiones de la Asamblea nacional y recurrir
al referendum popular.
Esta propuesta revela la completa quiebra ideológica de los
teóricos que defienden la democracia sin entender su carácter
burgués. El ridículo intento de unir el sistema de soviets,
es decir la dictadura del proletariado, con la Asamblea nacional, es decir
con la dictadura de la burguesía, desenmascara hasta el fondo la
pobreza de pensamiento de los socialistas y socialdemócratas amarillos,
su espíritu político reaccionario de pequeño-burgueses,
sus pusilánimes concesiones a la fuerza de la nueva democracia proletaria
que se desarrolla de modo incontenible.
22. – Respecto a condenar al bolchevismo, la
mayoría de la Internacional amarilla de Berna, que, por temor a
las masas obreras, no se había decidido a aprobar formalmente una
resolución sobre este problema, ha actuado correctamente desde el
punto de vista de clase. Precisamente esta mayoría es plenamente
solidaria con los mencheviques y con los social-revolucionarios rusos,
por no hablar de los Scheidemann en Alemania. Los mencheviques y los social-revolucionarios
rusos, lamentándose de ser perseguidos por los bolcheviques, tratan
de esconder el hecho de que tales persecuciones son a causa de la participación
de los mencheviques y los social-revolucionarios en la guerra civil, al
lado de la burguesía y contra el proletariado. Precisamente en la
misma dirección se han movido en Alemania los Scheidemann y su partido
participando en la guerra civil del lado de la burguesía contra
los obreros.
Por tanto es absolutamente normal que la mayoría de los adherentes
a la Internacional amarilla de Berna se haya pronunciado por la condena
de los bolcheviques. Con esto ha tenido lugar no la defensa de la "democracia
pura", sino la autodefensa de quienes saben y sienten que en la guerra
civil se ponen de parte de la burguesía contra el proletariado.
He aquí por qué, desde un punto de vista de clase, no
se puede no considerar correcta la decisión de la mayoría
de la Internacional amarilla. El proletariado debe mirar a la verdad a
la cara, sin temerla, y debe extraer todas las conclusiones políticas
que se impongan.