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Partido Socialista Italiano |
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MANIFIESTO-PROGRAMA DE LA IZQUIERDA DEL PARTIDO (Milán, octubre de 1920) |
Reunión en Milán de preparación del Congreso de
Florencia: por la
aplicación de las decisiones de Moscú; por la
eliminación de los
socialdemócratas; por el Partido Comunista
Días atrás, en Milán, ha tenido lugar una reunión de unos pocos compañeros representando las fracciones y tendencias extremistas del Partido Socialista Italiano. De esta reunión ha salido el manifiesto-programa que publicamos, y que no necesita comentarios. Digamos solamente que la adhesión de los abstencionistas a este movimiento no puede extrañar a nadie. Desde el Congreso de Bolonia una reunión de nuestra Fracción deliberaba proponer un acuerdo a los comunistas electoralistas, en la cual ellos, aparte de la cuestión electoral, hubieran aceptado otras dos referencias de nuestra moción: el cambio de nombre del Partido y la expulsión de la derecha socialdemócrata. Este avance no tuvo una salida favorable, ya que, como es sabido, nadie, a excepción de nosotros los abstencionistas, quiso abandonar entonces el prejuicio de la unidad del Partido.
Hoy, tras, los hechos conocidos y tras el Congreso Comunista Internacional, el lógico desarrollo de nuestra acción nos lleva al acuerdo leal con los elementos revolucionarios del Partido, junto a los cuales se ha trazado sin ninguna dificultad y sin el mínimo desacuerdo el proyecto de acción común que hoy se presenta a todos los compañeros italianos.
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A LOS COMPAÑ;EROS Y SECCIONES DEL PARTIDO SOCIALISTA ITALIANO
La crisis que perturba desde hace mucho tiempo nuestro Partido, sobre la que vuestra atención está pendiente cada vez mas tanto por los recientes sucesos de Italia como por las deliberaciones del 2° Congreso de la 3ª Internacional, hace necesario y urgente al acercarse el Congreso Nacional del Partido un esfuerzo coordinado de los elementos de izquierda del Partido para salir finalmente de una situación intolerable y contraria a las exigencias de la lucha revolucionaria del proletariado italiano.
Todo ello nos ha llevado a convertirnos en iniciadores de un movimiento de preparación del Congreso y de acuerdos organizados entre todos aquellos compañeros que sientan realmente la necesidad de que el Congreso señale una solución definitiva y enérgica al grave problema.
No nos extenderemos en recordaros cual es la situación en nuestro país. Las condiciones en las que ha participado y ha salido de la gran guerra mundial, y los episodios de este turbulento período de posguerra, demuestran incluso a nuestros adversarios los múltiples síntomas de la irremediable desorganización del actual régimen, y su incapacidad para luchar contra las consecuencias revolucionarias de su propia derrota interior.
Por otra parte, la emoción, el sentimiento, el impulso rebelde de las masas de todas las capas del proletariado crecen cada vez mas cada día y se manifiestan en las continúas agitaciones, en el ardor con el que se llevan a cabo las batallas de la lucha de clase con la aspiración, aunque no sea concreta, de que esas batallas concluyan con la victoria final de la revolución proletaria.
La burguesía, aun siendo consciente de su propia impotencia para afrontar la inestabilidad de su régimen social, concentra las últimas energías en la defensa contra ese avance de las masas revolucionarias. Por un lado organiza cuerpos regulares e irregulares para la represión armada de los movimientos obreros, y por el otro desarrolla una astuta política de aparentes concesiones y de falsa benevolencia hacia los deseos de las masas.
Las organizaciones que dirigen la acción proletaria y a las que corresponde desarrollar una oposición victoriosa a esa política de conservación burguesa, han demostrado muchas veces en la práctica sus propios defectos.
Las organizaciones sindicales recogen cada día filas mas extensas de trabajadores, pero mientras en la agitación y en las huelgas éstas demuestran sentir la necesidad de extender el campo de la lucha y empujar hacia conquistas revolucionarias, la burocracia dirigente de los sindicatos imprime a cualquier acción los caracteres tradicionales de las luchas corporativas, encerrándolas en los límites de la búsqueda de mejoras en las condiciones de vida del proletariado. En cuanto al partido político de la clase obrera, el Partido Socialista, que tendría la tarea de reunir en sí las energías revolucionarias de vanguardia, imprimiendo un nuevo carácter y una nueva orientación a los métodos de lucha para la consecución de los máximos fines del comunismo, también se revela como incapaz para su función.
Es muy cierto que la mayoría del Partido, adoptando en Bolonia el nuevo programa maximalista y dando su adhesión a la Internación de Moscú, creía haber respondido a las exigencias del problema histórico que tras el desenlace de la gran guerra, enfrentaba a las dos concepciones antitéticas de la lucha proletaria, la socialdemócrata, deshonrada por el fracaso de la II Internacional y su complicidad con la burguesía, y la comunista, provista de los principios marxistas originarios y de las gloriosas experiencias de la revolución rusa que, organizada en la nueva Internacional, lanzaba al proletariado sus consignas revolucionarias: lucha violenta por el derrocamiento del poder burgués, por la dictadura proletaria, por el régimen de consejos obreros.
Pero el Partido en realidad, tan ilusionado por la legítima satisfacción de haber mantenido durante la guerra un comportamiento muy diferente de los demás partidos de la II Internacional, no compartió la necesidad de que a un cambio formal del programa correspondiera una profunda renovación de su estructura y de sus funciones.
Los siguientes acontecimientos han demostrado, mediante circunstancias que es superfluo recordar, lo lejos que estuvo el Partido de estar a la altura de las tareas revolucionarias que la situación histórica le encomendaba. No modificó esencialmente los criterios de su política; su acción sobre todo parlamentaria, acomodándose en los métodos tradicionales de la anteguerra ha hecho incluso el juego al gobierno burgués.
En momentos en que eran necesarias resoluciones decisivas, quedaron al mando de la situación hombre superados a los que el partido no supo privar de la dirección de la acción sindical y parlamentaria, recayendo así en los viejos métodos de acomodo y de transacción. Las masas del proletariado, decepcionadas, se dirigieron por tanto en parte a las otras corrientes revolucionarias militantes fuera del partido, como los sindicalistas y los anarquistas, que tiene concepciones del proceso revolucionario con las que los comunistas no pueden coincidir; y esas masas añaden justísimas críticas hacia una actitud tan contraria a las exigencias revolucionarias y al propio lenguaje revolucionario de los jefes del partido.
Por las razones que hemos enumerado, y por todas aquellas que en muchas ocasiones han sido mas ampliamente planteadas por elementos de izquierda, es por las que el Partido Socialista Italiano se ha demostrado inútil para su tarea, y por estas razones es por las que el Congreso Internacional de Moscú, acogiendo las peticiones de los compañeros italianos de tendencia mas avanzada, ha decidido poner con claridad y firmeza las cuestiones de la renovación de nuestro partido, fijando las bases sobre las que tendrá que trabajar nuestro próximo Congreso para conseguir tales fines.
¿Cuáles son por tanto las tareas del próximo Congreso? ¿Cuáles sus objetivos? ¿Cuáles los objetivos que debemos proponernos para que los mismos, en vez de agotarse en vanas logomaquias y en hábiles maniobras de pasillo, se enfrenten valientemente a los males y aporten los remedios más radicales? Pensamos que estos objetivos y propósitos pueden y deben ser comunes a cuantos compañeros compartan, junto con los principios fundamentales del comunismo, la intención de aplicar de la forma más enérgica las decisiones de Moscú a la constitución y a la actividad del partido.
Esas decisiones constituirán la plataforma común de acción para aquellos grupos y corrientes de izquierda que, aún diferenciándose en concepciones particulares respecto a ciertos problemas de teoría y de táctica, coinciden en las críticas desarrolladas desde el punto de vista revolucionario a la insuficiente acción del Partido.
El programa de acción común que presentamos al Congreso puede, en nuestra opinión, ser resumido en los siguientes puntos principales:
1. Cambio del nombre del partido al de Partido Comunista de Italia (sección de la Internacional Comunista).
2. Reelaboración del programa votado en Bolonia, debiendo algunas afirmaciones del mismo ser mas conformes a los principios de la Tercera Internacional, para oponerlo una vez más al programa socialdemócrata del que es partidaria la derecha del Partido.
3. Consiguiente exclusión formal del Partido de todos los afiliados y organismos, que se hayan declarado o se declaren contra el programa comunista mediante el voto de las secciones y del Congreso o con cualquier otra forma de manifestación.
4. Modificación de los estatutos internos del partido para introducir los criterios de homogeneidad en la centralización y de disciplina que son la base indispensable de la estructura del Partido Comunista, adoptando, entre otras innovaciones, el sistema de período de prueba para los nuevos afiliados al partido, y el de revisión periódica de todos los inscritos, la primera de las cuales deberá inmediatamente seguir el Congreso.
5. Obligación de todo miembro del Partido a la total disciplina de acción respecto a todas las decisiones tácticas del Congreso Internacional y del Congreso Nacional, cuyo cumplimento será asignado con plenos poderes al Comité Central designado por el Congreso.
Las directivas de la actividad del Partido se inspirarán en la realización de los criterios marcados por el Congreso de Moscú y serán principalmente los siguientes:
a) Preparación de la acción insurreccional del proletariado empleando todas las posibilidades de propaganda legal, y organizando al mismo tiempo sobre una extensa base el trabajo ilegal para realizar todas las condiciones indispensables de la acción y asegurar para ello los medios materiales.
b) Organizaciones en todos los sindicatos, ligas, cooperativas, fábricas, empresas, etc. de grupos comunistas ligados a la organización del partido, para la propaganda, la conquista de tales organismos y la preparación revolucionaria.
c) Actividades en las organizaciones económicas para conquistar su dirección para el Partido Comunista. Llamamiento a las organizaciones proletarias revolucionarias que están fuera de la Confederación General del Trabajo a fin de que regresen y sostengan la lucha de los comunistas contra la actual dirección y sus actuales dirigentes. Denuncia del pacto de alianza entre el Partido y la Confederación, inspirado en los criterios socialdemócratas de igualdad de derecho entre partido y sindicato, sustituyéndolo por el control efectivo de la actividad de las organizaciones económicas proletarias por parte del Partido Comunista, mediante la disciplina de aquellos comunistas que trabajan en los sindicatos hacia los órganos directivos del Partido. Separación de la Confederación, en cuanto se conquiste para la dirección del partido comunista, del Secretariado de Ámsterdam, y adhesión a la sección sindical de la Internacional Comunista, con las modalidades previstas en sus estatutos.
d) Lucha para la conquista por parte del Partido Comunista de la dirección del movimiento de organizaciones cooperativas, para liberarlo de las actuales influencias burguesas y pequeño burguesas, haciendo solidario con el movimiento revolucionario de clase del proletariado.
e) Participación en las elecciones políticas y administrativas con carácter totalmente opuesto a las viejas prácticas socialdemócratas y con el objetivo de desarrollar la propaganda y la agitación revolucionaria, acelerando la disolución de los órganos burgueses de democracia representativa. Revisión por parte de los órganos del partido, bajo la dirección del Comité Central, de la composición de todas las representaciones electivas del partido en ayuntamientos, provincias y parlamento, con la facultad para disolver tales organismos. Control y dirección permanente por parte del comité central de la actividad de los que sean mantenidos. El grupo parlamentario será considerado como el órgano designado para cumplir una función táctica específica bajo la dirección de la central del partido. El mismo no tendrá la facultad de pronunciarse como cuerpo de deliberación sobre cuestiones que afecten a la política general del partido.
f) Control de toda actividad de propaganda por parte de los órganos centrales, y especialmente de la disciplina de toda la prensa del partido, cuyos comités de dirección serán nombrados o confirmados por el comité central que controlará su actividad sobre la base de las directivas políticas de los Congresos.
g) Estrecho contacto con el movimiento juvenil, según los criterios contemplados por el estatuto de la Internacional Comunista; intensificación de la propaganda y la organización femenina.
Confiamos en que estas líneas generales del programa de acción común reúnan el acuerdo de todos los comunistas, que contribuirán activamente para asegurar el triunfo en próximas reuniones del partido, mediante una amplia agitación y la organización de todas las fuerzas que se moverán a este campo.
A trabajar entonces, camaradas, para que, más allá de falsos sentimentalismos unitarios y de miserables cuestiones personales, triunfe la causa de la revolución comunista.