Partido Comunista Internacional
El Partido Comunista N. 16 - septiembre 2019
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órgano del partido comunista internacional
Lo que distingue a nuestro partido: – la línea de Marx a Lenin a la fundación de la III Internacional y del Partido Comunista de Italia a Livorno 1921, a la lucha de la Izquierda Comunista Italiana contra la degeneración de Moscú, al rechazo de los Frentes Populares y de los bloques partisanos – la dura obra de restauración de la doctrina y del órgano revolucionario, en contacto con la clase obrera, fuera del politiqueo personal y electorero
El desastre ambiental solo puede ser detenido a través de la lucha de clases y la destrucción del capitalismo
– El sindicato de clase está en contra del “nacionalismo de izquierda” tanto como al “de derecha”
– El estado burgués utiliza la democracia y el fascismo para defender su régimen
Bajo el pretexto iraní, Estados Unidos impone el aumento en los precios del petróleo
– Actividad del movimiento obrero en América
– Vida de Partido. Reunión General Genova, 24-26 mayo 2019, En nuestras Reuniones Generales convergen y entrelazan las contribuciones de todos los grupos del partido en su batalla tenaz y coherente: Las nuevas organizaciones sindicales en la Alemania de posguerra - La cuestión militar: La guerra civil en Rusia, marzo-abril de 1917 - El concepto y la práctica de la dictatura, el Estado comunista en Rusia - Informe de la sección norteamericana - La situación social en Irán

 

 


El desastre ambiental solo puede ser detenido a travésde la lucha de clases y la destrucción del capitalismo

La crisis ambiental de hoy es global y amenaza la existencia misma de la vida en la tierra. Desde la contaminación de las aguas, hasta las islas de desechos plásticos de las dimensiones de Texas, hasta la destrucción sistemática de los bosques (finalmente los sudamericanos y africanos), la calidad y la riqueza de la variedad de la vida en el planeta se están reduciendo rápidamente.

Pero enfrentar esta devastación sin tener en cuenta sus causas económicas es una visión hipócrita y desconectada de la realidad.

Mientras exista el capitalismo, se continuará malgastando ciegamente los recursos de este planeta en nombre de la Ganancia. De hecho, llegará a considerar incluso el “calentamiento global” como una nueva oportunidad para continuar su penoso caminar. De hecho, la apertura de nuevos territorios de investigación, como las reservas de hidrocarburos y gas natural bajo el hielo del Ártico en las cuencas orientales de Groenlandia y en el Mar de Barents, ofrecerá nuevas ramas productivas capitalistas que empeorarán aún más el balance de los contaminantes emitidos y la energía consumida.

El 85% de la energía global proviene de combustibles fósiles; para mantener al menos constante la concentración de CO2 en la atmósfera, la producción de energía de este origen debe reducirse en un 80%. Obviamente, no es posible, por ejemplo, obtener la producción mundial actual de acero, 1.600 millones de toneladas, con la energía obtenida de fuentes fotovoltaica y la eólica. Pero el capitalismo, por su naturaleza, no puede “desinvertir”. Por lo tanto, es seguro que no podrá prescindir de hidrocarburos, del gas y el carbón.

Por esta razón los combustibles fósiles son tan ferozmente disputados entre los EEUU, Rusia, Canadá, Noruega y Dinamarca... La posesión o el control de los recursos energéticos, primeramente los fósiles, es uno de los motivos principales que dictan la dinámica de los Estados imperialistas, y sus efectos van desde el campo productivo al financiero, político y militar.

¡Y con tales premisas deberían estipularse los acuerdos para la “reducción de gases de efecto invernadero” que se han hecho leyendas en las conferencias internacionales!

El capitalismo en la búsqueda de mayores ganancias trata el ambiente como una fuente gratuita de materias primas o como una barrera a romper. Pero su hipertrofia conduce por sí misma al inevitable colapso, que se manifiesta periódicamente en las crisis económicas. Las consecuencias de la crisis se ponen sobre los hombros de la clase trabajadora, forzada por los gobiernos con medidas de austeridad cada vez peores.

Estos son los mismos gobiernos a los que hoy se les pide que limiten el proceso destructivo que ellos mismos están salvaguardando en interés de la clase dominante. Ningún gobierno de ningún Estado puede limitar las férreas necesidades de la economía capitalista, ni garantizar un uso “juicioso” de los recursos, en nombre de la “salud del planeta”.

Por otro lado, las elecciones individuales hacia un “estilo de vida” más “equilibrado” y “filo-ecológico” tienen como resultado un ridículo efecto marginal frente a problemas de una dimensión tan vasta como los expuesto anteriormente, siendo una impotente “buena acción”, por otro lado, limitada a los consumidores que pueden pagar más, alimentando así un nuevo sector “alternativo” del mercado capitalista.

Los comunistas desde el Manifiesto de 1848 (texto histórico) hemos denunciado el hecho real y dramático de que el desarrollo ininterrumpido del capitalismo -donde no es posible cerrar definitivamente el ahora inhumano ciclo histórico- y su extensión imparable también puede conducir al desastre de la especie humana, a una crisis fatal. Es una posibilidad que nuestra teoría materialista no excluye.

Pero nuestro objetivo declarado es, en cambio, romper la forma política que mantiene y defiende el modo de producción capitalista, y destruir sus instituciones para permitir una forma de producción dirigida al bien de la humanidad y no a la Ganancia.

El capitalismo será abolido cuando los productores mismos, la clase obrera mundial, se levanten contra su posición de esclavos asalariados; cuándo organizarán la producción en común para satisfacer directamente las necesidades humanas. En un mundo como este, nadie puede beneficiarse del trabajo de otros. Ya no se necesitará dinero y las historias de crisis financieras que conducen a guerras comerciales, miseria humana y guerras militares pertenecerán al pasado.

Solo en una sociedad comunista, sin Estados ni fronteras, los seres humanos podrán evaluar científicamente la dimensión real del daño que se ha hecho a su planeta, podrán tomar las medidas adecuadas para sanarlo y dejar a las generaciones futuras una sociedad y una Tierra mejores de cómo las ha dejado el capital.

 

 

 

 


El sindicato de clase está en contra del “nacionalismo de izquierda” tanto como al “de derecha”

Un delegado de la Confederación Unitaria de Base (CUB) Trasporti Alitalia se encargó de una entrevista al jefe del sindicato metalúrgico, en la ciudad brasileña de São José dos Campos, adherente a la “solidaridad y la lucha” (International trade union network of solidarity and struggle), constituida en marzo de 2013 en Francia y que en Italia tiene como organizaciones adherentes a la Cub, el SI Cobas, el ORSA, el CAT, el Usi y el Sial Cobas.

Este intento de crear una organización internacional del sindicalismo combativo sufre, inevitablemente, de la debilidad general de la clase obrera, pero también de la ideología de la dirigencia de las organizaciones adherentes, en gran parte atribuible al radicalismo burgués de izquierda, un factor que agrava las dificultades.

Sin embargo, parte de la dirección sindical es correcta. Por ejemplo, debe notarse que con respecto a lo que está sucediendo en Sudáfrica, este organismo ha tomado una postura en contra de la confederación del régimen del COSATU (Congreso de Sindicatos de Sudáfrica) sobre la expulsión de su seno de la federación de trabajadores metalúrgicos, la NUMSA (Unión Nacional de Trabajadores metalúrgicos de Sudáfrica), posicionándose del lado opuesto de la barricada, en comparación con lo que hizo otro sindicato internacional que se acredita como combativo, la Federación Sindical Mundial (la World Federation of Trade Unions), de la cual es parte el COSATU, y de la cual hemos escrito en nuestra prensa (“El “internacionalismo” antiobrero de la Federación Sindical Mundial”).

São José dos Campos se encuentra en el estado de San Paolo, el más industrializado de Brasil. Es una ciudad de unos 600 mil habitantes, sede de un importante polo industrial, del cual hace parte el mayor complejo aeroespacial de América Latina.

De hecho, existe una de las seis fábricas, así como la sede, de Embraer, la Empresa Brasilera de Aeronáutica, una empresa que en el 2018 fue la tercera mayor productora mundial de aeronaves civiles y que también produce aeronaves militares.

Embraer fue fundada en 1969 por el Estado burgués brasileño, en el período de la dictadura militar recién iniciada (1964), con el objetivo de dar prestigio y la fuerza de una industria aeronáutica al capitalismo nacional. En 1981 se inició una colaboración entre Italia y Brasil para la producción del AMX, un avión militar para el llamado “ataque a tierra”, todavía en operación, que tuvo el bautismo de fuego en Kosovo durante la Operación Allied Force, la campaña de ataques aéreos de la OTAN contra la República Federativa de Yugoslavia en 1999. En 1987 Embraer adquirió otra compañía aeronáutica brasileña, Aerotec. Luego comenzó un período de declive -real o provocado- que condujo a su privatización en 1994. En 2017 Bombardier, empresa competidora canadiense que también opera en el sector aeronáutico, anunció una alianza con la europea Airbus. Aparentemente, en respuesta a este movimiento del mercado, en julio de 2018 se anunció una join-venture (alianza o proyecto conjunto) entre la estadounidense Boeing y Embraer, que parece ser más una adquisición de la segunda por parte de la primera.

La entrevista al jefe del sindicato metalúrgico de São José dos Campos trata sobre este último acontecimiento y apareció en una página de Internet de la CUB (Cublog), como también en la de un organismo denominado “Frente de lucha contra la austeridad”, del cual forma parte el militante sindical que se hizo cargo de la entrevista.

Este “Frente”, una coordinación de organizaciones de naturaleza no solo sindical, tiene por propósito declarado “unir las luchas”, incluyendo en esta definición, especialmente genérica, no solo las reivindicaciones propias de la clase trabajadora, sino también por las cuestiones ambientales, de vivienda, estudiantiles, contra el fascismo, la opresión femenina y la discriminación por orientación sexual. Por lo tanto, es un organismo abierto no solo a los trabajadores –ocupados y desempleados- pero interclasista, popular. Ya hemos tenido la oportunidad de escribir, por ejemplo, sobre el segundo congreso de la USB (Unión Sindical de Base), cómo estas calderas, en las que se mezcla la organización de lucha de los trabajadores con organizaciones de otra naturaleza -los llaman, con el término más indefinido posible, “realidad”- son utilizados por la dirigencia sindical oportunista, que aprovechan esta “apertura” para introducir elementos no comprometidos en la lucha sindical, que emanen y respondan a la clase trabajadora, pero políticamente afines, para garantizar a su partido o grupo político el control de la organización.

El Frente Contra la Austeridad está controlado por militantes de corrientes y organizaciones trotkistas, como el sindicato CSP Conlutas, que también incluye en la organización no solo trabajadores, como se puede deducir del nombre: “Central Sindical y Popular Conlutas”. Esto naturalmente significa que existe un cierto vínculo entre los dos organismos, aunque su consistencia numérica no es comparable.

Este preámbulo que puede parecer un fin en sí mismo, se explica al entrar finalmente en el tema de la entrevista al sindicalista brasileño.

El delegado de Cub Trasporti Alitalia introduce el tema explicando cómo el sindicato de trabajadores metalúrgicos, adherido al CSP Conlutas está “llevando a cabo una dura lucha contra la venta de Embraer a la estadounidense Boeing, reivindicando la nacionalización con el objetivo de defender los puestos de trabajo y la soberanía de una empresa y actividad estratégica para su país. Esta lucha podría compararse con algunas batallas obreras que se están llevando a cabo en Italia con, por ejemplo, la batalla por la nacionalización de la compañía Alitalia”.

El sindicalista brasileño se hace eco de esto: “Estamos en contra de la venta por diversos aspectos. Uno se refiere a la soberanía nacional. Creemos que es un crimen contra nuestro país que la mayor empresa de tecnología aeronáutica y aeroespacial se entregue a los norteamericanos (...) Otro aspecto es el futuro de la industria aeronautica y de los puestos de trabajo en Brasil (...) [Debemos] luchar por la re-nacionalización de Embraer bajo el control de los trabajadores. Solo así la empresa puede desempeñar un papel estratégico para la economía y la población brasileña”.

La entrevista es larga, pero estos pocos extractos son suficientes para que podamos explicar la gravedad de las posiciones expresadas y que, presentadas como apropiadas para un sindicalismo combativo, están en cambio completamente en el campo del sindicalismo de régimen.

De la cuestión de la nacionalización que hemos tenido la oportunidad de escribir recientemente, también nos referimos a la disputa en Alitalia (“Le crisi aziendali e la richiesta delle nazionalizzazioni”). Para los trabajadores de esta empresa, la consigna de la nacionalización aparece fácilmente como una sirena tentadora. La debilidad general de la clase obrera, los años de paz social, hacen que parezca demasiado ardua una lucha de la dureza necesaria contra los despidos y los trabajadores esperan encontrar en la esfera política institucional, burguesa, fuerzas que hacen suya esta consigna.

Durante años, los trabajadores han estado acostumbrados por los sindicatos del régimen (CGIL, CISL, UIL, UGL) a confiar en estos medios, no en la fuerza de la lucha de la propia clase. Estas organizaciones sindicales llevan a cabo todas las luchas por las crisis empresariales, aisladas de las demás, pidiendo ayuda a la “política” -como la llaman, sin adjetivos- es decir, a todos los partidos burgueses, para que intercedan de alguna manera, con la promesa subyacente de que esto traería a cambio con algunos votos.

No confiando los trabajadores en sus fuerzas, por el real estado actual de debilidad de la clase trabajadora, confían en este tipo de atajo, al que están prestos para conducirla los pastores del sindicalismo de la concertación.

El sindicalismo de base, en el caso de Alitalia, al cuestionar la consigna de la nacionalización, tanto del lado de la Cub como de la USB, poco se ha desviado de esta práctica. En lugar de trabajar para tratar de emancipar a los trabajadores de las ilusiones cultivadas inteligentemente por el régimen patronal -ya sea la esperanza de que el Movimiento 5 Estrellas demuestre ser consecuente con las proclamaciones sobre la nacionalización, o el vacuo orgullo empresarial para la compañía de bandera nacional- fue sobre ellas que giró su acción.

¿Cuál sería la ventaja para la clase obrera de cualquier país que su Estado tenga su propia aerolínea de bandera nacional?

Si la opción de aprovechar estos argumentos por parte de la Cub Trasporti se puede leer benevolentemente, pero no por esto justificada, como resultado de un oportunismo inducido por la actual debilidad del movimiento, en esta entrevista desafortunadamente va mucho más allá y la nacionalización es invocada no como una solución conveniente para los trabajadores de una empresa, sino como la correcta dirección general, necesaria para defender nada menos que la “soberanía nacional”!

Es importante observar cómo el trozkismo, de Brasil y de Italia, cae en la misma fosa en la que el estalinismo incursiona, que, por ejemplo, en Italia, a través de la voz de la dirigencia de la USB, agita una supuesta “soberanía de izquierda” con la que le gustaría vencer a la “de derecha”.

Es un engaño típico del oportunismo hacer creer que puede desafiar objetivos nacionales burgueses para llevarlos a cabo en beneficio de la clase trabajadora. La historia de la lucha de clases muestra cómo de esta manera la burguesía no fue en absoluto anulada y astutamente derrotada, pero siempre fue ayudada a hacer crecer en el seno de la clase obrera la planta de su ideología mendaz e hipócrita, preparando el terreno para el encadenamiento de los trabajadores a los intereses del capitalismo.

Orgullo empresarial y nacional, lucha contra el enemigo externo, que en Brasil sería Estados Unidos y en Italia la Europa liderada por Francia y Alemania, abren las puertas al triunfo de la única verdadera soberanía, que es la “de derecha”, fascista, militarista y, por sobre todas las cosas, anticomunista.

El sindicalismo de clase llama a los trabajadores a luchar solo apelando a sus necesidades y busca la solución no invocando caminos inexistentes en común con la burguesía, o con sus fracciones consideradas “progresistas”, sino buscando la formación de una unión más amplia de la lucha de los trabajadores, por encima de las empresas, de las categorías, de las nacionalidades y, mañana, de las fronteras nacionales.

 

 

 

  


El Estado burgués utiliza la democracia y el fascismo para defender su régimen

 Este es el texto que nuestros camaradas distribuyeron en Génova el domingo 30 de junio de 2019 en una manifestación antigubernamental en la que participaron, entre otros, el SI Cobas genovés, que organizó una representación con más de cien trabajadores, y el Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios. Como era de esperar, actualmente en Italia, muchos trabajadores -justamente indignados por las provocadoras y nauseabundas declaraciones racistas y chovinistas “mediatizadas” al infinito por los payasos que recitan el parlamento de los “villanos” en la filmación de la “política” parlamentaria burguesa- han caído en la trampa y, como lo deseaban las clases dominantes, lamentan los buenos momentos en que la "izquierda" ciertas cosas no les decía. Pero lo hizo. El resultado esperado por la burguesía es que la clase obrera tan conmovida, abandonará la dureza de su camino y de sus luchas para buscar apoyo y consuelo en la burguesía democrática, más “razonable”, “buena”, “humanitaria”. ¡Qué ilusión!

  

Los partidos “de oposición” sostienen la tesis de que el gobierno actual ataca a los trabajadores -italianos e inmigrantes- porque es de derecha, neofascista.

Las cosas no son así. La afirmación de que estamos asistiendo a un “retorno del fascismo” es engañosa y verdadera solo si se permanece en la superficie del problema y no nos permitimos comprender la raíz.

El fascismo no está retornando por el simple hecho de que nunca ha sido derrotado.

Su dato político y social fundamental -desde que se estableció en el primer período de posguerra- es el sometimiento del movimiento obrero a las demandas supuestamente superiores del capitalismo nacional: todas las fuerzas productivas de la Nación –patronos y obreros- tuvieron que confluir, según la ideología fascista, en el bien superior de la Patria.

Este objetivo fue obtenido a través de la destrucción de las organizaciones sindicales de clase y su sustitución por las llamadas Corporaciones. Con este fin, las bandas fascistas asaltaron los barrios proletarios, devastaron y quemaron la sede de los partidos obreros y de los sindicatos, masacrando a sus militantes.

Sin embargo, este objetivo nunca se habría alcanzado sin el apoyo del democrático Estado burgués, que con sus fuerzas armadas regulares respaldaba a las bandas fascistas. La monarquía constitucional se arrojó a los brazos del fascismo. Todo sucedió sin romper la continuidad institucional.

Esta continuidad fue plenamente respetada incluso cuando el fascismo volvió a un régimen democrático, tanto que, por ejemplo, la nueva República clerical-estalinista “nacida de la resistencia” heredó intacta toda la red de los prefectos, el llamado código Rocco y los Pactos Lateranensi con el Vaticano.

Y el contenido político corporativo anterior no fue interrumpido, traspasado en las renacidas organizaciones sindicales y políticas que se hicieron pasar por obreras y comunistas, que en el período de posguerra hicieron propio el principio de subordinar los intereses de la clase trabajadora al bien de la Patria -ahora recatadamente llamada País- en nombre de la “reconstrucción” y la “democracia progresiva”, las nuevas fórmulas bajo las cuales se ha ocultado el interés del capitalismo de siempre.

El regreso a los aspectos formales de la democracia -incluida la liturgia electoral- fue una desviación muy útil a la clase dominante, que vio de esta manera mejor garantizado el sometimiento del movimiento obrero a través de los partidos falsamente obreros y de los sindicatos, ya no “de Estado” pero ciertamente “del régimen”.

Todos los gobiernos sucesivos de la República “democrática antifascista” se distinguieron por la continuidad de su política en defensa de los beneficios de los industriales, de las rentas y de las finanzas. Y lo que se otorgó a los trabajadores fue arrancado con muy duras luchas, costillas desprendidas, cárcel y docenas de muertes -en los días posteriores al 30 de junio de 1960, once trabajadores fueron asesinados por la dirección de las fuerzas de la policía- y fue posible porque era una fase de crecimiento del capitalismo, alimentada por la destrucción de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora que durante años el capitalismo internacional ha agotado su ciclo de crecimiento y ha entrado en el de su crisis, su régimen y sus gobiernos de todos los colores no pueden hacer nada más que tratar de posponer el colapso financiero revocando las concesiones anteriores y, al mismo tiempo, bombardeando a los trabajadores con una propaganda nacionalista dirigida a encaminarlos hacia un futuro conflicto militar, que fue y sigue siendo la única solución del capitalismo a su crisis económica.

Partidos, que en los años de crecimiento económico engañaron a la clase obrera con las ilusiones reformistas de la llamada política keynesiana, basada en inversiones del Estado burgués y en el llamado Estado de Bienestar, una vez que el capitalismo se embarcó en el largo ciclo de crisis rápidamente se convirtieron al credo neoliberal, abogando por medidas anti-obreras a la par y peores que las de los gobiernos de derecha.

También la Ley 132 sobre “Inmigración y seguridad” y el llamado “Salvini bis” son solo el último acto de las políticas contra los inmigrantes implementadas, en plena continuidad, por los gobiernos en los últimos 30 años, tanto así que, por ejemplo, Salvini puede presumir de la reducción de los “desembarcos” causados ​​por el acuerdo del anterior Ministro Minniti con el gobierno títere libio.

En el plano sindical, CGIL, CISL y UIL han firmado durante años contratos colectivos nacionales a pérdida, secundando la desmejora de la contratación nacional a favor de la empresa, no han organizado ninguna lucha real contra las reformas de las pensiones ni se han opuesto a la precariedad (la última la huelga general fue el 12 de diciembre de 2015 contra la Ley de Empleo, ¡con la ley ya aprobada!), entraron de manos y pies en el negocio de organismos bilaterales y de las pensiones complementarias, vinculándose a los patronos no solo en el plano político sino también en el económico!

¡Sus plataformas reivindicativas unitarias, promovidas para la huelga nacional de los trabajadores metalúrgicos el pasado 14 de junio y para la huelga nacional del sector transporte del 24 de julio son manifiestos ejemplares de sindicalismo corporativo y parecen estar escritas por Confindustria!

En la situación actual, la clase obrera está extraviada: no es capaz de reconocer a su partido, que la guía, ni tiene la fuerza para darse un sindicato que la organice. Así, abrumada por la gran máquina de propaganda burguesa, a menudo demuestra solo ingenuidad e incluso oportunismo: frente a la “izquierda” burguesa nacionalista y antiobrera, le da crédito a la “derecha”, que proclama querer defender a los trabajadores con el nacionalismo y el racismo. Los partidos que se declaran democráticos allanan el camino para los partidos “de derecha”.

Como en el primer período de posguerra, la democracia, ante la prueba de la crisis mundial del capitalismo, se arroja a los brazos del fascismo y del nazismo, que son el verdadero rostro del régimen político burgués.

Como resultado, la forma de luchar contra el fascismo aliándose con los partidos de “izquierda” es un fracaso. Y debe combatirse la idea de que puede existir un capitalismo que no esté destinado a revelar su naturaleza fascista.

Para hacer esto, necesitamos un partido auténticamente comunista, que denuncie ante los trabajadores como la democracia y el fascismo son dos caras de la misma moneda, ya que una no se puede combatir sin luchar contra el otro, que rechace el nacionalismo y la subordinación de los intereses de los trabajadores a aquellos del llamado “bien del país”, que no es otro que el capitalismo, señalando el camino hacia la unión internacional de las luchas obreras.

Los trabajadores no deberían ser llamados a defender la democracia, sino sus condiciones de vida, las libertades sindicales formalmente otorgadas pero a menudo negadas y siempre revocables, y sus organizaciones de lucha contra cualquier ataque que les presenten los gobiernos, de derecha y de izquierda, denunciando siempre la complementariedad y la complicidad de las dos facciones políticas, falsamente contrapuestas, pero unidas contra la clase obrera.

Durante los últimos diez años, principalmente en el sector de la logística, pero también en el sector alimentario y más recientemente en el textil, se ha desarrollado un movimiento de resistencia obrero, con duras luchas, conducido con auténticos métodos de clase, con huelgas sin previo aviso y sin término predeterminado, con piquetes para bloquear las mercancías y combatir a los rompehuelgas.

Este movimiento de luchas obreras -organizado principalmente por el SI Cobas y, en menor medida, por otras organizaciones de sindicalismo combativo- ha logrado mejoras salariales y en las condiciones de trabajo, marchando a contracorriente del resto de la clase trabajadora, que cada año ve sus condiciones empeorar.

Pero estos trabajadores y militantes sindicales, tanto italianos como inmigrantes, también han conocido la represión de este régimen político con denuncias, arrestos, folios de calle, juicios; en cada huelga ven grandes fuerzas policiales desplegadas frente a ellos para despejar los piquetes con porras e incluso con gases lacrimógenos.

Todo esto ha estado sucediendo durante años, y en el último, en pleno acuerdo entre el Ministerio del Interior y las instituciones locales, a menudo en manos de aquellos partidos de la izquierda burguesa, que fingen indignarse por la política racista del gobierno del momento, como en la Italpizza de Módena, cuyas puertas se han militarizado durante más de un mes.

El objetivo de la represión patronal es impedir el contagio y la extensión de este movimiento a toda la clase trabajadora. Esta ampliación del frente de clase podría de hecho llevar a los trabajadores a recuperarse del estado de resignación al que los han conducido los sindicatos del régimen (CGIL, CISL, UIL, UGL), rompiendo la hegemonía de estas organizaciones conciliadoras, desplegadas en defensa de la economía nacional.

Por esta razón, la unidad de los sindicatos del régimen, dirigida a amarrar a los trabajadores al carro de sus explotadores, debe contrastarse con la unidad de acción de todo el sindicalismo combativo, es decir, de los sindicatos de base y de los grupos de oposición en la CGIL, para unificar las luchas por encima de las fronteras de establecimientos, empresas, categorías y entre países.

Es solo en este terreno que los trabajadores podrán vencer en la lucha de clases, reconstruyendo su fuerza, la única capaz de abatir al capitalismo y el régimen político, democrático o fascista, con que se presenta.

 

 

 

  


Bajo el pretexto iraní, Estados Unidos impone el aumento en los precios del petróleo

La guerra fría entre Estados Unidos e Irán da un nuevo salto en la cualidad.

Después de las sanciones económicas impuestas al país medioriental, luego de la denuncia estadounidense del acuerdo nuclear, en mayo de 2018, llegaron otras dos decisiones ricas en implicaciones en las relaciones políticas globales.

En las últimas semanas, llegó la inclusión de los pasdaranes iraníes en la lista negra de organizaciones terroristas; un acto de particular relevancia, a la luz de la actividad de las milicias chiítas en el contexto de la guerra en Siria y de su presencia arraigada en Irak.

En los últimos días, llegó la decisión de la administración estadounidense de no renovar las exenciones a las sanciones para las importaciones de petróleo crudo de Irán, que desde mayo pasado, durante 180 días, se había “concedido” a ocho países: China, India, Japón, Corea del Sur, Grecia, Italia, Turquía y Taiwán.

Es interesante notar que, desde el pasado, desde el lado italiano, el gobierno “soberanista” de Roma ya se había ajustado por adelantado a las directivas estadounidenses interrumpiendo las importaciones de crudo iraní durante muchos meses. Una política de extrema cobardía en comparación con la actitud de Eni, liderada por Enrico Mattei, quien en 1957 suscribió un acuerdo con la National Iranian Oil Company que, para la explotación del petróleo iraní, otorgó al país productor el 75% de las ganancias, reservando al ente energético italiano el 25%, desafiando así a las compañías petroleras angloamericanas, las famosas Siete Hermanas, que impusieron la fórmula del 50%. El Stanlio y Ollio en el gobierno en Italia, obviamente, no quieren terminar como Mattei.

La renovada presión estadounidense sobre Irán, al menos en las palabras de Donald Trump, estaría dirigida a propiciar un cambio de régimen político, teniendo en la mira al régimen teocrático de la República Islámica en un momento en que enfrenta una difícil crisis económica y social.

Además de la alta inflación y la recesión, Irán está luchando contra las consecuencias de una ola de inundaciones catastróficas que en las últimas semanas han afectado a una gran parte de la población y han provocado más de medio millón de personas damnificadas y desplazadas. Una calamidad que enfrenta el gobierno con medios insuficientes y retrasos que no han hecho más que aumentar el descontento social, marcado, a partir de finales de 2017, por una cierta reanudación de las luchas de los trabajadores y de las huelgas.

Pero la burguesía internacional maniobra para avanzar hacia su objetivo de exteriorizar el descontento de los obreros, cada vez más cansados de soportar el continuo empeoramiento de sus condiciones: el cambio del régimen político en el ámbito de la dominación burguesa y la oposición entre laicos y religiosos.

El final de la exención estadounidense a las importaciones iraníes podría provocar considerables repercusiones a nivel internacional. En primer lugar habrá efectos directos en las economías de China, India y Turquía, que son los principales importadores de petróleo iraní. Uno se pregunta cómo reaccionarán estos países ante un dictado estadounidense que perjudica sus intereses. China depende del crudo iraní para cubrir el 6% de sus necesidades (es decir, medio millón de barriles). Se dice que podría pagar sus importaciones en Renminbi, lo que hace que las transacciones sean más opacas. Pero aún tendría que lidiar con las presiones impuestas por las negociaciones con los Estados Unidos sobre los aranceles: mantener la salida de sus productos en el mercado de los Estados Unidos valdría la pena descontar una desaceleración en sus proyecciones de energía hacia el Golfo Pérsico en el ámbito de la Belt and Road Initiative.

En cuanto a la India, es difícil esperar que renuncie a importar petróleo de un país con el que tiene buenas relaciones económicas y políticas. La incógnita adicional la representa Turquía, país que ha revelado su ambigüedad, convirtiéndose en el eslabón más débil de la OTAN, gracias a la redescubierta relación interlocutoria con Rusia, que, a pesar de los desacuerdos sobre el expediente sirio, ha mantenido con Irán relaciones comerciales sólidas y relaciones políticas de buena vecindad.

También en la guerra que actualmente tiene lugar en Libia, Turquía, que apoya a las milicias de Misurata y, por lo tanto, al gobierno de Trípoli liderado por al-Sarraj, se encuentra alineada contra Arabia Saudita, el archienemigo regional de Irán, que apoya a las fuerzas de Cirenaica del Mariscal Haftar que asedian a la capital libia.

Pero incluso a escala mundial las repercusiones podrían ser muy graves: si no se compensan con un aumento oportuno de la producción en otros países, la disminución de la extracción de petróleo iraní podría conducir a un aumento de los precios del barril que desaceleraría aún más el crecimiento ya mermado de la economía global.

Pero este aspecto no preocupa al gobierno estadounidense: la escasez de petróleo crudo y el consiguiente aumento de los precios garantiza mayores márgenes de ganancia para la explotación del petróleo de esquisto, cuyos costos de extracción son incluso quince veces mayores que los del petróleo crudo de los pozos tradicionales en Golfo Pérsico. Si el crecimiento económico de los Estados Unidos es el más significativo en términos de PIB entre los países con la industrialización más antigua, esto no se debe tanto a la recuperación de la producción manufacturera, sino en gran parte a la renta petrolera, sortilegio indescifrable para la ideología dominante para justificar lo que Marx llamaba “el mundo hechizado, deformado y al revés en el que vagan los fantasmas de Monsieur le Capital y Madame la Terre”.

 

 

 

 


Actividad del movimiento obrero en America

Aunque la crisis capitalista en la región ha venido conduciendo a la pauperización de las masas asalariadas ante los estragos de la inflación y la recesión económica, la burguesía y los partidos y movimientos oportunistas, ya sea desde el gobierno o desde la oposición democrático-burguesa, han mantenido a la clase obrera dispersa, dividida y desmovilizada y apartada de la lucha de clase en el plano reivindicativo. Los sindicatos del régimen, aun con su baja capacidad de movilización siguen siendo una pieza clave en el frente burgués que mantiene a la clase obrera sometida a bajos salarios y al deterioro de sus condiciones de vida y trabajo. Se han observado algunas huelgas y protestas principalmente protagonizadas por trabajadores del sector público (educación, salud y otros) pero hasta ahora los sindicatos del régimen han logrado apaciguar las luchas y llegar a acuerdos conciliatorios con gobierno y patronos.

A continuación un cuadro en el que se muestra el salario mínimo que perciben los trabajadores de la región, sabiendo que hay estratos obreros que perciben salarios inferiores, en muchos casos por su condición de inmigrantes ilegales, pero también por la super-explotación aplicada por algunas empresas, siempre apoyadas por los gobiernos burgueses (Fuente: Wikipedia).

País Salario
minimo
mensual
($)
Salario
minimo
mensual
(en moneda local)
1 Costa Rica 536 309 143 colones
2 Chile 425 301 000 pesos chilenos
3 Uruguay 410 15 000 ps uruguayos
4 Ecuador 394 394 dólares
5 Guatemala 389 2992,37 quetzales
6 Honduras 384 9113,21 lempiras
7 Paraguay 346 2 192 836 guaraníes
8 Bolivia 307 2 122 bolivianos
9 Perù 280 930 soles
10 Argentina 278 15 625 ps argentinos
11 Panamá 265 265,20 balboas
12 Colombia 247 828 116 ps colomb.
13 Brasil 244 998 reales
14 Rep.Dominicana 209 10 729 ps dominicanos
15 El Salvador 203 202,88 dólares
16 México 161 3 123,18 ps mexicanos
17 Nicaragua 125 4 176,49 córdobas
18 Haití 69 6 539,58 gourdes
19 Cuba 15 400 pesos cubanos
20 Venezuela 2 40 000 bolívares
Argentina estuvo paralizada el 30 de mayo. No circularon buses, trenes, aviones ni barcos. En Buenos Aires, donde viven 15 millones de personas, tampoco funcionó el metro. Las escuelas, comercios y bancos no abrieron y los hospitales atendieron sólo las urgencias. La quinta huelga general contra el gobierno de Mauricio Macri. Desde el ministerio de Hacienda dijeron que la huelga costó a Argentina unos 900 millones de dólares. En los medios de comunicación se puso relevancia a la unidad efectiva alcanzada por las centrales sindicales en este paro. Pero realmente fue también un paro patronal en el que participaron las organizaciones empresariales. Este paro realmente representó la entrada del sindicalismo del régimen a la campaña electoral, en la que se han mostrado alineados con la candidatura de Alberto Fernández como presidente y de Cristina Fernández como vice-presidenta. Macri, que aspira la reelección, confía en un repunte económico que le regale un poco de oxígeno. El IPC fue de 4,7% en marzo y un 3,4% en abril. Los analistas más optimistas indican que Argentina cerrará el año con una inflación que rondará el 40%; sin embargo al cierre de agosto la inflación acumulada fue de 30%. Hay que acotar que la inflación en el 2017 fue de 24,8% y en el 2018 fue de 47,7%. Una demostración del signo patronal de este paro fueron las declaraciones de uno de los dirigentes del sindicalismo del régimen, que afirmó: “Si corrigieran la política económica y modificaran la base salarial solo el uno por ciento el crecimiento sería de 80 mil millones. Entonces habría más consumos y más trabajo”. Es decir, al igual que las organizaciones de los empresarios, los dirigentes del sindicalismo del régimen ven el salario como una simple estrategia para aumentar la demanda efectiva y elevar las ventas de mercancías, para beneficio de las empresas capitalistas.

El desempleo, la subida de las tarifas de los servicios públicos y la inflación son de los lastres que carga sobre su espalda la gestión de Macri. De aquí parten los conflictos por aumento salarial que se han venido realizando.

En casi cuatro años de mandato, Macri implementó una reforma laboral que trajo consigo los despidos sin una causa que los justificara y sin indemnización. En el 2018 fueron lanzados a las calles 190.000 trabajadores, para llegar a un total de 1,7 millones de desempleados (9,1 por ciento) en el último cuatrimestre del año, lo que se considera la cifra más alarmante del país desde el 2005.

Se han venido incrementando las protestas de calle protagonizadas no solo por trabajadores sino también por los llamados “movimientos sociales”. Aunque esta movilización nace de la situación real de deterioro del salario y de las condiciones de vida y de trabajo de los asalariados, es evidente que este ambiente de agitación callejera en funcional a las estrategias electoreras que manejan los factores políticos burgueses que buscan recapturar el control del gobierno.

En Venezuela al cierre de julio el salario mínimo de los trabajadores tenía un poder adquisitivo del 2,4% de los alimentos requeridos para la subsistencia y la suma del salario mínimo más el ticket de alimentación alcanzaba un poder adquisitivo del 3,9% de las necesidades mensuales de alimentos. El gobierno entrega adicionalmente algunos bonos complementarios al salario y algunas bolsas o cajas con alimentos. Sin embargo, la situación que se configura es de altas penurias para los trabajadores. En empresas del Estado de los sectores petróleo y petroquímica y en empresas privadas el salario básico de los trabajadores puede ser de 7 a 15 dólares mensuales, lo que en el mejor de los casos cubriría el 18% de la canasta alimentaria. En la economía ha crecido la entrada de remesas que envían los migrantes a sus familias y ha crecido el comercio informal, principalmente de mercancías traídas de Colombia, pero sobre estas actividades económicas desconocemos las estadísticas. Ha crecido el uso del dólar norteamericano y del peso colombiano en las operaciones comerciales. Hay una caída importante de la actividad de las industrias, muchas de las cuales se han paralizado, uniéndose entre las causas tanto la insuficiencia de materias primas como la caída de las ventas.

En ese contexto los trabajadores atraviesan una difícil situación de desempleo, de deterioro del ambiente de trabajo y de caída dramática del salario real.

Pese a que los sindicatos del régimen, tanto los que defienden al gobierno actual como los que se alinean con la oposición, no tienen capacidad de movilización de los trabajadores, igual operan como un freno a las luchas de los trabajadores, que no cuentan con otra alternativa organizativa para la lucha económica. Así mismo el gobierno burgués ha venido perfeccionando el control, que ejerce a través de los Clap y las misiones sociales, que administran programas populistas en las comunidades y ha fortalecido su respuesta represiva a los conatos de conflicto o agitación que se van presentando.

 

 

 

 

 


VIDA DE PARTIDO
Reunión General
Genova, 24‑26 mayo 2019
En nuestras Reuniones Generales convergen y entrelazan las contribuciones de todos los grupos del partido en su batalla tenaz y coherente

Sesión del sábado
Curso de la crisis económica mundial: las producciones, la crisis del comercio
Las nuevas organizaciones sindicales en la Alemania de posguerra
La cuestión militar: la guerra civil en Rusia, marzo-abril de 1917
El concepto y la práctica de la dictadura El Estado comunista en Rusia
El desarrollo del capitalismo en Israel y en los territorios ocupados

Sesión del domingo
Informe de la sección norteamericana
La situación social en Irán
El rearme de los Estados
La actividad sindical del partido
Informe sobre la situación en Venezuela
El nacimiento del Partido Comunista en China

 

Planeada con tiempo, llevamos a cabo la reunión general periódica del partido en nuestra hermosa y acogedora sede en Génova, en la que estuvieron presentes delegaciones de casi todos nuestros grupos internacionales, aparte de la ausencia de algunos por razones de salud, pero que enviaron una adecuada comunicación escrita.

Nos reunimos en una primera sesión el viernes por la tarde, continuamos a la mañana siguiente, para tratar la parte organizativa de la reunión y de toda la actividad en la que se dividen las fuerzas del partido: cada grupo pudo informar sobre lo que se comprometieron a hacer y sobre los resultados del trabajo y las solicitudes de ayuda de los compañeros para tratar de resolver algunas dificultades.

Nos reservamos un amplio espacio para la descripción del entorno de las luchas y las organizaciones obreras, la valoración de su madurez y de cómo los trabajadores con los que estamos en contacto responden a nuestras directrices sindicales. Este es el terreno principal donde efectivamente combate nuestra clase y en el que se medirá la correspondencia y se confrontarán las directrices de los distintos partidos y corrientes.

A esta prueba de los hechos, contamos con cualquiera que quiera ser reconocido por abrazar y ponerse al frente obrero de la guerra social, del Comunismo y del disciplinado y bien firme partido militante.

Como de costumbre, damos aquí para los compañeros ausentes y para los lectores un avance sobre el contenido de los numerosos y muy importantes informes, subdivididos en las exposiciones orales entre las sesiones del sábado por la tarde y el domingo.


Las nuevas organizaciones sindicales en la Alemania de posguerra

Continuamos con la relectura del informe de 1972. Las posiciones políticas ilustradas en la última reunión, tanto del KPD y como de las corrientes de izquierda fusionadas en el KAPD, se reflejaron en Alemania en la actitud sostenida por estos partidos en la confrontación de las organizaciones sindicales que surgieron en oposición a la gran confederación dirigida por los reformistas, reconstituida en julio de 1919 con la sigla ADGB (Allgemeiner Deutscher Gewekscafts-Bund, Confederación General Sindical Alemana).

No es un cuadro fácil de reconstruir, hay muchas organizaciones divididas, así como accidentado y mutable su proceso de desarrollo.

La afluencia de proletarios en sus filas expresa, no tanto la adhesión a plataformas programáticas, entre otros sujetos a cambios continuos, como el disgusto de los obreros combativos por la política de conciliación de la poderosa central.

Por otro lado, la dispersión fue producto de los feroces golpes de la contrarrevolución liderada por los socialdemócratas, que en casi todos los Lander después de cada gran huelga llevaron al arresto de los mejores organizadores y, a menudo, a la disolución de los sindicatos de categoría que habían surgido recientemente pero que se distinguían particularmente en las luchas de masa y en los combates callejeros.

También pesaba la tradición descentralizada del movimiento obrero alemán, que los diversos disidentes sindicales reflejaban y que los políticos agravaban, elevándolos casi al paradigma de la organización y la acción revolucionaria. Común a los sindicatos del comercio y de fábrica, nacidos en oposición a los grandes sindicatos, fue de hecho la estructura federal.

Los grupos políticos que influyeron en estos nuevos organismos los orientaban de acuerdo con sus concepciones erróneas: 1) rechazo de una organización jerárquica y de los líderes; 2) rechazo de la acción política, identificada con la acción parlamentaria, o relizando solo acción reivindicativa; 3) idealización de la huelga general como arma resolutiva del conflicto entre las clases, excluyendo la insurrección armada; 4) atribución a los sindicatos, o de los consejos de fábrica, en la gestión económica post-revolucionaria.

A diferencia de lo que sucedió en los Estados Unidos con los IWW, las nuevas formas de asociación económica alemanas no reflejaban la necesidad, positiva desde el punto de vista de los intereses generales de la clase, de organizar la masa de los trabajadores manuales, de los trabajadores precarios, de los inmigrantes, etc., generalmente excluidos de las confederaciones oficiales, que albergan a la aristocracia de los especializados, pero tendiendo a constituirse en organismos cerrados, agrupando núcleos de los proletarios no por su condición de asalariados sino por el grado en que estaban dispuestos a profesar ideales particulares. Terminaron así por reducirse a apéndices sindicales del sindicalismo revolucionario, del anarquismo o del consejismo.

El sindicalismo revolucionario, aunque no tenía una larga tradición como en los países latinos, había mantenido cierta continuidad de su base clandestina durante la guerra. A eso se debe la constitución, a finales de 1918, de la primera confederación sindical fuera de la nueva ADGB, a saber, la Freie Vereinigung deutscher Gewerk-schaften (Unión Libre de Sindicatos Alemanes). Su enfoque sindicalista se desprende claramente del llamamiento del 14 de diciembre: “abolición del trabajo asalariado, expropiación de la tierra, de las fábricas y de los medios de producción de los grandes capitalistas y el establecimiento de la producción socialista-comunista”. Rechaza no solo las reformas, sino también los aumentos salariales perseguidos en el ámbito burgues; contrapone la acción directa a la acción parlamentaria y “minimalista”. indica como medio específico de la lucha por la “instauración del socialismo” la huelga general y la solidaridad y el sabotaje de la producción capitalista; propone superar la antigua división entre organizaciones económicas y políticas en una única asociación político-económica; confía la futura gestión de la producción a los sindicatos sindicalistas-revolucionarios; no rechaza el concepto de dictadura del proletariado, siempre que no sea ejercido por un partido, sino por los consejos obreros.

Las cosas cambiaron tan pronto como los sindicalistas tomaron el control de los anarquistas. Cuando la primera asociación sindical, duramente golpeada por la represión en el curso de las grandes luchas sociales de 1919, se reorganizó en diciembre del mismo año como FAUD (Frie Arbeiter-Union Deutschlands, sindicato libre de trabajadores alemanes) los anarquistas agregaron en su “declaración de principios”: rechazo al partido político en general; ninguna conexión con los partidos obreros existentes, incluso los de izquierda; afirmación de que “el socialismo es una cuestión de cultura que solo puede ser resuelta de abajo hacia arriba mediante la actividad creativa del pueblo”; rechazo a la violencia organizada...

Por otro lado, el comunismo infantil de izquierda alemán, como a nivel político nunca alcanzó una homogeneidad de principios y de programas, fue así que, en el plano sindical, llegó a imponer diferentes concepciones sobre las asociaciones económicas que nacieron con su contribución o que esta bajo su durección.

Por ejemplo, en el proyecto de estatuto de Allgemeine Arbeiter-Union (AAU, Unión General de Trabajadores), redactado en agosto de 1919 en Essen, la base de la reconstrucción de los mineros duramente reprimidos, se hicieron sentir influencias tanto del sindicalismo estadounidense como del consejismo.

En febrero de 1920, en Hannover, en la primera conferencia nacional de lo que más adelante se designará con las siglas AAUD (Allgemeine Arbeiter-Union Deutshlands, Sindicato General de Trabajadores de Alemania), las tesis constitutivas proclamaban “organizar a los asalariados para el lucha final contra el capitalismo y por la instauración de la República de Consejos”. “A ls AAUD no pueden pertenecer aquellas organizaciones que (...) rechazan la dictadura del proletariado; no reconozcan como base organizativa las organizaciones de fábrica”. La nueva organización es, por lo tanto, una mezcla de sindicato y partido político, un sustituto del partido político. Se empuja al sindicato a la ruptura ya sea con las organizaciones económicas dirigidas por los reformistas o por los sindicalistas revolucionarios, pero también con el KPD y con todos los partidos, incluso los obreros puros.

Posteriormente, en correspondencia con la formación del KAPD, la AAUD impuso sus módulos programáticos y organizativos.

La indiscutible combatividad de estos sindicatos divididos no encontró en esos años en Alemania un sólido, preparado y experimentado partido comunista, que pudiese tomar la dirección para orientarlos en el sentido de la unificación de cada sección de la clase con el grueso de los asalariados, en organizaciones de masa abierta a todos los asalariados por encima de las divisiones de categoría y de las diversidad de las afiliaciones políticas.


La cuestión militar:
La guerra civil en Rusia, marzo-abril de 1917

En esta reunión, al igual que en la anterior (ver la breve reseña en el número 394), se presentó el informe sobre la cuestión militar, que describe los eventos de la guerra civil en Rusia.

La noche del 1 de marzo los dirigentes del Soviet de Petrogrado decidieron entregar todo el poder al Gobierno Provisional, con el pretexto fraudulento de que solo un gobierno burgués podía derrocar el poder feudal zarista. En realidad, la Duma no tenía la intención de apoyar los impulsos más radicales, sino de frenarlos y salvar a la monarquía, al tiempo que reducía su poder y su papel. Al frente del Gobierno Provisional y en los diversos ministerios fueron puestos representantes de la alta burguesía, de los terratenientes, junto con elementos de inspiración socialista, el clásico gobierno de unidad nacional compuesto por fuerzas políticas heterogéneas y opuestas. Se constituyó así un particular equilibrio de poder en el que las decisiones del gobierno estaban sujetas a la opinión del Soviet.

La “ordenanza No. 1” adoptada por el Soviet concernía a las relaciones con los soldados; contenía dos puntos importantes: la elección al Soviet de un representante por cada compañía militar de rango inferior y que las órdenes de la Comisión Militar estaban subordinadas a las directivas del Soviet. Además, los soldados debían tener una disciplina jerárquica solo cuando estaban en servicio y estaban prohibidos los comportamientos ofensivos y el castigo arbitrario por parte de los oficiales.

Fue abolida la policía, reemplazada por la milicia popular, y las fuerzas armadas pasaron bajo el control del Soviet: las órdenes de los comandantes en el frente y en la flota estaban subordinadas a la aprobación preventiva del Soviet y de sus comisionados.

Los bolcheviques exigieron afrontar en el Soviet tres importantes cuestiones: la paz, con el fin de la guerra, la reducción de la jornada laboral a 8 horas y la reforma agraria, pero no tenían las respuestas adecuadas.

El zar estaba en el vagón real, detenido en la estación de Pskov, indeciso sobre a quién ceder el poder. Alcanzado por una delegación del Gobierno Provisional, nombró al Príncipe Lvov como su jefe y abdicó a favor de su hermano, quien se negó a esperar las decisiones de la próxima Asamblea Constituyente.

Pero ya el 4 de marzo, el Soviet obtuvo del Gobierno Provisional el arresto del antiguo zar, una decisión impuesta por el ala proletaria más radical y de los soldados, que no querían saber más de la monarquía y exigieron la ejecución inmediata de Nicolás II.

Fue una revolución poco cruenta, ya que las estadísticas de la ciudad hablan de 1.315 muertes, de las cuales 602 fueron soldados, 587 civiles, 73 policías y 53 oficiales, la mayoría de ellos por represalia y venganza.

Inmediatamente después de la revolución y el arresto del zar, que sancionó el final de la primera fase de la revolución de febrero, tanto el Comité de la Duma como el Soviet trabajaron para consolidar su poder formando nuevas cadenas de mando, en particular para los suministros de alimentarios.

Los terratenientes se organizaron para prevenir la temida división de las grandes haciendas, pero, para calmar la situación, apoyaron la solicitud de las tierras de los Romanov y, eventualmente, de las eclesiásticas.

En el frente de la guerra, con una proclama, el gobierno se declaró fiel a las alianzas anteriores, basándose en las declaraciones de Plechanov sobre el hecho de que ahora la guerra ya no sería imperialista sino que asumiría el carácter de defensa de la revolución contra enemigos externos, una mentira que inicialmente fue tomada por las masas. Sobre el tema se leyó un pasaje de Lenin de “Las tareas del proletariado en nuestra revolución” que desmonta el “defensismo revolucionario”, expresión del empuje burgués en progreso.

El Gobierno Provisional hizo todo lo posible para poner al ejército de su lado. Su grupo de comando, tanto de origen noble como burgués, protestó por la aplicación de la ordenanza N° 1, que habría destruido la disciplina. Al respecto se leyó una cita de un documento de Trotski, “Trabajo, disciplina y orden”, en el que aclaró el significado político de ese decreto destinado a romper la resistencia de los comandantes.

También el Partido Bolchevique se estaba reorganizando, con la repatriación de los exiliados del extranjero y de los deportados a Siberia; incluso su grupo dirigente en Petrogrado, arrestado el 26 de febrero en medio de la revolución, había sido liberado junto con todos los presos políticos. Se constituyó legalmente el 2 de marzo, organizado en tres componentes: el Comité Central compuesto por 9 miembros, el Comité de Petrogrado y la Organización Militar Rusa, a la que se unieron inmediatamente dos mil soldados de la guarnición de la ciudad.

En Petrogrado, el Partido Bolchevique, con una clase trabajadora en la ciudad de 400.000 trabajadores, no superaba los 2.000 miembros, creció rápidamente a 16.000; en la conferencia del partido en abril de 1917 el número de inscritos resulto estar cerca de 80.000.

No obstante los bolcheviques siempre fueron una minoría, como lo muestran los datos del primer Congreso Ruso de los Soviet de los diputados de los obreros y de los soldados, del 3 de junio de 1917, donde de los 1.090 delegados, los socialistas revolucionarios tenían 285 con derecho a voto, los mencheviques 248 y los bolcheviques solo 105. También en Moscú eran en la minoría, donde el Comité Ejecutivo del Soviet estaba compuesto por 24 S-R, 21 mencheviques, 23 bolcheviques, 2 Unificadores, 1 Bundista, 1 Socialdemócrata Letón, 1 Socialdemócrata Polaco, 1 Sindicalista y 1 Sin Partido. Para los bolcheviques, la situación política era aún más confusa en los Urales y Siberia.

El 3 de abril Lenin llega a Petrogrado, recibido por una gran masa de obreros y de soldados, pero también por un gran cúmulo de calumnias sobre su colaboración con los alemanes.

Fueron brevemente comentados los 10 puntos de las “Tesis de abril”, en particular los relacionados con la guerra en curso como una guerra imperialista, contra el falso concepto de defensismo revolucionario, la oposición al Gobierno Provisional y el programa agrario del partido. Luego se expusieron algunas de las aclaraciones de Lenin al partido sobre las Tesis que habían encontrado objeciones, en particular sobre la que indicaba que, después de terminada la revolución burguesa, ya estaba madura la revolución socialista, para ser implementada transformando la guerra imperialista en guerra civil.

El 18 de abril, en cambio, el Gobierno Provisional, en una nota oficial dirigida a los gobiernos de la Entente, se declaró a favor de la continuación de la guerra, de la cual se esperaban las anexiones territoriales y las concesiones. La nota debía permanecer en secreto, pero se descubrió de inmediato provocando violentas protestas populares en toda Rusia, demostrando el rechazo general a la guerra. En este sentido, se dio lecura de un extenso extracto de la cuarta de las “Cartas desde lejos” respecto a estos acuerdos anteriores, ahora confirmados nuevamente.

Se llevó a cabo una reorganización en el gobierno, con ahora 6 ministros entre S-R y Mencheviques contra 10 representantes de la burguesía, que aún producían promesas humeantes sobre la duración de la jornada laboral y sobre la especulación con los alimentos.

También la burguesía industrial rusa se estaba organizando sobre bases modernas: en unos pocos meses se fundaron 206 nuevas sociedades anónimas y la primera asociación Rusa de los industriales. El gobierno estadounidense, muy interesado en fortalecer y administrar la red ferroviaria rusa, prometió fondos con la cláusula, expresada por el jefe de la delegación estadounidense: “si no se lucha, no hay dinero”.

En aquellos días, los bolcheviques celebraron sus conferencias municipales en Petrogrado y Moscú, preparándose para la primera Conferencia de toda Rusia, que abordó, sobre la base de las Tesis de abril, las más importantes cuestiones del momento, en particular la influencia entre los soldados, el elemento clave en las relaciones de fuerza con las otras organizaciones.


El concepto y la práctica de la dictadura: El Estado comunista en Rusia

Después de examinar el texto fundamental “Estado y revolución”, escrito entre agosto y septiembre de 1917, el trabajo continúa, siempre con Lenin, en los escritos y en los discursos posteriores, así como en breves cartas y comunicados, solo aparentemente de importancia secundaria, que muestran cómo se materializa la dictadura proletaria al afrontar los enormes y terribles problemas de la tempestad revolucionaria.

Tan pronto tomó el poder la revolución, obviamente, se vio expuesta al peligro de una contrarrevolución, entre Scylla y Charybdis y un grave riesgo de naufragio. El Partido, al igual que Ulises, guía la nave tratando de sacarla fuera del peligro, teniendo conciencia de que los errores pueden ser fatales. A esto se añade la conciencia de que incluso el ejercicio de la conducción de la mejor manera posible, no garantiza que se evitará el naufragio. No existen fórmulas organizativas que garanticen la derrota o la posible degeneración del partido. Los que quieren garantías de salvación deben recurrir a las religiones.

El Comité del Partido de Petrogrado, como pidió Lenin en una carta del 15 de noviembre de 1917, se pronuncia contra el “conciliacionismo” manifestado en el partido con respecto a la formación de un gobierno integrado por representantes de varios partidos, desde los bolcheviques hasta el socialistas-populistas. La iniciativa de crear un gobierno así, fue de los mencheviques y de los socialistas revolucionarios, pero contó con el apoyo de numerosos bolcheviques, entre ellos Kamenev, Zinoviev y Rykov. En un artículo publicado en Pravda con fecha del 4 de enero de 1918, Lenin, informando sobre las justas posiciones de Plekhanov, posteriormente negadas por el mismo, escribe: “Los enemigos del socialismo pueden ser privados temporalmente no solo de la intangibilidad de la persona, no solo de la libertad de prensa, sino también del derecho al voto. Debemos tratar de “disolver” un mal parlamento después de dos semanas. La victoria de la revolución, la victoria de la clase obrera es la norma suprema: así razonaba Plejánov cuando era socialista, así que razonaron entonces, junto con Plejánov, la inmensa mayoría de los mencheviques actuales que ahora gritan contra el “terror bolchevique”. La “victoria de la revolución” ahora exige una dura lucha contra los saboteadores, los organizadores de las revueltas de los cadetes, los periódicos financiados por los banqueros. Cuando el poder soviético se va por este camino, los señores “socialistas” del campo de los mencheviques y de los socialistas-revolucionarios gritando en voz alta que la guerra civil y el terror son inadmisibles. Cuando vuestro Kerensky restauró la pena de muerte en el frente, ¿no se trataba quizás de terror, señores? Cuando vuestro ministerio de coalición, a manos de los Kornilov, fusilaba regimientos enteros por insuficiente entusiasmo por la guerra, ¿no se trataba quizás de guerra civil, señores? Cuando, solo en la prisión de Minsk, vuestro Kerensky y Avxientev encarcelaron a tres mil soldados por “agitación peligrosa”, ¿no se trataba quizas de terror, señores? La diferencia es solo que, mientras los Kerenskys, los Avxientevs y los Liberdans, en conjunto y de acuerdo con los Kornilovs y los Savinkovs, ejercieron el terror contra los obreros, los soldados y los campesinos en interés de un puñado de grandes terratenientes y de banqueros; el poder soviético toma medidas enérgicas contra los grandes terratenientes, los bandidos y sus sirvientes en el interés de los trabajadores, de los soldados y de los campesinos”.

El 12 de enero de 1918, Lenin escribió un “Proyecto de resolución del CC del POSDR (B) sobre la expulsión de S.A. Lozovskij del partido: “No es posible un trabajo común, en las filas del mismo partido, con un hombre que no comprende la necesidad de la dictadura del proletariado, reconocida por el programa de nuestro partido, que no comprende que sin esa dictadura, que sin represión sistemática, implacable, que no se detiene ante ninguna fórmula democrática burguesa, de la resistencia de los explotadores, no es concebible no solo una revolución socialista, sino incluso una revolución coherentemente democrática”.

El compañero luego pasó a ilustrar las tareas económicas de la dictadura del proletariado.

Los comunistas, en economía, somos gradualistas: sabemos que, como es imposible realizar el comunismo el día después de la toma del poder, de la misma manera es imposible la transformación inmediata de toda la economía. Entonces, coexistirán durante un período no breve, formas económicas diversas, incluyendo, en Rusia en ese momento, incluso el capitalismo arcaico del pequeño campesino. Lo que marca la diferencia es el hecho de que tanto el pequeño propietario como el técnico y el intelectual burgués, trabajan bajo el estricto control del poder político de los obreros armados.

Del mes de junio son las “Tesis sobre la gestión de empresas nacionalizadas”: “El comunismo exige y presupone la máxima centralización de la gran producción en todo el país. Por lo tanto, es absolutamente necesario otorgar al centro de toda Rusia el derecho de subordinar directamente a sí mismo todas las empresas de una determinada rama. Los centros regionales deben determinar sus funciones de acuerdo con las condiciones locales de vida, etc., de acuerdo con las directivas y decisiones del centro para producción general. Quitar al centro de Rusia el derecho de subordinar a sí mismo directamente, en todo el país, las empresas de una determinada rama, como puede deducirse del proyecto de la comisión, sería anarco- sindicalismo regionalista, y no comunismo”.

También en el escrito de junio “Sobre el carácter democrático y socialista del poder soviético”: “Cualquier legitimidad, directa o indirecta, de la propiedad de los trabajadores de una sola fábrica o de una sola categoría en su producción, o de su derecho a mitigar o dificultar las disposiciones del poder de todo el Estado son una gran tergiversación de los principios fundamentales del poder soviético y un rechazo total del socialismo”.

Con respecto al problema de los suministros, cuestión vital en tiempos de guerra civil y de carestía, Lenin invita al Comisariado de los suministros, y a todos los que se ocupan de estos temas, a crear un ejército de obreros armados que, junto con los campesinos pobres, puedan ejercer un control real sobre las solicitudes y todas las demás medidas necesarias para garantizar las materias primas sobre todo los alimentos. La dictadura del proletariado, el control obrero y campesino, debe evitar la emboscada de los alimentos por parte de los kulaks y los burgueses, así como la toma de posesión de la misma comida por los exponentes locales opuestos a los soviets o incluso por el partido.


Informe de la sección norteamericana

Los compañeros de la joven sección proporcionaron información detallada sobre su actividad. Nos contaron sobre la edición, impresión y distribución de una hoja bimestral, “The Communist Party”, del cual está en preparación el número 14, y que se alinea perfectamente con el resto de nuestra prensa en diferentes idiomas. También distribuimos este nuevo periódico en algunas manifestaciones del Primero de Mayo.

Dada la fuerte presencia de proletarios provenientes de América Latina, también existe la intención de reproducir localmente y difundir cada ejemplar de nuestro “El Partido Comunista”.

También se celebran reuniones periódicas a distancia de todos los compañeros que hablan inglés, incluidos los europeos, por supuesto, donde los informes se preparan específicamente para este fin, los informes se repiten en las reuniones generales y se hacen los arreglos para las numerosas tareas locales, insertadas y planificadas de forma conjunta, en el marco de nuestro único plan de trabajo internacional. El estudio de las luchas de los trabajadores en curso no fue descuidado y tratamos de conectarnos con ellos.

Todo esto requiere una notable dedicación de tiempo y de energías, gracias al cual debemos reconocer a todos nuestros compañeros, un compromiso que es ampliamente recompensado por sus resultados, encomiable en términos de cantidad, en comparación con nuestras mínimas fuerzas y de coherencia total con nuestra tradición.


La situación social en Irán

Irán está atravesando una grave crisis económica de la que no es fácil cuantificar la magnitud, también debido a la continua devaluación de la moneda nacional que altera considerablemente los indicadores económicos. En el último año, la devaluación del rial frente al dólar fue del 60%, la inflación interna se mantuvo en el 40% y, por lo tanto, también gracias a la recesión, el PIB nominal cayó de 404 mil millones de dólares en 2017 a 365 miles de millones de 2018. En términos reales, las cosas fueron diferentes, como se indica en la tabla que muestra tanto las series históricas relativas al PIB nominal como las variaciones en el porcentaje del PIB real.
Año PIB
Nominal
millones de €
Variación
%
PIB Real
2013 385.221 -1,9
2014 320.155 4,3
2015 370.680 0,9
2016 402.213 4,6
2017 405.053 5,4
2018 365.730 -4,6

Irán ha estado durante muchas décadas en condiciones de relativo aislamiento del mercado mundial. En 2017, ocupó el puesto 18 en el ranking mundial del PIB calculado en Paridad con el Poder Adquisitivo. Estas son las dimensiones reales de la economía del país en la jerarquía imperialista. También se ubica como la segunda potencia económica regional, detrás de Turquía, en relación con la cual tiene la misma población, que es un poco más de 80 millones.

La crisis actual sigue un ciclo expansivo iniciado en 2014 y continuado hasta el 2017, caracterizado por una tasa media de crecimiento bastante sostenida. En 2016, el año siguiente a la firma del acuerdo sobre la energía nuclear iraní, conocido como JCPOA, y por lo tanto también gracias a la atenuación de las sanciones económicas, se registró un crecimiento récord del PIB a precios nominales del 13,4% anual. Pero ya al año siguiente, el proceso de acumulación sufrió una significativa desaceleración y posteriormente sufrió la reintroducción de sanciones por parte del gobierno estadounidense, que tuvo lugar en mayo de 2018, con la salida unilateral de los Estados Unidos del acuerdo nuclear iraní.

En el 2018 el PIB cayó un 1,5%. En los primeros meses de 2019 hubo una caída adicional del 6%. Mientras tanto, la tasa de desempleo es del 13%, con una mayor incidencia entre los sectores más jóvenes de la población (27% entre las edades de 14 y 25 años) y entre las mujeres (cerca del 20%).

Irán ha entrado durante mucho tiempo en la plena madurez capitalista: la industria contribuye con el 36% del PIB y absorbe el 35% de la mano de obra, mientras que el sector de servicios produce el 54% y emplea a aproximadamente la mitad del total de la población económicamente activa. En cambio, la agricultura produce el 10% del PIB y emplea al 15% de la población económicamente activa. Este es un signo del atraso relativo del campo, de la escasa eficiencia productiva, si no de desempleo oculto, y esto tendrá un efecto probable en los próximos años en las nuevas olas de urbanización. Mientras tanto, más del 20% de la población vive por debajo del umbral de pobreza.

El aparato industrial iraní está ahora bien establecido. La industria siderúrgica ha registrado un crecimiento significativo en los últimos años, que con 25 millones de toneladas de acero producidas en 2018, ha permitido a Irán desplazar a Italia del décimo lugar en la clasificación mundial de productores. Los principales sectores de la industria son: petróleo, petroquímica, metalurgia, automotriz, electrónica, aeroespacial, armamentos, nuclear, procesamiento de alimentos.

El papel del Estado es muy importante: el 60% de la economía es, de hecho, “pública” y una gestión dirigista intenta imponerse a través de planes quinquenales y una política de precios administrados para los géneros de primera necesidad. Este aspecto tiene una función en el mantenimiento de la paz social, continuamente amenazada en el último año y medio por huelgas de trabajadores y oleadas de descontento proletario debido al alto costo de la vida y el deterioro constante de las condiciones de vida de los trabajadores.

El petróleo juega un papel esencial en la economía iraní. Con alrededor de 4 millones de barriles por día, o el 5% de la extracción mundial, Irán ocupa el quinto lugar entre los productores de petróleo detrás de Estados Unidos, Arabia Saudita, Rusia e Irak. El petróleo crudo representa alrededor del 72% de las exportaciones iraníes. Los principales países importadores de Irán, antes de las sanciones, fueron China (31% de las exportaciones totales), India (19%) Corea del Sur (13%), Italia (6,5%), Japón (6%).

Los principales países de origen de las importaciones iraníes son China (37%) Corea del Sur (8,1%), Alemania (6,5%), Turquía (6,3%) e India (5, 2%).

De estas cifras resulta evidente como la imposición de las nuevas sanciones estadounidenses han tenido un impacto significativo en países como China, India, Alemania, Japón, Italia y Corea del Sur. La exención de sanciones durante los primeros 8 meses de la denuncia del acuerdo sobre energía nuclear por parte del gobierno estadounidense preocupa a todos estos países. Sin embargo, el gobierno “soberano” italiano no ha hecho nada para explotar la exención de las sanciones y la Eni ha limitado desde el principio sus compras de petróleo crudo a Irán.

Como hemos dicho repetidamente, Irán es un país que, debido a su posición geográfica, importancia y peso del sistema productivo, se encuentra en el centro de la disputa imperialista. La política de sanciones de parte de Estados Unidos se ha hecho a la par de las acciones de guerra con las que Estados Unidos quería golpear a China primero.

Irán, a por haberse opuesto de las petromonarquías del Golfo y de los Estados Unidos, goza de buenas relaciones con Rusia, China y la India. En vista de esto, un eventual ataque militar de los Estados Unidos tendría enormes repercusiones en el equilibrio entre las grandes potencias. Por esta razón, si ocurriera este ataque, inevitablemente marcaría el paso a una fase de exacerbación dramática del choque interimperialista.