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Las críticas al gobierno de Maduro en Venezuela, cuestionando el autoritarismo y el militarismo, han sido planteadas constantemente por la derecha, que representa principalmente el frente de partidos de la MUD. Pero ahora se han venido sumando, también con este señalamiento, algunos disidentes del chavismo o críticos de “izquierda”.
Con la aniquilación a un grupo de comando armado de opositores de derecha, realizada por el gobierno venezolano en febrero 2018, en la localidad de El Junquito en Venezuela, se acentuaron estas críticas de derecha y de “izquierda”, por la masacre en sí misma y por la violación de protocolos de guerra y de la legislación burguesa en materia de derechos humanos. La gran mayoría de estos críticos se han mantenido en silencio cuando el gobierno burgués del chavismo ha reprimido huelgas o ha detenido dirigentes obreros o ha militarizado empresas para reactivar la producción cuando los trabajadores han ido al conflicto con reclamos reivindicativos.
Por supuesto también hemos visto la defensa de los partidarios del chavismo, indicando que en Venezuela se practica la democracia perfecta y con la menor abstención del mundo. Los chavistas han defendido que actuaron contra terroristas armados, como hubiera respondido cualquier gobierno en el planeta. Y aducen que Venezuela sufre la agresión del imperialismo norteamericano por su posición “soberana, nacionalista y anti-imperialista”. En este frente del chavismo el discurso y el enfoque es el mismo que el de la derecha, pero, por supuesto, con un lenguaje altisonante: se presentan como defensores radicales de la democracia parlamentaria burguesa. Tampoco han faltado algunos grupos, autodenominados marxistas y citadores de Lenin, que han reivindicado que en El Junquito se ejerció la “violencia revolucionaria” contra la violencia contrarrevolucionaria de la derecha financiada por el imperialismo.
La derecha y esta “izquierda” chavista y el Polo Patriótico, nadan en la corriente democrático burguesa, tan garante de la explotación capitalista como el fascismo. Un frente político se declara pro capitalista y defiende una reducción del tamaño del Estado, mayor apertura del mercado y privatizaciones, y el otro, se declara pro socialista y reivindica el crecimiento del Estado, la regulación y control del mercado, la estatización de áreas económicas estratégicas. Los primeros plantean la distribución de la renta petrolera haciéndola pasar primero principalmente por la empresa privada y los segundos haciendo la distribución principalmente desde el sector público hasta finalmente llegar a las mismas manos del empresariado, al cual se han sumado abiertamente diferentes grupos del sector militar. Ambos frentes comparten la defensa de la democracia parlamentaria, el sostenimiento de la propiedad privada, la producción y circulación de mercancías, la rentabilidad de las empresas o comunas o cooperativas o “empresas de producción social”. Ambos frentes buscan controlar la renta petrolera para que llegue por diferentes caminos a las arcas de sus empresas y de su red de corrupción.
El anti-neoliberalismo que se ha venido divulgando y que particularmente reivindica la “izquierda”, es un neo-Keynesianismo, una reivindicación del crecimiento del Estado (capitalista y burgués, nunca imparcial o colocado por encima de las clases, sino órgano de dominación de una clase sobre otra) frente a los que lo quieren empequeñecer. Pero no es una reivindicación de la revolución socialista, sino de la continuidad del capitalismo con otras estrategias económicas (un capitalismo “más humano” y más de Estado) al estilo del llamado Welfare State o Estado de Bienestar.
Por supuesto que, con la agudización de la crisis económica se derrumba el esquema discursivo de la izquierda reformista, que se verá obligada a poner sobre la mesa la necesidad de entregar empresas estatales al control de empresas privadas nacionales y trasnacionales, para lo cual ya el gobierno ha venido aprobando varios decretos y políticas que abrirán las puertas al capital trasnacional en la industria petrolera y otras áreas económicas estratégicas, lo que marca el rumbo real de la “Nueva Economía” anunciada por Maduro. Un ejemplo de esto es el Decreto 3.368, del 12 de abril del 2018, en el que se autoriza al Ministro de Petróleo y Presidente de PDVSA, para “crear, suprimir o efectuar modificaciones a Petróleos de Venezuela y sus empresas filiales”, con lo cual se da espacio al retorno de las empresas privadas nacionales y trasnacionales a través de “convenios operativos”, “asociaciones estratégicas” y tercerización”, pasando a ser PDVSA una especie de administradora de contratos; y por supuesto esto traerá consigo reestructuraciones y modificación de normas de manera que se ajusten a los requerimientos de la cúpula dirigente y del empresariado trasnacional y la adjudicación directa de contratos. De allí la hipocresía de estos reformistas, que levantan voces “contra el imperio” y que distraen constantemente a las masas con un show mediático continuado, pero que avanzan cínicamente en la articulación de negocios con las trasnacionales.
Por esto la lucha por el control del gobierno se ha agudizado, ya que de esto dependerá qué grupo capitalista nacional o trasnacional, norteamericano, chino, ruso, etc., capturará las mejores partes de esta rapiña. Parte de esto es lo que negociaron los factores políticos venezolanos de ambos frentes burgueses en República Dominicana a comienzos del 2018. En el concierto internacional se ha observado como los aliados de EEUU llaman a desconocer las elecciones presidenciales en Venezuela y solicitan que se suspendan para finales de año. En línea con esto, los partidos representativos de la derecha se pronuncian por no participar en las elecciones presidenciales y le niegan el apoyo a las candidaturas opuestas al gobierno, que anuncian un gobierno de transición. Sin embargo, en la medida en que se aproxima la fecha de las elecciones presidenciales muchos de los principales partidos opositores que llamaban a la abstención comenzaron a declarar su apoyo a la principal candidatura opositora (la de Henry Falcón). Todos los actores políticos mueven sus maquinarias de publicidad y mercadeo en correspondencia con los intereses imperialistas que están en choque por el control de materias primas, dentro de las que destaca el petróleo. En el plano electoral la burguesía le presenta a las masas tres alternativas para conducir el gobierno: Nicolás Maduro, Henry Falcón y Javier Bertucci, cada uno tan oportunista y politiquero como los otros.
Pero también hay una corriente representada por diferentes grupitos e individualidades que han abierto una crítica al chavismo (a su dirigencia política actual), en unos casos señalando que se han apartado del legado de Chávez (??) y que reivindican el Plan de la Patria original. En otros casos algunos llegan a afirmar que el chavismo no es socialista sino una amalgama de posiciones diversas que sin embargo apuntan hacia la “ruptura con la dominación imperialista”(¡!??). En fin, igual todos estos grupos terminan reivindicando la democracia, reivindicando que en Venezuela se vive una “revolución” y reivindicando la propiedad privada (con los adjetivos acostumbrados por el oportunismo: “comunal”, “social”). “Por el Estado Obrero, Campesino y Comunal” es la consigna de algunos de estos grupos que se autoproclaman “proletarios” y “marxistas”. Estos movimientos, aún con su crítica a la actual dirigencia del chavismo, se alinean con las consignas de la defensa de la patria y con la idea de enfrentar al supuesto “enemigo principal”, que identifican en EEUU, y que es la escusa para recurrir a las más cínicas y terribles alianzas.
La “izquierda” “chavista oficial" y “chavista crítica”, e incluso antichavista, coincide en que hay que unirse, porque de lo contrario “se le abrirá el paso a la derecha y al imperialismo”. Todos encausan a las masas hacia el mentidero electoral, incluso los que no pudieron inscribir sus partidos y candidaturas en el torneo politiquero de las elecciones presidenciales.
Algunos de estos grupitos e individualidades se declaran socialistas, marxistas y marxista-leninistas. Y escriben de manera rimbombante sobre la violencia revolucionaria usada para acabar con los paramilitares de la derecha y de que todas las vicisitudes que sufren las masas trabajadores son el resultado de la guerra económica emprendida por los empresarios, la MUD y el Departamento de Estado estadounidense. Estos grupos, que a cada rato hablan de lucha de clases y algunos hasta de Dictadura del Proletariado, son incapaces de ver que la burguesía está fracturada en dos frentes políticos que se disputan el control del gobierno y que reflejan, cada vez más abiertamente, las confrontaciones imperialistas. Para ellos en Venezuela se están confrontando capitalismo/imperialismo por un lado y socialismo por el otro; y esta aberración la trasmiten a las masas a través de sus aparatos de propaganda, mucho menos fuertes que los del chavismo oficial, pero que igual irradian todo este mensaje de confusión a sectores de las masas asalariadas, a las que llaman a soportar el desempleo, los bajos salarios y el hambre para defender a la “revolución bolivariana” y para “no hacerle el juego a la derecha y al imperialismo”.
Ese gobierno “anti-imperialista” del chavismo y su “plenipotenciaria” Asamblea Nacional Constituyente, aprobó y dio el ejecútese el 28.12.2017 (día de los inocentes) a la Ley de Protección a las Inversiones Extranjeras, que contempla exenciones tributarias, garantías para extraer las ganancias, facilidades en las diligencias y trámites para el capital trasnacional, jurisdicción de tribunales extranjeros en la resolución de los problemas legales, etc. El gobierno venezolano ha declarado que “ante cada sanción del gobierno norteamericano habrá una elección”, pero también ante las sanciones hay concesiones como esta Ley. Claro que el gobierno burgués aprueba esta Ley para cumplir con su misión de activar la circulación D-M-D’, que necesita de la entrada de capitales trasnacionales a Venezuela (para eso son las Zonas Económicas Especiales). No todo es servilismo; “negocios son negocios”. Pero aun así esta “izquierda” llama a defender al gobierno burgués venezolano, que para ellos es un gobierno obrero y anti-imperialista. Con Maduro hoy y con Chávez ayer, el gobierno venezolano es un gobierno burgués y pro-imperialista más, con sus zonas económicas especiales, su arco minero y múltiples convenios con trasnacionales, para facilitar las inversiones, la acumulación de capital y la explotación de los asalariados.
Mientras tanto se estima que al cierre del 2018 la inflación alcance entre 13.000 y 15.000%, alimentada por constantes emisiones de billetes. El gobierno incorpora una figura especulativa en su arsenal financiero con la emisión de la “criptomoneda” Petro, muy parecida a un derivado financiero, a una venta de petróleo a futuro o de deuda y anunció su decisión de quitarle 3 ceros al bolívar y poner a circular un nuevo cono monetario. Las masas asalariadas siguen agobiadas por la crisis, por salarios, pensiones y jubilaciones de hambre y por el desempleo. El salario real se entierra en el subsuelo, mientras aumentan los bonos que surgen de la creatividad de la demagogia, pero la suma de salarios más bonos de un mes, igual no alcanza para un día de comida y transporte de un trabajador y su familia. El gobierno distribuye bolsas y cajas de comida a precios subsidiados (que hay muchos que no pueden pagar), que son insuficientes y que solo sirven para respaldar la ficción del discurso oficial (y electoral) del “presidente protector”. En las empresas avanzan los despidos (o las renuncias impuestas por el mismo deterioro del salario) y los patronos intensifican el trabajo, poniendo a un trabajador a realizar el trabajo de 3 y en algunos casos suspendiendo las vacaciones, siendo el patrón estatal el primer ejemplo de esto. Seguirá avanzando la proletarización de la clase media venida a menos y desaparecerá hasta la sombra de aquellos sectores de la “aristocracia obrera” de las áreas de petróleo, petroquímica y gas, que en algún momento tuvieron nivel de vida y salarios y beneficios relativamente superiores a otros estratos de los asalariados. El sindicalismo del régimen, ya sean los sindicatos alineados con los partidos que respaldan al gobierno o los controlados por corrientes políticas opositoras, todos se mantienen inmóviles ante las vicisitudes de la clase obrera. No son promovidas ni movilizaciones ni huelgas para exigir las reivindicaciones elementales de los trabajadores. Y los intentos de reacción de los trabajadores de base, con iniciativas de lucha reivindicativa, todavía se observan muy débiles y esporádicos. Y cuando los trabadores, con o sin su sindicato, se lanzan a la lucha les sobreviene la represión, el hostigamiento policial, el encarcelamiento y el despido.
Se alimenta en las masas la ilusión de que con la elección del nuevo presidente (ratificación de Maduro o elección de alguno de sus contrincantes), se abrirán las puertas a una solución a la crisis que agobia a los trabajadores. Pero no será así. No importa quién gane las elecciones presidenciales, la crisis seguirá aplastando con sus penurias a los trabajadores asalariados y la receta de sobre-explotación capitalista se intensificará. Pero la clase obrera debe desechar las ilusiones de una salida a la crisis dentro de los marcos del capitalismo y de su democracia burguesa, se impone la reanudación de la lucha de clases, al margen del oportunismo y el electoralismo.
¿Que hacer?
En el mundo de los grupos y activistas sociales de verborrea “izquierdista”, se toman muy a pecho el hacer. Si leyeron la obra ¿QUE HACER?, de Lenin, nunca la entendieron y se centraron en practicar el activismo y el economismo que fue cuestionado en este texto. Por lo tanto esperan una lista de tareas y un plan de acción que cambie las cosas en el corto plazo, sin poner atención a su conexión con un programa revolucionario. Pero está demostrado que todo sacrificio de los principios y del programa revolucionario, en la búsqueda de “triunfos” de corto plazo, es oportunismo y aparta al proletariado de su lucha por el derrocamiento de la burguesía. Esto último Lenin ni siquiera tuvo que deducirlo, sino que simplemente lo tomó de Engels. De manera tal que el “qué hacer” debe estar marcado por su coherencia con la teoría revolucionaria (solo el marxismo es teoría revolucionaria, no el “gramsianismo”, o el “cristianismo”, o el “guevarismo” o el “mariateguismo”, o el “bolivarianismo”, o el “martianismo”, que según el oportunista Fidel Castro eran lo mismo que socialismo). Así mismo, el hacer tiene que tener coherencia con las condiciones en las que se encuentran las fuerzas del partido comunista internacional, luego de casi 100 años de contrarrevolución, que hoy se expresa en una miríada de partidos y grupos oportunistas en todo el mundo, que controlan y desorientan a la clase obrera, que trata de reanudar la lucha de clase.
Para quienes claman por esa lista de acciones a ejecutar, por ese mágico “qué hacer”, el accionar revolucionario actual por tanto, podemos desglosarlo así:
Fortalecer el Partido Comunista Internacional, asumiendo las tareas de defensa de la teoría revolucionaria y el desenmascaramiento del oportunismo y los gobiernos burgueses. Esto pasa por el desenmascaramiento del “socialismo del siglo XXI” y sus defensores y del carácter contrarrevolucionario del chavismo.
Mantener la búsqueda constante del contacto con las masas asalariadas, con sus luchas cotidianas. Promover la organización de base de los trabajadores al margen del sindicalismo del régimen, que desmoviliza a los trabajadores. Impulsar los sindicatos de clase y la huelga en la lucha reivindicativa.
Acrecentar la propaganda y la agitación comunista en correspondencia con las fuerzas y recursos disponibles.
Rechazo de toda alianza de clases y de partidos, aunque se argumente que esto permitirá participar en “espacios” a los que no llega la política revolucionaria.
Desenmascarar las salidas políticas burguesas y oportunistas a la crisis capitalista; tanto la salida electoral como el apoyo a golpes de Estado.
Reivindicar la lucha contra todas las potencias imperialistas sin excepción (EEUU, China, Rusia, Alemania, Francia, Corea del Norte, etc.). El anti-imperialismo consecuente pasa por volver las armas contra el gobierno burgués en el país. Todo llamado a la defensa de la patria debe ser denunciado como contrarrevolucionario, como defensa del capitalismo y el mercado. Denunciar las posibilidades de una tercera guerra mundial y de cómo esta guerra es un mecanismo a través del cual el capitalismo busca tomar oxigeno y alargar su agonía. Plantear que solo la revolución proletaria detendrá la guerra, y que si esta guerra ocurre, el proletariado debe convertirla en guerra revolucionaria.
Desenmascarar a Cuba como país capitalista, que el oportunismo internacional ha publicitado como “socialista”. Igual desenmascarar a todos los llamados “gobiernos obreros” y “progresistas”, que los oportunistas quieren presentar a los trabajadores como supuestas alternativas ante el neoliberalismo y la derecha, en Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador, etc. Esto implica desenmascarar a las más notorias y mediáticas figuras públicas del oportunismo y de la contrarrevolución (y los partidos, movimientos y frentes que representan), como Lula Da Silva y Dilma Ruset en Brasil, Cristina Kirstner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, etc.
La revolución proletaria y su Dictadura, serán autoritarias y ejercerán la violencia y la represión contra la burguesía y el imperialismo, sin libertades democráticas, ni democracia parlamentaria, ni libertad de expresión o de medios de comunicación. Solo así el proletariado y su partido, internacional, pondrán en marcha la abolición de la propiedad privada sobre los productos del trabajo.
A pesar del desarrollo de las gigantescas capacidades técnicas y la enorme cantidad de medios y de máquinas que permiten una frenética producción de mercancías, la infame sociedad del capital empobrece a la gran mayoría de la humanidad y obliga al proletariado de todos los países a una vida cada vez más insegura.
La perpetuación y el agravamiento de la crisis capitalista mundial han destruido la ilusión de progreso para el proletariado y el engaño reformista de una pacífica y gradual transición hacia una sociedad menos inhumana.
El Capital se aprovecha de esto para atacar las condiciones de existencia de los trabajadores, que se ven aplastados en su papel social de proletarios sin reservas y sin ninguna certeza del futuro. En todos los países, de antiguo o reciente capitalismo, los Estados, con la complicidad de organizaciones sindicales subordinadas al régimen de los patronos, imponen el sometimiento de los trabajadores a los intereses nacionales, es decir, de los burgueses.
A medida que aumenta el desempleo, las políticas de austeridad afectan al proletariado, disminuyendo los salarios e imponiendo todas las formas de trabajo precario y mal pagado.
La burguesía espera que la clase obrera, desprovista de dirección y desorganizada, privada de su verdadero partido y de sus sindicatos combativos, no reaccione y se abandone a la más feroz competencia dentro de sí misma.
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La Segunda Guerra Mundial, con su destrucción masiva y habiendo inmolado en el altar de la patria burguesa a decenas de millones de proletarios, y una serie continua de atroces conflictos “regionales”, Corea, Argelia, Vietnam, Medio Oriente... ha permitido al capitalismo mundial un ciclo de acumulación casi sin crisis hasta 1975, cuando el capitalismo entró en una nueva crisis de sobreproducción que desde entonces se ha agravado a través de ciclos periódicos de 7-10 años.
La “globalización”, es decir, la dispersión del capitalismo en nuevas grandes naciones, particularmente en Asia y sobretodo en China, ha contribuido a retrasar la crisis general durante al menos 30 años, pero al mismo tiempo ha aumentado su potencial, abrumando esta vez a todos los grandes países del mundo entero, en los que domina el modo de producción capitalista y gobierna la clase burguesa.
Hoy en día, todos los rincones del mundo regurgitan demasiadas mercancías que no logran ser vendidas. Esta crisis general de sobreproducción en el capitalismo, es la primera causa de nuevas guerras. Su propósito es solo destruir, destruir mercancías, destruir fuerza de trabajo, posibilitando, después de una década de masacres, un nuevo ciclo de infernal acumulación capitalista y de feroz sometimiento de la clase trabajadora. La guerra es, por lo tanto, la única solución burguesa a la crisis mortal, económica y social, del modo de producción capitalista.
Porque las guerras también sirven para desviar al proletariado de su objetivo histórico, la superación revolucionaria de la sociedad del capital, alejando en la intoxicación nacionalista, el peligro de la revuelta social.
Hoy el choque entre las potencias, que ha seguido al colapso del capitalismo de Estado en Rusia y al agigantamiento del capitalismo chino, se hace cada vez más destructivo. Las zonas de crisis y de choque entre las diferentes concentraciones de capitales se multiplican, haciendo prever que no está muy lejos el estallido de un tercer conflicto imperialista mundial.
La guerra en Siria está entrando en su octavo año y no muestra señales de terminar, impulsada por ambos frentes imperialistas. Con el pretexto hipócrita de combatir el terrorismo todos los Estados que tienen intereses económicos y militares en esa región, maldita por su riqueza y su importancia estratégica, se lanzan como buitres y poco importa si este choque está causando cientos de miles de víctimas, millones de fugitivos, inmensas destrucciones. Por un lado, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Israel y Arabia Saudita, por el otro lado Rusia, Irán y luego Turquía. China también aprovechó la ocasión para mostrar los músculos.
Todos los Estados, de palabra se declaran defensores de la paz, de los “derechos humanos” y del progreso civil, pero el gasto militar mundial está aumentando año tras año y casi alcanza la cifra astronómica de 1.800 millardos de dólares: una inmensa cantidad de trabajo empleada para construir instrumentos de destrucción y de muerte. Todos los Estados están preparando la guerra, de la que todos cuentan con salir victoriosos: vencedores sobre la clase obrera y sobre la revolución comunista.
Ya, por el progreso de la crisis del capital mundial, se ha roto el histórico mito del libre comercio y se alzan nuevos muros.
Cada Estado, para dividir a la clase obrera y empujarla hacia el militarismo, difunde los venenos del nacionalismo, del patriotismo, del racismo, de las guerras religiosas. Pero el proletariado rechazará esta infamia: los proletarios no tienen patria y no tienen nada que defender en la sociedad burguesa, nada que esperar del Estado de los patronos. No es suya la fábrica, el sitio de trabajo o la tierra en la que trabajan, y su enemiga es toda la estructura administrativa, burocrática, judicial, militar del Estado, que está al servicio exclusivo de la clase burguesa.
El modo de producción capitalista, ahora irremediablemente reaccionario y condenado, no tiene razón de existir, sólo vive por la inercia y por la temporal pasividad de la clase obrera mundial, la única que puede y debe combatir contra esta repugnante “civilización”, que encontrará su fin con su revolución política de clase.
El capitalismo ha cumplido su función histórica, socializando las fuerzas productivas, es decir, desarrollando la base económica del comunismo. Queda pendiente hoy sólo una tarea que cumplir, difícil pero necesaria: derrocar por la fuerza a la burguesía y su Estado, expropiarla y pasar a una gestión comunista de la producción y de la distribución, aboliendo las relaciones de producción capitalistas, el trabajo asalariado y la producción de mercancías.
Para hacer esto, es necesario que el proletariado se presente bien desplegado en la escena del conflicto social. Sus organizaciones de batalla económica son los sindicatos, verdaderos sindicatos de clase, para defender, con la fuerza numérica y con el arma de la huelga, sus propias condiciones de vida y de trabajo. Pero este movimiento debe ser dirigido, al más alto nivel político, por el partido, conciencia histórica de la revolución comunista: ¡el partido comunista internacional!
El 30 de Marzo de 2018, luego de una larga preparación por parte de distintos grupos políticos en la franja de Gaza, y en conmemoración del llamado “Día de la Tierra Palestina”, decenas de miles de gazatíes se acercaron a la frontera y el muro, que separan a Israel de aquel gueto sumergido en hambre, pobreza, explotación y desempleo. Han sido en especial los jóvenes proletarios y desempleados, aquellos a los que el futuro no parece dar ninguna luz, los primeros en la fila y los organizadores de la manifestación.
La situación en Gaza, sumergida en un bloqueo durante más de 11 anos, es insoportable. La crisis económica, el desempleo, la pobreza, la falta de electricidad y el constante asedio del ejercito Israelí, han llevado al proletariado gazatí a una situación de miseria. El nivel de pobreza alcanza grados inauditos de casi el 80% y el desempleo, con una tasa de casi 50%, de los cuales el 60% son jóvenes proletarios, no permiten la subsistencia mínima de las familias proletarias. La incertidumbre sobre los pagos, adeudados por meses por el aparato gubernamental, han llevado a la huelga en un sinnúmero de sectores: educación, salud, servicios. La incertidumbre política es hoy más marcada, donde la llamada reunificación palestina, es decir de los grupos políticos burgueses dominantes en el terreno, ha recibido un duro golpe con el intento de asesinato del primer ministro de la organización Fatah, el pasado mes de Marzo.
Todo esto, ha impulsado a una participación numerosa, pese a que las amenazas de muerte por parte del Estado Israelí, han llegado temprano – en la misma mañana asesinaron a un agricultor, con la excusa de que se había acercado al muro – incluso arriesgando la propia vida, si es que vida puede llamarse a la continua esclavitud a la que se ven sometidos.
Al final del día fueron muertos otros 16 gazatíes, miles de heridos, y circularon unas imágenes que demuestran toda la vileza de la democracia Israelí. La que se jacta de ser la democracia viva y única en el Medio Oriente, pero que aplica la pena capital como las más abyectas dictaduras.
Todo esto no es una sorpresa para nuestro Partido, que desde sus orígenes y su lucha contra el fascismo en Italia, y dentro de la internacional comunista contra la bolchevización, ha dejado claro que democracia y dictadura, democracia y fascismo, son equivalentes, y cada una de ellas tiene una misión específica en la conservación del Estado capitalista, el cual no duda en utilizarlas y en utilizar todos los medios de violencia disponibles, para defender su propia existencia.
Es así como la democracia Israelí cobra nuevas víctimas, mientras esconde la mano lanza la piedra, y no dudará, en hacer lo mismo, llegado el momento histórico, contra su propio proletariado, aquel que vive dentro de los desdichados bordes protegidos por soldados, muchos hijos de proletarios, que son enviados a morir y matar, en nombre de la defensa del Estado, que no es distinto de cualquier otro Estado burgués, sino la expresión mas radical de la ya expuesta por el Partido, sucesión del fascismo a la democracia desde la segunda postguerra hasta la actualidad.
El proletariado palestino y el israelí, están ligados, lo quieran o no, y dependen el uno del otro. La problemática gazatí, está ligada indisolublemente a todo el proletariado en la Palestina histórica. Solo hay que ver como la ruinosa llamada Nación Arabe, hoy y también ayer, siempre ha dado la espalda al proletariado palestino en sus luchas. Es Egipto, otrora redentor del panarabismo, quien hoy es el cómplice y asesino, que sostiene el bloqueo junto a la burguesía israelí. Por lo tanto, todo ese nido de ladrones llamado Liga Arabe, está hoy hechos escombros por las distintas guerras que demuestran, una vez más, que la supuesta unidad nacional es solo un engaño, siempre pasajero, sobre la realidad del conflicto perpetuo entre las clases dentro del capitalismo. Y hoy están entre imperialismos de distinta índole, que siempre se encuentran al acecho para alcanzar y explotar las distintas fuentes económicas de cada país y sus rutas geopolíticas para su beneficio.
La cuestión palestina, que nuestra corriente ha estado siguiendo desde los años 30, y la llamada solución de dos Estados para dos naciones es una bancarrota total y, como siempre afirmó el Partido, de acaecer alguna solución como esa, daría como resultado solo un Bantustan dentro de un régimen de apartheid, y sin ningún cambio real en la situación del proletariado gazatí o cisjordano. La burguesía palestina ha conciliado siempre con su contraparte, y su aliado natural contra el proletariado, la burguesía israelí. Es así como la muy “revolucionaria” y vanagloriada por toda la izquierda pseudorevolucionaria, militante y guerrillerista, Organización para la Liberación de Palestina, es hoy un títere más del gobierno de Tel Aviv, con el que firmó aquellos Acuerdos de Oslo, y es hoy la encargada en Cisjordania de ajustar las tuercas al combatiente proletariado palestino.
Sin libertad sindical, y apaciguando cada intento de organización de clase, sobornando a los que puede, amenazando con el pan a los obreros que no se adhieran a su conciliación y a su explotación, con grandes negocios con sus pares israelíes, vendiendo el trabajo de los proletarios a un precio de regalo, y sacando grandes dividendos de todo esto. Es así como funciona el Capital, es así como la burguesía se perpetúa y deja tras de ella un mar de sangre y lagrimas.
Es igual en Gaza, la organización antiproletaria de Hamas, colaboradora eficaz del gobierno israelí para apaciguar la franja de Gaza, destruyendo cada intento de organización proletaria y reprimiendo con dureza cada intento de hacer frente al descomunal embargo hacia la inerme población proletaria, inmersa en una dura crisis económica, se perpetua a través de la exaltación del nacionalismo palestino y la lucha contra la ocupación, mientras hace grandes negocios con los mismos israelíes y egipcios, que son responsables de toda la miseria existente en esa pequeña y poblada franja de territorio. Responsables directos de llevar al proletariado gazatí a entregar la vida por una causa no propia, y dispuesta a todo para perpetuarse en el poder. Es claro que el rumbo que hoy sigue, es el mismo rumbo de todas las organizaciones afines como Fatah, FPLP, FDPLP, etc., la conciliación con su par israelí, y la explotación eficaz dentro de sus dominios. No es pues insignificante, que Israel no haya en sus numerosas incursiones dentro de la franja, acabado con esta organización; más aun, es ayudado y financiado su crecimiento en sus orígenes. Así lo explicaba nuestro Partido, y es la tendencia general de todos estos grupos de “fehaidines”, de los que todo el estalinismo y la izquierda revisionista son viudos.
La cuestión de la solidaridad de clase, que hoy es inexistente, es una cuestión internacional. El proletariado israelí, no es un caso especial o una excepción a la regla, es la misma clase que el proletariado occidental, que se sienta cada noche a ver en los medios de comunicación, las versiones de la ideología dominante, envenenados por el nacionalismo fascista, por el renacer de la religión, igual que sus pares de Inglaterra, Francia, Italia, etc. Es una cuestión internacional e internacionalista, la que se posa aquí, y su solución es por lo tanto internacional, aunque, como decía Marx, pueda tomar forma nacional. Hoy más que nunca sólo la revolución proletaria, en la Israel Palestina, habrá de acabar con toda la miseria, explotación y guerra perpetua, que las burguesías venden, preparando la próxima guerra mundial y regional que ya está aquí, a las puertas de la crisis económica general que vive el capitalismo.
No hay paz dentro del capitalismo, no la habrá para los proletarios en Israel, Palestina, Cisjordania, Gaza, Siria, Líbano, Irak, si el capitalismo no es destruido hasta sus cenizas. Y aunque hoy este doloroso martirio que sufre el proletariado en Gaza, parece interminable, tiene como perspectiva la reanudación de la lucha de clases, con el Partido Comunista a la cabeza, que haga desaparecer todo el dolor, sufrimiento y desdicha de la especie, en su dolorosa lucha interna. La única vía posible para llegar a ella, a la paz del comunismo, es la lucha decidida hoy por la reconstitución de los órganos proletarios y el resurgir del poseedor de la conciencia de clase del proletariado, el Partido Comunista Internacional.
Ya conocidos los resultados de la firma del contrato de los trabajadores petroleros venezolanos (PDVSA), que se terminará extendiendo a los trabajadores petroquímicos (Pequiven), podemos comprobar que en medio de la crisis económica que atormenta a los trabajadores, los sindicatos petroleros y petroquímicos y la federación que los agrupa, así como la Central Socialista Bolivariana de Trabajadores (CSBT), no han dudado en ponerse del lado del patrón capitalista, para reducir el costo de la mano de obra y para facilitar le ejecución de todos los despidos y jubilaciones que necesiten realizar para equilibrar sus balances financieros.
De las clausulas socio-económicas de este contrato destacan: a) Incremento Salarial de 180%, al cual se sumará el aumento del 58% decretado por el Ejecutivo Nacional; b) El monto de la Tarjeta Electrónica de Alimentación (TEA) pasa de 1.650 bolívares a 2.800 bolívares; c) Se pagará un bono por asistencia de 2,5 salario semanal básico a los trabajadores diarios (Lunes a viernes), lo perderán cuando el trabajador que pierda un día.
Durante toda la discusión del contrato los sindicatos mantuvieron desmovilizados a los trabajadores y no realizaron asambleas. Solo ponían a circular mensajes de texto en celulares, pero no activaron ni el debate abierto de los trabajadores, ni mucho menos acciones de movilización y presión contra el patrón. Así mismo, tanto los trabajadores petroleros como petroquímicos se han mantenido pasivos, pero también temerosos ante la represión interna y las constantes amenazas de despidos. Los trabajadores no cuentan con una orientación crítica y clasista para asumir la lucha reivindicativa. Algunos pequeños grupos de base terminan respondiendo políticamente a intereses oportunistas y electoreros.
El contrato firmado refleja la persistencia de la estrategia patronal de mantener bajos salarios y manipular a los trabajadores con bonos, que luego suman al salario para hablar de ingreso mensual integral. Veamos un ejemplo. Supongamos que un trabajador gana 500.000 bolívares mensuales; como el aumento salarial será de 238% (180% + 58%), ahora su salario será de 1.690.000 Bs; si a eso se suma en nuevo monto de la TEA (2.800.000 Bs) y el bono de asistencia de 2,5 salarios básicos (supongamos que en este ejemplo este alcance un monto de 4.225.000 Bs mensuales); entonces este trabajador(a) tendría un ingreso total de 8.715.000 Bs mensuales. Del total del ingreso del trabajador el salario pasa a ser 19,4%; el 80,6% de su ingreso serán bonos; por lo tanto, al momento de su despido o jubilación, el monto de referencia para el cálculo de sus prestaciones (pero también para vacaciones) será el de 1.690.000 Bs. El monto de los bonos no se aplica al cálculo de las prestaciones sociales. ¿Cuánto se ahorra la empresa (PDVSA o Pequiven) pagando un salario de 1.690.000 Bs en vez de uno de 8.715.000 Bs? Bueno: un dineral!!! Y los sindicaleros son los cómplices de esta estrategia patronal.
Ahora bien. ¿Alcanza un salario de 1.690.000 Bs o un ingreso mensual de 8.715.000 Bs para cubrir los gastos de alimentación, higiene y educación de la familia del trabajador? Evidentemente que no, que este salario, aun con lo altos que parezcan estos números, es claramente insuficiente. Solo los gastos básicos mensuales de alimentación superan los 24 millones de bolívares, y esta es una cifra en constante aumento, por la inflación. O sea, que los 8.715.000 Bs solo cubren un cuarto de los gastos básicos mensuales de alimentación; y para afrontar sus necesidades del mes los trabajadores tendrán que centrarse en alimentación y transporte, y aún así tendrán que comer menos y mal y caminar más para movilizarse a su trabajo. Estos salarios demuestran que ya no hay en Venezuela una “aristocracia obrera” y que, en todo caso, los trabajadores de los sectores petróleo, gas y petroquímica solo tienen condiciones de vida y trabajo un poco menos difíciles que el resto de los trabajadores.
Es evidente que este contrato no contempló alguna clausula que permita ajustar el salario tantas veces como sea necesario según el comportamiento de la inflación. Los sindicaleros simplemente dejaron esto en manos del gobierno burgués, que será el que decidirá cuándo y cuanto aumentar el salario de los trabajadores. El contrato estará vigente hasta septiembre de 2019 (2 años de duración si se asume que entró en vigencia en octubre de 2017), pero sin haber comenzado a implementarse, YA ESTA DEVALUADO. Si bien el contrato tendrá una vigencia basada en el tiempo de duración acordado entre las partes, desde el punto de vista socio-económico ya el contrato esta vencido.
No se menciona que pasará con el salario de los jubilados, cuyos pagos son una burla, por el monto que no se corresponde con el actual costo de la vida. Se establece que, de ahora en adelante, los jubilados saldrán con el 100% del salario, pero no se habla de quienes ya salieron jubilados, como si estos trabajadores no estuvieran siendo afectados también por la inflación.
Hay que enfocarse en la lucha por un salario superior, un salario que permita cubrir el costo de la cesta básica, para trabajadores activos, jubilados y pensionados de todo el país, de todos los oficios, de todas las ramas de actividad económica. Para esto los trabajadores deben comenzar a unirse y organizarse por la base, dentro y fuera de las empresas e instituciones, en cada localidad, para impulsar la lucha por un salario equivalente al monto de la cesta básica, para trabajadores activos, jubilados y pensionados y por la eliminación de los bonos y su transformación en salario. Este movimiento de lucha reivindicativa de clase debe impulsar asambleas, reuniones locales de trabajadores de diferentes ramas de actividad económica y oficios, activar la agitación y la propaganda y promover la movilización y la huelga.
El capital no tiene patria. La fuerza de trabajo tampoco. Hacia donde fluyen y se concentran la mayoría de los capitales, hacia allá se dirige también la fuerza de trabajo y la masa de los recipientes que contienen esta mercancía: los asalariados, los proletarios. Por encima de las legislaciones de los países, de las fronteras geopolíticas y de las diferencias culturales, las migraciones se pusieron a la orden del día en la medida en que, en determinados países, el capitalismo agotó buena parte de su fase originaria y, en los países donde crecían las concentraciones industriales y las actividades económicas conexas, ya no se podía contar con una masa suficiente de estratos sociales proletarizados (campesinos, artesanos, pequeños comerciantes y productores).
Las mercancías fluyen hacia los mercados donde son mejor pagadas. Los trabajadores asalariados, ya sea que realicen trabajo simple o trabajo complejo, buscan vender su mercancía, la fuerza de trabajo, por el mejor precio posible. Los trabajadores buscan empleo dentro o fuera de su país de origen para poder adquirir los bienes y servicios requeridos para su sobrevivencia y la de su familia.
En la sociedad capitalista se constituye un ejército industrial de reserva, conformado por trabajadores desempleados. Este ejército le permite a los capitalistas pagar salarios bajos a los trabajadores activos. La demanda de fuerza de trabajo tiene relación directa con las necesidades de la producción y el comportamiento de la economía, pero esta demanda conduce a la sobreoferta de mano de obra, que se expresa en ejércitos de parados o ejercito industrial de reserva. Evidentemente, por lo tanto, el ejército industrial de reserva sobrepasa las fronteras nacionales y los regionalismos existentes dentro de cada país, para convertirse en una gran masa internacional. El ejército industrial de reserva es una confirmación de que el proletariado no tiene patria.
Engels, citando a Marx, nos plantea que “Cuanto mayor es la riqueza social… tanto mayor es la superpoblación relativa o ejercito industrial de reserva… Y cuanto mayor es este ejército de reserva, en relación con el ejército obrero activo (o sea, con los obreros que trabajan normalmente), tanto mayor es la masa de superpoblación consolidada (permanente) o las capas obreras cuya miseria está en razón inversa a sus tormentos de trabajo. Finalmente cuanto más extenso es en la clase obrera el sector de la pobreza y el ejército industrial de reserva, tanto mayor es también el pauperismo oficial. Tal es la ley absoluta, general, de la acumulación capitalista”.
Estos ejércitos de parados se han construido a partir de procesos como: a) pauperización y quiebra de pequeños comerciantes y productores, urbanos y rurales, que pasan a depender de un salario; b) destrucción parcial de la economía familiar para disponer de la mano de obra femenina; c) migraciones de trabajadores dentro de un país, de una localidad a otra; d) migraciones de trabajadores de un país a otro; e) trabajadores desplazados con sus familias a causa de guerras y catástrofes naturales; f) avance de la automatización y de la productividad de la mano de obra y aumento de la composición orgánica del capital.
Con la agudización de la crisis capitalista crece el desempleo y el Ejercito Industrial de Reserva. Los trabajadores desempleados sufren la miseria y los trabajadores activos sufren la caída del salario real. La llamada “aristocracia obrera”, que son asalariados con mayor nivel de vida, ven que su mundo ideal entra en crisis y les toca vivir la experiencia de trabajar solo para comer. Y aunque la burguesía y los partidos oportunistas y sindicatos del régimen, se dedican a realzar las diferencias de nacionalidad entre los trabajadores, la cotidiana contradicción entre el capital y el trabajo, empuja a la unión entre los trabajadores nacionales y los inmigrantes, para moverse como una sola clase, el proletariado, internacional, enfrentada a la explotación capitalista.
El trabajador migrante es explotado adicionalmente, aprovechando la condición ilegal de muchos de ellos. Estos trabajadores “sin papeles”, son presa fácil de la codicia de los patronos que, quejándose hipócritamente de la “falta de mano de obra autóctona”, los malpagan tras agotadoras y largas jornadas de trabajo, muchas de ellas en condiciones infrahumanas, en diferentes oficios que requieren de mano de obra “no calificada” o trabajo simple.
En el 2015, de los 244 millones de migrantes en todo el mundo, 104 millones (43 %) habían nacido en Asia. Europa fue el segundo lugar de nacimiento del mayor número de migrantes (62 millones o 25%), seguido por América Latina y el Caribe (37 millones o 15%) y África (34 millones o 14%). En 2015, la India tenía la mayor “diáspora” registrada del mundo (16 millones), seguida por México (12 millones). Otros países con grandes diásporas incluían la Federación de Rusia (11 millones), China (10 millones), Bangladesh (7 millones) y Pakistán y Ucrania (6 millones, cada uno).
Casi dos tercios de todos los migrantes internacionales viven en Europa o en Asia. América del Norte es la región que ocupa el tercer lugar en la recepción de migrantes internacionales, seguida de África y América Latina. Según el informe de Migración del 2015 de las Organización de las Naciones Unidas, entre el 2000 y el 2015, la mayoría de los inmigrantes internacionales vivían en Europa y Asia. Los 10 países con mayor cantidad de inmigrantes fueron EEUU (46.627.102, 19,8% del total de inmigrantes internacionales, y 14,3% de la población total de EEUU), Alemania (12.005.690, 4,9% de todos los inmigrantes internacionales en el mundo, y 14,9% del total de la población de ese país), Rusia (11.643.276, 4.8% de todos los inmigrantes de la población mundial y 7.7% de la población de ese país); Arabia Saudita 9.060.433,3,9% de la población total de inmigrantes y 31,4% del total de su población), El Reino Unido, (8.543.120), Emiratos Árabes Unidos (7.826.981, 3.1% del total de inmigrantes a nivel mundial), Canadá (7.850.000, 3.4% de todos los inmigrantes en el mundo y 20,7% de la cantidad de población de ese país), Francia (7.784.418 personas), Australia (6.763.663, 2,8% de todos los inmigrantes en el mundo y 27,7% del total de la población de ese país), España(5.852.953, 2.8% del total de inmigrantes en sus fronteras y éstos representan cerca del 14% de la población).
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hay una alta concentración de trabajadores migrantes en sectores económicos específicos y diferencias significativas según el sexo. En 2013, la mayoría de los trabajadores migrantes del mundo, hombres y mujeres, trabajaba en el sector de los servicios: 106,8 millones sobre un total de 150,3 millones, o un 71,1 por ciento. De ellos, se estima que 11,5 millones son trabajadoras y trabajadores domésticos migrantes. El número de trabajadores migrantes en la industria, incluyendo las manufacturas y la construcción, era de 26,7 millones (17,8 por ciento), y en la agricultura, de 16,7 millones (11,1 por ciento).
Cuadro 1 Estimaciones del total de trabajadores migrantes por región 2010-2015 |
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REGION | MIGRANTES | TRABAJADORES MIGRANTES |
||||||
2010 | 2015 | 2010 | 2015 | |||||
millones | % | millones | % | millones | % | millones | % | |
Africa | 19,3 | 9 | 20,6 | 8,5 | 8,4 | 8 | 8,7 | 5,8 |
Asia | 61,3 | 28,7 | 75,1 | 30,8 | 30,7 | 29 | 50,4 | 33,6 |
Europa | 69,8 | 32,6 | 76,1 | 31,2 | 35,1 | 33 | 49,5 | 33 |
América Latina y el Caribe | 7,5 | 3,5 | 9,2 | 3,8 | 3,2 | 3 | 4,35 | 2,9 |
América del Norte | 50 | 23,4 | 54,5 | 22,4 | 25,1 | 24 | 37,05 | 24,7 |
Oceanìa | 6 | 2,8 | 8,1 | 3,3 | 3 | 3 | ||
TOTAL | 213,9 | 100 | 243.7 | 100 | 105,5 | 100 | 150 | 100 |
Fuente: OIT. Datos de la División de Migración del Departamento de Economía y Asuntos Sociales (UNDESA) de Naciones Unidas. |
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con base en estadísticas poblacionales con corte al 2010, según las cuales 28,5 millones de latinoamericanos y caribeños residían en países distintos a los de su lugar de nacimiento; es decir, el 4 por ciento del total de la región. Para ese año México presentaba la mayor cantidad de migrantes fuera de sus fronteras (12 millones) y Colombia ocupaba el segundo lugar con 1.076.000 trabajadores nativos en el exterior. Colombia, se ha caracterizado por el gran flujo de su población, en tres etapas, comprendidas en los períodos de la década de 1970 que se movilizó el primer grupo de personas hacia Estados Unidos, la década de 1980 (la segunda ola se dirigió hacia Venezuela) y en la década de 1990 (tercera ola) las rutas comprendían otros países como España y otros países entre ellos Ecuador. Los destinos elegidos por los migrantes colombianos según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE),son: Estados Unidos (34,6 por ciento), España (23,1 por ciento), Venezuela (20,0 por ciento), Ecuador (3,1 por ciento), Canadá (2,0 por ciento), Panamá (1,4 por ciento), México (1,1 por ciento), Costa Rica (1,1 por ciento), y con un porcentaje mínimo Australia, Perú y Bolivia. Un censo de 2009 dio a conocer que en el exterior residen más de tres millones 378 mil 345 colombianos cifra que hacía de Colombia uno de los países de mayor migración en Latinoamérica. En Venezuela históricamente se presentó una importante presencia de oleadas de trabajadores inmigrantes de Europa, Asia y América Latina, destacando los inmigrantes colombianos, ampliamente explotados en la agricultura, el comercio y los servicios, aprovechando la condición ilegal de la mayoría.
A partir del 2017 se incrementó significativamente el éxodo de trabajadores venezolanos al exterior, siendo Colombia el principal destino de los obreros y obreras, la mayoría de baja calificación y sin documentos. De acuerdo a un estudio de la Universidad Simón Bolívar (USB) un total de 2 millones 500 mil venezolanos salieron del país durante el 2017, producto de la crisis que afronta Venezuela y que cada vez se agudiza más. El estudio también reveló que dicha cifra podría aumentar y ubicarse en 3 millones ó 3 millones 200 mil al cerrar 2018. Uruguay, Perú, Colombia, Brasil y Ecuador registraron en el 2017 una mayor llegada de inmigrantes venezolanos respecto del 2016. Durante la última década en Venezuela ha venido creciendo la emigración, en principio dominada por empresarios en crisis y por profesionales y técnicos, pero el crecimiento significativo en los últimos 2 años es el reflejo de la incorporación de obreros calificados y no calificados, que incluso han migrado de manera ilegal.
Hasta el 2015 los países preferidos por los migrantes venezolanos eran Estados Unidos, España, Colombia, Chile y México.
Como se ve, uno de los países destino de la migración venezolana es Colombia, que cuenta con una larga frontera con Venezuela, siendo la región más empleada para el ingreso de los trabajadores migrantes el norte de Santander. El Norte de Santander es el segundo departamento colombiano con mayor desempleo en Colombia, su tasa de 12,6% en 2016 estuvo por encima del total nacional (9,1%). Sin embargo los empresarios colombianos de áreas como la comercial, los servicios y la construcción contratan venezolanos para ahorrar costos. La mano de obra de origen venezolano contratada en Colombia corresponde en un 70% a trabajadores no calificados y 30% con estudios superiores. La capital del Norte de Santander es Cúcuta y registra el índice de desempleo más alto de Colombia, que está en 15,65%. Uno de cada seis cucuteños no trabaja.
En otras regiones colombianas migrantes venezolanos son contratados como recolectores de café sin derechos laborales, pensiones ni salud, en general no se les ofrece la más mínima garantía laboral y el trabajo se paga por kilo recogido al día. Por supuesto que este es el mismo trato que reciben los migrantes de todas las nacionalidades, incluidos los trabajadores colombianos cuando emigran a otros países, incluso a Venezuela, donde hace vida una numerosa masa de asalariados colombianos.
Brasil también es un importante destino de la migración de trabajadores venezolanos. Allí el desempleo no ha disminuido y el gobierno solo en el 2017 eliminó casi 21 mil puestos de trabajo. Particularmente los agricultores y ganaderos brasileños han comenzado a sacar provecho de la mano de obra temporal y barata que representan los inmigrantes venezolanos. Ni en Colombia ni en Brasil se han reportado sanciones contra estos agricultores y ganaderos por explotación laboral a la mano de obra inmigrante. Pero el mismo comportamiento se observa en Venezuela, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, México, Estados Unidos, etc.
Así mismo, a la sobre-explotación a la que son sometidos los trabajadores inmigrantes e indocumentados, se suman su incorporación al tráfico de drogas, al comercio sexual y la estructuración de negocios financieros a partir del envío de remesas y divisas a sus países de origen.
Actualmente hay una la lucha política mediática entre el gobierno venezolano y la oposición, y entre los gobiernos de Colombia, Brasil, Perú, Chile y EEUU, por un lado, y el gobierno burgués venezolano por el otro. Esto ha conducido al manejo de cifras exageradas, tanto sobre la migración de trabajadores colombianos a Venezuela, como sobre la migración creciente de trabajadores venezolanos a otros países. En ese campo de confrontación mediático y politiquero, los factores políticos opuestos al gobierno venezolano han planteado la existencia de una “crisis humanitaria” en Venezuela y los gobiernos de Colombia y Brasil han solicitado asesoramiento y apoyo financiero para establecer “campamentos de refugiados” que reciban el éxodo de venezolanos que cruzan sus fronteras. El gobierno venezolano niega esta crisis y insiste en que esto forma parte de una guerra económica orquestada por EEUU, que, según ellos, ha sido la causante del desabastecimiento y la especulación. Pero es evidente que el salario mínimo nominales en Venezuela entre 9 dólares mensuales (si se parte del cambio oficial) y 2,5 dólares mensuales (si se utiliza como referencia el dólar paralelo); y todo esto mientras en la calle los precios de los bienes y servicios están dolarizados y convertidos a bolívares según la tasa del dólar paralelo. Y con una canasta alimentaria que equivale aproximadamente a 125 dólares, sin considerar otros bienes y servicios básicos, es de esperar que un importante sector de los trabajadores asalariados venezolanos, calificados o no, opte por la emigración como una de sus alternativas de sobrevivencia.
Aunque no se dispone de estadísticas oficiales, lo cierto es que efectivamente importantes contingentes de trabajadores se están moviendo desde Venezuela a otros países, en la búsqueda de oportunidades de empleo y de mejoras salariales, con la expectativa de enviar remesas de dinero a sus familiares. Parte de este contingente que se está movilizando es de trabajadores inmigrantes que residían en Venezuela, que ahora vuelven a sus países de origen (Colombia, Perú, Chile, etc.). Así mismo, el crecimiento más reciente del éxodo de trabajadores venezolanos, se realiza bajo condición ilegal, circunstancia que siempre ha sido aprovechada por el empresariado capitalista en todo el mundo.
Ya varios gobiernos, dentro de los que destacan los de Colombia y de Brasil, han visto la oportunidad de negocio que se abre con el mercado de migrantes venezolanos y han solicitado financiamiento para activar albergues o “centros de atención transitoria” para migrantes venezolanos. El gobierno de Estados Unidos manifestó que está dispuesto a proporcionar ayuda técnica y humanitaria a Colombia y Brasil para atender a los inmigrantes venezolanos.
Ante la agudización de la crisis capitalista, los diferentes gobiernos burgueses en el mundo aplican medidas de flexibilización laboral, bajos salarios, impulso del aumento de la edad de jubilación, intensificación del trabajo, reducción de costos en la higiene y seguridad en el trabajo, aumento del trabajo en horas extras, etc. Estas políticas irán favoreciendo la movilidad de los trabajadores en diferentes países y el consecuente aumento de la explotación del trabajo de los inmigrantes.
El proletariado es una clase internacional y sus luchas no pueden dejarse limitar por las reaccionarias corrientes patrióticas, nacionalistas o regionalistas, que niegan la lucha de clase anticapitalista y promueven la competencia y confrontación a los asalariados, en la disputa por puestos de trabajo, de la cual saca partido la burguesía con el apoyo de sus gobiernos y de los sindicatos del régimen.
La oposición de clase del proletariado debe estructurarse partiendo de:
Rechazar los discursos politiqueros que usan las estadísticas de la inmigración solo con fines electoreros. Rechazo a toda división de los trabajadores por razones de nacionalidad. Los trabajadores nacionales y los inmigrantes deben asumirse como una sola clase que debe enfrentar la explotación de los patronos capitalistas.
Asumir la lucha reivindicativa de los trabajadores como un movimiento internacional del proletariado contra la explotación capitalista.
Impulsar movilizaciones y piquetes de agitación llamando a la huelga, indefinida, sin previo aviso y sin servicios mínimos, por: a) aumento de salarios para trabajadores activos, jubilados y pensionados, b) reducción de la jornada de trabajo a 6 horas por turno de trabajo y 30 horas semanales, sin reducción del salario y sin horas extras, c) reducción de la edad de jubilación a 50 años, d) pago de bono o seguro de paro forzoso a los trabajadores desempleados, e) establecimiento de guarderías, comedores industriales y lavanderías de ropa para los trabajadores y trabajadoras, f) mejora de las condiciones de higiene y seguridad en el trabajo.
Organización de los trabajadores por la base, con la realización regular de asambleas. Constitución de Sindicatos de Clase como alternativa ante los sindicatos patronales actuales. Los sindicatos de clase deberán agrupar a trabajadores activos e inactivos, sin distingo de nacionalidad, credo religioso, opinión política o color de piel; y deberán establecerse en cada localidad, agrupando a trabajadores de diferentes empresas y ramas de actividad económica. Rechazo a la separación de los trabajadores entre empleados y obreros o entre “nomina mayor” y “nómina menor” o “nómina contractual” y “nómina no contractual”.
Para afrontar la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad convocamos a incorporarse al Partido Comunista Internacional, de manera de ir más allá de la lucha reivindicativa, fuera del contacto con todas las corrientes oportunistas que hoy siguen confundiendo al proletariado, y asumir la militancia por la conquista de la sociedad comunista, donde no habrá explotación del trabajo asalariado, ni patrias ni mercados.
La disputa imperialista por el control del gobierno y el Estado burgués en Venezuela, para repartirse la riqueza petrolera y otras materias primas, ha traído consigo amenazas reiteradas de invasión militar. Ya sea que la invasión militar se concrete o no, con el apoyo destacado de Colombia, Guyana y países del Caribe, el proletariado venezolano e internacional debe tener clara cuál será su posición ante esta hipotética guerra, sabiendo que una guerra imperialista, convertiría a la clase obrera y estratos sociales explotados, como los campesinos pobres, en la primera y más numerosa de las víctimas.
La lucha por el poder en Venezuela, entre los distintos grupos de capitalistas, sea los opositores de derecha (MUD) o de gobernantes de “izquierda” (chavismo y polo patriótico), sea los alineados con EEUU y la UE, por un lado, o los alineados con China, Rusia; es solo el reflejo en América, de la intensificación del enfrentamiento entre las grandes potencias militares y económicas del mundo. La causa de esta confrontación política y amenaza de choque militar, es la crisis de sobreproducción y la caída de la tasa de ganancia, que está afectando al sistema capitalista y que se acelera con la aproximación de un nuevo estallido de la burbuja especulativa y del colapso del sistema financiero internacional.
La guerra se convierte, cada vez con más fuerza, en la salida burguesa a la crisis capitalista; ya que la destrucción de mercancías, infraestructuras y vidas humanas son la fuente de oxígeno para alcanzar una recuperación temporal de la economía, hasta el advenimiento de una nueva y más profunda crisis. Hoy se plantea la alternativa de Tercera Guerra Mundial o Revolución Comunista Internacional.
El proletariado no tiene patria y no tiene razones para defender al régimen de explotación capitalista dentro de las fronteras nacionales. La burguesía, y su gobierno en Venezuela, llama a defender la patria de una invasión norteamericana a ejecutarse desde Colombia, Guyana, Brasil y el Caribe. Las guerras de defensa nacional son luchas burguesas, la de una burguesía más poderosa contra otra. Toda Burguesía aspira mantener su mercado y para esto debe mantener su territorio. Por eso llama a las masas a defender la patria, porque es la forma de defender su mercado. El proletariado no puede salir a combatir por la defensa del mercado capitalista, porque la defensa de la patria lo conducirá a defender su propia explotación. El proletariado venezolano debe:
Pero el proletariado no podrá asumir estas acciones sin contar con su partido de clase.
Todas las energías del proletariado se deben dirigir hacia la reconstitución de las herramientas esenciales para su emancipación: un verdadero sindicato de clase combativo y el Partido Comunista, internacionalista, revolucionario.
El 6 de octubre de 1934, poco después de los años 20, el presidente de la Generalitat, Lluis Companys, se asomó a un balcón del palacio de la institución de la cual era el máximo responsable, y frente a una gran multitud, proclamó la independencia de la República Catalana.
La respuesta del gobierno central español fue inmediata. El primer ministro Alejandro Lerroux ordenó al general Domingo Batet, de origen catalán, declarar el estado de guerra y arrestar de inmediato a Companys y los demás líderes del movimiento independentista.
En la noche, se levantaron barricadas para enfrentar al ejército en Barcelona. Un batallón de infantería leal a Madrid, equipado con una batería de artillería, subió por las Ramblas. Un primer enfrentamiento se presentó frente a la sede de un sindicato, donde se atrincheraron un grupo de hombres armados con fusiles, incluyendo algunos militantes del Partido Proletario Catalán. Los independentistas dispararon y mataron a un sargento; poco después, su fortaleza improvisada fue tomada con cañonazos. Entre los separatistas hubo muertos y heridos. Poco después, los cañones se alinearon frente al Palacio de la Generalitat, defendido por una centena hombres de la policía autonómica de Cataluña conocidos como mossos d’esquadra (Mozos de Escuadra).
Companys invita a Batet a unirse a los rebeldes, pero el general responde “Estoy a favor de España”. Se dispararon, y los independentistas obtuvieron la peor parte. A las seis de la mañana, Companys se rindió. Así terminó, solo después de 10 horas, la corta vida de la República Catalana. Companys fue arrestado, procesado y condenado a 30 años de cárcel por rebelión.
El 27 de octubre de 2017, después de una pacífica dramatización, en el centro de atención de los medios durante más de dos meses, en una disputa jurídico-institucional con el gobierno español, encabezado por el primer ministro Mariano Rajoy, decidido a suprimir cualquier aspiración del nacionalismo catalán, el parlamento de la Comunidad Autónoma aprobó, con voto secreto, la declaración unilateral de independencia y proclamó la independencia de la República Catalana. El presidente de la Generalitat catalana, Carles Puigdemont, fue sometido a investigación por rebelión por el fiscal general del Estado español. Se arriesgaba a 30 años de prisión. Así que Puigdemont partió en coche desde su Gerona natal a Marsella, desde donde se embarcó en un vuelo a Bruselas. En una conferencia de prensa en la capital Belga, el presidente catalano declaró en los días siguientes que volvería a España solo si se le garantizaba un proceso justo, se declaró “ciudadano europeo” y se refirió a la capital belga como “capital de Europa”, faro de los derechos humanos.
La pantomima de la guerra de independencia popular catalana del siglo XXI
termina, en ambas partes, plenamente, en la observancia religiosa de los
rituales electorales de las instituciones democráticas y parlamentarias y del
derecho constitucional, sin aventurarse incluso a una barricada o un solo
disparo de fusil. Marx enseña que los eventos históricos se repiten, pero la
primera vez como tragedia, mientras que la segunda como farsa. En este caso, la
desafortunada tragicomedia de 1934 se repitió en una comedia aún más aburrida,
en la cual, el fervor patriótico y la furia sagrada de los dos nacionalismos
cruzados, el catalán y el centralista español, son obscenamente desinflados
junto con la arrogancia de los protagonistas, que carecen incluso del sentido de
la vergüenza y del ridículo.
Detrás de las proclamas y las palabras altisonantes, no se puede encontrar otra
cosa que la lucha por apropiarse de cuotas del tesoro público y la búsqueda del
consenso electoral por parte de las facciones políticas burguesas que compiten,
e históricamente podridas, para cubrir su grotesca cobardía, tratando de
reconstruir y dar dignidad a la gesta, también sin sentido, e inspirada por
concepciones reaccionarias, de sus predecesores de los años 30.
Hay que recordar, que en el año de 1934 España estuvo marcada por la insurrección proletaria de Asturias, que se planteó propósitos muy diferentes y opuestos al de crear otra pequeña patria burguesa.
¿Qué representa la independencia de Cataluña y cómo se generó este aparente impulso centrífugo que hace cada vez más precario el marco institucional de la España post-franquista definido por la Constitución de 1978?
En primer lugar, se debe recordar que para nosotros los marxistas, la fuerza de cohesión de un Estado, que es el instrumento de la opresión de la clase dominante con respecto a las otras clases de la sociedad, es directamente proporcional a su poder económico.
Si a lo largo de los más de cinco siglos después de la unificación de los reinos de Castilla y Aragón, España ha visto varias veces la aparición de fuertes tendencias centrífugas, esto es, sin duda debido a sus peculiares características geográficas e históricas. La relativa pobreza de las impermeables y semiáridas regiones del centro de la Península Ibérica, ha estado por largo tiempo en contraste con el relativo desarrollo de las zonas costeras, atractivas más por el tráfico a través de largas distancias que desde su propia zona de influencia. Estas causas económicas han hecho que el proceso de centralización del Estado haya sido lento, difícil y que incluso, en la fase de afirmación del absolutismo, las revueltas regionales no fueran en absoluto infrecuentes.
Así escribía Karl Marx en 1854, en la serie de artículos publicados en el “New York Daily Tribune” con el título “La España revolucionaria”, que hemos comentado ampliamente en nuestro estudio, “Marx y Engels en España”, en nuestra revista Comunismo Nro. 38: “En la formación del reino español se verificaron circunstancias particularmente favorables a la limitación del poder real. Por un lado, las tierras de la Península Ibérica fueron reconquistadas, poco a poco, durante la larga lucha contra los árabes y se estructuraron en reinos diferentes y separados unos de otros: en este período surgieron las leyes y costumbres populares, y las conquistas posteriores, realizadas especialmente por los nobles, dieron a éstos un enorme poder, mientras disminuía el del rey. Por otro lado, las ciudades y pueblos así conquistados, se preocuparon por dar seguridad y solidez a la organización interna, dado el estado de necesidad en que se encontraba la población en el momento de su fundación. De hecho tenían que vivir en comunidades cerradas como fortalezas, única forma de tener cierta seguridad frente a las constantes incursiones de los árabes. Al mismo tiempo, la conformación peninsular del país y el continuo intercambio con Provenza y con Italia, hicieron surgir importantes ciudades comerciales y marítimas en la costa. Desde el lejano siglo XV, las ciudades fueron el elemento más importante dentro de las Cortes, compuestas por sus representantes, junto con el clero y la nobleza. Por tanto, es digno de ser destacado el hecho de que la lenta reconquista contra el enemigo árabe, en una lucha obstinada de casi ochocientos años, le dio a la Península Ibérica, en el momento de su plena emancipación, un carácter totalmente diferente al de la Europa contemporánea: al comienzo de la era del despertar europeo, España se encontró con las costumbres de los godos y vándalos en el norte, y de los árabes en el sur” (New York Daily Tribune, 9 de septiembre de 1854).
De modo que el proceso de centralización del Estado español se completó con cierto retraso en comparación con lo que sucedió, por ejemplo, en Francia, y cuando se realizó no pudo crear un Estado unitario igualmente fuerte. Esta relativa debilidad de la monarquía española permitió a la Francia del siglo XVII, es decir, en la fase en la que el Estado absoluto alcanzó su apogeo, sacar provecho de la insurrección catalana de 1640 para entrar al área histórica de la Cataluña Transpirenaica o Perpinan y Roussillon, que hoy siguen siendo regiones francesas en las que todavía se habla la lengua catalana.
Hoy el frente nacionalista pone en el centro de su justificación histórica la disolución de las instituciones catalanas, la Generalitat y los Fueros (leyes locales), con los decretos de Nueva Planta que siguieron al asedio de Barcelona de 1713-14 por las tropas regulares francesas y españolas contra los partidarios de Carlos III, en el contexto de la guerra de sucesión española.
Como continúa Marx explicando en el mismo artículo: “¿Qué explicación, por lo tanto, se puede proporcionar del singular fenómeno consistente en el hecho de que, después de casi tres siglos de una dinastía de los Habsburgo seguida por otra borbónica -cada una de las cuales es más que suficiente para aplastar a un pueblo- todavía sobreviven, como entonces, las libertades municipales de España? Y eso en el país en el que, entre todos los Estados feudales, nació la monarquía absoluta en su forma más clara, el centralismo aún no ha tenido éxito en plantar sus raíces”.
“La respuesta no es difícil. Las grandes monarquías se formaron en el siglo XVI y se establecieron en todas partes luego de la decadencia de las contrapuestas clases feudales: la aristocracia y las ciudades. Sin embargo, en los otros Estados europeos, la monarquía absoluta se presentó como un centro de civilización, como un promotor de la unidad social. Fueron esos Estados el laboratorio donde se mezclaron y produjeron los diferentes elementos de la sociedad, de manera tal de inducir a las ciudades a abandonar la independencia local y la soberanía medieval a cambio de las leyes generales de las clases medias y del dominio común de la sociedad civil”.
“En España, por el contrario, mientras la aristocracia se hundía en la degradación sin perder sus peores privilegios, las ciudades perdían su poder medieval sin ganar la importancia moderna. Desde el establecimiento de la monarquía absoluta, las ciudades vegetaron en un estado de continua decadencia (...) Con el declive de la vida comercial e industrial de las ciudades, se hizo cada vez más escaso el tráfico interno y menos frecuente el contacto entre los habitantes de las diferentes regiones, fueron descuidados los medios de comunicación y fueron abandonados los grandes caminos (...)”
“De esta manera, la monarquía absoluta encontró en España una base material que, por su propia naturaleza, rechazaba el centralismo. Así mismo, por otro lado, hizo todo lo que estuvo en su poder para impedir que se desarrollaran intereses comunes, basados en una división nacional del trabajo y en una multiplicación del tráfico interno, única y real base sobre la cual poder crear un sistema administrativo uniforme y leyes generales”.
“Por lo tanto, la monarquía absoluta española, a pesar de su aparente parecido con las monarquías absolutas de Europa en general, debe ser catalogada más bien cercana a las formas del gobierno asiáticas. Al igual que Turquía, España continuó siendo un conglomerado de repúblicas mal gobernadas, con un soberano nominal a la cabeza. El despotismo presentó caracteres diferentes en las diversas regiones, a causa de la arbitraria interpretación de las leyes generales por parte de los virreyes y de los gobernantes. A pesar de su despotismo, el gobierno no pudo impedir que continuaran existiendo, en varias regiones, diversos derechos y costumbres, monedas, banderas o colores militares, así como varios sistemas tributarios”.
Por lo tanto, no es una coincidencia que incluso en el cumplimiento del convulsionado proceso que condujo a la afirmación definitiva del capitalismo en España, se hayan perpetuado grandes diferencias en el grado de desarrollo económico de las diferentes regiones, que han alimentado las formas de rebelión con respecto al Estado central, que pasará mientras tanto, del despotismo oriental al despotismo burgués moderno.
No fue una coincidencia entonces, si a finales del siglo XIX, en las regiones donde mayor era la vitalidad económica y donde se había implantado con mayor solidez el nuevo modo de producción, favoreciendo un cierto desarrollo industrial, que se asistiera a un renacimiento de nacionalismos como el catalán y el vasco. En ambos casos, estos movimientos no expresaron una necesidad revolucionaria nacional burguesa. Esta en realidad ya se había completado, en varias oleadas, en un largo y tormentoso recorrido histórico, que experimentó un fuerte impulso a partir de la dominación napoleónica y de la subsiguiente guerra de liberación nacional contra los franceses, en la base de la constitución liberal de 1812.
Entonces, Marx explicó una vez más, que había comenzado un proceso que arrastraba consigo, incluso en sus fases más avanzadas, un carácter fuertemente contradictorio que lo marcó desde el principio como un pecado original: “Todas las guerras de independencia dirigidas contra Francia, implicaron al mismo tiempo tanto la impronta de regeneración como de la reacción; pero en ninguna otra parte el fenómeno se presentó con la intensidad con la que ocurrió en España”.
En la visión marxista sobre el proceso de génesis de las naciones modernas, no se ve como factor principal la afirmación de la autodeterminación de los pueblos oprimidos, como quiere la vulgata burguesa. Por supuesto, en determinadas fechas y fases históricas, y en ciertos países, el programa del “Manifiesto de Partido Comunista” de 1848 prescribía a los comunistas apoyar a los partidos que se fijaron el objetivo de lograr, la emancipación nacional. El desarrollo del capitalismo ha traído consigo la formación de entidades estatales, que estaban en fase de gestación ya en época pre-burguesa, pero esto se manifestó más bien como un proceso de aglomeración que de fragmentación, a lo largo de líneas basadas en sus aspectos étnicos, culturales y lingüísticos.
La negativa a apoyar a priori a cualquier movimiento de autodeterminación nacional lo precisamos con notable claridad en el lejano 1950, en el artículo titulado El proletariado y Trieste aparecido en el número 8 de “Battaglia Comunista”: “Es contrarrevolucionaria la ideología pequeñoburguesa según la cual, para dar impulso a las reivindicaciones de clase en Europa, convenía esperar la liberación de cada “nacionalidad” oprimida, la solución de cada problema étnico marginal a los grandes Estados. Todos estos oprimidos en el lenguaje, en las universidades, en las carreras burguesas, sobre todo en aquellas más “cannaruta” [en napolitado “ghiotta” (codiciadas), ndr], de los poderes electorales, habrían prohibido para siempre a los trabajadores, darse cuenta de la explotación patronal, de la opresión social”.
El nacionalismo catalán y el vasco, a pesar de sus diferencias, han sido a lo largo de toda su historia de signo sustancialmente reaccionario porque, proponiéndose como objetivo el establecimiento de naciones ficticias, han desviado constantemente la atención de los trabajadores de sus propios intereses económicos inmediatos y sus propósitos históricos.
Se consideró sobre todo que las reivindicaciones debían centrarse en cuestiones culturales o de idioma en ambos casos, teniendo en cuenta el hecho de que durante algunos siglos, las principales ciudades catalanas, y desde siempre las del País Vasco, presentaron una clara preeminencia del castellano, no sólo como una herramienta de lenguaje vehicular, utilizado es decir, entre diferentes lenguas maternas, sino también de uso cotidiano, en comparación con el catalán y el euskera, que permanecieron confinados principalmente en el campo. Mientas que la euskera no fue nunca una lengua vehicular y se mantuvo aplastada por numerosos dialectos, hasta la tentativa iniciada en 1968 (es decir, bajo el régimen franquista) de unificación (el llamado “euskera batua”, es decir, vasco unificado) operado por la Academia de la lengua vasca, el catalán también ha conocido una fase, a finales de la Edad Media, en la que efectivamente desempeñó el papel de lengua oficial del Estado aragonés. Además, el catalán fue una de las primeras lenguas, entre las que se derivan del latín, en la cual se desarrolló una producción literaria considerable, que también abarcó la filosofía y la ciencia. Notable en este sentido es el caso del filósofo y poeta Raimondo Lullo (Ramon Llull en catalán) que murió en 1316.
Sin embargo, ya a principios del siglo XV, el catalán había comenzado a perder terreno como lengua de la cultura, para luego ser puesto al margen, con la adopción del castellano como lengua oficial de la monarquía española, unificada por los reyes católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en el último cuarto de siglo.
Pero estas glorias pasadas importaban poco una vez entrado en el vórtice de la modernidad, con su función progresiva agotada desde hace siglos, sepultada bajo la manta de una unidad estatal no demasiado sólida, aunque con una larga tradición de continuidad. En ese contexto, gústele o no a los cultores de la “pureza” cultural y racial de las patrias, también tuvo lugar en España el proceso de creación de un mercado nacional, en la base de la organización territorial del Estado que ha sido de tanta importancia en el desarrollo del capitalismo moderno. Una vez hecho esto, colocamos una presuposición indispensable sobre la predisposición de las condiciones objetivas del comunismo, fundadas en el alto desarrollo de las fuerzas productivas alcanzadas por la formación económico-social burguesa.
En España por lo tanto, estos nacionalismos se han desarrollado, desde el punto de vista de la historia, nacidos ya muertos, fuera del tiempo, en comparación con la época de las revoluciones nacionales burguesas en Europa. De hecho, tomaron forma cuando el Estado unitario y el mercado nacional eran una realidad ya establecida. Estos movimientos, incluso si pudieran crear estados independientes, separándose del resto del Estado español, hipótesis siempre improbable, no conquistarían ninguna independencia política y económica real, precipitados en la fuerza de atracción ejercida por Francia y Europa Central.
Después del final del régimen franquista, cuyo explícito centralismo fue expresado por el lema “España una, grande y libre”, el nuevo cuadro democrático, en el cual se traspasaron los elementos esenciales del régimen precedente, abiertamente dictatorial, quería dar una respuesta a la espinosa cuestión de las minorías, con el sistema de las Comunidades Autónomas, a las cuales les fue asignada una parte de las funciones que hasta entonces habían sido prerrogativa del gobierno central. Esto significaba ir al encuentro con las necesidades e intereses de los estratos burgueses y pequeñoburgueses que a través de la identidad de la minoría étnica, por real o ficticia que fuera, habían transmitido las demandas de libertad burguesa a través de las cuatro décadas de la dictadura franquista. Tampoco puede ocultar el hecho de que, incluso en los últimos años del régimen, gracias también a un cierto relajamiento de la censura contra las lenguas regionales, las aspiraciones de la pequeña burguesía fueron animadas a canalizarse hacia los nacionalismos resurgentes.
Este camino demostró ser de una cierta eficacia para fortalecer la base de consenso para el nuevo régimen democrático, para distraer la atención del conflicto social ofreciendo a la opinión pública la representación espectacular de conflictos nacionales y regionales en gran parte ficticios, incluso cuando estaban exteriormente armados y violentos. Ver sobre este tema nuestro estudio en profundidad: “Las causas históricas del separatismo vasco” en nuestra revista Comunismo Nro. 42.
Esta difusión, sedimentación y acumulación de motivos ideológicos regresivos, ha continuado jugando un papel importantísimo en calmar y distraer las luchas de los trabajadores por cuatro decenios. Tales “nacionalismos embalsamados”, mantenidos artificialmente vivos, han tenido su peso en favor de la conservación: si no ha habido una recuperación sustancial de las luchas de los trabajadores, incluso después de la crisis de 2008, que puso a la economía española en el suelo, ha llevado a un deterioro drástico de las condiciones de vida de los trabajadores y ha creado millones de nuevos desempleados. De hecho desde entonces, la pérdida parcial de cohesión interna de la superestructura estatal nacional se ha convertido en un instrumento adicional de las políticas antiobreras de austeridad dictadas a la burguesía por la crisis. De hecho, la represión de las manifestaciones de disidencia más inocuas para el poder, y diríamos también más cobardes, han sido confiadas a fuerzas regionales. Esto sucedió en el 2011, cuando los Mossos d’Esquadra, la policía catalana que han elogiado en las últimas semanas los separatistas, calificándola como “nuestra policía”, reprimieron con brutalidad innecesaria, una manifestación pacífica del movimiento de los “indignados”, provocando 33 heridos y 20 detenidos, en la Plaza de Cataluña, en el centro de Barcelona.
El drama que se ha llevado a cabo en los últimos meses y que ha hecho temblar a la apedreada opinión pública es inexplicable, prescindiendo de las preocupaciones vulgarmente electorales, de una clase política corrupta y miope. Después de haber pastoreado por decenios a las masas proletarias y pequeño burguesas con temas ideológicos de signo opuesto, pero de igual naturaleza, chovinismo español monárquico y centralista contra el nacionalismo republicano catalán, ahora los politiqueros están cosechando los frutos del veneno que han suministrado. Los notables de la politiquería burguesa de ambos frentes, tienen que pasar por enérgicos defensores de la democracia, de la constitución, de la libertad de la patria burguesa.
Por un lado, la coalición lo menos que puede hacer es presionar el acelerador (¡con el motor apagado! Electoral!) de la independencia, con el engaño de que sin el lastre de España y los impuestos a pagar a la administración central del Estado, la riqueza de Cataluña se mantendría para los catalanes de todas las clases. Este tema, querido por los demagogos, que en muchos países europeos agitan las banderas del regionalismo y del independentismo, incluyendo el regionalismo propio (representado en Italia por partidos y sindicatos de inspiración regionalista, federalista y localista, como la Lega Nord), es tomado con facilidad por las clases medias y la aristocracia obrera, siempre dispuestas a ser engañadas con promesas vacías.
De hecho, en la fase actual de capitalismo decrépito, no basta referirse a las raíces culturales de Cataluña, el misticismo de la nación no tendría asidero sin la referencia a la independencia fiscal. De hecho, las secesiones o incluso las uniones de Estados, nunca son un hecho predominantemente “cultural”, incluso elementos como la lengua nacional han desempeñado en el pasado un papel central en el proceso de unificación del mercado, un hecho que corre paralelamente a la afirmación del modo de producción capitalista.
Ciertamente, no es la necesidad de sentirse libre de hablar catalán lo que puede motivar la aspiración de una fracción sustancial de la burguesía catalana a liberarse de la sofocante tutela del gobierno madrileño. Hoy la lengua catalana moderna, a cuya unificación ha contribuido solo un trabajo académico realizado “sobre la mesa”, gracias a la política lingüística de la Comunidad Autónoma, no solo ha vuelto a jugar un papel importante en Cataluña, a todos los niveles de la vida social, quizás incluso más de lo que fue hasta principios del siglo XV en el reino aragonés, pero se impone en muchas ocasiones de la vida social como vehículo lingüístico obligatorio, suplantando al castellano. Esto también sucede en los cursos universitarios, aunque sean frecuentados por muchos estudiantes extranjeros, obligados a seguir clases de catalán, cerrándose a los que hablan castellano, el idioma de más de medio billón de hombres.
Esta postura ideológica, que se asume a la par de la imposición franquista del castellano, es una versión “culta” del viejo desprecio con el cual la burguesía y las clases medias catalanas trataron a los xarnegos, es decir, los inmigrantes provenientes de regiones deprimidas de España, que hasta los años 70, arribaron a Cataluña para trabajar. Ellos y sus hijos no hablaron y no aprendieron catalán, y por eso les pusieron una etiqueta, comparable a la de “terrone” en Italia, a los inmigrantes en las ciudades del norte industrial de las zonas más atrasadas del Sur, para separarlos de los hermanos de clase nativos.
Hoy el frente que se agrupa detrás del nacionalismo catalán debe hacer olvidar sus propios pecados, en primer lugar el haber gobernado la comunidad autónoma de Cataluña, aunque con breves interrupciones, durante un total de treinta años a partir de 1980.
Pero el radicalismo altisonante de este movimiento independentista, agitando la bandera de franjas rojas y amarillas, heredada de las guerras medievales de la Reconquista contra los moros (la senyera, el estandarte adoptado en la segunda mitad del siglo XII), tendrá alguna dificultad para romper el marco institucional del Estado español. Este, paradójicamente, también podría salir fortalecido por los eventos de estos meses, gracias a las dosis masivas del veneno chovinista, de signo contrario, defensor del Estado unitario. La burguesía española ha jugado la carta de la represión abierta del referéndum del 1° de octubre, apostando conscientemente por el renacimiento del nacionalismo monárquico.
En el otro frente burgués, la extrema izquierda del grupo capitalista, en España, en Italia y en cualquier lugar de Europa, se ha unido al coro de los partidarios de la inexistente, imposible y reaccionaria independencia catalana. Con diversos, pero siempre engañosos matices, que no ocultan la sustancia de su colocación dentro del campo de clase burgués, estalinistas, trotskistas, anarquistas y sus corrientes en los sindicatos del régimen y de base, no han sido capaces de resistir las sirenas del nacionalismo y de la enésima patria burguesa, que quisiera dar a luz a un nuevo Estado, que se colocaría al lado de todos los demás en la opresión de la clase trabajadora.
Algunos querían ver una “movilización de las masas”, pura puesta en escena de los sindicatos traidores catalanes que el 3 de octubre llamaron a una “huelga general”, en gran medida un verdadero y propio cierre patronal en connivencia con los patronos! El activismo y el movimentismo son nuestros enemigos más insidiosos porque quieren hacer olvidar que en esta contienda, todas las facciones internas de la clase enemiga, son igualmente reaccionarias, y el proletariado no tiene nada que ganar y todo que perder, cualquiera que sea el frente burgués que resulte vencedor.
No es que de repente el gobierno nicaragüense se hizo burgués y represivo. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue burgués desde sus inicios como movimiento guerrillero, que terminó ganándose a las masas oprimidas y derrocó al gobierno de Anastasio Somoza.
Su gobierno ha administrado los intereses de la burguesía, garantizando el control social con la demagogia, la politiquería y la represión. Con el triunfo del chavismo en Venezuela, que levantó la bandera oportunista del “socialismo del siglo XXI” y con el surgimiento de un conjunto de gobiernos del mismo signo oportunista en Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, El Salvador y Honduras, el gobierno burgués nicaragüense no vaciló en alinearse con Venezuela y profundizar el populismo y la demagogia que ha permitido el próspero desarrollo de la explotación capitalista y la ampliación de las ganancias del empresariado. El gobierno nicaragüense viene cumpliendo sus compromisos con el FMI, asumidos en el 2005, cuando se le condonó la deuda con ese organismo, siempre y cuando cumpliera con un plan de ajuste de la economía; a tal punto que en el 2012 la deuda de Nicaragua con el FMI fue de cero. En el 2006 el gobierno de Nicaragua también firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos.
En acuerdo con empresas chinas el gobierno nicaragüense anunció en el 2014 la ruta definitiva del Gran Canal interoceánico: trazado de 278 Km de longitud, desde la desembocadura del río Punta Gorda, en la costa del Caribe, hasta la desembocadura del río Brito en la costa del Océano Pacífico. Este proyecto abre espacio para el choque comercial y geopolítico entre Estados Unidos y China y se estima que requerirá de por lo menos 50.000 asalariados.
De esta manera en Nicaragua los negocios del empresariado capitalista han marchado bien, aunque con algunas diferencias con el FMI en torno a las políticas a abordar en relación con las pensiones y la seguridad social. Así mismo el gobierno ha tenido que manejar las contradicciones políticas con Estados Unidos por la penetración de los capitales chinos principalmente.
Durante muchos años Nicaragua no ha estado en las primeras planas de los medios internacionales. Aunque ciertamente los medios de comunicación, privados y públicos, solo dicen lo que a la burguesía le conviene divulgar, con sus versiones deformadas de la realidad, lo cierto es que había pasado mucho tiempo en que no circulaban noticias importantes sobre conflictos de trabajadores, sobre la situación social de los asalariados y sobre la acción represiva del gobierno nicaragüense. Pero al igual que en un volcán, la lava y la presión se va acumulando, hasta brotar la lava de la lucha originada en la contradicción capital-trabajo.
A partir abril de 2018 se derramó la sangre en Managua y luego en todo el país la sangre de más de 70 muertes y más de 400 heridos, tiñó el pavimento de rojo. Un estallido espontaneo de ira y de protesta, sorprendió tanto al gobierno como a los diferentes movimientos y grupos políticos de diferente signo. Solo en Managua hubo por lo menos 27 muertes, pero la masacre ejecutada por el gobierno burgués encabezado por Daniel Ortega y Rosario Murillo, se extendió también a las ciudades de Masaya, León, Estelí, Bluefields y Matagalpa.
La desproporcionada respuesta militar y policial contra los manifestantes, se produjo luego de más de una década de férreo control político y represivo sobre las masas y de un profundo proceso de anulación de las organizaciones de lucha económica y reivindicativa de los trabajadores y de profundización de la corrupción y entreguismo de los sindicatos existentes. Por eso la reacción de las masas contra la reforma al seguro social, necesariamente tuvo que ocurrir de esta manera, espontanea y anárquica, ya que no hay formas organizativas clasistas y de base que puedan canalizar y dirigir estas luchas.
El número de trabajadores afiliados al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) descendió en marzo 2018 un 1,5% respecto al mismo mes de 2017. En marzo de 2018 la afiliación al INSS se ubicó en 896.869 trabajadores frente a los 910.621 empleados de marzo de 2017. El salario promedio nominal mensual de los afiliados se ubicó en 10.737,8 córdobas (unos 342 dólares) en marzo. Entre abril 2017 y abril 2018 la tasa de inflación fue de 4,75%, mientras el salario real se ubicó en 4,828.7 córdobas de 2006. No obstante, el empleo informal en Nicaragua, con bajos salarios y sin acceso a la seguridad social, continúa siendo superior al 70 por ciento. Todo esto considerando que su población total es de 6.279.712 habitantes. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población económicamente activa (PEA) representa el 50% de la población, pero abarca a desempleados en busca de empleo y las personas que laboraron por lo menos 1 hora. La agricultura es una de las principales actividades económicas de Nicaragua y representa el 60% de sus exportaciones y por tanto una importante fuente de empleo. Cuenta con algunos núcleos industriales y explota algunos minerales preciosos.
El gobierno nicaragüense anunció un conjunto de reformas orientadas a garantizar la sostenibilidad financiera del Instituto Nicaragüense del Seguridad Social (INSS), reformas que había venido negociando con el empresariado, representado por el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). El gobierno no logró un consenso con el COSEP y aún así anunció la Resolución 1-317 del INSS, que elevaba el monto de las cotizaciones que las empresas y los trabajadores hacen al sistema de pensiones del país. El COSEP rechazó la resolución porque incrementaría sus costos laborales y lanzaron toda su perorata sobre la disminución de la competitividad y la capacidad empleadora de las empresas. Es decir, el COSEP rechazó la resolución no porque le interesen los trabajadores y sus pensiones, jubilaciones y seguridad social, sino porque representaba una amenaza al margen de ganancias de las empresas. El gobierno manifestó que el INSS se quedaría sin dinero para pagar pensiones antes de terminar el 2018. Por eso esta medida contemplaba que los trabajadores asegurados cotizarían más (aumentando de 6,25 a 7%), los empresarios cotizarían mucho más (aumentando de 19 a 22,5%), a los jubilados se les descontaría cada mes 5% de su pensión y el Estado contribuiría, aunque con lo mínimo. El impacto de la medida sobre los trabajadores era inmediato. La Unión Nacional de Empleados (UNE), respaldó la reforma a la seguridad social. No faltaron algunas pequeñas concentraciones de trabajadores del sector público que manifestaron su apoyo a las reformas adelantadas por el gobierno y rechazaron la “violencia desestabilizadora de la derecha”.
Por supuesto que el discurso oficial, como el de todos los gobiernos “obreros” y “progresistas” de América Latina alineados con el “socialismo del siglo XXI”, fue que esta medida se tomó como una expresión de su conflicto con los empresarios, por la defensa de los trabajadores y para no doblegarse ante el FMI. En este discurso son acompañados por el oportunismo internacional que plantea que Ortega se enfrentó al FMI y defendió a la “clase obrera” y que la “derecha imperial” reaccionó para desestabilizar su gobierno.
El gobierno nicaragüense pensó que controlaría la reacción social como en el pasado, utilizando sus colectivos o brigadas de choque violentas, pero no fue así y fue sorprendido por el masivo rechazo de las masas en las calles. Aunque los estudiantes universitarios tomaron iniciativas de calle con su sello de clase pequeño burgués, rápidamente se incorporaron las amplias masas que se movilizaron desde los barrios. Comenzaron a surgir barricadas y enfrentamientos callejeros. El gobierno nicaragüense canceló el wi-fi gratuito que había instalado en todas las plazas públicas desde el 2014, considerando que esta plataforma servía de soporte a las redes sociales a través de las cuales se estaban articulando acciones de protesta. La situación alcanzó tales dimensiones que el gobierno resolvió llamar al diálogo al empresariado para revisar las reformas al INSS.
El empresariado, representado por el COSEP, convocó a una marcha el 23 de abril en Managua. La población capitalina se sumó a la marcha empresarial y la desbordó. Luego de la marcha se planteó incorporar a los estudiantes y a la iglesia al diálogo. El 28 de abril fue la iglesia la que realizó una “Peregrinación por la Paz”, que de nuevo tuvo una participación multitudinaria de las masas. El gobierno por su lado realizó el 30 de abril la movilización correspondiente al 1ro de Mayo, cerrada con el discurso del presidente Ortega.
Los movimientos de oposición ven en esta coyuntura la oportunidad de acrecentar sus mermados liderazgos. Si la burguesía determina que el gobierno del FSLN no le garantiza la continuidad de la explotación de los asalariados en un ambiente de paz social, como en los últimos años, tendrá la opción de optar por los opositores, que igual garantizarán sus intereses.
El COSEP rechaza la reforma del INSS porque afecta sus intereses, pero los empresarios se han beneficiado del gobierno que los ha liberado de muchos impuestos y les ha facilitado la explotación a los trabajadores. El COSEP, así como hoy los empresarios en todo el mundo y el FMI, es partidario del aumento de la edad de jubilación a más de 70 años y del aumento de las semanas de cotización.
El signo burgués que toman las negociaciones queda claro en la agenda del diálogo: a) investigación de los asesinatos durante las manifestaciones, b) reformas al sistema electoral para garantizar elecciones “libres y transparentes”, c) reformas institucionales que garanticen el “Estado de Derecho” y la eliminación de la corrupción, d) resolución de la crisis del INSS. Ambos bandos políticos burgueses, gobierno y oposición, actuarán para evitar que las masas de los asalariados se unan y organicen por la base en torno a consignas propias, como exigencia de aumento salarial, reducción de la jornada de trabajo y reducción de la edad de jubilación.
Durante el mes de mayo han continuado los cierres de carreteras, las barricadas y los enfrentamientos entre manifestantes y la policía. Parte de las trancas de carreteras han sido ejecutadas por el “movimiento campesino anti-canal”, en defensa de sus tierras. También comenzaron a realizarse saqueos a los comercios. Por lo tanto se ha seguido ampliando la lista de muertos, heridos y detenidos. El 13 de mayo se realizó una caravana de vehículos con numerosa participación que partió de Managua hacia Masaya, en respaldo a esa ciudad donde los enfrentamientos el sábado 12 dejaron al menos 1 muerto y unos 150 heridos.
El presidente Daniel Ortega anunció el 22 de abril la derogación de la reforma de la seguridad social en Nicaragua. Pero la oposición está impulsando la exigencia de la renuncia de Ortega o la convocatoria a elecciones. El 12 de mayo el Ejército Nicaragüense emitió un comunicado a través del cual hizo un llamado a la “no violencia” y dio respaldo al diálogo. El 14 de mayo el gobierno anunció que autorizó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a realizar una visita de trabajo para observar la situación de los derechos humanos en el país, luego de la muerte de al menos 54 personas.
Mientras tanto no se perfila una participación independiente de la clase obrera, ni se observan sus consignas, ni toman cuerpo sus formas de lucha, dentro de las que destaca la huelga.
Ya sea que luego de esta coyuntura se mantenga el gobierno del FSLN o ya sea que los opositores tomen el control del gobierno, los trabajadores nicaragüenses no tienen nada que esperar del gobierno burgués. Al igual que en todo el mundo los trabajadores nicaragüenses deberán transitar el camino de la unidad y organización por la base, para reanudar la lucha reivindicativa y de clase, al margen de los sindicatos patronales del régimen y de los llamados a las salidas electorales y de defensa de la patria y la economía nacional, proclamada por todos los oportunistas.
El verano pasado se produjeron importantes desarrollos en la cuestión de Libia, en particular entre los gobiernos italiano y francés, comités de negocios de los respectivos capitalismos, mayormente interesados en la repartición de los enormes recursos petrolíferos del país.
Resumimos la sintética descripción de los hechos de nuestro artículo anterior, en el número 382 de este periódico.
La intervención del capitalismo francés, entonces tenía dos objetivos importantes: el más urgente era impedir el proyecto de Gadafi de sustituir en las antiguas colonias africanas, la moneda única circulante, el Franco CFA, ligado y controlado por el Banco de Francia, con una nueva moneda africana. El segundo era romper el cuasi monopolio de la italiana ENI sobre los hidrocarburos libios, reforzado por el acuerdo económico entre Gadafi y Berlusconi redactado en el 2008, mediante el cual el rais libio, ya dueño del 7% de las acciones de ENI, podría alcanzar el 10% de participación, proporcionando así a la compañía italiana nuevos capitales frescos para emprender más inversiones en Libia y más allá.
Eliminar físicamente a Gadafi fue en el 2011, finalmente considerado necesario, ya que las formaciones de los opositores y de los rebeldes, sostenidos por París, no serían capaces de derrotar al ejército libio. Esa política de Francia continuó después. Otros actores fueron Rusia, Reino Unido, Egipto, USA y las petromonarquías árabes.
En el territorio la situación por el momento se ha estabilizado en dos polos: el de Trípoli, reconocido por las autoridades internacionales, bajo la efímera dirección del jefe islámico Fayez Al-Serraj, considerado, no sólo por la oposición interna, sino también por la externa, como una marioneta en las manos del gobierno italiano, y el de Tobruk, de hecho dominado por las consistentes milicias del general, Khalifa Haftar, en el que la política de Francia pretende constituir un gobierno central único bajo su influencia. También existe la propuesta francesa, apoyada por la ONU, de unificar las diversas milicias en un solo ejército, que sería dominado por la gran mayoría de las tropas de Haftar.
La ENI, según las últimas informaciones, todavía posee el 48% de la producción de petróleo y el 41% de la producción de gas natural de los yacimientos en Cirenaica y en Fezzan. Sin embargo, la reciente declaración del gobierno de Tobruk de vetar las operaciones de las empresas italianas en Cirenaica, para obtener nuevos contratos, extendiendo esos en su lugar y constituir joint venture con empresas locales, pone en serio peligro las actividades de la multinacional italiana. La ENI también está en dificultades en el vecino Sudán, donde todavía mantiene los yacimientos petrolíferos, de difícil explotación en ese territorio, controlado por tribus que siempre se han dedicado al contrabando y al tráfico y mercado de esclavos, que se procuran capturando los migrantes africanos. Estos, atraviesan el Sudán, tratando de llegar a las costas libias, en el tristemente famoso “viaje de la muerte”, y embarcarse en las balsas hacia Italia.
Por otra parte, el Ministro Munir Assar del gobierno de Tobruk declaró a la agencia de prensa libia, Lana, que la resolución número 37 del 14 de agosto “fue tomada debido a la hostilidad abierta de Italia hacia el pueblo libio (...) Nuestros amigos que están a nuestro lado durante esta crisis, tienen más derecho a una asociación económica (...) La tecnología no es un monopolio de los italianos”. Más claro que eso!
En contraste con la acción de París, con el apoyo de todos sus socios, en el caso contra la ENI, el gobierno italiano ha mostrado indecisiones, errores flagrantes de valoración y decisiones precipitadas, todo en el itálico estilo, independientemente de quién ocupa la poltrona romana. Bajo el pretexto de detener la inmigración clandestina, anunció una misión naval militar italiana, inicialmente solicitada por Al-Serraj, en apoyo a su guardia costera, misión que seguramente habría obligado a los franceses a responder adecuadamente. Haftar declaró poder detener el tráfico de inmigrantes clandestinos, pero veladamente le pidió a Italia unos diez millardos de euros por el servicio.
Al-Serraj, en un esfuerzo por proteger la débil cohesión de su gobierno de los ataques del rival Haftar, pero sobre todo para ir contra los que lo acusaron de llevar las naves militares italianas en las aguas territoriales frente a Trípoli, ordenó a la Guardia Costera bajo su control, obstaculizar a los contrabandistas, después de años de negocios sucios en común. Esto para demostrar que tendría el control del territorio y las eficientes fuerzas fieles.
Así que el 5 de agosto de 2017 la Guardia Costera de Libia detuvo dos embarcaciones que estaban fuera de las aguas territoriales, bloqueando 826 desesperados, reportados retenidos y abarrotados en infernales “centros de acogida”, en casi todas partes gestionados por los mismos traficantes.
El efecto sobre la burguesa “opinión pública” de Italia durante las vacaciones fue notable, haciéndola parecer una “solución” que “resolverá definitivamente el problema”. Pero los datos de Viminale1 hablan de 95.215 ingresos desde el 1 de enero hasta el 2 de agosto de 2017, casi lo mismo que los 97.892 del mismo período de 2016. Muy pronto las partidas se han trasladado a otros lugares, principalmente desde Túnez, donde la Guardia Costera ha hundido recientemente un barco de desafortunados.
De los contrabandistas, la lucha fue extendida a las diversas ONG dedicadas al rescate de los migrantes, algunas de las cuales fueron acusadas de cierta coordinación con éstos en el tráfico.
Al-Serraj, las tribus beduinas de Tripolitania y las del Sur, se ven obligadas a apoyar la política italiana para tener alguna protección contra la agresiva política francesa: serían fácilmente eliminadas de la escena por las tropas de Haftar. Es bien conocido que Al-Serraj no es el hombre del futuro de Libia, y se presenta, en particular a Italia, como el potencial nuevo representante de una Libia “laica” y unificada. Pero sus aliados actuales llevan a cabo toda una política contraria a los intereses italianos. La crisis económica agudiza las contradicciones entre los Estados imperialistas y los pactos y las alianzas, incluso de varias décadas, están destinadas a ser puestas en discusión.
Las migraciones de África
La de los migrantes no es una emergencia contingente o ligada a la cuestión libia, sino un fenómeno provocado por la crisis general mundial del capitalismo. La burguesía italiana ha intuido durante años el asunto de las decenas de miles de inmigrantes que, impulsados por el hambre, las guerras, la falta de perspectivas de vida, se trasladan desde varias regiones de África a Europa. El objetivo no es asegurar la migración civil de los pueblos en esta parte del planeta, sino recibir los fondos comunitarios y mantener el mercado laboral italiano bien abastecido con mano de obra barata.
Los acuerdos entre el gobierno de Renzi y la Unión Europea salieron a la luz
en el 2014. En una entrevista el 7 de julio, Emma Bonino, ministra de Asuntos
Exteriores en la época del acuerdo, informó: “En el 2014-2016, cuando durante el
gobierno de Renzi (...) debíamos pedir que todos los desembarcos ocurrieran en
Italia, incluso violando Dublín (...) que el coordinador fuese a Roma, a la
Guardia Costera, y que todos los desembarques tuvieran lugar en Italia, lo
pedimos, el acuerdo lo logramos”. En particular, se refirió a la operación
europea Tritón, que comenzó en 2014. Concebida, no como una operación de rescate
sino como un control fronterizo, previsto para las naves de los países europeos
en acción en el Mediterráneo y el desembarco de migrantes en los puertos
italianos. Los barcos de las ONG habrían sido para operar los rescates en el
mar, dentro de esos acuerdos.
Todos fingieron no ver que se trataba solo de un intento de racionalizar este
tráfico moderno de seres humanos.
En esa situación, la Unión Europea propuso a Italia y a Malta convertirse en puertos libres para los migrantes, a cambio de un apoyo financiero y de una distribución equitativa de los extranjeros dentro de la Unión, mediante un sistema de cuotas. Malta se negó, pero el gobierno de Renzi decidió arriesgarse. De hecho, el sistema rápidamente se estancó, por tres causas principales: la primera porque Bruselas sesgó los financiamientos; el sistema de cuotas encontró fuertes obstáculos al interior de la Unión, con el cierre alternativo de las fronteras en el 2016 en Francia y Austria y de los países de la zona eslavo-danubiana que se adhirieron recientemente a la Unión. La tercera porque la presión de los desposeídos que parten aumenta, y ciertamente no por la responsabilidad de las organizaciones “criminales” de los transeúntes, que solo responden a una demanda efectiva.
Entonces se repitieron los rechazos, independientemente del destino de esas miles de personas desesperadas sometidas a todas las formas de violencia.
Los campos de concentración
La “solución” propuesta por la lógica del capitalismo, sostenida también por las diversas organizaciones de la ONU, es, obviamente, peor que la enfermedad: constituir los “centros de acogida” de los migrantes en Libia, de los cuales extraer, según sea necesario, la fuerza de trabajo requerida por el capitalismo europeo, una suerte de “almacenes” de recolecta y acopio de fuerza de trabajo a bajísimo costo, justo en las afueras de los países europeos. Reconozcámoslo: campos de concentración permanentes en los que se repite la triste experiencia de innumerables campos de refugiados que surgieron durante los años noventa y la primera década del milenio en África, como resultado de las numerosas crisis locales, fomentadas por los intereses despiadados de las grandes Corporaciones internacionales, que dan su pago a las voraces clases dominantes locales.
Estos “campos de larga permanencia” han provocado y provocan un daño inmenso: han destruido generaciones enteras, relegadas a los campamentos de tiendas de los cuales, de hecho, es imposible irse. Decenas de miles de hombres y mujeres se concentran en espacios muy reducidos, forzados a la inanición y el hambre, diezmados por las privaciones, el abuso y la enfermedad, impedidos para cualquier integración social con la población nativa. La única posibilidad de escapar de este destino trágico es venderse a las organizaciones criminales que tienen un alistamiento fácil entre estos desesperados.
Estos campos de concentración no son una novedad. Solo entre Kenia, Tanzania y Uganda hay 4 millones de refugiados de guerras olvidadas en los vecinos Burundi, Congo y Sudán del Sur. Un caso significativo es el del campo de refugiados más grande en el mundo, el de Dadaab, en Kenia, que hospeda 350.000 bien desesperados, construido en 1991 como una solución temporal para aquellos con familias enteras que abandonaron Somalia debido a la guerra civil. Hoy se ha convertido en una ciudad con tiendas, cabañas, escuelas, estaciones de policía. Algunos han vivido allí durante veinte años. El 9 de febrero de 2017, la decisión del gobierno de cerrar el campamento fue bloqueada por el Tribunal Superior de Justicia de Kenia, que declaró que había bases de Al-Shabaab, un sanguinario grupo extremista somalí vinculado a Al Qaeda. ¡Mover a los ocupantes habría implicado un costo excesivo!
Estos y otros números nos dicen que los proletarios que intentan llegar a Europa desde África son solo una pequeña parte de los sin reservas encarcelados dentro del continente: ¡más que una invasión!
La segunda “solución” al drama de la inmigración propuesta por la burguesía europea es aquella, demagógica, de “ayudarlos en su casa”: invertir en los países de origen de los flujos migratorios, con el fin de eliminar la causa que origina la onda migratoria, la miseria del subdesarrollo. Este programa de un “capitalismo con rostro humano”, sabemos que es imposible: es precisamente la intervención del capitalismo en el continente africano, con su séquito de guerras por el acaparamiento de los recursos naturales, de los cuales es rico, con la consiguiente destrucción de las economías locales más atrasadas, que comenzó para los pueblos de África con el dramático ingreso en el infierno capitalista de la explotación, del hambre, de la guerra permanente. La única cara verdadera del capitalismo es, de hecho, la de la ganancia y el beneficio a cualquier costo; el crecimiento y el enriquecimiento para el capital significan miseria para el proletariado. Y si va a tener desarrollo el capitalismo en el continente africano, como seguramente lo habrá, esto no va a ocurrir a través de la “colaboración” entre los rapaces imperialismos mundiales, europeos, estadounidense, ruso y chino, sino a través de su confrontación violenta, sobre la piel del proletariado indígena.
Solo la revolución internacional, proletaria y comunista, con la destrucción del poder de la burguesía y de la forma económica propietaria, eliminará las bases de las condiciones de toda miseria, de la guerra y de las migraciones por necesidad. Las artificiales fronteras nacionales serán demolidas y todos los humanos podrán moverse libremente en el planeta, dentro de un vasto plan para la más completa y sana realización de toda la especie humana.
La fuerte desaceleración de la acumulación de capital a lo largo del ciclo que va de 1973 al 2007 estuvo acompañada de un aumento considerable del endeudamiento, tanto público como privado, y de una especulación sin precedentes en el ciclo 1950-1973. En este momento, el endeudamiento en todos los grandes países capitalistas, incluida China, va más allá de lo alcanzado por los Estados Unidos en vísperas de la Gran Depresión de 1929-1932. De hecho, en 1932 el índice de la producción industrial había alcanzado el punto más bajo después de una caída del 43%.
La especulación se vuelve tanto más frenética cuanto más la acumulación de capital se desacelera por la caída en la tasa de ganancia. Los bancos, las compañías de seguros, los fondos de inversión, los fondos de pensiones, etc..., se arrojan al cadáver con la especulación en lugar de invertir en la industria, que paga demasiado poco. La especulación no crea riqueza, es un juego en el que hay quienes pierden y quienes ganan intercambiando grandes cuotas de plusvalía ya producida: de hecho es extorsionada la totalidad de la población, a la cual le vacían los bolsillos.
Si la acumulación de capital se ralentiza luego de la caída en la tasa de ganancia, la masa de mercancías producidas por la industria sigue siendo gigantesca y la demanda de materias primas necesarias para su producción sigue sostenida. Tal demanda se ve hoy además acrecentada por la acumulación acelerada de capital en China. Durante todo el período de 2000 a 2007, aunque el crecimiento industrial en los antiguos países imperialistas se ha mantenido en niveles modestos, su considerable volumen total mundial requirió un volumen de materias primas que hizo necesarias mayores inversiones para la investigación y la extracción tanto de petróleo y gas natural como de metales. Estas inversiones se han llevado a cabo mirando a largo plazo, y sus efectos se sienten hoy, cuando la producción industrial mundial es inferior al máximo de 2007.
Esta fuerte demanda de materias primas primero favoreció la especulación, empujando los precios hacia arriba. Los especuladores, ya sea sobre cereales, metales o recursos energéticos, contando con una fuerte demanda, compran grandes cantidades, a menudo a plazos determinados, es decir, con pago diferido, por ejemplo de 3 meses, provocando así una escasez temporal, a la espera de que los precios suban antes de revenderlos, obteniendo una ganancia. Es así como el precio del petróleo pudo superar los 150 dólares por barril y que los cereales vieron su precio subir a las estrellas en 2007-2008, agravando las penurias y la escasez. Esta estafa es organizada en forma completamente legal, con la bendición de los Estados, que existen solo para defender los intereses de la gran burguesía.
La misma especulación tuvo lugar en el sector inmobiliario, pero también en títulos valores de todo tipo. Compran títulos, bonos, acciones, etc., es decir, préstamos a interés, no tanto en vista de estos intereses, sino simplemente en la perspectiva de ver crecer sus cotizaciones, y por lo tanto revender a un precio más alto. Se contraen también deudas con este propósito. La especulación es tanto más frenética ahora que el dinero no es caro, que el “precio del dinero”, es decir el interés, es bajo.
Una técnica financiera es la “titularización” o “bursatilización”, que consiste en vender juntos préstamos de diferente calidad y naturaleza, partiendo de la esperanza de que, combinando títulos diversos, se reduce el riesgo: los créditos que se volvieran incobrables serían compensados por los otros. Estos “montajes” se han utilizado en los Estados Unidos desde principios de los años 70. Los productos “derivados” por otro lado, son los contratos de seguro contra un riesgo financiero. Se vienen utilizando desde el siglo XVII para los cereales en los centros financieros de Londres, Amsterdam y París, y siempre han permitido a los bancos obtener beneficios sustanciales.
Pero a partir de los años 90, y sobre todo durante el ciclo 2000-2007, la especulación se distingue por su amplitud y por una renovada “creatividad” en el “montaje” de los títulos valores de todo tipo. Los bancos producían valores de titularizados, que cedían a compañías ad hoc, las cuales se encargaban de venderlos, haciéndolos salir así de sus balances, y transfiriendo el riesgo al idiota que los había comprado. En los productos derivados, que permiten en efecto ganancias significativas, así como también pérdidas, se han utilizado títulos valores de todo tipo. El producto derivado tiene la ventaja de que no es sometido a ningún control y la banca puede sacarlo de sus balances como si nada hubiera pasado. Hoy en día los derivados mantenidos por el Deutsche Bank, Barclays, BNP Paribas y Royal Bank of Scotland representarían más de 20 veces sus activos y más de 300 sus fondos propios. El colapso de estos monstruos tendrá efectos catastróficos.
Los financistas parten del principio de que es posible calcular matemáticamente el riesgo de los títulos valores individuales del derivado, y por lo tanto, un pronóstico sobre el riesgo general. Sólo que cuando la crisis general de sobreproducción se manifiesta, la insolvencia y las quiebras de empresas llegan en cadena, la burbuja explota y salta todo alrededor de la olla de presión.
Esto es lo que sucedió a fines de 2007 y 2008-2009.
En el momento de mayor euforia el valor de los valores titularizados había llegado a 7.424 millardos de dólares, es decir, la mitad del PIB de Estados Unidos, mientras que el Dow Jones, el índice de la Bolsa de Nueva York, el 11 de octubre 2007 alcanzó el record vertiginoso de 14.198 puntos con un aumento del 84% en comparación con septiembre de 2002.
Pero lo que debía suceder, inevitablemente sucedió. Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión estadounidense, estaba haciendo ganancias considerables en el sector inmobiliario, que estaba en pleno auge, con los préstamos hipotecarios titularizados. En 2006 su portafolio de títulos valores hipotecarios alcanzó los 146 millardos de dólares, con un volumen de negocios de 19,3 millardos y una ganancia neta de 4,2 millardos. Estas operaciones eran realizadas a través de un “efecto de apalancamiento” de 31, es decir que estos 146 millardos representaban 31 veces el valor de los fondos propios del banco, todo el resto fue tomado en préstamo por el mercado bancario, para ser prestado una segunda vez. En el primer trimestre de 2007 los primeros síntomas de la crisis de sobreproducción se hicieron sentir con algunos incumplimientos en el pago de cuotas de préstamos hipotecarios. El banco tuvo que endeudarse para hacer frente a las pérdidas y a los reembolsos. La máquina se atasca porque el número de los pagos perdidos aumenta exponencialmente. Además esos préstamos tenían tasas variables. El 17 de marzo de 2008, luego de que Bear Stearns, el segundo grupo financiero en créditos hipotecarios, había tocado la quiebra, Lehman Brothers vio precipitarse sus acciones en la bolsa en un 48%. La agonía del banco continuará hasta el 13 de septiembre, después de que su valor en la bolsa había caído en un 93%, obligándolo a declarar la quiebra.
Un segundo mastodonte, la AIG, la primera aseguradora del mundo, cuyos activos superaban los 1.000 millardos de dólares (el PIB de Italia en 2007 fue de 2.203 millardos de dólares), poco después del colapso de Lehman Brothers fue salvado por el Estado estadounidense gracias a un aporte de fondos públicos de 182 millardos. Sin esta inversión, todo el sistema financiero internacional se hubiera arriesgado a caer como un dominó.
Las acciones en la bolsa se hundieron y el Dow Jones tocó su nivel más bajo el 9 de marzo de 2009 (6.457 puntos): una caída del 54% que superó la de 1931, que fue del 52,6%.
Si el valor de las acciones aumenta o se precipita, el país no es más rico o más pobre que antes. Si un agente adquiere un inmueble por un millón de euros, que posteriormente, a causa de la especulación, infla su precio hasta 2 millones, la riqueza del país no ha aumentado en un centavo: si este agente vende ahora el inmueble al precio de 2 millones, se embolsa una riqueza de 2 millones, pero que se han producido antes: solo hay una transferencia de un valor que ya estaba en posesión del comprador. Por el contrario, si el inmueble, luego de una recesión, ve que su precio cae por debajo de un millón, el agente pierde parte de su capital invertido a favor del comprador. Ocurre lo mismo con todos los títulos con el vaivén de sus cotizaciones. Todo este juego solo permite a un estrato de parásitos vivir en el lujo a expensas de los burgueses imbéciles, pero siempre se trata de la plusvalía que ya se ha producido en el proceso de producción. En la bolsa los burgueses intercambian dinero entre ellos, exactamente como en una partida de poker. Por el contrario, en el caso de la especulación sobre las materias primas, cereales, petróleo, etc., es toda la sociedad la que se ve defraudada, hasta el punto de matar de hambre a los pobres. ¡Estos parásitos merecen trabajo forzado!
Los bancos centrales y los Estados intervienen generosamente para evitar el colapso del sistema financiero porque una recesión sería hoy mucho peor que la de 1929-1931. Cuando la crisis golpea al dinero, éste se vuelve escaso y más caro. En estos casos, los bancos dejan de prestar dinero, y sin estos préstamos, que normalmente se efectúan cotidianamente, todo el sistema financiero se paraliza, incluso en los flujos financieros internacionales. Se hace más difícil para los bancos europeos obtener dólares para sus inversiones internacionales. Dentro de Europa, el Norte ya no quiere prestar dinero al Sur y, aunque anteriormente el mercado europeo había tendido a unificarse, ahora cada uno de ellos se repliega en su propio mercado nacional.
Los Estados estaban endeudados por salvar a los bancos, hasta el punto de que algunos de ellos se vieron obligados a declararse insolventes o en la situación de tener que amenazarlos.
La enérgica intervención de los bancos centrales, la FED (Reserva Federal de EEUU), el Banco de Inglaterra, el BCE (Banco Central Europeo), el Banco de China, trató de retrasar el colapso del sistema financiero, ya sea recomprando millardos de títulos valores, bonos del tesoro o hipotecas, ya sea prestando a la banca cientos de millardos a tasas cercanas a cero, o incluso nacionalizándolos como sucede en el Reino Unido. El dinero progresivamente vuelve a circular y los Estados, que ya no pueden obtener préstamos en el mercado a una tasa razonable, pueden hacerlo nuevamente en sus bancos nacionales, rescatados por el banco central.
Los bancos centrales también prestaron dinero a los bancos acreedores o compraron sus títulos valores, pero éstos, en vez de prestarse entre ellos, lo depositaron en sus cuentas corrientes en la banca central. Miles de millardos afluyeron hacia los bancos centrales.
El segundo efecto, y no de menor importancia para la burguesía, es que el valor de los títulos comenzó a levantarse de nuevo: después de haber tocado el punto más bajo el 9 de marzo de 2009, el Dow Jones aumentó regularmente hasta superar el 8 de marzo de 2014 el pico máximo de octubre de 2007 con un índice de 14.413 puntos. En julio de 2017, ¡superó los 20.000 puntos! La grande y la pequeña burguesía fue presa de un gran temor, al ver la ruina de cerca. Pero si no se pierde nada, será para la próxima vez. Mientras tanto, alguien ha perdido sus ahorros, y esto no está mal.
En China los bancos abrieron muchos créditos, aplicando las directivas del banco central. Esta conducta, junto a las grandes obras públicas que movilizaron cientos de millardos de dólares, ha evitado una clara recesión. Los efectos secundarios son el crecimiento de la especulación, gracias al dinero fácil y una fuerte inflación.
El dinero es abundante y no es caro, como dicen los economistas burgueses. Pero evidentemente no se regala por la calle al primero que venga. Los Estados pueden pedir dinero prestado a bajo costo, aunque se endeudaron mucho durante la crisis. Las grandes compañías de los países imperialistas, que han reforzado sus cajas fuertes, luego de las reestructuraciones, contratan préstamos baratos, no tanto para invertir, ya que no hay muchas perspectivas de recuperación, sino para preservar su atesoramiento, que invierten en las finanzas!
Los Estados y las grandes empresas de los países en vías de desarrollo, los cuales, a diferencia de los antiguos países imperialistas, no estaban en recesión, podían contraer deudas baratas. Estos capitales norteamericanos, europeos y japoneses, que se encontraban ociosos en los continentes de origen, se expatriaron a aquellos países donde el capital continuaba acumulándose a un ritmo sostenido o al menos discreto. Pero la fiesta para estos países terminó en el 2014, cuando la FED puso fin a su tercera “flexibilización cuantitativa”, acelerando la llegada de una recesión que comenzó a tener sus efectos en un cierto número de estos países: Brasil, Sudáfrica, etc.
DEUDA EN % DEL PIB (BRI) | |||||||||||||
2007 | 2008 | 2009 | 2010 | 2011 | 2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016 | ||||
PUBLICO | |||||||||||||
Japón | 145,3 | 149,8 | 168,5 | 175,8 | 189,7 | 196,6 | 202,9 | 210,6 | 207,9 | 212,9 | |||
Italia | 105,3 | 107,9 | 120,7 | 119,5 | 112,3 | 130,7 | 138,6 | 150,9 | 152,9 | 151,3 | |||
Bélgica | 89,9 | 97,7 | 105,5 | 104,0 | 106,6 | 116,4 | 114,8 | 126,1 | 123,1 | 124,2 | |||
Reino Unido | 44,6 | 54,8 | 68,5 | 81,9 | 95,8 | 98,2 | 94,5 | 105,6 | 104,9 | 116,6 | |||
España | 36,5 | 41,5 | 55,2 | 59,5 | 69,4 | 86,2 | 99,9 | 112,9 | 111,6 | 112,2 | |||
Francia | 65,8 | 71,8 | 83,2 | 86,8 | 90,7 | 99,8 | 99,7 | 108,7 | 109,0 | 111,0 | |||
Estados Unidos | 60,7 | 71,6 | 81,5 | 91,1 | 99,7 | 102,5 | 99,0 | 101,3 | 100,1 | 100,8 | |||
Alemania | 63,9 | 68,0 | 75,3 | 84,5 | 84,3 | 86,8 | 81,8 | 82,2 | 78,0 | 75,3 | |||
DE LAS EMPRESAS NO FINANCIERAS | |||||||||||||
China | 96,8 | 96,3 | 119,9 | 120,7 | 119,9 | 130,6 | 140,7 | 149,9 | 162,7 | 166,3 | |||
Bélgica | 122,6 | 141,0 | 148,1 | 135,7 | 143,0 | 147,8 | 149,0 | 150,5 | 154,8 | 163,2 | |||
Francia | 103,9 | 108,9 | 112,6 | 111,8 | 116,8 | 120,6 | 118,8 | 125,8 | 126,6 | 128,5 | |||
España | 124,4 | 127,5 | 130,3 | 132,2 | 132,2 | 126,0 | 120,0 | 112,6 | 106,7 | 101,7 | |||
Japón | 98,3 | 103,5 | 106,7 | 101,5 | 101,8 | 99,8 | 98,5 | 97,4 | 94,4 | 95,5 | |||
Reino Unido | 83,3 | 93,9 | 91,9 | 86,9 | 85,5 | 87,6 | 82,1 | 76,3 | 73,4 | 76,2 | |||
Italia | 75,7 | 78,4 | 81,1 | 81,3 | 79,3 | 83,4 | 81,4 | 80,4 | 77,6 | 75,9 | |||
Estados Unidos | 69,8 | 72,6 | 70,4 | 66,8 | 66,1 | 66,7 | 67,4 | 68,7 | 70,7 | 72,5 | |||
Alemania | 55,9 | 57,0 | 58,3 | 55,3 | 52,6 | 53,0 | 54,9 | 52,6 | 52,6 | 53,2 | |||
DE LOS HOGARES | |||||||||||||
Reino Unido | 93,2 | 94,4 | 97,0 | 93,9 | 91,3 | 90,1 | 87,7 | 85,9 | 86,3 | 87,6 | |||
Estados Unidos | 97,7 | 95,4 | 95,7 | 90,6 | 86,2 | 83,2 | 81,4 | 80,2 | 79,2 | 79,5 | |||
España | 81,1 | 81,9 | 84,0 | 83,5 | 81,8 | 80,6 | 77,1 | 72,7 | 67,8 | 64,4 | |||
Japón | 62,9 | 62,9 | 65,4 | 62,5 | 63,5 | 62,9 | 62,8 | 62,3 | 61,8 | 62,5 | |||
Bélgica | 45,7 | 48,3 | 50,5 | 51,5 | 53,7 | 54,7 | 55,8 | 57,8 | 58,8 | 59,4 | |||
Francia | 46,5 | 48,6 | 52,5 | 53,7 | 54,8 | 55,2 | 55,6 | 56,0 | 56,6 | 57,4 | |||
Alemania | 61,1 | 59,5 | 61,8 | 59,2 | 57,0 | 56,3 | 55,3 | 54,2 | 53,6 | 53,4 | |||
China | 18,8 | 17,9 | 23,5 | 27,2 | 27,7 | 29,7 | 33,1 | 35,7 | 38,8 | 44,4 | |||
Italia | 38,2 | 39,1 | 42,5 | 43,7 | 43,8 | 44,0 | 43,5 | 42,7 | 42,1 | 41,4 | |||
DEL SECTOR NO FINANCIERO | |||||||||||||
Bélgica | 168,3 | 189,3 | 198,7 | 187,2 | 196,6 | 202,5 | 204,8 | 208,2 | 213,6 | 222,6 | |||
China | 115,5 | 114,2 | 143,3 | 147,9 | 147,6 | 160,3 | 173,8 | 185,6 | 201,6 | 210,6 | |||
Francia | 150,4 | 157,5 | 165,2 | 165,5 | 171,6 | 175,9 | 174,4 | 181,8 | 183,3 | 185,9 |
Entonces, ¿en qué punto estamos después de diez años de recesión? El endeudamiento de los Estados ha alcanzado picos nunca antes vistos y, aparte del Estado alemán que ha reducido ligeramente el endeudamiento propio, todos continúan endeudándose. En promedio, su endeudamiento, expresado como porcentaje del PIB, es el doble que el de los Estados Unidos en vísperas de la Gran Depresión de 1929 y para el Japón hasta el cuádruple. La deuda pública de los Estados Unidos en vísperas de la Gran Depresión alcanzó casi el 54% del PIB.
El endeudamiento, tanto público como privado, dependiendo de las fuentes, puede también duplicarse. Por ejemplo, el Banco de Francia solo tiene en cuenta las deudas con los bancos, mientras que muchas deudas se contrajeron con organismos institucionales como aseguradoras, fondos de inversión, fondos de pensiones, etc. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) tiene en cuenta todos los préstamos, pero agrega también algunos costos inevitables que no son deudas en sentido estricto. En última instancia, parece que el Banco de Pagos Internacionales es el que proporciona datos más cercanos a la realidad, y aquí nos referimos a sus datos.
En el sector privado el endeudamiento, tanto de los hogares como de las empresas no financieras, después de haber alcanzado el máximo en el 2009, marca una ligera disminución, excepto en Bélgica y Francia, donde continúa creciendo. El endeudamiento de los hogares en Francia se explica por la compra de viviendas, gracias a tasas de interés muy bajas: en el 2016 los bancos prestaron en promedio al 1,5% por veinte años. Los hogares más endeudados son los anglosajones: el 87,6% del PIB en el Reino Unido y el 79,5% en los Estados Unidos en el 2016, frente a un endeudamiento del 62% al 41% en los otros países. Cabe señalar que el endeudamiento de los hogares chinos es del 44% del PIB.
En lo que respecta a las empresas no financieras, la deuda en China asciende al 166% del PIB, el nivel más alto, seguido de Bélgica con el 163,2%, luego Francia con el 128,5% y España con el 101,7%. Japón tiene un índice de endeudamiento intermedio de sus empresas no financieras con el 95,5%. Los otros países se sitúan por debajo del 80% del PIB, que todavía es mucho. El país menos endeudado, y esto no nos sorprende, es Alemania con el 53,2% del PIB.
La contrapartida de este endeudamiento es la masa de títulos valores que se encuentran en los balances de los bancos y en los organismos institucionales. Por lo que respecta a los bancos, la cantidad de préstamos morosos, es decir, aquellos de los que no se ha recibido ningún pago en los últimos tres meses, en Europa asciende a más de 1.000 millardos de euros, de los cuales aproximadamente 349 corresponden a Italia. En cuanto a los otros organismos, estamos en total oscuridad: ¡no sabemos absolutamente nada!
Mientras tanto, el “shadow banking”, el sistema bancario “en la sombra”, ha asumido una importancia creciente en las últimas décadas, en medida inversamente proporcional a la disponibilidad cada vez más reducida de los bancos para otorgar préstamos. Se estima que su peso a finales de 2015 ascendió a 92.000 millardos de dólares, o el 122% del PIB mundial, de los cuales 30.000 millardos en Europa y 26.000 en los Estados Unidos. Para China se estima un peso de 8.000 millardos de dólares, un valor ciertamente inferior a la realidad, conociendo las tradiciones chinas en este campo. Estas cifras son simplemente indicativas, porque una buena parte de las actividades del sistema bancario “en la sombra” escapan a todo control.
¿Qué oculta la sugestiva expresión de “banco en la sombra”? Se trata de préstamos bajo la forma de créditos de consumo, por ejemplo para comprar un automóvil, o financiamiento a la inversión, bajo la forma de valores bursatilizados, más o menos sofisticados, que son otorgados o vendidos por organismos institucionales no bancarios, como las compañías de seguros de vida, los fondos de pensiones, los fondos de inversión, los “hedge funds” (fondo de inversión, también llamados fondos de cobertura o fondos de inversión libre), que son fondos especulativos, y cualquier tipo de organismo de préstamos de consumo. Lo que distingue al sistema bancario colateral es que no hay depósitos como en las cuentas bancarias y no están sometidos a la misma regulación de los bancos, los controles y las restricciones legales son mucho más débiles, o incluso están completamente ausentes para los “hedge funds”, los cuales a menudo tienen su asiento en los paraísos fiscales.
La “shadow banking” está destinada a crecer cada vez más porque los bancos quieren seguir prestando, y especulando, pero con el menor riesgo posible. Antes de la gran recesión de 2008-2009 los bancos eliminaron una parte de sus créditos de los balances y los vendieron a compañías ad hoc, cuyo propósito era revenderlos a los inversionistas. Sin embargo, los bancos continuaron especulando por su propia cuenta y sus valores titularizados se mantuvieron en los balances, que fueron considerados como los mejores. Especialmente dado que sus títulos transformados en productos derivados estaban asegurados por compañías especializadas. Una de ellas, la compañía de seguros AIG, fue la garante de “Credit Default Swaps”, que podríamos traducir como “compensación por créditos no pagados”, por un monto de 2.700 millardos de dólares para bancos diseminados por todo el planeta. Sin embargo, cuando la recesión golpeó a la AIG, se vio abrumada por una avalancha de insolvencia y no pudo hacer frente a ella. Esto obligó al gobierno de los EEUU a intervenir para evitar la ocurrencia de un shock sistémico. La caída en el curso de las acciones que sobrevino a continuación, provocó que los balances de numerosos bancos se pusieran rojos.
La Comisión Europea aprovechó esta oportunidad, con el apoyo de todos los Estados, para unificar los mercados de la Unión para el 2019. A diferencia de los Estados Unidos, que constituye un mercado único no solo desde el punto de vista geográfico sino también financiero, el mercado europeo está fragmentado no solo a nivel nacional sino también en la separación entre los mercados bancarios y no bancarios. Mientras que en los Estados Unidos, tanto las pequeñas y medianas empresas como las grandes, tienen acceso a un mercado único que les permite emitir bonos, tanto en bancos como en las instituciones no bancarias, esta posibilidad en Europa está reservada solo para grandes empresas. Las pequeñas y medianas empresas (PYME) para obtener préstamos dependen por completo de la buena voluntad de los bancos.
La compra masiva de letras del Tesoro y de bonos de las grandes empresas por parte del BCE, agotando los mercados y llevando las tasas de interés a niveles cercanos a cero, ha empujado a los inversores hacia los bonos y títulos más riesgosos, pero también más lucrativos, como los de las PYMES.
Los ahorristas hasta ahora han invertido en títulos seguros como las letras del Tesoro o de las grandes empresas estatales. En Francia, los ahorros familiares en el 2016 ascendieron a 4.841 millardos de euros y cada año se ahorran otros 70 u 80 millardos; y en Europa al menos 200 millardos cada año. Estos no son poca cosa y los Estados desearían dirigirlos a la industria y, en particular, a las PYME.
Es interesante en este punto esbozar un primer análisis de clase. Los economistas hablan de “familias”, en general y sin distinción de clase. Pero sabemos que, por ejemplo, en Francia, el 20% de los núcleos familiares tiene 3/4 de los ahorros. Si el 20% de los hogares tiene 3.631 millardos de 4.841, teniendo en cuenta que hay 37,4 millones de hogares en total, esto significa que, en promedio, cada una de estas familias más ricas tiene un ahorro de 485.394 euros. Por lo tanto, tiene que ver con la grande y la media burguesía, que posee la mayor parte del ahorro y de la riqueza en general y, sobre todo, la propiedad de los medios de producción.
En el otro extremo, hay un 20% de núcleos familiares que no ahorran o que tienen un ahorro negativo. Allí yace el verdadero proletariado, junto con los campesinos pobres, los pequeños artesanos, los trabajadores pensionados y jubilados que sobreviven con miserables cheques y el lumpemproletariado. Queda un 60% de familias que pueden ahorrar un 5 o un 10% de sus ingresos y que tienen una cuarta parte del ahorro nacional, es decir, 1.210 millardos de euros, que representa una cifra promedio de 53.922 euros por cada núcleo familiar. En este caso, nos enfrentamos al infame pantano de los estratos sociales intermedios, en los cuales se apoya la gran burguesía para mantener su dominio de clase. Afortunadamente, sin embargo, la crisis se está ocupando de proletarizarlos, liberándolos de sus ahorros. Es cierto que la gran burguesía los sacrificará primero. Algunos se unirán a las filas del fascismo, una parte se unirá a nosotros para derrocar a la burguesía.
Para incitar a las “familias”, es decir, a la burguesía y la pequeña burguesía, a comprar estos títulos valores, los Estados prevén incentivos fiscales.
Es notable el financiamiento de empresas por parte de las aseguradoras. En Francia las aseguradoras representan el 39% de los ahorros (54% de los cuales están en manos de bancos que también ofrecen servicios de seguros de vida); son títulos valores por un monto de 1.349 millardos de euros, de los cuales el 56%, 756 millardos, se han invertido en empresas francesas. Solo en 2016, se destinaron 63 millardos de euros al financiamiento de las PYME, un compromiso que se ha triplicado en solo seis años.
Por lo tanto, los bancos están listos para participar en esta creación de un mercado financiero único revendiendo valores titularizados a la “shadow banking”, que se encargará de revenderlos al inversor final. Los bancos en este paso se embolsarán una comisión y dado que continuarán administrando estos títulos valores una vez vendidos, cobrarán por el servicio, todos con riesgos menores. Y el BCE para ayudarlos a asegurar sus préstamos está listo para tomar valores titularizados.
En un artículo en “Le Monde Diplomatique” de enero de 2016 leemos: “Ni las pequeñas y medianas empresas, que constituyen el grueso del tejido productivo, ni los proyectos de infraestructura de capitales voraces, lograrán encontrar financiamientos adecuados. La causa está en los circuitos tradicionales entrelazados. Los bancos se dan la vuelta para prestar y las instituciones públicas están limitadas por restricciones presupuestarias. Pero la esclarecedora propuesta de la Comisión se refiere al desarrollo de la titularización de los préstamos bancarios. Con esta técnica, los bancos revenden sus créditos en los mercados de capitales bajo la forma de títulos valores financieros. Esto les permite deshacerse de sus riesgos, embolsándose al mismo tiempo las comisiones recibidas cuando se otorgan los préstamos. Esto es lo que hicieron alegremente a principios del año 2000, transfiriendo a los inversionistas los préstamos inmobiliarios de familias estadounidenses transformados en acciones”.
Evidentemente el BCE quiere tranquilizarnos, diciendo que se tratará de valores titularizados de calidad, y no de “subprimes”. La historia es conocida: basta con ver quién está en la presidencia de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, desde 1995 hasta 2013 jefe del gobierno de Luxemburgo, uno de los mayores paraísos fiscales.
El problema de fondo es que no basta crear organismos capaces de financiar a las empresas europeas. Para que estos últimos puedan invertir, necesitan ver perspectivas de vender, y aquí es donde radica el problema. Aunque hubo una recuperación después de finales de 2014, sigue siendo muy moderada. Lo único que está en auge es la especulación, que ha superado en intensidad y en volumen la del final de la primera década del nuevo siglo.
Hay un banco italiano que ha comprendido bien el truco, se trata del banco Intesa Sanpaolo. Este tiene en su balance numerosos créditos deteriorados. ¿Cómo resolver el problema? Los transforma en fondos de inversión: “En 18 meses hemos reducido el NPL (Non Performing Loans, créditos de “cartera vencida”, préstamos deteriorados) de 7,5 millardos de euros sin incurrir en pérdidas (...) Se trata de un modelo de negocio sostenible que se basa en la fortaleza del ahorro de los italianos” (“Les Échos”, 23 de mayo de 2017). Y bancos inescrupulosos hay ciertamente muchos otros.
Nuestro recorrido por el horizonte de la situación actual del capital
financiero no sería completo si no abordamos la cuestión candente de los
balances de los bancos centrales. Recordemos que el balance de un banco consta
de dos columnas: por una parte los pasivos, que corresponden a los depósitos,
por la otra los activos, que corresponden a los créditos realizados con el
dinero de los depósitos y que generan intereses.
Los fondos propios de un banco, que forman parte del pasivo, constituyen solo un
pequeño porcentaje del balance. Por ejemplo, los fondos propios del Bank of
America representan aproximadamente el 9,4% de su balance, en este caso
particular una cuota muy elevada. Los fondos propios del Commerz-Bank son del
6,2%, los del BNP del 5,1% y los del Deutsche Bank son solo del 3,8%, pero se
han elevado al 4,34% desde el 31 de marzo de 2017. Para financiar sus préstamos,
los bancos utilizan los depósitos de sus clientes y los completan con dinero
prestado de otros bancos. Los bancos de inversión, que a diferencia de los
bancos genéricos no tienen depósitos de los clientes, deben tomar prestado todo
el dinero que prestan a tasas más altas, en los bancos ordinarios.
Lo mismo vale para los bancos centrales. Sus clientes no son particulares (personas naturales) o empresas, sino bancos del mismo país que tienen que depositar una parte de sus depósitos en el banco central en una cuenta abierta a su nombre. Se trata de cuotas que el banco central aumenta o disminuye para regular el sistema monetario y la cantidad de préstamos que los bancos pueden otorgar de acuerdo con la situación económica. En el caso del BCE, sus clientes son los bancos centrales de la Zona del Euro. Estos últimos depositan un cierto porcentaje de sus capitales en su cuenta con el mismo BCE.
Si se toma la FED, su balance asciende en el 2017 a 4.471 millardos de dólares. Esto significa que tiene un depósito de 4.471 millardos al que corresponde una cantidad igual de créditos. Este mismo balance fue de 851 millardos en el 2005. La “quantitative easing” (flexibilización cuantitativa) permitió a los diversos bancos centrales contener la deflación y posponer el colapso del sistema financiero, pero infló peligrosamente sus balances. Estos bancos centrales compraron a la baja, y en el caso del BCE y del Banco de Japón continuaron comprando montañas de bonos del tesoro y de títulos (en el caso de la FED de valores hipotecarios) con dinero que no poseían, pero que pertenecía a los bancos depositantes. Si una proporción significativa de estos títulos fallara, los bomberos se convertirían en pirómanos, causando la bancarrota de los bancos que depositaron sus capitales en los bancos centrales. A menos que paguen con papeles, provocando así una inflación galopante que conduciría efectivamente a una devaluación de todos los títulos y, por lo tanto, también de los ahorros, excepto en el caso de los valores inmobiliarios y el oro. Una inflación del 20% reduciría el ahorro a una quinta parte.
Este es el balance de los tres principales bancos centrales: FED 4.471 millardos de dólares; BCE 4.568; Banco de Japón 4.467. El balance del BCE supera el de la FED y el del Banco de Japón, y la diferencia no puede sino aumentar ya que la FED cesó su política de “quantitative easing” el 29 de octubre de 2014, mientras el BCE continúa comprando títulos por un valor de 720 millardos de euros al año, frente a los 645 millardos del Banco de Japón. El único banco cuyo balance sería superior, según el periódico “Les Échos”, sería el de China.
Han pasado unos tres años desde que la FED dejó de comprar títulos y ahora surge el problema de la reducción de su balance general al nivel que tenía antes de la crisis, es decir, alrededor 1.000 millardos de dólares. Un problema que también surgirá para los otros bancos centrales, a condición de que la crisis del capital les deje suficiente tiempo. ¡La reducción del balance y el aumento progresivo de las tasas son un buen rompecabezas para la burguesía!
Los títulos que la FED ha comprado, llegaron a su vencimiento, son reembolsados regularmente por el deudor; pero este último pone la misma cantidad de títulos en el mercado, ya que no puede reducir su propia montaña de deudas, que, por el contrario, continúa aumentando. Hasta ahora, la FED ha recomprado la misma cantidad de títulos en el mercado, pero a partir de finales de este año debería comenzar a deshacerse de ellos progresivamente. No puede hacerlo de manera drástica porque provocaría un shock a todo el sistema financiero. Porque cada reducción de los balances obviamente se traduce en un aumento en las tasas. Un aumento en las tasas conduce a una devaluación de los títulos que se han adquirido a tasas bajas, ya que su rendimiento es inferior que el de los nuevos bonos que se emiten. Además, la recuperación de las tasas de Bonos del Tesoro a 10 años también implica una caída en el valor de las acciones. En 18 meses la FED ya ha aumentado 3 veces la tasa de referencia, que actualmente se encuentra en 1,25%. Esta decisión elevó la tasa de los bonos del Estado, y en particular de los Bonos del Tesoro a 10 años, al 2,45%. Actualmente, la mayor parte de los economistas estadounidenses consideran que una tasa del 3% para los Bonos del Tesoro a 10 años es una línea roja que no se puede cruzar, ya que daría lugar a una fuerte devaluación de los bonos aún en curso, comprados a tasas significativamente menores y se arriesgan a causar ventas masivas de acciones, lo que podría conducir a un nuevo crash.
Como se puede ver, la FED está en las condiciones de un elefante en una cristalería. Se ve obligada a moverse con pequeños pasos. Ha planeado deshacerse de los Bonos del Tesoro, comenzando con 6 millardos, que aumentará en 6 millardos cada tres meses para alcanzar un techo de 30 millardos mensuales. Para otros títulos valores comenzará con 4 millardos, que aumentará, siempre gradualmente, hasta llegar a 20 millardos. Prácticamente la FED tendrá que deshacerse de 50 millardos en títulos valores al mes. Para llegar a este ritmo mensual, le tomará un año entero, al cual debemos sumarle otros 5 años para que la FED retome su balance y la cantidad de títulos valores mantenidos antes de la crisis.
Nos dirán que nada urge y que tiene todo el tiempo. Sin embargo, la crisis puede no querer esperar. Se puede dudar de que la FED tenga tiempo para sanar su balance antes del retorno de la recesión: 6 años es un período larguísimo. La duración de los ciclos varía de 7 a 11 años. 2007 más 11 es 2018. Aun suponiendo que el ciclo en curso pueda durar más, digamos dos años, llegamos al 2020. La crisis volverá cuando la FED haya apenas comenzado a reducir su balance. ¿Y qué decir del BCE y del Banco de Japón que ni siquiera tendrán tiempo para comenzar?
Conclusiones
Hemos visto que después del 2014 hubo una recuperación industrial de los grandes países imperialistas. Sin embargo, esta es más que moderada, avanzando a un ritmo comprendido entre el 1 y el 2% por año; para Francia es inferior al 1% anual y para Japón sigue siendo decididamente negativo. Muy poco de qué presumir: todos estos países, además de Alemania, Bélgica y los Estados Unidos, tienen una producción industrial inferior a la alcanzada en el 2007, con disminuciones que van del 12% al 25%.
Estados Unidos se destacó por una fuerte recuperación en el 2010 con un +6,1%, pero luego se ralentizó para volverse negativa en el 2016. Sin embargo, este crecimiento permitió en el 2014 a los Estados Unidos superar el máximo anterior de la producción industrial. Pero si observa en detalle, nos damos cuenta de que fue el sector energético el que impulsó los índices, mientras que el nivel de producción manufacturera es aún inferior que el alcanzado en el 2007. Tomará otros 3 años, al ritmo de crecimiento actual, para retornar a ese nivel. En cuanto a la construcción su índice, éste es inferior al 56% alcanzado en el 2004!
También China se beneficia del clima actual más favorable: después de una fuerte desaceleración entre 2012 y 2015, ha marcado una cierta recuperación, siempre teniendo en cuenta que las cifras oficiales deben tomarse con pinzas. En cualquier caso, los síntomas de una severa sobreproducción están presentes: fuerte desaceleración con exceso de producción en sectores clave como el acero, el cemento, la energía, etc. Crecimiento de un fuerte endeudamiento tanto público como privado. Fácil de explicar: el crecimiento industrial en China se ha mantenido gracias a las grandes obras públicas, las considerables inversiones en armamento, que requieren mucho acero y un endeudamiento galopante, al igual que en los otros grandes países industriales que se han mantenido a fuerza de “quantitative easing” y gracias a un endeudamiento público y privado considerable.
Todo está listo para una crisis formidable de sobreproducción. La situación actual es comparable a la de la vigilia de 1929, pero para peor. El endeudamiento público y privado es mucho más alto y los Estados y los bancos centrales han agotado todas sus municiones.
Cuando la crisis de superproducción explote en China, coincidiendo con la de los Estados Unidos, la de Europa y la de otros países asiáticos, como Japón, Corea, India, etc., nada podrá detenerla, ninguna barrera resistirá, se hundirán los unos a los otros. Los bancos centrales se verán abrumados y muchos Estados se verán obligados a declararse insolventes. Los bancos fundamentales del sistema financiero global, como Deutsche Bank, caerán por docenas.
La tierra se abrirá bajo los pies de la aristocracia obrera y de la pequeña burguesía. El innoble pantano de las clases medias se arruinará y, con ellas, una parte de la gran burguesía. Proletariado y burguesía serán empujados a un choque sangriento, provocado por una fractura irreversible y una polarización de la sociedad.
Entonces la voz revolucionaria del proletariado comunista se hará de nuevo
sentir con el renacimiento a escala mundial de un gran Partido Comunista
Internacional y de una Internacional sindical roja.
Después de no pocos años de extrema crisis del capitalismo, en la recuperación
siguiente, surgirá la alternativa: o Revolución Comunista Mundial o Tercera
Guerra Imperialista Mundial.
De acuerdo con un método y un ritmo de trabajo ya bastante experimentado, que ha permitido al viviente partido sobrepasar estas largas décadas de contrarrevolución, llevamos a cabo la reunión general que, en nuestros detallados y siempre actualizados índices característicos, fue la número 129 desde 1974, en plena continuidad de método y acentos con las 62 anteriores desde 1951.
A las reuniones generales son llamados todos los militantes, individualmente, incluso si de hecho, por oportunidades de hacer exposiciones, se refieren a nombre de secciones o grupos de trabajo.
Hemos contado enviados desde Inglaterra, Francia y, desde Italia, Turín, Génova, Friuli, Cortona, Bari, Roma, Florencia, Parma. Otros, impedidos de asistir, han enviado informes sobre su trabajo y de las secciones y saludos por escrito.
Los argumentos de los muchos grupos de estudio y de nuestra actividad externa, todos muy comprometidos, son abordados con un enfoque impersonal, que desdeña toda originalidad e inventiva, y sólo tiende a rastrear en el pasado de nuestra clase y de nuestro partido y doctrina las claves interpretativas de los hechos presentes.
Aquí presentamos los resúmenes de los informes presentados en esta reunión.
Curso de la crisis económica: Producción-Comercio-Finanzas
El informe sobre el curso de la crisis económica mundial ya aparece en las páginas de este mismo número.
La actividad sindical del partido
Dividimos el informe de la actividad sindical en tres sectores: la intervención en manifestaciones con nuestros volantes; la redacción de artículos para nuestra prensa en varios idiomas; actividad dentro de los sindicatos.
Entre la reunión general de finales de mayo y la de finales de septiembre,
intervinimos en tres manifestaciones con nuestros volantes:
- en la de los obreros de las acerías de Génova y Novi Ligure, amenazados con
despidos masivos con motivo del cambio de propiedad de las plantas, incluida la
mayor en Taranto;
- por la huelga nacional en el sector del transporte (aeroportuarios,
ferroviarios, tranviarios) y de la logística del 16 de junio, proclamada por
casi todos los principales sindicatos de base, excepto la USB;
- en Francia, en París, en la manifestación del 12 de septiembre contra la nueva
reforma laboral.
Estos volantes han sido publicados en nuestra prensa. El volante francés fue presentado con una introducción de explicación y ambos fueron traducidos por la prensa italiana. El de la huelga del 16 de junio, introducido por una nota que explicaba el comportamiento de las diversas organizaciones sindicales, especialmente los considerados de base, antes, durante y después de esa huelga.
Además de esto en la prensa italiana se han publicado: un amplio comentario sobre el USB en su segundo congreso nacional; una valoración de la historia de la doble huelga “general” del sindicalismo de base; el texto completo de lo que se expuso en las conferencias, celebradas por el partido en Turín, Génova, Bolonia, Florencia, Roma, sobre el tema del frente único sindical de clase.
Pero el plan en el que más nos hemos empeñado en estos meses ha sido el de la actividad en el seno de los sindicatos. Hemos continuado siguiendo la actividad del USB y del SI Cobas, participando en manifestaciones, concentraciones y piquetes.
Luego de la huelga nacional del transporte y de la logística del 16 de junio, inmediatamente hicimos comentarios en nuestra prensa; los mismos sindicatos que la promovieron, el 8 de julio proclamaron una huelga general de todas las categorías para el 27 de octubre. Después de este llamado, nuestros compañeros colaboraron para redactar un documento en nombre de la “Coordinadora de afiliados del USB por el Sindicato de Clase”, titulado “Los problemas de la huelga del 27 de octubre”, publicado el 4 de agosto, en el que, se subrayó la importancia de movilización y se destacaron algunos límites que se venían evidenciando, con el fin de superarlos. Un cierto interés y apreciación con que fue acogido el documento, ha permitido establecer contactos con algunos militantes sindicales de varias organizaciones, y redactar junto con estos con una “Apelación para la formación de un Frente Unico Sindical de Clase, por una acción general de la lucha de toda la clase trabajadora, en defensa de la libertad de huelga”.
De la intensa actividad posterior a la publicación de este documento hemos dejado constancia en el artículo “El camino accidentado pero marcado hacia un frente sindical de clase única”.
Informe de nuestra sección venezolana
Está presente a todos los camaradas de la sección la necesidad de participar y apoyar el trabajo de difundir los principios del comunismo de izquierda en lengua española, en contacto con las luchas de los trabajadores en América Latina.
El trabajo de la sección se ha concentrado principalmente en la lectura y el estudio de artículos provenientes de los textos y de los órganos del partido, así como en seguir la situación local de los conflictos laborales, de la política y la economía. Mucho esfuerzo involucró la traducción de textos y la preparación del próximo número de “El Partido Comunista”.
Hemos logrado continuar el trabajo sindical y, a pesar de algunas dificultades independientes de nuestra voluntad y capacidad, logramos mantener el contacto con algunos trabajadores, proporcionarles la prensa del partido e invitarlos a las reuniones.
El aumento significativo en los costos de impresión, debido a la alta inflación que afecta a la economía local, nos ha llevado a reducir la circulación de nuestras publicaciones; la distribución se está realizando por otros medios a través del correo electrónico.
Con respecto a la situación en Venezuela, hemos informado al Partido que continúa el enfrentamiento político, predominantemente electoral, entre los partidarios del gobierno y de la oposición. Este choque, que tiene una gran importancia nacional e internacional en los medios, refuerza la confusión y la desorientación de los trabajadores, que no tienen su propia organización para la lucha y la protesta. Incluso cuando hubo iniciativas de luchas obreras, éstas fueron utilizadas por uno de los dos frentes burgueses en lucha, a los fines de las elecciones de gobernadores y las presidenciales de 2018.
Todavía hay una fuerte inflación en los precios de los alimentos y productos básicos. El gobierno ha aprobado aumentos salariales, pero eso no compensa la inflación. El ala progubernamental, concentrada en la Asamblea Nacional Constituyente, se debate ante la incertidumbre de pagar el costo político de un paquete de medidas económicas anticrisis o una táctica de distracción para ganar tiempo hasta las elecciones, a fin de mantener el poder en la mayoría de las gobernaciones. En cambio, la oposición busca aprovechar el descontento masivo para garantizar el voto.
No hubo grandes conflictos salariales. Incluso si hay descontento, los sindicatos del régimen se encargan de mantener la calma. Los trabajadores son movilizados solo para apoyar a uno de los dos frentes opuestos burgueses. Cuando los trabajadores de base logran liberarse del control de los sindicatos, los órganos de represión estatal y el Ministerio del Trabajo se coordinan inmediatamente para reprimirlos.
El partido de Lenin, de la Izquierda, del marxismo revolucionario de siempre
El partido reivindica total continuidad con la más pura tradición revolucionaria de la clase obrera, desde el Manifiesto de los Comunistas de 1848, a la Primera Internacional y a través de las expresiones teóricas del marxismo ortodoxo de la Segunda, restaurado y confirmado en la Tercera; se proclama heredero de la Corriente de Izquierda en la dirección del Partido Comunista de Italia en su fundación en 1921, que cuenta también con una continuidad física, de organización y de hombres, defensores, a lo largo de casi un siglo, de la incorrupta tradición del comunismo revolucionario la izquierda.
Sin perder el contacto con la clase obrera y con sus luchas cotidianas, reconocimos necesario dedicar una gran cantidad de energía, incluso en tiempos en los cuales están ausentes las condiciones para el ataque revolucionario, al estudio de los fundamentos teóricos de nuestro modo de existir y de operar, tanto para reapropiarse de ella, como para continuar el trabajo de esculpir nuestras posiciones en doctrina y en táctica; lo cual no significa “enriquecimiento”, “actualización” o, lo que es peor, revisión, sino poniendo en evidencia la cada vez más clara y detallada confirmación de la exactitud de nuestro modo de entender el proceso revolucionario.
El partido es al mismo tiempo el custodio de la doctrina y el órgano que en base a ésta deberá llevar a cabo una acción de conducción de la clase revolucionaria. Es por lo tanto importante para nosotros dedicar particular atención a este instrumento, órgano de la clase obrera, incluso cuando esta, en la gran mayoría de sus integrantes, no es consciente de ello, como en el momento actual.
El Partido Comunista Internacional no es sólo el heredero, una invención o descubrimiento de la Izquierda Italiana: es nuestra firme convicción que no hay diferencias sustanciales entre nuestro modo de entender el partido y el de Lenin, obviamente, después de evaluar de manera apropiada las diferencias históricas y ambientales entre las situaciones en las que a las dos organizaciones les tocó operar. El informe presentado en la reunión general pretendía precisamente leer la experiencia de Lenin y de su partido para identificar las características de valor general, para compararlas con las del pequeño movimiento de hoy.
Para entender qué significaba el partido comunista para Lenin, e interpretar correctamente su toma de posición, es indispensable tener claro el contexto en el cual operaba. El informe, en la primera parte presentada en esta reunión, se concentró en el período en el que tomó forma aquel que sería el partido bolchevique, antes y después del II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR).
Es en los años alrededor de 1880 que el marxismo penetra en Rusia, donde se había desarrollado el movimiento populista. En torno a la teoría marxista y las justas proposiciones sobre la táctica del proletariado en la doble revolución, se constituye en el extranjero el grupo Emancipación del trabajo.
En el primer período, 1880-1898, la lucha de los marxistas se lleva a cabo sobre todo contra el populismo ahora convertido en una doctrina reaccionaria pequeñoburguesa, que defendía una especie de socialismo rural, basado en la comunidad rural rusa. Para saldar las cuentas con esta doctrina intervienen no solo los auténticos marxistas, sino también toda una serie de elementos para los cuales la crítica del populismo significa transición a la democracia burguesa. Es la época del Marxismo Legal. Por lo tanto, la lucha se lleva a cabo en dos frentes: contra el populismo y contra el marxismo pequeñoburgués.
En esta época los marxistas rusos se reducen a un pequeño grupo. Es importante lo que Lenin escribe en el ¿Qué hacer?: este grupo de intelectuales ya había aprendido todo del marxismo europeo: no tuvo que esperar para aprenderlo el movimiento de las masas de Rusia.
La primera agitación laboral considerable se produjo en 1896, y aquel grupo de intelectuales se lanzó a la lucha, indicando al movimiento no solo sus tareas inmediatas, sino también la perspectiva al socialismo.
Los efectos de este movimiento y los siguientes fueron los siguientes: 1) el partido se ligó a las masas; 2) el partido se separó claramente del marxismo legal; 3) se constituyó la organización del partido (1898).
Lenin afirma en todas sus obras, incluido el ¿Qué hacer?, que de 1896 en adelante el proletariado ruso no fue más estático. La situación era de insuficiencia de la organización del partido para dirigir el movimiento muy animado de las masas obreras. Entonces, surge la pregunta en el ¿Qué hacer?, donde el problema crucial es precisamente esto: ¿cómo crear el partido adecuado para guiar el movimiento obrero? Es frente a este exuberante movimiento obrero que la desviación economicista se manifiesta.
Después de un examen de las relaciones entre las clases en Rusia a principios del siglo XX, la exposición describió el curso hacia el II Congreso del POSDR, en el que se sentaron las bases del partido, derivadas de la intensa actividad teórica y organizativa del grupo que se hizo líder de la revista “Iskra”, actividad de recuperación de las justas posiciones marxistas por parte principalmente de Lenin.
El alma oportunista del partido, también presente en la misma redacción de Iskra, logra dividir al partido, sobre cuestiones que son aparentemente marginales. El congreso fue una arena de lucha. Tan pronto como los bolcheviques presentaron sus postulados, se manifestaron las oposiciones. ¿Y dónde, necesariamente? En la cuestión organizativa! Todos aquellos que anteriormente habían sido adversarios de Iskra en el plano teórico, programático y táctico, ahora gritaban contra el centralismo y la disciplina, estaban por la autonomía y la democracia en la organización. Excepto luego conducir una división a pesar de los resultados del mecanismo democrático.
La narración continuó hasta 1906, cuando se realizó una reunificación temporal. Lenin, en todo el transcurso de esos años, se mostró siempre dispuesto a superar pequeños obstáculos para alcanzar la unidad de acción del partido, hasta aceptar a regañadientes el mecanismo democrático. Pero hay aspectos sobre los que no estaba dispuesto a transigir: en el plano teórico, una ortodoxa aplicación de la doctrina de Marx y Engels, aceptada en bloque, sin distinción, muy válida incluso en presencia de una perspectiva de doble revolución; en el plano organizativo, una clara caracterización del militante, distinta de las nieblas de afines, simpatizantes, compañeros de la calle y la afirmación de las bisagras: centralización absoluta y severa disciplina.
El concepto y la práctica de la dictadura antes de Marx: Blanqui
Louis-Auguste Blanqui nació el 8 de febrero de 1805 en la pequeña ciudad de Puget-Théniers, en el departamento de los Alpes Marítimos. El padre Jean-Dominique, nacido en Niza, profesor de filosofía y astronomía, había adherido a las nuevas ideas incluso antes de 1789, y había sido elegido para la Convención en mayo de 1793, donde formó parte de la Gironda. Luego fue arrestado en octubre del mismo año junto con otros diputados girondinos; sabemos que salió de la cárcel en octubre de 1796 y que no participó en la reacción termidoriana. Vio favorable al 18 Brumario, y en 1799 se convirtió en subprefecto de Puget-Théniers. Con la caída de Napoleón en 1815 la familia abandona la ciudad, y el hermano mayor de nueve hijos, Adolphe, va a enseñar en París, pronto seguido por el pequeño Louis-Auguste.
Estos unen a sus estudios escolásticos la lectura de Diderot, d’Holbach, Voltaire y Rousseau. En 1824 se inscribió en la Carbonería; en 1826 estuvo en París, donde estudió derecho y medicina y dio clases privadas. Al año siguiente participó en manifestaciones estudiantiles, duramente reprimidas por la policía, durante las cuales fue herido dos veces con sables y una vez con armas de fuego.
Participó luego en la revolución de 1830, cuya derrota fue una gran lección para él: su posición clasista era clara desde 1830 - 1831, cuando se unió a la buonarrotiana “Sociedad de los Amigos del Pueblo”. En un discurso a esta Sociedad de 1832, dice justamente que la burguesía de la Restauración había compartido el poder con la aristocracia, pero cuando ésta última vuelve a abrir las hostilidades, sintiéndose suficientemente fuerte, la burguesía misma es inmovilizada por el miedo, sobre todo por la intervención del pueblo en las “trois glorieses”; la burguesía sale de sus escondites solo para tomar posesión de los frutos de la victoria. Dice Blanqui que el pueblo “retiró sus dimisiones; ahora será entre éste y la clase media que se librará una lucha feroz, ya no entre las clases aristocráticas y la burguesía: tendrán que pedir ayuda incluso a sus viejos enemigos para poder resistir (...) los burgueses abdicarán parte de su poder en manos de la aristocracia, intercambiando voluntariamente tranquilidad con servidumbre”.
En el mismo año Blanqui es procesado junto a otros por complot contra la seguridad del Estado: todos absueltos por el delito en la prensa, pero Blanqui fue condenado a un año a causa de la acusación que pronunció el tribunal. Cuando sale de prisión su padre murió, su hermano Adolphe se puso del lado del régimen, y la “Sociedad de los Amigos del Pueblo” dejó de existir; en cambio estaba la “Sociedad de Derechos del Hombre y del Ciudadano”, que tenía una relación más estrecha con la clase obrera respecto a la Sociedad anterior. Pero él no participa en ésta, probablemente también por las grandes divisiones en su interior.
En el mismo 1833 escribió en una nota: “Decir que hay una comunidad de intereses entre el proletariado y la burguesía, es un extraño razonamiento: por nuestra parte, no vemos esa alianza del león con las ovejas”. En un artículo publicado en marzo de 1834, leemos: “No es libre quien, privado de las herramientas de trabajo, permanece a merced de los privilegiados que son poseedores. Es este acaparamiento, y no esta o aquella constitución política, lo que sirve a las masas”.
Blanqui obviamente conocía a Buonarroti y su famoso escrito, y compartía sus posiciones: sin duda era una babuvista. Pero estaba convencido de que era necesario ir más allá de esas tradiciones y superar la mitología robespierrista, presente hasta el final en el Filippo el grande. Si Blanqui usa temas y términos sansimonianos, como también Buonarroti, es solo porque fueron ampliamente utilizados en esos años, pero no tiene nada que ver con una fe en un progreso gradual e infinito, libre de rupturas revolucionarias; años después escribe que sansimonianos, fourieristas y positivistas son las nuevas religiones, enemigos de la revolución como la antigua.
Entre 1834 y 1835 nació la Società delle Famiglie. Los republicanos se vieron nuevamente obligados a pasar a la clandestinidad, la Famiglie, y ahora además la posterior Società delle Stagioni, fueron algo diferentes de las sociedades secretas anteriores: fueron el intento, con límites inevitables, de crear el partido revolucionario del proletariado, retomándose, en éste, la “Conspiración para la Igualdad” de Babeuf. En la Famiglie, la estructura de la organización es secreta pero, a diferencia de las antiguas sociedades secretas, todos los miembros conocen los métodos, los objetivos finales y la doctrina política. El historiador Danvier escribe: “No más Bons Cousins, ni diplomas, ni triángulos masónicos, sino milicias secretas listas para insurgir, laboratorios para la fabricación de pólvora, relación activa con la clase obrera”.
En 1835, la Società delle Famiglie tenía más de mil adherentes, sobre todo trabajadores y estudiantes, pero también miembros de la guardia nacional, artesanos y tenderos; y también a sus propios hombres entre los regimientos estacionados en París, que procuraban municiones y armas, aunque en cantidades insuficientes. El 10 de marzo de 1836, la policía irrumpió en un local donde se producía pólvora, y los días siguientes en varias casas: Barbès fue arrestado en su casa, junto con Blanqui. De nuevo hubo un acto de delación. Los dos, junto con otros, fueron condenados a dos años de prisión, pero cumplieron ocho meses gracias a una amnistía.
En la Stagioni no hay registros verbales, listas o documentos, a diferencia de la Famiglie; la estructura organizacional es similar pero las redes son más estrechas. En 1839, las Stagioni alcanzaron a tener alrededor de mil adherentes, en gran parte obreros, a diferencia de la Famiglie. En los documentos de la Sociedad se habla de la necesidad de un gobierno dictatorial provisorio de duración impredecible y de una economía planificada.
En París, en 1839, había 150.000 trabajadores desempleados, y aquellos que tenían la suerte de tener un trabajo, que podía llegar a 15 horas por día, vieron el salario disminuir. A la crisis económica sigue una crisis política entre el rey y el parlamento. La Società delle Stagioni cree que es el momento de pasar a la insurrección, que prepara con precisión, pero sobrestima sus propias fuerzas e influencia sobre el proletariado. Los provocadores de la policía empujan la insurrección, para después aplastarla, en una especie de guerra de clase preventiva desde posiciones de preeminencia. Se producen graves divisiones dentro de las Stagioni, como la que existe entre el componente político y militar, este último ligado en parte a las Falanges Democráticas, creadas por militares después del arresto de los jefes de la Famiglia. Blanqui intenta enmendar las relaciones internas y de posponer la insurrección, que sin embargo termina favoreciendo, dada la imposibilidad de detener el curso de los acontecimientos.
Danvier: “Blanqui, jefe de las Stagioni, es también el artífice del plan insurreccional. Se ocupa de los mínimos detalles, identifica las armerías, los puentes, los cuarteles, los ministerios con todas sus entradas secundarias, las prisiones militares, las comisarías de policía... El plan insurreccional se puede resumir de la siguiente manera: marchar a la prefectura y ocuparla; colocar guardias y barricadas en los puentes; transformar la sede de la prefectura en una especie de campo atrincherado; hacer de la Cité el centro de la resistencia organizada y de allí enviar columnas en todas las direcciones”.
El 12 de mayo de 1839 comienza la tentativa de insurrección y el 13 ya todo ha terminado. Al llamamiento insurreccional responden apenas 500 hombres a los que se unen a continuación no más de 300. La derrota se debió, más que al choque desigual con las tropas, al comportamiento de los proletarios, divididos entre la indiferencia y la colaboración con la represión.
Con los miembros de las Stagioni combatieron también varios revolucionarios italianos, suizos y dálmatas, y sobre todo los alemanes miembros de la “Liga de los Justos”, que en 1847 tomó el nombre de “Liga de los Comunistas”. Esta Liga no era muy diferente de las Stagioni, también contaba con miles de hombres, y estuvo implicada en la derrota común.
El historiador de la Unión Soviética, Volgin, en los años 50, criticó a Blanqui diciendo que tenía una fe insuficiente en la “inevitabilidad del comunismo”. Inevitabilidad y necesidad no son la misma cosa; el segundo término no era muy claro incluso para Blanqui, pero sin duda el primero tiene un fuerte olor a positivismo y a destinos magníficos y progresivos. Blanqui escribe: “No creemos en la fatalidad del progreso, esta doctrina de bastardización y de agazaparse”. “Francia llena de obreros en armas, aquí está el advenimiento del socialismo. En presencia de los obreros armados, obstáculos, resistencia, imposibilidad, todo desaparecerá. Sin embargo, para los proletarios que juegan con ridículas manifestaciones en las calles plantando árboles de la libertad o sonoras frases leguleyas, primero será el agua bendita, a continuación las ofensas, finalmente la metralla, más miseria”.
Blanqui fue arrestado 5 meses después de la fallida insurrección, gracias a una espía, y el 12 de enero 1840 se inicia el proceso contra él y otros 30, proceso en el cual la corte trata de dividir a los acusados alargando la brecha ya existente entre Blanqui y Barbès, debida más a cuestiones personales que a diferencias políticas. Blanqui, Barbès y Martin-Bernard son condenados a muerte, condena luego conmutada a cadena perpetua, y llevados al Mont Saint-Michel, un antiguo monasterio transformado en cárcel especial, verdadero infierno en la tierra. A principios de 1844 Blanqui fue transferido a la cárcel de Tour por motivos de salud; parecía estar muriendo por lo que la gracia del Rey llegó en diciembre, pero fue liberado solo en octubre de 1845 cuando, sorprendentemente, se recuperó de la enfermedad. Es enviado a Blois en libertad vigilada.
Aquí, en noviembre de 1846, tras una revuelta, son arrestados los líderes de una sociedad secreta, la “Goguette des fils du diable”, sociedad creada probablemente por icarianos disidentes por su líder Cabet, y alentados por Blanqui. En abril de 1847, Blanqui fue juzgado con la acusación de ser el jefe de esta sociedad secreta comunista, pero, al no haber pruebas, fue absuelto, y el 1 de junio regresó libre, aunque siempre bajo estricta vigilancia. Con motivo de este asunto, Cabet, un comunista utópico, se pronuncia contra los “comunistas revolucionarios” que perjudican el desarrollo pacífico y la conquista pacífica de los icarianos.