|
||||||
|
||||||
|
Camaradas, trabajadores,
El capitalismo es el principal responsable de las pérdidas de vidas provocadas por esta epidemia. En todos los continentes, el abarrotamiento caótico de las zonas rurales, en busca de un salario para vivir, en las espantosas e insanas aglomeraciones urbanas del capital y el movimiento convulsivo de los hombres hace imposible cualquier profilaxis.
Durante años, la ciencia médica ha previsto la propagación mundial de un nuevo virus y sus efectos nefastos. Sin embargo, una epidemia que no se puede evitar ni contener dentro de la presente sociedad. El capital, siempre en la búsqueda de ganancias inmediatas, no tiene interés en predecir y prevenir. No ha acopiado reservas de instalaciones médicas, no ha capacitado a un número adecuado de personal médico. De hecho, lo ha reducido drásticamente en todas partes, forzándolo a un intolerable sobre-trabajo; cerró muchos hospitales y convirtió a los demás en “empresas”. Siempre su imperativo es ahorrar en el mantenimiento y cuidado de la clase obrera.
El contagio esperado finalmente ha llegado, trastornando a una humanidad completamente no preparada para hacerle frente y desmoronando las últimas certezas equivocadas sobre la capacidad del capitalismo para proteger la salud y la vida en el planeta.
Ante el flagelo universal, que solo puede ser atacado con un plan mundial coordinado de ciencia y de solidaridad, cada Estado actúa por su cuenta. Peor aún, la crisis acentúa la competencia entre los centros nacionales de capital y su odioso e inhumano egoísmo. Aumenta la guerra comercial por temor a que los competidores de otros países la aprovechen para privarlos de cuotas de mercado. En esta guerra entre las burguesías nacionales, los trabajadores no tienen nada que ganar y mucho que sufrir.
Hasta lo imposible, los industriales han impuesto una prórroga del cierre de fábricas, desde China, Italia, Gran Bretaña, a los Estados Unidos, lo que se ha extendido seriamente es el contagio. Incluso cuando las medidas para cerrar las actividades comerciales y recreativas no se pospusieron, los gerentes de la mayoría de las industrias encontraron formas de eludir las normas para continuar la producción, si no en las compañías donde tenían que cerrar, encontrando fáciles escapatorias en las normas ambiguas de los bloques de gobierno.
Por lo tanto, obligaron a los trabajadores a ir a la fábrica, incluso en aquellas, como en la siderúrgica, que no tienen nada que ver con la emergencia sanitaria, y acudir en masa al transporte público, dividiendo así clamorosamente la sociedad a lo largo de las fronteras de clase: los proletarios, como en la guerra, hoy ya no son ni siquiera dueños de sus vidas, que deben sacrificar al dios de los burgueses, la ganancia.
Mientras que las fábricas permanecen abiertas, las huelgas y asambleas están prohibidas. Los sindicatos vendidos al régimen, en nombre de la “solidaridad nacional”, respaldan el dogma burgués de que reducir la producción “no es posible”. Que hay que contentarse con un poco más de jabón y de mascarillas: pocos euros.
Y es verdad. Los capitalistas, para continuar generando y apropiándose de las ganancias, deben hacer crecer al infinito la escala de la producción. Por esta razón, cada empresa, sin ningún acuerdo con las otras del sector, está en guerra con ellas, lleva al máximo el ritmo y la escala del trabajo, con la vana esperanza de poder encontrar un comprador para el crecimiento loco de las mercancías de todo tipo, desequilibrado y anárquico.
En el capitalismo no se produce lo que se necesita, si no se espera un beneficio. La mayoría de las mercancías producidas, por lo tanto, no tiene utilidad social y cada vez más provocan solo una pena al trabajador que los fabrica, a aquellos que se ven obligados a usarlos y al medio ambiente que está innecesariamente desordenado e intoxicado.
Este incurable y obvio absurdo no puede, cada vez con más frecuencia, bloquear todos los aparatos de reproducción del capital y del comercio, que ahora es una única máquina mundial estrechamente conectada, gigantesca, 95% inútil o dañina.
De hecho, puntualmente, durante el año pasado, mucho antes del estallido de la epidemia, la crisis general, histórica, secular, ineludible del modo de producción capitalista ya estaba afectando todas las esferas de la vida y del sentir social.
No fue por lo tanto la peste lo que provocó la crisis. El confinamiento sanitario, que en todo el mundo actualmente está bloqueando los consumos de todos los bienes que no son realmente necesarios para la vida, amplifica la sobreproducción preexistente de mercancías y la casi detención de los ciclos infernales de acumulación del capital.
El pánico se difundió entre los burgueses que corrían a vender en la Bolsa de valores, mientras que los empresarios estaban horrorizados por la disminución de sus ganancias. Los capitalistas de todos los países desesperados apelan a sus Estados por pedidos, créditos y protección comercial, así como para defenderse de las luchas obreras. Pero los Estados no son más que asociaciones entre capitalistas y, al final, solo de la producción capitalista consiguen alimento. No están por encima de las leyes económicas del capitalismo: solo pueden transferir riqueza de una parte de las clases dominantes a otra. O anticipar algo que tarde o temprano debe regresar.
Camaradas, trabajadores,
El fracaso de este sistema político, económico y social es tan evidente que incluso muchas burguesías, en el campo científico, político y religioso, piden su profunda reforma: una relación diferente con la naturaleza, una forma diferente de producir y una elección diferente de qué producir: “hospitales en lugar de armas”, dicen. Todos discursos vacíos. Tan pronto como termine la emergencia, y tal vez incluso antes, todo volverá como estaba. Este sistema es tan absurdo como irreformable.
Las clases dominantes no cederán pacíficamente su poder ni renunciarán a sus mezquinos privilegios, las inmensas ganancias y el armamento represivo de sus Estados.
El desarreglo actual de los ritmos de la vida debe mostrar no solo el fracaso del capitalismo, de este sistema económico y social del que la clase obrera puede prescindir, que son los burgueses los que necesitan de la clase de los trabajadores y no al revés.
A la solidaridad internacional antiobrera de los patronos, que atentan contra la vida misma de los trabajadores, debe oponerse la solidaridad internacional de la clase obrera en lucha por su emancipación y por la salvación de toda la humanidad.
La clase obrera deberá movilizarse en todos los países para defenderse de los
efectos desastrosos de esta crisis, para imponer con la lucha sus
reivindicaciones de siempre:
- salario completo para los trabajadores desempleados,
- reducción generalizada del horario de trabajo por los mismos salarios,
- regularización de todos los trabajadores inmigrantes,
- asistencia médica gratuita para todos los trabajadores.
La clase trabajadora, bien encuadrada en sus verdaderas organizaciones sindicales y bien dirigida por su Partido, custodio de su secular programa internacionalista, debe triunfar con su revolución para romper el grueso caparazón de prejuicios y de fuerza que aún aprisiona a la nueva sociedad comunista, que será sin clases y sin Estado, que está lista, robusta y completa para liberarse y extenderse a todos los países del mundo.
Luego de que el año 2019 cerrara con una amplia movilización de las masas en América Latina y el Caribe, como reflejo del avance de la crisis capitalista en la región y sus correspondientes impactos negativos en el salario, el empleo y las condiciones y medio ambiente de trabajo, el estallido de la pandemia del COVID‑19 y la crisis sanitaria internacional ha conducido a la configuración de situaciones similares a las de una economía de guerra abordada por cada gobierno burgués en su país, en el marco de la reducción o parálisis de diferentes actividades económicas que implican las medidas de cuarentena y aislamiento social recomendadas para afrontar el coronavirus.
La economía mundial ya mostraba síntomas de debilidad antes de la pandemia del COVID‑19. En el período 2011‑2019, la tasa media de crecimiento mundial fue del 2,8%, cifra significativamente inferior al 3,4% del período 1997‑2006. En 2019, la economía mundial registró su peor desempeño desde 2009, con una tasa de crecimiento de solo un 2,5%. Ya antes de la pandemia, las previsiones de crecimiento del PIB mundial para 2020 se habían revisado a la baja.
Las estimaciones más optimistas luego del estallido del COVID‑19 preveían que la tasa de crecimiento de la economía mundial disminuiría al 1,0% o menos; pero a medida que la pandemia se fue extendiendo las previsiones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) comenzaron a apuntar a una reducción drástica del PIB de Estados Unidos, Europa y Japón y a una desaceleración del crecimiento en China. El FMI estimaba que al cierre del 2020 aproximadamente 150 países tendrían un crecimiento positivo y luego sus estimaciones cambiaron radicalmente y su proyección indicó que cerca de 170 países presentarán un crecimiento negativo al final del año. Para el trimestre abril‑junio se estima una caída de la economía que será mayor que la de la crisis de 2008. La pandemia del coronavirus ha funcionado como un catalizador de la crisis capitalista de sobreproducción en curso.
En América Latina y el Caribe, donde las expectativas económicas ya eran de hecho más pesimistas que en el resto del mundo capitalista, es de esperar que los efectos de la pandemia traigan mayores estragos y se profundice la caída del PIB en todos los países de la región. Dentro de los efectos económicos de la pandemia del COVID‑19 destacan: a) Caída de las exportaciones y de los precios de materias primas y principales productos de los países de la región; la contracción de la demanda mundial, en particular la de China, uno de los mayores consumidores e importadores de productos primarios, jugará un papel destacado como causa de esta situación; b) Reducción de las actividades de logística y transporte; c) Contracción de la demanda de servicios de turismo y hotelería y con ellos las operaciones de las aerolíneas; d) Mayor restricción del crédito bancario y una importante depreciación de las monedas de sus países.
Según la CEPAL “los sectores más afectados por las medidas de distanciamiento social y cuarentena son los de servicios, que, en gran medida, dependen de contactos interpersonales. En la región, los sectores que podrían sufrir las mayores contracciones – comercio, transporte, servicios empresariales y servicios sociales – proveen el 64% del empleo formal. Además, el 53% del empleo de la región se da en actividades informales, que serán significativamente afectadas por basarse principalmente en contactos interpersonales”. “Se estima que el valor de las exportaciones de la región caerá por lo menos el 10,7% en 2020. La mayor parte de la reducción del valor de las exportaciones corresponde a la caída de sus precios, estimada en un 8,2%; además, se espera que el volumen exportado registre una contracción del 2,5%”.
Cuadro 1. América Latina y el Caribe: efectos del COVID‑19 en las exportaciones
de bienes por subregiones y países de exportación principales, pronóstico para
2020 (Variación porcentual).
Region / Sub‑region / Pais | Exportaciones | ||
Volumen | Precio | Valor | |
America Latina y el Caribe | -2,5 | -8,2 | -10,70 |
Petroleo | -1,8 | -14,1 | 15,90 |
Minerales | -3,0 | -8,9 | -12,00 |
Productos Agroindustriales | -2,4 | -2,5 | -5,00 |
America del Sur | -2,8 | -11,0 | -13,80 |
Brasil | -3,7 | -7,5 | -11,20 |
Mexico | -2,2 | -5,2 | -7,40 |
Centroamerica | -1,3 | -2,7 | -4,00 |
Paises del Caribe | -2,0 | -7,2 | -9,30 |
Fuente: CEPAL |
Los países exportadores de petróleo experimentarán la mayor pérdida en el valor de ventas al exterior. México, Venezuela, Ecuador y Colombia serán los países más afectados, ya que sus costos de producción son más altos que los de muchos otros productores y, por lo tanto, tienen menos capacidad para soportar un período prolongado de precios bajos.
El 12 de abril los principales países productores de petróleo acordaron un recorte de la producción. En este acuerdo participaron los países OPEP más México y Rusia, pero además, resalta la participación activa del gobierno norteamericano. El acuerdo estableció que a partir del 1 de mayo, los estados miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (OPEP+) reducirán la producción mundial de crudo en aproximadamente un 10%, el mayor recorte en la historia del grupo. La reducción se planteó tras una abrupta caída en la demanda, que quedó en evidencia por el avance de la recesión económica, agudizada por la crisis que generó el coronavirus. La guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia chocó contra esta realidad y se impuso esta negociación en la que curiosamente el gobierno norteamericano participó activamente, dado que en los últimos años EEUU pasó a ser un productor de petróleo que aspira consolidar excedentes exportables. La caída de la demanda se reforzará en el verano y por lo tanto, incluso los pronósticos más optimistas apuntan a una reducción de 18,5 millones de barriles por día. De esta manera, este acuerdo de reducción de la producción, no es una garantía de que se detenga la caída de los precios del petróleo, que podrían ubicarse por debajo de 20 dólares por barril.
Las exportaciones regionales a China serían las que más disminuirían en 2020 (-21,7%). Esto afectaría especialmente las exportaciones de hierro, cobre, zinc, aluminio, soja, aceite de soja, entre otros. Los países más expuestos son Argentina, Brasil, Chile y Perú, los mayores proveedores de esos productos para China desde la región.
Cuadro 2. América Latina y el Caribe: efectos del COVID‑19 en las exportaciones de bienes al mundo y a socios seleccionados, pronóstico para 2020
Destino | Dinámica de las exportaciones |
Sectores y países más afectados |
Mundo | -10,7 | |
China | -21,7 | Productos Agrícolas (Argentina, Brasil); Minería (Chile y Perú) |
Estados Unidos | -7,1 | Manufacturas (México, Costa Rica) |
Union Europea | -8,9 | Minería (Chile, Colombia, Perú); Productos agrícolas y agroindustriales (Argentina, Brasil, Chile, Perú) |
America Latina y el Caribe | -10,7 | Manufacturas de productos de tecnología baja y media |
Fuente: CEPAL |
El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su Informe de Perspectivas Económicas Mundiales, pronosticó que en el 2020 la economía de México se contraerá un 6,6%, la de Brasil 5,3%, la de Argentina 5,7%, la de Chile un 4,5% y la de Venezuela un 15%. Se estima que la actividad económica en América Latina y el Caribe se reducirá en por lo menos 5,2%. Ya antes de que surgiera la pandemia del coronavirus, en los países de América Latina y el Caribe los sistemas de salud no eran ni suficientes, ni oportunos, ni accesibles para la mayoría de los trabajadores. Ahora esta debilidad se ha puesto al descubierto de manera dramática, mostrando como, ni en los países de mayor tradición populista, los trabajadores cuentan con un servicio sanitario mínimamente adecuado y se ha podido observar incluso la proliferación de muertes de personas en sus casas, como ha sido notorio en Ecuador.
Los trabajadores viven en el capitalismo en una permanente emergencia sanitaria, muriendo por miles todos los días por enfermedades diversas, desamparados por todos los gobiernos y en todos los países. Enfermedades como la malaria y el dengue, y otras que incluso cuentan con vacunas y tratamientos certificados, han impactado masivamente a los trabajadores en América Latina y el Caribe, dejando montañas de cadáveres ayer y hoy. No podía ser diferente ahora ante la pandemia del coronavirus. La poca infraestructura sanitaria existente en cada país de América Latina y el Caribe, se encuentra deteriorada y mal dotada y los trabajadores o no tienen acceso a los sistemas basados en servicios privados que no pueden pagar o se mueren de mengua en servicios hospitalarios públicos colapsados o sin suficientes camas, equipamiento, insumos y medicamentos. Las mayorías asalariadas se enferman a consecuencia de salarios insuficientes, desempleo y enfermedades contraídas en el trabajo en condiciones inseguras. Y los servicios de salud, que se han mostrado incompetentes para enfrentar la pandemia del coronavirus, son igualmente incompetentes para enfrentar las diferentes enfermedades que, sin rango de pandemia, atormentan a las masas asalariadas y a la humanidad en general. Todo este cuadro se complica aún más debido a que importantes áreas de asentamientos urbanos en los que viven los trabajadores no cuentan con suministro de agua suficiente y el suministro de energía eléctrica y gas natural es irregular, lo cual favorece la insalubridad y la mala alimentación entre los trabajadores y sus familias en los diferentes países. El capitalismo no dará respuestas ni parciales ni integrales a la crisis de la salud, que es una faceta de su crisis sistémica.
La mayoría de los países en la región no han invertido (ni invertirán) lo necesario en salud. El gasto público de los gobiernos burgueses en el sector, que en 2018 se situaba en un 2,2% del PIB regional (CEPAL, 2019; Naciones Unidas, 2020) está lejos del 6% del PIB recomendado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). La mayoría de los países de la región se caracterizan por tener sistemas de salud débiles y fragmentados, que no garantizan el acceso universal necesario para hacer frente a la crisis sanitaria del COVID‑19. Además, los sistemas de salud tienden a ser geográficamente centralizados, con servicios y médicos especializados concentrados en pocos centros urbanos. Las instalaciones son insuficientes para el nivel de demanda previsto y dependen en gran medida de las importaciones de equipamiento e insumos. Al 11 de marzo de 2020, 24 países del mundo habían restringido las exportaciones de equipo médico, medicamentos o sus ingredientes (The Economist, 2020). En 2018, solo siete países de la región contaban con un número significativamente más alto de camas de hospital por cada 1.000 personas que el promedio mundial.
Cuadro 3. América Latina y el Caribe: número de camas de hospital por cada 1.000 personas, 2018 o último dato disponible
Rango de numero de camas por cada 1.000 personas |
PAISES |
Menos de 1 | Guatemala, Haiti, Honduras, Venezuela, Nicaragua |
Entre 1 y 2 | Bolivia, Costa Rica, Belice, El Salvador, Paraguay, Santa Lucia, Mexico, Ecuador, Guyana, Peru, Rep. Dominicana, Colombia, Jamaica |
Entre 2 y 3 | Chile, Brasil, Panama, San Vicente Y Las Granadinas, Uruguay, Bahamas, Trinidad Y Tobago |
Entre 3 y 4 | Granada, Antigua Y Barbuda, Argentina, Dominica |
Entre 4 y 5 | Saint Kitts Y Nevis, Cuba |
Entre 5 y 6 | Barbados |
Fuente: Cálculos propios en base a datos de Informe de la CEPAL sobre el Covid‑19 |
Hay grandes brechas en el acceso a los sistemas de salud. La participación en los planes de seguro de salud para las los trabajadores con empleos “fijos” era solo del 57,3% en 2016 en toda América Latina y el Caribe, y entre los trabajadores desempleados y de más bajos ingresos, la cobertura era solo del 34,2%. A ello se suma que las dificultades para acceder a los centros de salud son agudas en las zonas rurales y remotas. Los sistemas de salud de varios países de la región ya estaban bajo presión a causa de la epidemia de dengue: en 2019 se infectaron más de 3 millones de personas (la mayor cifra registrada en la historia de la región) y 1.538 personas murieron a causa de la enfermedad. Brasil tuvo el mayor número de casos: 2,2 millones de personas (OPS, 2020). En muchos casos, la población cubierta por seguros médicos privados tiene que hacer frente a elevados pagos para acceder a las pruebas de coronavirus y por lo tanto hay muchos trabajadores a los que no se les detecta la infección a tiempo. En 2016 el gasto en salud por hogares en América Latina y el Caribe representó el 37,6% de sus gastos totales y duplicó con creces el nivel de la Unión Europea (15,7%) (OMS, 2017), lo cual es un reflejo de los bajos salarios de los trabajadores.
La crisis actual aumentará el empleo informal como estrategia de supervivencia. No se trata solamente de que buena parte de los trabajadores laboran en el sector informal, sino de que muchos asalariados fijos han optado por actividades informales para complementar los ingresos salariales de sus trabajos formales. En 2016 el 53,1% de los trabajadores de América Latina y el Caribe trabajaba en el sector informal (OIT, 2018). Seguirán aumentando las tasas de trabajo infantil. “La OIT estima que actualmente el 7,3% de los niños de 5 a 17 años (unos 10,5 millones de niños) de la región trabaja. CEPAL mostró que la pobreza en la región aumentó entre 2014 y 2018 (CEPAL, 2019). Debido a los efectos directos e indirectos de la pandemia, es muy probable que las actuales tasas de pobreza extrema (11,0%) y pobreza (30,3%) aumenten aún más en el corto plazo” (Informe de la CEPAL).
Cuadro 4. América Latina y el Caribe: pobreza y extrema pobreza con un deterioro de los ingresos del 5% de la población económicamente activa en 2020, 2019‑2020
2019 | 2020 | |
Población | 613.476.000 | 619.205.000 |
Pobreza | ||
Número de personas que viven en pobreza | 185.944.000 | 209.583.000 |
Variación absoluta | 3.464.000 | 23.595.000 |
Tasa (Porcentajes) | 30,3 | 33,8 |
Puntos porcentuales por año | 0,3 | 3,5 |
Pobreza extrema | ||
Número de personas que viven en extrema pobreza | 67.487.000 | 82.606.000 |
Variación absoluta | 4.774.000 | 15.119.000 |
Tasa (Porcentajes) | 11,0 | 13,3 |
Puntos porcentuales por año | 0,7 | 2,3 |
Fuente: CEPAL |
Pero estas proyecciones de pobreza consideran una caída del 5% en los ingresos de los trabajadores. Sin embargo los procesos inflacionarios, los insuficientes aumentos salariales y la complicidad de los sindicatos del régimen con los patronos y los diferentes gobiernos burgueses de la región impulsarán a un crecimiento mucho más notorio de la pobreza, la informalidad y la precariedad en los empleos.
En cuanto a los “sistemas de protección social” en la región, se agudizarán con la pandemia aspectos como: a) Las altas tasas de informalidad y aumento del trabajo por cuenta propia aumentarán las brechas en el acceso a la protección social contributiva; b) Pocos países cuentan con prestaciones de desempleo; en 2019, solo en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Uruguay, los trabajadores del sector formal tenían seguro de desempleo y, luego está por verse en qué medida se cumplen y hasta qué punto su monto y duración se corresponde con las necesidades de los trabajadores; en países como Venezuela el gobierno burgués decretó inamovilidad laboral hasta diciembre 2020, pero el salario mínimo es de 3 dólares al mes, lo que es un monto manejable por los empresarios; c) Inoperatividad de los sistemas de protección social contributiva por verse afectados financieramente para dar respuesta a la mayor demanda de prestaciones de licencia por enfermedad por parte de los trabajadores del sector formal; d) Los programas de protección social no contributiva, que se financian con impuestos, dirigidos a los más pobres seguirán mermando y estarán sujetos a la demagogia populista, que encontrará como barrera la caída de los ingresos de cada gobierno. De esta manera la llamada seguridad social tendrá un negro panorama tanto para los trabajadores formales como informales, para los desempleados, jubilados y pensionados.
En resumen la pandemia del COVID‑19 llegó a la región en un momento en que la economía capitalista mundial se estaba desacelerando. Los trabajadores ya se encontraban sufriendo salarios muy bajos y estancados, con muchos contratos colectivos vencidos y con cláusulas incumplidas, con condiciones de trabajo que propician los accidentes y las enfermedades y con más del 50% de los trabajadores en el sector informal. La crisis sanitaria ha venido a agudizar toda esta situación de opresión y sobre-explotación en la que se encuentran los asalariados. La crisis del sistema sanitario en los diferentes países solo ha servido para demostrar que estos servicios nunca han estado en capacidad de atender a los trabajadores, que siguen muriendo por diversas enfermedades, que tienen su origen en las condiciones materiales de existencia a las que los empuja el régimen de explotación capitalista.
Las políticas de contención del contagio viral han venido siendo utilizadas por diferentes gobiernos para frenar la movilización de las masas descontentas por la caída abrumadora de su nivel de vida. La campaña mediática “quédate en tu casa”, más allá de las exigencias sanitarias, esconde la búsqueda de la paralización de las luchas de los trabajadores. De esta manera los gobiernos llegan al punto de multar, detener y reprimir a cualquier grupo de trabajadores que pretenda protestar o promover la huelga, acusándolos de violar las medidas sanitarias.
Países de América Latina según su salario mínimo mensual en 2020 |
|
País | Salario mínimo mensual en dólares a tasa oficial) |
Argentina | 261 |
Bolivia | 310 |
Brasil | 205 |
Chile | 381 |
Colombia | 229 |
Costa Rica | 557 |
Cuba | 16 |
Ecuador | 400 |
El Salvador | 203 |
Guatemala | 390 |
Haití | 69 |
Honduras | 271 |
México | 160 |
Nicaragua | 125 |
Panamá | 268 |
Paraguay | 340 |
Perú | 276 |
Rep.Dominicana | 197 |
Uruguay | 381 |
Venezuela | 3 |
Nota: Ya a finales de abril el salario mínimo mensual en Venezuela se ubicó alrededor de 1,5 USD.
Fuente: "https://es.wikipedia.org/wiki/Plantilla:Salarios_m%C3%ADnimos_en_Latinoam%C3%A9rica
Los sindicatos del régimen en la región se han integrado aún más a los patronos, a los gobiernos y a los parlamentos para mantener a los trabajadores desmovilizados, desorganizados y divididos. El ambiente de confusión política es particularmente impulsado por la pequeña burguesía, que se ha venido movilizando como reacción ante la tendencia que sufre hacia su proletarización, arrastrando con ello a los trabajadores hacia exigencias democrático-burguesas y policlasistas y hacia la reivindicación del patriotismo y la soberanía nacional, que son emblemas de la burguesía, el mercado y la explotación capitalista.
En Argentina, en medio de la crisis internacional por el coronavirus, hay empresas que han cerrado sus puertas para quitarse de encima la presión de exigencias de delegados sindicales y asambleas de trabajadores que reclaman pago de salarios adeudados. Algunos sectores sindicales han planteado como reivindicación que las empresas que cierren sean expropiadas por el Estado y puestas a funcionar bajo control de los trabajadores, lo cual es una forma de auxilio a los patronos, disfrazada de “control obrero”. Así mismo el movimiento sindical tiende a recargar sobre los hombros del ex‑presidente Macri la situación de desempleo, alzas de tarifas de los servicios públicos y la inflación, de manera de frenar el enfrentamiento de los trabajadores con el gobierno burgués actual.
En Colombia las empresas, utilizando la crisis del coronavirus como excusa, han despedido trabajadores o los han colocado en una condición precaria. Las denuncias de los trabajadores han surgido principalmente desde sectores como comercio, minas y canteras, hoteles y restaurantes, agricultura e industria manufacturera. Las denuncias de los trabajadores apuntan a que las empresas han optado por medidas que privan de sus ingresos regulares a los trabajadores durante el aislamiento. Aunque en una muy pequeña parte de las empresas se optó por medidas como descanso remunerado durante la crisis o cambios en la jornada laboral, la mayoría de las empresas optaron por la figura de las vacaciones pagas, los despidos o las suspensiones de contratos de trabajo, justificándose con la figura de la “fuerza mayor”. En ningún de los casos los empresarios han tenido que enfrentar sanciones del gobierno u oposición de los sindicatos con acciones de protesta. Una vez más, decenas de trabajadores de la construcción, que se quedaron sin una fuente de ingresos tras ser decretada la cuarentena por el presidente Iván Duque, se movilizaron ante la falta de ingresos y de apoyos por parte del gobierno.
Trabajadores de la construcción, entre los cuales habían inmigrantes, se manifestaron bloqueando la calle Suba y la estación Cali del Sistema de Transporte Transmilenio, para exigir que no se suspendieran sus contratos en medio de la cuarentena, que se otorgaran los apoyos que el gobierno prometió y que se diera solución a su situación. Manifestaron que “Ya se nos acabó la comida, el Gobierno no nos responde y los dueños (los patronos) se lavaron las manos. Nosotros construimos casas, apartamentos y edificios y así nos pagan, no es justo”.
A través de Decreto el gobierno burgués colombiano estableció la obligación del personal de salud a estar preparado y disponible para prestar sus servicios. Los trabajadores de la salud reclamaron que la dotación de equipos de protección y condiciones seguras para cumplir con su trabajo. Auxiliares de enfermería y demás trabajadores de la salud no cuentan con la dotación preventiva que recomiendan las autoridades de salud; tienen problemas para desplazarse de su casa al trabajo; están obligados a lavar sus uniformes en sus casas, pues las directivas, alegando un elevado gasto económico, se niegan a aceptar que sean lavadas en las propias clínicas; sufren cuadros de estrés y angustia por el temor de contagiar a sus familiares. Además, las clínicas no adoptan los protocolos adecuados a la hora de atender a los pacientes contagiados.
En México hay empresas que obligan a sus empleados a seguir asistiendo a sus centros de trabajo, a pesar de la petición gubernamental de que la ciudadanía no salga de sus casas para contener la propagación del nuevo coronavirus.
En Brasil el gobierno central burgués desestimó las medidas de control del virus, incluso entrando en contradicción con su Ministro de Salud y con los gobernadores. Para el presidente brasileño el control del virus no debía detener la actividad económica. La fuerza laboral en sectores esenciales continuó caminando por las calles, especialmente en la mañana y al final de la tarde, yendo y viniendo del trabajo. También está el contingente más empobrecido que sobrevive a través del comercio callejero, y que logra comer solo con lo que gana en el día. Esta población tiene que elegir entre morir de hambre o correr el riesgo de infectarse con el coronavirus. Esto explica por qué tantos habitantes de las favelas salen a la calle. Paralelamente, también existe un problema de hacinamiento en las residencias de los trabajadores. Para los más pobres de Brasil (y de Latinoamérica), la calle siempre ha sido una extensión de la casa porque no todos caben dentro de la vivienda. Trabajadores activos, desempleados o informales fueron lanzados al abandono y la desatención sanitaria.
La petrolera brasileña Petrobras, para minimizar los efectos económicos causados por el coronavirus, anunció un recorte de 200.000 barriles en la producción diaria, reduciendo en 25% la jornada de 20.000 funcionarios administrativos, con recorte proporcional de los salarios. Los turnos de trabajo también fueron alterados para más de 3.200 trabajadores petroleros y habrá pérdida de gratificaciones adicionales del 60% en las refinerías y del 95% en las plataformas. La Federación Unica de Petroleros (FUP) y los sindicatos que representan a los petroleros manifestaron que la dirección de Petrobras usó la coyuntura de pandemia para intensificar el desmantelamiento de la empresa. Estos sindicatos del régimen mezclan las reivindicaciones laborales con la exigencia de “soberanía” en la producción petrolera y de la preservación de Petrobras como empresa nacional, lo cual terminan poniendo por encima de los intereses reales de los trabajadores.
En Venezuela el gobierno decretó inamovilidad laboral hasta diciembre. Así mismo el gobierno anunció el pago de bonos por el coronavirus a los trabajadores (aunque pocos los reciben), suspensión de pago de alquileres de vivienda principal y asumió el pago de la nómina de las pequeñas y medianas empresas. También el gobierno anunció el fortalecimiento de la entrega de cajas con alimentos a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Sin embargo ninguna de estas medidas protege a los trabajadores del incremento constante de los precios de los productos y servicios de primera necesidad, que no pueden ser cancelados con un salario mínimo de 3 dólares al mes. Sectores de los trabajadores de educación y salud han venido planteando la necesidad de un salario de 600 dólares al mes y han manifestado su rechazo a los bonos ofrecidos por el Ministerio de Educación por unos cuantos miles de bolívares que no alcanzan para comprar una empanada.
Se ha venido observando manifestaciones de retorno de migrantes venezolanos a su país de origen a raíz de las medidas de control de la pandemia; ya que se trata de trabajadores sin puestos de trabajo ingresos estables y que han quedado desprotegidos tanto desde el punto de vista de las políticas laborales aplicadas en los países donde se encuentra y tampoco son contemplados en los planes sanitarios. Por lo pronto parecieran ser pequeñas cantidades en relación a la masa que ha salido de Venezuela, pero este retorno de trabajadores sumará factores de explosividad a la bomba social que más adelante pudiera estallar en Venezuela.
En Chile CODELCO, la mayor productora de cobre a nivel mundial, inicialmente se mantuvo operativa y los trabajadores fueron mantenidos cumpliendo con su jornada de trabajo.
El Gobierno burgués ingresó al Senado un proyecto de ley que suspende de manera temporal todas las negociaciones colectivas justificando esto por “la emergencia sanitaria por COVID‑19”; así mismo la iniciativa prorroga las vigencias de las directivas sindicales y sus delegados durante ese mismo lapso de tiempo. De aprobarse este proyecto de ley en el Senado, se postergarían alrededor de 1.500 negociaciones colectivas.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, expresó que “no es sostenible” para el país decretar una cuarentena obligatoria en todo su territorio. Piñera defendió la “cuarentena estratégica y selectiva” pues de tenerla obligatoria, “nadie podría asegurar que las familias cuarentenadas tengan los medicamentos, los alimentos y los servicios básicos”. Con esta posición del presidente no queda duda, por un lado de su intención de asegurar la continuidad y recuperación de los negocios de los capitalistas y, por otro lado, deja claro que el gobierno burgués no está dispuesto a asumir los costos sanitarios y alimentarios de una cuarentena.
En Perú, la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) manifestó su rechazo a la solicitud enviada por la Confederación de Empresarios (CONFIEP) al gobierno peruano, solicitando “luz verde” para despedir trabajadores o reducir salarios y jornadas laborales ante el impacto de la crisis por el control del coronavirus. El gobierno peruano emitió decreto de emergencia que establece que los trabajadores deben dejar de laborar sin que esto afecte sus ingresos y que además contempla la transferencia de fondos a los empresarios equivalentes al 25% de lo que pagan en salarios.
En Estados Unidos, 43.000 empleados de Disney World fueron suspendidos sin sueldo.
16,8 millones de trabajadores fueron lanzados al desempleo entre el 20 de marzo y el 10 de abril. La tasa de desempleo podría llegar al 15% al cierre de abril.
Aunque no se tiene información estadística, se ha observado que un importante número de muertos por el coronavirus han sido inmigrantes indocumentados que no han acudido a tiempo a los centros de salud por temor a ser deportados. El cinismo del gobierno burgués se hizo notorio cuando se anunció que se suspenderían las redadas a indocumentados, ya que los inmigrantes son la principal mano de obra de las empresas que suministran alimentos y que hacen entregas a domicilio, calificadas como áreas esenciales.
EEUU pasó a ser el país con mayor número de afectados por la pandemia del coronavirus y los economistas del Banco de la Reserva Federal de San Luis, proyectaron que el desempleo podría alcanzar el 32% en todo el país. Esa cifra rompería el récord de la tasa de desempleo más alta en la historia de los EEUU, 24,9 %, que ocurrió en 1933 durante el apogeo de la Gran Depresión.
Las diferentes formas de vida constituyen una totalidad en los giros y vueltas constantes e infinitos de su evolución. La especie humana coexiste con muchas otras formas de vida, algunas de ellas dentro del propio cuerpo humano, a veces útiles, a veces dañinas. La humanidad ha aprendido a contrarrestar la agresión de las especies animales más grandes, pero sigue siendo vulnerable a las más pequeñas, incluidos muchos insectos, algunos organismos unicelulares y virus.
Sin duda, sería útil escribir una historia de las grandes epidemias que, a lo largo de los siglos, han tenido efectos significativos en el desarrollo de la humanidad, desde las que marcaron el final de la Edad Media en Europa, hasta la rubéola y la viruela que exterminaron las poblaciones nativas americanas, a la llamada “gripe española”, que fue provocada por la Primera Guerra Mundial y terminó duplicando sus víctimas.
Preguntémonos: ¿está la humanidad mejor preparada para responder a la amenaza de epidemias que en el pasado? La respuesta es, sin duda, “sí” con respecto a los muchos flagelos que, hasta hace unas décadas, eran prodigiosos dispensadores de duelo y discapacidad, a menudo infligidos a los jóvenes, trayendo enfermedades como el tracoma, la tuberculosis, la poliomielitis: las dos primeras causadas por una bacteria, la tercera por un virus. Estas son epidemias cuya propagación persiste solo en las regiones más pobres del planeta, entre las clases sociales más bajas y donde la atención médica está menos disponible.
La esperanza de vida también está aumentando, pero se hunde bruscamente en el abismo abierto por las crisis económicas o por el desorden político, como sucedió, por ejemplo, en gran medida durante la ruptura de la Unión Rusa desde 1989 en adelante.
Porque lo que no funciona para preservar la salud de la especie es el capitalismo, que crea un conflicto incurable entre las leyes de reproducción del capital y las de reproducción y conservación de las especies vivas – y ante todo la especie humana.
No es una coincidencia que la epidemia actual se haya originado en China, un país que en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento extraordinariamente rápido, que lo ha llevado a la vanguardia del desarrollo económico capitalista moderno.
Está claro que el dilema que enfrentamos hoy es el siguiente: ¿Deberíamos defender a la humanidad de esta agresión invisible, que podría causar (aún no sabemos) el exterminio de la especie?; ¿O deberíamos defender el funcionamiento continuo de las relaciones de producción basadas en el trabajo asalariado y la circulación de mercancías? ¿Deberíamos defender la especie humana o deberíamos defender su expresión histórico-productiva en la era capitalista, que se conoce con el nombre de “la nación”?
El dilema está ahí para que todos lo vean, a nuestro alrededor: en la tensa procrastinación, “¿cerrar o no cerrar?” se pierde mucho tiempo en el esfuerzo por prevenir la infección. En Japón, por ejemplo, la gran amenaza y la gran preocupación por la clase burguesa es la pérdida de grandes negocios que representan por los Juegos Olímpicos.
Frente a una madurez de conocimiento y de trabajo humano, que tiende a hacer de todo el planeta una sola máquina inteligente y colaborativa, cada burguesía, encaramada en su propio Estado y rodeada de sus propios “científicos”, demora el sonido de la alarma el mayor tiempo posible, cerrando las fronteras a los que quieren entrar, pero no a los que quieren salir. ¡Y establecen cuotas para pruebas con hisopos nasales para reducir la cantidad de infectados! Mientras tanto, también aprovechan la enfermedad para explotar cualquier tipo de fraude y especulación.
En la actual crisis senil del capital mundial, el sistema de ganancias está al borde de una recesión y una sobreproducción. ¡Pero no permitamos que una pandemia mantenga a los trabajadores alejados de las fábricas y los sitios de construcción! no bloqueemos los contenedores apilados en los muelles, ¡el 95% de ellos están llenos de productos que no nos son de utilidad! No mantengamos aviones en el asfalto, ya que eso podría causar graves daños al “turismo”, la cura para el aburrimiento de la pequeña burguesía.
Cerrar escuelas y cines es barato. ¿Pero cerrar las fábricas hasta que el peligro haya pasado? ¡Inconcebible! ¡Locura! ¡Herejía! De hecho, incluso los sindicatos como Unite en el Reino Unido piden “asistencia financiera” a industrias como la aviación para “lidiar con el colapso calamitoso en las reservas”. Debido a que los trabajadores deben ir a trabajar, no se debe permitir que las normas sustantivas sobre higiene perturben la industria o los medios de los trabajadores para llegar al trabajo. ¡Estamos mejor muertos!
El mero establecimiento de una profilaxis de salud, con la modificación temporal de los ritmos y los medios de producción, conocimiento y consumo, implementados de acuerdo con un plan internacional, una ruptura necesaria en el ciclo de la vida humana colectiva en el planeta, es incompatible con el ritmo y el ciclo del capital, para el cual la producción y el consumo no deben, y nunca pueden detenerse.
La clase trabajadora no debe aceptar esto, debe imponer el pago de salarios a todos los trabajadores despedidos por el virus, especialmente los trabajadores temporales y los trabajadores de la “gig economy” cuyas vidas ya son lo bastante precarias. La pandemia no está por encima de las clases sociales y el proletariado no debe confiar su manejo y control a la clase depredadora de los patronos y su Estado.
La crisis capitalista vuelve a reanimarse, trayendo consigo mayor esclavitud y explotación a la clase obrera. Caen los precios del petróleo, de los combustibles y de diferentes materias primas. Una montaña de mercancías se acumula en los almacenes de las empresas. Diferentes procesos productivos de las empresas se paran, no por falta de materias primas, sino porque no consiguen compradores para sus mercancías. Se paraliza el crédito, caen los indicadores de las bolsas de valores.
Se profundizan las medidas anti‑obreras de los gobiernos: salarios de hambre, despidos, flexibilización laboral, empeoramiento de las condiciones y medio ambiente de trabajo, pago de bonos no salariales en vez de aumentar el salario.
Y con la crisis los politiqueros de todos los colores, las diferentes centrales sindicales y los medios de comunicación, imponen como salidas a la crisis “más democracia”, “soberanía y defensa de la patria”, “elecciones y cambios de gobierno”, “adelanto de elecciones presidenciales”, “referéndum y asambleas constituyentes”, “reformas constitucionales”, “mesas de diálogo y negociación entre gobierno y oposición”, “pronunciamientos de comunidad internacional (ONU, OEA, CIDH, etc.) a favor o en contra de determinados gobiernos”, etc.
Las primeras y más notorias respuestas a la crisis capitalista las protagoniza la pequeña burguesía, que se ve empujada a la proletarization, como lo hemos visto en todo centro y Suramérica, liderando amplias movilizaciones y enfrentando la represión de los diferentes gobiernos burgueses, ya sea que se autoproclamen de izquierda, de centro o de derecha. Cuando se registran concentraciones y movilizaciones numerosas es porque logran incorporar a las masas obreras, ya sea para confrontar o para defender a los gobiernos de turno.
Pero, como se ha podido constatar en Venezuela, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Panamá, Brasil, Uruguay, Paraguay y México, todos los pliegos reivindicativos se concentran en la exigencia de más democracia y soberanía de la patria; mientras las reivindicaciones obreras no aparecen o son solo un elemento decorativo y accesorio de los pliegos de peticiones de todos estos movimientos liderados por la pequeña burguesía.
Algunos sectores de la pequeña burguesía se inclinan por salidas políticas basadas en el guerrillerismo o la alianza con fracciones del ejército para propiciar golpes de Estado; pero igualmente estos movimientos coinciden en la promoción de programas interclassistes que no romperán con el capitalismo, aunque declaren cuestionarlo de manera “radical”.
Los sindicatos del régimen aplauden las medidas de los diferentes gobiernos burgueses, que declaran defender a las mayorías, pero que defienden solo a las empresas capitalistas, abarcadas por eso que llaman la “economía nacional”. Los sindicatos del régimen se suman servilmente al llamado a intensificar las jornadas de trabajo, a no parar la producción y no dudan en acompañar la represión y el terrorismo laboral de gobiernos y patronos.
Toda la experiencia histórica de la clase obrera demuestra que los gobiernos democráticos y parlamentarios y la democracia burguesa en general (llámese incluso “representativa” o “participativa y protagónica”), solo son la fachada de la dictadura de clase de la burguesía sobre el proletariado. Por lo tanto la clase obrera no puede abrigar esperanzas de cambio radical y mejora de sus condiciones de vida a través de cambios de gobierno, no importa si estos cambios se alcanzan a través del voto o de golpes de Estado. De todos estos gobiernos nuevos y viejos, que administran los intereses de la burguesía en el continente americano, la clase obrera no puede esperar otra cosa que profundización de la explotación, sobrecarga de trabajo, alargamiento de la jornada de trabajo, reducción del salario real, condiciones de trabajo inseguras y denigrantes, incumplimiento de cláusulas de los contratos colectivos, fraude con pago de bonos de todo tipo con la finalidad de frenar los aumentos de salario, represión y terrorismo laboral.
En la confrontación entre fracciones politiqueras burguesas y pequeñoburguesas por el control de los gobiernos y los parlamentos, unos proclaman la defensa del neoliberalismo y el mercado, siendo Chile el caso más representativo, y otros proclaman el keynesianismo y la intervención del Estado, donde el caso más representativo es Venezuela; pero todos coinciden en la defensa de las ganancias del empresariado a costa de la explotación, el hambre y el desempleo de la clase obrera. Gobierno y oposición, en todos los países, mantienen a la clase obrera a la cola de sus consignas y canalizan su descontento y sus esperanzas a través del voto y de los mensajes patrióticos y falsamente “anti‑imperialistas”.
En el contexto de la pandemia del coronavirus COVID‑19 cada gobierno burgués implementa estrategias en las que se complementa la protección de los negocios capitalistas y la anulación de la movilización de las masas.
Aunque en los discursos de todos estos gobiernos burgueses se declaré su interés por las mayorías, los trabajadores deberán exigir con firmeza que se les incremente el salario y el acceso a los bienes y servicios de primera necesidad, la paralización de los despidos, la garantía de pago de salarios a desempleados, jubilados y pensionados, garantía de transporte y equipos de bioseguridad para el personal médico y para todos los trabajadores que se mantengan activos durante el período de control de la pandemia.
En el continente americano son muchos los países en los que más de la mitad de la población económicamente activa son trabajadores por cuenta propia, trabajadores de la llamada “economía informal”, jornaleros, trabajadores temporales o eventuales; se trata de una masa de trabajadores sin estabilidad laboral que siempre está en condiciones de precariedad en la economía capitalista, que sufre duramente el impacto de sus crisis y que particularmente ha quedado abandonada a su suerte ante las medidas de control sanitario establecidas por los diferentes gobiernos ante la pandemia del coronavirus.
Los asalariados siempre han estado al margen de los sistemas de salud, ya sea que en sus países existan servicios médicos públicos o no; ahora con la pandemia los trabajadores mueren por el virus, o mueren por otras afecciones (muchas originadas en su centro de trabajo) que no pueden ser tratadas por hospitales colapsados o simplemente los mata el hambre y el desempleo.
La clase obrera en toda América debe retomar la huelga y la unidad de acción, poniendo en el centro de sus exigencias el aumento general de salarios, la reducción de la jornada de trabajo, la mejora de las condiciones de higiene y seguridad laboral, la seguridad social para jubilados, pensionados y desempleados y contra la represión y la detención, asesinato o despido de dirigentes obreros.
La huelga debe ser retomada como una acción indefinida y sin servicios mínimos, integrando a trabajadores activos, jubilados y desempleados, así como de todas las ramas de actividad que aglutinan a los asalariados. La paralización de la producción y de los despachos de mercancías es un objetivo clave para obligar a la burguesía a ceder ante las demandas de los trabajadores. En todos los países las leyes niegan la posibilidad de las huelgas con estas características, pero las huelgas combativas deben imponerse por la fuerza que implica la participación masiva de los trabajadores.
Para esto es importante que los trabajadores se unan por la base haciendo uso de las asambleas generales y por departamento. Es común que en una misma empresa o institución los trabajadores estén afiliados a diferentes sindicatos, la mayoría patronales. De allí que, ante la ausencia de sindicatos de clase, es preciso que los trabajadores hagan uso de las asambleas y constituyan Comités Obreros de Base para garantizar la unidad de acción de los trabajadores sin importar a que sindicatos están afiliados o en qué partido militan. Una huelga exitosa comienza por la unidad de los trabajadores por la base.
Pero además una huelga exitosa nunca se queda encerrada en una sola empresa; por lo tanto toda huelga que se inicia en una empresa debe promover la incorporación de trabajadores de otras empresas de la localidad, región, país o países y esto implica la organización de piquetes de agitación y realización de reuniones y encuentros de unidad y solidaridad.
Sobre la marcha y al calor de la lucha, los trabajadores deberán desarrollar verdaderos sindicatos de clase, sin compromisos con el patrón, ni con la “economía nacional”, ni con el patriotismo, ni con el parlamentarismo, ni con el circo electoral; dando la espalda a los llamados a impulsar reformas constitucionales y asambleas constituyentes.
En América y en el mundo, retomar la huelga y la unidad de acción de los trabajadores!!!
Toda salida obrera a la crisis pasa por la huelga indefinida y sin servicios mínimos contra los patronos, sus parlamentos y sus gobiernos!!!
La epidemia del coronavirus está haciendo emerger el cinismo sin fin de la clase patronal y de sus regímenes políticos en todos los países, dispuestos a sacrificar la vida de miles de hombres para defender las ganancias y lo que ellos llaman “economías nacionales”, que no son otra cosa que el capitalismo y sus privilegios.
Las medidas para detener la propagación de la epidemia son retrasadas lo más posible por los gobiernos burgueses de todos los países para evitar el cierre de fábricas y empresas.
Incluso ahora que se lanzó una insistente campaña para que todos se encierren en sus casas, las empresas permanecen abiertas y la mayoría de los trabajadores tienen que ir allí, también donde se presenta la máxima virulencia del contagio.
Esta conducta ha comprometido la efectividad de la contención y tiene, y tendrá aún más, un enorme costo de vidas humanas. De esta manera, los patronos y su gobierno de turno demuestran que es totalmente aceptable para ellos, de hecho es necesario, que una parte de los trabajadores deba morir para asegurar las ganancias a la empresa, lo que, además, ocurre incluso sin una epidemia, para los cotidianos accidentes mortales en el trabajo y por las enfermedades profesionales.
El régimen patronal, a través de los medios de comunicación con todos sus bufones, agita el patriotismo e invoca la fraternidad, la solidaridad y la unidad nacional. “Hermanos de la Patria” es la más infame de las hipocresías. Los obreros no tienen hermanos, sino enemigos de clase en los empresarios, que quieren que trabajen poniendo en riesgo de sus vidas para garantizar las ganancias. Los hermanos de los obreros no son los patronos, sino los trabajadores de todos los países, hacia los cuales cada burguesía nacional se comporta así mismo. Mientras invocan la unidad y la disciplina nacional, patronos y gobierno trabajan para que esta crisis económica y sanitaria, también la pague la clase trabajadora.
El hecho de que deben quedarse en casa todos, excepto los trabajadores, deja en claro como la clase obrera es una clase separada y opuesta a todas las otras.
Incluso los prisioneros no permanecieron indefensos esperando el destino para decidir a cuál de ellos les toca morir. ¿Deberían los trabajadores esperar en silencio en las cárceles empresariales?
Muchos trabajadores entendieron esto, se negaron a ser carne de cañón y en varias fábricas iniciaron huelgas reivindicando el cierre de empresas y pago de salarios completos.
Los sindicatos del régimen han demostrado una vez más ser cómplices de los patronos y del régimen político burgués. Antes, incluso emitieron llamamientos conjuntos con empresarios para “proteger la producción”. Después de que las huelgas comenzaron a extenderse persiguieron a los obreros para no perder el control de ellos y para que no se organizaran en la base.
“Por el bien del país, por la protección de la salud de los trabajadores y trabajadoras, el País no se detiene”. Que significa: por el bien del capital, de las ganancias y de la burguesía, que los trabajadores no se detengan! ¡e incluso pueden morir, y morir todos los días!
Es una guerra, una guerra de clases. Cada burguesía nacional aprovecha también el virus para continuar su guerra contra las otras, a costa de la vida de los trabajadores de todos los países. Como lo hará mañana con la guerra librada.
Para todos los capitalismos, que se han hundido en la crisis de la sobreproducción durante años, una parada productiva de algunas semanas puede anticipar su colapso común, el de todo el capitalismo mundial, incluida China. Por todo esto, los regímenes burgueses actúan de esta manera descaradamente irresponsable y sin sentido: no es incapacidad sino un cálculo frío. Son las mismas razones materiales que han llevado a los recortes en los sistemas nacionales de salud en las últimas décadas, que hoy frente a la epidemia, manifiestan ser inadecuados.
Quizás esta crisis sanitaria pasará sin resultados catastróficos, pero la dirección de la marcha y el significado profundo de la condición de esta sociedad, finalmente está emergiendo de una manera clara: la vida del capitalismo implica el sacrificio de la clase obrera.
Y los sindicatos del régimen han aceptado completamente este principio según el cual si se hunde la economía capitalista, los trabajadores no tendrían salida y deberían hundirse con ella, como los antiguos esclavos encadenados a los remos de las galeras: “O capitalismo o muerte” es el dogma al que se sometieron para siempre.
El sindicalismo de clase, no subordina la defensa de las necesidades de los trabajadores a ningún supuesto interés común entre las clases y rechaza la ideología hipócrita de la “defensa del bien del país”, en cambio lucha por detener la producción, con pago de salarios completos para todos los trabajadores, ya sean fijos o no.
Así defendiéndose, la clase trabajadora se coloca en el terreno de la sociedad futura, del comunismo internacional, libre de cualquier cálculo mercantil y de la sumisión salarial, en el terreno de la revolución que finalmente enterrará el cadáver de esta enferma e incurable sociedad.
Para los especuladores es importante predecir el precio del petróleo a tres o a seis meses, para sacar provecho de la fluctuación de las cotizaciones: compran, con dinero a menudo a crédito y sin cobertura, un suministro de petróleo a un precio determinado, apostando a que en el momento de la entrega la cotización se incrementará. La diferencia entre el precio de compra y aquel al que el petróleo puede ser revendido se transforma en una renta financiera.
Marx ya en el capítulo IV del Primer Volumen de “El Capital” había explicado que el sueño de la burguesía siempre ha sido pasar del ciclo D‑M‑D’ al ciclo D‑D’, evitando la producción de mercancías. En el caso de los futuros, las mercancías no cambian de valor, como ocurre en un proceso productivo con la agregación de plusvalor a la maquinaria, los productos semielaborados y las materias primas. Aquí solo apuesta, en esas salas de bingo que son los mercados financieros donde se intercambian futuros y derivados.
Hoy, sin embargo, las previsiones del precio de los futuros ya contratados a tres o a cinco meses, son dos veces o dos veces y media superiores a los precios actuales. ¿Por qué los señores de las altas finanzas han hecho mal sus cuentas? ¿Por qué no previeron los imponderables que se manifestaron de inmediato bajo la forma de la pandemia de coronavirus?
El capital no puede sobrevivir si no cumple un proceso expansivo sin detenerse. Pero el límite del proceso de acumulación capitalista está en el capital mismo. El progreso de la producción sin problemas, sin crisis cíclicas, es por lo tanto imposible. Igualmente imposible es para la burguesía programar para largo plazo. Ya en esto está la admisión implícita de que el futuro no le pertenece.
El economista por excelencia del crecimiento y de la intervención, John Mainard Keynes, llegó a decir con ironía, contra las tesis del liberalismo: “en el largo plazo todos estaremos muertos”. ¡Ellos, cínicos y desesperados burgueses, que persiguen el momento, estarán todos muertos! La especie permanece, y nosotros, los comunistas marxistas, bien vivos y saludables durante dos siglos, evaluamos los procesos económicos y sociales en su larga evolución histórica, seguros de la venganza que nuestra teoría nos dará sobre las doctrinas de su ciencia económica muerta.
En particular, por lo tanto, la clase dominante, incluso la de una potencia económica imperialista, no puede inscribir útilmente su política energética en determinadas directrices.
El mecanismo económico de la renta y, en particular, el de la renta diferencial, descrito ya por David Ricardo entre los siglos XVIII y XIX, fue asumido por Marx insertándolo en su construcción teórica, mucho más sólida y orgánica.
Cuando explota un recurso mineral como el petróleo, se tropieza con una forma de renta completamente similar a la de la agricultura. Un yacimiento puede tener un petróleo de mejor calidad respecto a otro, o se puede extraer de pozos menos profundos, utilizando menos fuerza de trabajo y una menor dotación de medios técnicos. El yacimiento más al alcance de las perforadoras ofrecerá una ganancia adicional, una renta diferencial.
Pero en los mercados internacionales, el precio de las diversas calidades del petróleo, los más conocidos son el Brent y el WTI (Western Texas Intermediate), también está determinado por otros factores además del costo de producción. En el trasfondo de todas las tensiones que se acumulan en los mercados de las materias primas, también juega un papel importante la “liquidez disponible de los operadores económicos”, léase: exceso de capitales en busca de alguna valorización especulativa.
Pero el elemento que más influye sobre las cotizaciones es el mecanismo de la renta diferencial. Cuando la producción manufacturera crece, en consecuencia se eleva la demanda de petróleo. Crece ahora también su precio, porque puede presentarse una escasez temporal en términos de oferta, pero principalmente porque la expansión de la base productiva conduce a la explotación de los yacimientos peores, que requieren costos más altos.
Este es el caso del llamado shale oil, el petróleo de esquisto bituminoso extraído principalmente en los Estados Unidos y en Canadá, que requiere costos de explotación muy altos, especialmente en relación con los de los países del Golfo Pérsico. En Irak y en Arabia Saudita, los costos de extracción de petróleo generalmente se sitúan por debajo de los 3 dólares por barril, si a esto se agrega los gastos generales y de transporte, se llega a los 9 dólares por barril. En cambio, en los Estados Unidos, comenzar a explotar un nuevo yacimiento de shale oil se vuelve rentable con un precio de mercado que sea superior a 48‑52 dólares; si el precio desciende por debajo de 27 dólares no es conveniente explotar los pozos existentes.
Si un barril de crudo producido en Arabia Saudita a principios de enero de este año se podía vender en alrededor de 60 dólares, frente a un gasto de 9 dólares para producirlo, Aramco, la compañía petrolera propiedad del Estado saudí, recaudó más de 51 dólares de renta, más de 5 veces la inversión inicial.
Este sortilegio se logra gracias al hecho de que el Estado saudita, propietario monopolista de esos mejores pozos, se apropia del valor de su mayor producto, obtenido con la misma inversión de capital, en comparación con los peores pozos. La teoría marxista identifica tres clases sobre la base de las relaciones de producción: los proletarios que reciben un salario, los capitalistas que reciben una ganancia y los terratenientes que reciben una renta. La tendencia histórica es a una cierta confluencia orgánica entre la renta, intereses y ganancia en los grandes grupos financieros que son al mismo tiempo bancos industriales y terratenientes.
En la industria petrolera ganancia y renta han encontrado un acuerdo para acumular una inmensa riqueza y un gran peso en la economía y la política internacional. Los camaradas volverán a leer nuestro estudio detallado “Il petrolio, i monopoli, l’imperialismo” (“El petróleo, los monopolios, el imperialismo”) en Il Partito Comunista de 2013.
El capitalismo ya en los años 70 del siglo pasado entró en una crisis crónica, particularmente en la industria manufacturera, a causa de la baja tasa de ganancias debido a la alta composición orgánica lograda en el capitalismo maduro. Inmensas masas de capital fueron vertidas en la industria petrolera, gracias también a las fuertes tensiones que siguieron al primer shock petrolero de 1973.
Desde entonces, la serie interminable de guerras que han atormentado al Medio Oriente se explican esencialmente por la disputa que ha visto como protagonistas a las principales potencias imperialistas y los países productores, todos interesados en una cuota de la renta petrolera. Una conflictividad permanente los aparta sistemáticamente de cualquier intento de gestión concertada, enésima demostración de la imposibilidad de sofocar la avaricia incontenible que caracteriza a cada facción de la clase dominante.
“Las únicas cosas que la economía política pone en movimiento son la codicia y la guerra entre codiciosos, la competencia”, escribió Marx en el manuscrito de 1844 sobre el trabajo enajenado. Hay que disipar en el marxismo toda connotación moralista: el verdadero motor de esta codicia no es otro que la exigencia de valorización del capital, mientras que los comportamientos humanos no hacen otra cosa que someterse a este imperativo.
En el verano de 2019, algunas tensiones en los precios del petróleo hicieron prever que podrían poner en peligro a la industria del shale oil entonces floreciente en Estados Unidos y Canada. En agosto se comenzó a hablar de un posible estallido de la burbuja. En los Estados Unidos la industria extractiva ha permitido compensar el estancamiento de del sector manufacturero, que en los últimos 12 años nunca ha logrado recuperar el máximo productivo de 2007. Si a la manufactura estadounidense de 2007 se coloca el índice 100, en el 2019 se detuvo en 96, mientras que para la industria en general, incluida la extractiva, se alcanza 103,8. Los casi 8 puntos porcentuales de diferencia se deben casi exclusivamente al aumento de la producción de petróleo de esquisto.
La cantidad real de producción petrolera en los diversos países solo puede conocerse de una manera aproximada, parte de ella escapa a las cifras oficiales tanto para eludir los acuerdos de carteles como los de la OPEP, como para esconder transacciones en los denominados mercados spot, en los que el intercambio se produce con el pago inmediato del valor equivalente.
Se puede dar cierto crédito a lo que fue declarado por el antiguo dueño de la ENI y actual vicepresidente de Banca Rothschild, Paolo Scaroni, quien declaró el domingo 29 de marzo en el “Sole 24 Ore” que la actual guerra global de los precios del petróleo ha sido iniciada por los Estados Unidos, que en los últimos años han aumentado la producción en 4 millones de barriles por día, convirtiéndose en uno de los primeros productores del mundo.
De estos datos podemos extraer tres consideraciones: la primera es que, dado que la producción mundial de petróleo se ha mantenido estacionaria en los últimos cuatro años a 100 millones de barriles diarios, los cuatro millones de barriles producidos de más por los Estados Unidos han restado cuotas de mercado a otros países; la segunda, que esto explica por qué Trump quería hacer estallar el acuerdo nuclear iraní imponiendo sanciones económicas que han reducido drásticamente las exportaciones energéticas de Irán; la tercera, que si la producción mundial de petróleo crudo se ha estancado durante cuatro años, esto significa que la producción mundial de manufacturas industriales también ha marcado el paso, en línea con la caída general de los precios de todas las materias primas.
El equivalente de la crisis en puertas ya se había producido el 14 de septiembre de 2019 cuando el ataque al territorio saudí, con drones, puesto a disposición de los rebeldes yemeníes Huthi, gracias al apoyo militar de Irán, había golpeado las dos plantas de desulfuración del Aramco de Abqaiq y de Khurais. El petróleo saudita tiene un alto contenido de azufre, por lo tanto, sin someterse a este tratamiento, no puede cargarse en buques petroleros ni colocarse en los oleoductos. En esa ocasión, la capacidad de exportación de crudo saudita se redujo en un 60%, haciendo perder al mercado el 5% de la producción mundial. Mientras que los nabobs sauditas se apresuraron a buscar repuestos en todo el mundo prometiendo pagarlos en peso de oro para volver a poner en funcionamiento las plantas, se esperaba un salto repentino en el precio del petróleo, que se mantendría mientras las plantas de Aramco no reanudaran la marcha a pleno ritmo. Pero no fue así: después de un salto de cinco dólares, el precio del barril volvió al nivel inicial después de pocos días. Esto fué una señal de que la crisis estaba tocando las puertas y que no tardaría en manifestarse, incluso sin el paso del “cisne negro” del virus letal.
A finales de marzo, después de seis meses y medio, y con el coronavirus, la producción mundial de petróleo ya había caído un 29%; alcanzando “solamente” 71 millones de barriles por día. Una caída similar de la producción no se había presentado, ni siquiera durante la crisis de 1929. En las próximas semanas, la extracción podría descender aún más.
Entre finales de marzo y principios de abril, los precios del crudo alcanzaron sus niveles más bajos en los últimos 18 años. El Brent había caído por debajo de los 25 dólares, mientras el WTI cayó por debajo de los 20, demasiado bajo para permitir la producción del shale oil norteamericano.
Pero esto fue solo el comienzo. El lunes 20 de abril, en una sesión algo agitada del Nymex de Nueva York, el futuro sobre el WTI consignado para mayo fue marcado en -37.63. El precio negativo del crudo ha demostrado hasta dónde puede llegar el efecto deflacionista de la crisis del capitalismo, un fenómeno que ya había ocurrido durante la Gran Depresión, en 1931.
En parte influido por la especulación de los fondos de inversión que operan en el sector de los futuros, pero la caída de los precios tiene su raíz en la economía real. La drástica caída de la demanda hace bajar los precios, mientras que solo una recuperación del consumo, tan esperada, una vez que se elimine la cuarentena, permitiría un aumento de los precios. Esta expectativa se tradujo en una cotización negativa de los futuros cuya fecha límite estaba por vencerse. Si la semana que terminó el 24 de abril marcó un aumento en los precios del petróleo (Brent a 21,44 $ y WTI a 16,94 $), las previsiones para las próximas semanas seguirán siendo sombrías, tanto que el japonés Banco Mizuho no excluye un precio alrededor de -100 $.
La causa determinante de la caída en la cotización del precio es la sobreproducción que ha alcanzado un nivel tal que puede llenar los enormes tanques de todo el mundo y las gigantescas naves petroleras, cuyos fletes están en constante ascenso. Los productores y los acaparadores de futuros, de los “barriles de papel”, en vencimiento, deberán resignarse a pagar a quienes estén dispuestos a liberarlos de los excedentes.
Es evidente que la vida física choca con las relaciones de producción capitalistas: el río lleno de petróleo extraído, que nadie puede detener o volver a meter bajo tierra, se desborda rebelde a la forma de mercancía que le es impuesta, ante la consternación de los infernales aprendices de hechicero que pretenden gobernarlo.
Los Estados pagan a las empresas para no producir: una nueva forma de intervención en negativo, un incentivo a la destrucción de capital. ¡Quién sabe lo que pensaría de eso Lord Keynes!
El precio es probable que se establezca en un nivel que podría arruinar la economía de la mitad del mundo. Si para los mayores productores, Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos, la crisis se mitigaría durante un cierto tiempo gracias a las importantes reservas de divisas de las que disponen los dos primeros, mientras que el tercero siempre tendrá la posibilidad de vertir dólares en el mercado mundial. Las cosas podrían empeorar para Argelia, Irak, Irán, Angola, Nigeria y Venezuela, cuyas exportaciones se componen de manera preponderante por petróleo crudo. Baste pensar que el precio del Merey, el punto de referencia del petróleo venezolano, fue inferior a los 14 dólares por barril a mediados de abril.
A principios de abril, los principales países productores llegaron a un acuerdo in extremis para recortar la producción de manera acordada y tratar de detener la caída de los precios. El acuerdo ha abarcado a los países de la OPEP, a los que se agregó Rusia, que acordaron un recorte de producción de 9,7 millones de barriles por día.
Trump aprovechó la ocasión para hablar de un recorte total de 20 millones de barriles por día de producción mundial agregando a los “Opep+” también la reducción de la producción de petróleo de otros países, incluido los Estados Unidos. Se trata de una cifra hiperbólica, al estilo del presidente estadounidense, cuyas declaraciones altisonantes y números aleatorios, tienen como objetivo desviar la atención de los verdaderos temas de su crisis nacional.
El acuerdo entre Estados Unidos y Arabia Saudita prevé una reducción de la extracción saudí a cambio del compromiso de Estados Unidos de reducir la producción de shale oil. No es casualidad que Exxon Mobil haya reducido la inversión de capital en un 30%. Pero se trata de una elección forzada: ya a inicios de abril se constató la primera gran víctima, la Whiting Petroleum, una de las principales compañías que operan en el shale oil de Colorado, que se declaró en quiebra.
Mientras tanto, la mayor reducción de la oferta petrolera en la historia no parece haber logrado el objetivo de sostener los precios y no debería sorprender un nuevo descenso. Después de la disminución de la demanda de petróleo de 29 millones de barriles en marzo, en abril la tendencia no fue mucho mejor, mientras que se espera una recuperación para junio, siempre que se alivien las medidas de cierre adoptadas en 187 países.
Pero si las perspectivas optimistas delineadas por la OPEP hablan de una caída en la demanda anual de crudo de 6,85 millones de barriles por día, tenemos la certificación definitiva de una recesión económica de dimensiones planetarias, que podría evolucionar hacia una nueva gravísima depresión. La ruina de la renta petrolera, y de todas las demás rentas y ganancias, es el preludio de convulsiones sociales de gran alcance.
REUNIÓN INTERNACIONAL
FLORENCIA, 4‑6 OCTUBRE 2019
Sesión del sábado
Informe del curso de capitalismo
La revolución alemana de 1919 en “Prometeo”
El PCd’I y la guerra civil en Italia
La cuestión militar - Oposición a la guerra
Nacimiento de la nación india
Lenin y la dictadura del proletariado en Rusia
Sesión del domingo
Actividad sindical del partido
Materiales para un estudio sobre la revolución húngara
Informe de sección en Venezuela
El movimiento de los comités de trabajadores en Gran Bretaña
Origen y naturaleza de la Internacional de los Sindicatos Rojos
Del viernes 4 al domingo 6 de octubre de 2019, nos encontramos para la reunión general periódica en nuestra amplia sede de Florencia. Estuvieron presentes camaradas y representantes de secciones de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Estados Unidos, Venezuela y, de Italia, Turín, Génova, Véneto, Cortona, Bari y Roma.
Todo el trabajo se realizó a nuestro ritmo rápido y ordenado, de acuerdo al plan previsto con tiempo y finalmente detallado al comienzo de la reunión. Se efectuaron traducciones intercaladas en inglés.
Nuestras fuerzas ciertamente no pletóricas, se las arreglan para expresar una gran cantidad de trabajo no solo por la capacidad y diligencia individuales de nuestros camaradas, sino porque están insertos en el ambiente sano de solidaridad comunista que se mantiene dentro de nuestro colectivo.
Sabemos que debemos defender hoy el programa de la revolución de mañana. Esta gran tarea solo se puede realizar con una actuación metódica e impersonal, en una disciplina fraterna que evita el exhibicionismo, la originalidad y el estúpido ruido de los intelectuales. Con el mismo compromiso sereno que era de Marx, Engels y nuestros otros maestros, sin creer obviamente en su altura personal, trabajamos para acumular y poner a punto las necesarias municiones ideales y científicas del partido que guiará a la clase obrera al poder, y a la destrucción de todo poder.
Hoy se trata, no de descubrir nuevas verdades, sino de ampliar al partido el horizonte del conocimiento de los complejos desarrollos, en el tiempo y en el espacio, de la lucha entre las clases y subclases, del pasado y del presente, de este podrido y moribundo mundo burgués actual.
No es a partir de maniobras o de expedientes tácticos particulares, sino del desempeño correcto de sus funciones, de todas sus funciones, entre las cuales es vital el contacto con la clase obrera, que se verificará la extensión cuantitativa y cualitativa del partido.
Informe sobre el curso del capitalismo
Un resumen de las conclusiones del estudio proporcionó material para la preparación del informe que nuestro compañero presentó en la conferencia pública que el partido realizó en París.
En cambio, se presentará una representación concisa de todos los aparatos numéricos en el borrador final del estudio, que se publicará en uno de los próximos números de nuestra prensa.
A continuación un resumen de nuestra conferencia de Paris:
Este es el texto de convocatoria de una conferencia que celebramos en París. Muy clara, minuciosa y muy documentada la exposición del relator, que confirma la seriedad y la coherencia de nuestro antiguo estilo de trabajo, también sobre un tema, el estudio y la interpretación de datos económicos, que requiere continuidad, método, un gran compromiso, experiencia y exactitud en las evaluaciones.
Después del informe económico, provocado por algunas preguntas de los presentes, otro compañero ejemplificó brevemente los términos de nuestro juicio sobre las organizaciones sindicales actuales y, como siempre en continuidad con nuestra tradición de 70 años, se informó sobre la intervención del partido en ellos.
La destrucción masiva y las masacres de la Segunda Guerra Mundial permitieron que el capitalismo mundial emergiera de la crisis de 1929 y comenzara un nuevo ciclo de acumulación de capital casi libre de crisis de sobreproducción: los famosos treinta años del “Boom” cacareado por economistas y periodistas. Pero este ciclo terminó definitivamente con la primera crisis internacional de sobreproducción de 1974‑75. Desde entonces, en un ciclo de 7‑10 años, como en la época de Marx, el capitalismo se ha hundido, después de una fase de crecimiento, en una crisis internacional de sobreproducción: el comercio internacional y nacional se ha reducido fuertemente, han explotado las bancarrotas de las empresas comerciales e industriales, los mercados están sobrecargados con productos de los que es difícil deshacerse. Las quiebras llevaron al desempleo masivo y la reestructuración corporativa. Con la acumulación de impagos, los bancos mismos fracasan y los precios de los bonos y acciones caen, el capital entra en una espiral deflacionaria.
La burguesía, tanto industrial como financiera, ante la crisis de su sistema económico, que le otorgó inmensos privilegios, respondió recurriendo sistemáticamente a la subcontratación, la reubicación, haciendo que los trabajadores fueran cada vez más vulnerables. Los monopolios, las multinacionales, responden con reubicaciones masivas a países donde la mano de obra barata puede ser explotada sin restricciones, como en China. Esta “mundialización”, o globalización, como la llaman los economistas al servicio de la burguesía, ha permitido al capitalismo mundial retrasar su crisis unos treinta años.
A esto se agrega la especulación frenética en todas partes: sobre las materias primas – petróleo, gas, etc. – en cereales, vivienda, etc., acompañada de una desregulación general y del desmantelamiento de los servicios públicos que el capitalismo ya no puede garantizar. Cualquier maniobra está bien para obtener ganancias. El sufrimiento infligido a los trabajadores por esta política económica es algo que a la burguesía no le preocupa. Lo que les preocupa a ellos y a sus gobiernos es la propagación de la crisis del capitalismo en todo el mundo y las explosiones sociales que pueden surgir.
Sin embargo, la política económica aplicada por la burguesía y sus gobiernos no resuelve nada. Por el contrario, de una crisis a otra la situación empeora: ciclo tras ciclo, el crecimiento se desacelera mientras la deuda de las empresas, las familias y los gobiernos se vuelve tan grande como para poner en peligro el sistema mismo.
Los propios bancos centrales tienen billones de dólares de deuda en forma de bonos, muchos de los cuales nunca serán reembolsados, lo que lleva la crisis al corazón del sistema financiero.
Sin embargo, la solución existe: el capitalismo, al socializar las fuerzas productivas, desarrolló los fundamentos económicos de la sociedad comunista en una escala considerable; este es su gran papel histórico. Y es, por lo tanto, la crisis senil del capitalismo lo que impone la necesidad de la transición hacia la sociedad comunista: una sociedad sin clases, una sociedad comunitaria, sin producción de mercado, donde el objetivo de la producción será la satisfacción de las necesidades humanas. Mientras que el propósito de la producción bajo el capitalismo es la acumulación de capital.
El capitalismo – y con él la burguesía – se ha convertido en un organismo parasitario que obstaculiza el desarrollo de la humanidad al arrastrarla a guerras injustificables e infligir atroces sufrimientos a gran parte de la humanidad y violentando la naturaleza.
El monstruoso curso de este sistema económico no se puede detener pacíficamente. El paso al comunismo exige el derrocamiento de la burguesía, su expropiación, la abolición del trabajo asalariado, reemplazando la gestión mercantil de la producción y distribución con solo una contabilidad física y no monetaria, basada en las necesidades humanas, en armonía con los equilibrios fundamentales de la naturaleza.
La revolución alemana de 1919 en Prometeo
La prensa de nuestra Fracción dedicó, de 1929 a 1937, algunos artículos a Rosa Luxemburgo y Carlo Liebknecht, así como a la republicación de sus diversos escritos, demostrando siempre la coherencia de la interpretación de nuestros compañeros en la emigración, con gran y oportuna lucidez y previsión, mientras eran atacados, en esos años terribles, y acosados por la represión burguesa y por la convergente, del estalinismo.
De esos artículos hicimos una selección y los presentamos a nuestros compañeros. Se trata de intervenciones que el partido tuvo que circular a través de su “Bilan” y su “Prometeo”, en defensa de las figuras de Rosa y de Carlo.
Pero no fue solo para defender el honor y el afectuoso recuerdo de nuestros grandes compañeros y maestros, luego denigrados vilmente por el estalinismo, rampante dentro del movimiento obrero mundial. El hecho es que se les fue mal atribuido, tanto por la derecha estalinista como por una supuesta izquierda anti‑estalinista, la fundación de una original escuela de pensamiento y de corriente política, que se quizo denominar “luxemburguismo”, opuesta a una simétrica de “leninismo”.
Acusando a los grupos que profesaban ser “luxemburgueses”, que en los años de la degeneración de la Internacional Comunista se estaban efectivamente desviando del marxismo y del programa de la revolución, y por lo tanto de Rosa y de Carlo, se intentó una “condena retroactiva” de los dos grandes revolucionarios, renegando ferozmente de sus enseñanzas y actitudes, fieramente enemigas de cualquier reformismo y traición socialdemócrata.
La misma infamia descargará el estalinismo sobre Trotski, cuyas serias advertencias dentro de la Tercera Internacional fueron descalificadas como “trotskismo”, mientras que bajo la invención despreciable del “leninismo” se perpetraba la traición a Lenin.
Los comunistas consideramos no científico y engañoso el uso de nombres propios y tratamos de evitarlos, si no como simples símbolos de posiciones impersonales. ¿No se han usado universalmente las figuras de Marx, Lenin, Trotski versus Marx, Lenin y Trotski? El balance de una “personalidad”, en la historia, por gigantesca que esta sea, siempre es negativo.
No esperamos, y el movimiento debe saber cómo prescindir de ella, la infalibilidad en individuos, dirigentes o seguidores, y consideramos compañeros y comunistas a todos nuestros militantes inscritos en el camino marcado por la revolución, en el transcurso de la cual han sabido hacer una contribución gigantesca y de valor permanente incluso hoy.
El artículo “Las enseñanzas de tres aniversarios” publicado en Prometeo n. 13 del 10 de febrero de 1929 escribe: “Hoy nos parece visible e indiscutible que Rosa y Carlo son los jefes del proletariado alemán que han sabido preparar la nueva era que se venía abriendo, es decir, la última del capitalismo, en la que se coloca el cielo de las revoluciones proletarias y comunistas”. Y concluye: “Las enseñanzas de estos grandes jefes son aquellas en las que se inspira nuestra Fracción, contra la cual luchan ferozmente los partidos comunistas. ¿Se precipitará esta situación transitoria en la dirección del matadero del proletariado ruso y mundial o en la dirección opuesta de una revolución europea y mundial? Luchamos por la revolución, pero incluso si ocurriera la catástrofe, hoy parece que el centrismo está dispuesto a repetir en Trotski y en la izquierda rusa lo que Noske hizo o quiso hacer con Carlo, Rosa y el movimiento espartaquista, afirmamos que la fidelidad a las enseñanzas de los grandes jefes que conmemoramos, es aquella en la que entramos en razón antes de nuestra lucha, será lo que nos llevará a nosotros y al proletariado, no a la derrota sino a la victoria y a la liberación”.
“Luxemburgo y Liebknecht jefes revolucionarios y comunistas”, publicado en Prometeo n. 84, el 5 de febrero de 1933, describe la situación histórica, las relaciones de fuerza y el papel, por un lado de “Spartaco” que, rompiendo con cualquier demora, fundó el Partido Comunista, del otro de las Mayoritarios, y de su disfraz en los Independientes, asesinos de la revolución, de su vanguardia y de los insurgentes militantes proletarios. De enero a mayo de 1919, con Carlo, Rosa, Leo Jogiches y Eugenio Levine, quince mil fieros combatientes revolucionarios fueron asesinados por la furia sanguinaria de la contrarrevolución.
Leemos:
“El 2 de enero de 1919, la unión Spartaco rompió todas las relaciones
organizativas con el partido independiente y constituyó el Partido Comunista en
la conferencia de Berlín. Mientras avanzaba este proceso constructivo del órgano
llamado a dirigir las luchas proletarias, que enfrentaron el centro de atención
política en el volcán de los acontecimientos de la posguerra, siguieron un curso
acelerado bajo la dirección de Liebknecht y de Rosa Luxemburgo, el proletariado
ruso, bajo la firme dirección del partido bolchevique, rechazaba en una lucha
desesperada, todos los ataques combinados del capitalismo de coaligado.
“¿Pero cuáles eran las condiciones reales de las relaciones de fuerza en esta
época en Alemania?”
“Después de los acontecimientos de noviembre de 1918, después del
establecimiento del gobierno provisional con la coalición de los dos partidos
socialistas, mayoritarios e independientes, la derrota del imperialismo alemán
había provocado una tal desorganización del Estado y toda su superestructura, a
partir de allí, con la radicalización de las masas que le correspondieron, las
premisas favorables para que el proletariado avanzara hacia la conquista del
poder político (...)
“Mientras los Kautsky y los Bauer suministraron las mejores armas en los
momentos decisivos para la defensa del régimen burgués, al desorientar a las
masas cuando, en cambio, existían todas las condiciones para el asalto al poder,
los Scheidemann y los Noske tenían entonces, en los días de enero de 1919 que
completar este traicionero trabajo erigiéndose en la función de verdugos de la
clase obrera.
“Desde los primeros días de la insurrección, cuando particularmente los soldados
y los marineros respondieron a los llamamientos de los espartaquistas, cuando en
las calles de Berlín parecía que debía decidirse la suerte de la revolución
alemana, tanto la socialdemocracia, ya sea la mayoritaria o la independiente, se
multiplicaron para aniquilar el impulso explosivo de las masas, se pusieron
completamente a disposición de la “patria en peligro”, presentando a los
insurgentes como “salvajes”, movilizando todas sus fuerzas para evitar la
extensión del movimiento en un primer momento, y luego colocándose en la
dirección de la masacre del joven partido comunista.
“La decapitación salvaje del movimiento comunista que siguió a los trágicos días
de mediados de enero en Berlín, marca una etapa importante para detener el
movimiento proletario.
“La derrota del proletariado alemán se reflejó en la derrota de una serie de
revoluciones iniciadas en los diferentes países y en las dificultades del curso
de consolidación de la revolución rusa (...)
“Liebknecht y Rosa Luxemburgo representan, en el marco de estos eventos, las
figuras indestructibles de la acción proletaria hacia la constitución de su
partido de clase: el partido comunista”.
Concluimos el informe con algunos pasajes de “Lenin, Liebknecht, Luxemburgo pertenecen al proletariado mundial”, en “Prometeo” n. 127 del 26 de enero de 1936. Si bien la obra de estos tres grandes revolucionarios se reivindica con fuerza, se rechaza cualquier forma de “leninismo” y “luxemburguismo” como simples expresiones del oportunismo burgués.
“Si bien el orden capitalista ha roto aquí con la violencia, en otros lugares
con corrupción, la conciencia y las organizaciones de clase de los trabajadores,
que la guerra imperialista promete ser inminente, es necesario proclamar y
demostrar que la obra de Lenin, Luxemburgo, Liebknecht persiste (...) a pesar de
la victoria momentánea del capitalismo.
“Es falso buscar en las situaciones de derrota que hemos vivido las pruebas del
fracaso de sus esfuerzos (...) Otros líderes surgirán con una visión que marcará
una continuidad con la obra precedente y el progreso de la visión histórica del
proletariado (...) Queremos considerar a Lenin, Liebknecht, Luxemburgo como la
expresión de la conciencia proletaria en la fase de la lucha contra el
oportunismo en la Segunda Internacional y de las erupciones insurreccionales de
posguerra.
"Nos negamos categóricamente a conmemorar un “leninismo” o un “luxemburguismo”,
por considerar únicamente el aporte de Lenin y de Luxemburgo, del proletariado
mundial, del que fueron expresión progresiva en su dolorosa vía de emancipación,
al patrimonio ideológico, al arsenal de las armas de revolución que el
proletariado debe perfeccionar continuamente para poder alcanzar sus objetivos
específicos.
“Lenin es el problema del partido, de la selección de sus cuadros, de la
dictadura del proletariado a través de la insurrección armada de los obreros;
Rosa es el intento – en un frente de clase más resistente y más complejo – de
abordar el examen teórico y práctico de los problemas de la revolución
proletaria; Liebknecht es la abnegación del revolucionario que sacrifica su vida
para conducir a los obreros a la insurrección (...)
“Poner en el mismo plano a Lenin y Rosa es en realidad afirmar que la lucha de
los obreros alemanes fue el primer eco de la revolución rusa y el segundo
intento en el camino de la revolución mundial, que se trata de dos fases de la
formación de la conciencia de clase de los obreros en la post‑guerra, de la
cual, la de Lenin, pudo expresarse con la toma del poder y de la otra, la de
Rosa, tuvo que ser asesinada por el capitalismo y sus agentes socialistas.
“Conmemoraremos a Lenin, Luxemburgo, Liebknecht, con la convicción de que el
trabajo que reanudaron, después de Marx, Engels, (a pesar de la depresión actual
del movimiento obrero) continúa y progresa en sus organismos donde se intenta
comprender y traducir el nuevo período, para armar los núcleos comunistas de
armas ideológicas, para resolver los problemas que las incursiones
revolucionarias de mañana plantearán de nuevo (...)
“El proletariado mundial, en sus fracciones comunistas que toman la bandera que
estos revolucionarios levantaron, sabrá responder, hoy con el desprecio, mañana
con la violencia, a los falsificadores burgueses y a los regímenes de los cuales
son la expresión fiel”.
La actividad sindical del partido
El informe expuso la intensa actividad sindical llevada a cabo desde finales de mayo hasta principios de octubre del año 2019.
En cuanto al trabajo de descripción y comentario del movimiento sindical, hemos publicado las siguientes notas.
- Un largo artículo sobre una asamblea de delegados metalmecánicos del USB (“Una significativa assemblea operaia”, “il Partito Comunista” n. 397) destinado a demostrar la mendacidad de la supuesta ausencia de pluralidad de posiciones y de las consiguientes luchas internas en este sindicato, según la descripción que da tanto a su dirigencia como a los dirigentes de los otros sindicatos de base, el primero en hacer alarde de una fuerza que este sindicato no tiene, así como luchar contra las oposiciones dentro de él, el segundo con la intención miope de oponerse al sindicato entero en lugar de solo su dirigencia y las directivas oportunistas, el camino que produce la división en la acción del sindicalismo de clase. Otros temas tratados en el artículo son los de la relación entre el movimiento sindical y la “cuestión ambiental” y de la reivindicación de salarios completos a los trabajadores desempleados, ambos tratados en números posteriores de Il Partito Comunista, en relación con el asunto de la ex ILVA de Taranto.
- Con un breve capítulo introductorio, una carta de Lenin del 13 de octubre de 1905 “A los camaradas del comité del partido en Odessa” sobre la cuestión de la “relación entre la lucha sindical y la lucha política”. La carta es muy útil para encuadrar correctamente la no simple pregunta, incluso en el movimiento sindical actual, a pesar de lo que han sostenido varios dirigentes del sindicalismo combativo – algunos de los cuales que se proclama de fe “leninista” – los cuales, como siempre hace el oportunismo, se refieren a “situaciones nuevas y diferentes”.
La pregunta también estuvo en el centro de la intervención que uno de nuestros compañeros realizó, en nombre de la Coordinación de Trabajadores y Trabajadoras Autoconvocados por la Unidad de Clase (CLA), en la asamblea nacional en Nápoles, promovida el 29 de septiembre por SI Cobas junto con tres grupos políticos, destinados a promover un “frente anticapitalista”, una fórmula que deliberadamente no define si tal frente quiere ser político o sindical, en cuanto que el intento es mezclar los dos ámbitos sobre el plano de las organizaciones. La intervención ha tendido a reiterar cómo la pretención de formar frentes mixtos entre los organismos sindicales y partidos, va en detrimento de la unidad de acción sindical y de sus organizaciones, porque refleja los enfrentamientos entre las alianzas opuestas de partidos obreros: cada grupo de partidos que encuentra un entendimiento extemporáneo a nivel político, tiende a crear un pequeño frente sindical opuesto a los demás. Esto claramente es un obstáculo para la formación de un verdadero y extenso frente único sindical de clase, la consigna que nuestro partido agita en el movimiento obrero.
- En nuestro “the Communist Party”, n. 14 de julio‑agosto 2019, publicamos la traducción del texto de la conferencia celebrada en octubre-noviembre de 2016 en Turín, Génova, Bolonia, Florencia y Roma, titulada “Por la unificación de las luchas de la clase trabajadora - Por el frente único sindical de clase” (“Unite Working Class Struggles with an United Class Union Front”).
- En n. 16 de “El Partido Comunista”, el órgano del partido en español, se publicó la traducción del artículo “Il sindacato di classe è contro il ‘sovranismo di sinistra’ non meno di quello ‘di destra’” (“El sindicato de clase está en contra del ‘nacionalismo de izquierda’ tanto como al ‘de derecha’”), comentando una entrevista realizada por un delegado aeroportuario de Cub Trasporti di Roma a un delegado metalúrgico brasileño del sindicato CSP Conlutas, en el cual polemizamos con la reivindicación de la nacionalización, mostrando como ésta los coloca en el campo interclasista y favorece el fortalecimiento del nacionalismo dentro de la clase trabajadora.
- En el mismo número, se presentó una breve nota sobre la huelga general del 30 de mayo 2019 en Argentina y su uso con fines electorales por parte de la dirigencia de los sindicatos del régimen y otros sobre la condición de los trabajadores en Venezuela.
En estos tres órganos de prensa del partido también se informó sobre algunas intervenciones de nuestros camaradas en las luchas obreras, con volantes apropiados:
- En la huelga nacional unitaria del sindicalismo de base para los trabajadores postales el 3 de junio 2019, con una manifestación en Roma (“Per il fronte unico sindacale di classe, Per l’unione delle lotte di tutti i lavoratori” - Por el frente único sindical de clase, Por la unión de las luchas de todos los trabajadores);
- En la huelga nacional de trabajadores metalúrgicos del 14 de junio promovida por Fiom, Fim y Uilm con manifestaciones interregionales en Milán, Florencia y Nápoles (“La difesa dei lavoratori è possibile solo col ritorno ai metodi e ai principi della lotta di classe!” - ¡La defensa de los trabajadores solo es posible con un retorno a los métodos y principios de la lucha de clases!)
- Entre los trabajadores de la New Gel de Bolzaneto (Génova) en lucha, organizada con SI Cobas (“Insegnamenti e indicazioni dalla lotta alla New Gel” - Enseñanzas e indicaciones de la lucha contra la New Gel).
- Entre los profesores de la Ciudad Universitaria de Nueva York (la traducción al italiano del volante se encuentra en número 399 de Il Partito Comunista);
- Finalmente en n. 14 de “The Communist Party” fue traducido el volante distribuido en la manifestación de los trabajadores portuarios genoveses el 23 de mayo por la huelga nacional del sector, promovida por Filt Cgil, Fit Cisl y Uiltrasporti (“The Only Defense of Dock Workers is in the Unity of Working Class Struggle” - La única defensa de los trabajadores portuarios está en la Unidad en las Luchas de la Clase Trabajadora).
Mientras tanto, nuestros compañeros han participado en la actividad de Coordinación de Trabajadores y Trabajadoras Autoconvocados por la Unidad de la Clase (CLA). Tomaron parte en la assemblea celebrada el 1º de junio en Florencia, promovida por los camaradas toscanos de la CLA sobre el tema de los llamados Decretos de Seguridad;
Dentro de la CLA, colaboraron en la redacción y la difusión de los siguientes documentos y volantes.
- Comunicado, de fecha 2 de junio 2019, de solidaridad con los trabajadores de la tintorería FADA en Prato, registrados en el SI Cobas, cuyo piquete fue desalojado por la policía y en contra de las cartas entregadas con sentencias a dos jóvenes dirigentes locales (“Solidarietà a Luca e Sarah e ai lavoratori in lotta!” - Solidaridad con Luca y Sarah y los trabajadores en lucha!);
- Volante distribuido el 3 de junio en Roma en la manifestación por la huelga nacional de los trabajadores postales promovida unitariamente por el sindicalismo de base (“Coi postali in lotta!” - ¡Con los trabajadores postales en lucha!);
- Volante para la huelga nacional de los trabajadores metalúrgicos del 14 de junio promovida por Fim, Fiom y Uilm, con manifestaciones interregionales en Milán, Florencia y Nápoles (“Per l’unione delle lotte della classe lavoratrice!” - ¡Por la unión de las luchas de la clase trabajadora!);
- Documento de convocatoria de la Asamblea Nacional de Coordinación el 23 de junio en Florencia y presencia en su realización (“¡Respondemos al ataque de la patronal con la unidad de acción de los trabajadores y de todo el sindicalismo combativo!”) y su informe;
- Volante titulado “Guerra a la guerra” distribuido el 19 de junio en Génova en el piquete promovido por el Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios contra la carga y descarga de material bélico en el puerto;
- Nota publicada el 20 de junio titulada “Nápoles, Prato, Módena, Cremona” para comentar sobre algunos enfrentamientos entre obreros y fuerzas del orden en luchas en estas ciudades en los días anteriores;
- Comunicado de solidaridad con un trabajador municipal de Casalecchio sul Reno, afiliado al sindicato Sgb afectado por un procedimiento disciplinario (“Con Giusy y con todos los trabajadores afectados por la represión patronal”);
- Informe de la reunión del grupo de trabajo de coordinación, el 4 de agosto en Florencia;
- Respuesta de la Coordinación del 15 de septiembre a la invitación de SI Cobas a la asamblea nacional del 29 de septiembre en Nápoles para promover el mencionado “frente anticapitalista” (“Respuesta al llamamiento de SI Cobas a nuestra Coordinadora”);
- Volante distribuido el 16 de septiembre en el piquete bajo la sede de la Fit Cisl en Génova, en apoyo de la lucha de los trabajadores de la New Gel de Bolzaneto (“Al lado de los trabajadores en lucha de la New Gel por una red de apoyo permanente para cada lucha obrera”);
- Largo texto de comentario y toma de posición de la Coordinadora, publicado el 30 de agosto, respecto a la huelga general del 25 de octubre, promovida por una parte del sindicalismo de base (“A propósito de las huelgas y de las... “huelgas generales”);
Finalmente, participamos en la “asamblea unitaria del sindicalismo de base” celebrada en Florencia el 26 de septiembre, promovida por algunos miembros y delegados de la federación florentina de la Usb Lavoro Privato, a partir de la destitución impuesta a un delegado USB en la empresa Publiacqua; iniciativa apoyada activamente por el CLA.
En el plano de la actividad de oposición en el seno de la Unión Sindical de Base, organizados en la Coordinadora de afiliados Usb por el sindicato de Clase, nuestros camaradas han contribuido a la redacción de estos textos:
- Comunicado, de fecha 5 de junio 2019, de solidaridad con los dirigentes y los afiliados del SI Cobas en Florencia y Prato en la lucha antes mencionada de las tintorerías FADA en Prato; el comunicado – “Solidaridad con los compañeros del SI Cobas Sarah y Luca! ¡La única defensa de los trabajadores contra la explotación y la represión patronales es la fuerza de la lucha!” – destacó la necesidad de que el movimiento obrero no confíe en la “democracia”, en sus fuerzas políticas, en sus instituciones, todas burguesas y en defensa de una ideología destinada a enmascarar la dictadura del capital sobre la clase trabajadora; con esto quisimos polemizar con el comunicado de solidaridad, fechado el 30 de mayo 2019, de la Usb Lavoro Privato de Florencia y con los comunicados del mismo SI Cobas de Florencia y Prato, que también son débiles en este aspecto;
- Documento sobre la huelga nacional de los trabajadores metalúrgicos del 14 de junio 2019, titulado “Sobre la huelga nacional de los trabajadores metalúrgicos proclamada por Fiom, Fim y Uilm";
- Breve comunicado, de fecha 19 de julio 2019, para saludar y promover la iniciativa del Comité de Afiliados de Usb Publiacqua y de la Federación Florentina de Usb Lavoro Privato para favorecer una acción unitaria del sindicalismo de base contra las represalias patronales contra delegados y trabajadores combativos, anunciada con un comunicado del 17 de julio 2019;
- Comunicado, de fecha 16 de septiembre 2019, “Sobre el levantamiento de la huelga del próximo 20 de septiembre por parte de la Coordinadora Nacional Usb ICS Maugeri” firmado por el “Colectivo de Afiliados Usb ICS Maugeri Tradate por el Sindicato de Clase”;
- Puntual y exhaustivo texto de análisis y comentarios de la huelga general del 25 de octubre promovida por una parte del sindicalismo de base, publicado el 23 de septiembre 2019 y titulado “Sobre las huelgas ’generales’ de otoño del sindicalismo de base”.
Nuestros camaradas también han promovido con otros afiliados y delegados de Usb un llamamiento “Por una asamblea nacional de los afiliados y miembros de Usb”, hecho público el 16 de agosto 2019 y firmado por 97 delegados y miembros de USB de Nápoles, Potenza, Matera, Roma, Piombino, Génova, Savona, Milán, Varese, Novara, Vicenza, del sector público y privado, coordinaciones y ejecutivos provinciales del sindicato. El llamamiento, dirigida al Ejecutivo Nacional del Usb, a pesar de estas adhesiones y que fue enviada reiteradamente al órgano dirigente del sindicato, nunca recibió alguna respuesta.
La exposición sobre la revolución húngara de 1919 prosiguió informando sobre los numerosos problemas que afligieron a los Soviet y de la trampa ideada por la Entente con el fin de aplastar la dictadura de la clase proletaria.
Fue así como Kun en el CC revolucionario del 24 de mayo manifestó:
“No podemos estar con los brazos cruzados, al contrario, debemos enfrentar los
eventos con armas en mano (...) [Los socialdemócratas] son gentes tan
pusilánimes y tan alejadas de las posiciones del socialismo revolucionario, que
con nosotros no tienen nada que compartir, y nada en común, ni siquiera con el
proletariado.
“Camaradas, es cierto que en la situación actual de la política internacional no
podemos contar con ningún tipo de paz. Pero, por otro lado, nadie en este mundo
puede contar con eso. Ni siquiera Alemania, porque la paz que le han impuesto no
será una verdadera paz. Ya sea que los Scheidemanns la firmen o no (...)
“Si los Scheidemann la firman, simplemente significará que el proletariado no
combatirá contra la contrarrevolución francesa, ni contra la contrarrevolución
de la Entente, sino contra la contrarrevolución de Noske, con su cuerpo de
voluntarios.
“La paz que será impuesta a los austríacos conducirá a resultados similares.
Tanto si firman como si no firman esta paz impuesta a los austríacos, conducirá
en todos los casos a la guerra, la guerra externa o la guerra civil de clase.
Nosotros nos beneficiamos de la suerte de no tener que combatir en nuestra casa
contra los Noske o los Scheidemann.
“En cuanto a aquellos que, habiéndose dejado llevar por el desánimo o inspirados
por la burguesía, intentan insinuar entre los proletarios la idea de que sería
mejor volver al estado anterior de las cosas, a estos responderemos retomando
las palabras que esta compañera estadounidense, que habló aquí habló de la
democracia más antigua y la más desarrollada del mundo, de esta democracia
sujeta a la dirección de Wilson, el mayor representante del pacifismo: una
democracia donde la clase trabajadora es tratada de esta manera, ¿qué cosa es,
sino dictadura de la burguesía? (...)
“Nadie dijo nunca que la dictadura del proletariado podría inmediatamente crear
el bienestar. La dictadura del proletariado no es una especie de Dorado,
sabíamos desde el principio que el proletariado habría sufrido, conocido el
hambre, derramado su sangre y vivido todas las miserias de una guerra
imperialista.
“Pero mientras tanto, el aparato económico del capitalismo se ha ido a la
bancarrota.
“Es indiscutible que tendremos que organizar una distribución y un consumo más
estrictamente regulados, para que los suministros sean iguales para todos.
Ciertamente, el territorio de Hungría es apenas suficiente para abastecer a los
dos millones de habitantes de Budapest y de su región. También es indiscutible
que hay reservas que deben encontrarse para abastecer a la élite del
proletariado de Hungría, para que esta vanguardia, el proletariado de Budapest,
no sea reducida por el hambre (...)
“El trabajo de propaganda debe orientarse hacia el campo. Debemos despertar los
sentimientos de simpatía fraterna y de solidaridad entre el proletariado urbano
y los campesinos pobres; y, a través de esta propaganda, romper la resistencia
de aquellos estratos campesinos que, en virtud de su situación social, deberían
ser solidarios con nosotros. Al mismo tiempo, debemos preocuparnos de asegurar
una distribución adecuada de alimentos a los proletarios de Budapest, por un
lado gracias al intercambio directo de bienes, por otro lado, gracias a la
repartición de los productos industriales existentes en las cooperativas de
producción agrícola de producción y particularmente en las cooperativas que
tendrá que agrupen a los pequeños cultivadores individuales (...)
“La esperanza que depositamos en la región transdanubiana reside en las
cooperativas de producción agrícola. Estas cooperativas se extienden sobre tal
magnitud de superficie que pronto podremos satisfacer con lo que producen, una
gran parte de las necesidades alimentarias de Budapest. Estas cooperativas de
producción agrícola son, creo, una de las mayores razones de fiereza de nuestra
República de los Consejos, de hecho, contrariamente a todas las declaraciones
antisociales y todas las opiniones antisocialistas y antimarxistas de quienes
afirman que los agricultores no pueden ser llevados a cultivar la tierra en
común”.
El compañero relator prosiguió con la lectura del discurso de Kun al CC Revolucionario del 31 de mayo, que evidenciaba, una vez más, las problemáticas ligadas a la organización del suministro y distribución alimentaria en el país.
Luego pasó a mencionar el Congreso Nacional de Agricultores del 1º de junio, donde Kun enumera las victorias reportadas por los gloriosos soldados rojos en el frente.
Pero los representantes de los capitalistas reunidos en Versalles, atendiendo la solicitud de ayuda del gobierno checo, que con el avance del ejército rojo temía una revolución también en su territorio, consideraron necesario finalmente hablar con el Gobierno húngaro de los Consejos, cuyas solicitudes de paz habían sido desatendidas. Sus misiones a Budapest sabían muy bien que nada más fácil que la perspectiva de la paz podría romper la unidad de la decisión de resistir en el proletariado húngaro. Por lo tanto, invitaron al Gobierno de los Consejos a retirar el Ejército Rojo del territorio checo‑eslovaco, ofreciendo a cambio – con la duplicidad habitual de la diplomacia burguesa – la evacuación por el ejército rumano de los territorios más allá del Tisza.
El Gobierno de los Consejos se vio obligado a proponer la aceptación de la nota al Congreso de los Soviets, y éste la aceptó por enorme mayoría. Este Congreso, cuya abrumadora mayoría estuvo formado por los antiguos jefes del Partido Socialdemócrata, en su juicio sobre la política del Consejo gobernante y sobre la situación política mundial, se parecía más a una asamblea de contrarrevolucionarios que de revolucionarios.
Fue así como el Ejército Rojo se retiró de los territorios ocupados de Eslovaquia. Frente a esto, los gobiernos de la Entente no comenzaron las negociaciones con el Gobierno de los Consejos, ni mucho menos ordenaron que las tropas rumanas se retiraran.
Historia de la India - Después de la independencia
El compañero continuó con la serie de informes sobre la historia de la India describiendo, a través de nuestra clave dialéctica, los acontecimientos desde la independencia indo‑pakistaní hasta fines de la década de 1950.
El 15 de agosto de 1947, el Día de la Independencia, todos los Estados principescos se unieron a India o Pakistán, según las fronteras establecidas. Las tres excepciones fueron Cachemira, Hyderabad y el pequeño Estado Gujarat del Junagadh. En estos, la religión del monarca era diferente de la de la mayoría de los subditos.
El nabab de Junagadh, un musulmán, adhirió al Pakistán. Pequeño distrito predominantemente hindú y no contiguo a la naciente nación islámica, fue fácil para el gobierno indio ocuparlo militarmente.
En junio de 1946, el musulmán Nizam de Hyderabad, declaró su negativa a unirse tanto a India como a Pakistán. Una situación que se prolongó hasta septiembre de 1948, cuando toda la región fue ocupada por el ejército indio, poniendo fin a la existencia de lo que podemos considerar el último fragmento del Imperio Mogol. Más larga y difícil fue la represión de la revuelta campesina en Telingana, una región de ese Estado, que se completó solo en octubre de 1951.
También en Cachemira, como en Hyderabad, el objetivo inicial del monarca, el Maharajá Hari Singh, un hindú que gobernaba una población en su mayoría musulmana, era mantener la independencia. Un objetivo difícil de alcanzar debido a la fragilidad de su aparato militar y de la falta de consenso de la población. El gobierno comenzó a perder el control de la situación. Los campesinos musulmanes de Poonch, una provincia del sudoeste del Estado, se levantaron contra los terratenientes, hindú de casta rajput.
Después de varios eventos, una guerra a gran escala entre India y Pakistán fue evitada por acuerdos internacionales cuyo resultado fue sancionado el 1º de enero de 1949 con un alto el fuego mediado por las Naciones Unidas. Un acuerdo que debería haber sido objeto de un referéndum, previsto por la ONU y prometido por el propio Nehru, pero que nunca se convocó.
Con el nacimiento de los dos Estados independientes en muchas regiones, las poblaciones minoritarias tuvieron que abandonar sus casas. Las grandes diferencias en el tratamiento dependían de los factores de clase y de casta. Es un hecho poco conocido en la historia de la migración que la compañía British Overseas Airways Corporation transportó a unos treinta mil refugiados de Pakistán y veinte mil de la India. Estas transferencias se agregaron a dos conexiones ferroviarias diarias desde Lahore a Amritsar y una desde Delhi a Rawalpindi: los pasajeros adinerados desde las ventanas podían ver las largas columnas de refugiados que se arrastraban entre las aldeas en llamas en los campos de batalla.
Las clases y castas preexistentes fueron la base de la gestión india y paquistaní de la ayuda y de los nuevos asentamientos: las nuevas ciudades satélites y las colonias disponían de lotes edificados de varias dimensiones, de caminos y suministros de servicios para el uso exclusivo de las diferentes clases de refugiados. El nuevo Estado democrático indio instaló a los intocables en colonias y campos separados.
La división del mundo decidida en la conferencia de Yalta, e implementada al final de la Segunda Guerra Mundial, vio un nuevo cambio en el equilibrio capitalista, con Japón y las potencias europeas, incluyendo al mismo tiempo el campo de los vencedores en un segundo plano, en el mundo dominado por los Estados Unidos y la Rusia estalinista.
Las décadas de este duopolio coincidieron en gran medida con la llamada era de Nehru Gandhi. India, después de un largo y tortuoso viaje, tuvo su Estado y gobierno nacionales, pero las clases dominantes sucesoras de la Corona inglesa no tuvieron la energía revolucionaria mostrada anteriormente por otras burguesías. La independencia fue más una consecuencia del declive de la dominación británica global que una relación de fuerza favorable impuesta por una burguesía nacional cohesionada.
En el partido del Congreso, que en estos años se convertirá en dominante, coexistían la derecha y la izquierda burguesas, pero también las fuerzas reaccionarias que impidieron el impulso revolucionario que habría tenido la tarea histórica de romper definitivamente los antiguos y profundamente arraigados lazos sociales, especialmente en los extensos campos, donde el proyecto de reforma agraria, de vital importancia, dividia profundamente al partido de la burguesía india.
En la India, como en general en los países donde estaba en marcha una revolución nacional, una reducción drástica de las formas antiguas presentes en el campo era una condición para la industrialización capitalista.
Con el primer plan quinquenal, el Estado se reservó el control de una serie de sectores económicos, entre los cuales estaba la industria pesada básica y la infraestructura. No hubo nacionalización de ninguna industria privada. El Estado asumió la carga de operar en sectores económicos de crucial importancia para el funcionamiento de la economía, pero que, al menos en el mediano plazo, implicaba ingresos insuficientes. Al manipular los aranceles aduaneros y las reservas de divisas, el Estado promovió una política de protección del capital indio de la competencia externa. Estos eran objetivos que habían deseado los grandes capitalistas indios desde los años de la gran depresión.
Si a nivel económico, gracias a la intervención del Estado en la industria, Nehru logró obtener efectos significativos, en la llamada redistribución de la riqueza, uno de los puntos clave del programa, los resultados fueron bastante diferentes. Se implementaron varias reformas agrarias pero con resultados nulos: bajo desarrollo de la producción y ninguna mejora en el nivel de vida de las clases campesinas pobres, que continuaron viviendo en condiciones desastrosas. En el plan de Nehru, el crecimiento de la producción agrícola “a costo cero” (la gran mayoría de la financiación se dirigió a la industria pesada) debería haber conducido a la difusión de pequeños fondos intensivos en mano de obra. Sin embargo, era una estrategia políticamente inviable, que iba en contra de los intereses de los terratenientes, los campesinos ricos y los comerciantes, dominantes tanto a nivel local como de gran peso dentro del Congreso y capaz de influir decisivamente en la burocracia estatal.
En esencia, las reformas condujeron durante los años cincuenta a la abolición formal del sistema latifundista de los zamindari, pero los estratos dominantes del mundo campesino todavía tenían la fuerza para frenar o anular las reformas. Por ejemplo, muchas fincas fueron removidas de los grandes latifundios pero dejaron el derecho de retener la propiedad de las tierras previamente utilizadas “para uso personal”: a través de objeciones legales y prácticas extralegales, evitando los techos fijos, muchos lograron preservar propiedades de considerable extensión.
A pesar de los supuestos “objetivos socialistas”, como se los llamaba, la distribución de la riqueza, lejos de asumir un aspecto igualitario, favoreció a una pequeña minoría de la población.
En política exterior, ya en septiembre de 1946, Nehru, como ministro de Asuntos Exteriores del gobierno interino, había dicho que la India se basaría en el principio de independencia respecto a los dos bloques contrapuestos que se estaban formando a nivel mundial. Estos son los años en que el capitalismo indio busca ventajas para el capital nacional, explotando la política de “no alineación” entre las grandes potencias.
El concepto y la práctica de la dictadura - En Lenin desde 1920
Continuamos el examen de la concreción de la dictadura del proletariado – que para nosotros los comunistas es sinónimo de la dictadura del partido comunista – en la Rusia soviética, según los escritos y discursos de Lenin.
Necesidad de la dictadura - el 6 de febrero de 1920, Lenin pronuncia un discurso en la IV conferencia de la CEKA de gobernaciones: “Se puede decir que en estos dos años de poder soviético, se ha cumplido lo que pudiera llamarse un milagro, porque en la lucha contra el capital internacional logramos alcanzar una victoria inaudita, increíble, que el mundo nunca había visto. Esto sucedió porque todas nuestras fuerzas fueron compactadas, y fue efectivamente ejecutada la dictadura del proletariado, la vanguardia avanzada, la mejor, la más honesta vanguardia de la clase obrera ha dado prueba, en estos dos años de existencia del poder soviético, de increíble heroísmo y decisión (...) Para lograr esta concentración de fuerzas tuvimos que recurrir a medidas restrictivas (...) Antes y después de la Revolución de Octubre hemos sostenido la idea de que el nacimiento de un nuevo orden es imposible sin la violencia revolucionaria (...) Sin violencia revolucionaria, ejercida contra los enemigos declarados de los obreros y de los campesinos, no se puede romper la resistencia de estos explotadores. Y, por otro lado, la violencia revolucionaria no puede dejar de manifestarse incluso contra los elementos vacilantes, sin firmeza, de la misma masa trabajadora”.
Necesidad de un ejército disciplinado – “La Revolución de Octubre comenzó con un ejército completamente desorganizado, con una completa falta de organización militar (...) Para crear este nuevo y disciplinado ejército rojo, se tuvo que recurrir a la violencia revolucionaria...) Sin esta disciplina férrea no habríamos creado el ejército rojo, no habríamos podido resistir dos años de lucha y, en general, no podríamos haber resistido contra el capital organizado y unido”.
Dictadura de clase en el campo – “Camaradas, ustedes saben que para nosotros las granjas campesinas individuales son, por así decirlo, los cimientos del capitalismo (...) que vive en el espíritu de cada campesino individual. ¿Podemos deshacernos de él en un año o dos? No. Es necesitamos mejorar la economía de inmediato. Nos guiamos por una excelente aspiración comunista, pero quieren saltar de este plan al final, mientras nosotros decimos: no tendrán éxito, actuen con más cautela y más gradualmente”.
Por eso se necesita la dictadura. De “Al Consejo del Trabajo y de la Defensa”: “(...) c) Compilación (y control) de una lista de campesinos “responsables” (entre los ricos del lugar). Estos campesinos “responsables” responderán personalmente de la ejecución de las labores de almacenamiento y de otras tareas establecidas por el poder. Después de la salida del ejército del poder local, la tarea especial (por cuyo incumplimiento será castigado con fusilamiento) de mantener y actualizar esta lista. d) Desarme de los campesinos ricos. Requisición total de las armas. La responsabilidad de este trabajo recae en el comandante de la unidad militar; la responsabilidad por no declarar un arma recae en la persona en cuya casa se encuentra (fusilamiento) y en todo el grupo de campesinos “responsables” (multa, no en dinero, sino en trigo y bienes; confiscación de bienes, arresto; trabajo en las minas)”.
Solo la dictadura puede utilizar los especialistas burgueses - De un “Discurso sobre las tareas inmediatas de construcción del partido” del 24 de septiembre, con ocasión de la IX Conferencia de toda Rusia del PCR (b): “A propósito de los especialistas hemos escuchado aquí ardientes ataques (...) En la Rusia soviética, el proletariado no ha visto una mejora en sus condiciones sino a menudo, de hecho, un empeoramiento (...) Es natural que nos pregunten: ¿qué hemos logrado en dos años? Y es comprensible que el descontento con los especialistas se extienda tan ampliamente (...) Pero no debemos olvidar que sin los especialistas no habríamos tenido nuestro ejército. Sin el ejército estaríamos en la situación en la que Hungría y los trabajadores finlandeses se encontraban (...) Si no hubiéramos sabido llegar a un acuerdo con los especialistas, no tendríamos lo que tenemos, no podríamos pasar a la siguiente fase”.
Necesidad de un partido disciplinado – En fecha 17 de marzo tenemos las “Decisiones de la oficina política del CC sobre la violación de la disciplina del partido por parte de los miembros de la fracción del Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia”: “El Buró Político, presentes los camaradas Bujarin, Lenin y Krestinski, discutió el 17 de marzo de 1920 el hecho anormal de que los miembros del partido presentes congresos no partidistas con resoluciones que entran en conflicto con las del Comité Central del partido y decidieron que, desde el punto de vista de la disciplina de partido, se trata de una aberración, de un fenómeno absolutamente inadmisible”.
Pero la dictadura no apunta al interior del partido - En la misma conferencia, Lenin escribe los “Proyectos de resolución sobre las tareas inmediatas de la construcción del partido”. “Reconocimiento de la indispensable la creación, junto con el Comité Central, de una Comisión de Control, que debe estar compuesta por los camaradas políticamente más preparados, más experimentados, desapasionados y capaces de llevar a cabo un control riguroso del partido. La Comisión de Control, elegida por el congreso del partido, debe tener el derecho de aceptar cualquier reclamo y examinarlo, acordando con el Comité Central si es necesario organizar reuniones conjuntas con él o sometiendo el asunto al congreso”.
En otra parte escribe, con respecto a la fracción en los sindicatos: “Todos los miembros de la fracción tienen el derecho y el deber de votar según su conciencia, y no según las indicaciones del CC. Si, al votar según su conciencia, ustedes proponen una segunda resolución contra la propuesta de CC (...) nosotros estamos obligados a convocar, y convocaremos de inmediato, el CC, al que enviarán a sus representantes. Es mejor discutir un problema tan serio dos o tres veces para tratar de eliminar las diferencias sustanciales entre nosotros. Así son las cosas, así es como debemos actuar. Ahora necesitamos votar no porque la instancia suprema del partido haya dado directivas, sino porque se está convencido o no”.
Solo la dictadura puede hacer útilmente concesiones a los capitalistas extranjeros – “Si viviéramos bien, no propondríamos concesiones, pero cuando tienes hambre, cuando tienes que sobrevivir de alguna manera para que el pueblo tenga un poco de respiro, tenemos que pensar de otro modo”. Y algunos pasajes, con fecha del 21 de diciembre de 1920, del “Discurso de clausura pronunciado después de la discusión del informe sobre las concesiones a la fracción PCR (b) del VIII Congreso de los soviet”. “Ofreciendo las concesiones, ¿no reconocemos que los Estados capitalistas existirán por un largo tiempo y no consideramos errada que nuestra tesis sobre la inminencia de la revolución mundial? (...) Lo que importa no es que reconozcamos que durarán mucho, sino que fuerzas gigantescas los empujan hacia el abismo. Nuestra existencia y nuestra salida más rápida de la situación crítica y del hambre es una fuerza gigantesca y es un factor revolucionario mucho más fuerte que los centavos (desde el punto de vista de la economía mundial) que recibirán de nosotros (...) ¿Los capitalistas no pueden usar concesiones para prevenir la crisis en su casa y así alejar la revolución social? Si los capitalistas pudieran evitar las crisis en su casa, el capitalismo sería eterno. Son peones absolutamente ciegos en el mecanismo general: la guerra imperialista lo ha demostrado”.
La Internacional de los Sindicatos Rojos
El primer informe sobre la International Sindical Roja describió a grandes rasgos lo que la hizo necesaria y cómo se formó.
Se recordó como en la Primera Internacional participaron indistintamente partidos y sindicatos, pero ya en su 1º congreso internacional, Ginebra 1866, aunque reconoció el valor de los sindicatos para la defensa de los intereses de la clase obrera, se declaró la necesidad de la “unión bajo una bandera internacional de las organizaciones [sindicales] de los diferentes países” que, además de la lucha contra los abusos del capital, debe apoyar con su acción a todos los movimientos revolucionarios, sociales y políticos, que tienen como objetivo la liberación completa de la clase obrera.
Solo después de 25 años se hicieron los primeros intentos de implementar prácticamente lo que se esperaba en 1866. En el segundo congreso de la Segunda Internacional, Bruselas 1891, fue recomendada la creación de Secretarías del Trabajo en cada nación para que en los conflictos entre el capital y el trabajo también los obreros de otros países fueran capaces de adoptar medidas de solidaridad.
El 4º congreso, Londres 1896, dio un nuevo paso adelante aprobando la resolución: “Es urgente y necesario crear un C.C. de los sindicatos en cada país para hacer posible una actividad sindical uniforme [...] Los sindicatos de cada país darán la bienvenida y se esforzarán por atraer a trabajadores extranjeros a sus filas, para impedir una disminución de los salarios como resultado del uso de mano de obra extranjera. En caso de huelga, cierre patronal o boicot, deberán proporcionar ayuda material a los comités locales de acuerdo con los medios a su disposición”.
Desde entonces, el movimiento sindical ha hecho grandes progresos. La Internacional ahora tenía una influencia efectiva en los movimientos obreros de todos los países y, al estallar la guerra mundial, más de 9 millones de proletarios estaban sindicalizados.
Sucedió sin embargo que en la guerra, así como los partidos, también los sindicatos participaron en el abrazo interclasista. Los sindicatos, la mayoría de sus dirigentes, se pusieron a disposición de los gobiernos y, con su consentimiento, se cancelaron las leyes que protegían a la clase obrera.
Terminada la guerra, el proletariado, tanto de las naciones vencedoras como de las vencidas, se encontró sufriendo todas las consecuencias del conflicto. Las conquistas que había adquirido durante el “desarrollo pacífico” del capitalismo fueron anuladas de golpe. El proletariado se quedó solo con el desempleo y la miseria o el trabajo mal pagado.
De este estado de cosas surgió la voluntad de reanudar la lucha de clases y la necesidad instintiva del proletariado de organizarse en asociaciones sindicales. Si antes de la guerra los organizados en los sindicatos, a nivel mundial, ascendían a unos 9 millones, ahora eran 40. En Alemania, de 2 millones se había pasado a 10, en Inglaterra de 3 a 8, en Italia de 800 mil a 2 millones, en Francia de 500 mil a 1 millón y medio. El mismo fenómeno ocurrió en los países del Lejano Oriente: China, India, Japón registraron un desarrollo increíble de los sindicatos.
Las grandes masas obreras, en la ola revolucionaria que atravesó el mundo entero, obligaron a las burocracias de los sindicatos a mantenerse en un terreno de clase y se trató de ganarlos para una dirigencia revolucionaria.
Los jefes de este ejército de 40 millones de proletarios, al retornar la paz, habían restablecido las relaciones internacionales que habían sido interrumpidas, con la intención de continuar en el ámbito internacional el trabajo de traición llevado a cabo dentro de las fronteras de la patria burguesa. En Berna y Amsterdam (febrero y julio de 1919), fue oficialmente restaurada la Internacional “amarilla” de los sindicatos, con un programa de colaboración de clase, desarrollo pacífico, evolución gradual hacia el socialismo, y de lucha mortal contra el movimiento revolucionario de clase.
El Comité Ejecutivo de la III Internacional ya en abril de 1920 dirigió una carta a los sindicatos de todos los países, invitándolos a liberarse de la influencia de la burguesía y de los social-traidores, y a reconstruir una organización internacional verdaderamente proletaria y clasista, que operara junto a la III Internacional. La internacional esperaba que, como los partidos políticos revolucionarios habían abandonado la Segunda Internacional, las organizaciones sindicales de clase harían lo mismo, separándose de la Internacional Amarilla de Amsterdam.
En la época del II Congreso, había avanzado la hipótesis de volver a proponer una estructura del tipo de la Primera Internacional, dando a los sindicatos con orientación de izquierda, la posibilidad de participar en los congresos y convertirse en una parte constitutiva (sección) de la Internacional Comunista.
Naturalmente nuestra corriente fijó posición en contra de la admisión de organizaciones sindicales en los congresos mundiales de los partidos políticos. De hecho, el proyecto fue abandonado: el II Congreso Internacional formuló las condiciones de admisión (los famosos 21 puntos) que preveían la adhesión solo de los partidos.
Así, por iniciativa del Consejo Central panruso de los sindicatos y de los representantes de Italia, Francia, España y otros países, nació el 15 de julio de 1920, el “Consejo Internacional de Sindicatos Obreros” con el propósito de contraponer la concepción de la lucha revolucionaria de clase, a la de la colaboración, representada por Amsterdam. En su manifiesto se reiteraba el “deber de la clase obrera de organizarse sindicalmente en una fuerte asociación revolucionaria de clase, que, al lado de la organización política del proletariado comunista internacional, y en estrecha conexión con ella, pueda desplegar toda su fuerza para el triunfo de la revolución social y de la República Universal de los Soviets”.
En el documento se señalaba que los comunistas no deberían abandonar las organizaciones existentes para crear sindicatos revolucionarios, sino ejercer una enérgica acción para arrebatar la dirección del movimiento sindical a los oportunistas.
Para coincidir con el III Congreso de la I.C., en julio de 1921, aproximadamente un año después del nacimiento del Consejo Provisional Internacional, se celebró el I Congreso de la Internacional Sindical Roja (Profintern). Este primer congreso tuvo el propósito de dar una orientación de acción general y elaborar una línea de conducta común para todos los sindicatos revolucionarios, una tarea que ciertamente no era fácil. De hecho, mientras la Internacional Comunista solo agrupaba la vanguardia del proletariado encuadrada en los partidos revolucionarios de inspiración marxista, los sindicatos, por el contrario, agrupaban a las masas proletarias pertenecientes a diferentes partidos, e incluso sin partido.
En la Internacional sindical, incluso si adherían solamente las organizaciones que reconocían la necesidad de la lucha revolucionaria, cada una proponía métodos de lucha y tácticas diferentes: había grupos de anarquistas y anarco-sindicalistas que, negando la función del partido y la necesidad de la dictadura del proletariado, preveían la transferencia inmediata del control de la producción a las manos de los sindicatos.
Otra cuestión era la de los Consejos de fábrica y su relación con los sindicatos. Otra mítica reivindicación, que no terminaba de morir, del control obrero sobre empresas individuales o ramas de la industria.
No menos compleja fue la cuestión de cuáles deberían ser las relaciones entre las dos Internacionales: la política y la sindical. Mientras tanto, ¿debería existir dos Internacionales o bastaba solo una, designada para ambas funciones? En el caso de una sola Internacional, agrupando partidos y sindicatos, habría surgido el problema de la inaplicabilidad de las 21 condiciones a los sindicatos. Por lo tanto, las Internacionales necesariamente deberían haber sido dos. ¿Dos internacionales independientes o, aunque distintas, ligadas por estrechas relaciones?
Además de esos temas, las cuestiones que tuvo que enfrentar el congreso fueron múltiples: las condiciones de admisión de los sindicatos, sus derechos y deberes, el fondo de organización y el fondo internacional para las huelgas, el centralismo o el federalismo, la conexión con los movimientos de obreros de las colonias, etc.
Solo después de laboriosas y apasionadas discusiones, y concesiones recíprocas, todos acordaron la siguiente plataforma: revolución social, dictadura del proletariado, colaboración estrecha y orgánica con la Internacional Comunista.
El PCd’I y la guerra civil en Italia
Con respecto al fenómeno fascista y la violencia de clase, la historiografía imperante ha hecho propia las tesis sostenidas entonces por la socialdemócrata llorona, que se jactaba y pretendía demostrar que los trabajadores, desarmados, sufrían pasivamente la abrumadora violencia enemiga.
Los ejemplos de lucha armada antifascista en Sarzana y en Parma, que ciertamente no fueron los únicos ni los más significativos, son recordados con un propósito bien preciso: el primero por apoyar la falsa tesis según la cual el ejército, y en consecuencia el Estado, no fueron cómplices y cultivadores del fascismo; el segundo en apoyo de la otra tesis, igualmente falsa, de la presencia de un antifascismo militante interclasista representado por los Arditi del Popolo, contrapuesto a la impotencia y “nulidad” del partido comunista.
Para refutar las afirmaciones de resistencia pasiva a la violencia enemiga por parte del proletariado, bastaría examinar los tres periódicos del partido que diariamente informaban de episodios de enfrentamientos armados entre proletarios y la guardia blanca, en los cuales a la violencia se respondía con la violencia.
Aunque con un armamento infinitamente inferior al adversario, muy a menudo nuestro enemigo se vio obligado a lamer sus heridas y las pérdidas que sufrió fueron mayores de lo que admitían los boletines de prensa burgueses.
“Il Comunista” del 6 de marzo de 1921 escribió: “Registramos con alegría un boletin de guerra en el que – finalmente! – las pérdidas del adversario han superado las nuestras”.
En otro artículo del mismo número de periódico, se restablece la realidad histórica de quienes en realidad “atacaban” y quienes eran “atacados”: “Somos solidarios con el método elegido por los trabajadores comunistas para combatir contra su único enemigo: la clase burguesa. Somos nosotros quienes hemos sostenido los medios violentos para debilitar la violencia adversaria. Las masas revolucionarias han sentido la necesidad de este método y están con nosotros para seguirlo. Ante el proletariado revolucionario italiano, el Partido Comunista aparece como el dirigente de la lucha anti‑burguesa”.
Para dar evidencia de cuál era la tensión social y la determinación del proletariado en los años de la posguerra, el informe comenzó haciendo referencia de un episodio de verdadera guerra civil, de una batalla revolucionaria librada victoriosamente por el proletariado, incluso si surgió como resultado de un episodio, en mayo 1920, completamente ajeno a la lucha de clases: un partido de fútbol disputado en Viareggio entre el equipo local y el de Lucca. Al final del partido hubo una pelea entre los fanáticos. Uno de los carabinieri presentes disparó a toda su altura: el árbitro fue asesinado y murió al instante. Los carabinieri fueron rodeados por la multitud enojada, mientras que parte de la población atacó los cuarteles de la marina. La tropa fue retirada y desde ese momento la ciudad quedó en manos de la gente. Armas en mano, los cuarteles de los carabinieri fueron atacados y mantenidos bajo asedio durante dos días. La estación de ferrocarril fue ocupada y los cables de telégrafo y teléfono fueron cortados. Durante dos días no pasó un tren desde Viareggio, a excepción de los “trenes rojos”, organizados para traer proletarios para asistir al funeral de la víctima. Las trincheras y las barricadas estaban custodiadas por guardias rojos armados. La huelga general se proclamó de inmediato. Los soldados, enviados desde Pisa, Lucca, La Spezia para poner a Viareggio bajo asedio, fraternizaron inmediatamente con los revoltosos, a quienes entregaron sus armas. Además del ejército de tierra, también se enviaron torpederos, pero los oficiales, desembarcados para ordenar la rendición, fueron hechos prisioneros. El general Nobili fue enviado a negociar la liberación del general Castellazzo, tomado como rehén por los insurgentes. Los oficiales de tierra tuvieron que entregar sus armas, los oficiales de mar contrataron la liberación al aceptar la retirada.
En este informe, omitimos los detalles adicionales referidos en la exposición.
Pasando a los episodios de conflicto armado con el fascismo, el informe se extendió al informar sobre varios episodios de enfrentamientos que afectaron a muchos centros urbanos en Puglia: Taranto, Cerignola, Bari y Andria.
En 1921, como en el resto de Italia, también en Puglia el uso de escuadrones por parte de los agrarios también se hizo sistemático. Los primeros objetivos fueron las administraciones municipales socialistas y comunistas, las sedes de las organizaciones proletarias y las figuras políticas prominentes. Pero el proletariado de Apulia no practicaba las enseñanzas de paz y resignación predicadas por Turati y Matteotti, los proletarios de Apulia eran de una naturaleza completamente diferente: unos pocos eran los fascistas que habían abandonado este mundo, y entre estos agrarios bien conocidos y muy ricos, sin mencionar a villini prendió fuego y destruyó granjas.
Dejando a un lado el resto, aquí recordamos lo que sucedió en Bari a fines de febrero de 1921. Para el domingo 20, el PCd’I había convocado una manifestación nacional; el orador designado por la ciudad de Bari era Nicola Bombacci. La tarde anterior, un escuadrón de fascistas vino a decir que no permitirían que Bombacci hablara, de lo contrario, el camarada D’Agostino pagaría con su vida. Surgió una discusión, los fascistas fueron rodeados y golpeados y solo gracias a la intervención de la guardia real lograron escaparse. La noticia del incidente sirvió de advertencia a los trabajadores sobre la necesidad de proteger al enviado del partido comunista. El trabajo fue abandonado en varias fábricas, luego los proletarios, armados con bastones y garrotes, fueron a la estación a esperar a Bombacci. Una vez que el alcalde revocó la disponibilidad ya acordada del teatro municipal, la concentración comunista se llevó a cabo en la plaza. Un grupo de fascistas que intervinieron para interrumpir la manifestación recibieron la debida bienvenida. Durante el curso del día se registró una serie de otros incidentes, en la ciudad vieja y en la nueva.
El “Ordine Nuovo” cerró las crónicas del día con estas palabras: “En general, la manifestación comunista tuvo un éxito espléndidamente, los fascistas han recibido una lección que recordarán por un tiempo. De hecho, en el hospital hay varios heridos por bastonazos y uno por una puñalada”.
En los días siguientes, los fascistas, para compensar los golpes recibidos, provocaron episodios de violencia y amenazas en diferentes zonas de Puglia, consiguiendo un contraste efectivo en todas partes. Sería emocionante narrar en detalle la heroica gesta en aquellos días del proletariado de Puglia. La clase trabajadora entró en una lucha compacta determinada a oponerse a la violencia con la violencia. Tales fueron las heridas infligidas a los fascistas que el Consejo directivo de sus bandas de combate de Bari, declarando abiertamente la rendición, votó a favor de una agenda cobarde en la que, deplorando el uso de la violencia, “llama[va] a la masa de sus miembros a la disciplina del trabajo y a una fecunda propaganda de pacificación, advirtiendo que no a través de la violencia, sino a través de la ayuda y el esfuerzo de todos sus hijos, la Patria podrá atravesar la crisis que la perturba y alcanzar sus radiantes destinos”.
El “Ordine Nuovo” del 27 de febrero comentaba: “El proletariado agrícola de Apulia ha mostrado a los obreros y campesinos del norte cómo se debe golpear”.
De Bari pasamos a Trieste, una ciudad cuyo proletariado tenía una larga tradición de probado internacionalismo y, en el nuevo partido, de ardor comunista. Es bueno no olvidar que en Livorno la mayoría absoluta de los delegados julianos se adhirió a la moción comunista.
Este proletariado fuerte debía, en los planes de la burguesía indígena y del Estado “redentor”, ser colocado en la imposibilidad de hacer daño. ¿Qué mejor, para comenzar, que privarlo de su órgano de prensa, el glorioso “Lavoratore” que desde 1895 había representado la guía?
Era el 10 de febrero y desde el día anterior los fascistas, bajo el resguardo complaciente de la policía, corrían por la ciudad aterrorizando a la población. En grupos de veinte o treinta ingresaron a las hosterías y reuniones proletarias y, con pistola en mano, registraron a los presentes y golpearon a los que fueron encontrados usando un distintivo, una tarjeta o cualquier otra cosa que pudiera asociarlos con una organización subversiva. En los pocos casos en que la fuerza pública intervino fue para arrestar no a los agresores sino a los agredidos. A última hora de la noche, un escuadrón de unos 30 fascistas, totalmente armados y equipados con palancas, palos y picos, se trasladó al asalto del periódico. Los 4 Guardias Reales colocados en defensa del edificio dejaron el campo libre a los asaltantes. Los fascistas avanzaron hacia las puertas del edificio, pero el lanzamiento de dos bombas fue suficiente para dispersar a los agresores. Inmediatamente después de la sede de la policía, se recibió llamada telefónica en el periódico, advirtiendo que dentro de un cuarto de hora la policía registraría las oficinas de “Lavoratore” y que los ocupantes no debían oponer resistencia. Pero fue una búsqueda muy extraña, los techos de las casas circundantes estaban poblados de sombras, todas las adyacencias del periódico estaban ocupadas por la fuerza pública, el propio comisionado dirigió personalmente las operaciones de asedio.
“Il Lavoratore” fue ocupado y los que se encontraban dentro de las instalaciones fueron arrestados. No hablaremos sobre los tratamientos bestiales a los que fueron sometidos los camaradas: basta solo recordar que los métodos de maldad brutal establecidos por la policía italiana en Venezia Giulia habían hecho que esas poblaciones lamentaran de inmediato el “odiado” dominio de los Asburgo. Después de la ocupación de la fuerza pública y el arresto de todos los ocupantes, las puertas se abrieron a la irrupción vandálica de los fascistas que, bajo el ala protectora del cuartel general de la policía, encontraron el coraje perdido en el primer asalto. El trabajo destructivo, que comenzó en la imprenta, donde la maquinaria fue aplastada con golpes de mazos y picos, no terminó hasta que el fuego, pegado a los papeles, que se extendió por todo el edificio, tomando tales proporciones como para amenazar la seguridad de los mismos asaltantes. En este punto, los guardias reales y fascistas salieron a contemplar el espectáculo. Los bomberos que llegaron no pudieron operar los hidrantes. Solo cuando las llamas amenazaban con extenderse a las casas vecinas se permitió poner en funcionamiento las bombas.
Pero la actuación conjunta del Estado y los fascistas no hizo vacilar la fe del proletariado, que se concentró aún más en torno a la bandera del partido comunista. La respuesta de los trabajadores de Trieste no se hizo esperar. Incluso antes de que los organismos sindicales hubieran tenido tiempo de reunirse, el proletariado abandonó de manera compacta las canteras y los talleres, cesaron todos los trabajos en el puerto, los tranvías dejaron de circular, toda actividad productiva en la ciudad se detuvo. Muchas tiendas cerradas. Por miedo a las represalias obreras, las tropas fueron enviadas a los cuarteles. La huelga terminó en Trieste; en Monfalcone, a pesar de las directivas de la Cámara del Trabajo, continuó. Esto condujo a duros enfrentamientos y palizas igualmente duras contra los fascistas, que se vieron obligados a pedir la intervención de los camaradas de Trieste. Pero incluso con los refuerzos recibidos, los trabajadores respondieron a los ataques armados de los fascistas con disparos de granadas de mano; heridos más o menos graves registrados en ambas partes.
El proletariado de Trieste tampoco se demoró en su venganza: si el fuego había destruido el periódico comunista y la Cámara de Trabajo, el incendio habría llevado destrucción a los intereses de la clase burguesa. Un grupo de obreros ocupó las entradas del enorme Astillero S. Marco, cerró las puertas y desarmó el puesto de guardia de las finanzas, prendió fuego a la grandiosa carpintería, el sitio de construcción, las tiendas generales, dos talleres mecánicos, el depósito de materiales inflamables. Las oficinas del astillero fueron completamente devastadas. Carabinieri, guardias reales, departamentos de la brigada Sassari, guardias financieros, con ametralladoras y carros blindados se apresuraron. El gran intercambio de rifles entre la fuerza pública y los obreros con barricadas en dirección al astillero duró casi dos horas. El astillero continuó ardiendo todo el día, al día siguiente aún no se había apagado por completo. Los daños se calcularon entre 15 y 20 millones. Al precio de los inmensos sacrificios de los proletarios, el 10 de septiembre siguiente “Il Lavoratore” reanudó las publicaciones, fuerte y aguerrido al lado de todas las batallas del proletariado de Venezia Giulia.
Como puede ver, el proletariado, desde Bari hasta Trieste, no solo no respondió al llamado “sé bueno, sé santo” que los santurrones más prestigiosos del Partido Socialista le dirigieron incesantemente, sino que escuchó las indicaciones del joven Partido Comunista, de aceptar luchar en el mismo terreno sobre el que desciende la burguesía y responder con las armas a las armas. Mientras el proletariado aguantaba y los fascistas quemaban y destruían libre e impunemente las instituciones del proletariado y las víctimas solo podían contarse solamente en sus filas, la prensa burguesa cantaba su himno de guerra todos los días, al proletariado, a los subversivos: “guerra, por amor de patria!”.
En cambio, la burguesía, cuando el proletariado de un extremo de Italia al otro descendió resueltamente sobre el terreno de la lucha violenta, apeló vilmente a la paz social. La prensa burguesa y nacionalista, asustada, y la burguesía que lloraba a los veinte millones perdidos en el incendio, y aquellos que podrían haber perdido mañana, imploraban por la paz: “¡Paz por amor de patria!”.
Así terminaba la correspondencia de Trieste del 6 de marzo su “L’Ordine Nuovo”: “Tomamos nota nosotros y toma nota la burguesía, que el proletariado esperará con las armas, siempre listo para responder de los modos convenientes”.
La cuestión militar - La oposición a la guerra en los paises beligerantes
El informe reportó la oposición a la guerra, tanto de fracciones de partidos de inspiración socialista como espontáneas en las ciudades, fábricas y en los frentes, donde la revolución rusa había dado el ejemplo y la esperanza de la emancipación de las masas explotadas. La traición de la Segunda Internacional y el voto a los créditos de guerra por parte de los socialdemócratas – solo los bolcheviques y los representantes de Serbia se mantuvieron en contra – no pudieron evitar algunos disturbios contra el militarismo. Sobre todo los trabajadores de Alemania y Austria-Hungría, más involucrados en el la producción belica y más en contacto con el frente ruso.
En septiembre de 1915 se dio en Zimmerwald (Suiza) una conferencia con 38 representantes de partidos socialistas provenientes de 11 paises, en oposición a la guerra pero dentro de posiciones pacifistas. De inmediato surgieron dos posiciones opuestas: La primera, apoyada por la mayoria de los delegados, no intentaba romper con la Segunda Internacional y de hecho se alineaba con la ipocresia expresada por los dirigentes del socialismo italiano de “ni unirce ni sabotear”. La segunda se formó alrededor del grupo de los bolcheviques, por la creación de una nueva Internacional revolucionaria, con la propuesta de transformar la guerra imperialista en guerra civil. Considerada “fuera de sentido”, fue rechazada por 20 votos en contra y 8 a favor.
El año siguiente en la localidad de Kienthal se desarroyó una segunda conferencia internacional. Esta condenó esplicitamente la guerra imperialista, pero por falta de una verdadera Internacional Revolucionaria, las acciones tomadas por las diferentes organizaciones proletarias, fueron descoordinadas y fracmentadas.
El informe trae despues la situación en Alemania. En los inicios de 1916 Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Franz Mehring e Clara Zetkin son procesados por su oposición a la guerra. Liebknecht luego será expulzado del parlamento y del SPD. Mientras en el país se desarrollaban protestas por la escacez de alimentos. Las cuales adquirieron particular relevancia en ocación a la celebración del 1ro. de mayo.
En 1917 las corrientes del SPD que se oponían a la guerra son expulsadas del partido, para ir a constituir luego el USPD, con la adhesión de la Liga Espartaquista. Iniciandose tambien las huelgas en la industria bélica. Despues de la revolución en Rusia los Espartaquistas invitaron a los obreros a constituir los soviets de diputados obreros, siguiendo el ejemplo de sus homólogos rusos. Las huelgas, noostante ser reprimidas por la policia con el apoyo de los partidos colaboracionistas, se cuadruplicaron en número desde 1915 a 1917. Tambien en el ejercito, especialmente en el frente oriental, sin acción bélica despues de la Revolución de Febrero en Rusia. Se dieron episodios de insuvordinación y de fraternización entre los soldados de ambos frentes. El 1ro. de Mayo en la asamblea de los soldados alemanes participaron tambien soldados rusos, quienes hablaron de la revolución que ocurria en Rusia.
Episodios más importantes sucedieron en la base de la flota militar de alta mar. Estaba activa una organización de marineros, rigurosamente secreta debido a la fuerte disciplina en los buques militares. Ellos hicieron alguna actividad de la izquierda de la social democracia y del USPD. Partiendo de reivindicaciones inmediatas organizaron una manifestación que debia involucrar tambien a los trabajadores de los astilleros, donde se prometia expresar un apoyo a la revolución rusa, a travez de la revolución en Alemania. Estos fueron reprimidos por unidades de infanteria enviadas.
El motín de la flota de Kiel comenzó el 3 de noviembre de 1918, hecho que marcó el comienzo de la revolución de noviembre, que fue seguida dos meses después, del 4 al 15 de enero de 1919, por la revuelta espartaquista en Berlín.
La oposición a la guerra en Austria-Ungría reflejaba el multietnico ejercito del imperio. Los comandantes imperiales dudaban de la capacidad de las tropas, influenciadas por la propaganda de los respectivos nacionalismos. Sin embargo no fue aquella propaganda la que causo estragos en el ejercito austroungaro, sino el pésimo planteamiento estratégico y desarrollo de la guerra, que se traduce en pocos meses de combate con la perdida de cerca de un millon de soldados, quienes fueron reemplasados por reclutas poco adiestrados.
En los Carpatos las condiciones de vida de los soldados eran terribles; ya en la primavera de 1915 las tropas checas colapsaron en la primera prueba contra el ejercito zarista. Las perdidas en algunos regimientos de infanteria fueron de dos tercios, los supervivientes preferían entregarce como prisioneros que continuar en el combate. Por dos años no hubo graves episodios de insubordinación colecctiva, aunque si individuales. Los cuales comensaron nuevamente en enero de 1917, con la negativa de las unidades de infanteria de ir al frente.
Desde el 1 al 3 de febrero de 1918, en la base naval de Cattaro estalló una gran revuelta que involucró a 2400 marineros. Basados en la experiencia de la revolución, fueron elegidos delegados que lanzaron las demandas de paz inmediata y la formación de nuevos estados independientes sobre la base de la etnia y la lengua. La revuelta fue sofocada gracias a la desorganización del improvisado comité.
La firma del tratado de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918, también incluyó el intercambio a gran escala de los prisioneros de guerra entre Rusia y el Imperio austrohúngaro. Cientos de miles de soldados austrohúngaros repatriados, fueron incorporados nuevamente al frente. Y muchos casos de insubordinación individual y deserción, ocurrieron en los sitios donde estaban los ex prisioneros.
Entre abril y mayo de 1918 sucedieron cinco casos de revueltas importantes, por parte de cientos de soldados que se negaban retornar al frente. A ellos se unieron centenares de civiles que se dedicaron al saqueo de los depósitos de víveres y municiones. Las revueltas fueron aplacadas utilizando tropas de unidades con diferente etnia a la de los revoltosos. Cesaron las revueltas pero se intensificaron las deserciones en masa. El Alto Mando informa que de los 100.000 desertores hasta agoste del 1918, en los meses sucesivos aumentaron a 230.000.
En la industrializada Bohemia, las huelgas adquirieron vigor después de la revolución rusa de febrero. Y la escasez de víveres se hacía sentir en todas partes.
En Inglaterra nuestra oposición a la guerra tuvo que ver con un ejército y enrolamiento voluntario, al que se incorporaron muchas unidades de su vasto imperio, 4,5 millones de soldados. El Reino Unido no fue nunca teatro de eventos bélicos. Además, el gobierno británico también logró esclavizar a los partidos cercanos a la clase trabajadora y a los sindicatos con el refrán de la patria en peligro, incluso al otorgar puestos ministeriales a líderes corruptos. Los sindicatos fueron incluidos en la gestión de las fábricas, reservando algunos privilegios para sus miembros, que crecieron de 3.7 millones en 1914 a 5.4 en 1918. Esto garantizó una relativa paz social, a pesar de que la clase trabajadora fue explotada más allá de todos los límites. Sin embargo, las huelgas fueron generalizadas pero aisladas. También en el Reino Unido, la revolución rusa dio impulso a las huelgas que en abril de 1917 se extendieron a 48 ciudades con 250 mil adherentes.
Nuestra lucha contra la guerra en Francia fue facilitada por la cercanía entre las líneas del frente, las áreas industriales y los centros habitados de tamaño mediano, para los cuales a pesar de la rígida censura militar, las noticias sobre la guerra y los eventos internacionales circularon con mayor facilidad.
Para el 1ro. de Mayo de 1917 a pesar de la oposición de los partidos socialistas y de los sindicatos, se convocó a una huelga. Exigiendo la reducción de la jornada laboral, la igualdad salarial de las mujeres y el fin de la guerra.
Después de la catastrófica finalización de la ofensiva del general Nivelle. El 3 de mayo comenzaron las primeras revueltas en las unidades, con la negativa de las tropas de reanudar los combates y con el abandono de las trincheras por parte de 30.000 soldados. Docenas de batallones y regimientos enteros se negaron a volver. Una unidad especial de la V división al canto de la Internacional organizaron una manifestación. En la localidad de Soissons dos regimientos, al tanto de la represión de las tropas coloniales contra una huelga de trabajadores, se apoderaron de un tren. Al día siguiente otros soldados en rebeldía intentaron llegar a Paris. Las rebeliones se propagaron en 21 divisiones, el 43% del cuerpo de infantería.
* * *
La coherente batalla del partido se levanta en el mundo burgués en descomposición
Reunión en Roma, del 24 al 26 de enero de 2020
Sesión del sábado
Huelga en Francia contra el recorte de las pensiones
Crisis económica mundial
La Cuestión Militar: La oposición proletaria a la guerra en Italia
Actividad Sindical del partido
Enfrentamiento entre Estados y clases en el Medioriente
Sesión del Domingo
La función de los jefes proletarios: Lenin, Luxemburgo, Liebknecht
La revolución húngara de 1919
Historia del movimiento en China y del PCC
La guerra civil en Italia y el PCd’I
Las primeras guerras nacionales de la India independiente
Después de 60 años, regresamos a Roma para la reunión general del partido
Un sentido y coral agradecimiento a nuestros compañeros locales por la organización verdaderamente perfecta y la espléndida bienvenida y hospitalidad, cada detalle fue cuidadosamente preparado y todo resultó ser puntual e impecable.
Los trabajos se llevaron a cabo en un ambiente luminoso, vasto y tranquilo, en el mismo edificio donde también nos acomodaron para pasar la noche, lo que evitó el desperdicio de tiempo.
Hubo cuatro sesiones: desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana, en las que apenas logramos tener en consideración la gran cantidad de trabajo que nuestra pequeña compañía logró producir, realmente notable en cantidad, argumentos y ámbitos.
La armonía y la coherencia de las diversas contribuciones hizo uso de una espontánea y sólida centralización a la que hemos estado acostumbrados desde siempre, con una correspondencia cercana y continua, incluso diaria, el intercambio de información de los compañeros con el centro y dentro de los grupos de trabajo, lo cual es posible, y funciona de hecho, ya que todos recurrimos a los mismos principios, un programa unívoco indiscutible y reglas tácticas bien comprobadas.
Estamos convencidos de que los buenos resultados empíricos de nuestro método comunista, rigurosa y felizmente impersonal, fraternal y anti‑democrático, que ignora la competencia entre grupos y el instrumento de polémica, se extenderán naturalmente, en un mañana menos desfavorable a la lucha revolucionaria de clase, incluso para el partido internacional desplegado.
Este es el programa de los informes presentados:
El sábado por la tarde:
1. Desempeño y consideraciones acerca de la huelga en Francia contra el recorte
de pensiones, que aún continúa;
2. La evolución reciente de la crisis económica mundial;
3. Del estudio sobre la cuestión militar, la oposición proletaria a las guerras
de la burguesía italiana a principios del siglo XX;
4. Actualización sobre la actividad sindical actual del partido;
5. El choque interminable entre Estados y clases en el Medio Oriente.
Domingo:
6. La función de los jefes proletarios Lenin, Luxemburgo, Liebknecht reafirmada
contra el estalinismo en la revista “Bilan” de 1934‑37;
7. Acerca de la revolución húngara de 1919 escuchamos sobre la contraposición,
en junio de 1919, entre los social-traidores y los comunistas;
8. Recapitulando sobre la historia del movimiento en China, se ha tratado sobre
el origen del PCCh;
9. Para documentar cómo el PCd’I afrontó la guerra civil en Italia, describimos
los enfrentamientos armados en Florencia y Empoli en 1921;
10. Como informe final, se trató lo referente a las primeras guerras nacionales
de la India independiente.
De otros estudios solo hemos dado un esquema y pospuesto para una de nuestras próximas reuniones.
Orígenes del partido comunista chino
La Internacional Comunista se había establecido no hablar de movimientos democráticos burgueses, sino de movimientos nacionalistas revolucionarios, que no era simplemente una formulación diferente sino que indicaba una política revolucionaria precisa para colonias y las semi‑colonias que desconfiaba de la alianza con la clase burguesa indígena, inclinada a estar de acuerdo con los opresores extranjeros para mantener sus privilegios, y se dirigió a aquellos movimientos nacionales que realmente estaban en el terreno de una lucha revolucionaria. En base a esta perspectiva, se volvió fundamental establecer relaciones con los movimientos revolucionarios que se desarrollaban en los diversos países sujetos al imperialismo. En cuanto a China, el movimiento nacionalista revolucionario se expresó en el llamado Movimiento 4 de Mayo. Fueron precisamente los elementos más radicales de este movimiento, entre los primeros en adherir al comunismo.
En su informe al Ejecutivo de la Internacional, fechado el 1 de septiembre de 1920, Vilensky, quien dirigía el Secretariado para Asia Oriental, un organismo recién formado para guiar la actividad revolucionaria en los países del Lejano Oriente, escribió que la tarea de organización del Secretariado era “llevar a cabo el trabajo de organización del Partido en China estableciendo las células comunistas entre las organizaciones de los estudiantiles y las organizaciones de los trabajadores en las zonas industriales costeras”.
El primer grupo comunista se desarrolló en Shanghai, donde la presencia de un fuerte desarrollo industrial había permitido la formación de una numerosa y concentrada clase obrera, hacia la cual se dirigía el trabajo de los comunistas. El grupo de Shanghai se convirtió en el centro del trabajo comunista en China, funcionando de inmediaato como el centro del partido a finales de 1920. Posteriormente, también se formaron grupos comunistas en Beijing y Cantón, donde, sin embargo, inicialmente también algunos anarquistas se habían unido a las organizaciones comunistas. Otros grupos comunistas, de dimensiones e importancia aún menor que los otros, se habían formado en Wuhan, Jinan y Changsha. Además, había otros dos grupos en el extranjero, uno en Japón y otro en Francia.
Se trataba de pequeños grupos formados por pocos compañeros, que aún no habían cortado completamente sus lazos con los grupos de estudiantes e intelectuales que habían surgido anteriormente. A pesar de esto, la constitución del Partido Comunista en China no tuvo lugar en compromisos de teoría o táctica entre los diversos grupos, pero la maduración en el partido fue informada por la única doctrina y programa del comunismo, como “con el advenimiento de la Tercera Internacional Comunista, con un centro único mundial, avanzando hacia el Partido Comunista Internacional, la clase obrera ha adquirido lo que Lenin llamaba “conciencia organizativa”, el contenido programático, táctico, la dimensión planetaria, la estructura piramidal de su organización política” (“El partido no nace delos “círculos”).
Aunque los primeros grupos comunistas que se formaron en China ciertamente tenían una composición bastante variada, reuniendo también a ex‑anarquistas, ex‑socialistas utópicos, ex fervientes nacionalistas y todo un mundo variado de intelectuales radicales, no se hizo concesión a las doctrinas no marxistas de izquierda.
Esto está claro especialmente en referencia al anarquismo. Ciertamente, en esta fase inicial, hubo una presencia sustancial de anarquistas, pero a los pocos meses abandonaron las organizaciones comunistas debido a la estridente incompatibilidad entre el marxismo y el anarquismo. La falta de disponibilidad de los anarquistas para cualquier trabajo organizado, y sobre todo la aversión a la necesidad de la dictadura del proletariado, pronto determinó la separación definitiva entre anarquistas y comunistas. La polémica con los anarquistas tuvo lugar exactamente en los términos en que ocurrió en todos los países capitalistas más desarrollados, con los anarquistas chinos que usaron los mismos argumentos que sus pares occidentales para atacar al marxismo y, al rechazar los argumentos anarquistas, los marxistas chinos estaban en el mismo terreno que los comunistas de todos los países. Ninguna concesión fue hecha a los jóvenes militantes anarquistas sobre la cuestión de la dictadura del proletariado: solo la revolución, al establecer la dictadura del proletariado, podría hacer entrar a China en la era del socialismo, todas las demás soluciones habrían llevado a la derrota de la revolución en China, abrumada por las fuerzas combinadas de las clases explotadoras indígenas y las burguesías extranjeras.
La dictadura del proletariado, un principio básico del comunismo, se afirmó solemnemente en el Manifiesto de los comunistas chinos de noviembre de 1920, un documento utilizado como base para la adhesión de los nuevos miembros al partido. A pesar de la procedencia heterogénea de los primeros militantes, no hubo improvisación teórica y el compromiso con los movimientos políticos afines con la unión de los primeros grupos comunistas, sino que, bajo la guía de la Internacional, el nacimiento del Partido en China tuvo lugar en la línea de la doctrina histórica.
El primer Congreso del PCCh se celebró en Shanghai después del 23 de julio de 1921, concluyendo los trabajos a principios de agosto. Participaron 12, quizás 13 delegados de 7 grupos de tantas ciudades, representando a 53 miembros de las organizaciones comunistas en China y en el extranjero, y con la intervención de dos enviados de la Internacional.
Asimilada la selección de los anarquistas, en algunos camaradas quedaron serias lagunas en el conocimiento también de los conceptos fundamentales del marxismo.
Todo el debate se desarrolló en torno a dos posiciones. El que sostenía la minoría, que la clase trabajadora aún no estaba preparada y que el marxismo le era prácticamente desconocido y, por lo tanto, el Partido Comunista tendría que pasar por un largo período de estudio, educación y proselitismo hacia las masas para aumentar su nivel de conciencia. La segunda posición, la de la mayoría, expresará todos los documentos resultantes del congreso. El pequeño partido comunista se presentaba compacto y estaba seguro del desarrollo que tendría a través de un trabajo práctico y teórico dirigido a la clase obrera, su punto de referencia central, como dicen todos los documentos que surgieron del primer congreso y se encontraron en los archivos de la Comintern.
Los puntos básicos del borrador fueron aprobados por todos los participantes. Aparecieron posiciones divergentes sobre si los militantes del partido podían ocupar cargos oficiales del gobierno y ser miembros del parlamento. Los dos puntos de vista se compararon pero no llegaron a una decisión final posponiendo el asunto al segundo congreso. El primero argumentó que era posible única y exclusivamente bajo la dirección del partido y con el permiso del Comité Ejecutivo, el otro ciertamente negó la participación en el parlamento burgués.
También sobre la cuestión de la actitud que el partido debería tomar hacia otros partidos o facciones, surgieron dos posiciones y se produjo una acalorada discusión. Una parte sostenía la “necesidad de cooperar con todos los elementos que se oponen a nuestros enemigos comunes, los señores de la guerra, que son enemigos de todas las demás clases de la sociedad”. La segunda posición reconocía la necesidad de acciones conjuntas y colaboración con otras clases con el único propósito de fortalecer al partido para la toma revolucionaria del poder tan pronto como las condiciones fueran favorables. La cuestión de la relación con otros partidos o facciones fue sin duda de capital importancia para el joven movimiento comunista chino, que actuó en un contexto predominantemente pre‑capitalista, donde el desarrollo industrial estaba en su infancia y el joven proletariado industrial era extremadamente inferior en número respecto a las interminables masas campesinas. Dada la situación, era inevitable establecer una línea revolucionaria correcta que contemplara la actitud a tomar hacia los representantes políticos de las otras fuerzas sociales.
El tema ya había sido discutido y resuelto por el movimiento comunista mundial. La Internacional había identificado claramente en los países oprimidos la presencia de dos movimientos distintos: por un lado, un “movimiento nacionalista democrático-burgués” con su programa de independencia política y de orden y desarrollo burgués, por otro “el de los campesinos incultos y pobres y de los obreros”, que luchaban por su emancipación de cualquier tipo de explotación. En esta situación, era necesario “combatir enérgicamente” todos los intentos de esos movimientos pseudo-revolucionarios que nacieron en las colonias disfrazándose de comunistas (como el Kuomintang en China), reconociendo como condición indispensable para el sostenimiento al movimiento revolucionario que se desarrollaba en los países coloniales el reagrupamiento y la organización de los verdaderos comunistas de esos países con la clara consigna de combatir el movimiento burgués y democrático. Para la Internacional, se debían evitar las fusiones con esos movimientos y debía mantenerse “siempre el carácter independiente del movimiento proletario incluso en su forma embrionaria”.
Es en estas premisas que se dirige el naciente, pequeño y débil, partido comunista. Consciente de sus límites, los analiza y resuelve, y adopta por unanimidad los elementos básicos del Programa del Partido que establece: “1) El proletariado y el ejército revolucionario deben derrocar el poder estatal de la clase capitalista (...); 2) Introducir una dictadura del proletariado mientras la lucha de clases no llegue a su fin y sean abolidas todas las distinciones de clase; 3) Destruir el sistema de la propiedad privada capitalista y expropiar plantas, tierras y fábricas y transformar los medios de producción en propiedad pública; 4) aliarse con la Tercera Internacional”.
Bajo la guía de la Internacional, el Partido Comunista Chino fue fundado en 1921 principalmente por intelectuales, pero en pocos años la dinámica social polarizó las fuerzas en el campo, llevando al proletariado chino a militar bajo las banderas del PCCh y del comunismo.
Para afrontar uno de los aspectos de este tema y hacer un paralelismo con el juicio sobre los eventos del intento revolucionario en Alemania, la compañera informó sobre la defensa que, después de más de una década de aquellos acontecimientos, nuestra Fracción en el extranjero tuvo que hacer de las figuras de Rosa Luxemburgo y de Carlo Liebknecht, ya disminuido en su grandeza como comunistas por parte del estalinismo, y acusados de ser personalmente responsables de la derrota de esa revolución.
“Bilan”, como otros órganos de la Fracción, dedicó varios artículos “a Rosa y a Carlo”. En “Bilan” de enero de 1934 encontramos el artículo “El significado del jefe proletario, sobre la conmemoración de Lenin-Liebknecht-Luxemburgo”. Así podemos resumir los puntos sobresalientes de este artículo.
Los jefes del partido se alinean en un camino marcado, impersonalmente, por la historia y definitivamente previsto por la doctrina de clase; pero son por siempre combatientes verdaderos, con sus fortalezas y capacidades, aunque fuera de lo común.
Frente a un Lenin embalsamado y expuesto fuera de los muros del Kremlin (“Voilà du pharaonisme”, Trotski) dice: “La canonización del líder proletario representa la anulación de su obra, de su papel, de su vida. Ni Lenin ni Liebknecht ni Luxemburgo representan genios “accidentales”, individuos aislados dotados de virtudes intrínsecas, superhombres gigantescos que irrumpieron de imprevisto en la arena social para modificar su aspecto de acuerdo a sus intenciones y de acuerdo con la capacidad de su genio. Estos grandes líderes, cuyo aniversario conmemoramos hoy, el líder proletario en general, no representan entidades misteriosas y trascendentes, que escapan a la interpretación, sino que son el producto de un período histórico, la expresión más clara de las fuerzas revolucionarias de una determinada época”.
“En toda la lucha, así como en el momento supremo, la velocidad de la solución y de la decisión solo pueden pertenecer a un círculo muy pequeño y, a veces, a un solo individuo (...)”.
Pero, “si Lenin hubiera estado ausente la noche del 7 de noviembre, o si una enfermedad hubiera afectado su cuerpo, no necesariamente significa que la revolución hubiera sido aplastada”. El trabajo de la clase que había producido a Lenin también había producido otros elementos, colocados en segundo plano ante la presencia de Lenin durante el curso de los eventos, pero que habrían surgido, con menor o tanta capacidad, presumiblemente en la misma noche histórica del 7 de noviembre”.
La victoria de la revolución comunista requiere la presencia de un partido y líderes corruptos. “En tiempos de peligro supremo, no es en particular la violencia contra la clase obrera lo que salvará a la burguesía, sino más bien la corrupción del partido de la clase obrera y de sus dirigentes”.
La conservación y el afilado de las armas para la lucha proletaria, la doctrina
y el programa se confían al partido y a su jerarquía.
“Las armas para la lucha proletaria se encuentran en una serie de fórmulas
centrales que permitirán al proletario intervenir victoriosamente en todos los
movimientos de masas determinados por los antagonismos sociales. La producción
de estas fórmulas centrales representa un trabajo laborioso que dura varios
años. Necesitamos una organización donde todos estos esfuerzos se condensen”.
1. El desarrollo teórico de la clase trabajadora es una consecuencia
internacional, que madura y se afina con la concurso de los comunistas de los
diferentes países.
“La clase obrera en Rusia se estaba desarrollando en condiciones particulares:
la coexistencia de un poder feudal y un joven capitalismo altamente concentrado,
un campesinado atrasado y un proletariado extremadamente denso, en los centros
industriales y en las grandes ciudades. Este proletariado podía inspirarse en
las experiencias que tuvieron los trabajadores en otros países durante su lucha
contra el poder capitalista (...) Lenin (...) escuchó atentamente la voz de la
historia de la clase obrera mundial y rusa y logró construir el partido
bolchevique”.
En una situación de profunda crisis del movimiento comunista, es falsa la
afirmación de la Internacional ahora estalinizada de poder crear con la única
fuerza y, al mismo tiempo, cuadros, estados mayores, dirigentes.
“Lenin es presentado como el líder que produjo los trastornos sociales que
terminaron en octubre de 1917. Por lo tanto, sería suficiente formar – a la luz
de su política – otros estados mayores, otros líderes y el proletariado podría
reanudar tranquilamente el camino de su lucha revolucionaria. Por lo tanto, todo
el problema del líder proletario se coloca de forma invertida: en un período de
reflujo revolucionario, no hay líderes capaces de modificar el desarrollo de las
situaciones”.
La conclusión verdadera es, en cambio:
“El problema revolucionario no es de los individuos, sino de la clase, y la
modificación de la situación solo puede depender de la reconstitución del
organismo de la clase obrera”.
“El propio Lenin, si hubiera sobrevivido a la derrota del proletariado alemán,
no habría podido, al mando, determinar otro curso respecto a los acontecimientos
que hemos vivido. Tener la derrota de 1923 ha significado un cambio de gran
importancia en beneficio del capitalismo, Lenin probablemente habría sido
derrotado y habría sufrido el destino de Trotski, de Bordiga y de todos los
otros comunistas desterrados de las filas internacionales ganadas por el
centrismo”.
Por lo tanto, el partido renacerá siguiendo los pasos de Marx, Lenin, Liebknecht,
Luxemburgo. Tanto el programa como el plan táctico son inmutables. Solo el
segundo prevé diferentes soluciones frente a diferentes situaciones históricas
generales. La tarea del líder revolucionario es mantener en el partido la
coherencia entre las directivas tácticas y el marco histórico real.
“Al igual que con Marx y Engels, también Lenin y Luxemburgo podrían “encontrar”
una contradicción flagrante entre las declaraciones de principio y sus
declaraciones políticas correspondientes a contingencias particulares. En
realidad, no hay contradicciones en absoluto: las declaraciones de principio
abarcan una época histórica entera, que culmina en la insurrección del
proletariado; las formulaciones políticas contingentes y de agitación sirven
para conectar a la masa de los trabajadores y clases medias en torno a la
vanguardia comunista”.
Otro artículo digno de mención que “Bilan” publica en el número 27 de
enero‑febrero de 1936 se titula: “¿Cuáles son los herederos de Lenin,
Luxemburgo, Liebknecht?”. Aquí se reacciona vigorosamente contra las vergonzosas
especulaciones que se estaban difundiendo en el movimiento obrero respecto a
Lenin, Luxemburgo, Liebknecht.
“En un momento en que los socialistas y los centristas conmemoran las tres “L”
preparan a los obreros para la Unión Sagrada, aprobando, en nombre del
“leninismo”, el agravamiento de la explotación de los trabajadores rusos”. O,
por el contrario, “la bancarrota del “leninismo” y el triunfo del “luxemburguismo”
son proclamados en todos los rincones de la tierra”.
“No reconocemos ni el “leninismo” ni el “luxemburguismo”, sino solo un método de
investigación histórica legado por Marx y que, en diferentes períodos de la
lucha de clases, permitió a un Lenin, a una luxemburgo sistematizar o expresar
las lecciones aprendidas de estas fases en un conjunto de principios. Estos
principios son hitos para avanzar y no fórmulas vacías de contenido como se
quisiera hacer creer al vincular a Lenin y su discurso sobre la cooperación con
el “socialismo en un país”, Rosa y su famoso folleto de la prisión, sobre el
“comunismo democrático”, anti‑partido, anti‑Lenin. No pueden ser puestos el uno
contra el otro, así como la lucha de los obreros alemanes de 1919 no puede ser
contrapuesta a la de los trabajadores rusos de 1917”.
Así que somos nosotros, nuestro partido, los herederos de Lenin, Luxemburgo,
Liebknecht; con esto concluye el artículo publicado en “Bilan” de enero‑febrero
de 1937, “Lenin-Luxemburg-Liebknecht”.
“Afrontar la realidad presente con el trabajo de aquellos que fueron nuestros
maestros es retomar los hilos de la evolución histórica que sus detractores,
aquellos que momifican sus cuerpos y principios esperando haberlos roto para
siempre en nombre de la supervivencia del mundo capitalista”.
Al otro lado de la polémica, en total coherencia con lo escrito en el pasado y con lo que escribiremos en el futuro, el artículo enfatiza firmemente que somos nosotros los únicos continuadores históricos de esa época heroica, contra los “extremistas” que hacen de Lenin el responsable de la degeneración de la Internacional Comunista con su concepción del partido centralizado.
El artículo concluye reiterando que las fracciones de la Izquierda comunista son
sus continuadoras.
“Hoy, Lenin, Luxemburgo, Liebknecht se encuentran en las fracciones de la
Izquierda comunista internacional que son sus legítimos herederos, sus
continuadores, a quienes la historia les ha confiado la difícil tarea de
proseguir el camino. Al igual que sus maestros, los comunistas
internacionalistas se están moviendo hacia las posiciones y las formas de lucha
más pronunciadas que la evolución de la lucha de clases requiere en la fase de
profunda decadencia del sistema capitalista. Es en este sentido que han
combatido y combatirán contra todos los intentos de limitar sus posiciones y
actividades a los catecismos “recabados” de Lenin o Rosa, porque son los medios
para falsificar su obra y usarlos no para la victoria, sino por la derrota
proletaria. Los principios que nos han legado y que son el fruto de la
experiencia histórica, siguen siendo nuestra herencia, pero, así como la lucha
de clases no se detiene en su muerte, nuestro trabajo ideológico y programático
debe continuar progresivamente para preparar el clase obrera para la hora
decisiva en la que lanzará su asalto revolucionario y sentará las bases para una
nueva sociedad en la que la obra de quienes han allanado el camino para la
emancipación del proletariado ya no será momificada, sino que finalmente
recibirá su verdadero significado”.