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El capitalismo necesita la guerra Solo la lucha revolucionaria de la clase trabajadora puede oponerse a ella Las
miserables declaraciones de Trump, a las que se pliegan los
gobernantes europeos, vienen a desenmascarar algunas de las mentiras
e ilusiones propagadas durante décadas por las burguesías de todo
el mundo, y por sus partidos de derecha y de “izquierda”, para
ocultar la ferocidad del mundo del capital, portador ahora solo de
muerte y destrucción. Trump no es más listo, estúpido o loco que quienes lo precedieron. Solo muestra el verdadero rostro del capitalismo: ¡es este el monstruo anónimo que amenaza a la humanidad! No es Trump quien tiene el poder, sino el complejo industrial y financiero, en manos de la clase burguesa, que defiende sus intereses con esa máquina estatal. Esto es cierto para los EE.UU. y para todos los Estados del mundo: todos son regímenes burgueses contra la clase trabajadora. Y lo son independientemente de la ideología y de la forma de gobierno con que lo disfracen: desde la “democrática”, hasta los falsos socialismos como en China o Venezuela, la teocracia de los ayatolás en Irán, o el “Estado judío” en Israel. La misma burguesía no puede “decidir” nada porque su política le es impuesta por la crisis económica de sobreproducción del capitalismo mundial. Todos los capitalismos nacionales y los sectores industriales son agredidos y doblegados por una sobrecapacidad productiva de décadas: Europa, EE.UU., China y todos los menores deben inundar el mundo de mercancías que no pueden vender dentro de sus fronteras nacionales, chocando así con sus competidores. Los Estados Unidos, como el mayor capitalismo mundial, son los más frágiles frente a la crisis económica porque les cuesta cada vez más mantener su dominio sobre el mundo. Hoy deben reducir gastos y le pasan la factura a sus “aliados”. Revocan la “ayuda humanitaria”, que antes era un útil instrumento de corrupción internacional. Se ven obligados a aligerar el aparato estatal de todo lo “superfluo” (educación, salud, asistencia social), reduciéndolo a su esencia de máquina para oprimir a la clase obrera. La política que hoy se impone en los Estados Unidos no es “aislacionismo” que, aunque en interés de ese capitalismo nacional, traería la paz al mundo. Es, en cambio, un desplazamiento diferente de las fuerzas estadounidenses, que se concentran en el Indo-Pacífico, escenario de interés estratégico primordial, en detrimento del Atlántico y Europa. Sirve para preparar la guerra contra el imperialismo emergente chino, en una nueva repartición de los mercados mundiales. La imposición de aranceles a las importaciones – que perjudica en parte también al capitalismo estadounidense, pero perjudica más a los competidores- es una política desesperada, una guerra económico-comercial que prepara la guerra con armas. La historia se repite: el proteccionismo de todos los Estados precedió a la Segunda Guerra Mundial. La nueva “edad de oro” prometida por Trump será de lágrimas y sangre para la clase trabajadora estadounidense, sacrificada para salvar los beneficios de la burguesía y su privilegio social, con la preparación de la guerra. Pero no serán los regímenes burgueses competidores de los EE.UU. los que salvarán a la clase trabajadora mundial de la Tercera Guerra imperialista. Un mundo multipolar pacífico en el capitalismo es solo otra mentira. Impulsada por la crisis, y cada vez menos capaz de vender otras mercancías, la burguesía de todos los países se lanza a la industria bélica. La marcha hacia el rearme se acelera. La Unión Europea, después de décadas de imponer a los trabajadores ajustarse el cinturón con la excusa de reducir la deuda, ¡ahora dice estar dispuesta a endeudarse hasta el cuello para producir armas! Por encima de las falsas contraposiciones ideológicas, todos los Estados burgueses comparten el interés de invertir enormes sumas en la producción bélica para paliar la crisis y preparar la guerra. Por esta razón, todos tienen el interés común de llevar a los trabajadores a la guerra, convencerlos de que el enemigo no es el capitalismo, empezando por su propio régimen burgués, sino una alianza “enemiga”. Para este fin, es fundamental embriagar a los trabajadores con la ideología nacionalista. La Unión Europea no solo es reaccionaria, sino también imposible – como afirmó Lenin ya en 1915 – porque los Estados burgueses nunca renunciarán a sus intereses nacionales. No existe un imperialismo europeo, sino una alianza entre algunos imperialismos de Europa: del plan de rearme por 800 mil millones en 4 años, 650 mil millones deberían destinarse a los ejércitos nacionales. El nacionalismo – que hoy llaman “soberanismo” – es solo la otra cara de la mentira ideológica de la Unión Europea. La Europa de los “soberanismos”, “multipolar”, será absorbida por el vórtice del Tercer Conflicto Imperialista Mundial, como ya ocurrió en los dos conflictos mundiales del siglo XX, bajo la presión de las mismas determinaciones económicas y políticas que hoy empujan a la Unión Europea a armarse. Los partidos burgueses anti-UE que hoy se visten de pacifismo, mañana serán belicistas como lo son hoy los partidos pro-UE y Trump. La única fuerza que puede impedir la guerra es la de la clase trabajadora unida por encima de las fronteras nacionales, que se niegue a derramar su sangre en defensa de la patria. Para los trabajadores es indiferente ser explotados y oprimidos por su propia burguesía nacional o por la de otro país. Pero es ciertamente preferible luchar su propia guerra social, con poderosas huelgas, hasta la revolución, contra toda burguesía en el poder, nacional o extranjera, en lugar de morir por cientos de miles en el frente de la guerra entre Estados capitalistas, en los campos de batalla y bajo los bombardeos. El auténtico Partido Comunista desea y promueve la derrota militar de su propio Estado burgués en la guerra imperialista porque pone fin a la masacre de la guerra, porque el derrotismo proletario en el frente interno, con huelgas en las fábricas y entre los soldados, contagia y une a los trabajadores uniformados por encima de los frentes, porque la derrota militar debilita a su propia burguesía y favorece la revolución. Para impedir o detener la guerra imperialista, la clase trabajadora debe estar organizada. Esto significa encuadrada en fuertes sindicatos de clase que unifiquen las luchas de los trabajadores en huelgas cada vez más extensas y poderosas, destinadas a defender el salario y a reducir los ritmos y la duración de la jornada laboral. Estas elementales reivindicaciones del proletariado son en sí mismas anti-patrióticas, porque dañan al capitalismo nacional y su competitividad. Defender con la lucha sindical sus intereses económicos hoy significa ya estar en el camino que llevará mañana a defender sus intereses políticos, oponiéndose al militarismo y a la guerra de los burgueses. Podemos esperar que las centrales sindicales oficiales de todos los países, alineándose con sus jefes burgueses en cada país, levantando las banderas anti-proletarias del nacionalismo y del capitalismo multipolar, conduzcan a los trabajadores al matadero de la guerra mundial inter-imperialista y por la disputa burguesa de territorios y fronteras. El sindicalismo combativo, para reconstruir la fuerza del movimiento sindical de clase, para liberar a los trabajadores del control de los sindicatos del régimen, debe actuar unitariamente en las luchas en todas las categorías, para fortalecerlas y unificarlas, y en promover la lucha contra la guerra, por la unidad internacional de los trabajadores. ¡Solidaridad entre los trabajadores de todos los países! ¡Contra todas las Patrias! ¡Guerra
de clases contra la guerra imperialista!
8 de marzo: Con la clase trabajadora, contra el patriarcado Una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual. Las agresiones a menudo provienen de quienes dicen amarlas, en una afirmación extrema de un derecho patriarcal, tanto es así que muchas mujeres viven con el temor de ser asesinadas dentro de las paredes de sus propios hogares. Las mujeres no pueden ser libres y protegidas hasta que hayan resuelto sus necesidades de vivienda y sustento. Las guerras, las hambrunas y el desempleo aumentan el sufrimiento de las mujeres. En Afganistán, Ucrania, Palestina, Siria, Haití, Sudán y muchos otros países, la violencia es parte de la vida diaria de la clase trabajadora, y aún más de las mujeres. Con el estallido de la guerra por la división general del mundo capitalista, la brutalidad también aumentará. La historia de las guerras mundiales – consecuencias inevitables de las crisis del capitalismo, como en el período en el que nos encontramos hoy – es también una historia de violencia contra las mujeres, una consecuencia natural de la guerra. Con el agravamiento de la crisis del sistema capitalista, las mujeres, que en tiempos de paz quedaban solas y sin solidaridad, centradas en defender sus condiciones individuales, son empujadas durante la guerra a ser enemigas entre sí, bajo falsas banderas nacionales, detrás de las cuales cada burguesía esconde sus objetivos de mero beneficio capitalista. Hoy, mientras la paz aún reina entre los grandes Estados burgueses, el 69% de los hombres tiene un trabajo en comparación con el 46% de las mujeres. Las mujeres ganan el 78% de lo que ganan los hombres: la igualdad salarial por igual trabajo todavía está lejos. Es una desigualdad antigua que durará para siempre bajo el capitalismo porque este es el destino que impone a las mujeres. Incluso los grandes capitalismos modernos – que consideran legítimo cualquier tipo de atrocidad para realizar sus ambiciones imperialistas – luchan ferozmente para satisfacer la necesidad de mano de obra barata con el fin de mantener su porción del mercado mundial, y para ello recurren a la opresión de las mujeres trabajadoras. Cada vez hay más “organizaciones no gubernamentales” que supuestamente defienden a las mujeres, pero que la mayoría de las veces no organizan la lucha y actúan, en el mejor de los casos, a un nivel de mera asistencia, mientras que el feminismo oportunista o pequeñoburgués no sólo enfrenta a los trabajadores masculinos con las trabajadoras femeninas, sino que a menudo excluye también a las mujeres trans y a las mujeres migrantes. ¡La solución no vendrá ni de la política burguesa ni de la caridad burguesa! ¡Solo la clase trabajadora puede luchar por la defensa de las condiciones de las mujeres trabajadoras! Organizadas en combativos y auténticos sindicatos de clase, las mujeres aumentarán su conciencia y su fuerza, además de ayudar a los hombres de la clase trabajadora a superar sus prejuicios y hábitos. Los sindicatos de clase son tan débiles hoy en parte debido a la división sexual y racial de la fuerza de trabajo: la ira de los trabajadores por sus condiciones, que debería llevar a huelgas cada vez más generalizadas, se desvía con retórica nacionalista contra los inmigrantes y se menosprecia la crucial cuestión de las mujeres. La fuerza de la clase trabajadora deriva de su número y su organización, y en última instancia del liderazgo político del movimiento sindical que mejor cumple este propósito. Por eso la burguesía hace todo lo posible por mantener dividida a nuestra clase, y para ello, una de sus herramientas fundamentales son los grandes sindicatos colaboracionistas, liderados por partidos leales a la economía capitalista y sus regímenes políticos. El patriarcado solo será aniquilado en el comunismo. Pero la clase trabajadora no está posponiendo la lucha contra esta monstruosa reliquia. Ya hoy está planteando la cuestión, está comprometiendo a los sindicatos en la defensa de la condición de las mujeres trabajadoras y está creando estructuras permanentes en los sindicatos para este propósito. La unión de los trabajadores, por encima de las divisiones de género, nacionalidad, religión y todas las orientaciones sexuales, formando filas entre iguales en la lucha, además de ayudar a los hombres a renunciar a las pequeñas reivindicaciones de la masculinidad, les dará a las mujeres la base material e intelectual para protegerse. Con solidaridad, lucharemos la única guerra honorable, la guerra de clases, en nuestros lugares de trabajo, en las calles, en nuestros hogares y, finalmente, en nuestras mentalidades. Bajo el liderazgo de un partido que se opone a todas las formas de opresión, el Partido Comunista Internacional, la guerra de clases podrá triunfar en liberar las condiciones materiales para eliminar el patriarcado que todavía envenena toda la vida social. La emancipación de las mujeres coincide, se identifica y es una condición para
la emancipación de toda la clase trabajadora.
Oil-garquía en los EE.UU. Solo la revolución obrera puede detener el ataque del capital Recientemente, la administración Trump ha presentado una serie de propuestas “escandalosas”, incluyendo la anexión de Canadá y Groenlandia, dos países con ricas reservas de petróleo y gas de esquisto ártico. Ha propuesto anexar Gaza para un proyecto inmobiliario en el Medio Oriente llamado “Riviera”, mientras ofrece mediar en un acuerdo de paz en Ucrania a cambio del control directo de minas de minerales de tierras raras, entre una miríada de otras amenazas belicistas dirigidas a países del Hemisferio Occidental. Mientras los liberales gritan “¡oligarquía!” y “¡golpe de Estado!” contra la democracia, no habrá un retorno a la “normalidad”, y la razón detrás de la “locura” no tiene nada que ver con el charlatán de feria elegido por la burguesía, sino que es el producto del inevitable y histórico desarrollo de la economía capitalista, cuya etapa más alta es el imperialismo y el fascismo. Una etapa del desarrollo humano que solo puede ser terminada por la revolución comunista internacional. Los Estados Unidos, al igual que todas las demás capitalismos mundiales, están al borde de una gran catástrofe económica como resultado de la crisis global de sobreproducción. La explosión de la deuda pública y gubernamental, necesaria para mantener unida la economía mundial después de la crisis financiera de 2008, ahora está en riesgo creciente de incumplimiento año tras año, algo que tiene el potencial de estallar en la mayor catástrofe económica de la historia mundial. A medida que las potencias imperialistas rivales continúan su ascenso, la burguesía estadounidense está en una situación desesperada, encontrando cada vez menos oportunidades para aumentar sus márgenes de ganancia y pagar sus deudas simultáneamente. Detrás de la facción dominante de la burguesía en Washington están los intereses de las grandes petroleras, grandes tecnológicas y grandes automovilísticas. Su objetivo es reafirmar a los EE.UU. como una potencia industrial y manufacturera al impulsar una explosión industrial de inteligencia artificial (IA) alimentada por petróleo barato y mano de obra abaratada, aprovechando el nuevo estatus de los EE.UU. como el mayor productor de petróleo para acaparar los mercados energéticos mundiales y mantener la subordinación de potenciales imperialismos rivales en la órbita estadounidense, asegurando su continua dependencia de las importaciones y exportaciones estadounidenses, mientras construyen un muro proteccionista para excluir a las empresas chinas que están superando sin remedio a las corporaciones estadounidenses. Para “salvar a América”, a través del Partido Republicano se han unido en torno al programa de la ultraderechista Heritage Foundation, que busca descartar las normas predominantes del orden legal y los sistemas de alianzas burgueses nacionales e internacionales, reduciendo el “Estado administrativo” de los EE.UU. mientras promueven una serie de proyectos público-privados destinados a renovar la infraestructura estadounidense y profundizar la inducción nacionalista y conformista y el terror, tomando estas medidas desesperadas para intentar asegurar la total subordinación del trabajo.
En el apogeo del poder de los EE.UU. después de las dos guerras mundiales, el país era, por mucho, el mayor acreedor del mundo. A través de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio e iniciativas como el Plan Marshall, financió la reconstrucción del capitalismo mundial mediante la emisión de grandes préstamos y vinculando a los países del mundo al dólar estadounidense como su moneda de reserva. A medida que el capitalismo ha seguido su curso natural, los Estados Unidos ya no son el mayor financista del mundo, sino su mayor deudor. En el segundo día del segundo mandato de Trump, los Estados Unidos alcanzaron su techo de endeudamiento anual de 36,1 billones de dólares. El techo obligó al Departamento del Tesoro a tomar “medidas extraordinarias”, que se espera mantengan al gobierno a flote hasta el 14 de marzo, para continuar con los pagos de gastos y evitar el incumplimiento de los préstamos gubernamentales; sin embargo, parece que el Congreso discutirá hasta el último momento para finalizar un plan, arriesgando una vez más el incumplimiento. Según el fundador del mayor fondo de cobertura del país, Ray Dalio, a principios de febrero, “Los Estados Unidos están actualmente en una ’espiral de muerte’ de deuda que podría llevar a un ’ataque al corazón’ económico”. El potencial de un incumplimiento de los EE.UU. en sus préstamos ha aumentado dramáticamente en los últimos años, algo que, de ocurrir, podría desencadenar una catástrofe económica, una recesión global, mercados de crédito congelados, mercados bursátiles en caída y despidos masivos en todo el mundo. Según el Departamento del Tesoro, a partir del 5 de febrero, en solo un mes, ya se habían agotado el 60% de las medidas de límite de deuda del departamento, quedando solo 133 mil millones de dólares de los 338 mil millones autorizados. Los Estados Unidos tienen actualmente en una deuda de 35 billones de dólares, y el presupuesto republicano propuesto agregaría 4 billones más a la deuda. Con un valor actual de alrededor de 28 billones de dólares, el mercado de bonos del Tesoro de los EE.UU. es el mayor mercado de bonos del mundo y es crucial para la capacidad del gobierno estadounidense de financiarse y mantener la estabilidad de los mercados financieros globales. En 2013, la relación deuda/PIB del país superó el 100%. En 2023, alcanzó niveles sin precedentes del 123%, por lo que con cada año que pasa es cada vez menos probable que los EE.UU. puedan pagarla. De hecho, el gasto aumentó un 50% entre 2019 y 2021 debido a los recortes de impuestos por la pandemia, los programas de estímulo, el aumento del gasto y la disminución de los ingresos fiscales resultantes del desempleo generalizado. La deuda gubernamental se acumula mediante la emisión de bonos del Tesoro de los EE.UU., que son comprados en un mercado por países extranjeros e inversionistas privados que esperan rendimientos consistentes y estables; sin embargo, si el gobierno no puede cumplir con los pagos de su deuda, todo el sistema implosiona. Mientras la administración actual presiona al Congreso para eliminar por completo el techo de la deuda y mantener grandes recortes de impuestos, es poco probable que la relación general de deuda/PIB se reduzca pronto, incluso con recortes significativos de gastos, lo que solo aumenta la incertidumbre y el potencial de una gran crisis financiera. Según Standard & Poor’s (S&P), en el 2024, las quiebras corporativas alcanzaron su nivel más alto, desde su pico después de la crisis financiera de 2008, en 2010, con más de 694 declaraciones de insolvencia en 2024, acompañadas de un gran aumento en las tasas de morosidad en los pagos de préstamos. El sector minorista, afectado por el ajuste de los presupuestos de los consumidores debido a la inflación, vio a 108 empresas declararse en quiebra, seguidas por las industrias y el sector sanitario con 88 y 65 empresas respectivamente. Más de 30 empresas que se declararon en quiebra tenían más de 1.000 millones de dólares en pasivos, incluyendo nombres importantes como Party City, Spirit Airlines y Red Lobster. Las empresas no financieras estadounidenses con calificación crediticia tenían un récord de 8,45 billones de dólares en deuda en 2024. La inflación sigue siendo un riesgo persistente que podría erosionar el poder adquisitivo de los consumidores y los rendimientos a largo plazo de los bonos corporativos, y es probable que aumente con más aranceles. Las deudas de los hogares también están creciendo a un ritmo alarmante, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, los niveles generales de deuda de los hogares aumentaron un 0,5% a 18,04 billones de dólares, los saldos de las tarjetas de crédito superaron los 1,2 billones de dólares, aumentando un 7,3% desde el cuarto trimestre del año pasado, con un 33% de los estadounidenses teniendo más deuda de tarjetas de crédito que ahorros. La proporción de hogares que se vuelven seriamente morosos (pagos retrasados más de 90 días) en sus préstamos automovilísticos y tarjetas de crédito está en máximos de 14 años, con un 3,6% de la deuda total volviéndose morosa en los últimos tres meses de 2024, la más alta desde el segundo trimestre de 2020. La creciente amenaza de un incumplimiento ya ha llevado a la degradación de la calificación crediticia del gobierno federal de los EE.UU. por varias agencias de calificación crediticia. La principal agencia (S&P) redujo la calificación del país de AAA (sobresaliente) a AA+ (excelente) en 2011 debido a las proyecciones de que la deuda neta del gobierno aumentaría a alrededor del 80% o más del PIB para 2013, y Fitch Ratings bajó la calificación crediticia del país a AA+ desde AAA en 2023 debido a que el gobierno retrasó un acuerdo sobre el techo de la deuda ese año. Para el consumidor, una peor calificación crediticia del gobierno conduce a tasas de interés más altas en los pagos de hipotecas, préstamos automovilísticos y tarjetas de crédito. Una calificación crediticia disminuida es parte de una secuencia de eventos que eventualmente podría llevar a los inversionistas a sentir que los EE.UU. son menos propensos a pagar su deuda, en consecuencia, más inversionistas exigirán tasas de interés más altas por los préstamos para compensar el riesgo creciente y, a su vez, la deuda de los EE.UU. se volvería más costosa. Esto dificultará que el gobierno pueda permitirse mantener su gasto deficitario para su presupuesto y lo obligará a recortar su gasto programático. Antes de la victoria de Trump, los inversionistas japoneses descargaron un récord de 61,9 mil millones de dólares en valores en los tres meses terminados el 30 de septiembre, según datos del Departamento del Tesoro de los EE.UU. Los fondos en China también vendieron 51,3 mil millones de dólares durante el mismo período, la segunda suma más grande registrada. Japón y China todavía poseen 1,02 billones y 731 mil millones de dólares en bonos del Tesoro respectivamente, lo que subraya su poder sobre el mercado de deuda de los EE.UU.; sin embargo, el mercado de bonos ha estado en “caída libre” desde las elecciones, solo estabilizándose en los últimos días. La realidad económica del Estado burgués estadounidense es que debe cumplir con su deuda creciente, financieramente tiene muy poco margen de maniobra sin arriesgarse a facilitar un colapso económico global, potencialmente como nunca se ha visto en la historia mundial. Por lo tanto, la orgía fascista que tiene lugar en la Casa Blanca es un intento desesperado de la gran burguesía estadounidense por evitar los fuegos existenciales que se acumulan alrededor del sistema capitalista, que está al borde de una catástrofe económica. Mientras afirman estar desmantelando el gobierno de funciones no esenciales en un supuesto intento de reducir la deuda nacional, sus propuestas reales solo aumentan la deuda al incrementar los presupuestos para contratos gubernamentales lucrativos y retener 4,5 billones en recortes de impuestos para los ultra ricos, mientras exprimen a la clase trabajadora por cada gota de plusvalía posible mediante el aumento de impuestos a los consumidores en forma de aranceles, el aumento de los costos de los consumidores y la represión de los salarios, junto con las crecientes demandas de pago de deudas privadas como los préstamos estudiantiles. A medida que la deuda nacional en rápida expansión se vuelve cada vez más insuperable, haciendo que cualquier nueva iniciativa importante por parte del gobierno sea cada vez más riesgosa financieramente, la gran visión de salvar a América, a través de una autarquía económica construida sobre aranceles duros, grandes proyectos de obras públicas, alimentados por conquistas territoriales en el extranjero bajo un renovado Destino Manifiesto, hasta ahora ha fracasado, con los aranceles a México y Canadá teniendo que ser cancelados debido a la mala respuesta del mercado de valores. A pesar de las promesas de reducir la inflación, la administración demuestra ser incapaz y desinteresada en reducir el precio de los bienes de consumo como los huevos, y sus políticas de guerra comercial solo llevarán a precios más altos. A raíz de una campaña llena de sueños febriles de un nuevo Reich estadounidense utópico, la realidad es que tres semanas después de la nueva administración, el gobierno apenas puede mantener las luces encendidas; sin embargo, el gobierno ahora afirma abiertamente que el estadounidense promedio debe soportar algo de “dolor” en expectativa de una futura prosperidad y que América vuelva a ser un país “rico”. Por lo tanto, para evitar el inminente apocalipsis económico, la sección dominante de la burguesía deposita sus esperanzas en reorganizar la economía en torno a un auge industrial y manufacturero liderado por una expansión masiva de infraestructura de inteligencia artificial (IA) impulsada por una abundancia de recursos energéticos baratos.
Como hemos señalado, la brecha de la relación deuda/PIB en los Estados Unidos ha seguido creciendo año tras año, de la misma manera que el PIB de los EE.UU. en las últimas décadas ha promediado un crecimiento anual de alrededor del 2-3%, aproximadamente la mitad de la tasa de países como India y China. Por lo tanto, la economía estadounidense debe eventualmente cerrar esta brecha o enfrentar su desaparición. Grandes instituciones financieras como Goldman Sachs han señalado a la IA como la solución para aumentar el crecimiento del PIB de los EE.UU., eventualmente aumentándolo hasta un 7% anual al automatizar aproximadamente el 25% de las tareas laborales y generar un crecimiento de la productividad de 1,5 puntos porcentuales anuales. Según Goldman Sachs, “Suponiendo que los trabajadores no sean reemplazados permanentemente por la automatización y que haya capital para apoyar el aumento de la productividad, el aumento de la productividad podría impulsar el PIB mundial a largo plazo hasta en un 15%”, los ejecutivos anticipan un pequeño impacto de la IA en la actividad y las necesidades de contratación en los próximos 1-3 años, pero un impacto mucho mayor en los próximos 3-10 años. Sachs también señala que la inversión en tecnología de la información y la comunicación (TIC) ya ha sido el principal impulsor del crecimiento de la productividad en las principales economías durante los últimos 20-30 años. Mientras que el crecimiento subyacente de la productividad ha estado disminuyendo, dicen que la investigación sugiere que el crecimiento de la productividad total de los factores tiende a disminuir con el tiempo a medida que los países se desarrollan, excepto durante raros “cambios de régimen” como los desencadenados por la “primera y segunda revoluciones industriales”. El tamaño del mercado global de inteligencia artificial se estimó en 196,63 mil millones de dólares en 2023 y se proyecta que crezca a una tasa de crecimiento anual compuesta del 36,6% desde 2024 hasta 2030. La IA ha demostrado ser un elemento significativo de la próxima era digital. Gigantes tecnológicos como Amazon.com, Inc.; Google LLC; Apple Inc.; Facebook; International Business Machines Corporation; y Microsoft están invirtiendo significativamente en investigación y desarrollo de IA, aumentando así la capitalización del mercado de inteligencia artificial. El mercado de la IA también se caracteriza por un alto nivel de actividad de fusiones y adquisiciones por parte de los principales actores. Esto se debe a varios factores, incluido el deseo de acceder a nuevas tecnologías y talento de IA, la necesidad de consolidarse en un mercado en rápido crecimiento y la creciente importancia estratégica militar de la IA. Esta industria también ha estado sujeta a un escrutinio regulatorio creciente debido a las preocupaciones sobre los posibles impactos negativos de la IA, como el sesgo algorítmico, las violaciones de privacidad y el desplazamiento de empleos. Como resultado, los gobiernos de todo el mundo han comenzado a desarrollar regulaciones para gobernar el desarrollo y uso de la IA, enfureciendo a muchos de los oligarcas tecnológicos que ahora desean deshacerse de estos problemáticos y necios empleados. Para llevar a los Estados Unidos hacia adelante como líder en la anticipada “revolución tecnológica” de la IA, se ha propuesto una iniciativa masiva de infraestructura de IA de 500 mil millones de dólares llamada “Proyecto Stargate” por OpenAI, Oracle, SoftBank y un fondo de inversión con sede en Abu Dhabi llamado MGX, que abrirá grandes centros de datos en los EE.UU. para expandir masivamente la IA. Oracle dijo en un comunicado que el proyecto tiene como objetivo apoyar la “reindustrialización de los Estados Unidos”, proporcionando 100.000 empleos y aumentando las capacidades para proteger la “seguridad nacional de América y sus aliados”. Según Fortune, la empresa conjunta invertirá un capital privado inicial de 100 mil millones de dólares para financiar la infraestructura de IA de los EE.UU., con otros 400 mil millones de dólares esperados en los próximos cuatro años. Trump dijo que ayudaría con otras declaraciones de emergencia para poner en marcha más infraestructura de IA, citando la necesidad de mantener el desarrollo de la IA en los EE.UU. Se espera que emita una serie de órdenes ejecutivas para asegurar que los nuevos centros de datos construidos en conexión con la inversión tengan suficiente energía. Según Technology Review, gran parte del trabajo preliminar para este proyecto se realizó en 2024, cuando OpenAI aumentó su gasto en cabildeo siete veces y las empresas de IA comenzaron a presionar por políticas que tenían menos que ver con controlar problemas como los deepfakes y la desinformación, y más con asegurar más energía. La cantidad de energía requerida para los sistemas de IA más avanzados podría alcanzar niveles imprevistos. Por ejemplo, el centro de datos del supercomputador de IA Stargate de Microsoft solo puede requerir tanta energía como de cuatro a seis gigavatios, casi el equivalente a las necesidades de energía de una gran ciudad como Nueva York. Según Datacenter Dynamics, en los últimos tres meses, ExxonMobil y Chevron, las dos mayores compañías de petróleo y gas de los EE.UU., anunciaron planes para desarrollar plantas de energía a gas para servir al mercado de centros de datos, citando la demanda de energía de la IA como la principal fuerza impulsora, además de varias nuevas instalaciones que ya construyeron el año pasado para satisfacer la demanda de IA. El crecimiento del sector de la IA llevó a la agencia de inteligencia de mercado global S&P Global a proyectar el año pasado que la demanda de gas natural para apoyar los centros de datos podría alcanzar hasta tres mil millones de pies cúbicos por día (bcf/d) para el 2030. Según el director gerente de energía y refinación de midstream, Micheal Grande, “Es más rápido alimentar los centros de datos con gas que esperar a las tecnologías emergentes de energía limpia”. A pesar del crecimiento anticipado, la innovación china una vez más amenaza al capital estadounidense. El mes pasado, una pequeña empresa china presentó una nueva tecnología de IA llamada “Deepseek” que ha puesto en pánico a las grandes tecnológicas en los EE.UU., poniendo en peligro sus planes para una gran reestructuración económica. Deepseek es un nuevo programa de IA que opera a aproximadamente la décima parte del costo de energía de las tecnologías de IA actuales en los Estados Unidos. Con el lanzamiento de su modelo V3 en diciembre, que solo costó 5,6 millones de dólares para su ejecución final de entrenamiento y 2,78 millones de horas de GPU para entrenar. Para comparar, el Llama 3.1 de Meta, a pesar de usar chips más nuevos y eficientes, toma alrededor de 30,8 millones de horas de GPU para entrenar. Nvidia, cuyos chips permiten todas estas tecnologías, vio su precio de acciones caer en 600 mil millones de dólares con la noticia de que DeepSeek V3 solo necesitaba 2.000 chips para entrenar, en comparación con los 16.000 chips o más necesarios para sus competidores. Aunque Deepseek no ha reducido la demanda, ha enviado a Silicon Valley a una carrera loca por avanzar sus planes a un ritmo aún más rápido para mantenerse al día con la competencia. Como tal, la necesidad de petróleo barato para alimentar el auge de la IA necesario para el crecimiento económico de los EE.UU., el capital estadounidense debe avanzar rápidamente en los planes para aumentar su producción de energía.
La industria petrolera ha jugado un papel central en las maquinaciones del imperialismo estadounidense hoy como nunca antes. La expansión de la industria petrolera es crucial para alimentar el anticipado auge de la IA, una expansión industrial que la burguesía necesita desesperadamente en un intento por evitar ser empujada fuera de su precipicio fiscal, mientras que también es un elemento necesario en la extensión y mantenimiento del muro proteccionista de los EE.UU. contra China al proporcionar petróleo barato para evitar la inversión en infraestructura y cadenas de suministro de vehículos eléctricos (EV). En última instancia, para la acumulación de capital, se deben hacer tratos con Rusia y se debe avanzar en el aseguramiento del Ártico para el imperialismo estadounidense. Un hecho desconocido para la mayoría de los estadounidenses es que en 2015 los Estados Unidos se convirtieron en el mayor productor de petróleo en la tierra como resultado de las nuevas tecnologías y métodos innovadores de fracturación hidráulica horizontal de alta presión para perforar petróleo, conocida como fracking. Así, en 2016, los EE.UU. levantaron su prohibición de décadas sobre las exportaciones de petróleo que se establecieron después de la crisis del petróleo de 1973. Durante décadas, los Estados Unidos fueron “adictos al petróleo extranjero”, como solía decir George W. Bush, totalmente dependientes de las importaciones de petróleo crudo pesado. Antes de la explosión del fracking, la producción de petróleo de los EE.UU. alcanzó un máximo de 9,6 millones de barriles por día (b/d) en 1970, la producción anual de petróleo crudo de los EE.UU. se estabilizó y luego disminuyó durante décadas a un mínimo de 5,0 millones de b/d en 2008. Para 1972, el 83% de las importaciones de petróleo estadounidenses provenían del Medio Oriente. La inseguridad energética de la economía estadounidense se expuso por primera vez durante la crisis del petróleo de 1973, cuando los países de la OPEP emitieron un embargo sobre las ventas de petróleo a los EE.UU. En ese momento, la participación de la OPEP en el comercio mundial de petróleo era del 75%. Esto resultó en escasez de combustible, forzando el racionamiento de gasolina y precios que se dispararon. Antes del embargo, un barril de petróleo se cotizaba alrededor de 2,90 dólares, cuadruplicándose a 11,65 dólares por barril para enero de 1974. El embargo petrolero fue el resultado de los países del Medio Oriente que se vengaron de los EE.UU. por su ayuda militar a Israel durante la Guerra de Yom Kippur, librada contra Egipto y Siria. La crisis desencadenó un gran shock en la burguesía estadounidense, que entendió que su imperio construido sobre portaaviones impulsados por combustibles fósiles y ventas de automóviles tenía un gran talón de Aquiles. Así, durante décadas después de 1973, el enfoque de la política exterior imperial de los EE.UU. se organizó en torno a subordinar a los países de la OPEP en el Medio Oriente y trabajar hacia la “independencia petrolera”. Por lo tanto, no es una coincidencia que Hamás eligiera deliberadamente el 50 aniversario de la Guerra de Yom Kippur para lanzar su asalto a Gaza el año pasado en vísperas del ascenso de los Estados Unidos como un Estado petrolero contendiente. En 2009, el auge de la industria del fracking llevó a un boom económico que finalmente permitió que la economía estadounidense se recuperara rápidamente de la crisis financiera de 2008. El desarrollo de los métodos de perforación horizontal de fracking creó una oleada de pequeños frackers independientes, que a través de varias agencias de contratación, que aportaron la experiencia tecnológica, establecieron operaciones de fracking en sus tierras. El movimiento “drill baby, drill” empujó agresivamente a levantar las regulaciones gubernamentales que impedían la extensión del fracking durante la década de 2010 y abrir tierras públicas para la extracción de petróleo. Con los años, estas pequeñas operaciones propietarias fueron compradas y consolidadas en las principales corporaciones petroleras de los Estados Unidos, un proceso que se ha desarrollado rápidamente en la última década. Para 2015, los EE.UU. se convirtieron en el mayor productor de petróleo crudo en el mundo debido a la continua expansión del fracking, produciendo 9,42 millones de barriles por día (b/d). Para 2023, el 64% de la producción de petróleo crudo en los Estados Unidos provino de la fracturación hidráulica y la producción promedió 12,9 millones de barriles por día, superando con creces la demanda doméstica. A medida que la producción de crudo aumentó rápidamente, llevó a un exceso de petróleo crudo dulce fracturado en el mercado estadounidense que no podía ser refinado en las refinerías estadounidenses equipadas para procesar petróleo crudo pesado importado, y también surgió un exceso de gas natural licuado. Como resultado, en 2016, los Estados Unidos rescindieron su política de décadas de prohibir las exportaciones de petróleo para comenzar a mover este exceso a los mercados internacionales. A pesar de abrir las exportaciones, la industria petrolera estadounidense continúa enfrentando una crisis de sobreproducción, debido al consumo limitado y la participación en el mercado. Cualquier aumento en la producción sin un aumento en el precio solo disminuiría las ganancias, correspondientemente, el vasto exceso obligó al capital estadounidense a competir con otras potencias imperialistas por el control de los mercados de exportación de petróleo extranjeros. Como el petróleo fracturado de los EE.UU. cuesta más producirlo y, por lo tanto, ya se vende a un precio más alto, no pudo ingresar a los principales mercados de exportación fuera de América del Norte, hasta después de la guerra de Ucrania en febrero de 2022, cuando el petróleo crudo y el gas natural licuado de Rusia fueron sancionados en Europa.
En 2016, en respuesta a la dramática caída de los precios del petróleo debido a la producción de petróleo fracturado de los EE.UU. en los mercados de exportación global, Rusia, México y otros productores de petróleo que no formaban parte previamente de la alianza de la OPEP se unieron para formar la OPEP+. Dentro de la OPEP+, la producción de petróleo entre los países se limita para mitigar la creciente crisis global de sobreproducción que podría estallar en un colapso a menos que se contenga cuidadosamente debido a una sobreabundancia de productos básicos en el mercado que lleva a precios decrecientes. Por lo tanto, el cartel trabaja para mantener los precios artificialmente altos limitando y reduciendo la producción internacional. Sin embargo, estos métodos ponen un corsé a las fuerzas productivas que con el tiempo llevan a intensificar las contradicciones entre los productores. A medida que las capacidades de producción de petróleo y las instalaciones se extienden a nuevos países en todo el mundo, la reactivación de instalaciones desmanteladas y la incorporación de nuevas zonas de producción, el precio del petróleo en el mercado global continúa experimentando una presión a la baja y enfrenta una rentabilidad decreciente. Por un tiempo, los EE.UU. siguieron la estrategia de la OPEP; sin embargo, han buscado cada vez más penetrar en sus mercados debido a la sobreproducción. Debido a su economía diversificada, puede correr más riesgo de aumentar la producción y bajar el precio. Esto obliga a las naciones de la OPEP a reducir la producción y, por lo tanto, perder participación en el mercado; sin embargo, un precio demasiado bajo durante demasiado tiempo también destruiría la industria petrolera estadounidense y el petróleo crudo fracturado es más costoso de producir, por lo que, aunque los EE.UU. pueden apuntar a penetrar en otros mercados de la OPEP, en última instancia también deben jugar con un equilibrio de controlar el suministro global de petróleo para mantener la rentabilidad. Por lo tanto, también debe buscar hacer aliados entre otros elementos en el cartel si desea dominar el mercado y robar la participación de mercado de otros jugadores más pequeños. Así podemos ver por qué la burguesía está ansiosa por abrir líneas de comunicación con Rusia una vez más. Muchas naciones de la OPEP requieren precios relativamente altos del petróleo (a menudo por encima de 60-70 dólares por barril) para equilibrar sus presupuestos. Los presupuestos gubernamentales de los países de la OPEP tienden a depender en un 30-90% de los ingresos petroleros. 60-70% del presupuesto de Arabia Saudita, 90% de Venezuela, 40-50% de los ingresos del gobierno ruso. Cuando los precios del petróleo caen, los países de la OPEP experimentan disminuciones significativas en los ingresos gubernamentales, lo que lleva a déficits presupuestarios e inestabilidad económica. A diferencia de los EE.UU., muchos miembros de la OPEP carecen de economías diversificadas, lo que los hace más vulnerables a períodos prolongados de bajos precios del petróleo. Según la Administración de Información de Energía de los EE.UU., entre 2016 y 2025, la participación de mercado global de la OPEP+ ha disminuido del 53% al 46%, mientras que los Estados Unidos han crecido, pasando de ser esencialmente un completo extraño a tener una participación de mercado del 9,1%. Hoy, muchos países de la OPEP ya no pueden permitirse reducir los precios más sin reducir enormemente los rendimientos y ser completamente excluidos de sus mercados existentes. Por lo tanto, para tener éxito en el mercado petrolero, se requiere un grado de cartelización, mientras que para ingresar en él, uno debe actuar como un poco fuera de la ley. Así podemos entender cómo los cambios en las alianzas geopolíticas de los Estados Unidos bajo Trump están guiados en última instancia por estas realidades económicas determinantes e impersonales.
En 2023, Estados Unidos se convirtió en el mayor exportador mundial de gas natural licuado (GNL) y el cuarto mayor exportador de crudo, seguido por Canadá en quinto lugar, cuyas exportaciones de crudo se dirigen en un 97% a Estados Unidos. Ambos países están rodeados por naciones de la OPEP+, con Arabia Saudita, Rusia e Irak ocupando los tres primeros puestos, respectivamente. Por el contrario, Estados Unidos exporta alrededor del 10% de su petróleo a México, China, Canadá, los Países Bajos y Corea del Sur, mientras que el resto se distribuye entre otros 142 países. Tras la guerra en Ucrania en 2022, la cuota de mercado de Estados Unidos en las importaciones de crudo en Europa aumentó al 18%, superando a Rusia como principal proveedor debido a las sanciones impuestas. La participación de Rusia en las importaciones de gas natural de Europa cayó drásticamente, del 31% en el primer trimestre de 2022 a casi el 19% a finales de ese año. Esto convirtió a Estados Unidos en el segundo mayor proveedor de gas de Europa, con una cuota cercana al 20%, solo por detrás de Noruega. Tres años después del inicio de la guerra en Ucrania, mientras los ejércitos de ambos bandos se desangraban en combate, el petróleo ruso en los mercados mundiales fluyó casi sin interrupciones. Rusia resistió numerosas sanciones débiles, incluido el límite de 60 dólares por barril impuesto por el G7 a sus ventas de petróleo. Las sanciones estadounidenses no buscaron detener por completo las exportaciones internacionales de Rusia, a pesar del embargo a los mercados estadounidenses, por temor a un aumento descontrolado de los precios globales del petróleo. A pesar de estas sanciones, en 2024 la UE importó un récord de 16,5 millones de toneladas métricas de GNL de Rusia, superando los 15,2 millones de 2023. No obstante, los países de la UE, liderados por Alemania, han hecho grandes esfuerzos para reducir su dependencia del petróleo y gas rusos. Entre principios de 2022 y finales de 2023, la UE redujo sus importaciones de combustibles fósiles rusos en un 94%, pasando de 16.000 millones de dólares mensuales a alrededor de 1.000 millones. Para noviembre de 2024, Estados Unidos había reabastecido su Reserva Estratégica de Petróleo de 400 millones de barriles, que había agotado en gran medida en 2022 para mantener los precios bajos tras el embargo de combustible ruso. Así, en enero de 2025, la administración Biden se sintió segura para imponer una nueva ronda de sanciones que provocaron un aumento en los precios del petróleo ruso. En pocos días, el precio del petróleo ruso en los mercados de India y China aumentó un 20%. Como resultado, India decidió alejarse de las importaciones rusas en favor de las estadounidenses. El aumento en los costos de envío fue consecuencia de un impulso agresivo en los últimos días de la administración Biden para intensificar las sanciones contra las “flotas fantasma” de tanqueros rusos e iraníes que operan bajo banderas de conveniencia. También en enero, Ucrania se negó a renovar el contrato de larga data con Rusia que permitía el flujo de petróleo y gas natural a través de su territorio, en medio de una intensificada campaña de bombardeos con drones contra refinerías rusas que redujo su producción entre un 10% y un 20%. Ante la pérdida total de acceso a los mercados europeos y a los mercados petroleros indios, que representaban aproximadamente el 30% de sus ingresos petroleros, junto con un déficit creciente de más de 100.000 millones de dólares desde el inicio de la guerra, Rusia enfrenta una potencial crisis económica. A pesar del tono halagador de la administración Trump hacia Putin, en privado ha amenazado con sanciones más duras que las impuestas en los últimos días de la administración Biden. Según declaraciones recientes del enviado de la administración Trump a Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, en la Conferencia de Seguridad de Múnich el 15 de febrero: “¿Qué tiene que ceder (el presidente ruso Vladimir Putin)? Bueno, tal vez renuncie a sus ingresos petroleros, y lo obligaremos a hacerlo, porque lo que hacemos es aplicar sanciones que rompen el espinazo económico”. Mientras Rusia ha estado ganando el conflicto militar en Ucrania en el terreno, parece que Estados Unidos está comenzando a ganar la guerra económica más amplia contra el petróleo ruso. Trump está programado para reunirse con Putin en Arabia Saudita en los próximos días, donde es probable que los tres Estados petroleros también negocien un acuerdo para repartirse los mercados mundiales de petróleo en un mundo posguerra en Ucrania. Mientras tanto, los comentarios ofensivos de JD Vance, vicepresidente de Trump, en la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, han indignado y agitado lo suficiente a los Estados europeos como para unirse en torno a Zelensky, quien ahora aboga por la creación de un “Ejército Europeo”, mientras el Reino Unido promete enviar tropas a Ucrania si es necesario y los Estados continentales planean reunirse para discutir un aumento en el gasto en defensa. A pesar de los lamentos de las democracias liberales europeas contra el ascenso del fascismo estadounidense, finalmente actúan como perros obedientes y hacen exactamente lo que los fascistas les incitan a hacer: ¡armarse para la guerra! Por supuesto, esto significa que no habrá posibilidad de que regresen al petróleo barato ruso, ni una oportunidad real para una economía alemana revitalizada. Sin embargo, seguirán encontrando un proveedor dispuesto en Estados Unidos, ¡a pesar de los roces! Así, vemos cómo las arenas económicas y políticas están cambiando en todo el mundo, con Estados Unidos dividiendo y conquistando para mantener su dominio en torno a su economía petrolera, mientras su principal rival imperialista, China, trabaja para dejar atrás los combustibles fósiles. Estados Unidos puede entonces volver a desplazar su peso militar a otros escenarios en la acumulación global hacia la próxima guerra inter-imperialista.
En las primeras semanas de su presidencia, Trump anunció las ambiciones de la gran burguesía estadounidense por la conquista de Groenlandia y la anexión de Canadá. Teniendo en cuenta que Estados Unidos funciona como un Estado petrolero imperialista debido a su nuevo papel como exportador de petróleo, podemos entender por qué es importante para el capital estadounidense controlar estas áreas ricas en petróleo y minerales de tierras raras. La Administración de Información de Energía de EE.UU. espera que la producción de crudo estadounidense alcance su punto máximo en 2030, mientras que la producción de la OPEP seguirá aumentando hasta 2050. Por lo tanto, para mantener su ventaja competitiva, Estados Unidos debe continuar expandiendo sus operaciones. Como ya hemos señalado la extensa dependencia de la economía canadiense tanto de las importaciones como de las exportaciones de petróleo estadounidense, es claro por qué la anexión de Canadá sería una ventaja económica para las fuerzas del imperialismo estadounidense. Asimismo, un análisis del Servicio Geológico de EE.UU. sugiere que Groenlandia “contiene aproximadamente 31.400 millones de barriles de petróleo equivalente” y otros combustibles, incluidos alrededor de 148 billones de pies cúbicos de gas natural. Con el calentamiento global, el retroceso de los casquetes polares ha convertido al Ártico en una zona de creciente importancia económica y estratégica. La realidad climática ha abierto el Paso del Noroeste de Canadá y la Ruta Marítima del Norte de Rusia. Estas rutas podrían acortar significativamente el tiempo de envío entre Asia, Europa y América del Norte en un 30%-50%. Se espera que la zona contenga el 13% de las reservas globales de petróleo no descubiertas y el 30% de las reservas de gas natural, junto con una abundancia de minerales de tierras raras. Groenlandia es rica en elementos de tierras raras sin explotar, como disprosio, neodimio, europio e itrio, todos materiales importantes para hardware de inteligencia artificial, tecnologías de computación cuántica, sistemas de energía renovable y equipos de defensa avanzados. Solo el proyecto Tanbreez contiene un estimado de 28 millones de toneladas de óxidos de tierras raras, casi el 30% de los cuales son elementos de tierras raras pesadas. Estos recursos podrían reducir significativamente la dependencia de EE.UU. de China, que actualmente controla más del 80% de la producción global de elementos de tierras raras. Actualmente, el Ártico se está convirtiendo en una zona de intensa disputa para el imperialismo mundial. Rusia, que controla el 53% de la costa ártica, ha militarizado fuertemente sus territorios con bases aéreas y fuerzas navales, mientras que China se ha declarado un “Estado casi ártico” para justificar sus crecientes inversiones en el sector minero de Groenlandía. También tiene participaciones importantes en los principales proyectos de GNL del Ártico ruso. Al adquirir Canadá y Groenlandía, Estados Unidos aseguraría el dominio sobre estos recursos y rutas, actuando contra las ambiciones rusas y chinas.
El mercado de vehículos eléctricos (EV) de China ha crecido exponencialmente en la última década. En 2020, los EV representaban alrededor del 5-6% de las ventas de automóviles nuevos, pero esta cifra se ha disparado a más del 30% en solo unos años. Se espera que la participación de China en el mercado global de vehículos eléctricos en 2024 sea del 76%. China es el mayor exportador mundial de celdas de batería, cátodos y ánodos. En febrero de 2024, los fabricantes chinos ocuparon tres de los cinco primeros puestos en cuota de mercado global. En el cuarto trimestre de 2023, el fabricante chino BYD vendió más vehículos eléctricos que Tesla. Los autos eléctricos representan el 20% de las ventas globales de automóviles en 2024. Según Goldman Sachs, China también tendrá la capacidad de producir cerca de 25 millones de EV para fines de 2025, ya que la producción actualmente aumenta en casi 4 millones de autos al año y las empresas chinas continúan invirtiendo fuertemente. China ahora tiene la capacidad de abastecer más de la mitad del mercado global de automóviles, que típicamente ronda los 90 millones de autos al año. Actualmente, China tiene la capacidad de producir más del doble de su demanda doméstica y está aumentando rápidamente esa capacidad gracias a la expansión acelerada de su sector de vehículos eléctricos. Por lo tanto, tiene una capacidad de exportación casi ilimitada. China ha pasado de exportar un millón de autos (límite más bajo) en 2020 a exportar 6 millones de autos en 2024. Así, mientras hemos explorado los conflictos imperialistas en los que Estados Unidos está entrando como un exportador dominante de petróleo, sus conflictos con China en torno a los mercados emergentes de inteligencia artificial y tecnología, ahora podemos ver las líneas de conflicto en la industria de exportación de automóviles. En el caso de China, ha construido una industria en torno a una cadena de suministro que le favorece debido a su control del 80% de los depósitos mundiales de minerales de tierras raras. En el caso de Estados Unidos, su papel como el mayor productor mundial de petróleo, significa que su industria automotriz está ligada a su acceso a petróleo barato. El ascenso de la dominación mundial del capital estadounidense se construyó sobre la base de su industria automotriz en la era de posguerra. Fue una industria liderada en sus inicios por el héroe nacional Henry Ford, un abierto y notorio partidario de Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista. Hoy tenemos a Elon Musk ocupando ese lugar. La industria automotriz estadounidense enfrenta un nuevo desafío existencial por parte de la creciente industria automotriz china que domina los mercados globales de vehículos eléctricos, y un nuevo competidor potencial en México. Como resultado de la guerra arancelaria contra China, muchas empresas han trasladado sus centros de producción a México para acceder a mano de obra explotable relativamente barata y a la proximidad con los mercados consumidores estadounidenses. A lo largo de los años, la economía mexicana se ha industrializado rápidamente y ha crecido para convertirse en el mayor productor de bienes exportados a EE.UU., representando el 13% de todas las importaciones, desplazando a China el año pasado, que había ocupado esa posición durante casi medio siglo. Sin embargo, la economía mexicana depende en gran medida de las exportaciones a EE.UU., que representan el 83% de su economía exportadora total, lo que la hace altamente vulnerable a los aranceles impuestos por EE.UU., un hecho que le da a Estados Unidos un serio poder de negociación sobre México en los acuerdos comerciales. Asimismo, México y Canadá son los dos mayores mercados de exportación para la declinante industria automotriz estadounidense. Los fabricantes de automóviles estadounidenses (Ford, GM y Stellantis) tienen colectivamente una cuota de mercado del 20-25% en las ventas de vehículos nuevos en México. Un desarrollo clave en la economía mexicana ha sido el traslado de fabricantes de automóviles de todo el mundo para ubicar sus fábricas en el país. Un puñado de ciudades, como San Luis Potosí, se han convertido en pequeños Detroit, albergando a muchas compañías automotrices internacionales como BMW, Volkswagen, Audi, Mercedes-Benz, Ford, Nissan y Chevrolet. En los primeros nueve meses de 2024, las fábricas mexicanas produjeron más de tres millones de vehículos, de los cuales dos millones se exportaron a Estados Unidos. En 2022, México produjo aproximadamente 3,5 millones de vehículos, convirtiéndose en el sexto mayor productor mundial. México exportó alrededor de 2,8 millones de vehículos en 2022, lo que representa el 80% de su producción total. El creciente nivel de vida de los trabajadores mexicanos también ha generado un gran mercado interno de consumo de automóviles, sobre el cual las potencias imperialistas ahora luchan por el control. El mercado automotriz de consumo en México está dominado por las importaciones de vehículos baratos chinos. China se ha posicionado como el principal proveedor de automóviles en México, con exportaciones que alcanzaron los 4,600 millones de dólares en 2023, según datos de la Secretaría de Economía de México. Este crecimiento fue impulsado por el aumento de la demanda de sus vehículos eléctricos asequibles, de acuerdo con datos de fabricantes de automóviles y la firma de investigación MarkLin. La empresa china BYD quiere vender 100.000 vehículos eléctricos en México para 2025 y planea construir una enorme nueva planta de manufactura en México este año. Elon Musk, durante años, había planeado invertir miles de millones en el desarrollo de una “gigafábrica” de vehículos eléctricos en México; sin embargo, recientemente ha puesto su plan en pausa, buscando un acuerdo más favorable. En respuesta a las primeras amenazas de aranceles, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, presentó planes para que México desarrolle sus propias cadenas de suministro y comience a producir sus propios vehículos eléctricos de fabricación nacional para competir en los mercados globales. Así, mientras las empresas manufactureras internacionales se han trasladado a México para acceder a mano de obra barata, el país ahora se está convirtiendo en una potencia industrial rival, tal como sucedió con China. Para el capital estadounidense, el deseo es tanto repeler la competencia china dentro de los mercados mexicanos como subordinar la economía mexicana a un papel servil dentro de su nueva reorganización industrial y cadena de suministro “relocalizada”. Siguiendo los pasos de Estados Unidos este verano, Canadá anunció que implementaría un arancel del 100% sobre los automóviles eléctricos y un gravamen del 25% sobre el acero y el aluminio procedentes de China, lo que está en línea con los niveles propuestos por la anterior administración de Biden, convirtiendo a Canadá en el único otro país que se alinea completamente con Estados Unidos en sus políticas comerciales con China. Los líderes burgueses en ambos países han expresado su insatisfacción con los vínculos de México con China y su falta de compromiso total con la guerra comercial. Durante un tiempo, México consideró unirse a la alianza económica alternativa de los BRICS al G7 y actualmente es parte de la alianza OPEP+. Un gran arancel mexicano a los vehículos eléctricos chinos eliminaría a la competencia más grande para los fabricantes de automóviles estadounidenses en el mercado mexicano. Aunque México ha impuesto algunos aranceles a la producción de acero, no ha cumplido en la medida que satisface los deseos del capital estadounidense de dominar sus mercados. Mucho antes de la segunda presidencia de Trump, la cooperación de la era del TLCAN entre México y los otros dos estados norteamericanos comenzó a erosionarse. En un giro respecto a administraciones anteriores que intentaron presentar una cara reformada al imperialismo estadounidense en América Latina, durante la última administración de Trump se comenzó a reclamar abiertamente la Doctrina Monroe mientras iniciaba una campaña para expulsar a China de la región. El reciente cambio de nombre del Golfo de México a “Golfo de América” es solo una muestra de esa ambición. En la última década, China se ha convertido en el principal socio comercial de la mayoría de los países sudamericanos. A pesar de esto, los intentos de mantener a China fuera de la región han sido de larga data. Más de la mitad de los países que aún reconocen a la ROC (Republic of China, que es como denominaba en el pasado el gobierno norteamericano a Taiwan) y, por lo tanto, siguen siendo socios comerciales de Estados Unidos y Taiwán en lugar de socios de la República Popular China (PRC), se encuentran en América Latina. El regreso del ojo vengativo del imperialismo estadounidense a América Latina también tiene el objetivo de frenar el desarrollo de bloques imperialistas regionales, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), fundada por la Venezuela de Hugo Chávez e integrada por Bolivia, Cuba, Dominica, Nicaragua y otros.
Las actuales amenazas de conquistas militares dirigidas a antiguos aliados son parte de una nueva división global que está siendo trazada por las potencias imperialistas predominantes. A medida que los capitalismos emergentes en el Este comienzan a enterrar cualquier esperanza de que Estados Unidos preserve permanentemente su estatus como el único imperialismo hegemónico, el antiguo “Consenso de Washington” ha desaparecido. La vieja facción de “neoliberales” y “neoconservadores” dentro de los partidos burgueses recibió su golpe final con la derrota de Kamala Harris en 2024. Las políticas comerciales de un “mercado libre” global, aceptables cuando Estados Unidos era la potencia hegemónica, ahora son barridas por las crecientes guerras comerciales. El aparente “multilateralismo” entre Estados Unidos y sus aliados es reemplazado por un mundo “multipolar” de rivales competidores y Estados subordinados. El hipócrita “orden liberal internacional basado en reglas”, que sirvió como justificación para innumerables guerras desde el final del último gran conflicto imperialista, es reemplazado por un abrazo abierto y descarado al retorno de la Doctrina Monroe. El teatro de la legalidad burguesa de alto nivel es abandonado por la simple afirmación de que “el poder hace el derecho” para justificar conquistas territoriales. Todas las otrora grandes “democracias liberales” están cayendo una por una. A medida que los capitales regionales en todo el mundo se convierten en competidores imperialistas y la inminente crisis de sobreproducción afecta a casi todos los sectores, la catastrófica crisis financiera que sentará las bases para la destrucción completa del orden burgués se vuelve cada vez más inevitable. La actual crisis económica y existencial que enfrenta la burguesía estadounidense, resultado de la crisis de sobreproducción, la explosión de la deuda nacional, su declive en competitividad en los sectores automotriz, tecnológico y manufacturero, combinado con su nuevo ascenso como gran exportador de petróleo, junto con la inevitable concentración de las fuerzas productivas en un número cada vez menor de grandes conglomerados, ha llevado a que estos representantes de la gran burguesía afirmen su dominio a la cabeza de la manada de lobos. Hoy deben ejecutar un rápido reajuste de muchas de las políticas exteriores y normas legales establecidas desde hace tiempo en sus Estados para “salvar a Estados Unidos”, lo que en realidad significa preservar la capacidad de su capital nacional para seguir acumulándose. Son las leyes económicas de la acumulación de capital las que en última instancia dan forma y determinan las cambiantes arenas de las formas políticas y sociales. En esta etapa del imperialismo mundial, el fascismo, la contraparte brutal de la democracia, se vuelve inevitable. Hoy, las explosivas contradicciones del capital han empujado a los dos partidos burgueses a una lucha cada vez más sectaria que paraliza el parlamento norteamericano. A medida que el gran capital se consolida alrededor del Partido Republicano, los viejos neoconservadores republicanos saltan cada vez más al campo demócrata o capitulan. Mientras la pequeña burguesía se une a los demócratas, enfurecida por los audaces movimientos de la gran burguesía para apartarlos, el ala socialdemócrata toma la delantera en el papel de oposición; sin embargo, para seguir acumulando, las necesidades del gran capital deben estar por encima de todo, y el resto de la burguesía debe alinearse o ser subordinada por la fuerza. Para romper el estancamiento legislativo del parlamento, el antiguo sistema de gobierno creado para separar y equilibrar poderes entre intereses competidores debe ser descartado, y una dictadura del capital ya no velada debe establecerse. Sin embargo, como demostró nuestro Partido en nuestro Informe sobre el Fascismo de 1922, escrito tras su ascenso en Italia, esta es solo una forma pasajera de la democracia burguesa misma, completamente capitalista y sujeta a las mismas leyes de la crisis capitalista, que eventualmente dará lugar al resurgimiento del movimiento comunista mundial, culminando en el fin de la fase burguesa de la historia a manos de la dictadura del proletariado liderada por su Partido Comunista internacional.
Brics: No habrá un mundo multipolar que cure las heridas del capitalismo Del 22 al 24 de octubre de 2024, se celebró en la ciudad rusa de Kazán la 16ª cumbre de jefes de Estado de los países BRICS, acrónimo con el que se conoce a las principales economías emergentes del mundo. Hablamos de una agrupación de Estados que, tras las recientes adhesiones, representa alrededor del 50 por ciento de la población y más del 35 por ciento del PIB mundial. Controlan aproximadamente el 42 por ciento de la producción mundial de petróleo. Con 10,4 billones de dólares, el 21,6 por ciento del comercio mundial, a finales de 2023 ocupan el segundo lugar después de la Unión Europea. Pero, ¿qué son realmente y qué representan? Nacieron en 2009, con la unión de los primeros 4 Estados fundadores: Brasil, Rusia, India y China (BRIC), a los que se añadió Sudáfrica (BRICS) un año después, creciendo posteriormente a 10 países, los BRICS+, a principios de 2024, con la adición de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, mientras que Argentina, con la elección de Milei en noviembre de 2023, se ha retirado del proyecto por ahora, ya que sigue inmersa en negociaciones con el FMI sobre las condiciones de reembolso de su deuda, que asciende a unos 45.000 millones de dólares. A partir del 1 de enero de 2025, Indonesia, el cuarto país más poblado del planeta, se une a la lista, mientras que Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán se unen como miembros “socios”. La ampliación de esta “alianza” parece tener como objetivo promover una economía que compita con la del imperialismo en declive de Estados Unidos y sus aliados, mediante el uso en las transacciones internacionales de una moneda que sustituya al dólar y la fundación de un banco alternativo al FMI y al Banco Mundial, el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD). La estrategia se resume en unos pocos objetivos principales: mayor cooperación fiscal y aduanera entre los países miembros, mayor influencia en la escena financiera internacional y cooperación entre los sistemas bancarios de los Estados miembros. El NBD, que concede préstamos a las economías emergentes, principalmente en los sectores de la construcción, las infraestructuras y el suministro de energía, se creó en julio de 2014 en la 6ª Cumbre de Fortaleza, Brasil, y proporciona financiación desde finales de 2016. Los cinco países fundadores tienen cada uno una participación igualitaria en el capital, que, junto con el de los demás miembros, Bangladesh, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Uruguay, alcanza los 50.000 millones de dólares. Ningún miembro tiene poder de veto. Los activos ascienden actualmente a 30.000 millones de dólares y financian un centenar de proyectos, con el objetivo de alcanzar los 350.000 millones de dólares en 2030, superando al FMI, que gestiona 110.000 millones de dólares, y al Banco Mundial, con 98.000 millones de dólares. La realización de esta perspectiva también se ve atestiguada por un reciente estudio de Goldman Sachs sobre el crecimiento mundial hasta 2075, que prevé que los países BRICS+ se expandirán considerablemente en comparación con Occidente. La actual presidenta de la asociación, Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil, que permanecerá en el cargo hasta 2025, ha declarado repetidamente que “la burbuja de deuda de 87 billones de dólares de los países desarrollados es un lastre pesado y un obstáculo para el desarrollo de los países emergentes y más pobres”. La solución al problema es clara: “las subidas de los tipos de interés en los mercados internacionales y la depreciación excesiva de las monedas de los países emergentes alimentan un círculo vicioso de deuda. La discrepancia entre la deuda en divisas fuertes y los ingresos generados por los proyectos locales crea un lastre para la inversión y el desarrollo”. El problema podría superarse concediendo al NBD el 30 por ciento de su financiación en monedas locales. Esto permitiría ampliar la influencia de los capitalismos emergentes en detrimento del imperialismo hegemónico en el mercado internacional, todo ello dentro de las reglas del mercado, sin alterar las leyes del capitalismo y sus devastadoras consecuencias. La cumbre de Kazán, bajo la presidencia de Vladimir Putin, contó, además de con los Estados miembros, con un grupo de candidatos observadores de 36 países. Además de las cuestiones económicas y financieras, la cumbre trató cuestiones abiertas en el ámbito internacional, resumidas finalmente en 134 puntos en 43 páginas. Xi Jinping, Narendra Modi y Erdoğan (Turquía es el único país de la OTAN que ha solicitado la adhesión) no tuvieron ninguna dificultad en estrechar la mano de Putin, desvinculándose de la orden de “aislar a Rusia” emitida por Washington. Esta intimación fue asumida pasivamente por la UE, con las excepciones de Hungría y Eslovaquia, lo que resultó ser un desastre para las economías europeas en lugar de para Rusia, con Alemania también en recesión debido al aumento de los precios de las materias primas, y a favor de la economía estadounidense, que sustituyó, en parte, a Rusia como proveedor de gas natural. Se confirma que todas las alianzas entre Estados burgueses son ficticias y están determinadas por las necesidades volátiles del momento. Hoy en día, muchos países no tienen intención de romper con Rusia debido a su peso estratégico y como proveedores de materias primas, energía e incluso armas. La participación del Secretario General de la ONU, António Guterres, fue una señal más de un cambio en la línea política de esa organización mundial de ladrones. También en la cuestión ucraniana se apoyó el llamamiento de China y Brasil a una conferencia internacional con la participación de Rusia y Ucrania, que ya había sido rechazado por Zelensky alegando que no incluía el mantenimiento de la integridad territorial ucraniana. En el Medio Oriente, se condenó a Israel y se expresó preocupación por la extensión de la guerra en el Líbano, cuya integridad territorial debe ser “mantenida” “cesando” los ataques contra el personal de la Unifil. Tras la invasión de Ucrania y a medida que la crisis bélica internacional se agrava con la masacre de Gaza, la cumbre de Kazán dio un nuevo impulso al proyecto BRICS, que se plantea cada vez más como una alternativa al equilibrio internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de los tonos tranquilizadores y conciliadores sobre la paz, un mundo “multipolar” más justo y equitativo para los capitalismos emergentes, los BRICS, liderados por Pekín y Moscú, no pueden evitar esforzarse por sustituir la hegemonía estadounidense, como su objetivo real. Dentro del grupo se encuentran India y Brasil, que no siempre mantienen las mismas posiciones antioccidentales que Rusia y China. Entre China e India persiste una rivalidad histórica y estratégica compuesta por disputas territoriales que llevaron hace sólo cuatro años a enfrentamientos a lo largo de la frontera del Himalaya con varias muertes en ambos bandos. Al mismo tiempo, los dos países mantienen una competencia estratégica en el Océano Índico. Delhi, que aspira a competir con la fábrica mundial de China, es miembro del Quad, una alianza estratégica con Estados Unidos, Japón y Australia cuyo principal objetivo es contrarrestar cualquier hegemonía de Pekín en el Indo-Pacífico. La posible ampliación añadiría nuevos problemas críticos. La entrada de Irán, con Arabia Saudí a la espera, conducirá inevitablemente a nuevas tensiones en el grupo por cuestiones cada vez más complejas del Medio Oriente, como lo demuestran los frentes opuestos en el último abismo sirio, donde los capitalismos regionales y de otros lugares emplean fuerzas interpuestas. Si para la burguesía es un enredo inextricable, para el marxismo revolucionario la cuestión es sencilla: dentro de cualquier alianza en el capitalismo, la competencia entre los Estados burgueses los lleva inevitablemente a la confrontación, comercial y militar. Las mismas reglas del mercado de capitales y la competencia se aplican tanto en Occidente como en Oriente. Europa, también, ha creado su propio banco y una unión reguladora y aduanera para afrontar mejor la competencia en el mercado mundial, pero esto no ha impedido que cada nación haga valer sus propios intereses. La competencia entre las burguesías individuales es inerradicable y nunca podrá permitir una paz duradera para la humanidad. En tiempos de crisis económica, la competencia ya no puede ser pacífica. Mucho menos podrá liberar de la esclavitud asalariada a la clase obrera, cuya explotación sigue siendo brutal tanto en Oriente como en Occidente, tanto en el Norte como en el Sur, en los capitalismos viejos o jóvenes. En los países BRICS+ más avanzados, como China e India, Brasil y Rusia, las diferencias sociales permanecen inalteradas, al igual que en Europa o Estados Unidos, y se pide a los trabajadores que hagan grandes sacrificios por el “bien del país”. Mañana se les pedirá que se inmolen en la guerra general que el capitalismo está madurando.
No será un mundo multipolar, otra fábula diseñada para engañar a los
trabajadores, lo que cure las heridas del capitalismo, sino la lucha de clases
cada vez más amplia y unida entre los trabajadores occidentales y de los BRICS+
por sus propias reivindicaciones económicas primero y por el establecimiento del
Estado de dictadura comunista después. DEL ARCHIVIO DE LA IZQUIERDA Las causas históricas del separatismo árabe (Il Programma Comunista, nº 6, 1958) No es la primera vez que nos ocupamos de las causas del separatismo árabe. Ante todo debemos recordar al lector el artículo La quimera de la unificación árabe mediante acuerdos entre Estados, que publicamos en este periódico el año pasado en el nº 10. Hace unos días, el movimiento antimonárquico en Jordania había terminado en un derramamiento de sangre. Todos recordamos el desarrollo de aquellos acontecimientos. El éxito obtenido por el déspota de Ammán, apoyado por la VI Flota estadounidense y las tribus del desierto, contra el movimiento panárabe apoyado por Egipto, no sólo marcó un punto de inflexión en la política interna de Jordania, ya que provocó una ruptura abierta entre las monarquías árabes (Jordania y, con ella, Iraq y Arabia Saudita) y las repúblicas que encabezaban la agitación nasserista en el Islam (Egipto y Siria).
La división derivada de la crisis jordana se ha revelado plenamente en los últimos días con la proclamación de la República Árabe Unida que federa a Egipto y Siria. A ella se contrapuso inmediatamente la Federación Árabe surgida de la unión de Irak y Jordania. Para quienes siguen los acontecimientos en Medio Oriente, las nuevas invenciones constitucionales no son inesperadas. Ellas vienen a confirmar que la división árabe continúa más enconada y despiadada que nunca. La unificación árabe mediante acuerdos entre Estados sigue siendo una vana quimera. Para que se haga realidad, debe seguir caminos diferentes; no puede basarse en cambios en el orden establecido existente, sino, por el contrario, en su derrocamiento total. Es decir, debe seguir la vía revolucionaria. La cuestión importante es ver qué movimiento político es capaz de asumir la tremenda tarea de dirigir la revolución árabe. Pero no podemos, al menos por ahora, ocuparnos de ello, ya que es necesario estudiar primero las causas históricas que impiden la realización de la unificación estatal de los pueblos de habla árabe de Asia y África. No pretendemos agotar en estas pocas líneas una obra tan imponente, ni siquiera trazar su plan completo, sino sólo abordar, y ni siquiera de manera definitiva, los grandísimos problemas que están relacionados con ella. En primer lugar, ¿cómo debe plantearse la cuestión? Creemos que sólo puede plantearse en estos términos: ¿Qué factores históricos impiden la formación de un Estado nacional árabe, fomentando la perpetuación del nefasto subnacionalismo de los actuales Estados árabes artificiales, y actuando en sentido contrario a las tendencias unificadoras que se derivan de la lengua común, origen racial y tradiciones que distinguen a los pueblos que habitan el norte de África, desde Marruecos hasta Egipto, y el oeste de Asia, desde la península del Sinaí hasta el Golfo Pérsico? Quienes creen poder responder a esta pregunta atribuyendo al imperialismo capitalista todas las causas de la escisión que desgarra el llamado mundo árabe ofrecen una visión incompleta del fenómeno. Y se entiende perfectamente por qué, si se tiene en cuenta que la división y balcanización de la nación árabe se produjo mucho antes del ascenso del imperialismo. De hecho, las antiguas tribus que salieron de Arabia tras la revolución religiosa social de Mahoma y conquistaron sus ubicaciones actuales en Asia y África, fueron prácticamente incapaces de formar una nación a pesar de los lazos de sangre y cultura. Sólo durante un breve periodo el Califato consiguió imponer la autoridad de un poder central en el vasto imperio islámico. Decir, por tanto, que la división de los árabes es un efecto de la dominación imperialista no es exacto. En cambio, es cierto que la dominación imperialista pudo perseguir sus objetivos precisamente explotando los poderosos factores históricos que, desde el siglo X, impidieron la unificación de los árabes. En otras palabras, para explicar la causa inmediata del sometimiento de los árabes al imperialismo capitalista, debemos recurrir a las luchas internas que se manifiestan en la existencia de numerosos Estados y pequeños Estados árabes, de diferente tamaño pero igualmente impotentes para escapar de las garras de la explotación y la opresión imperialistas. Pero explicar la desunión únicamente por la intervención imperialista sería incurrir en una tautología. En realidad, las causas de la desunión árabe están íntimamente relacionadas con la propia epopeya de la conquista musulmana.
El mahometismo, codificado en el Corán, fue la ideología de la revolución social de los pueblos nómadas del desierto, dedicados tanto a la ganadería en tiempos normales como a la práctica del saqueo, que se sublevaron contra la poderosa oligarquía mercantil imperante en La Meca. Los ganaderos – los beduinos – y los pequeños agricultores constituían la inmensa mayoría de los habitantes de la península arábiga en la época de la predicación de Mahoma. Sobre ellos se alzaba el dominio de la poderosa oligarquía mercantil de La Meca, que monopolizaban el comercio marítimo a través del Mar Rojo y los transportes de caravanas que unían el interior con los puertos de la costa, cuando ni siquiera operaban la conexión por tierra, a lo largo del Sinaí, de los flujos comerciales de Europa y Asia. En sus manos se concentraba toda la riqueza, sin excluir los alimentos, que las tribus nómadas, cuando la sequía diezmaba sus rebaños, se veían obligadas a comprar a precios exorbitantes. Ejemplo no infrecuente en la historia de las revoluciones, Muhammad fue un desertor de la clase dominante que se había pasado al campo de la revolución, tras haber sido – hasta la Hégira – un rico comerciante de la poderosa tribu Coreisciti. Debido a las especiales condiciones históricas en que tuvo lugar, la revolución mahometana sólo pudo ser una aplicación en dimensiones colectivas del saqueo beduino, es decir, una forma inferior de expropiación de la riqueza. La guerra santa islámica fue originalmente una guerra social contra la usura y la arrogancia de la riqueza. Pero la revolución, que salió victoriosa de la guerra social, sólo habría podido alcanzar sus objetivos a condición de que se convirtiera en un feudalismo agrario, como lo habían hecho en Europa los conquistadores bárbaros que habían derrocado al Imperio Romano. A esto se oponían las propias condiciones naturales del país, que era en gran parte desértico. En la historia del Islam, el desierto desempeña un papel importante, lo que demuestra que son las condiciones materiales las que forjan el destino de los pueblos, como a algunos les gusta expresarse. La revolución que había desencadenado la guerra civil entre los árabes no pudo detenerse cuando los ejércitos islámicos conquistaron y unificaron, bajo la dirección del Profeta, su ancestral patria: Arabia. Al no poder lograr sus objetivos internamente, ya que muchos, tanto los primeros combatientes revolucionarios como los nuevos conversos, quedaron fuera del botín, fue necesario forzar las fronteras de los Estados vecinos. Así, la guerra santa mahometana adoptó bajo sus sucesores – los Califas – la forma de una invasión bárbara, impetuosa e irresistible porque a su paso se engrosaba con todos los oprimidos y explotados. Se convirtieron con entusiasmo a la nueva religión, una inflamada ideología revolucionaria que llamaba a los humildes y a los pobres, y rechazaba a los ricos y usureros con maldiciones apocalípticas. La tremenda erupción social invadió y sumergió rápidamente los dos grandes imperios que en Oriente perpetuaban tradicionalmente, contra los bárbaros, la función ya desempeñada por Roma en Occidente, a saber, el Imperio bizantino y el Imperio persa sasánida. Verdaderas cárceles de pueblos y sedes de la más refinada dominación de clase, se opusieron en vano a la conquista musulmana. Formidable ejemplo de cómo Estados poderosos y antiguos, pero conservadores, pueden ser doblegados por otros Estados recién formados o incluso en proceso de formación, ¡pero convertidos en invencibles por la furia revolucionaria que los impulsa! En pocos años, del 632, fecha de la muerte de Mahoma, al 720, la conquista musulmana se extendió por un territorio inmenso. Desde Sind (la región sudoriental del actual Pakistán) llegaba hasta más allá de los Pirineos. El imperio persa sasánida había sido destruido, el bizantino enormemente mutilado. Asia Menor, Siria, Palestina, el Egipto romano y el Magreb se habían perdido para Bizancio. La monarquía visigoda de España fue aniquilada y desapareció en el aire, el centenario imperio sasánida, que abarcaba el actual Irak e Irán hasta Amu-Daria, se derrumbó estruendosamente y sus antiguas ciudades, como Bagdad, se convirtieron en los centros de la nueva civilización del Corán. Una inmensa revolución transformaba el mundo. Tanto más sorprendente resulta, reflexionando sobre ello, la incapacidad de los árabes, magníficos conquistadores, para crearse un Estado nacional. En este sentido, los árabes son quizás únicos entre los pueblos conquistadores. Los mongoles, por ejemplo, consiguieron fundar imperios mucho más grandes que el musulmán, pero ocuparon los territorios conquistados durante poco tiempo, retirándose finalmente a su patria o siendo absorbidos étnicamente por las poblaciones nativas. Los árabes, en cambio, lograron superponerse a las poblaciones sometidas, incluso transformar los territorios conquistados en su patria; pero fracasaron rotundamente en su intento de superar su particularismo bárbaro y dotarse de un regimiento político unitario, un Estado nacional. Esto iba a retrasar enormemente, como vemos hoy, el desarrollo histórico de África y Oriente Medio. A decir verdad, hubo un tiempo en que parecía que la tendencia unitaria iba a imponerse en el incandescente mundo islámico, y fue la época en que el califato pasó a manos de la dinastía de los Homeídades (660-750). Bajo su mandato, el Islam alcanzó su mayor extensión territorial, iniciando después su ineluctable declive. Los Homeídades, apartándose un tanto de la ortodoxia política coránica, intentaron liquidar el separatismo, profundamente arraigado en las tradiciones de un pueblo que había vagado durante siglos por el desierto sin conocer otra forma de convivencia social que la tribu nómada que se rebela contra cualquier forma de coacción que no sea la ejercida por las fuerzas de la naturaleza. Era un experimento apenas esbozado. El gran plan político de una monarquía nacional, absoluta y hereditaria, apoyada en una burocracia militar y civil que asegurase al centro del poder un control regular sobre el inmenso imperio, iba a fracasar estrepitosamente. Las fuerzas del ancestral anarquismo beduino iban a prevalecer sobre las tendencias centralizadoras y nacionales. El comunismo tribal primitivo, colectivista por dentro y anárquico por fuera, había permitido a los nómadas del desierto, pastores de ovejas y camellos e implacables asaltantes de caravanas y aldeas campesinas, arrollar a la aristocracia mercantil de La Meca. Había proporcionado el sustento de una fe fanática y un coraje fabuloso a la revolución mahometana. Pero actuó negativamente cuando, después de que las milicias islámicas hubieran abandonado Arabia y conquistado el inmenso imperio, se trató de darle una estructura política que asegurara su continuidad. Algunos se sorprenderán de que atribuyamos cierta influencia negativa al comunismo beduino primitivo. Pero, para los marxistas, el comunismo no es un ídolo al que sólo se puedan dirigir elogios. Hay un comunismo primitivo que marca la salida de la especie humana del estado bestial de su existencia, y como tal es una revolución de inconmensurable importancia, quizá la mayor de todas las revoluciones. Al asociarse, el antropoide se convirtió en hombre. ¿Qué mayor homenaje puede rendir el marxismo al comunismo primitivo? Todo lo que existe, y seguirá existiendo, entre el comunismo primitivo y el comunismo moderno es, para el marxista, un paréntesis infame pero necesario en la existencia de la especie. La ruinosa escisión entre Chiíes y Suníes, es decir, entre la vieja guardia del mahometismo que había acompañado al Profeta en su emigración – la Hégira – de La Meca a Medina, y los innovadores, iba a hacer que las aún frágiles estructuras del Estado nacional árabe se derrumbaran para siempre. La dinastía abasí que tomó el control del Califato en 745, expulsando a los Homeìadas, pronto quedó reducida al rango de esas monarquías feudales a las que el demasiado poder y lejanía de los señores feudales vacían de toda autoridad efectiva. El Califa quedó reducido al rango de mero jefe de la religión islámica, casi desprovisto de poder temporal. El desmembramiento del imperio fue rápido e irremediable. Pocos años después del levantamiento dinástica, los exiliados homeiades que habían escapado a la venganza de los vencedores se refugiaron en España y fundaron allí un emirato independiente. Más tarde, el Magreb y Egipto también se independizaron prácticamente del gobierno de Bagdad. Con el cambio de siglo, la involución fue completa. El Califato se reducía a gobernar, ni siquiera directamente, sólo Irak; el Islam estaba dividido entre numerosas dinastías más o menos independientes, el Estado nacional árabe parecía menos que un sueño. La ausencia de un Estado nacional árabe inspirado en las monarquías nacionales que se estaban formando en Europa tuvo consecuencias históricas colosales. Es fácil pensar que un Estado nacional árabe firmemente construido podría haber evitado las victorias de las Cruzadas. ¿Acaso no fue a partir de esa época cuando Europa consiguió la supremacía sobre África y se opuso a ella? Si luego se considera que los golpes infligidos al poder árabe por los ejércitos cruzados sentaron las bases de la ruinosa invasión de los mongoles y, más tarde, de la conquista de los otomanos, se tiene una idea cabal de las repercusiones negativas que el fracaso de la unificación de los árabes tuvo en la historia de tres continentes. Queriendo abandonar el campo de las conjeturas y permanecer en terreno histórico, del estudio del ciclo histórico de los árabes se desprende una conclusión que puede parecer casi obvia. Por su incapacidad para fundar un Estado nacional, los árabes pasaron de ser conquistadores a conquistados y quedaron apartados del progreso histórico, es decir, condenados a permanecer en el fondo del feudalismo mientras los Estados de Europa se preparaban para salir de él para siempre y adquirir así la supremacía mundial. Ahora podemos explicar fácilmente las causas históricas de la caída de los árabes bajo el yugo de la dominación imperialista. En otras palabras, sabemos que el actual estado de desunión e impotencia de los árabes, que es la condición para la perpetuación de la explotación imperialista, se debe a dos causas: las ancestrales tradiciones conservadoras en el interior y la injerencia extranjera desde el exterior. ¿Qué significa esto políticamente? Significa que el mundo árabe debe asumir la tremenda tarea de una doble lucha: la revolución social y la revolución nacional, la revuelta contra las clases reaccionarias que transmiten tradiciones conservadoras ancestrales y contra los ocupantes extranjeros. Sólo una victoria en estos dos campos puede asegurar el triunfo de la unidad árabe desde el Océano Atlántico hasta el Golfo Pérsico.
De continuar por el camino recorrido, la balcanización de los árabes llegará a sus últimas consecuencias. Los árabes se amurallarán cada vez más dentro Se dice que los árabes caerán cada vez más en Estados prefabricados, Estados fabricados por el imperialismo y sus agentes, Estados azotados por una pobreza deprimente, desmoralizados por una impotencia insuperable, que consumirá su inútil existencia en luchas intestinas. Tal como están las cosas, no se sabe cuántos bloques interárabes existen. A las dos federaciones rivales que se disputan las adhesiones de los demás Estados (los sirio-egipcios han conseguido el voto de Yemen, los iraquí-jordanos siguen en la fase de cortejo de los sultanatos del Golfo Pérsico), amenazan con unirse – ¡y se oponen! – a la Federación del Magreb, preconizada por Mohammed V y Burghiba, que debería incluir a Marruecos, Túnez y Argelia, cuando esta última obtenga la independencia. Pero ya se sabe, por los discursos anti-nasserianos de Burghiba, que la proyectada federación está orientada a favor de Occidente y en contra del pan-arabismo. Luego están los Estados de doble juego como Arabia Saudí, Líbano, y Libia que tienen una sonrisa para la Liga Árabe (¿por qué demonios la mantienen, aún en pie?) y dos sonrisas para el Departamento de Estado. Pero el imperialismo no duerme tranquilo. Las alarmadas invocaciones del peligro ruso, las idealizaciones de las infiltraciones rusas en Oriente Medio y el Magreb sirven para ocultar el miedo real. Lo que realmente temen las burguesías europeas, y con ellas el imperialismo norteamericano, es un avance real del movimiento de unificación árabe. ¿Han pensado alguna vez en las enormes consecuencias que tendría la formación de un Estado árabe unido? Supondría el fin de la dominación colonialista en toda África, no sólo en el África árabe, sino también en el resto del continente habitado por pueblos blancos y negros, atravesados por profundas heridas de rebelión. Los mitos que fabrica la clase dominante pretenden inculcar en la mente de las clases oprimidas el prejuicio de la inutilidad de la lucha contra el orden existente. Pues bien, ¿quién puede medir el gigantesco impacto revolucionario que tendrá el derrumbe del mito de la superioridad de la raza blanca? Divididos en varios pequeños Estados, divididos por despreciables cuestiones dinásticas, devorados vivos por los canallas de los monopolios capitalistas extranjeros que entregan de buen grado grandes trozos de los beneficios del petróleo, enredados en las mortíferas alianzas militares del imperialismo, los Estados árabes no sólo no inspiran temor a los imperialismos sino que sirven de peones en su diabólico juego. Pero, ¿qué ocurriría si los árabes, superada la desunión suicida, lograran fundar un Estado nacional que abarcara todos los territorios africanos y asiáticos habitados por pueblos árabes? ¿Tendríamos sólo el despertar de toda África? No, todos los que militamos en el campo de la revolución comunista obtendríamos algo muy diferente. Podríamos presenciar la sentencia de muerte definitiva e inapelable de la vieja Europa, de esta sucia, corrupta y asesina Europa burguesa, mezclada con reacción y fascismo más o menos disfrazado, que durante cuarenta años ha sido el caldo de cultivo inagotable de la guerra imperialista y de la contrarrevolución.
Por eso estamos a favor de la revolución nacional árabe. Por lo tanto estamos
contra los gobernantes de los Estados árabes que, o bien persiguen abiertamente
objetivos separatistas y reaccionarios (las monarquías de Oriente Medio), o bien
aspiran a un reformismo superficial y a la colaboración con Occidente (Burghiba,
Muhammad V). Tampoco podemos, como hacen los comunistas de Moscú, apoyar
incondicionalmente el movimiento panárabe de Nasser, porque hay en él demasiado
lastre reaccionario disfrazado en vano por un hábil juego demagógico. El Estado
nacional no será fundado por ellos. A cada uno de ellos le gusta hacerse pasar
por campeón del Islam. Pero su islamismo se parece al de los compañeros de
Mahoma, como el cristianismo de los católicos al de los agitadores de las
catacumbas.
Por el Sindicato de Clase España: Rechazo a la propuesta de extender la edad de jubilación a 72 años, en el sector publico En el parlamento español se discute la Ley de la Función Pública, que afecta a los trabajadores del sector público. El proyecto de Ley presentado por el PSOE pretende que la edad de jubilación de los trabajadores del sector público ya no sea los 70 años, sino 72 años de edad. Comisiones Obreras y UGT manifestaron su rechazo a la propuesta de aumento de la edad de jubilación, pero se hizo evidente que están de acuerdo con que se mantenga la edad vigente. Las centrales sindicales españolas no asumen la lucha por la reducción de la edad de jubilación y predenden mostrarse como “luchadores consecuentes” al rechazar el aumento propuesto por el PSOE. Los trabajadores españoles deberán retomar el camino de la lucha, organizados por la base y unidos en la acción. La reanudación de la lucha de clase planteará la necesidad de verdaderos sindicatos de clase, que encaminen a los trabajadores a la lucha, a la huelga, a la confrontación con los patronos y sus gobiernos, sin dejarse dividir, engañar e ilusionar por la trampa parlamentaria. El movimiento obrero español debe plantear la exigencia de la reducción de la edad de jubilación, como parte de un pliego de reivindicaciones económicas en torno a las que deberá conformarse un Frente Unico de Clase y de Base de los trabajadores asalariados, que supere la traición de las centrales sindicales actuales. * * * Solo la huelga general permitirá la conquista de reivindicaciones soci-económicas de los trabajadores colombianos En Colombia gobierno y sindicatos se unen por una reforma laboral que no pasa en el congreso. Organizaciones la Federación Colombiana de Educadores (Fecode) y la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) reafirmaron su apoyo al Gobierno y convocaron a una movilización nacional en defensa de ese proyecto legislativo para el 18 de marzo próximo. La iniciativa propuesta por el Gobierno de Petro, incluía medidas como la eliminación de la renovación indefinida de contratos temporales, el aumento de remuneraciones por horas extras y jornadas en festivos, y el reconocimiento de derechos para trabajadores de plataformas digitales, entre otros. Sin embargo esta iniciativa fue archivada por el Congreso. Las centrales sindicales se ponen del lado del gobierno, no por el real interés de mejorar la situación de la clase obrera, sino para sumarle a una lucha entre fracciones de la burguesía colombiana que pugnan por el control del gobierno. El gobierno de Petro pretende hacer un uso demagógico de los trabajadores en su pugna con los partidos opositores y los sindicatos oficiales no vacilan en ponerse a su servicio.
Una verdadera posición de clase debe plantear la integración de todas las
fuerzas y las luchas de los trabajadores colombianos en una Huelga General,
indefinida y sin servicios mínimos, que obligue a los patronos y al gobierno
demagogo a realizar un aumento significativo de los salarios a trabajadores
activos y desempleados.
VIDA DA PARTIDO Feliz convergencia del compromiso de los comunistas en la reunión internacional del partido Del 28 al 29 de septiembre de 2024 [RG 150] Siguiendo acuerdos y convocatorias oportunas dirigidas a todos los compañeros del partido, celebramos nuestra reunión de otoño por teleconferencia los días sábado 28 y domingo 29 de septiembre. Como es costumbre entre los comunistas, todo el trabajo se desarrolló en una atmósfera productiva de comprensión y ayuda mutua entre compañeros, comprometidos en una gran tarea que sabemos que va mucho más allá de nuestras modestas personas. Nuestra única grandeza personal radica en la conciencia de nuestra pequeñez frente a las fuerzas materiales sociales y sus programas históricos codificados y opuestos. La función del grupo vivo del Partido es conservar y defender la fe y la ciencia del comunismo y presentarla a la clase, en permanente lucha contra el mundo enemigo moribundo. En la sesión preparatoria del sábado, después de la introducción del centro, los compañeros y las secciones informaron sobre las actividades realizadas en los meses anteriores: el estudio y la comprensión colectiva de nuestra doctrina y sus aplicaciones; la regularidad y el alcance de las reuniones, desde las de las secciones hasta las internacionales del Partido; los canales y modalidades de los estrechos vínculos de trabajo entre los compañeros, las secciones y el centro; la difícil intervención en las luchas obreras; los instrumentos para el proselitismo y sus resultados; las traducciones a diferentes idiomas; la redacción, impresión y distribución de los órganos periódicos; la contribución al sitio web; el apoyo financiero a la organización...
Hemos investigado cómo se ha comportado el Partido en el pasado y hemos presentado a las reuniones de la sección un esquema para el futuro. Intentamos que todos los camaradas tuvieran una idea básica de cómo llevamos a cabo las distintas actividades, apoyándonos mutuamente en el intercambio de las competencias necesarias, poniendo a más de uno a disposición de cualquier necesidad organizativa: traducciones (a las que todos están llamados), gestión de páginas web, redacción de revistas, difusión y proselitismo. Se invita a todos los camaradas a reforzarse como escritores, propagandistas, agitadores, organizadores, redactores y en los conocimientos técnicos necesarios. El trabajo editorial para producir “The Internationale Communist Party” se está desarrollando. Hemos conseguido imprimir y distribuir número 59 (con un mes de retraso), haciéndonos cargo de todo el proceso de principio a fin. Con más experiencia, podremos dotarnos de sistemas y plazos más definidos y transparentes para todos los camaradas. Jóvenes y veteranos trabajarán juntos en la edición y la maquetación. El trabajo para el periódico se debatió en las reuniones de sección. Para la distribución dentro del Partido, a los suscriptores y a las librerías, se mantiene una libreta de direcciones especial, cuya actualización se confía a dos camaradas. Todos los camaradas se sienten fuertemente unidos por nuestra doctrina, nuestro programa y nuestro método, comprometidos en un trabajo continuo por el Partido, al servicio de la gran y definitiva revolución proletaria por el comunismo.
Escuchamos el estado de tesorería acumulado del Partido, que resume las cuentas de las distintas secciones. También se destacaron los compromisos de gastos más significativos. A continuación informamos sobre la capacidad de respuesta de la página web y las redes sociales del Partido a las solicitudes de los lectores, divididas por país de origen, y sobre las nuevas solicitudes de contacto recibidas en la dirección central. Todas fueron contestadas con prontitud. El envío de boletines informativos continuó, anunciando comunicados de prensa y las diversas posturas del Partido. La libreta de direcciones está desglosada por idiomas. Desde la última reunión de mayo, hemos enviado 6 boletines, alcanzando el número 229. * * *
Estas fueron las esposiciones presentadas:
Esta primera parte del informe sobre la historia del movimiento obrero en Estados
Unidos ya ha sido publicada en nuestras revistas “Comunismo” y “Communism”. La asimetría en la guerra entre el Estado de Israel y Hamás en Gaza, no define la naturaleza del conflicto. Dos frentes de potencias imperialistas luchan por sus objetivos burgueses y utilizan a las poblaciones para estos fines, beneficiándose de su sufrimiento. Las víctimas de la masacre del 7 de octubre en los kibutzim del sur, a manos de milicianos de Hamás y la Jihad Islámica, son útiles al régimen burgués de Tel Aviv, para la sumisión de la clase trabajadora de Israel a su política imperialista y a la de las potencias que la apoyan. De manera similar a cómo las víctimas del 7 de octubre son explotadas por el régimen israelí, las miles de víctimas palestinas de las bombas aéreas israelíes, sirven a Hamas para mantener el control sobre las masas proletarias y desposeídas de Gaza, así como atizar el apoyo de las potencias regionales que lo respaldan −en primer lugar, Irán y Turquía− y así desviar la ira de sus respectivas clases trabajadoras contra el enemigo externo – el binomio “USA-Israel” – impidiendo que se dirija contra la propia burguesía nacional, desviando la lucha de clases a el terreno reaccionario de guerra entre Estados. La política abiertamente burguesa que niega la lucha de clases y quiere que la clase trabajadora en cada estado sea solidaria con su propia burguesía nacional, en competencia y guerra con los trabajadores de otros países, es apoyada y falsamente contrarrestada por la política oportunista de los falsos partidos obreros, que transfiguran la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía en una lucha entre las naciones del Norte y del Sur. Una mistificación ideológica anticomunista que fue obra original del fascismo, que enfrentó a las naciones llamadas proletarias con las demo plutocracias, y que fue heredada por el oportunismo en sus diversos matices, desde el estatista hasta el anárquico. El objetivo proclamado por el gobierno israelí con la invasión de Gaza es la destrucción de Hamás y más en general, del “terrorismo”. Sin embargo, las valoraciones sobre la posibilidad real de destruir a Hamás no son en absoluto unívocas. Un ex general de división del ejército israelí, declaró que “pronto ya no podremos llevar a cabo esas repetidas incursiones, porque cada día que pasa las Fuerzas de Defensa de Israel se debilitan y aumenta el número de muertos y heridos entre nuestros soldados en acción”. El 17 de septiembre reiteró: «Los continuos combates han perdido todo propósito y la guerra de desgaste está destruyendo todo lo que es bueno en Israel: su economía, sus relaciones internacionales, su estabilidad social y la motivación de sus combatientes. Muchos reservistas se niegan a ser llamados a filas una y otra vez… Debido a que el alto mando de las FDI ha reducido sus fuerzas terrestres en un 66 por ciento respecto de lo que eran hace 20 años, no tiene suficientes tropas para permanecer en ningún territorio capturado por mucho tiempo, ni tiene tropas para relevar a quienes están luchando. Como resultado, las FDI se ven obligadas a abandonar cualquier territorio capturado, como ocurrió en Gaza y como sucederá en el Líbano›› (Haaretz, 17 de septiembre). A nivel militar existe una diferencia evidente entre acciones aéreas y terrestres, y entre éstas, fuera o dentro del entorno urbano. Incluso otras dificultades implican un control social del territorio, que requiere enormes cantidades de recursos, agotadores para cualquier Estado. Para un país pequeño como Israel, estas dificultades son mayores, dado que tiene una población de poco menos de 10 millones de habitantes, de los cuales una quinta parte, aproximadamente dos millones, son árabe-israelíes, que no son llamados a servir en el ejército. Por esta razón, a menos que recurra a una política de genocidio y limpieza étnica, será necesario que Israel confíe el control social y político de las masas a los partidos burgueses locales. Por eso, incluso si logra su objetivo de destruir completamente a Hamás, no podrá impedir la formación de organizaciones políticas similares. Hamás es un partido, no puede ser erradicado tan fácil, a lo sumo puede limitarse temporalmente mediante operaciones en curso y la eliminación de líderes. Esto no significa que la burguesía mundial no pueda llegar en el futuro a una “solución” de la cuestión palestina, mediante el genocidio o la limpieza étnica. Pero esta barbarie, aunque presentada como coherente con la ideología sionista, será parte del curso histórico del capitalismo, en el marco de un conflicto imperialista hacia el cual el capitalismo mundial avanza, como lo fue con el holocausto, producto de la precipitación del imperialismo en el segundo conflicto mundial. Por lo tanto, no es del todo inverosímil que el genocidio y la limpieza étnica que vayan a ocurrir mañana, se den con los papeles invertidos y los judíos sucumbiendo nuevamente. Si Gaza es un gueto para dos millones cien mil gazaties, el Estado de Israel es sólo un gueto más grande. Es el tercer conflicto imperialista mundial que madura en el seno del capitalismo, cada ciudad será un gueto proletario y el presente de Gaza en escombros, es el futuro prometido por la “Sociedad del Capital” a la mayoría de las metrópolis del mundo, igual o peor que lo ocurrido en la segunda guerra mundial para Europa y Japón. E incluso hoy, sólo la revolución internacional del proletariado podrá impedir que se repitan masacres similares. Las dificultades encontradas por el ejército israelí en las operaciones terrestres en Gaza ya se reflejan en el control interno de la población. Estas alcanzaron su punto máximo el 1 de septiembre, con cientos de miles de manifestantes en las calles de Tel Aviv y otras ciudades, una protesta que desde hace meses pide un cambio en la política gubernamental para un acuerdo con Hamás, destinado a la liberación de los rehenes. Existe un malestar creciente por la continuación de la guerra, por los rehenes, por la muerte de soldados y por las dificultades económicas, que pesan sobre las empresas y transmiten sus efectos a los trabajadores. Aunque la sociedad israelí y la clase trabajadora todavía están encadenadas a la política de Estado burgués, expresada por los sucesivos gobiernos, estas manifestaciones son contra la guerra en Gaza. El día de las principales manifestaciones del 1 de septiembre, el sindicato Histadrut del régimen, la confederación sindical más grande del país, proclamó una huelga general en apoyo de una solución negociada que traería a los rehenes a casa. La Histadrut tiene una arraigada tradición de colaboración de clases. La huelga general del 3 de septiembre contó con el apoyo de los industriales del país. Pero para los trabajadores el motivo de la huelga fueron sus condiciones laborales, aplastadas por la guerra. Además, la huelga acercó a los trabajadores árabe-israelíes a los judíos, rompiendo el muro erigido por las burguesías israelí y árabe para dividirlos. Algunos diputados han presentado dos proyectos de ley para prohibir las huelgas en los servicios esenciales y obstaculizar la sindicalización en los lugares de trabajo. Con el desplazamiento del centro de gravedad de las operaciones militares de Gaza al norte contra Hezbolá, han resurgido los temores de una extensión del conflicto a escala regional. Sólo el retorno de la lucha de clases del proletariado internacional podrá evitar la guerra, uniendo a los trabajadores por encima de jaulas étnicas, religiosas y nacionales. En el Líbano – pero también en Irak – ha habido señales en los últimos años con protestas que trascienden las divisiones étnico-religiosas. En las últimas semanas también se han llevado a cabo huelgas en Irán.
Las burguesías nacionales en el área del Medio Oriente, mantienen disciplinada a
la clase obrera sólo con una condición constante de guerra y masacres
periódicas.
Ya han pasado más de dos años y medio desde que la OTAN y Rusia invadieron Ucrania, llevando la guerra de vuelta a Europa. Las consecuencias han sido devastadoras para el proletariado ucraniano, pero también para el ruso. Los efectos económicos se están extendiendo por Europa, especialmente en los países más vinculados económicamente a Rusia. Desde el lado ucraniano, se atribuye a la política expansionista rusa el desencadenamiento y desarrollo de la guerra. Sin embargo, la burguesía ucraniana no lucha por la libertad y la independencia nacional, como proclama su propaganda. El proletariado ucraniano es enviado al frente para defender los intereses económicos y políticos del capital occidental, mientras que la burguesía ucraniana se ha vendido a los capitalistas de América y Europa. Y el proletariado ucraniano, después de haber derramado su sangre en la guerra, tendrá que pagar las deudas acumuladas por su propia burguesía, hoy para comprar armas, y en las próximas décadas para la “reconstrucción”. La guerra se venía gestando desde hace tiempo, necesaria para liberar las tensiones imperialistas, que aumentan al ritmo de las recurrentes crisis económicas. El enfrentamiento entre la OTAN y Rusia fue preparado por la OTAN desde 2014. Una guerra “por procura”, librada enviando a los proletarios ucranianos a la masacre. En las intenciones de Estados Unidos, el objetivo no era solo debilitar a Rusia, sino también a Alemania, un aliado pero temible competidor en los mercados internacionales. El patrimonio ruso de materias primas ha permitido a Berlín en las últimas décadas desarrollar su potencial industrial, convirtiendo a Alemania en uno de los mayores países exportadores del mundo. Alemania, líder de la Europa unida, es un competidor imperialista para Estados Unidos, junto con China. Significativo de la voluntad de Estados Unidos de romper el vínculo entre Alemania y Rusia fue el sabotaje de los gasoductos Nord Stream. Diferente es el impacto que la guerra está teniendo en Rusia. Las industrias de armamento trabajan a pleno rendimiento; la manufactura, la alimentación y el sector agrícola han sido protegidos, paradójicamente, por las sanciones occidentales. La exportación de combustibles fósiles se ha desplazado hacia los mercados asiáticos y Turquía, pero continúa la del gas natural hacia Europa. Esta guerra no tiene ningún carácter progresivo ni realmente defensivo. Es una guerra imperialista en dos frentes, el ruso y sus aliados, y el ucraniano y sus aliados. Es una guerra contra el proletariado internacional, una guerra que prepara el enfrentamiento más general entre los mayores imperialismos. El gobierno alemán, que parece sometido a las imposiciones de ultramar, está expandiendo su ya importante industria militar, un sector que no teme crisis de sobreproducción y que está destinado a crecer enormemente en los próximos años, aunque actualmente no es suficiente para sacar al país de la crisis económica. Por otro lado, la pretensión de excluir a Europa del gas ruso no ha tenido éxito del todo, ya que todavía representa alrededor del 15% en el Viejo Continente, y fuera de él, Turquía se posiciona como un centro para el GNL de Moscú. Estados Unidos, que mantiene aún 36.000 soldados fuertemente armados en Alemania, sigue siendo el amo del mundo. Pero su hegemonía se está debilitando progresivamente. El principal enemigo es China, que no puede dejar de expandir su esfera de influencia. Pero Estados Unidos, mientras tanto, reprende a sus aliados en Europa y a Rusia, que representa un imperialismo menor, principalmente económico, aunque arriesgándose a empujarla hacia los brazos de China. Pekín es ahora la mayor potencia comercial del mundo y tiene un aparato productivo solo superado por el de Estados Unidos. Sin embargo, llegó a presentarse como una potencia global cuando el mundo ya estaba fuertemente ocupado por otros Estados imperialistas, principalmente Estados Unidos. Por lo tanto, China en este momento histórico se encuentra en una posición de debilidad desde el punto de vista estratégico militar. Su acción diplomática no se muestra agresiva, reclamando la apertura del mercado mundial, el diálogo y la colaboración entre los Estados – el “multilateralismo” – y evitando los conflictos. Es la misma política seguida por Washington en los años veinte del siglo pasado, cuando Gran Bretaña todavía era dueña de los mares con sus flotas de cañoneras. Estados Unidos, con la fuerza de su joven aparato industrial, esperaba convertirse en preponderante en el mercado mundial. Es la misma lógica del beneficio capitalista que, en lugar de fortalecerla, ha llevado a la crisis a la industria bélica de Estados Unidos. Mañana ocurrirá lo mismo con China.
La ofensiva rusa en el Donbass continúa. Movilizadas nuevas tropas en los últimos meses, ahora cuenta con un ejército más numeroso y mejor armado que el ucraniano: los ucranianos apenas despliegan 250.000 soldados, los rusos más del doble. Los soldados ucranianos pintan un cuadro desolador de la situación. Cada vez son más evidentes las dificultades para reemplazar las pérdidas en el frente. La industria está de rodillas, habiendo perdido el 90% de su capacidad productiva debido a los bombardeos rusos, especialmente sobre las centrales eléctricas. Incluso el llamado al frente de militares desde la retaguardia, y la caza de fugitivos en el extranjero y de desertores en el interior no ha dado resultados. Además, «la disminución constante de la calidad de los militares ucranianos, debido también a los reducidos tiempos de entrenamiento, determina pérdidas cada vez mayores, favorecidas también por el hecho de que los rusos logran expresar un volumen de fuego seis o siete veces superior» (Análisis Defensa, 8 de junio). Noticias recientes de la estadounidense CNN hablan de una fuerte desmoralización en las fuerzas armadas ucranianas y señalan que las deserciones crecen a un ritmo vertiginoso. «En los primeros cuatro meses de 2024, los fiscales militares han abierto procedimientos contra casi 19.000 soldados que han abandonado sus posiciones o desertado. Probablemente son datos incompletos porque muchos oficiales no informan de las deserciones y ausencias esperando que los soldados regresen voluntariamente, sin incurrir en castigos. Esto es tan común que Ucrania ha despenalizado la deserción y las ausencias si se cometen por primera vez. Los nuevos soldados, al ver lo difícil que es la situación, enfrentándose a los numerosos drones, piezas de artillería y morteros enemigos, asignados a una posición, si sobreviven no regresan. Se niegan a ir a combatir, o encuentran la manera de dejar el ejército». La falta del Partido de clase, la ausencia de un movimiento obrero organizado, la contrarrevolución imperante, el individualismo rampante impiden que hoy este rechazo a combatir adquiera un aspecto colectivo, y se transforme en un movimiento contra la guerra imperialista que, partiendo de las trincheras, involucre a los proletarios de las ciudades ucranianas asumiendo connotaciones clasistas y anticapitalistas. Pero ciertamente representa un primer paso en esta dirección. También del lado ruso hay dificultades en este sentido, aunque en menor medida dado que Rusia tiene más del doble de la población ucraniana. «El The New York Times informó que en mayo las fuerzas de Moscú habrían perdido en promedio más de mil militares entre muertos y heridos cada día» (Análisis Defensa, 2 de julio). El 16 de septiembre, un decreto aumentó los efectivos en las Fuerzas Armadas a 1,5 millones de hombres, frente a los 1,32 millones anteriores. Desde el inicio del conflicto en Ucrania, Rusia ha reclutado a más de 600.000 militares por contrato y, según fuentes ucranianas y occidentales, continúa reclutando a 30.000 al mes, a pesar de que el mercado laboral en Rusia registra pleno empleo y ofrece salarios crecientes.
La guerra en Ucrania está poniendo de manifiesto el carácter cada vez más destructivo de la guerra moderna. Destruir lo más posible es el mantra que se impone a los generales, con bombas, misiles, drones, de un poder destructivo cada vez mayor. Parece que las Fuerzas Armadas ucranianas necesitan más de 200.000 proyectiles al mes, que cuestan en promedio 4.000 $ cada uno. Ciertamente los rusos usarán aún más, ¡pero al parecer les cuestan 1.000 $ por pieza! ¡Un verdadero negocio para el capital atlántico! Pero la industria militar occidental actualmente no puede satisfacer las cantidades requeridas. «La Unión Europea ha tenido que posponer hasta finales de 2024 la entrega de un millón de proyectiles de artillería prometidos a Kiev en marzo de 2023 con suministros dentro de un año. Limitaciones productivas relacionadas también con la escasez de materias primas, como el ácido nítrico y la nitrocelulosa. A las proclamas belicosas de los líderes políticos europeos no parecen corresponder capacidades concretas para sostenerlos». Los países occidentales están comprometidos en incrementar sus capacidades productivas de armas, y también en revisar las decisiones de política industrial en este campo, que deberá centrarse más en la cantidad que en la calidad. Pero la industria militar, para realizar inversiones, quiere garantías de que la guerra continúe para no arriesgarse a que una paz no deseada llene los almacenes. El proletariado, tanto el ucraniano como el ruso, en estos años masacrados por la política belicista de sus gobiernos, sacará las lecciones correctas y se levantará contra el criminal mandante, el régimen burgués y su Estado. Esta es la única verdadera esperanza de una paz duradera, la transformación de la guerra entre Estados en una guerra entre clases para derrocar el régimen del trabajo asalariado y establecer la dictadura del proletariado, que abra el camino al comunismo. Las compañeras que estudian el tema han propuesto este borrador de una primera parte de tesis, presentada en la reunión, relativa a la historia que precede al capitalismo. 1. Llamamos familia al conjunto de relaciones reproductivas y de parentesco. Así como las primeras comunidades se organizaron para el trabajo productivo, basándose en una tecnología rudimentaria, también lo hicieron para el apareamiento y la procreación, así como para la educación y protección de los hijos. La familia es, por tanto, en sus diversas formas, una relación de producción, adaptada a los diferentes entornos y a las fuerzas productivas disponibles. La economía abarca todo el vasto complejo de actividades humanas, con influencia en el entorno natural. El determinismo económico abarca toda la historia de la especie y explica tanto la llamada esfera pública como la doméstica. Así como la propiedad privada y el Estado no son eternos, tampoco lo es la actual modalidad de relaciones sexuales y de parentesco, la familia patriarcal, hetero-normativa y monógama. Este pretendido valor social fundamental, que caracteriza a las sociedades basadas en la propiedad privada, es solo una institución transitoria. Al no tener ninguna base fuera de la determinación material, será destruida por la victoria del comunismo: la teoría materialista ha analizado la totalidad de su desarrollo y ya la ha condenado. 2. La primera forma de sociedad prehistórica, llamada salvaje por la literatura científica del pasado y actualmente de cazadores-recolectores, fue definida como comunismo primitivo por el marxismo. En este vasto período, la especie humana no conocía ni la propiedad privada ni la explotación, ni el Estado. Era el período en el que predominaba la apropiación por parte de la humanidad de los productos en estado natural; los productos del arte humano eran principalmente herramientas que asistían esta apropiación. Las principales actividades de esta época eran la caza y la recolección. La mayoría de los cazadores eran de sexo masculino, la mayoría de los recolectores de sexo femenino, pero algunos eran cazadores y recolectores, y el ser cazador o recolector no estaba determinado por el sexo. La oposición de roles entre hombres y mujeres, y las limitaciones relacionadas, aún no habían aparecido. Las relaciones sexuales y amorosas polígamas tendían a darse entre cazadores y recolectores en lugar de entre los sexos masculino y femenino, pero no estaban excluidas entre cazadores y entre recolectores. La elección de parejas se basaba esencialmente en la compartición de habilidades necesarias para la supervivencia material. Como consecuencia, la hetero-normatividad aún no había aparecido. La llamada barbarie tenía tres etapas: inferior, que describe a los primeros seres humanos anatómicamente modernos; intermedia, que comienza con el uso del fuego; y superior, que marca el ascenso del homo sapiens con la invención del arco y la flecha. Las relaciones familiares de las dos primeras etapas fueron llamadas familia consanguínea, en la que los grupos matrimoniales se separan según las generaciones y solo los ancestros y la progenie, y los padres e hijos, están excluidos de las relaciones amorosas y sexuales. Durante la etapa superior emergió y se difundió gradualmente en la especie lo que se llamó familia punalua (de punalua, que significa querido compañero), en la que los hermanos y hermanas por parte de madre están excluidos de la reproducción. Aquí apareció una relación de parentesco llamada gens, que consistía en las hermanas y sus hijos, junto con los hermanos por parte materna, y en la que a las mujeres se les atribuían las funciones de responsabilidad y toma de decisiones, tanto en el hogar como en los asuntos de la tribu. Las formas de familia que existían durante la época de la barbarie eran matrilineales, y finalmente matriarcales con el desarrollo de la gens. 3. A la barbarie le siguió el barbarismo, el período en el que la humanidad aprendió a criar animales domésticos y a practicar la agricultura, adquiriendo métodos para aumentar la oferta de productos naturales a través de la actividad humana organizada. La barbarie también tuvo tres fases: la inferior, que se remonta a la introducción de la cerámica, basada en el uso del calor para transformar materias primas; la intermedia, que comienza en el hemisferio oriental con la domesticación de animales y en el occidental con el cultivo de plantas para la alimentación, mediante la irrigación; y la superior, que comienza con la fusión del mineral de hierro y pasa a la civilización con la invención de la escritura. Las etapas inferiores y medias del barbarismo, como la barbarie, eran sociedades comunistas primitivas. Con el advenimiento de la primera fase del barbarismo apareció una nueva forma de familia, llamada familia de pareja. Las relaciones sexuales por un período más o menos largo entre los mismos individuos ya ocurrían en las formas familiares anteriores; se volvieron más estables a medida que la gens se desarrollaba y el número de “hermanos” y “hermanas”, entre los cuales el matrimonio estaba excluido, aumentaba, lo que llevó a la prohibición del matrimonio entre todos los parientes. En esta etapa la pareja vivía junta, pero el vínculo matrimonial podía ser fácilmente disuelto por uno de los dos miembros y, después de la separación, los hijos seguían perteneciendo, como antes, a la madre. La relación de pareja no era aun exclusivamente reproductiva heterosexual, sino del tipo heredado de la barbarie, aunque la oposición entre los roles sociales de hombres y mujeres comenzaba gradualmente a desarrollarse. La familia de pareja, por sí misma demasiado débil e inestable para hacer necesaria o incluso imponer una vivienda separada, no sustituyó la casa común heredada de tiempos anteriores. La economía doméstica comunista se basaba en la supremacía de las mujeres en el hogar y la continuación del matriarcado. En el período de transición entre la etapa media y la superior de la barbarie, sin embargo, la familia monógama se desarrolló a partir de la familia de pareja. Se distinguía del matrimonio de pareja por estar definida en conceptos de género socialmente definidos de hombre y mujer y por la fuerza mucho mayor del vínculo matrimonial, que ya no podía ser disuelto por voluntad de uno de los dos miembros, sino solo por el hombre. El matrimonio monógamo llevó a las mujeres a la violenta sumisión al deseo de los hombres. Así nació el patriarcado, y con él la primera forma de esclavitud. Sobre la base de la familia monógama, durante la barbarie superior, aparecieron los modos de producción llamados despótico, asiático o esclavista. Junto con la propiedad privada se hizo necesaria la institución llamada Estado. “La primera oposición de clase que aparece en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre hombre y mujer en el matrimonio monógamo, y la primera opresión de clase coincide con la del sexo femenino por parte del masculino (...) Es la forma celular de la sociedad civil, en la que ya se puede estudiar la naturaleza de las oposiciones y contradicciones plenamente activas en esa sociedad” (Engels). 4. A la barbarie le siguió la civilización, es decir, la sucesión de sociedades de clase. El aumento de la producción en todos los sectores había dado a la fuerza laboral humana la capacidad de producir cantidades mayores de las necesarias para su mantenimiento. Al mismo tiempo aumentaba la cantidad de trabajo requerido. La guerra proporcionó estas nuevas fuerzas de trabajo: los prisioneros de guerra fueron transformados en esclavos. Así nació la división de la sociedad en dos clases: amos y esclavos, explotadores y explotados. La distinción entre ricos y pobres apareció pronto junto a la de libres y esclavos. Finalmente, las desigualdades de propiedad entre los jefes de familia individuales llegaron a romper las viejas comunidades domésticas, donde aún habían logrado sobrevivir, y con ellas su cultivo común de la tierra. Junto a la riqueza en bienes y esclavos, junto a la riqueza en dinero, apareció ahora también la riqueza en tierra. Así, el modo de producción llamado esclavitud, la forma peculiar del mundo antiguo, evolucionó del modo de producción despótico y se volvió dominante. La existencia de la esclavitud, junto a la familia monógama, marcó el patriarcado desde el principio. La monogamia, siempre para la mujer, a menudo no era impuesta al hombre. El amor y la sexualidad, inicialmente actividades libres de la vida de la especie, fueron sometidos a las rígidas normas morales del orden clasista, llevando a una represión habitual y legal generalizada. Los instintos sexuales alienados se convirtieron en una herramienta en manos de la clase dominante. A los hombres en guerra se les prometían mujeres y niños para violar o esclavizar. Nace la prostitución de mujeres, de condición y posición social miserables, aunque haya excepciones. La oposición rígida y exclusiva entre hombre y mujer tuvo la consecuencia tardía del surgimiento de la homofobia y la transfobia, hasta entonces desconocidas en las comunidades humanas. Las esposas legales estaban confinadas en casa, excluidas de la vida pública. Incluso el pequeño número de reinas reinantes que emergieron en esta época gobernaron en nombre y en defensa del patriarcado. La forma de familia que correspondía a la civilización, y que con ella se afirmó definitivamente, era la familia patriarcal, hetero-normativa y monógama, con el dominio del hombre sobre la mujer y del padre sobre los hijos y el hogar, así como la definición de roles de género predefinidos y la transformación de los seres humanos en propiedad privada. 5. El feudalismo es un modo de producción basado en siervos de la gleba ligados a la tierra, en lugar de esclavos, que pertenecen a un amo. Surgió como consecuencia del enfrentamiento entre civilizaciones esclavistas y bárbaras. Ya había aparecido en la antigüedad, pero se volvió dominante solo con el desmoronamiento de las viejas sociedades esclavistas. El patriarcado se intensificó durante el feudalismo. Estaba en el interés del señor que sus siervos se reprodujeran, porque sus hijos aumentarían el número de sus trabajadores e incrementarían sus ingresos. El feudal tenía un poder casi ilimitado sobre sus siervos. En muchas sociedades feudales podía obligar a cualquier hombre y mujer adulto a casarse, e imponer con quién debía casarse, incluso en el caso de viudas y viudos. Como señor de sus súbditos, se consideraba autorizado a mantener relaciones sexuales con sus siervas. Mientras tanto, crecía la prostitución; en las ciudades se gestionaban burdeles, de propiedad comunal, estatal o eclesiástica, cuyos beneficios iban a engrosar las respectivas arcas. Sin embargo, las persecuciones contra las prostitutas, a veces feroces, provenían de los mismos hombres que demandaban y mantenían la prostitución. La ideología religiosa predicaba la moral corriente y difundía el miedo y los sentimientos de culpa entre las mujeres, junto con la homofobia y la transfobia, manteniendo y reforzando así la institución de la familia patriarcal. 6. El patriarcado y la civilización se impusieron en un mundo que durante cientos de miles de años había vivido en el comunismo primitivo. El surgimiento de la explotación y la opresión llevó a la revuelta de los explotados y oprimidos. Las civilizaciones antiguas fueron sacudidas por grandes rebeliones de esclavos y las medievales por rebeliones de campesinos, en ambas las mujeres participaron activamente. Hubo corrientes filosóficas, tanto antiguas como medievales, que expresaron consternación y disgusto por la condición de las mujeres, lamentando el inmenso desperdicio de potencial humano causado por su prisión doméstica. No es casualidad que los mismos filósofos que rechazaban la familia monógama también abogaran por la abolición de la propiedad privada y soñaran con un futuro comunista para la humanidad. Fueron los precursores de los modernos socialistas utópicos, y por tanto también del marxismo, un eslabón en la trayectoria milenaria que conecta al humano tribal ancestral con el miembro de la futura comunidad armoniosa.
Aunque las grandes rebeliones de esclavos y campesinos dieron fuertes y temibles
asaltos a la conservación social, en las sociedades antiguas y medievales las
condiciones no estaban maduras para la victoria y la emancipación de los
explotados y oprimidos; como consecuencia, estos movimientos fueron derrotados
sin excepción. Como aún se trataba de economías de escasez, no era posible ni un
retorno al comunismo primitivo ni un avance hacia el comunismo moderno. El
surgimiento de un movimiento potencialmente capaz de tomar el poder y hacer
avanzar a la sociedad humana hacia el comunismo solo fue posible con el
surgimiento del proletariado moderno, la clase explotada de un mundo que
finalmente producía en abundancia, aunque continuaba sin satisfacer las
necesidades de muchos.
Burkina Faso es un país sin salida al mar en África occidental, que limita con Malí al norte y Ghana al sur. Económicamente, es un país atrasado, con gran parte de su actividad centrada en la agricultura, que emplea alrededor del 80% de la fuerza laboral, con una parte considerable dedicada a la agricultura de subsistencia. La población campesina es muy numerosa en el norte, mientras que la industria capitalista se concentra en el sur, cerca de Uagadugú, la nueva sede del gobierno. En el sur se ubican los servicios, que en 2023 representaban el 48% del PIB, mientras que la manufactura es inferior al 10%, según el Banco Mundial. El PIB per cápita del país era de solo 774,84 dólares en 2019; la población, estimada en 21 millones en 2020, crece a un rápido ritmo del 2,86% anual. La economía mercantil históricamente se ha basado en el cultivo de algodón. En los últimos años, las exportaciones de oro han ganado gran importancia. En 2018, el oro y el algodón representaron el 85% de las exportaciones. A pesar de esto, la mayoría de la población rural sigue empobrecida, en particular las mujeres, que tienen un acceso limitado a la tierra y al poder de decisión. La pobreza, aunque disminuyó del 47% en 2009 a alrededor del 40% en 2014, sigue siendo muy extendida, especialmente en las áreas rurales. Las principales causas de la pobreza de los campesinos son: la falta de tierras cultivables, la insuficiencia de las redes de transporte y comunicación, el clima y la baja productividad agrícola. Debido a los bajos niveles de mecanización y la limitada diversificación de cultivos, la agricultura de Burkina sigue siendo vulnerable a los cambios climáticos, en particular a la sequía, lo que hace que la productividad agrícola sea volátil y dependa de los precios del mercado internacional. Entre 2010 y 2016, la economía de Burkina fue una de las de más rápido crecimiento en África, con tasas medias del 6,82%. Sin embargo, en 2019 el crecimiento cayó al 5,68% debido a una combinación de crecientes amenazas a la seguridad por parte de grupos islamistas y la pandemia de Covid-19.
El colapso del imperialismo francés en la región se manifestó por primera vez en Malí, donde dos golpes de Estado en menos de un año demostraron el declive de la influencia francesa. Como hemos escrito en nuestra prensa: «en Burkina Faso, una sucesión igualmente rápida de dos golpes de Estado llevó al ascenso al poder en septiembre de 2022 del capitán del ejército Ibrahim Traoré». Este alejamiento del dominio francés allanó el camino para la participación rusa, en particular a través del Grupo Wagner y otras compañías militares privadas (PMC) rusas, que en ese momento se reorganizaron en el Cuerpo Africano, que estableció una presencia en la región. La mayor parte de estas fuerzas se encuentra en Malí, combatiendo a los separatistas tuareg. El descontento que alimentó estos golpes de Estado no se debió solo a la incapacidad de los regímenes anteriores para combatir las insurgencias yihadistas, sino también al dramático aumento de los precios de los alimentos y la extendida inestabilidad social, que jugaron un papel fundamental. En 2023, más de 2 millones de burkineses estaban desplazados internamente y casi 150 mil habían buscado refugio en países vecinos. Las Naciones Unidas informan que casi la mitad del territorio de Burkina Faso está ahora fuera del control gubernamental, y los dos principales grupos extremistas islámicos – el afiliado de al-Qaeda Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM) y el Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) – aprovechan el caos para expandir su influencia, especialmente en las regiones del norte, donde se concentra la población campesina y donde también hay un gran número de jóvenes desempleados. Estos dos grupos a menudo compiten entre sí por el territorio y la influencia, pero son conocidos por cooperar contra las fuerzas gubernamentales.
Las condiciones de los campesinos en el norte son particularmente desastrosas. Dado que grupos islamistas como JNIM han fortalecido su control, los campesinos se han encontrado atrapados entre la violencia de estos grupos y las duras represalias del ejército. El norte ha sido testigo de algunos de los ataques más brutales. Entre estos, la ejecución de 223 civiles por parte del ejército burkinés en abril de 2024: las autoridades culparon a los combatientes islámicos, afirmando que a menudo se disfrazan de soldados. En 2020, antes del golpe de Estado, el entonces presidente Roch Marc Christian Kaboré, después de un ataque terrorista a un convoy minero ocurrido unos meses antes, había formado los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP), una milicia ciudadana separada del ejército creada específicamente para combatir a los insurgentes islamistas. Después del golpe de Estado, el gobierno de la junta declaró haber reclutado a 90.000 hombres. Los grupos islamistas del norte a menudo atacan y tienden emboscadas a los pueblos que se sospecha que se unen al VDP o al ejército. Debido al conflicto, el proceso de proletarización se ha acelerado en Burkina Faso, con muchos campesinos obligados a abandonar sus tierras. Dado que los pueblos son invadidos por los islamistas o destruidos por las operaciones militares, estos campesinos no tienen más opción que migrar hacia los centros urbanos o cruzar las fronteras de los países vecinos en busca de trabajo. Esta migración a menudo está impulsada por la necesidad de enviar remesas a sus familias, que quedan atrapadas en condiciones cada vez más desesperadas. La junta burkinesa ha intentado militarizar la sociedad como solución a la crisis, pero esto no ha hecho más que agravar los sufrimientos de la clase obrera y campesina. El presupuesto del Estado, tensionado por los compromisos militares, ha llevado a la imposición de nuevos impuestos, empeorando las terribles condiciones del proletariado. El reclutamiento obligatorio de miembros de los sindicatos en el ejército, como fue denunciado por la Unité d’action syndicale (UAS), refleja la desesperación del régimen por fortalecer sus filas militares. A pesar de estos esfuerzos, la efectividad del ejército sigue en duda. En junio de 2024, el JNIM mató a 107 soldados en un solo ataque; a principios de agosto, más de 200 personas, incluyendo 50 civiles, fueron asesinadas en otra emboscada del mismo grupo; más tarde, en el mismo mes, en otro ataque mataron a alrededor de 200 personas. Estas continuas pérdidas militares han debilitado la legitimidad de la junta y de su líder Traoré, quien llegó al poder prometiendo que, a diferencia de la administración anterior, enfrentaría la insurrección islamista. No es de extrañar que el gobierno parezca estar evitando un número creciente de intentos de golpe de Estado por parte de fuerzas internas y externas.
El alineamiento con Rusia ha traído consigo una nueva forma de explotación imperialista. La llegada de asesores militares rusos y la entrega de grano desde Rusia no son signos de liberación, sino indicadores de la continua dependencia de Burkina Faso de las potencias extranjeras. Como hemos observado, «una vez más, la guerra se convierte en una forma de moldear la sociedad a imagen y semejanza del capital, enmarcando la fuerza laboral con la disciplina militar, creando ejércitos proletarios de reserva despoblando las áreas rurales, interceptando las inversiones y la ayuda de las potencias imperialistas extranjeras». El aumento de la influencia rusa, especialmente en forma de ayuda militar, ha incrementado la militarización de la sociedad burkinesa, con consecuencias desastrosas para el proletariado y los campesinos.
La reciente ola de calor en Burkina Faso, que ha visto las temperaturas superar los 45 grados, subraya la vulnerabilidad ambiental de esta nación, exacerbada por el capitalismo global, no menos por el de los grandes Estados capitalistas, y su explotación implacable de la naturaleza. La crisis ha alcanzado niveles catastróficos. A finales de 2023, 42.000 burkineses sufrían de inseguridad alimentaria extrema y otros millones estaban al borde de ella. La situación es grave en las ciudades bloqueadas bajo el control de los islamistas, donde las restricciones a la circulación impiden la entrega de ayuda. Más de 6.100 escuelas han sido cerradas y las instalaciones sanitarias son gravemente insuficientes, dejando a 3,6 millones de personas sin acceso a atención médica. El conflicto en curso y la respuesta militarizada de la junta también han impulsado un aumento del tráfico de drogas a través del Sahel, con Burkina Faso convirtiéndose en tierra de tránsito para los estupefacientes destinados a Europa. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) informó que en 2022 se incautaron 1.466 kilogramos de cocaína en Malí, Chad, Burkina Faso y Níger, en marcado contraste con los solo 13 kilogramos incautados entre 2013 y 2020. Este aumento del tráfico de drogas subraya la incapacidad de los Estados del Sahel para controlar sus fronteras. En Burkina Faso, como hemos dicho, el gobierno de la junta controla solo la mitad del país.
El apoyo popular a la junta, en particular entre el proletariado y la pequeña burguesía, es en gran parte el resultado de la retórica nacionalista y “anti-imperialista” del régimen. Sin embargo, este apoyo es frágil y depende de la capacidad de la junta para cumplir sus promesas de seguridad y estabilidad. La reciente extensión de 60 meses del gobierno de la junta, con el pretexto del “diálogo nacional”, ha extendido aún más el poder en manos de Ibrahim Traoré, permitiéndole presentarse a futuras elecciones y consolidar su régimen.
Con una movida que indica un mayor control sobre sus recursos naturales, el gobierno ha nacionalizado dos minas de oro, pero a un alto costo. Las minas habían sido objeto de controversia entre Endeavour Mining, con sede en el Reino Unido, y Lilium Mining, una filial de la empresa de inversiones estadounidense Lilium Group. El acuerdo alcanzado establece que Lilium transferirá la propiedad de las minas al gobierno burkinés, mientras que Endeavour recibe 60 millones de dólares y una regalía del 3% sobre un máximo de 400.000 onzas de oro producidas en una de las minas. Si bien la nacionalización afirma la soberanía de Burkina Faso sobre sus recursos, también subraya la continua dependencia del país de los capitales extranjeros para la generación de ingresos. El Grupo del Banco Africano de Desarrollo (AfDB) ha aprobado un paquete de financiación concesional de 6 millones de euros del Fondo de Energía Sostenible para África (SEFA) para la construcción de una planta solar de 18 MW en Dédougou, a 250 km al oeste de la capital, Uagadugú. Aunque el acuerdo se había acordado originalmente antes de la toma del poder por la junta, las burguesías de África occidental y Europa parecen haberse adaptado a los nuevos gobiernos del Sahel, viendo en ellos oportunidades de lucro. El proyecto solar, propiedad en parte del AfDB y gestionado por la empresa francesa de energías renovables QAIR, tiene la intención de vender energía al gobierno a un precio fijo, como se acordó antes del golpe de Estado.
El año pasado, Níger, Malí y Burkina Faso – cada uno de los cuales ha sufrido golpes de Estado en los últimos años – formaron la Alianza de los Estados del Sahel (AES), con el objetivo principal de fortalecer la cooperación en materia de seguridad contra los grupos islamistas y las insurrecciones étnicas que desestabilizan la región. Este año, la alianza ha evolucionado hacia la Confederación de los Estados del Sahel, con el objetivo expreso de profundizar aún más los lazos económicos y políticos entre los países miembros. La ambición de la AES es adoptar una moneda común. Las discusiones sobre la compartición de sectores como la agricultura, el agua y la energía forman parte de amplios proyectos para alcanzar la “soberanía económica”. La AES ha decidido retirarse de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (ECOWAS), acusada de no brindar un apoyo adecuado contra las amenazas islamistas. También declara oponerse al dominio imperialista de las potencias occidentales, en particular de Francia y Estados Unidos. Sin embargo, como ha demostrado la historia, una verdadera independencia económica es imposible dentro del capitalismo, ya que estas naciones siguen integradas en el sistema imperialista global dominado por imperialismos más poderosos. La formación de la Confederación marcaría, no obstante, un desarrollo significativo en la región. La fusión más estrecha de los Estados del Sahel representa un avance progresivo: unificar la economía, las infraestructuras y las instituciones de diferentes países significa también unificar a la clase obrera. Esto, incluso si la Confederación llegara a beneficiar a los imperialismos de otros países, como Rusia, China, Turquía o Irán. Sin embargo, la trayectoria de esta nueva Confederación sigue siendo incierta. Queda por ver hasta qué punto se materializará este elemento progresista. Podría evolucionar hacia convertirse en un proxy de Rusia en África, como alternativa a la opresión de Occidente, o podría colapsar bajo las presiones externas, a través de golpes de Estado, insurrecciones islamistas o inestabilidad inducida. O bien, la Confederación podría resultar ser solo simbólica e ineficaz, sumisa a las potencias extranjeras y dependiente de ellas como antes, a pesar de la retórica de “soberanía” y “anti-imperialismo”.
En 1922 alcanzó la máxima influencia el Partido Comunista de Turquía. Durante este periodo, la facción oportunista y conservadora de Resmor, por razones patriarcales, se opuso a la presencia de compañeras en las reuniones, lo que obligo a la vieja guardia del partido a pasar a la oposición. En las secciones regionales del partido se formó una facción de izquierda y revolucionaria alrededor de Ruşen Zeki, mientras que los dirigentes centrales de izquierda eran Navshirvanov y Hacıoğlu. Mientras tanto, la sección de Eskişehir del Partido Socialista de Turquía, que contaba con 2.000 trabajadores, solicitó su adhesión y muchos fueron admitidos de forma individual. Bajo la influencia del Partido Comunista de Constantinopla, miles de trabajadores turcos, griegos, armenios, judíos, etc., se unieron en sus sindicatos, como la Unión Internacional de Trabajadores, y celebraron el Primero de Mayo en Constantinopla. En 1924, Ginzberg describió los acontecimientos de la manifestación de Constantinopla: «El Partido Comunista de Constantinopla tenía a la masa de los trabajadores bajo su influencia, como se demostró en la manifestación del 1 de mayo de 1922, a pesar de la ley marcial, el tribunal militar y la orden especial de prohibición. Este partido logró sacar a la calle a más de 6.000 obreros de diferentes nacionalidades bajo su dirección absoluta (...) La organización sindical contaba con más de 4.000 obreros y fuertes núcleos comunistas en casi todos los sindicatos que los dirigían (...) El Partido Socialdemócrata fue completamente aniquilado por el Partido Comunista y dejó de existir como partido». Pero la izquierda de Constantinopla no sólo tuvo que enfrentarse a la represión gubernamental. Después de la manifestación del Primero de Mayo, los anarquistas en la Unión Internacional de Trabajadores se alarmaron ante la creciente influencia comunista y decidieron actuar. Ginzberg describió así los eventos: «Después del 1 de mayo de 1922 comenzó una dura lucha entre las tendencias anarcosindicalistas y comunistas (...) El secretario general en el pleno de junio exigió la retirada de la Internacional Sindical Roja. Sin embargo, resultaron ser minoría frente a la actividad y la actitud enérgica de los miembros del Partido Comunista de Constantinopla. En las elecciones que siguieron, los miembros del Partido Comunista de Constantinopla fueron elegidos como secretario en el Comité Central y en el periódico». El Partido Comunista de Constantinopla impulsó la formación de una Confederación General del Trabajo e invitó al círculo del periódico “Aydınlık” (Claridad) -compuesto por los restos del Partido Socialista Obrero y Campesino – con el fin de extender su influencia sobre las masas musulmanas. En el informe citado, Ginzberg describe los eventos: «El 15 de julio se inauguró la conferencia. Participaron 23 delegados en representación de 22.000 trabajadores organizados. Las primeras dos sesiones se dedicaron a las lecturas de informes sobre el estado de las organizaciones y a discursos. En la tercera sesión, se decidió por unanimidad que todos los sindicatos debían fusionarse y disolverse en una Confederación General del Trabajo (...) Pensamos en convocar una huelga general para obligar al gobierno a aceptar la IWU como Confederación General del Trabajo (...) Pero Aydınlık se negó a participar en la actividad práctica». El gobierno declaró ilegal el Congreso del Partido Comunista Popular de Turquía porque entre los participantes había delegados extranjeros del Comintern. Los días 15 y 16 de agosto, cerca de Ankara, se celebró ilegalmente el Segundo Congreso del Partido Comunista de Turquía. La sección de Constantinopla no pudo estar presente. El Partido estableció como prioridad la organización del movimiento sindical en todo el país, lo que llevó a la formación de los Sindicatos Rojos de Anatolia. El proyecto del programa del Partido decía: «El Partido considera su deber difundir entre las masas obreras y proletarias los ideales de la lucha de clases, la revolución social y el comunismo. El Partido organizará a las masas del pueblo trabajadora y utilizará todas sus fuerzas a su disposición para defender estas aspiraciones destinadas a garantizar los intereses de la clase obrera y de los campesinos pobres. La actitud del Partido Comunista frente a las organizaciones burguesas y pequeñoburguesas, con una visión idealista del mundo y un carácter conservador, se basa en el siguiente punto de vista: luchar sin descanso contra todo tipo de grupos pro-occidentales, establecer relaciones y cooperar en algunas cuestiones políticas con los populistas y otros partidos y grupos que defienden los intereses de los campesinos medio y de los intelectuales. El Partido Comunista Popular de Turquía no es un partido de individuos, sino de los sectores más progresistas de la clase obrera y campesina, con una disciplina organizativa interna de acero, persistente y decidida, dispuesta a sacrificarlo todo por la liberación del proletariado y los campesinos. Armado con los invencibles métodos marxistas, el Partido llama a todos los proletarios conscientes de Turquía a unirse a la lucha de clases por la liberación de toda la humanidad trabajadora de la explotación y la opresión en curso». Ruşen Zeki, miembro de la fracción más de izquierda y revolucionaria, y algunos otros compañeros advirtieron al Comintern de no considerara a la Gran Asamblea Nacional de Turquía como un gobierno revolucionario. M. Golman, delegado al Congreso, informó: «(Algunos camaradas) nos advirtieron en un lenguaje muy duro de no considerar a la Gran Asamblea Nacional turca como un gobierno revolucionario y de no ayudarla, porque con nuestro oro la policía puede hacer su trabajo, y con nuestro oro y armas el gobierno puede disparar contra los obreros y campesinos turcos». La Rusia soviética regaló al gobierno de Mustafa Kemal 3.065.000 rublos de oro y 100.000 de oro otomano en 1920, 9.400.000 rublos de oro en 1921 y 4.600.000 rublos de oro en 1922, por un total de 10.791.42 liras, así como 37.812 fusiles, 324 ametralladoras pesadas y ligeras y 44.587 cajas de municiones. Las críticas de la izquierda de anatòlica al hecho de que la Rusia soviética hubiera entregado todo este oro y estas armas a los kemalistas, sin que el movimiento comunista se beneficiara, eran compartidas por la izquierda del Partido en general. Sin embargo, a pesar de no estar de acuerdo con las objeciones de los militantes más radicales de la izquierda anatòlica sobre la conveniencia de apoyar al kemalismo, el Comintern apoyó a la izquierda contra los partidarios de Resmor. Durante el Cuarto Congreso del Comintern, en 1922, se tomó la decisión de fusionar todas las organizaciones afiliadas al Comintern en Constantinopla y Anatolia. Las protestas de los delegados del Partido Comunista de Constantinopla, como Ginzberg, contra tales decisiones del Congreso fueron excluidas de los registros taquigráficos. El delegado de Aydınlık, Sadreddin Celal, también expresó críticas sobre el apoyo dado a los kemalistas. La carta de Hacıoğlu a la Sección Oriental del Comintern expresaba el estado de ánimo general del Partido al respecto: «El reciente ataque e insulto sufrido por el Partido Comunista de Turquía en Anatolia por parte de la burguesía nacional, que ha adquirido su influencia sobre la clase a partir de la ayuda financiera y política del gobierno soviético, por intensa que sea, no puede obligar a los comunistas de Turquía a inclinarse ante la burguesía nacional, ni puede interrumpir las corrientes de la revolución social en Turquía». En el Congreso, la respuesta a este sentimiento general de la izquierda turca fue dada por Karl Radek: «No nos arrepentimos ni por un momento de haber dicho a los comunistas turcos que su primera tarea, después de organizarse como partido independiente, es apoyar el movimiento de liberación nacional en Turquía (...) Incluso en estos momentos de persecución decimos a los comunistas turcos: En la situación actual no olviden el futuro inmediato. La tarea de defender la soberanía turca, que tiene una gran importancia revolucionaria internacional, no ha terminado. Deben defenderse de sus perseguidores, deben responder golpe por golpe, pero deben entender que históricamente el momento de la lucha de liberación aún no ha llegado; todavía tendrán que recorrer un camino considerable con las fuerzas revolucionarias que ya comienzan a cristalizar en Turquía». De hecho, había una gran falta de claridad por parte del Comintern sobre la situación real en Turquía, cuya historia capitalista y revolucionaria nacional no se tenía en cuenta y el potencial del movimiento de clase se ignoraba. El 12 de diciembre, en el Segundo Congreso de la Profintern, la Unión Internacional de Trabajadores de Constantinopla, que contaba con unos 10.000 miembros, y las Uniones Rojas de Anatolia, que también contaban con 10.000 afiliados en otras ciudades, se fusionaron, formando la Liga de Uniones Rojas de Turquía. La IWU, bajo la dirección del Partido Comunista de Constantinopla, entro en acción contra las provocaciones y los ataques a los no musulmanes tras la toma de Esmirna por los kemalistas. En su informe de 1924, Ginzberg describió así la actitud general de la izquierda hacia los kemalistas desde el final de la guerra y su reacción contra el sentimiento nacionalista: «Para ilustrar a los trabajadores sobre sus intereses de clase y el significado de la “victoria” kemalista, el Partido Comunista de Constantinopla imprimió una declaración en turco: «La clase obrera acoge con satisfacción cada golpe asestado al imperialismo. Sin embargo, la burguesía kemalista ha llegado compromiso con los imperialistas con el armisticio de Mudanya. La burguesía kemalista no realizará las aspiraciones materiales de los trabajadores. Mientras antes era la policía británica, francesa e italiana, bajo el mando de los imperialistas extranjeros, la que reprimía las huelgas, hoy es la policía turca, bajo el mando de la burguesía kemalista, la que reprime la huelga de los tranviarios contra una empresa francesa pocos días después de su “victoria”. Tanto la burguesía turca como la extranjera son enemigas de la clase obrera. Solo a través de la lucha y la fuerza los trabajadores pueden imponer sus derechos a la burguesía de todo tipo. La burguesía turca está tratando debilitar las filas de los trabajadores con la demagogia chovinista. Los trabajadores turcos, griegos, armenios y judíos son hermanos y tienen un enemigo común: la burguesía en su conjunto. La unidad de todos los trabajadores, independientemente de su raza y nacionalidad, es la lucha contra la burguesía kemalista y el imperialismo». Aprovechando las grandes manifestaciones de calles, este volante fue distribuido entre los obreros que manifestaban y pegado en casi todas las paredes de la ciudad.
«Al mismo tiempo había una tendencia a masacrar a los griegos. En cada distrito
formamos secretamente comités de trabajadores turcos, griegos y armenios cuya
tarea era transformar una posible masacre racial en una lucha de clases. Los
miembros griegos, armenios y turcos de la UWI participaban juntos en todas las
manifestaciones de calles. Un fenómeno muy significativo: mientras las masas
quitaban los sombreros de las cabezas de los transeúntes y molestaban a los que
no llevaban fez, los miembros griegos, judíos y armenios de la IWU con sombreros
en la cabeza, junto con sus compañeros turcos, caminaban sin ser molestados
entre decenas de miles de manifestantes y participaban ampliamente en la acción
de romper con piedras las ventanas de las casas de los burgueses de diferentes
nacionalidades en los barrios ricos».
Obituario Un saludo a nuestro compañero Raimondo Desde nuestra Sección latinoamericana enviamos nuestro mensaje de solidaridad a la familia de nuestro camarada Raimondo, a sus hijos, a sus hermanos, a toda su familia. Sabemos que es dura la pérdida de un miembro de la familia y no hay consuelo para este vacío. Igual nuestro abrazo solidario a todos los camaradas que más compartieron con Raimondo esa vida de luchas que transitan todos los comunistas, de todos los tiempos, de todas las edades y todos los lugares. En ese afán constante de la lucha los comunistas siempre tienen una tarea por hacer, algo que decir, algo que escribir y parece que nunca alcanza el tiempo. Y se nos va la vida y mucho queda por hacer. Pero no buscamos consuelo en el más allá. Nuestro consuelo es que no somos imprescindibles, que alguien recogerá nuestro fusil y continuará con nuestra obstinada tarea de dirigir y encausar las fuerzas sociales que conducirán a la negación de la negación (la sociedad dividida en clases). Por aquí nos ha tocado ver como se han marchado valiosos camaradas que por décadas mantuvieron en alto las antorchas flameantes y juntos recorrimos escabrosos senderos. De esos camaradas nunca nos olvidamos y están presentes en lo que hacemos. Y como no somos eternos, sabemos que otros también partiremos y nos desintegraremos en la bioquímica de la naturaleza. Pero tenemos la certeza de que siempre habrá quien tome nuestra antorcha, como una fuerza anónima y sin edad, colectiva y orgánica, que continuará marchando hacia el horizonte rojo. Camarada Raimondo! Camaradas caídos! Siguen presentes en nuestro trabajo cotidiano, en la lucha por el comunismo, junto a la clase obrera! |