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8 de Marzo de 2019
Solo en el comunismo podrá volver a desplegarse la gran figura social e individual de las mujeres
Proletarias, compañeras,
En repetidas ocasiones el 8 de Marzo, durante muchos años, ha sido vaciado de su significado original de jornada de la lucha, para reafirmar las razones y necesidades de las mujeres trabajadoras, y se ha transformado en un enfermizo ritual conformista sin ningún vínculo auténtico con la causa de la emancipación femenina. Durante muchos años, la burguesía y las infelices clases medias se acariciaron con ramitas de mimosa, y solo derramaron lágrimas hipócritas sobre la dureza de la condición femenina. El Día Internacional de la Mujer se plegó así a las exigencias ideológicas de la dominación de la clase burguesa.
Pero hoy ha llegado el momento de que las mujeres de la clase trabajadora vuelvan a apropiarse del significado de esta jornada y de reanudar la lucha por una mejora efectiva de sus condiciones de vida y de trabajo.
Compañeras,
La crisis crónica de la economía capitalista hace pagar un precio cada vez más alto a toda la clase obrera. Pero es sobre las mujeres que deposita el mayor peso: los salarios no crecen, el ritmo de trabajo se intensifica, mientras aumenta la precariedad económica que arruina sus sueños para el futuro.
La doble opresión sobre la mujer proletaria se hace sentir en el abuso continuo al que es sometida, dentro y fuera del lugar de trabajo, en el continuo chantaje de patronos y propietarios, que la despiden cuando está embarazada o no la contratan si es madre y debe cuidar a los niños.
En todos los rincones del planeta, las mujeres proletarias tienen que hacer frente a la dificultad de ganar un salario para vivir y, al mismo tiempo, afrontar los problemas relacionados con la reproducción, la educación de los niños y las tareas domésticas, que a menudo pesan más sobre ellas.
Pero a las causas económicas de sus sufrimientos, en cada parte del mundo se agrega la herencia del antiguo patriarcado, que es vital incluso en el capitalismo más moderno, que impone a las mujeres una condición de subordinación y humillante acoso, hasta llegar en algunos casos a la inferioridad jurídica y a la segregación, restringiendo incluso fuertemente su libertad de acción y movimiento.
Si esto es todavía posible, es porque el capitalismo, frustrando las expectativas de una mejora general de la condición de las mujeres, más allá de las estrechas élites de la alta burguesía, no puede resolver el problema de su condición de subordinación. Por el contrario, debe perpetuarla para preservar la institución anacrónica de la familia, unidad de consumo de la sociedad burguesa y un lugar privilegiado para el individualismo más obtuso y antisocial. El patriarcado más oscurantista continúa floreciendo porque es indispensable para la economía capitalista.
Los aspectos crueles del patriarcado no son desconocidos incluso en los países económicamente avanzados, a pesar de que el acceso de tantas mujeres al trabajo asalariado les ha permitido salir de los muros domésticos. Pero esto no ha significado la conquista de condiciones mucho mejores, de esa vida que hoy, gracias al desarrollo de las fuerzas productivas, sería posible, ofreciendo posibilidades previamente desconocidas.
Proletarias, compañeras,
Para desatar las cadenas de la opresión de clase y de sexo en las mujeres, es necesario volver a la lucha de toda la clase trabajadora, por objetivos económicos comunes, que son, además de una legislación en defensa de la maternidad, el aumento del salario, la igualdad salarial y normativa entre trabajadores y trabajadoras, la reducción de la duración de la jornada de trabajo y el salario completo para los desempleados.
Al mismo tiempo, las trabajadoras deben rechazar la perspectiva engañosa de una lucha que una a las mujeres por encima de las diferencias de clase: no coincidiendo en absoluto los intereses de una mujer perteneciente a la clase burguesa con los de una obrera con un salario bajo e incierto o, por ejemplo, de una cuidadora o de una trabajadora doméstica que, de ser inmigrante, a menudo pasa muchos años a miles de kilómetros de la infancia y la adolescencia de sus hijos.
El capitalismo, incluso el más progresista, no puede curar las heridas más desvergonzadas que caracterizan la condición femenina. El mercantilismo capitalista no puede prescindir de condenar a millones de mujeres a la mercantilización de su cuerpo, un complemento necesario para la preservación de la institución reaccionaria de la familia y el matrimonio burgueses, un bastión que se encuentra en la base de la propiedad privada y un instrumento de la trasmisión hereditaria del patrimonio.
Las causas de las miserias y distorsiones en la vida sexual y reproductiva de la sociedad actual son, por lo tanto, eminentemente económicas. Por esta razón, la burguesía nunca cesará en la abominación de las intromisiones del legislador y del juez en la función reproductiva de la mujer. La moribunda sociedad de los burgueses es tan impotente para generar recién nacidos como para admitir una reproducción espontánea y sin restricciones.
Compañeras,
el compromiso con la emancipación de las mujeres de la opresión del patriarcado, solo podrá ser victorioso si se vuelve a converger en la lucha por el derrocamiento del régimen del capital.
La experiencia histórica nos enseña que en muchas situaciones fueron las mujeres quienes comenzaron la lucha revolucionaria de clase y aterrorizaron a las clases dominantes. Las mujeres proletarias tienen una fuerza subversiva que ciertamente no es inferior a la de sus compañeros varones. Pensar que la revolución rusa de febrero de 1917, que estalló con motivo del Día de la Mujer.
Pero incluso en la actualidad, ciertamente no de revoluciones, las mujeres han estado a la cabeza de numerosas luchas de la clase trabajadora. En enero pasado, las obreras textiles de Bangladés, en su huelga general, tomaron las calles afrontando la dura represión policial; en los Estados Unidos, las docentes se declararon en huelga en decenas de miles para obtener mejores salarios; en Italia hemos visto las trabajadoras en el sector agroalimentario, organizadas con el sindicalismo de base, luchar abiertamente y vencer.
Este es el camino, la lucha organizada en fuertes y combativos sindicatos, de toda la clase obrera, una lucha que, dirigida por el partido comunista, nos liberará finalmente de un pasado que ahora ha sobrevivido a sí mismo. ¡Una sociedad sin más clases y sin más opresión de la mujer está al alcance de la mano!
Un choque de fuerzas se observa hoy en Venezuela, cuando el gobierno norteamericano amenaza con invadir a ese país, monta un gobierno paralelo y aplica un cerco económico, cumpliendo con los mismos pasos dados en Libia. Pero no se trata del choque entre capitalismo y socialismo o entre democracia y dictadura, que la red mediática le presenta a las masas. Se trata de un choque entre facciones burguesas, pero principalmente un choque entre potencias imperialistas que se disputan el control de materias primas (principalmente el petróleo) y la protección de los capitales invertidos.
Punto de partida: las fuerzas en pugna
Las potencias imperialistas que tienen intereses en Venezuela y que mueven los hilos de las marionetas, de los movimientos pro-gobierno y opositores en Venezuela, son principalmente Estados Unidos por un lado y Rusia y China por el otro; cada uno con su frente de gobiernos aliados.
EEUU ha tenido en Venezuela un proveedor seguro de petróleo, una industria, una agricultura y un mercado dependientes y consumidores de sus productos, y gobiernos sometidos políticamente a sus designios. Cuando el chavismo tomó el control del gobierno hace 20 años, levantó un discurso nacionalista y, aunque mantuvo los negocios con las trasnacionales norteamericanas, abrió las puertas a capitales de diferentes potencias capitalistas, destacando China y Rusia, de manera de no depender exclusivamente de un solo polo imperialista. Hoy el gobierno burgués en Venezuela, controlado por el chavismo, sigue siendo un socio de las trasnacionales norteamericanas, pero ha crecido significativamente la inversión de capitales de China y de Rusia. Aunque el presidente Donald Trump respaldó al opositor Guaidó e impuso sanciones a Maduro y su gobierno, Estados Unidos sigue siendo el mayor cliente de petróleo de Venezuela.
Ninguna de estas potencias está dispuesta a poner en riesgo sus inversiones. Para EEUU en particular es de gran importancia geopolítica el control de Venezuela y su petróleo. Y ahora toman relevancia otros recursos disponibles en Venezuela como el oro, el hierro, el diamante, el coltán, minerales radioactivos, etc. Venezuela es un pastel de materias primas del que las diferentes potencias imperialistas quieren tener un pedazo.
Rusia ha inyectado más de US$ 17.000 millones en los últimos 20 años. Rusia se ha convertido en el socio comercial más importante de Venezuela en la Franja Petrolífera del Orinoco. La compañía petrolera estatal rusa, Rosneft, tiene un gran interés en el gobierno de Maduro. Rusia y Venezuela operan varias empresas conjuntas en la Faja Petrolífera del Orinoco y algunas son: Petro Monagas, Petro Miranda, Petro Victoria, Petro Perijá y Boquerón. Así mismo, en el 2017 la petrolera rusa Rosneft suscribió un nuevo acuerdo para ampliar sus operaciones y proyectos gasíferos en la Península de Paria, en el estado Sucre. En los últimos 15 años Rusia suscribió más de 260 acuerdos comerciales en diversas áreas, principalmente petróleo y minería, y otras como medicina, turismo y agricultura. En diciembre del 2018 el intercambio fue por alimentos, pues Putin prometió los últimos US$6.000 millones mediante más de 600.000 toneladas de granos.
En diciembre de 2016, Rosneft adquirió cerca del 50% de Citgo, una compañía petrolera propiedad del gigante energético venezolano PDVSA, ubicada en territorio estadounidense, como garantía de un préstamo de 1.500 millones de dólares al gobierno de Maduro. Al intentar el gobierno norteamericano tomar el control de Citgo, puso en riesgo los intereses rusos.
Rusia ha desarrollado con Venezuela una cooperación militar y durante esta crisis bombarderos rusos, capaces de entregar armas nucleares, volaron a Venezuela para participar en ejercicios conjuntos en diciembre de 2018.
China es el acreedor más importante de Venezuela. Del 2007 a 2016, los bancos estatales de China otorgaron 17 préstamos a Venezuela por un total de 62.200 millones de dólares. Esa cifra fue más de lo que otorgó a cualquier otro país latinoamericano. Y desde 2005 a 2015, las empresas chinas invirtieron un total de 19.150 millones de dólares en proyectos en Venezuela, según cifras compiladas por el American Enterprise Institute, un instituto de investigación de políticas públicas con sede en Washington DC. Sin embargo, las cifras muestran que China luego redujo las inversiones, tal vez considerando que la capacidad de pago de Venezuela se vio disminuida por la caída de la producción petrolera. De 2016 a 2018 China agregó solo 1.840 millones de dólares a sus inversiones en Venezuela.
Destaca la beligerancia de Turquía en esta coyuntura. Venezuela envía oro a Turquía. Turquía exporta alimentos y otros productos a Venezuela. Con la pérdida de aliados como Argentina y Brasil, las relaciones con Turquía sirven a Venezuela de contrapeso. Además Turquía participa en el Consejo de Seguridad de la ONU y se ha sumado como un actor político que apoya al gobierno venezolano.
Las fracciones burguesas internas que pugnan por el control del gobierno y demás poderes del Estado están claramente alineadas con las potencias imperialistas en confrontación. El control del gobierno da acceso al control de la renta petrolera, los negocios, las comisiones y la corrupción. Por eso cada fracción burguesa está rodeada de capas de la pequeña burguesía, del estamento militar, de burócratas y de partidos y movimientos políticos y sindicales que se disputan el acceso a beneficios y prebendas. Estas fracciones de la burguesía están ligadas a intereses imperialistas, ya sea por negocios en marcha o por negocios potenciales.
Los partidos y movimientos políticos que logran influir en las masas se confrontan en dos frentes que se definen de izquierda y derecha, socialistas y capitalistas, pero ambos son frentes políticos de signo burgués, ambos son frentes defensores de la propiedad privada, de la producción de mercancías y de la explotación del trabajo asalariado. Algunos movimientos que no confluyen en estos frentes de gobierno y oposición y que incluso los cuestionan y rechazan, definiéndolos como burgueses, terminan también presentando al proletariado opciones oportunistas y democrático-burguesas, que resumen en una “tercera vía”. El chavismo en particular, que levanta la consigna de la “unión cívico - militar”, se ha mostrado como el partido militar, que ha dado acceso a oficiales de diferentes rangos no solo a la dirección de las instituciones del Estado, sino a su desarrollo como actores económicos, como empresarios.
La clase obrera y estratos explotados como los campesinos pobres se encuentran influenciados por las posiciones de las diferentes fracciones burguesas y partidos y movimientos oportunistas, que llaman a la conciliación de clases, a la defensa de la patria y que pretenden hacer pasar el choque por el control del gobierno burgués como “lucha de clases”. Los trabajadores han comenzado a moverse en la lucha reivindicativa, pero todavía no logran dar un salto de avance hacia un sindicalismo de base combativo que se mantenga al margen de la confrontación de las fracciones burguesas. Esto es lo que nos permite entender cómo los movimientos de lucha de estratos como los campesinos pobres fluyen en la dirección de la política burguesa, que los reformistas la disfrazan de “socialista”.
Sanciones y rapiña
Bajo el liderazgo de EEUU se han venido implementando un conjunto de sanciones económicas que buscan forzar el cambio de gobierno en Venezuela.
Riesgo País - Deterioro de la calificación de riesgo de Venezuela, lo cual encarece y dificulta el acceso al financiamiento internacional. Campaña de las calificadoras de riesgo contra Venezuela.
Limitaciones a transacciones monetarias en EEUU - Orden que impide a los ciudadanos norteamericanos y a las personas dentro del territorio de los Estados Unidos, realizar transacciones con cualquier tipo de moneda digital emitida por, para o en nombre del gobierno de Venezuela, incluyendo el Petro.
Bloqueo/Cierre de Cuentas - Cancelación unilateral de contratos de corresponsalía bancaria. Limitación e interrupción de las operaciones en bancos internacionales. Cierre de cuentas de corresponsalía en bancos como Citibank, Comerzbank, Deutsche Bank AG, y otros.
Multilaterales - Implementación de trabas de carácter legal y administrativo en organismos e Instituciones internacionales con el fin de retrasar e imposibilitar el pago de las membrecías y no permitir el acceso a créditos. En esto participan Instituciones y organismos multilaterales como el BID, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, CAF y otros.
Bloqueo de Activos - Bloqueo de activos financieros, capital, filiales y empresas asociadas a Venezuela. Bloqueo de activos de empresas estatales como PDVSA y otros bancos e instituciones venezolanas. El Banco de Inglaterra se negó a entregar 14 toneladas de oro del gobierno venezolano, valoradas en unos 550 millones de dólares.
Servicios de Intermediación Financiera - Limitación o negativa de transacciones financieras por parte de bancos internacionales a intermediar operaciones desde o hacia Venezuela, en monedas diferentes al dólar estadounidense.
Políticas de Cumplimiento - Trabas administrativas y demoras en las operaciones financieras por parte de bancos internacionales, sin garantías de que finalmente sean ejecutadas.
Imposición de Multas - Aplicación de multas millonarias a los bancos que prestan servicios de corresponsalías e intermediación. Estas multas generan incertidumbre, limitando las relaciones y aperturas de cuentas.
Sanciones a funcionarios gubernamentales - Suspensión de visado norteamericano a determinados funcionarios del gobierno venezolano y sus familiares. Varios países han tomado acciones similares. Congelación de bienes y activos que funcionarios venezolanos, familiares y sus supuestos testaferros que pudieran tener en territorio norteamericano.
Todo este conjunto de acciones, orientadas al bloqueo financiero y al cerco económico de Venezuela, se han combinado con algunas acciones de vulgar rapiña o piratería. Y en este proceso han incorporado a los ambiciosos políticos opositores que aspiran su ración de sobras. La burocracia cívico-militar ha visto cómo se tocan áreas sensibles de sus negocios y mecanismos de corrupción, y se aprestan para la defensa de sus intereses detrás del discurso de rechazo al bloqueo y a la invasión imperialista. El embajador de Venezuela en la ONU denunció el robo de 30 mil millones de dólares por parte del Gobierno de Donald Trump contra la nación suramericana, para agudizar la situación social y propiciar una intervención militar. «Están haciendo un masivo atraco contra el pueblo de Venezuela para justificar una invasión». Indicó además que «La OEA siempre prepara el terreno para las peores acciones».
Las posiciones declaradas por las fracciones burguesas
En el plano internacional el gobierno norteamericano puso sobre la mesa la opción de la invasión militar, el desconocimiento al gobierno burgués de Nicolás Maduro y el reconocimiento al autoproclamado Juan Guaidó. Con las posiciones del gobierno norteamericano se alinearon los gobiernos del llamado Grupo de Lima (Colombia, Brasil, Argentina, Ecuador, Chile) y países de la Comunidad Europea (Francia, España, Alemania), pese a que la ONU y su Consejo de Seguridad solo reconocieron al gobierno de Nicolás Maduro.
Para avanzar en su presión militar el gobierno norteamericano ofreció la entrega de “ayuda humanitaria”; sin embargo la Cruz Roja en Colombia declaró que esta acción no reunía estas características. La “ayuda humanitaria”, con o sin el respaldo de la ONU, siempre ha sido conocida como maquillaje a las incursiones militares abiertas o encubiertas, y en esto EEUU tiene un amplio historial. Pero las principales armas empleadas en esta confrontación son los mensajes a través de las redes sociales orientadas a crear un clima de expectativa por la supuesta inminencia de una invasión norteamericana, acompañada por los ejércitos de Colombia y Brasil. Particularmente el gobierno colombiano, donde los EEUU cuentan con bases militares, ha sido muy beligerante en la promoción del derrocamiento del gobierno de los chavistas.
Pero China y Rusia también se han movido en el tablero de la diplomacia en la ONU y en el Consejo de Seguridad, contraponiéndose a la posición intervencionista de Estados Unidos. También se sumaron al show con movimientos simbólicos de efectivos militares, que lanzaron el mensaje de respaldo a Venezuela y contrapeso ante los norteamericanos.
El gobierno norteamericano no logró el apoyo del parlamento para aprobar una intervención militar en Venezuela y no fueron capaces de concretar la entrega de la publicitada “ayuda humanitaria”.
La fracción burguesa opositora al gobierno burgués venezolano está dividida y ha quedado abiertamente expuesta como pro-imperialista. Los opositores han logrado recuperar ciertos niveles de movilización de calle, pero sin que alcancen a crear una situación de desestabilización del gobierno. Cada fracción burguesa activó la movilización de masas para propiciar una medición de fuerzas. Aunque las movilizaciones del chavismo no dejan de estar infladas por sumar sectores que se movilizan por el control social que se deriva del populismo y la demagogia, los movimientos de oposición no lograron acumular y aumentar el volumen de sus movilizaciones entre el 23 de enero y el 23 de febrero.
Particularmente para el 23 de febrero los opositores, con todo el respaldo de Washington y de los gobiernos de Colombia, Brasil y Chile principalmente, montaron en Cúcuta su show de la “ayuda humanitaria”, junto a un espectáculo musical y toda la tensa expectativa mediática sobre la acción militar que acompañaría este show; y el gobierno venezolano no vaciló también en montar su show de su lado de la frontera. El balance del 23 de febrero no pasó de pequeñas escaramuzas, de movilizaciones de los partidarios del gobierno y de un bombardeo de noticias falsas de ambos bandos en las redes sociales.
Las movilizaciones de calle de la oposición no lograron poner en zozobra al gobierno burgués del chavismo. El chavismo, en la medida que en la balanza de fuerzas internacionales se debilitó la postura de la intervención militar y se fortaleció el apoyo de Rusia y China, comenzó a actuar congelando cuentas bancarias y prohibiendo la salida del país de todos quienes fueron designados por el autoproclamado Guaidó como directivos de PDVSA y de Citgo o como representantes ante países y organismos internacionales. El gobierno venezolano anunció la ruptura de relaciones diplomáticas y de todo tipo con el gobierno colombiano. En Citgo tomó posesión la nueva Junta Directiva designada por Guaidó.
Guaidó pasó al territorio colombiano y activó contactos con la “comunidad internacional” para evaluar otras acciones, poniendo veladamente sobre la mesa el llamado a una intervención militar; pero el llamamiento a la intervención militar no prosperó. El gobierno norteamericano anunció el endurecimiento de las sanciones económicas y de la presión internacional luego de ser vetada por Rusia y China su propuesta de intervención presentada ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Para matar la lucha de clases el gobierno y los oportunistas llaman a la defensa de la patria
El efecto político más importante de toda esta controversia es la asfixia a las luchas de la clase obrera, que se encuentra aturdida por la ofensiva mediática de los frentes burgueses en choque. El chavismo ha aprovechado la oportunidad que le brinda el gobierno norteamericano con su amenaza militar, reforzando el discurso y la propaganda de la defensa de la patria. Esta coyuntura también ha sido aprovechada por el gobierno venezolano para eliminar el control de cambio, devaluar la moneda, eliminar subsidios y liberar los precios de una amplia variedad de bienes y servicios.
Los frentes políticos de gobierno y oposición convocaron movilizaciones de calle y diferentes iniciativas políticas, que redujeron los espacios a la lucha reivindicativa independiente de los trabajadores asalariados. Por supuesto que los sindicatos del régimen cumplieron su parte poniendo a los trabajadores a marchar detrás de cada frente burgués y desechando toda iniciativa de lucha por aumento salarial, por reducción de la jornada de trabajo o por la mejora de las condiciones y medio ambiente laboral. Toda lucha reivindicativa de los trabajadores fue postergada para “defender la patria y enfrentar al imperialismo” o “para sacar a Maduro del gobierno a través de un autoproclamado ‘presidente interino’ con respaldo de EEUU”. Sobre la situación de las masas asalariadas ambos frentes burgueses dicen ser la solución. La defensa de la patria es siempre la defensa de los mercados y de las condiciones favorables para la explotación del trabajo asalariado y la extracción de plusvalía.
Las negociaciones y los posibles escenarios
Los choques interburgueses en Venezuela son una continuidad de un enfrentamiento que se ha venido extendiendo en el tiempo y que tiene como antecedente más cercano los choques violentos de 2017 y las elecciones presidenciales anticipadas de mayo de 2018, que fueron declaradas como fraudulentas por los mismos países que en esta oportunidad reconocieron a Juan Guaidó y hacen propaganda con las amenazas de intervención militar y los anuncios de la “ayuda humanitaria”.
Todo el clima mediático, que impone la matriz de opinión de una inminente invasión militar norteamericana, no es más que la puesta en escena de un nuevo capítulo de negociaciones entre ambos frentes burgueses e imperialistas. Como es normal ambos frentes muestran públicamente posiciones irreconciliables. Pero el gobierno desenmascaró a Guaidó al mostrar un video en el que asistía a una reunión con Diosdado Cabello, vicepresidente del PSUV; pero al mostrar este video el chavismo dejó al descubierto la constante comunicación secreta entre ambos frentes políticos.
Nicolás Maduro no pierde oportunidad para pedir una reunión con Trump. De hecho, en medio de dimes y diretes en los medios y pese a que el gobierno Venezolano rompió relaciones diplomáticas con EEUU, la representación del gobierno venezolano se entrevistó constantemente con el enviado especial de EEUU, Elliott Abrams. En fin, todo apunta a la instalación de un proceso de negociación política que, como es normal en estos casos, tendrá un componente público y otro oculto, que no será conocido por las masas.
Hay un sector de los oportunistas que plantea una salida intermedia y llaman al diálogo para acordar un referéndum que permita activar la relegitimación de todos los poderes del Estado. Hacia allá tendría que apuntar la agenda pública de las negociaciones. La agenda oculta tiene que ver con el reparto de las materias primas y las diferentes oportunidades de negocio entre los imperialismos en pugna y las fracciones burguesas en Venezuela.
Las negociaciones inter-burguesas se dinamizaron durante este período. Pese a presentar públicamente posiciones “duras” e “innegociables”, ambos frentes mantuvieron en secreto comunicación y un canal de negociación entre el gobierno y los diferentes sectores que conforman la oposición. El gobierno grita que enfrentará decididamente al imperialismo, pero ha mantenido en libertad al autoproclamado Juan Guaidó, pese a ser un agente público del gobierno invasor.
La gran farsa y el alardeo mediático solo fue la maniobra para encubrir un proceso de negociación en el que, detrás de los actores locales, han movido los hilos las potencias imperialistas y las trasnacionales con intereses que asegurar en Venezuela.
No pueden descartarse los escenarios de un choque militar liderado por Estados Unidos o de un golpe militar que dé paso a un gobierno de transición, con cuotas de poder para todos los bandos en disputa.
Para la defensa de sus intereses China y Rusia, pero también gobiernos como Turquía y la India, han “tendido la mano” al gobierno venezolano. Tender la mano significa claramente aumentar el endeudamiento y asegurar intercambios comerciales de mercancías, que terminarán incrementando los nexos y subordinación de Venezuela con estas economías. Esto representa una clara penetración de estos capitales en el patio trasero norteamericano.
La salida política publicitada en los medios de comunicación, en cualquiera de sus variantes, es una salida política burguesa, un arreglo entre fracciones burguesas y potencias imperialistas, para repartirse el mercado y, principalmente, las materias primas en Venezuela.
La salida política del proletariado es ajena a las fórmulas de la democracia burguesa y tiene como agente catalizador la reanudación de la lucha de clase.
El comercio de las ilusiones
Todas las fracciones oportunistas que hoy se confrontan en Venezuela por el control del gobierno, la renta petrolera y las diferentes materias primas de su subsuelo, venden a las masas asalariadas y a la arruinada pequeña burguesía los espejitos de las ilusiones de que se saldrá de la crisis con ellos a la cabeza. Incluso los grupos con menor influencia electoral, que cuestionan a las fracciones burguesas dominantes, ya sea que se autodefinan de derecha o de izquierda, también comercian con la ilusión de que las masas saldrán de los martirios del hambre, la enfermedad y el desempleo, sin romper con la sociedad capitalista.
El proletariado ante estas circunstancias no levanta la vacía consigna de la “defensa de la paz” o “contra la guerra”. El proletariado toma estas situaciones como favorables para llamar a convertir las guerras imperialistas, las guerras entre Estados capitalistas, en guerras revolucionarias y por la toma del poder por el proletariado. O la revolución proletaria detiene la guerra o la guerra imperialista desencadenará la revolución; siempre y cuando el proletariado cuente con una dirección política revolucionaria conectada con una red de sindicatos de clase.
Cualquiera de los posibles desenlaces que se divulgan en los medios y redes sociales, son salidas basadas en la continuidad de la explotación capitalista, con nuevas caras en el gobierno y el parlamento.
Todas esas ilusorias soluciones tienen que ser desechadas por la clase obrera. Pero esta ruptura con los oportunistas, con los electoralistas, con los sindicatos patronales del régimen, se irá presentando en la medida que tome cuerpo la reanudación de la lucha de clase del proletariado y que se comience a reconstruir la correa de trasmisión que lo enlace con la dirección revolucionaria del partido comunista internacional.
El “Internacionalismo” anti-obrero de la Federación Sindical Mundial
La Federación Sindical Mundial es lo que queda de la falsa Internacional de los sindicatos del bloque imperialista ruso, antes del colapso de ese capitalismo en armadura estatal –que se hizo pasar como socialista– entre 1989 y 1992.
El último congreso de la FSM –cuyo nombre en inglés es World Federation of Trade Unions– se celebró en octubre de 2016 en Durban, importante ciudad portuaria en la costa oriental de Sudáfrica.
De hecho, uno de sus miembros principales –por número de miembros– es el COSATU (Congress of South African Trade Unions), la confederación sindical más grande de Sudáfrica –el país industrial más importante del continente africano– que, junto con el African National Congress y el Partido Comunista de Sudáfrica, sostuvieron el poder político en ese Estado desde el fin del apartheid en 1994, es decir, durante 24 años.
Vale la pena recordar, para aclarar qué tipo de confederación sindical es el COSATU, la masacre de los mineros de Marikana del 16 de agosto de 2012 (“In Sud Africa i minatori non si fermano davanti al piombo borghese”). Miles de excavadores de la mina de platino habían estado en huelga durante días. La policía abrió fuego matando a 34. Se considera la peor masacre de la policía sudafricana contra los proletarios de Sharpeville en 1960. Solo que en 1960 hubo precisamente el apartheid, mientras que en 2012 reinaba, entonces como hoy, el trimurti African National Congress (ANC), South African Communist Party (SACP) y COSATU.
El apoyo de COSATU al gobierno es tal que el NUMSA –la National Union of Metalworkers of South Africa– el sindicato de trabajadores metalúrgicos afiliado al COSATU, fue expulsado de la Confederación en noviembre de 2014, después de haber retirado el apoyo a ANC y SACP en su congreso extraordinario de diciembre de 2013. Esto no obstante que la NUMSA fue la federación de categoría más numerosa del COSATU.
En otra época, la primera federación de categoría del COSATU no era la NUMSA sino el NUM, la National Union of Miners. Pero desde hace años, los mineros comenzaron a abandonar este sindicato, que se mostraba cada vez más del lado de los patronos: un sindicato del régimen, similar a lo que sucedió en Italia con la CGIL. La Association of Mineworkers and Construction Union (AMCU) nació del NUM en 1998. Fue este sindicato el que organizó la huelga de los tres mil excavadores de la mina Lonmin de Marikana.
En cambio, uno de los principales dirigentes del NUM de los años del apartheid, Cyril Ramaphosa, formó parte de la junta directiva de Lonmin en el momento en que los mineros en huelga fueron asesinados a tiros. El premio por tanta traición a la clase obrera fue su designación como presidente de la ANC el 17 de diciembre del año pasado (ver en In Partito Comunista n.388 “Nel democratico Sudafrica perdura la dittatura borghese sul proletariato”).
Durante la huelga de Marikana, el NUM, como es fácil de adivinar en este punto, se distinguió por el trabajo de rompe-huelga. Pero la huelga prosiguió hasta el final incluso después de la masacre y llevó a los trabajadores una parcial pero sustancial victoria.
El 17 de septiembre de 2015 la Federación Mundial de Sindicatos –de la cual podría formar parte un sindicato como el NUM– organizó en Damasco una “Conferencia Internacional de Solidaridad con el Pueblo Sirio”. Siria era entonces, en plena guerra imperialista, que la devastó durante años. Evidentemente, pudo llevarse a cabo una conferencia como esta solo gracias a la protección garantizada por el Estado sirio, entonces y aún hoy, en funciones. De manera inequívoca, el apoyo de la FSM surgió no del torturado “Pueblo Sirio”, sino del régimen burgués que lo atormenta y oprime (como todos los regímenes burgueses) y que, en cambio, quería dar a entender que era “amigo de los trabajadores”.
A la conferencia también estuvieron presentes los dirigentes nacionales de itálica USB, que también forma parte de la FSM, las cuales se declararon partidarias del régimen de Assad. Si la burguesía italiana hubiera decidido ir a la guerra al lado de Assad, ¡hubieran apoyado su intervención militar! Son intervencionistas, es decir, están listos para enviar a los trabajadores a la masacre en la guerra imperialista, entre grupos estatales capitalistas, naturalmente de la parte que más les gusta, hoy el de Moscú contra el de Washington.
Entendemos entonces, con una dirigencia nacional similar, cómo pudo suceder que una federación provincial de USB brindara hospitalidad y apoyo, el pasado 3 de noviembre, a una convención organizada por un grupo que reivindicava un esquivo “intervencionismo socialista” durante la Primera Guerra mundial, que comentamos en el número 392 de Il Partito Comunista (“Come la dirigenza di una federazione USB fa suo l’interventismo nel 1° macello imperialista”). La iniciativa fue animada por el grupo fascista Casa Pound, que publicó su manifiesto frente a la sede del sindicato en Viterbo: el quid de la disputa fue quién, entre los dirigentes estalinistas “antifascistas” de USB y el grupo fascista “auténtico”, fuesen los verdaderos nacionalistas.
Mientras tanto, El Espresso del domingo 11 de noviembre –una semana después de la iniciativa de Viterbo– publicó un título: “Fascistas en Damasco: Casa Pound y Forza Nuova en Siria para Assad”, y leemos sobre los vínculos entre el régimen de Damasco y esos grupos fascistas. Se demuestra por lo tanto que, si los estalinistas y los fascistas en el país compiten por el papel de defensores de la patria, a nivel internacional comparten la parcialidad por la misma coalición imperialista. Esto se explica por el hecho de que ambas son fracciones burguesas, y como tales, compiten entre sí, pero todas son nacionalistas, todas enemigas del internacionalismo proletario, y listas para unirse en su contra.
Otra prueba del “internacionalismo” de la dirigencia de la USB (los burgueses son los grandes internacionalistas, y la guerra mundial es la completa y más desplegada expresión burguesa del internacionalismo) fue la “visita” de sus máximos dirigentes al frente de guerra del Donbass, donde, en la frontera sur entre Ucrania y Rusia, se enfrentaron los misiles “internacionalistas” apostados allí, los máximos bloques imperiales mundiales. También para este frente los dirigentes de la USB y los de la FSM no dudarían en enviar a los trabajadores para que los rompieran en pedazos. Por esa “visita”, para “expresar solidaridad con el pueblo del Donbass”, Pierpaolo Leonardi, dirigente nacional de la USB, también fue sometido a un procedimiento penal por parte de las autoridades ucranianas por “ingreso ilegal en el Donbass”: tocará al “camarada”, perdón, ex-“camarada” Putin, sacarlo de este problema.
El progreso de la globalización, acelerado en las últimas décadas por el desarrollo de las comunicaciones y del transporte, ha involucrado a todas las áreas del planeta en el ciclo infernal de la producción capitalista. La producción, basada en la explotación del trabajo asalariado y destinada exclusivamente a la obtención de ganancias, es un volcán que incesantemente hace erupción de mercancías, en su mayoría inútiles, en cantidades cada vez mayores. Pero ahora el capitalismo, en su fase de plena decadencia económica, así como ideal y moral, trata de sobrevivir mediante la explotación de todos los recursos del planeta, naturales y humanos.
El poder político y económico se ha concentrado en unos pocos burgueses al frente de grandísimas empresas, que poseen o controlan riquezas comparables a las de un Estado y que dominan el destino del mundo entero.
Pero es el Capital, una fuerza histórica anónima e incontrolable, el que determina el choque permanente entre los diferentes capitalistas y grupos nacionales de capitalistas y los arrastra inexorablemente hacia el abismo de la catástrofe financiera.
La extrema concentración del capital, mientras que por un lado aumenta, acumula, refuerza y unifica a la clase trabajadora, por otro lado, junto con la crisis de sobreproducción, arruina implacablemente a las clases pequeñoburguesas, mercantiles y productoras, clases socialmente impotentes, ahora sin fuerza y sin programa histórico, incluso cuando expresan su ruidosa rebelión, como recientemente han hecho los chalecos amarillos en Francia.
Mientras tanto, sea por el imparable progreso de la crisis, o sea por el surgimiento del nuevo coloso capitalista de China, que altera el equilibrio imperialista anterior, se agudizan las viejas y las nuevas tensiones internacionales. Ya la mayoría de los Estados han comenzado la guerra comercial, con derechos de aduanas, embargos, chantajes y se vuelven a encender los conflictos armados locales. Ahora se ha demostrado que el capitalismo nunca podrá cumplir su promesa de garantizar el desarrollo pacífico y armonioso de la especie humana.
Por el contrario, la burguesía rearma sus ejércitos para prepararse para un nuevo conflicto imperialista general, en el que llamarían a decenas de millones de proletarios a masacrarse entre ellos: mientras crece la miseria de la humanidad trabajadora, cientos de miles de millones de dólares se destinan a la producción de armas cada vez más letales.
Pero la guerra mundial, este terrible golpe de la cola del moribundo monstruo capitalista, podrá imponerse solo después de haber dividido las fuerzas de su adversario histórico, la clase internacional de los trabajadores, poniendo a proletarios contra proletarios. Ya ha comenzado en todas partes una nauseabunda campaña “soberanista”, racista y de odio a los extranjeros, con el único propósito de romper la unidad del proletariado por encima de las fronteras y prepararlo para una nueva guerra.
Se toma como pretexto para esta infame propaganda el movimiento de millones de hombres que siempre han salido de los países más pobres, hoy África, Asia, América Latina, impuesto por el capitalismo que, por un lado, con la rapaz explotación imperialista empuja a una creciente masa de desposeídos a la pobreza y, por otro lado, siempre requiere fuerza de trabajo, y a un precio bajo.
Adicionalmente millones de desesperados se ven obligados a huir de las guerras interminables fomentadas por las burguesías imperialistas para apoderarse de los recursos naturales o para ocupar áreas de importancia estratégica y militar, como en el Medio Oriente o en África central.
El capitalismo ha convertido el mundo en un infierno para quienes trabajan. Los proletarios ven en todas partes sus condiciones y la supuesta seguridad demolidas día a día por los ataques de la clase patronal, animada solo por sus ansias de ganancias, y que hoy se aprovecha de la debilidad de la clase obrera, amenazada por la crisis económica. Los recortes salariales, el aumento del horario y de la carga de trabajo, la reducción de cualquier garantía de empleo, de la asistencia en la maternidad, en la vejez y en la enfermedad, son las medidas adoptadas por la burguesía para defender sus ganancias. La crisis económica, determinada por la caída de la tasa de ganancia y la sobreproducción de mercancías, empuja a los patronos a exasperar la explotación de los trabajadores para la producción, mientras que otros, cada vez más numerosos, están condenados al desempleo.
En muchos países, una parte de los trabajadores está constituida por inmigrantes extranjeros, a menudo forzados a la ilegalidad y chantajeados con la amenaza de expulsión; esta depravación, que se acerca al esclavismo, es mantenida por el Estado burgués para aumentar la competencia entre los trabajadores, envenenar sus sentimientos y dividir sus fuerzas.
En cambio, una única fuerza histórica se levanta, objetivamente, frente al Capital: el proletariado internacional, organizado en clase, unido por encima de las nacionalidades y razas. Este proletariado volverá a ser una clase para sí, no una mercancía para el Capital, defenderá sus condiciones de vida y de trabajo, reconstituyendo sus sindicatos de clase, instrumentos indispensables para unir sus fuerzas contra el ataque patronal. Aprenderá así a desenmascarar a los sindicatos fieles al régimen burgués y a los partidos oportunistas falsamente amigos, y a librar una guerra contra el aparato político, policial y militar que lo protege.
Será guiado en esta verdadera guerra de clases por su vanguardia, que habrá adherido al Partido Comunista, revolucionario e internacional, en su invariante programa histórico que grita: ¡los proletarios no tienen patria! Hermanos de clase se encontrarán unidos en la lucha mundial por el abatimiento del régimen de capital, por el comunismo!
Óptimamente organizada en el mismo lugar de las anteriores reuniones en Turín, convocamos a la red del partido para la periódica reunión de trabajo, que en este caso se cumplió durante los días del viernes 25 al domingo 27 de enero del 2019.
Estuvieron presentes, además de los italianos, compañeros de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Estados Unidos, Venezuela y Medio Oriente, dando evidente demostración de que somos un pequeño partido, pero que hace todo lo posible para incorporar al trabajo colectivo, que se lleva a cabo según un plan único, a los militantes comunistas de cada país. Con satisfacción podemos presumir de que, a pesar de la dificultad que implican los diferentes idiomas, la madurez del desarrollo del capitalismo en todo el mundo y sus contradicciones y la unicidad internacional de nuestra doctrina y de nuestro programa facilitan enormemente y hacen natural y espontánea la inserción de estas nuevas fuerzas en el campo de batalla común.
Como es bien sabido, acogemos en las reuniones generales –momento clave de todo nuestro trabajo como organización viviente, de estudio teórico y de puesta a punto de la intervención externa– solo a camaradas militantes que han aceptado plenamente nuestro programa y la disciplina del partido. Las reuniones generales no son congresos, ni mucho menos conferencias o mítines, y su propósito no es la propaganda, ni fuera del partido ni, peor aún, dentro. Los informes que les presentamos tienen otro propósito, son contribuciones a la conciencia que el partido debe mantener de sí mismo y del mundo, se integran en una continuidad insertada, de una reunión a la siguiente, en una tradición que viene de muy lejos y sobre una trayectoria y un método bien conocidos y definitivos.
Como siempre aquí presentamos a los camaradas presentes y a los ausentes un resumen de los informes, todos ellos de gran compromiso e importancia, que demuestran los buenos resultados y la dedicación de nuestra poco numerosa pero bien conectada estructura.
Y también lo presentamos a los proletarios que están fuera del partido, quienes escucharán en número cada vez más creciente las palabras del comunismo y en cuyas luchas participamos, estudiamos sus dificultades e intentamos darles la apropiada y saludable dirección de clase.
Economía y sociedad en Israel y palestina
Muchos estudios ha dedicado el Partido a la cuestión del Medio Oriente, al proceso de formación del Estado israelí y a la cuestión palestina. Mientras que el estalinismo y las organizaciones de falsa izquierda engañaban al proletariado del Medio Oriente para someter su autonomía de clase a una anti-histórica guerra de liberación nacional, el reformismo burgués, bañado en sangre proletaria, ha condenado al proletariado de la región a una guerra entre proletarios sin sentido y sin fin.
Es solo del encuentro de las fuerzas de la clase con las de la vanguardia del proletariado mundial, aunque hoy poco numerosas, fuera de las ilusiones insensatas y aventureras de la guerrilla, del que puede surgir el próximo estallido de la revolución mundial en el Medio Oriente.
Son casi ochenta años de un conflicto que podría decirse que es la continuación directa de la Segunda Guerra Mundial, en la cual la burguesía, para sobrevivir, ha eliminado a millones y millones de proletarios, un exterminio en masa de esa parte de la población que no habría tenido espacio en la infame reconstrucción de post-bélica del capitalismo.
En estas décadas las diversas corrientes de falsa izquierda, progresista e incluso “revolucionaria”, han logrado empantanar al proletariado palestino, y aún más al hebreo de Israel, en el nacionalismo burgués, en una situación de sufrimiento en este sector estratégico del mundo y directamente vinculado a los problemas inherentes del capitalismo a nivel internacional, con la creación de un Estado instrumento del imperialismo en la región, en la transición del dominio anglo-europeo al estadounidense en la hegemonía sobre el capitalismo global.
Por lo tanto, el movimiento que lo enterrará, el comunismo, solo puede suceder a través de una revolución internacional. No puede haber otra vía de salida, como siempre hemos dicho contra todo el revisionismo y el estalinismo: la revolución comunista es internacional, y solo con el final de la división en clases de la sociedad, podrán terminar las guerras y podrán extinguirse los Estados.
El partido ha previsto, y la historia lo ha demostrado, que todos los movimientos nacional-burgueses en la zona estaban destinados a capitular frente al imperialismo, a prescindir de las acciones belicosas y, a menudo, ultra-revolucionarias del panarabismo en la búsqueda de una unidad inalcanzable. No hay más espacio para una doble revolución, sino para el desarrollo de la lucha de clases, con sus organizaciones de lucha que, en su momento, se transforma en lucha armada hasta la insurrección, bajo la guía de la doctrina histórica de la liberación del proletariado, el socialismo científico.
No hay especiales maniobras inteligentes que, en giros inesperados, puedan acelerar el movimiento al sonido de una trompeta, según la voluntad de un puñado de elegidos listos para asumir el papel de héroes. El comunismo no se construye, ni se hace la revolución, con las manos de los comunistas, viejo mito estalinista de la “construcción del socialismo”.
Esta recapitulación nos confirmará que el único modo de resolver el conflicto en el Medio Oriente, una solución que hoy parece lejana pero que puede estar más cerca de lo que se podría pensar, debe pasar necesariamente por los nudos históricos previstos por el marxismo y para el desarrollo de un fuerte proletariado sin patria, guiado por su partido.
Nada nuevo, nada fácil, nada rápido, consigna esta que no solo concierne al Medio Oriente sino a la revolución comunista mundial.
Jerusalem-Al Quds nunca será ese mito y ese templo que reclama el nacionalismo racial sionista porque es, aún hoy, el centro y, a menudo, el epicentro donde las corrientes del capitalismo global se encuentran y chocan, con todas sus contradicciones, contradicciones que desde el sus entrañas lo condenan a muerte.
El proletario hebreo se deberá dividir, no como izquierda o derecha, sino en la lucha contra el hebreo burgués. Y el palestino de color que vertió su sangre: la muerte y la destrucción que reinan en la Palestina colonizada son el reflejo de la esencia sanguinaria del capitalismo, principal responsable de toda la opresión nacional, y la resistencia palestina no es más que la cortina de humo con la cual en toda la región los gobernantes árabes cubren la esclavitud del proletariado palestino, un proletariado fuerte y valiente, y lo dividen de sus verdaderos hermanos de clase.
El sufrimiento del proletariado árabe hoy en las zonas colonizadas bajo el yugo militar de la ocupación israelí merece una consideración especial y una estrategia que ponga en el centro la denuncia de los efectos que el sionismo produce en la región. Hoy en día, la presencia del proletariado occidental y principalmente israelí, en la solidaridad de clase con la lucha de los proletarios palestinos está completamente desaparecida, pero la guerra de clases en una región tan explosiva puede acelerarse muy rápidamente. Esto, además de ser siempre nuestro deseo, es también una necesidad indispensable para la solución de la cuestión del Medio Oriente desde el punto de vista de la clase, desde el punto de vista comunista.
Este estudio traerá ciertamente no nuevos descubrimientos o actualizaciones, sino la continuación natural del trabajo del partido, a través de cifras y curvas de los datos económicos, para confirmar la prueba histórica de nuestras premisas científicas y el método dialéctico-histórico de Marx y su teoría económica.
En la reunión fueron proyectados numerosos cuadros estadísticos, que aquí no tenemos espacio para reproducir o resumir, pero que se reproducirán en su totalidad en la publicación final del estudio. El objetivo es describir el curso del capitalismo tanto en Israel como en Palestina y hacer una comparación.
Se comenzó presentando la serie de índices de la producción industrial y del valor agregado a precios constantes. Un capítulo aparte se refería a la producción de armamentos, su peso relativo en la economía y el comportamiento de las exportaciones. Los datos sobre la agricultura muestran su peso menguante, tanto en Israel como en Cisjordania y Gaza, e incluso en una medida absoluta.
Se concluye que incluso en Israel y en Palestina el capitalismo ha destruido rápidamente todos los remanentes de sociedades antiguas, transformándolas en su imagen, bien conectadas al comercio mundial. Dejando atrás miles de muertos ha transformado radicalmente la vida de millones de hombres para ponerlos a su servicio.
Al contrario de los lamentos reaccionarios de la pequeña burguesía, reconocemos que esta transición fue inevitable y, a pesar de todo, progresiva, con la desaparición del tipo campesino, el fedayn, vinculado a la tierra.
Por otro lado, condujo inexorablemente a la mayor expansión del colonialismo israelí, y a la mayor expansión del capitalismo.
Hoy en día, el palestino es cada vez más proletario, y choca directamente con su propia burguesía, que tiene todos los tráficos en la mano. Tráfico pacífico, comercio, tratados, alianzas ... ¡hasta que estalle la guerra! ¡La revolución lo detendrá!
El estudio continuará en un segundo capítulo con la historia de las organizaciones de la clase obrera en Israel y en los territorios ocupados.
La cuestin militar: en Rusia desde 1905 hasta febrero de 1917
a) Los sindicatos
Después de una referencia al informe anterior, la exposición continuó con el nacimiento y el desarrollo de organizaciones sindicales en Rusia que, como los partidos, eran ilegales. Sin embargo, surgen por la necesidad de defender las condiciones de trabajo y de vida de la clase obrera al interior de algunas fábricas. Todavía no existía una estructura organizativa consolidada, a menudo surgieron y luego se disolvieron o por alcanzar los objetivos propuestos o muy a menudo por la represión corporativa y Estatal.
En 1896 se produjeron importantes huelgas en Petrogrado, incluidos 35 mil obreros, por aumentos salariales y por la reducción de la jornada laboral de 14 a 10 horas y media. La fuerza de la huelga fue tal que obligó a los industriales a reducirla a 11 horas y media, pero solo para algunos sectores y sin límite para las horas extraordinarias. No fue reconocido el derecho a constituir sindicatos y hacer huelga.
Dada la imposibilidad de frenar a los trabajadores y temiendo que pudieran asumir caracteres subversivos, en 1898 un líder de la policía política de Moscú, Zubatov, propuso establecer organizaciones legales, con dirigentes elegidos por los trabajadores, pero controlados por la policía, para presentar demandas económicas y recurriendo a la huelga solo en casos extremos. El gobierno respaldó este proyecto de asociacionismo desde arriba, conocido como “Socialismo de policía”.
Surgieron también desde 1900 diversas “Sociedades de Ayuda Mutua”. Aunque sus dirigentes trataron de detenerlos, en 1903 organizaron imponentes y violentas huelgas en todos los distritos industriales de Rusia, hasta que el gobierno las disolvió.
El proyecto fue reanudado en Petrogrado confiando la dirección de la nueva “Asociación de los obreros rusos de fábrica” al cura Gapon, para combatir el analfabetismo y el alcoholismo entre los trabajadores, al tiempo que prohibía la huelga. Con los fondos del Ministerio del Interior –las cuotas de los obreros eran insuficientes– Gapon abrió 11 oficinas en la ciudad, mientras que las de otras ciudades fracasaron.
Después del Domingo de Sangre del 22 de enero de 1905, la policía disolvió todas las Asociaciones obreras y Gapon huyó al extranjero; regresó al año siguiente, fue asesinado por activistas social-revolucionarios, quienes lo consideraban un traidor y agente del gobierno.
A pesar de las persecuciones en 1912 se reanudaron las huelgas, posteriormente reprimidas con la entrada de Rusia en la guerra en 1914, con el pretexto de la “patria en peligro” y con la constitución de los “Comités industriales de guerra”, sostenidos por los mencheviques, para garantizar la producción bélica.
b) Los soviet
En apoyo de las acciones obreras, nacieron espontáneamente en Petrogrado los centros de recolección de dinero y alimentos para las familias de los trabajadores en lucha, generalmente de una sola fábrica y durante la huelga, hasta que la policía detuvo a los organizadores.
Posteriormente, surgió la necesidad de constituir un organismo permanente que superase los límites de la fábrica y se extendiera a todos los trabajadores, con la elección de delegados para cada unidad de producción. Fue utilizado por primera vez el término “soviet”, que en ruso significa consejo.
La revolución de 1905 produjo imponentes huelgas en toda Rusia con la rápida expansión de los soviéticos. En Moscú estaba compuesto por 264 delegados de 110 empresas con un ejecutivo de 15 miembros.
Cuando el zarismo tomó el control de la situación, disolvió los soviets y las asociaciones obreras; en Moscú, el congreso de los ferroviarios fue dispersado a cañonazos. Se mantuvo viva la experiencia de hasta 62 soviet en toda Rusia, compuestos por obreros, campesinos, cosacos, soldados y marineros; en Petrogrado se habían formado 41 sindicatos que luchaban por la jornada laboral de ocho horas, la prohibición del trabajo infantil, la abolición de las multas y el reconocimiento de los delegados sindicales.
Se mostró un mapa con las células bolcheviques en las fábricas de Petrogrado en 1905.
c) febrero de 1917
En aquel helado invierno, la crisis alimentaria se vio agravada por los pocos suministros que llegaron a Petrogrado. Así, entre enero y febrero hubo huelgas en las que participaron 700.000 obreros, principalmente en fábricas sometidas al control para la producción bélica.
La manifestación convocada para el aniversario del Día Internacional de la Mujer del 8 de marzo de 1917 estuvo precedida por la propaganda de las tres principales organizaciones políticas, a pesar de la censura del régimen de guerra: el Partido Bolchevique, que sostenía una categórica oposición a la guerra; los Mencheviques, con una táctica de partido obrero liberal, que apoyaba la continuación de la guerra; el Grupo Interregional socialdemócrata mixto, dirigido por Trotski, que buscaba una mediación imposible entre las partes.
En el frente de la clase opuesta, la alta aristocracia terrateniente y los capitalistas. Su bloque progresista intentaba un acuerdo con el Zar para la concesión de un régimen y un gobierno democrático de tipo europeo, para fortalecer su dominio político y económico, adaptado a la nueva realidad social, en una monarquía constitucional, evitando una subversión revolucionaria.
En esta situación, el Zar prefirió mudarse a Mogilev, sede del Cuartel General en el frente en Bielorrusia, aunque no fue apreciado por sus propios generales. También disolvió y reabrió la Duma según su estado de ánimo inestable, muy a menudo influenciado por las maniobras del curandero Rasputin, quien se deslizó en la corte del Zar con el pretexto de tratar a su hijo hemofílico.
El gobierno de Petrogrado, debido a los continuos cambios de ministros y las luchas internas de poder, había perdido el control del país, especialmente en la producción y distribución de productos alimenticios, sometidos a una fuerte especulación, adoptando resoluciones descabelladas y contradictorias que empeoraron la situación.
A pesar de las señales de agitación de las masas provocada por la grave crisis, el comité central del Partido Bolchevique no tuvo muy clara la situación, que aún consideraba lejos de la acción revolucionaria, hasta el punto de que el comité bolchevique del barrio proletario de Vetborg, a la vanguardista en Petrogrado, desaconsejó cualquier huelga en ocación de la manifestación del 8 de marzo, por temor a su transformación en un conflicto abierto seguido de una sangrienta represión. Sin embargo, los invitó a prepararse para una próxima acción revolucionaria.
El informe continuó ilustrando la cronología de los acontecimientos de aquellos días en que, el 22 de enero, con motivo del aniversario del Domingo Sangriento de 1905, la policía disparó contra las manifestaciones en varias ciudades rusas, matando a varios manifestantes.
En febrero se reanudaron las huelgas en las principales fábricas en todas las ciudades industriales rusas. Los talleres de Putilov responden con un cierre patronal contra las reclamaciones de los obreros, pero el jueves 8 de marzo, los obreros textiles de Petrogrado, desatendiendo las indicaciones del Comité Interregional, se declararon en huelga y enviaron delegados a los talleres mecánicos para pedirles a los obreros que se unieran a ellos y sostener una lucha común. Las crónicas reportan 90.000 huelguistas en ese día. La policía no interviene. Al día siguiente, la huelga se alarga e involucra a 200 mil trabajadores, hay pequeños choques con la policía que no interviene en masa, reservando acciones más decisivas para los días por venir.
Los sábados a los obreros de las fabricas se unían también los de otros sectores económicos y sociales confluyendo 240 mil participantes. La policía comienza a disparar en los diversos puntos de reunión de las masas, que en algunos casos responden al fuego matando a comisionados y oficiales, algunos a manos de sus soldados. El Zar, de Mogilev, ordena liquidar inmediatamente los desórdenes y disuelve la Duma. Durante la noche fueron arrestados más de cien dirigentes sindicales, de las cooperativas de trabajadores y del comité bolchevique.
El domingo el ejército y la policía intentan recuperar el control de Petrogrado disparando a varias marchas. El punto de inflexión es cuando un departamento no solo desobedece la orden de disparar entre la multitud, sino que también dispara a un departamento de policía. Durante la noche se declara un estado de sitio en la ciudad. El Zar subestima todas las noticias.
Se presentó un mapa con las zonas de los enfrentamientos en la ciudad.
El lunes continúan las huelgas, que también afectan a todos los cuarteles con un importante paso de soldados del lado de la revolución. Son incendiadas las comisarías, el tribunal, la sede de Ocrana, son abiertas las prisiones de los presos políticos, los arsenales son saqueados: el poder zarista ya no existe. El Zar rechaza cualquier propuesta de conciliación y sucesión.
En un ala del palacio de Tauride se reúnen lo que queda del antiguo gobierno y los miembros del bloque progresista para formar un gobierno provisional que asegura el control de la ciudad, mientras que en otra ala del palacio se está constituyendo el poder opuesto constituido por el Soviet de los diputados obreros de Petrogrado. Participan en esa asamblea los miembros de todas las oposiciones al zarismo; los mencheviques toman la iniciativa; eligen las diversas comisiones para defender la revolución y para el aprovisionamiento de víveres, la redacción de un periódico, la Izvestija, y un Comité Ejecutivo.
Una primera decisión importante se toma de inmediato: los soldados elegirán un delegado por cada compañía (100-200 soldados), mientras que los obreros uno por cada 1.000. Esto coloca al componente bolchevique en una fuerte minoría, ya que los soldados, principalmente campesinos, siguen principalmente las argumentaciones de los mencheviques, sobre todo por su programa de repartición de las tierras de los grandes latifundios.
Se mostró una tabla y una gráfica relativa al número de obreros y soldados participantes en las manifestaciones.
Al día siguiente, el Zar decide regresar a la suntuosa residencia de Carskoe Selo, a poca distancia de Petrogrado, pero el tren imperial es detenido por los bloques de soldados revolucionarios y lo desvían a Pskov, en Estonia, sede del Cuartel General del Frente Norte.
El informe sobre la concepción orgánica del partido en Lenin y en la Izquierda continuó abordando uno de los aspectos más sensibles de nuestra doctrina, que caracteriza a nuestro partido respecto a la gran cantidad de organizaciones que hoy, como ayer, se reclaman a Marx, al comunismo, e incluso al “leninismo”.
Esta última fórmula desafortunada la hemos denunciado mil veces como un piquete capaz de socavar la doctrina del partido, doctrina que es de Lenin, como hemos vuelto a recordar en estas páginas, pero no como una contribución original a un cuerpo teórico que estaría en constante evolución gracias a supuestos nuevos descubrimientos o lecciones de la historia. En cambio hemos demostrado abundantemente que Lenin fue el más ortodoxo de los seguidores de Marx y Engels, y que sus obras fueron constantemente revividas, incluso en los años alrededor de octubre (basta con releer “Estado y Revolución”). Así fue entonces para la Izquierda, ni cambió en los años que siguieron.
Se trata del modo de funcionamiento del partido, de las relaciones que se establecen entre sus diversas funciones, de las relaciones entre la actividad cotidiana de los militantes y la doctrina inmutable del comunismo revolucionario. Un modo de funcionar que ya hace un siglo llamábamos “centralismo orgánico”.
Un primer enunciado se hizo en 1922 (“El principio democrático”): «La democracia no puede ser para nosotros un principio; el centralismo lo es indudablemente, porque las características esenciales de la organización del partido deben ser la unidad de estructura y de movimiento. Para marcar la continuidad en el espacio de la estructura del partido, es suficiente el término centralismo, y para introducir el concepto esencial de continuidad en el tiempo, es decir, en el propósito al que se dirige y en la dirección en que se avanza hacia los sucesivos obstáculos a superar, vinculando estos dos conceptos esenciales de unidad, nosotros proponemos decir que el partido comunista basa su organización en el “centralismo orgánico”».
El partido debe ser una estructura centralizada, con la existencia de diferentes órganos y de un centro capaz de coordinar, dirigir, ordenar toda la red; la disciplina absoluta de todos los miembros de la organización en la ejecución de órdenes dispuestas por el centro; no hay autonomía para las secciones o grupos locales; ninguna red de comunicación divergente de la unitaria que conecta el centro con la periferia y la periferia con el centro.
Esta es la concepción del partido que se encuentra en todos los escritos de Lenin (especialmente expresados en el momento del II Congreso (“Qué hacer”, “Carta a un Camarada”, etc.), en los cuales se habla de centralismo, de organización, de disciplina, pero también de la dictadura del programa, de la ciencia de la revolución, a la que todos deben atenerse.
Pero el partido funciona gracias al trabajo de los hombres: ¿cuáles son las garantías de que estos hombres no traicionarán ni cometerán errores? La objeción de la pequeña burguesía es evidente: ¿quién impedirá que los individuos hagan lo que les parece, que desobedezcan, porque en cada individuo, incluso militante del partido, hay un germen del individualismo, de la auto-exaltación, del anarquismo, etc., etc.?
Para la Izquierda la solución no está en aumentar las redes burocráticas y las represiones organizativas, de las cuales siempre hemos declarado que podemos prescindir, como lo hacemos sin contar las cabezas, por no hablar de los estatutos, que no gustaban tampoco a Lenin.
La garantía de obediencia a las órdenes del centro por parte de la base no está dada por la observancia de los artículos de un estatuto o un código, sino por la adhesión a las “órdenes” del patrimonio común del partido. La jerarquía del partido no necesita ser elegida por la base, ni ser nominada desde arriba, porque el único criterio de selección es el de la capacidad para llevar a cabo las funciones del órgano del partido.
La designación de los militantes en las diversas funciones, incluida la central, se convierte en un hecho “natural y espontáneo” que no necesita ninguna sanción formal en particular. Lenin escribe en la “Carta a un camarada”: «Todo el arte de la organización clandestina debe consistir en usar todo, en “dar trabajo a todos”, mientras se preserva la dirección de todo el movimiento, conservándola, se entiende, no con la fuerza del poder, sino con la fuerza del prestigio, de la energía, de la mayor experiencia, de la mayor amplitud de conocimientos, de la mayor capacidad».
El centralismo orgánico es también la negación de la división del partido en fracciones y es una feliz expresión de la superación de su necesidad histórica. La actividad de un partido sano excluye ahora la formación de fracciones que compiten por la dirección. Como consideramos injustificado que en la periferia se formen las fracciones para la conquista del Centro del Partido, por lo tanto excluimos que el Centro adapte su posición a una fracción para mantenerse en la dirección del Partido.
Son las lecciones del extravío del partido debido a la degeneración del Centro las que nos han fortalecido en la aplicación del centralismo orgánico. Y esas fueron las derrotas más dolorosas, más desastrosas. Lo peor fue la degeneración del Centro de Moscú, que llevó el impulso revolucionario internacional del movimiento obrero, a los intereses del Estado ruso, ahora nacional-capitalista y ya no comunista, internacionalista y proletario.
Así que para evitar escisiones y fracciones, e incluso solo la pérdida de militantes individuales, el partido tiene a su disposición el único instrumento de la correcta política revolucionaria, su actividad fisiológica para prevenir las degeneraciones. Y luego volvemos al trabajo de estudio, de escultura, de clarificación y demostración de la justeza de las bases programáticas y tácticas.
“El arte de predecir cómo reaccionará el partido a las órdenes, y cuales órdenes obtendrán la buena reacción, es el arte de la táctica revolucionaria; no se puede confiar sino al uso colectivo de experiencias de acción pasadas, resumidas en reglas de acción claras” (Tesis de la Izquierda en el Congreso de PCd’I en Lyon).
La disciplina comunista, absoluta en todo caso, no es la de un cuartel: el trabajo común y el común objetivo hacen que los compañeros se unan por “consideración fraterna” (Lenin). En el partido, y solo en el partido comunista, se puede tender a dar vida a un ambiente fuertemente anti-burgués que, a pesar del condicionamiento debido a la inmersión en esta sociedad inhumana, constituye una anticipación de las características de la futura sociedad comunista. El partido se presenta a la clase obrera como el instrumento de su emancipación y como una verdadera anticipación de la sociedad futura, la síntesis de lo que el militante siente y vive mientras ofrece su vida a esa gran convulsión de la historia humana que hará que el hombre pase, en la acepción de Engels, del reino de la necesidad hasta el de la libertad.
La sucesión de modos de producción:
Esclavo-siervo-asalariado
El primero de los informes introductorios sobre el modo de producción capitalista se concentró en el análisis de las diferencias y las similitudes entre las tres formas del trabajo alienado. Desde este punto de vista, la historia de la humanidad se puede subdividir en tres grandes épocas, el el curso que parte desde el comunismo inferior para concluir en el comunismo superior, después de haber atravezado una era completa caracterizada por la división de la sociedad en clases contrapuestas.
En la forma de producción secundaria, así como en la terciaria, la relación de dependencia del productor con el propietario de los medios de producción es estrictamente personal; por el contrario, el asalariado moderno está dominado por relaciones de sumisión materiales. Pero todos siguen siendo “esclavos”, así como Engels muestra brillantemente en la obra dedicada a la clase obrera inglesa: «El siervo de la gleba era esclavo del pedazo de tierra sobre el cual nació; el obrero es esclavo de las más elementales necesidades de la vida y del dinero con el cual debe satisfacerlas; ambos son esclavos de una cosa (...) Ambos son esclavos, pero la esclavitud de uno era evidente, mientras que la del otro está envuelta en hipocresía, escondida astutamente de él y de todas las demás, una servidumbre teológica, que es peor que la antigua».
Las relaciones de dependencia personal son las primeras formas en las que se desarrolla la productividad humana y solo pueden hacerlo en ámbitos restringidos y aislados. En este estadio de las fuerzas productivas continua la independencia personal fundada en la dependencia material de la era capitalista. Será solo en el comunismo que se liberará la individualidad con el desarrollo universal, expresión de su productividad colectiva, su patrimonio social.
La búsqueda de las características comunes a las tres diferentes formas en que se manifiestan las relaciones sociales de las épocas clasistas debe evitar el engaño pseudo-científico burgués que no atribuye a estas tres diferentes formas diferencias sustanciales. Quiere llegar a sostener la tesis de la naturalidad y la eternidad del capitalismo despojando al salario y la plusvalía de su carácter capitalista y transformando así el capital en el fin, siempre y para siempre de la historia.
El progreso del capitalismo con respecto a los modos de producción que lo precedieron reside en la polarización total, por una parte, del productor sin propiedad, y en la otra, del propietario no trabajador, por lo que el asalariado, a diferencia del esclavo y del siervo, no ofrece directamente su propia persona, sino que se ve obligado a vender la única mercancía que posee: la capacidad de trabajar.
Esta peculiaridad oculta la relación de explotación que subyace en la base lo que parece ser un simple intercambio mercantil de equivalentes. Tal apariencia, un simple cambio de forma, constituye la cadena que une a la clase obrera con la máquina infernal constituida por el mecanismo capitalista de extorsión de la plusvalía.
En el modo de producción capitalista, en comparación con los anteriores, es más difícil distinguir la parte de la jornada en la que el productor trabaja para reproducir el valor de sus medios de subsistencia de aquella en la que trabaja para la clase que se apropia de la plusvalía. Es la forma de salario que “cancela todos los rastros de la división de la jornada laboral en trabajo necesario y plusvalor, en trabajo pagado y trabajo no pagado: cada trabajo aparece como trabajo remunerado”.
La ideología burguesa, y no podía ser de otra manera, ha exaltado constantemente el progreso logrado gracias a la liberación del productor de las antiguas relaciones de dependencia material, pero el trabajador asalariado ahora es libre incluso en el sentido de que se le encuentra desprovisto de cualquier propiedad. Es esta liberación la que ha permitido que el dinero se convierta en capital, un proceso en el cual el propietario del dinero encuentra “en el mercado de productos básicos al trabajador libre, libre en el doble sentido de que como persona libre dispone de su fuerza de trabajo como su propia mercancía y, por otra parte, no tiene otros bienes para vender, está descubierto y desnudo, libre de todas las cosas necesarias para realizar su capacidad de trabajo”.
La esclavitud moderna no puede manifestarse en toda su crudeza, más que en el lugar donde se produce la plusvalía: el señor ha asumido hoy la aparición del capitalista. Más allá de la apariencia, la clase obrera está bajo el control total de la burguesía porque son los amos despóticos de todos los medios de subsistencia. Esta condición no debe referirse solo a la época juvenil del capital, incluso en la moderna industria robotizada y altamente automatizada hay masas de «obreros concentrados en las fábricas, que están organizadas militarmente. Y son colocados, como soldados simples de la industria, bajo la supervisión de una jerarquía completa de sub-oficiales y oficiales».
Al llegar a las conclusiones, el compañero mencionó brevemente los llamados gérmenes que ya en el capitalismo niegan la última forma de esclavitud de los productores. Si al principio el obrero vendía al capital su fuerza de trabajo porque carecía de “los medios materiales para la producción de una mercancía, ahora su propia fuerza de trabajo individual no cumple su tarea cuando no se vende al capital”.
La ciencia se opone a la sociedad como autoridad del capitalista, como proceso productivo que domina a los propios productores, y dialécticamente, este es el presupuesto para que esta potencia pueda retornar al servicio de una sociedad liberada de la división en clases antagónicas, para que el trabajo pueda convertirse en autorrealización del individuo. Esto es el comunismo.