Partido Comunista Internacional

El Partido Comunista N.29 - Noviembre 2022

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actualizado el 27 de Octubre de 2022

órgano del partido comunista internacional
Lo que distingue a nuestro partido: – la línea de Marx a Lenin a la fundación de la III Internacional y del Partido Comunista de Italia a Livorno 1921, a la lucha de la Izquierda Comunista Italiana contra la degeneración de Moscú, al rechazo de los Frentes Populares y de los bloques partisanos – la dura obra de restauración de la doctrina y del órgano revolucionario, en contacto con la clase obrera, fuera del politiqueo personal y electorero

Contenido:

– Siguiendo el hilo del tiempo: LA GUERRA REVOLUCIONARIA PROLETARIA (Battaglia Comunista, n.12, 1950)

– Siguiendo el hilo del tiempo: LA NOVELA DE LA GUERRA SANTA (Battaglia Comunista, n.13, 1950)

– Siguiendo el hilo del tiempo: ESTADO PROLETARIO Y GUERRA (Battaglia Comunista, n.14, 1950)

Derrotismo proletario en ambos frentes: En Rusia - En Ucraina

– La cuestión de la libertad de armarse en los Estados Unidos

Criptomonedas: El nuevo invento para separar a los tontos de su dinero

Venezuela: Unidad de acción de los trabajadores contra la explotacion capitalista

Vida de Partido:
Reunión General, del 28 a 30 de enero de 2022: La actividad sindical del partido - La cuestión militar.
– Reunión General, del 27 a 29 de mayo de 2022: La Cuestión Kurda - Informe de los camaradas venezolanos - La situación en Pakistán - El curso de la crisis económica - La cuestión militar - La guerra civil en Rusia.


Siguiendo el hilo del tiempo
LA GUERRA REVOLUCIONARIA PROLETARIA
(Battaglia Comunista, n.12, 1950)

Ayer

Las revoluciones burguesas fueron seguidas de un período histórico de “guerras revolucionarias” burguesas. Dentro de cada nación, en las fronteras de cada Estado, la revolución burguesa fue el producto de una lucha de clase y tomó las formas violentas de guerra de clase, de guerra civil entre hombres del mismo país y de la misma lengua, que combatieron porque pertenecían a clases sociales opuestas y por la conquista del poder. Pero está claro que, cuando hablamos de guerras revolucionarias burguesas, hablamos aquí de verdaderas guerras, entre ejércitos pertenecientes a Estados diferentes, en los que cada uno ejerce firmemente el poder en su propio país.

El marxismo trató a fondo el período histórico de esas guerras con sus aspectos complejos. A través de este período se concluye, en el marco mundial, el paso del poder y de los regímenes feudales a la dominación política general del capitalismo. Pero no se puede reducir la cosa a los simplistas esquemas caros a la literatura. El país A, al abatir el despotismo feudal, realiza la gran revolución democrática y liberal (burguesa, como decimos nosotros, marxistas). En el país B los liberales, los patriotas gimen aún bajo el yugo del absolutismo: A recluta un ejército y va a liberarlos. O bien: en B, el poder feudal ve que las cosas andan mal y, no contento con reprimir el movimiento de los revolucionarios en el interior, realiza una expedición para abatir la revolución en A y estar así más tranquilo... Las vicisitudes de la historia fueron mucho más complejas. La fase misma de las guerras imperialistas características de la época actual tiene su origen en las grandes guerras comerciales del siglo XVIII que se mezclan con las guerras nacionales. Todas son “progresivas” porque sirven para expandir el capitalismo, para el que todas las coberturas son buenas: la piratería de los corsarios como la cruzada redentora. La primera revolución burguesa es la británica. Lejos de lanzarse a las guerras para exportar la libertad, emprende, por el contrario, guerras de hegemonía, incluso contra Francia, que la sigue en lo que concierne a la transformación social. Incluso las victorias de las coaliciones feudales y de las Santas Alianzas, y las pasajeras restauraciones monárquicas aristocráticas, se insertan en el marco de la difusión del capitalismo en Europa y fuera de ella, al igual que las invasiones de los pueblos nómades en el Imperio romano habían acelerado la formación de los Estados estables y de la economía basada en la propiedad de la tierra. Sobre todo, son las grandes derrotas militares las que rompen los nudos de los viejos conglomerados sociales y estatales, y abren perspectivas revolucionarias nuevas.

Todo este complejo período, al que Lenin asigna los límites de 1792-1871, con sus flujos y reflujos históricos, nos presenta el conjunto, históricamente cerrado, de las “guerras burguesas y nacionales progresivas”, al que los marxistas del siglo XX no tienen ninguna deuda histórica que pagar tras los ríos de sangre proletaria que costaron, desde la Bastilla hasta el Palacio de Invierno.

Desde los primeros congresos internacionales de este siglo, la guerra entre los Estados capitalistas es considerada por los marxistas no como una fase de desarrollo que debe realizarse, donde quiera que se produzca, con el apoyo de los socialistas, sino como “una ocasión para abatir el poder burgués a través da la guerra social entre las clases”.

Habiendo sido esta idea y este compromiso traicionados de todos lados, Lenin, y con él todo el marxismo de izquierda, no deja de martillar y martillar para restaurarlos.

La guerra es completamente imperialista. No tiene lados ni aspectos progresivos. Es preciso predicar su sabotaje por el proletariado “en la retaguardia”, en todos los Estados. La defensa más potente de esta tesis histórica, unida al ejemplo más victorioso, vino precisamente del único país que aún tenía necesidad de verdad de una llamarada progresiva. El derrotismo en la guerra zarista rusa no condujo al partido proletario a bendecir la guerra de los Estados burgueses contra Rusia. Hubiese sido exactamente igual si el enemigo no hubiese sido Japón como en 1905, o Alemania como en 1914, sino la democrática Inglaterra, como estuvo a punto de ocurrir en 1912.

Poniendo la mira desde el primer día de la guerra en la calda de Petrogrado, la que, apenas tres años más tarde, será el resultado no solo de la doctrina revolucionaria, sino de la historia viviente, Lenin no apuesta un solo copec a la bandera de los ejércitos que marchan contra el de Nicolás Románov. Día tras día, desde el primero hasta el último, en el movimiento dialéctico de una sola y misma batalla, asesta su martillo en el cráneo de los socialistas de guerra, hayan éstos apoyado a los ejércitos franco-ingleses aliados al Zar o a sus enemigos, los ejércitos alemanes.

Por lo tanto, precisamente de ese sector del mundo moderno de donde hubiese podido venir – a título de excepción – el pedido de obtener aún un plazo para lanzarse a la tarea democrática, progresiva y burguesa de una guerra que debía liquidar la última monarquía absoluta, precisamente de allí vino la reivindicación del fin histórico de las guerras de progreso y liberación, de la guerra imperialista general que se debía convertir en todas partes en guerra obrera de clase.

Así, la guerra de 1914-18 no logró pasar por una “guerra revolucionaria” en el sentido histórico de la revolución burguesa, con el último argumento que podía encontrar, el argumento antiruso, por otra parte menos indecente que el pretexto antialemán.

Bastaron algunos meses para trastocar la situación, y se vio sucesivamente en Moscú un régimen democrático burgués, luego un régimen proletario, mientras persistía la guerra mundial. Estaba claro que de diversos lados se iba a invocar el cambio de carácter histórico de la guerra. Se trató de presentarla como una guerra revolucionaria burguesa. Poco después, la historia planteaba el problema de la guerra “conducida por un Estado proletario victorioso”, guerra no excluida por principio por los marxistas, que no son ni fabianos ni pacifistas, y que había sido considerada expresamente por Lenin en 1915 cuando denunciaba la forma vergonzosa con que los socialpatriotas de los diversos países de Europa desnaturalizaban el carácter de la guerra capitalista.

Cuando llegaron las primeras noticias de febrero de 1917 y se supo que la revolución se extendía de Moscú y Leningrado a toda Rusia, los “expertos” de la política, que florecen en todas las épocas siempre con el mismo estilo fétido, sonrieron con suficiencia. ¡Trabajo de las embajadas inglesas y francesas! ¿No habíais pues comprendido que el Zar, con su nobleza reaccionaria y su feroz policía, se preparaba a traicionar nuestra gran guerra liberadora y a pasar del lado de sus semejantes, los déspotas de Viena y Berlín? ¡Londres y París se encargaron a tiempo de retomar el control de la situación, del ejército ruso!. Todo era explicado en 1917 por los que cada mes tienen una nueva fórmula política, los mismos que en 1914 corrían muertos de miedo a orar a los iconos para que el ejército del Zar obligase a los alemanes a cambiar de frente para defender Berlín amenazado, permitiendo así el salvataje inesperado de ese baluarte de todos los chancros democráticos, que es la “Ciudad Luz”...

Numerosos socialistas italianos, a los que habíamos sujetado firmemente por la brida, y a veces impedido con el látigo desviarse de la línea antibelicista, intentaron entonces la diversión:¡la guerra ha cambiado de carácter!, declararon. Y avanzaron dos grandes hechos históricos: por una parte, junto a la Entente está de ahora en más la libre (¡qué va!) América; por otra parte, hay una Rusia moderna, civilizada, parlamentaria. La guerra tiende completamente a la derrota de dos imperios reaccionarios, ¿cómo no adherir a ella? Mientras que nosotros, socialistas revolucionarios, poco podíamos hacer más que oponer brutalmente a esas insidiosas maniobras la palabra de Cambronne (¡mierda!), dictada sobre todo por la estima que teníamos tanto por la próspera democracia de América como por aquella lloriqueante de Moscovia, Lenin desembarca en Rusia en abril de 1917. Desembarca del vagón blindado alemán, y los mismos expertos decretan ¡he ahí la contramaniobra!: Berlín moviliza hábilmente al extremista Lenin, con sus bolcheviques emigrados, para engañar a Londres que movilizó a los moderados Lvov y Kerensky; la legación alemana de Berna concluyó el pacto que liberará al Estado mayor de Ludendorff de un ejército enemigo. Pero Ludendorff no reirá último, y los expertos tampoco.

Lenin, Tesis de Abril, 1917 (11). Una etapa militar de la Revolución mundial, uno de sus documentos lapidarios.

Tesis 1. (La guerra) sigue siendo indiscutiblemente una guerra imperialista, de rapiña, bajo el nuevo gobierno de Lvov y Cia., (y) es intolerable la más pequeña concesión al “defensismo revolucionario”. ¡Zás! Casi todo el partido bolchevique, no obstante oponerse a la política de los partidos burgueses, populistas y menchevique, creía en esta paca de la defensa nacional. En las tesis, Lenin, solo o casi contra todo el Comité Central (¡otra que democracia de partido!) serena, tranquilamente, echa por tierra una serie histórica de puntos esenciales. Nada de República Parlamentaria, sino una república de los Consejos Obreros. En los campos, como centros de gravedad, Soviets de obreros agrícolas (desgraciadamente, en Rusia los proletarios rurales eran poco numerosos, y hubo que hacer algunas concesiones parciales los socialistas revolucionarios y a los soviets de los pequeños propietarios campesinos, pero éste es otro tema). Cambio de nombre del partido (que se llamaría comunista) y del programa en los siguientes puntos: imperialismo, cuestión del Estado; renovación de la Internacional.

Una de las grandes sacudidas del subsuelo histórico... La masa, los militantes, el mismo árgano jerárquico formalmente regular del partido, ven y siguen con retardo. No es por milagro ni por magia que la cabeza de un hombre afirma una formula clara, en el puro filón purísimo de la doctrina del partido de clase. Muchos otros “votaron” en sentido contrario. Poco importa. Ahora se frotan los ojos y dicen firmemente: es así. Pinches de la democracia representativa, ¡he ahí nuestro mecanismo!

Esas tesis no son sólo programáticas, observémoslo bien, sino también de polémica y de propaganda a nuestro modo, que no es el de los promotores de dentífricos (así, Lenin recomienda cuidado, paciencia y perseverancia en la tarea de combatir en las masas la concepción errónea de que la guerra sería conducida “por necesidad, no por espíritu de conquista”).

En ellas, Lenin fija las condiciones para el “asentimiento” del proletariado a una guerra “que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario”. Esas condiciones son las siguientes: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las anexiones; c) completo rompimiento de hecho con todos los intereses del capital (leed: del capital interno y externo).

Puesto que el régimen que tenemos en Rusia en abril de 1917 no responde a esas condiciones, la política del partido bolchevique en la guerra será: organización de la más amplia propaganda sobre esos puntos de vista en el ejército combatiente; fraternización (en las trincheras, entre los proletarios-soldados rusos y alemanes, para sabotear ambas disciplinas de guerra enemigas). Si el proletariado toma el poder, el programa será: “Supresión de la policía, ejército y cuerpos de funcionarios”.

Habiendo hecho así justicia a la tesis según la cual, a partir del momento en que tenía en sus filas a los Wilson y a los Kerensky tras febrero de 1917, la guerra de la Entente había pasado del estado de sucia guerra imperialista al de “noble” guerra de progreso, podemos ir más lejos. Fueron más lejos el proletariado ruso y el partido de Lenin que, realizando las “tesis” punto por punto, tomaron el poder, eliminaron la república parlamentaria, suprimieron la policía, el ejército, la burocracia zarista-burguesa. Esto ocurrió en octubre-noviembre de 1917, pero la guerra mundial duró un año todavía y fue llevada adelante también contra el nuevo Estado revolucionario ruso, soviético y bolchevique. ¿Cuáles son las lecciones de esta experiencia histórica? La guerra imperialista, a la que Lenin había arrancado despiadadamente su máscara de guerra “revolucionaria burguesa”, ¿se volvió una guerra “revolucionaria proletaria”? ¿Qué ejemplos de este tipo de guerra dio la historia del movimiento obrero internacional?

Remontemos un poco hacia atrás, al fin del período de las guerras nacionales que hemos recordado a menudo. La Comuna de París, nacida en la debacle del ejército de Bonaparte y en la catástrofe nacional, nacida arrancando del poder a los Tchkheidzé, a los Tsereteli de ese entonces, que en este caso no eran belicistas, sino “capituladores”, se encontró cogida entre dos fuerzas enemigas: el ejército francés de Versalles al servicio de la burguesía, y el ejército prusiano a dos pasos de los fuertes de París, listo a firmar el armisticio. ¿Había que decir: “no quisimos la guerra bonapartista ni tampoco la capitulación de Thiers y de la burguesía republicana. Haremos, nosotros, proletarios comunardos, la guerra revolucionaria para expulsar las divisiones de Moltke del suelo francés”? Marx alude a esta cuestión.

Hubo varios intentos del gobierno de Thiers para obtener que Bismarck tomase sobre sí la expugnación militar de París y la represión directa de la insurrección. Por sus propios objetivos, Bismarck no consideró útil hacerlo, pero incluyó en las condiciones de paz y de retirada de las tropas de ocupación la “pacificación” de París. La república burguesa fue obligada a realizar la sucia tarea con sus propias manos.

Los prisioneros comunardos que caían en las manos de los versalleses eran inmediatamente masacrados. Algunos que lograron franquear la doble línea de los puestos militares avanzados fueron capturados por los prusianos, pero salvados. Son inolvidables por su fuerza revolucionaria aquellas páginas en las que Marx reivindica las represalias de los comunardos, con el fusilamiento de 64 rehenes, entre ellos el arzobispo de París, y el incendio de los palacios burgueses de los bulevares, mientras los cañones de Thiers demolían las viviendas obreras. Los prusianos asistieron impasibles al espectáculo. Marx los estigmatizaba: “Entre Prusia y la Comuna de París no había guerra. Por el contrario, la Comuna había aceptado los preliminares de paz y Prusia se había proclamado neutral. Prusia no era, por lo tanto, beligerante. Desempeñó el papel de un matón; de un matón cobarde, puesto que no arrostraba ningún peligro; y de un matón a sueldo, porque se había estipulado de antemano que el pago de sus 500 millones teñidos en sangre no sería hecho hasta después de la caída de París” (12).

Recordando estos hechos históricos, Marx llega entonces a dos conclusiones: la salida de la insurrección proletaria no podía ser una guerra de una Francia comunarda contra el ejército prusiano, y la Comuna no debía proclamarla. La salida debía venir de la guerra social sin cuartel entre burgueses de Versalles y proletarios insurgentes de París. Estos cayeron, porque todos los gobiernos de la burguesía bajo todas las banderas se aliaron en la contrarrevolución. Y siempre, desde entonces, cuando la amenaza roja se eleva, ha sido y será así.


Hoy

La gran cuestión actual para la clase obrera mundial, en lo que concierne la eventual próxima guerra general (más allá de todas las hipócritas cruzadas para “impedirla”, montadas por todas las fuerzas que se preparan para ella), es saber si se presentará la posibilidad de transformarla en guerra de clase o si se deberá, una vez que haya estallado la guerra, escuchar a alguno que dirá: “He hecho todo lo posible por conjurarla, ahora debo hacerla como una “guerra santa”; “¡venid, hacedla conmigo!”. Los algunos que hablarán en nombre de la santidad de una causa de los “países libres” y democráticos contra aquellos en los que reinan “la dictadura” y los “totalitarismos” tendrán un triunfo formidable, efecto de toda la gangrena introducida en las fuerzas proletarias por la reciente cruzada antialemana y de liberación nacional, de toda esta repugnante orgía de propaganda democrática y resistencial en la que el stalinismo sostenía las palanganas del vomitorium burgués.

Los otros algunos, que predicarán la santidad revolucionaria de la defensa de Rusia, pretenderán en vano encontrarse en las condiciones leninistas de la defensa nacional revolucionaria.

Ese nacionalismo y militarismo con pretensiones revolucionarias deben ser combatidos por medio de una evaluación de todas las situaciones militares ligadas a Rusia, tanto en el curso del año transcurrido entre la victoria bolchevique y el fin de la guerra de 1918, como más tarde.

La respuesta de la dialéctica marxista es ésta: puede ser que la próxima guerra vea formarse una coalición general contra el Estado ruso, y que, por tanto, la transgresión de la “ruptura” con todos los intereses del Capital, querida por las Tesis de Abril, sea mucho menos evidente que en el momento de la segunda guerra mundial. Pero si la Rusia de hoy fuese un poder proletario, no hubiese podido aliarse en la segunda guerra, estrechamente y en forma decisiva, con los intereses del capital inglés y americano, que desde hace dos siglos no divergen una sola pulgada de los intereses del capitalismo mundial y de la contrarrevolución.

 


 11  - Las tareas del proletariado en la presente revolución, 4-5 (17-18) de abril de 1917, Oeuvres, tomo 24.
 12  - Manifiesto del Consejo general da la Asociación Internacional de los Trabajadoras, IV, 30 de mayo de 1871.


 

 



Siguiendo el hilo del tiempo
LA NOVELA DE LA GUERRA SANTA
(Battaglia Comunista, n.13, 1950)


Ayer

En marzo de 1918, cuando se firmó la paz de Brest-Litovsk entre la Rusia bolchevique y la Alemania aún imperial, se elevaron vivas polémicas en el campo proletario y revolucionario. Habiendo la clase proletaria rusa derrocado el feudalismo y el capitalismo, ¿debía llegar a la paz a cualquier precio y liquidar la guerra? ¿O bien debía pasar de la victoria revolucionaria a la proclamación de la “guerra santa”, destinada a derrocar al poder imperial alemán y a hacer avanzar la revolución social en toda Europa? Curioso, mientras que los comunistas marxistas, ala extrema del movimiento socialista europeo e italiano, aprobaban y comprendían la política leninista de basta con la guerra (7), y la aceptación de las condiciones impuestas en Brest “sin discutirlas siquiera “los anarquistas y socialistas revolucionarios, incluso aquellos que desde 1914-15 habían sido hostiles a la guerra burguesa y al intervencionismo, se entusiasmaron no poco con la reivindicación y la idea de la “guerra santa proletaria”. Curioso porque, dado que la guerra se hace con un ejército, y que los libertarios reprochan a los marxistas el empleo de un aparato de Estado autoritario para la dirección de la lucha en el interior, no se ve cómo se puede conciliar una revolución sin poder de Estado con una revolución que arma ejércitos para llevar adelante verdaderas guerras. La suprema expresión de la autoridad estatal es el hecho militar; la guerra contra ejércitos modernos y con medios modernos (y no es posible concebirla de otro modo) exige un organismo que posea el máximo de unidad centralizada, de absoluta disciplina y de autoridad jerárquica. Si para nosotros, marxistas, es imposible, a lo largo del no breve período de transformación, confiar la fundación de la economía no capitalista y no propietaria a la iniciativa autónoma de libres comunas federadas, industriales o agrícolas, como pretende la fórmula libertaria, y sostenemos por consiguiente que no es posible prescindir de la fuerza del Estado obrero y de la dirección central del partido de clase, la idea de que movilizaciones y operaciones militares podrían basarse en ese federalismo nos resulta un absurdo aún más flagrante. Desde hace ya un siglo pasó la idea burguesoidea de una guerra surgida de una llamarada ideal de las masas, conducidas por los hijos descalzos armados sólo de rabia. En la guerra, los métodos de organización, de planificación a partir de un centro, alcanzan su punto culminante. Si también nosotros, marxistas, tras la completa utilización de todos los resultados de la técnica moderna, hoy monopolio de los capitalistas, sabemos discernir, al final, una organización social sin intervenciones represivas y coercitivas, no hay duda que la condición de ese estadio superior del comunismo no es sólo la realización de una serie vastísima de medidas sociales, sino sobre todo la superación decisiva de la época de las guerras y de los ejércitos estatales.

La guerra es conducida por los grandes centros que son depositarios de una red inmensa de recursos técnicos y económicos, por centros cada vez más potentes: es ésta la trágica enseñanza de estos últimos tiempos. Los amplios llamamientos a las formaciones irregulares, resistenciales, a los patriotas, a los maquis, etc., no han tenido como objetivo una modificación seria de las relaciones de fuerza militares, y el perjuicio que provocaron al “enemigo” esos movimientos, aun desangrándose, fue nulo en relación a los resultados de las fuerzas oficiales y regulares. Ellos apuntaban al resultado político de agotar las energías de las masas, y eliminar las oposiciones a las cochinadas y vejaciones que los vencedores se proponían realizar tras el triunfo, al puro servicio de los intereses de las clases dominantes, menospreciando todas las promesas de libertad, de civilización y de justicia.

Si hay un hecho social que no será jamás espontáneo es la guerra, sobre todo la guerra moderna. En ella alcanza su máxima expresión el manejo por un puñado de dominadores de multitudes pasivas, inconscientes, mecanizadas, insertas en una red que destruye toda tendencia a la iniciativa, reduciendo a los hombres al estado de robots homicidas. En principio, nosotros, marxistas, podremos no excluir que, para el desarrollo de la revolución, se deba empuñar, al igual que ese duro y odioso expediente que es el poder de Estado, ese otro expediente que es la guerra hecha con encuadramientos militares. Pero es curioso, como decíamos, que ese expediente entusiasme a los libertarios que quieren – y creen ilusionándose – basarse en la autonomía de la “persona humana”. Sagrada es la persona humana, santa la guerra: son expresiones que corresponden a la pura y simple ideología burguesa, a la más suciamente hipócrita, y nos hace sonreír. Millones de seres vivientes bien pueden ser inmolados, para el filisteo, en aras del siniestro fetiche de la guerra. En vez, para nosotros, marxistas, la idea de la guerra santa no se vincula a una guerra futura que habría que ennoblecer en relación a las guerras criminales de ayer y de hoy, sino a un mayor empleo del misticismo y del fanatismo que, unidos a las vejaciones y a la conscripción, conducen una vez más a millones de oprimidos a dar su vida al servicio de los explotadores y de los opresores.

La guerra, como hecho histórico positivo y fundamental, no puede ser ignorada y exorcizada, como no puede el cretinismo democrático eliminar y exorcizar el enfrentamiento violento entre las clases: no se debe ver, pues, su desarrollo histórico partiendo de exaltaciones morales, sino con el método marxista del determinismo.

En la Historia del movimiento obrero de Dolléans, de tendencia anarcoide, se hace todo lo posible para presentar siniestramente la posición de Marx y Engels en 1870. El 20 de julio, el primero escribía al segundo frases de este tipo: “Los franceses tienen necesidad de estacazos. Si ganan los prusianos, la centralización del poder de Estado servirá para la centralización de la clase obrera alemana. Además, la preponderancia alemana desplazaría el centro de gravedad del movimiento obrero occidental de Francia a Alemania... lo que significaría la preponderancia de nuestra teoría sobre la de Proudhon”. El 31 de julio, Engels responde: “Mi confianza en los resultados militares alemanes crece día a día. Somos nosotros quienes hemos ganado la primera batalla seria”. Y el 15 de agosto: “Elevar el antibismarkismo al nivel de único principio directriz sería absurdo. Hoy, como en 1866, Bismark hace una parte de nuestro trabajo; a su manera y sin saberlo, pero lo hace (8). Marx habría estado después sumamente preocupado porque la frase de su carta sobre el desplazamiento del centro de gravedad del movimiento obrero fue citada en el texto del Manifiesto de Brunswick de los socialistas alemanes, mientras que no debía hacérsela pública.

Todo esto conduce a imputar la crisis de la Internacional al orgullo y al espíritu de dictadura de Marx, ensañado en liquidar al “maldito ruso” Bakunin. En otro pasaje, más tarde, Engels ataca incluso al nuevo régimen republicano francés, escribiendo a Marx el 7 de septiembre de 1870: “Esa gente que toleró durante 20 años a Badinguet, hoy, que las victorias alemanas les han regalado una república (¡y qué república!), pretenden que los alemanes abandonen inmediatamente el suelo sagrado de Francia: sino, guerra a ultranza... Espero que una vez pasada la primera embriaguez, recuperen su buen sentido, etc...

Como siempre, los que no llegan, no digamos a comprender, sino a situar en su verdadero terreno la gran controversia histórica entre autoritarios y libertarios sobre la revolución, querrían reducirla a una cuestión de temperamento personal de los famosos jefes. Recientemente han reseñado no sé dónde, el milésimo libro sobre Lenin – por nuestra parte nos alabamos de no haber ido más allá del primero. ¡Desde el congreso de Londres, desde las estadías en Suiza, Lenin es descripto como el hombre que incansablemente, acto tras acto, prepara desde hace mucho tiempo la satisfacción de su innata necesidad de poder, de mando, de su avidez para condenar y hacer ejecutar a los hombres!. Llegadas la ciencia y el arte burgués al mismo grado de putrefacción, buscarán hasta en el útero materno la influencia del sádico hambre de dictadura de esos grandes hombres, transformando en fotonovelas – único producto al alcance de esos autores, editores y lectores de epidermis histórica y cerebro atrofiado- la contribución serena, fuera de toda pasión subjetiva, que dieron a la teoría del Estado del poder y de la dictadura, en relación con las clases.

Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Lenin, fueron hombres a los que la sola idea de asumir cargos y recibir honores fastidiaba tremendamente. Los dos primeros salieron del paso y su satisfacción se trasluce – para quien sabe leer – en cada línea de sus manifestaciones en el dominio político y práctico. El tercero, en una fase histórica diferente, fue llevado a la cabeza del Estado por el determinismo de los hechos, sin cambiar en lo más mínimo su simplicidad. Repite una y otra vez la doctrina, fustiga y fustiga a los que se desvían del recto camino, y que, impulsados por su extrema e inconcusa convicción y decisión de haber sido creados para hacer el “sacrificio” de dirigir todo, alteran e invierten la acción hasta la traición; rasca y vuelve a rascar a sus propios compañeros y partidarios periódicamente alcanzados por una fiebrecita desviacionista; a un cierto momento, Lenin se decide a hacerlo él mismo, permaneciendo el mismo hombre, con la misma sonrisa indescriptible y de infinita tolerancia bondadosa por las debilidades, las vanidades y las tonterías continuas incluso de los mejores, conservando las mismas costumbres de vida que en la época de miseria. Su compañera Nadejda Krupskaia, en el Kremlim, era la misma que en las pensionistas de cuarta categoría de Zurich. Hay una anécdota sabrosa que cuenta Wolfe Nadejdá no podía evitar algunas “visitas” de damas aburguesadas, esposas de jefes socialistas, y se hablaba de cocina. Yo, decía Nadejda, me sirvo de la estufa, en la que pongo una sola olla con todo lo que tenemos para el almuerzo. ¡¿De verdad?! ¿Y el tiempo de cocción?. Eso depende, fue la tranquila respuesta: hasta 6 horas, cuando Vladimir está sumergido en el trabajo; 10 minutos cuando tenemos mucha hambre.

Ese fue el hombre que incubaba, según los imbéciles, la serpiente venenosa de la sed de dominación. La historia revolucionaria lo colocó en la cima de la pirámide de la dictadura que pesaba inexorablemente sobre los intereses, los prejuicios y las hipocresías de los enemigos de clase. Que éstos no hayan comprendido ni siquiera quien era, como temperamento, Lenin, es la última prueba de la tesis materialista sobre el poder, esto es, que hay algunas capas sociales cuyos elementos no pueden ser convencidos con la propaganda o con medidas constitucionales, sino que deben ser aniquilados por la fuerza, y sin excluir golpe alguno.

Ese fue el hombre, que nadie vio nunca llevar uniforme, decoración o signo distintivo alguno de poder y de honor. Han debido primero embalsamarlo para poder hacerlo subir al escenario.

Volviendo a Marx y a Engels, el efecto escandaloso de esas citas de Dolléans es completamente nulo, aun sin poderlas colocar en su verdadero contexto.

Hacer del antibismarkismo un principio significa trocar por un idealismo y moralismo estúpido el método del comunismo crítico que encuentra las causas positivas de los hechos históricos, y cuyo primer versículo dice: no ha habido nada más inhumano, feroz, e infame que la formación del capitalismo, pero ese proceso no solo fue necesario, en el sentido de que constituyó la condición para el desarrollo del socialismo, sino que, en los períodos y lugares en donde aún estuviese en curso, y si de nosotros dependiera, nosotros, proletarios y socialistas, deberíamos ayudarlo.

El mismo abandono total del terreno marxista tuvo lugar cuando se elevó a principio supremo sea la lucha contra los curas, sea la guerra contra Guillermo de Alemania, sea la guerra contra Hitler. Lo mismo han hecho quienes, “tras haber soportado a Bagnasciuga (9) durante veinte años” y “luego que las victorias anglo-americanas les hubiesen regalado una República (¡y qué República!), pretendían con la política de los Comités de Liberación que los alemanes dejasen inmediatamente el suelo sagrado de Italia: sino, guerra a ultranza”.


Hoy

La guerra santa no atontó a los proletarios revolucionarios de la Comuna de París, y no atontó a los socialistas italianos de 1914-1915.

Desgraciadamente, atontó a los proletarios italianos a los que, tras los veinte años de Bagnasciuga, se hizo luchar ¡¡¡por la defensa de esta república de 1946, y hasta de la monarquía de 1943!!!

Esperemos que no les esté reservada la misma suerte cuando sobrevenga el próximo conflicto entre las dos alas de los guerra-santistas de ayer.

Si el Estado ruso no hubiese degenerado, y con él el movimiento de la Internacional Comunista fundada por Lenin, hubiese sido claro que la situación de la segunda guerra imperialista mundial no debía ser afrontada con el guerrasantísmo. Un vigoroso partido marxista, la mano firme y el ojo clavado en el hilo del tiempo, hubiese proclamado esto: en 1870, el análisis objetivo podía indicarme – dado que no es la Idea, sino la fuerza, el agente que modifica las perspectivas históricas, Que la victoria de Bismarck sobre Bonaparte, más allá de las opiniones y deseos de Bismarck, era el elemento acelerador y positivo en el proceso de desarrollo de la lucha de clase europea. Aún no se había cerrado el período de las guerras nacionales de progreso. Sin embargo, ya desde entonces, estaba muy lejos de aliarme en la acción política con el gobierno prusiano, y mi movimiento era el de la Comuna, contra la que bonapartistas, republicanos burgueses de Francia, militaristas alemanes, nutrían el mismo odio. Estoy bastante maduró como para condenar la vergüenza de una defensa del “suelo sagrado de la república de Francia” en un bloque burgués-proletario.

Ese partido, sobre los pasos de Lenin y del ala izquierda socialista, en el momento de la guerra de 1914-1918, ya lo sabía bastante como para condenar todas las uniones sagradas al mismo tiempo.

Ese partido, en Rusia, en 1917, orienta toda la batalla para tomar el poder (febrero-octubre de 1917) sobre la consigna: dejemos el frente, liquidemos la guerra, contra la consigna de los burgueses y de los mencheviques: guerra de defensa nacional revolucionaria, guerra santa anti-alemana. Tras la conquista del poder, el partido mantiene su programa y liquida la guerra, aceptando las pesadísimas condiciones de paz de los alemanes. En una exposición detallada del período que va de la revolución rusa a 1a revolución alemana, veremos las etapas y los motivos de esta política decidida y precisa, en la que Lenin afronta la impulsividad de los partidarios sentimentales de la guerra revolucionaria.

Ese partido, en la segunda guerra imperialista de 1939-1945, hubiese debido sostener del mismo modo la ruptura de la política y de la acción de guerra dentro de todos los Estados. Un marxista podía conservar, sin embargo, e1 derecho a calcular y buscar las consecuencias de una victoria de Hitler sobré Londres y de un hundimiento inglés, sin temer que los habitúales ideólogos libertarios lo acusasen de simpatías por un tirano. Ese mismo marxista conservará el derecho, mientras demuestra que el régimen de Stalin no es, al menos desde hace veinte años, un régimen proletario, a considerar las útiles consecuencias revolucionarías de un hundimiento – desgraciadamente improbable – de la potencia americana en una eventual tercera guerra de los Estados y de los ejércitos.

Lo esencial será no realizar una política de “guerra santa” en ningún caso. Tal política está ahí, en el hilo del tiempo, en la memoria segura de la actual generación, para mostrar sus efectos y resultados. Liberado el sagrado suelo italiano con los comités multipartidarios que todos sabemos, y con los pañuelos blancos agitados para saludar a los famosos “jeeps de nuestro corazón”, ya no hay más alemanes. Pero los anti-alemanes de ayer, husmeados, no tienen más olor a santidad. Tenemos la República (¡y cuál!, decíais bien, don Carlos mío, aún más beata, cavernícola y agiotista que la monarquía), y tenemos la oposición republicana en lucha contra ese inaudito escándalo que los frutos de la especulación capitalista son el monopolio de los hombres políticos de la mayoría, cuando en los Comités de Liberación Nacional el trabajo para garantizarlos había sido hecho por todos juntos.

Por eso, la burguesía italiana se desligo, con la santa guerra, de Bagnasciuga, y con justa razón el general Alexander, que estipuló el trato (10), quiso disipar cualquier equívoco: ¡nada de ofensa, sino un cordial apretón de manos!

 


 7  - Ver en la Storia della Sinistra Comunista, vol.1, el articulo intitulado “Las directivas de la revolución rusa en una fase decisive”, aparecido en el Avanti! del 25 de mayo de 1918.
 8  - Marx-Engels, Werke, Tomo 32, pp. 5, 15, 40 y 56.
 9  - Bagnasciuga es un apodo despectivo dado a Mussolini, así como en el texto original Engels designaba Napoleón III con el mote de Badinguet.
 10  - Alusión a la firma del armisticio en septiembre de 1943, tras la deposición de Mussolini, entre el gobierno de Badoglio y los ejércitos angloamericanos, cuyo comandante en jefe en el Mediterráneo era el general Alexander.








Siguiendo el hilo del tiempo
ESTADO PROLETARIO Y GUERRA
(Battaglia Comunista, n.14, 1950)
 
Ayer

Tras haber confirmado la alianza militar con los franceses ingleses e italianos, el gobierno democráticoburgués ruso, que en febrero de 1917 había sucedido al gobierno zarista, colocó en el centro de su política, en mayo y junio, la preparación de la “gran ofensiva” contra los ejércitos austro-alemanes.

Se encontraban en esta línea no solo los partidos que desde agosto de 1914 habían apoyado la política de guerra del Zar con las consignas de defensa de la patria y de la unión sagrada nacional, sino también aquellos partidos que, como los socialdemócratas y los socialistas revolucionarios, habían llevado adelante una campaña contra la guerra, al menos parcialmente, desde el día en qué Rusia movilizó para apoyar la Servia y que Alemania había respondido movilizando a su vez. Nos referimos a los grupos que participaron en las conferencias internacionalistas en Suiza. En la primera, en Zimmerwald, en septiembre de 1915, estaba junto a Lenin el menchevique Axelrod; en la segunda, en Kienthal, en abril de 1916, estaban los dos Comités del Partido Socialdemócrata ruso y la fracción internacionalista del Partido Socialista Revolucionario, además del partido polaco, del Bund judío, etc. Tras la revolución de febrero, esos elementos “centristas” adoptaron a su vez una política de socialpatriotismo abierto.

Los bolcheviques, con Lenin y Trotski, se opusieron con la mayor energía a esta política de ofensiva militar. En el texto De la revolución de Octubre al tratado de Brest-Litovsk, Trotski expone las vicisitudes de todo este conflicto. La campaña por la ofensiva fue una verdadera campaña contra los bolcheviques, trata dos de derrotistas y de enemigos de la patria.

El 18 de junio, a iniciativa del Primer Congreso Panruso de los Soviets – en el que, sin embargo, los bolcheviques era sólo una pequeña minoría – se desarrolló en Petrogrado una grandiosa manifestación obrera que se tradujo en un gran éxito político de los bolcheviques: las masas manifestaron por la paz, contra la guerra y contra la ofensiva.

El gobierno de coalición entre los burgueses “cadetes” (K. D., demócratas constitucionales) y los socialistas de derecha sentía que la tierra temblaba bajo sus pies. Esclavo de la burguesía, este gobierno no hizo más que precipitar la ofensiva en el frente, mientras el 19 de junio, en las elegantes avenidas de Petrogrado, oficialitos y damas bien vestidas protagonizaron una manifestación patriótica y antibolchevique. Era demasiado poco, por un lado, para intimidar a la fuerza militar alemana; por el otro, para detener al proletariado revolucionario. Marx habría repetido en ese momento: los rusos necesitan ser apaleados. ¿Quiénes eran “los rusos2? El poder, el gobierno de ese junio de 1917, los políticos cadetes socialtraidores encubridores de los burgueses, que ellos definían con los términos hipócritas de “elementos acomodados” para disimular a las masas impacientes la colaboración de clase.

Pronto llegaron del frente las noticias de los reveses, de la retirada desordenada, de la negativa de las tropas a obedecer, del exterminio de los oficiales aislados entre los amotinados y el enemigo. El gobierno demisiónò, y mientras los socialistas de derecha reivindicaban una vez más una política de coalición, los bolcheviques proclamaban la consigna de paso del poder a los Soviets.

Desde el 3 de junio, en una declaración al Congreso, habían denunciado la política de la ofensiva como contrarrevolucionaria, utilizando al mismo tiempo tanto los evidentes argumentos ofrecidos por la situación del momento, es decir, el desbarajuste y la insuficiencia técnica del ejército y la certeza de la derrota, como los argumentos políticos y de principio: “los círculos contrarrevolucionarios de Rusia esperan que la ofensiva conduzca a una concentración del poder en las manos de los grupos militares-diplomáticos, es decir, de los grupos que están aliados al imperialismo inglés, francés y americano (1).

Del 3 al 5 de julio, los bolcheviques entablaron en las calles una primera gran batalla, pero no llegaron al punto de derrocar al gobierno. Durante las jornadas del 3 y 4 de julio éste ya no podía contar con las divisiones militares de la guarnición, excepto los oficiales-cadetes. Las otras divisiones comenzaban a pasar del lado de los revolucionarios, con los marinos de Cronstadt a la cabeza, que, por su parte, hubiesen querido atacar. Aún no había llegado la hora. Con la llegada de algunos regimientos “seguros”, Kerensky pudo tener un respiro. No fue una batalla perdida, sino diferida, y durante ese tiempo la izquierda revolucionaria ganaba terreno en todo el resto de Rusia.

A fines de agosto de 1917 los elementos contrarrevolucionarios aprovechan la pausa para intentar una restauración: es el famoso golpe de Kornilov. Pero el proletariado se había vuelto demasiado fuerte, tanto en el frente como en la capital. Kerensky, obligado por las circunstancias, finge querer combatir a Kornilov y llama a los destacamentos de fusileros marinos de Cronstadt; éstos toman las cosas en serio y barren a los kornilovistas en un santiamén.

El episodio sirve, entre otras cosas, para desenmascarar el pretendido patriotismo de los burgueses. Los alemanes avanzaban irresistiblemente y Kornilov les había cedido Riga, capital de Letonia. ex-presidente de la Duma, Rodzianko, llega a declarar, por horror a la revolución, que la caída de la flota del Báltico e incluso de Petrogrado en manos de los alemanes no era un gran mal. El frente, en vísperas de un nuevo invierno de guerra, se deshacía; la sección de los soldados del Soviet de Petrogrado se reunía al grito de “¿El gobierno es incapaz de defender Petrogrado? Y bueno, ¡que se concluya la paz! ¿Es incapaz de concluir la paz? ¡Entonces que se vaya al diablo! (2)

El gran conflicto que condujo los revolucionarios a la conquista del poder estalló precisamente en el terreno de la guerra, a propósito de la guarnición de Petrogrado. El 25 de octubre se preveía que el nuevo Congreso Panruso de los Soviets adoptaría la consigna de la toma del poder, y que sustituiría a los ministerios “parlamentarios” con el sostén de las masas obreras de la capital. El gobierno concibe entonces el plan de alejar de la ciudad a los dos tercios de la guarnición militar, reclamado por el Estado Mayor para contribuir a contener la invasión alemana. Inmediatamente los bolcheviques toman posición, y se formó ese Comité Militar Revolucionario que, en ligazón directa con el Comité Ejecutivo del Partido, fue el instrumento de la acción insurreccional. A su regreso de Finlandia, donde debió ocultarse cuando comenzaron las persecuciones antibolcheviques de julio, Lenin decide a los vacilantes. Las masas entran en acción: ¡Abajo la guerra!. ¡Todo el poder a los Soviets!. Mientras que el gobierno todavía tiene sus sesiones en el Palacio de Invierno, los destacamentos militares del Comité Revolucionario, que tiene su sede en el Instituto Smolny, ocupan los puntos decisivos de la ciudad, a menudo sin lucha. Al anochecer del 25 de octubre, en la sala en que está reunido el Congreso de los Soviets, se anuncia: el Palacio de Invierno está tomado, Kerensky ha huido, los otros ministros están detenidos. La revolución ha vencido. Un décimo de los delegados al Congreso deja la sala. Los Soviets asumen todo el poder.

Tanto en la Comuna de Leningrado como en la de París, la revolución venció marchando en el sentido opuesto al del frente de guerra: no tirando sobre el enemigo extranjero en la lucha nacional y militar, sino volviendo los mismos hombres y las mismas armas contra el enemigo interior, contra el gobierno de la capital, contra el poder de clase de la burguesía, “transformando la guerra nacional en guerra civil”. Fuera de éstos, la historia no nos ha dado otros ejemplos.

El proletariado tomó el poder y el partido bolchevique de Lenin dio curso enseguida a su consigna: terminar la guerra.

Ya el 26 de octubre, en su histórica sesión de noche, el Segundo Congreso Panruso de los Soviets vota por unanimidad un decreto que decide la conclusión de la paz. El 7 de noviembre, el gobierno de los Comisarios del Pueblo, en su primer acto de política exterior, propone formalmente a todos los Estados beligerantes negociaciones inmediatas por la paz. Los gobiernos aliados no solo rechazan la propuesta, sino que amenazan abiertamente al gobierno ruso:¡si concluye una paz separada, atacarán militarmente a Rusia! El 11 de noviembre, el gobierno proletario responde con una “Proclama a los obreros, soldados y campesinos”. ¿Qué dicen los bolcheviques en esta proclama? Anuncian la paz separada, la publicación de los tratados diplomáticos secretos, y concluyen: “EN NINGUN CASO TOLERAMOS QUE NUESTRO EJERCITO DERRAME SU SANGRE BAJO EL LATIGO DE LA BURGUESIA EXTRANJERA” (3).

El alcance de este histórico compromiso es incalculable. Esta declaración es fundamental para analizar la situación de hoy. Se afirma que en Rusia hay un Estado proletario y que su ejército combatiría como ejército proletario en la guerra contra América. Pero el ejército de un Estado proletario no hubiera podido combatir junto a esta misma América capitalista en los años 1941-45, prácticamente “bajo el látigo de la burguesía extranjera”.

Las negociaciones con los alemanes comenzaron el 9 de diciembre, pero sólo el 25 los alemanes formularon sus propuestas, que incluían facinerosos pedidos de anexión. La delegación rusa no podía aceptarlas; la situación había sido vuelta más difícil por el hecho de que Ukrania no había pasado aún del lado de los bolcheviques, y la “Rada” de Kiev firmaba una paz separada con los alemanes el 9 de febrero. Mientras tanto en Viena, en Berlín, estallaban huelgas políticas, movimientos obreros. Los rusos no pueden declarar la guerra, no pueden aceptar condiciones que los estrangulan. Interrumpen las negociaciones negándose a firmar la paz, pero, anunciando al mundo que el ejército ruso no opondrá resistencia al invasor, llaman al proletariado alemán y al de todos los países para que se levanten contra los gobiernos imperialistas y la guerra.

Por tanto, hemos tenido un ejemplo histórico de este método de no resistencia del Estado proletario a la invasión. Entendamos nos bien. No elevaremos este ejemplo al nivel de un principio general, y menos aún sobre la base de una aversión filantrópica general contra la efusión de sangre. Sólo queremos recordar que este ejemplo histórico no terminó desfavorablemente. Precisamente los promotores del Estado ruso de hoy – archimilitarista, archinacionalista – son los que movilizan para su campaña todas las hipocresías de un pacifismo “en general”.

Los alemanes denuncian el armisticio y cinco días antes del término retomaron su marcha hacia adelante. La situación era tremenda. Los contrarrevolucionarios ukranianos y finlandeses, acosados por los bolcheviques, lanzaban llamamientos a las fuerzas militares alemanas. Los proletarios revolucionarios oscilaban entre la indignación furiosa y el abatimiento total. En las filas mismas de los bolcheviques se abrió una controversia: ¿pedir aún un tratado de paz y capitular totalmente, o caer en una desesperadísima resistencia? Es sabido que Lenin debió superar serias dificultades, sobre todo a raíz de Bujarin que estaba “por la guerra”.

Como lo hizo siempre, sin la más mínima interrupción, Lenin mantenía los ojos fijos en el camino de la revolución mundial. No había más que ganar tiempo utilizando el conflicto entre los imperialistas enemigos, todos igualmente listos a tratar de estrangular la revolución rusa. En el Congreso del Partido, como en el IV Congreso de los Soviets, venció la tesis de la paz.

La delegación de los Soviets volvió a Brest-Litovsk, y encontró condiciones aún más inexorables. Las firmó “sin leerlas si quiera”. La guerra había terminado.

El 16 de marzo, el Congreso ratificaba la paz con 724 votos por 276 contra y 118 abstenciones: “No esperamos un cambio de esas condiciones de la fuerza de las armas, sino de la revolución mundial (4).

En la polémica con Kautsky, Lenin reivindica lo que aquél consideraba como un error: haber contado con la revolución europea y mundial. Así como El Estado y la Revolución se interrumpe bruscamente con el anuncio de Octubre de 1917, el Anti-Kautsky se termina con el anuncio de la revolución alemana del 9-10 de noviembre de 1918 a Kiel y Berlín. Pocos meses han transcurrido desde el diktat de los generales alemanes, y ya el frente y la frontera de Brest-Litovsk se han desplomado.

La revolución alemana detendrá la guerra, pero, en su intento de acercarse a la dictadura bolchevique, será a su vez detenida por los esbirros socialtraidores. En 1919, habiendo reorganizado la guardia roja y el ejército, el Estado revolucionario ruso conducirá la lucha sobre nuevos frentes: Siberia, Kuban, Don, Odessa, Arkhangelsk, etc., contra las expediciones del imperialismo franco-inglés, y los derrotará al término de una larga lucha sobre su territorio. No habrá verdadera guerra declarada entre los Estados, salvo en 1920 contra Polonia – fuertemente sostenida por las potencias capitalistas – y ésta concluirá sin la conquista de Varsovia, mientras la revolución en Europa se va replegando.


Hoy

Desde entonces, los problemas que se vinculan a Rusia, a su fuerza militar, y a la guerra, giran en torno de esta contestación: la perspectiva de Lenin ha fracasado, la Revolución se ha circunscrito a Rusia. Siendo así, el Estado de los Soviets no tenía otra alternativa que organizar su ejército de modo tal de poder combatir una expedición punitiva y restauradora del capitalismo.

En efecto, renunciando a la perspectiva de la difusión de la revolución proletaria en el mundo, los rusos han renunciado a desarrollar su propia revolución, que podía esperar algunos años como lo sostuvo Lenin contra Kautsky, pero que no tenía luego otro destino histórico que avanzar o retroceder. El stalinismo es la expresión política de ese retroceso.

Lenin había llegado a decir: “Aun cuando el imperialismo mundial llegase mañana a aplastar el poder soviético ruso, supongamos, con una alianza de los imperialismos alemán y anglo-francés, aun en esta eventualidad, la peor de todas, la táctica bolchevique habrá sido de la máxima utilidad para el socialismo habrá ayudado al crecimiento de la invencible revolución mundial (5).

La táctica que Lenin defiende es la que ha sido vergonzosamente traicionada en 1941: ¡ninguna alianza con ninguno de los dos imperialismos! Es la táctica que hizo rechazar la continuación de la alianza en 1917, y que triunfó con el hundimiento de Alemania y la impotencia de los franco-ingleses para vencer a la Rusia de los Soviets.

La táctica opuesta, la de los mencheviques y cadetes en 1917, la de Stalin en la segunda guerra mundial, no solo es derrotista en el sentido de la Revolución, sino que también lo es el sentido nacional-militar. Es por ello que resultaría inexplicable si, paralelamente, no se constatase el retorno de la economía interior bajo el yugo de las influencias capitalistas mundiales.

En 1918, combatiendo contra la táctica de la alianza, Trotski había dicho claramente: “Aun cuando la victoria hubiese sonreído a este campo, al que Rusia había sido arrastrada por las maniobras del zarismo y de la burguesía, aun así, ello no hubiese significado la victoria de nuestro país. Continuando la guerra, Rusia hubiese estado, en el campo victorioso de la Entente, aún más agotada, aún más devastada de lo que está actualmente. Los amos de este campo, es decir, Inglaterra y América, habrían empleado con nosotros los mismos métodos de los que se sirvió Alemania durante las tratativas de paz. Al analizar la política de los países imperialistas, sería una puerilidad necia e insensata dejarse guiar por otras consideraciones que las del interés puro y la potencia brutal (6).

Todo lo ocurrido de la segunda guerra a mundial en adelante, desde el sacrificio inmenso de vidas humanas y de recursos por la causa anglo-americana hasta el plañimiento pacifista sobre las “agresiones imperialistas” de hoy, corresponde, en esencia, a esta potente perspectiva de Trostky, en el lejano febrero de 1918.

¿Es posible analizar los hechos como el enorme error de un Estado Mayor del proletariado que creyó que las potencias capitalistas anglo-americanas combatían seriamente contra el imperialismo y por las cien libertades populares, y que, por lo tanto, era sagrado para ellos respetar a su aliado? ¡Sería una patraña tan grande que sólo podríamos definirla como una traición!

Al contrario: el análisis demuestra que el Estado y el gobierno de Moscú no expresan intereses del proletariado ruso y de la revolución mundial, sino que dependen, desde hace mucho tiempo de influencias del imperialismo capitalista. La relación de fuerzas que expresan no es la de la lucha de clase en los diferentes países, sino la de las fuerzas económicas, diplomáticas y militares en el campo capitalista.

Así como el Estado y el régimen de Moscú pueden encontrarse en conflicto con esas fuerzas o con grupos de ésta, ningún motivo de naturaleza social les impone límites a las posibilidades de compromiso, e incluso de subordinación, a los centros imperialistas.

Si hoy existiese un Estado proletario, y si tuviese un ejército comparable en eficacia a los de la burguesía, no excluiría, donde la relación de fuerzas lo aconsejase, emplearlo para a travesar las fronteras en ayuda de una revolución obrera; no excluiría la “agresión” revolucionaria; no lo oiríamos reducir su propaganda exterior a las innobles palabras oportunistas: ¡guerra evitable – lucha por la paz – ejército formado solamente para la guerra de defensa y para rechazar la agresión!

Los Saragat y los Togliatti hablan el mismo lenguaje: preleninista, precomintern. Ninguno de los dos quiere la guerra por la lucha proletaria, sino solo por la defensa. ¿Defensa de qué?. De lo que han defendido juntos en la segunda guerra, defensa de regímenes y de principios burgueses. Solo para ello, proletarios han permitido y os permitirán matar y dejaros matar.



 1  - Trotski, De la Revolución de Octubre al tratado de paz de Brest
 2  - Óp. cit., p.66.
 3  - Óp. cit., p. 131
 4  - En relación al debate alrededor de Brest-Litovsk en el Partido bolchevique, cfr. nuestra Estructura económica y social de la Rusia actual, 1955.
 5  - La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Oeuvres, tomo 28.
 6  - Trotski, Óp. cit., p. 139.









Derrotismo proletario en ambos frentes

- En Rusia

La Propaganda

A diferencia de lo que ocurre del lado ucraniano, donde el régimen burgués, para llevar a los proletarios a la matanza de guerra, hace una extensa propaganda de odio contra los rusos y todo lo ruso (lengua, cultura, historia...), en Rusia la propaganda se va al otro extremo, hasta el punto de negar los problemas nacionales pasados y la opresión de la gran Rusia y reprochar al partido gobernante de Lenin haber permitido la separación de Ucrania del antiguo imperio zarista, la “prisión de las nacionalidades”. De hecho, los dos pueblos ahora tienen demasiado en común. Muchas familias proletarias son mixtas, sus miembros trabajan en lados opuestos de la frontera, y hoy en el frente. En general, por lo tanto, el trabajador ruso no tiene sentimientos de enemistad hacia el trabajador ucraniano, y viceversa.

La propaganda de la burguesía en Rusia se centra pues en los “neonazis” que habrían tomado el poder en Ucrania, con el apoyo de los países de la OTAN, especialmente de Estados Unidos, y Putin sería el único en el mundo capaz de repeler a estos “fuerzas oscuras”. En los medios, las fuerzas armadas son “libertadores”, en un paralelo entre la Gran Guerra Patria de la URSS contra la Alemania nazi. Dicha propaganda afecta a ciertos sectores de la sociedad, particularmente entre las aristocracias laborales, los empleados públicos y los trabajadores de las corporaciones estatales, como Gazprom. Pero cuanto peor es el nivel de vida de los rusos, menos apoyo a la guerra: entre los trabajadores de empresas privadas, entre los trabajadores jóvenes y los desempleados. Sin embargo, existe un alto porcentaje de opositores abiertos a la guerra entre los trabajadores más calificados, desde informáticos hasta docentes.

La clase obrera rusa aún no ha expresado su posición en relación a la guerra, debido a su desorganización y dispersión, sin embargo es bastante elevado el número de trabajadores que consciente o instintivamente se oponen a la masacre en Ucrania.


La conscripción

Esta oposición, aunque latente, condiciona sin embargo los proyectos de movilización del régimen. Según las estadísticas oficiales, el alistamiento voluntario, con posterior salida al frente, es aceptado por jóvenes de la periferia del país (Buriatia, Daguestán), donde la economía está subdesarrollada y donde la salida al frente es la única para salir de la pobreza y el desempleo. Tambièn voluntarios, un buen número de los soldados enviados a Ucrania son muy jóvenes que han sido presionados durante la detención obligatoria para ser enviados a la guerra. Pero, tras las fuertes pérdidas en el frente, silenciado por la propaganda, y el número insuficiente de voluntarios, se habla de un posible reclutamiento obligatorio. Muchos proletarios se dan cuenta de que de esta manera pronto se convertirían en carne de cañón para los intereses de los capitalistas: una cosa es ver la marcha victoriosa de los “libertadores” en la televisión y otra arrastrarse por el barro sin entender por qué.


La oposición a la guerra

La prensa occidental muestra las protestas de los pacifistas, representantes de la oposición liberal al régimen de Putin. Además de estos, hay formaciones de “izquierda” en Rusia que en la situación actual una vez más se han puesto del lado de una de las facciones de la burguesía. Los estalinistas en su mayor parte están del lado del régimen y apoyan la guerra; los trotskistas, de una forma u otra, están en las posiciones de los pacifistas burgueses, en contra de la guerra ya favor de la democracia. En ausencia de un movimiento obrero dependiente de la ideología y la política burguesas, llegan noticias de acciones espontáneas de los trabajadores contra la guerra desde varias ciudades de Rusia.

Estos toman distintas formas, desde el chofer de autobús que no quiere “decorar” el vehículo con el símbolo de la campaña militar, la ya conocida “Z”, hasta el docente que no cuenta a los alumnos las mentiras de la propaganda, pasando por la negativa colectiva a los trabajadores reservistas de una industria a firmar el contrato breve de empresa. Ha habido casos de destrucción de carteles de propaganda hasta incendios de comisarías militares, al menos 18.


Los sindicatos

Esta oposición proletaria a la guerra carece de todo tipo de carácter organizativo, dada la postración de las centrales sindicales ante los intereses del capitalismo nacional. Actualmente existen dos grandes federaciones sindicales en Rusia, que juntas asocian a los principales sindicatos del país. La primera es la llamada Federación de Sindicatos Independientes de Rusia (FNPR). Esta es una instalación totalmente controlada por el estado y siempre apoya al régimen. Sus líderes son miembros del partido gobernante, Rusia Unida.

En las células sindicales de las empresas la situación es la misma. Su política es la de los dueños de los negocios, de la burguesía. La segunda es la Confederación del Trabajo de Rusia (KTR). Aunque afirman ser los verdaderos portavoces de los intereses de los trabajadores, sus líderes reformistas se han aliado repetidamente con políticos burgueses. Esta confederación siempre se ha posicionado “a la izquierda”, los principales dirigentes están vinculados al reformismo socialdemócrata y en las organizaciones de base hay una importante presencia de “izquierdistas”, principalmente trotskistas. Sin embargo, la línea política de la dirección es completamente burguesa. En cuanto a la guerra, los líderes de KTR prefirieron no entrar en conflicto directo con la burguesía. Al inicio de la “operación militar especial” el 25 de Febrero, después de una breve reflexión sobre las penurias que caerán sobre los hombros de los trabajadores rusos y ucranianos, formularon una conclusión extremadamente vaga: “La Confederación del Trabajo de Rusia expresa su confianza en la necesidad de un rápido cese de las hostilidades, la reanudación del diálogo pacífico y la convivencia entre los pueblos multinacionales de Rusia y Ucrania”. Sin embargo, se puede identificar una pequeña minoría sindical en posiciones de clase, como el sindicato de mensajería recientemente creado, y más bien organizaciones de base combativas dentro de la KTR, una célula sindical de trabajadores de la caldera en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk. Estas organizaciones desde los primeros días de la guerra se negaron a apoyar a uno de los bloques imperialistas.


Defensa de los trabajadores

Inmediatamente el segundo día después de la declaración de guerra con Ucrania, los precios de casi todos los productos aumentaron y los estantes con artículos de primera necesidad se vaciaron temporalmente. Los fuertes aumentos de precios, con una caída real de los ingresos para el trabajador ruso, no son nada nuevo y se viven como desastres naturales: los proletarios han vivido en tales condiciones durante más de treinta años. También hubo un aumento del desempleo, provocado por la salida de empresas extranjeras del mercado ruso. Además, las empresas rusas están amenazadas de cierre debido a la falta de componentes, repuestos y productos electrónicos importados. Pero esto no provocó grandes huelgas. La atomización de los trabajadores, la ausencia casi total de sindicatos combativos, la agitación de la izquierda burguesa para arrastrar a los trabajadores a la lucha por la democracia (¡burguesa!) contra los representantes individuales del gran capital, el veneno de la propaganda neoimperial, estas son las razones para el mantenimiento de la paz social en Rusia hoy. Sin embargo, existen focos de resistencia proletaria, huelgas espontáneas, en su mayoría defensivas, contra el retraso en el pago de salarios o el deterioro de las condiciones de trabajo.

Decenas de conductores de camiones de basura se declararon en huelga en Novosibirsk; los trabajadores de la fábrica de compresores en Ekaterimburgo también se declararon en huelga por no haber recibido el salario de meses; los jinetes se declararon en huelga por las condiciones de trabajo de esclavos. Como era de esperar, llegó la reacción de los capitalistas: apenas comenzaron las hostilidades en Ucrania, la burguesía declaró que los trabajadores que luchan contra el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo son traidores a la patria, mientras que la propaganda llama a apretarse los cinturones. Esta “firmeza” obviamente se requiere unilateralmente, ya que no se espera que el capitalista se separe de sus ganancias por el bien de la patria. ¡Solo un proletariado organizado, independiente de la influencia de todas las facciones de la burguesía, podrá detener tanto el derramamiento de sangre en Ucrania como la futura masacre imperialista más amplia en el mundo!


- En Ucrania

Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, hemos definido su carácter antiproletario. Antes de ser una guerra entre frentes burgueses opuestos, es una guerra contra el proletariado, contra los proletarios ucranianos y rusos que son enviados al matadero; los que sufren masacres y destrucción en las ciudades por un lado, empeorando las condiciones de vida por el otro, por la falta de productos de primera necesidad, alza de precios, despidos. Pero las consecuencias de la guerra también recaen sobre los proletarios de otros países, quienes sufren una fuerte reducción del valor de sus salarios. El precio más alto lo pagan los proletarios uniformados rusos y ucranianos. Aunque no hay datos precisos sobre las pérdidas sufridas por los dos ejércitos, que la propaganda contraria exagera o minimiza, los muertos y heridos se cuentan por decenas de miles.

El ejército ucraniano está sufriendo las mayores pérdidas. A principios de Junio, en medio de los combates en el Donbass, Zelensky, en su comercial de guerra diario, que se transmite repetidamente en las redes unificadas, se vio obligado a admitir que hay hasta cien ucranianos muertos por día y 600 heridos. Posteriormente uno de sus asesores reportó 150 muertos y 800 heridos; a mediados de Junio, otro asesor contabilizó hasta 200 soldados muertos cada día, más 1.000 heridos. Este es el tributo oficial de sangre que los soldados ucranianos pagan en el campo de batalla por la defensa de los intereses de la patria burguesa.

Por la parte rusa, las casi 40.000 muertes declaradas por el personal ucraniano a mediados de Julio son claramente exageradas. Pero el sangriento imperialismo ruso no es menos que el enemigo ucraniano al enviar a sus proletarios al matadero, incluidos los rusos del Donbass, que caen en los campos de batalla todos los días. Las imágenes del teatro de guerra revelan la destrucción que produce: ciudades destripadas, cuerpos mutilados, ejecuciones sumarias de prisioneros, tortura de soldados enemigos y “colaboradores”. La burguesía utiliza estas escenas brutales para alimentar el odio nacional y étnico, siempre señalando al enemigo responsable. Los proletarios deben rechazar esta infame propaganda porque cada atrocidad en la guerra tiene un culpable muy específico: ¡la clase internacional de capitalistas!

La responsabilidad de la burguesía en la masacre en curso es manifiesta. Toda guerra es un horror.

Será también la última que los comunistas lucharemos por la defensa de los Estados obreros dictatoriales de la feroz y desesperada reacción internacional de la burguesía. Hoy es todo lo contrario: es por la defensa de los intereses nacionales de los capitalistas que los proletarios son enviados a morir.

Un ejemplo de esto es la movilización general que está teniendo lugar en Ucrania. Los hombres entre 18 y 60 años tienen prohibido salir del país, para los que intentan fugarse hay prisión. Miles son reclutados por la fuerza. Quienes se habían incorporado voluntariamente a las Unidades de Defensa Territorial, confiando en mantenerse alejados de los combates, se encuentran en primera línea. La caza de jóvenes en las calles y tiendas es una realidad cotidiana en Ucrania.

Por otra parte, el servicio militar obligatorio se impuso en las repúblicas separatistas del Donbass ya en los días previos a la ofensiva del 24 de Febrero.

Muertes, presos, torturas, ejecuciones sumarias, mentiras interminables, leyes represivas, tanto los Estados burgueses de Rusia como Ucrania libran su propia guerra de clases contra el proletariado.

Su sumisión es cada vez más manifiesta a los proletarios y pronto aprenden la función que les asigna la patria burguesa: ¡carne de cañón! A veces no es solo una metáfora: numerosos soldados han denunciado haber sido expuestos a bombardeos solo para permitir la detección de posiciones de artillería enemiga.

El terrible estado de los soldados en el frente ya ha producido las primeras reacciones, instintivas y desorganizadas. La propaganda contraria circula noticias de deserciones, rendiciones al enemigo, negativas a cumplir órdenes, insubordinaciones, etc. Obviamente es parte de la propaganda mostrar el desgaste del enemigo y no hay que confiar. Sin embargo, circulan videos que documentan estos episodios de derrotismo.

En el frente interno ucraniano, es interesante lo que sucedió el 30 de Abril en Khust, un pueblo ucraniano en Transcarpacia: un nutrido grupo de mujeres irrumpió en el comando militar para protestar contra el envío de sus hijos y esposos al frente. Una protesta similar tuvo lugar en Červonohrad, al norte de Lviv, donde esposas, madres y hermanas protestaron por el envío de hombres al frente. Circulan otros videos de este tipo, cuya ubicación no se puede identificar. Son episodios aislados pero que bien representan la actitud que va madurando frente a la guerra, que choca con la retórica de un “pueblo resistente al invasor”.

Refiriéndose únicamente al mes de Mayo, en pleno apogeo de la ofensiva en el Donbass, se recogen testimonios de soldados que se negaron a combatir o protestaron por la mala situación en el frente. Los soldados de la Brigada de Asalto Aerotransportado 79 de las Fuerzas Armadas de Ucrania grabaron un video el 1 de Mayo, informando que sufrieron muchas bajas y abandonaron el cerco en la región de Kharkiv. Acusaron al comando de utilizarlos como “carne de cañón”. El 9 de Mayo fueron detenidos por deserción. El 15 de Mayo, una unidad de la Brigada 115 grabó un video denunciando las malas condiciones y la imposibilidad de continuar los combates. Otra unidad con un video del 18 de Mayo declara que se negó a luchar y obedecer órdenes.

El 23 de Mayo, soldados de la Brigada de Infantería Motorizada 58 publicaron un video en el que denunciaron que no habían tenido el entrenamiento adecuado y no tenían armas, municiones y alimentos, y que se negaban a pelear. Otro video del 23 de Mayo fue grabado por soldados de la Brigada 14, quejándose de no tener suficientes armas y negándose a ir a morir en la batalla. Para hacer frente a estas insubordinaciones, un proyecto de ley autorizó a los comandos a ejecutar a los soldados: evidentemente, para detener las deserciones que corren el riesgo de salirse de control, se necesitan ejecuciones. La ley no fue aprobada, pero en el frente se puede imaginar la presión represiva de los mandos, los servicios de seguridad y formaciones neonazis, como Azov, para frenar con puño de hierro la desintegración del ejército.

También hay informes de protestas al otro lado del frente. El 24 de Mayo, un video fue grabado por soldados de la República Separatista de Donetsk, expresando su descontento por ser enviados al frente en Mariupol, donde murió el 40% de ellos. Las noticias de las protestas, acompañadas de videos y mensajes para buscar apoyo fuera del ejército, llegaron cuando se intentó arrojar a los Donbass movilizados a la “carnicería” de Severodonetsk. También en el Donbass ha habido mujeres que han pedido el regreso de sus familiares a sus hogares. Estos primeros valientes episodios de rebelión espontánea de los soldados son producto de una situación destinada a generalizarse en la inevitable próxima disputa mundial entre imperialismos, que asumirá proporciones gigantescas de masas humanas involucradas y masacradas.

Sabemos que es el propio modo de producción capitalista el que crea las condiciones para su propio derrocamiento: Lenin describió al imperialismo como la fase final del capitalismo, que además de crisis y guerras produce también la revolución proletaria.

Un factor necesario para oponerse a la guerra imperialista es la intervención en el ejército del Partido, bien arraigado en la clase y en la sociedad civil de retaguardia, con la propaganda del derrotismo revolucionario y con la organización de fraternizaciones para superar esa primera etapa de espontaneidad más allá que los soldados no pueden ir solos. Para algunos supuestos “marxistas”, en constante búsqueda de las últimas noticias, en la guerra moderna la confraternización ya no podía convertirse en un camino de la lucha proletaria: las armas más poderosas ahuyentan a los ejércitos en el campo de batalla; no habrá más trincheras; en la guerra moderna, se utilizan ampliamente las milicias mercenarias y los cuerpos de orientación ideológica leales a la causa nacional; las guerras serán “híbridas”, peleadas cada vez menos por los ejércitos clásicos al estilo de las guerras mundiales.

Mientras tanto, las trincheras, al estilo de la Gran Guerra, ya se pueden encontrar en el Donbass de hoy.

La guerra general requiere movilización general. Esto lo demuestra la guerra en curso en Ucrania con cientos de miles de hombres enviados al frente, incluso proletarios mal equipados y mal entrenados.

La confraternización no es sólo un problema de técnica militar sino una cuestión de clase: el rechazo espontáneo de los soldados proletarios a convertirse en carne de cañón debe estar entrelazado con la presencia e intervención del Partido en los ejércitos contrarios, que recoge, en cuadros y dirige la semilla del derrotismo revolucionario. Sólo entonces los soldados podrán negarse efectivamente a defender la patria burguesa, reconocer a sus hermanos de clase en los soldados enemigos y fraternizar activamente, volver sus armas contra su propia burguesía y su estado.

Así que teorizar la imposibilidad de confraternización con razones “técnicas” en realidad esconde la liquidación del Partido.

La condición actual de la lucha entre las clases ve al proletariado fuertemente atacado por el enemigo burgués, tanto con el empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo, como enviándolo a la masacre en las guerras en curso. La existencia del proletariado se verá cada vez más amenazada porque el capitalismo, para superar su crisis histórica, debe necesariamente llevar a cabo una gran destrucción, incluyendo el exceso de fuerza de trabajo, y luego comenzar de nuevo con un nuevo ciclo de acumulación. El futuro, no muy lejano, para el proletariado mundial ya está marcado: lo que ocurre hoy en Ucrania es un anticipo de la tragedia que se generalizará a escala mundial. Para no sucumbir al escenario de muerte y destrucción de la burguesía, el proletariado internacional encontrará sólo nuestro Partido que ha establecido claramente sus tareas frente a la guerra imperialista: en la guerra no hay tregua de la lucha de clases, negativa a defender la patria, propaganda del derrotismo revolucionario, intervención en el ejército y organizaciones de confraternización, transformación de la guerra entre estados en guerra entre clases.



La cuestión de la libertad de armarse en los Estados Unidos

La sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos (23-06-2022) provocó la indignación habitual de los estadounidenses, por ir contra los derechos “a la vida y la libertad”. Que ha favorecido a la “New York State Rifle & Pistol Assn. Inc.” (Asociación de Rifles y Pistolas del Estado de Nueva York, NYSRPA). En contra de la policía de Nueva York, quien realizó la acción legal. Sentencia que declara “inconstitucional” limitar el porte de armas a particulares. En los últimos años en Estados Unidos ha habido una ola de tiroteos masivos. Hombres en su mayoría blancos, movidos por frustraciones en las condiciones de sus vidas atacan a los demás, a menudo sin razón aparente. Por supuesto que los comunistas no pedimos al igual que los pacifistas, que el estado burgués limite la venta de armas, un “objeto de poder” fetiche. Ni lo contradiríamos, porque con las armas los “ciudadanos libres”, podrían llegar a “oponerse al Estado”. La burguesía revolucionaria negó el monopolio de las armas a los nobles y a sus aliados, para controlar el armamento de los ciudadanos y el pueblo en general. Esto prontamente resultó ser un nuevo monopolio de clase. El uso de las armas estaba reservado para el estado y la burguesía en defensa de su propiedad. De hecho, en la mayor parte del mundo, por ley los proletarios tienen terminantemente prohibido poseer cualquier tipo de armas, como era el caso con los siervos de la gleba en la sociedad feudal y de los esclavos en la sociedad esclavista. Incluso en la guerra, los soldados reciben la munición individual solo en la línea de fuego. El estado burgués es un cuerpo de hombres armados y separados, que están por encima de la sociedad.

En la constitución de los Estados Unidos del siglo XVIII, se explica la proclamación del derecho individual a portar armas, en un país entonces escasamente poblado, con un aparato estatal distante y aún en desarrollo y con las razones prácticas de la guerra popular por la independencia. Pero hoy las discusiones legales y constitucionales sobre la intención original de la famosa “enmienda”, se reducen a una ridícula representación disfrazada, donde los jueces de la Corte Suprema con inspiraciones oscurantistas, pretenden evocar los espíritus de los antepasados.

En efecto, a pesar de la aparente “excepción” norteamericana, que protege el armamento de todo ciudadano, los proletarios están excluidos de ese “derecho”, aunque por medios distintos a la prohibición legal, por el costo de las armas de fuego, fuera de su alcance y con la criminalización de su cotidianidad, donde son una presa libre de caza por las súper fuerzas armadas del estado.

En las sociedades de clases toda cuestión de principio suena falsa. En el capitalismo el único principio es la ganancia y la única pregunta que surge es cómo obtenerla. ¿Vendiendo biblias? Está bien. ¿Opioides en las farmacias? Muy bueno. ¿Armas de guerra? ¡Aún mejor! Basta poner las promociones adecuadas en películas destinadas al consumo masivo y pagar lo que piden los “representantes del pueblo” que hacen las leyes. El capital envía todos los días a miles de proletarios a morir en las fábricas y en los campos de batalla. Poco duele si los hombres son llevados a la locura y al asesinato.

La clase obrera debe por supuesto armarse. Pero no puede hacerlo individualmente, como ciudadanos independientes cada uno del otro. Todo proletario solo, aislado, incluso con un fusil en el brazo, sólo puede pensar y actuar como un pequeño burgués. El proletariado debe armarse como clase, en la lucha de clases y en la organización sindical de la clase. Y este rearme no es completo sino se reconoce en el Partido Comunista. Este será un partido armado ante todo, con la ciencia y con el programa histórico de emancipación de clase. Una clase sin su partido está en todo caso desarmada, dividida e impotente.

SSólo con el comunismo podremos liberarnos de las fobias y desviaciones de la soledad y el individualismo de la sociedad burguesa: bajo la dirección de su partido, el proletariado podrá liberarse de todo esto.



Criptomonedas:
El nuevo invento para separar a los tontos de su dinero


La multiplicación de los símbolos de valor

En el mundo capitalista hay muchos tipos de “monedas” en circulación, en el sistema financiero y comercial, mediado por el sistema bancario, monedas en el sentido más amplio, utilizadas tanto como sistema de pago como depósito de valor. Son tantos que los analistas monetarios, para controlar su masa y sus movimientos, han pensado en jerarquizarlos según el grado de “materialidad” y de liquidez, es decir, de convertibilidad en dinero bancario, el que se puede gastar sin más e inmediatamente. La liquidez es el concepto fundamental en esta clasificación.

Estas agrupaciones graduales se caracterizan por la letra “M” (money) seguida de un número. M0 es el dinero bancario propiamente dicho junto con las reservas bancarias en el banco central. M1 agrupa los depósitos en cuenta corriente, tanto bancarios como postales, junto con M0. M2 se compone de M0 más M1 más los depósitos a plazo y los depósitos rescatables a corto plazo; M3, además de los otros tres agregados, incluye también en su masa las participaciones o tenencias en fondos del mercado monetario, repos y bonos bancarios.

Toda esta masa de dinero circulante y de reserva repite una y otra vez el mismo valor básico, contado en las diferentes formas que adopta en el ciclo financiero: por ejemplo, los bonos bancarios se emiten en el circuito contra un desembolso correspondiente, al igual que todos los demás en los diferentes agregados. Esta enorme masa creciente repite así gran parte de la liquidez inicial, en un juego de multiplicación del valor completamente ficticio.

PPero esto no es un problema contable, lo que los analistas quieren evaluar es la masa global, y sus variaciones, aunque los valores se repitan intrínsecamente varias veces en los diferentes formularios.


Quién emite y garantiza la moneda

“La ley castiga a los fabricantes y comerciantes de dinero falso”. Esto se escribió en otros tiempos en los billetes impresos en Italia. Una frase a tener en cuenta para entender cómo y por qué esas entidades totalmente inmateriales que responden al nombre de criptomonedas necesitan una compleja estructura de protección criptográfica, en la fase de creación e intercambio, es decir, en su movimiento en un circuito paralelo al jurídico-estatal.

La afirmación de que cualquier forma de emisión de símbolos de valor para ser legal debe proceder necesariamente de un Estado no es cierta; lo que emiten los organismos estatales está sujeto a sus normas y leyes, pero no se excluye la posibilidad de otros circuitos al margen de ello. Que cada Estado quiera regular estos circuitos alternativos, o quiera entrar en ellos por las posibilidades especulativas que ofrecen, es otra cuestión. A veces las autoridades monetarias prefieren tomarse su tiempo y ver cómo evoluciona la cosa, y cuánto pueden beneficiarse de ella en términos de impuestos y de ingresos diversos.

Los símbolos de valor que emiten tanto los organismos estatales como otras grandes entidades financieras tienen hasta cierto punto garantizada su existencia y circulación por las leyes, por un aparato policial que no permite la emisión de moneda “falsa” fuera de los canales prescritos y certificados. Cualquier emisión de billetes fuera de estos canales por parte del Estado o de una autoridad superior – por ejemplo, el Banco Central Europeo, que representa una agregación de diferentes Estados – es fraudulenta y está perseguida por la ley.

Pese a todo, todas estas formas son emitidas también por otras entidades distintas de los Estados con sus organismos designados, sino por un sistema financiero a menudo opaco, a menudo fraudulento; todas ellas están, hasta cierto punto, sujetas a un control centralizado y, dentro de los límites de la imposible planificación capitalista, a operaciones de control y gestión más o menos (en tiempos de crisis, cada vez menos) exitosas.

Es posible el intercambio de valores monetarios sin que las instancias de control tomen nota de ello, pero cuántos aceptan esta emisión, cuántos entran en este modo de intercambio, cuántos confían en un mecanismo más allá de cualquier control legal, es otra cuestión. Las llamadas “finanzas creativas” operan una multiplicación ilusoria de signos de valor, con operaciones que apuestan intrínsecamente por los eventos financieros, sin ninguna sustancia real ni correlación con un proceso económico de creación de valor. Por poner un ejemplo, y aquí basta con mencionar nombres sin ninguna explicación, los ETFs, los fondos indexados, los derivados, los CDFs apalancados, que inducen enormes pérdidas a los ingenuos que creen en las ganancias fáciles, y los demás instrumentos agrupados bajo ese epígrafe, son la demostración palmaria de un sistema económico-financiero fuera de toda razón.

EEn este maremágnum de papel de desecho, también puede haber criptomonedas, que no son de papel.


Blockchain: nada nuevo

El dinero, en su forma intangible de anotación en cuenta, pasa de una cuenta a otra y la transacción se registra en un libro de contabilidad del banco. El movimiento está garantizado y certificado por un conjunto de normas estrictas y precisas, y se desarrolla en un tiempo regido por las distintas etapas de registro, un tiempo que puede ser bastante largo.

Este mecanismo legal es básicamente el mismo para todas las transacciones con las ahora omnipresentes tarjetas de débito o crédito, con los sistemas de cajeros automáticos que dispensan dinero en efectivo, con los numerosos sistemas de pago digitales. Al final, todo se remonta a un sistema de transacciones cuyo agente último es el sistema bancario.

Incluso las transacciones del sistema financiero, con los intercambios telemáticos, los sistemas de liquidación entre las partes, las cámaras de compensación, la custodia de los titulares de valores, tienen en el fondo de su funcionamiento los registros del sistema bancario. Eso es lo que proporciona la “certeza” de todo el ciclo.

Para ejemplificarlo, recurramos a una situación muy común en el día a día de las empresas. Una cuenta bancaria, la forma más común de estructura para el uso diario de efectivo, es en última instancia sólo una cadena de registros contables de las transacciones de crédito y débito en esa cuenta, que evidentemente están asegurados contra la falsificación (esto es lo que significa Blockchain). Se anotan en algún lugar de los registros del banco, y el saldo de la cuenta es la suma algebraica de los depósitos y las retiradas.

No hay en la caja de ningún banco el equivalente monetario material de lo que se registra en sus cuentas. De hecho, todo el efectivo, el que está en las arcas y el que circula en el sistema económico, es una parte muy pequeña de lo que está depositado en las cuentas. Esta misma cadena inmaterial, de puro registro, antes en papel y ahora informatizado, es la descripción de los acontecimientos financieros. Pero es una cadena en manos de los distintos bancos del sistema bancario, que se origina y se almacena internamente en las cuentas del banco.

Esta es la gran fuerza y la debilidad del mecanismo monetario, en gran parte tan desmaterializado, reducido a un mero registro contable. Fuerza porque puede emitirse ad libitum,, según las necesidades, con el discreto control de los bancos centrales; debilidad, porque no hace falta decir que, en coyunturas críticas, cuando es o se considera necesario por parte de los depositantes transformar en materialidad, es decir, en efectivo, todo el contenido de las cuentas, puede producirse la llamada “carrera hacia las ventanillas”, y la imposibilidad de transformar todos esos signos contables en efectivo provoca el colapso del banco. Una situación de una gravedad sin precedentes para el sistema financiero, que interviene con extrema dureza al menor olor de riesgo, bloqueando cuentas y retiros ope legis. Una garantía, si bien débil y temporal. Pero, no obstante, una garantía.


La moneda electrónica

Por el contrario, el registro de las transacciones de emisión e intercambio de criptomonedas no está regulado por ninguna autoridad, carece de toda materialidad y sólo está garantizado por una cifra, resultado de un sofisticado cálculo matemático, de un “algoritmo”.

Todo el proceso se determina en un espacio virtual, en Internet, en el que ninguna autoridad, se dice, podría intervenir “para poner orden”. Está claro que esta idea del anarquismo financiero total es una mera utopía, y el mecanismo no puede funcionar sin una instancia superior que opere un control de forma rigurosamente organizada. Que no es la de un Estado, con todo su aparato, pero existe. Y es interno al propio sistema de producción y circulación del símbolo de valor.

El libro mayor de las transacciones está protegido por encriptación y es público, en Internet. Las criptomonedas – hay miles de tipos – se basan en este principio de un libro de contabilidad abierto y público. Cada transacción se introduce en la cadena de bloques, la Blockchain, que luego se extiende por toda la red de nodos, hasta que cada nodo tiene una copia válida de la misma. En este momento llega a ser indeleble en la red. Por tanto, cada red de criptomonedas no es, al final, esa estructura anárquica y libre de la que se habla, sino una forma organizada y rígida.

El crecimiento exponencial de este sistema, la multiplicación de los tipos y las cadenas relacionadas, es un fruto “natural” del sistema de finanzas que ha alcanzado su punto más alto de fraude y robo. Muchos de ellos duran l’espace d’un matin, y desaparecen, no sin antes haber vaciado las finanzas de los crédulos que se han dejado engañar por la extraordinaria novedad. Las más conocidas, en las que insisten enormes capitales especulativos, aguantan mucho mejor en el mercado, garantizadas en cierta medida por el tamaño de las inversiones.

Cada tipo de criptomoneda, y hay miles de ellas, opera en su propio espacio virtual específico, es decir, en una red de ordenadores accesibles en Internet. Los poseedores de este tipo de moneda tienen una clave personal que les permite intercambiar bitcoins. Se pueden adquirir de tres maneras, una vez registrados, es decir, en posesión de la clave: vendiendo un bien o servicio y cobrando en bitcoins; accediendo a algún sitio de intercambio y cambiando la moneda tradicional por la criptomoneda; participando en su primera emisión. Por cada transferencia de un usuario a otro, el sitio que validó la transacción obtiene una comisión, pagada por el cedente.

¿Algún nombre de plataformas? Sólo por nombrar algunas, eToro, Binance, Coin-base, Kraken, Crypto.com, Coinmama, Bisq, Gemini, Trade Station y Robinhood, muchas de las cuales cotizan en bolsas, y no en criptodivisas. Estas plataformas de intercambio permiten muchas otras transacciones financieras especulativas de alto riesgo, que también están conectadas a las criptomonedas que comercializan.

Los propietarios de las plataformas ganan comisiones. Los poseedores de Bitcoin, inclinados sobre el teclado de un ordenador o un simple smartphone, esperan multiplicar sus ahorros invirtiendo en el juego de espejos de las finanzas. Los grandes especuladores, a través de las plataformas de intercambio, realizan ventas masivas y suelen apropiarse de las inversiones de los usuarios más pequeños.

EEl algoritmo para generar el cifrado es tan complejo que requiere enormes baterías de ordenadores. Además, a medida que se generan bitcoins, la resolución del algoritmo requiere cada vez más potencia de cálculo. Esta búsqueda de claves siempre nuevas, conocida como “minería”, requiere una cantidad desproporcionada de electricidad para mantener los ordenadores funcionando continuamente las 24 horas del día, con costes cada vez mayores.


¿Qué pasará con las criptomonedas?

¿Cuál es, desde el punto de vista financiero, el valor real de las criptomonedas? El mundo de las finanzas está ávido de novedades sobre las que hacer negocios de cualquier tipo, recaudando dinero para todo tipo de especulaciones, incluso las más audaces y complicadas. Y, por supuesto, fraudulentas.

Al igual que la especulación de los tulipanes del siglo XVII, la primera que provocó la infame burbuja y su estallido, la de las criptomonedas ha pasado de forma natural de la absurda idea de convertirse en una moneda de cuenta sin un Estado que la emita y la defienda de los ataques, sin ninguna conexión con la realidad política y económica a la que pertenece, a un complejo y enrevesado instrumento de pura especulación financiera.

También en este caso, el afán por separar a los tontos de su dinero se ha convertido en el motivo dominante de las operaciones. Se dice que una de las funciones del dinero tradicional, el emitido por la autoridad estatal, sirve también como depósito de valor, cuando sale del circuito de circulación; pues bien, el “dinero de nadie” ya no es utilizable como medio de pago, quedando su cotización a merced de los impulsos del mercado, careciendo así de certeza de valor a medio plazo, con una volatilidad muy elevada. Pero incluso como instrumento especulativo se expone a enormes riesgos para quienes lo utilizan como depósito de valor, dada la vertiginosa subida de los tipos de cambio y las caídas igualmente rápidas. Para dotar de un mínimo de estabilidad a un instrumento tan dramáticamente volátil, también se ideó un sistema artificial para vincular la criptomoneda a un valor fijo subyacente que garantizara un nivel constante. En el pasado, era el oro el que garantizaba el valor intrínseco de la moneda. Se llamaban “stablecoins”, y estaban vinculadas al dólar, al menos en la perspectiva de quienes las diseñaron. Pues bien, fueron los primeros en derrumbarse, lo que hace insostenible este vínculo. Evidentemente, con pérdidas muy importantes por parte de quienes habían especulado con ellas.

PPero, en resumen, ¿cuánto durará el comercio de criptomonedas y qué destino tendrá? Dado que ahora es sólo una especulación financiera, durará, al menos para los más “serios y estables”, tanto como cualquier otra actividad financiera de alto riesgo. Con eso vive y con el fin de eso desaparecerá. Pero, en primer lugar, deberá desaparecer la forma monetaria en la que se sustancian las relaciones mercantiles de la producción de mercancías capitalista.

La idea de liberar el instrumento de pago de las trabas de los Estados y de los bancos, para crear algo que permitiera una total libertad para vender y comprar, resultó ser otro sueño pequeñoburgués de no estar sujeto a las “autoridades” para los propios intercambios y necesidades, hasta el punto de asumir, al final de la ceremonia, la connotación propia de una estafa financiera. Un fraude como puede ser el juego de casino. Al menos mientras la ruleta no sea alterada para obtener ganancias ilícitas por el operador, ya sea legal o ilegal.

 

 

 

 


Venezuela:
Unidad de acción de los trabajadores contra la explotacion capitalista

¡Por salarios, pensiones y jubilaciones que alcancen para vivir!!

¡Por la reducción de la jornada de trabajo!!

¡Por seguridad e higiene en el trabajo y atención médica y medicinas!!

¡Por la libertad de los trabajadores presos por manifestar exigiendo reivindicaciones!!

Aunque los trabajadores en Venezuela todavía no terminan de multiplicar y ampliar sus luchas, se han logrado algunos avances que deben ser resaltados.

Se ha observado una mayor participación cuantitativa de trabajadores activos en las protestas de calle, considerando que anteriormente tendían a dominar las acciones de protesta de trabajadores jubilados y pensionados. Esto es una expresión, no solo de la pérdida de miedo ante el terrorismo laboral y del Estado, sino de manifestaciones del descontento y del desengaño ante las promesas del gobierno, los politiqueros y los empresarios sobre un bienestar que, a consecuencia de la “recuperación económica” se reflejaría en aumento de los puestos de trabajo y mejora de los salarios, pero beneficio que solo ha llegado a minorías que se enriquecen, mientras que dicha “recuperación económica” solo se ha reflejado en deterioro del nivel de vida de los trabajadores asalariados. Esto se ha espresado en pequeños signos de ruptura con la apatía y el conformismo.

 - Movilización de bases de los trabajadores para reclamar sus reivindicaciones. La principal verificación de esto se observó en las masivas concentraciones de protesta de los trabajadores públicos de la educación y de la salud, por medio de las que se logró que el gobierno pagara el Bono Vacacional a los educadores. Lo relevante en estas acciones fue que las bases de los trabajadores del magisterio se movilizaron fuera del control de las centrales y federaciones sindicales. Solo un pequeño grupo de dirigentes y sindicatos de base venía realizando agitaciones y llamados a la lucha de los trabajadores y esto facilitó la canalización del descontento de este sector de los trabajadores públicos. Pero ningina de las cúpulas de centrales y federaciones sindicales se puede atribuir estas manifestaciones que condujeron a la derrota parcial del gobierno. También hay que destacar los paros realizados por trabajadores metalúrgicos y de empresas básicas de Guayana, que se decidieron y se dirigieron desde las asambleas de base de los trabajadores y no por las cúpulas sindicales; acciones que luego terminaron frenadas por los polítiqueros, las tamposas “mesas de negociación” y la represión.

El movimiento de los trabajadores en Venezuela sigue sin embargo presentando un conjunto de limitaciones que lo debilitan en su confrontación reivindicativa contra los patronos y el gobierno burgués venezolano.

Existen un conjunto de factores que limitan el crecimiento de las luchas de los trabajadores.

 - Existe una gran división del movimiento de los trabajadores asalariados, principalmente entre los trabajadores del sector público, impuesta por décadas del accionar patronal de las centrales y federaciones sindicales que agrupan a los diferentes sindicatos. Tanto las nuevas como las viejas centrales sindicales y federaciones de trabajadores en Venezuela operan como aliados de los patronos y solo dirigen algunas luchas cuando los obreros descontentos rompen con su pasividad y se salen de control. La CTV, CUTV, CODESA, CGT, ASI, UNETE y CSBT y las federaciones que cada una agrupa, dividen a los trabajadores, los desmovilizan y los mantienen sometidos a la paz laboral que le permite a los patronos mantener y profundizar la explotación del trabajo asalariado. Así mismo, la mayoría de los sindicatos de base afiliados a estas centrales sindicales opera de manera patronal y solo, como una excepción, algunos sindicatos de base se salen de su control y promueven la agitación y la lucha reivindicativa. De allí que si el movimiento de los trabajadores asalariados necesita reaccionar con la lucha, se tiene que enfrentar con una estructura sindical que lo divide, lo desmoviliza y lo traiciona,

 - Las centrales, federaciones y sindicatos se encuentran controlados por diferentes corrientes políticas oportunistas que incorporan constantemente en los pliegos reivindicativos, reivindicaciones burguesas y no proletarias. Estas corrientes políticas llaman a los trabajadores a defender la continuidad operativa y las ganancias de las empresas, a defender la economía nacional, a defender la patria, a defender la democracia parlamentaria, a ofrecer a los trabajadores como carne de cañon en las guerras imperialistas.

 - El movimiento de los trabajadores también está sometido a la confusión que trae consigo la lucha de los partidos pro-gobierno y los partidos de oposición que se disputan el control del gobierno en elecciones de alcaldes, consejales, gobernadores, diputados y presidente de la república. Estos partidos hacen presencia en el movimiento obrero para utilizar su descontento y sus luchas en función de los intereses politiqueros de cualquiera de los bandos en pugna. Todo movimiento político que llame a los trabajadores a votar en los diferentos procesos electorales de la democracia burguesa venezolana debe ser visto por los trabajadores como agente del patrón y de la explotación capitalista.

 - Actualmente el movimiento de los trabajadores se ha limitado a exigir que se cumpla con las migajas que están establecidas en diferentes contratos colectivos y no termina de alinearse con la lucha por un salario y beneficios acordes con las exigencias de la vida diaria y el impacto de la inflación. Incluso parte del movimiento reclama el pago de determinados bonos y cae con esto en el juego cruel del gobierno burgués.

El gobierno está tratando de evitar que siga creciendo la movilización y la protesta de los trabajadores combinando los ofrecimientos demagógicos (que siguen siendo miserables y que aún así no cumplirá sin la presión obrera), con la implentación de un programa nacional de eventos musicales, espectáculos y ferias y con la aplicación del terrorismo y la represión. Pero es preciso que se imponga la agitación y la movilización obrera y que los trabajadores se organicen por la base y localmente para que rompan con la división y desmovilización impulsada por las centrales sindicales y federaciones.

El colmo del servilismo de la CSBT se pudo observar cuando al final de septiembre anunció que el gobierno pagaría aguinaldos y prestaciones fraccionados en cuatro (4) partes argumentando que había que proteger a los trabajadores, de la nómina del sector público, del efecto de la inflación. No fueron los personeros del alto gobierno los que hicieron este cínico y despiadado anuncio, sino que fueron los sindicaleros los que dieron la cara con este anuncio. Esa es una de tantas muestras del compromiso de las centrales sindicales con los patronos capitalistas. Y aunque algunas voces del movimiento sindical se han opuesto a esta medida, ésta se puso en marcha; con lo cual la saña explotadora llega a niveles no alcanzados por gobiernos anteriores y es una muestra clara de que en Venezuela no hay ningún socialismo sino un capitalismo salvaje y es una muestra más de que el chavismo y el llamado “polo patriótico” no es más que una amalgama de corrientes burguesas y reaccionarias, de las cuales la clase obrera no puede esperar sino demagogia, engaño, corrupción, represión y medidas anti-obreras.

Mientras tanto una delegación de la OIT visitó Venezuela para reunir a la tripartita gobierno – patronos – sindicatos. A las reuniones con la OIT solo dieron acceso a las centrales CSBT, ASI y CTV. Las demás centrales quedaron por fuera; pero nada iba a cambiar si le daban acceso al resto de las centrales sindicales. En este mecanismo “tripartito”, todas las partes representan a una: al empresariado capitalista, público y privado. De esta manera el gobierno venezolano avanza hacia la reactivación del mecanismo tripartito en la fijación de los salarios, que se aplica en buena parte del mundo. En el debate sobre el aumento salarial se hace uso del chantaje de que el aumento salarial traerá consigo el disparo de la inflación; y de esta manera esta alianza tripartita gobierno-patronos-sindicatos, se une para continuar depositando el peso de la crisis económica sobre los hombros de los trabajadores. Ya el representante del empresariado venezolano en la OIT y en la Tripartita manifestó «ni los empresarios ni el Gobierno pueden pagar un salario (mínimo) de US$430». Pero esta alianza cínica Gobierno-Empresarios-Centrales Sindicales no ha movido un dedo para ajustar el actual salario mínimo de 15 dólares mensuales. Y este salario de hambre es respaldado por todos los grupos y partidos oportunistas, por todos los buscavotos que llaman al rescate de la patria y la economía nacional, para que pocos vivan bien, rodeados de ocio y privilegios y las grandes mayorías se hundan en el abismo de la miseria, el hambre y las enfermedades.

La realidad, entre fiestas, anuncios de “recuperación económica” (repetidos hasta el cansancio por todos los medios y redes sociales) y sobervia, maltrato y represión hacia los trabajadores que se movilizan y hacen reclamos, es que se cierra para los trabajadores un año más de salarios miserables, de falta de acceso a servicios de salud, de incumplimiento del gobierno y los patronos con el pago de deudas contraidas con los trabajadores activos y jubilados y de masas significativas sometidas al desempleo o a “empleos” precarios o empujadas a la migración para ser sometidos a la sobre-explotación por los capitalistas en otros países. La única salida es la lucha de los trabajadores, y esta lucha debe asumirse de manera unitaria y con la más amplia participación de las bases de los asalariados en todos los centros de trabajo y en la calle.

En ese sentido es importante:

1. Mantener y ampliar la unidad de clase sin distingo de afiliación partidista o sindical. No importa el oficio o el nivel de calificación del trabajador o trabajadora, no importa en que actividad económica o rama de industria se trabaje, no importa la nacionalidad, no importa si trabajamos en el sector público o privado, a todos nos une el hecho de que somos asalariados, que entregamos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario. Somos la clase obrera o la clase de los trabajadores asalariados. Es muy común que en una misma institución, frente a un único patrón, los trabajadores estemos divididos por la afilización a varios sindicatos paralelos. También es común que haya sindicatos de una empresa que no se comunican o no unen sus luchas con las de otros sindicatos. La unidad de clase pasa por quitarnos de encima cualquier división artificial e innecesaria. La unidad de acción de clase significa actuar juntos dentro de la empresa y fuera de ella, junto a los compañeros y compañeras de otras empresas e instituciones. NO LOGRAREMOS UNA VICTORIA REIVINDICATIVA DE CLASE SI NO MANTENEMOS Y AMPLIAMOS NUESTRA UNIDAD DE ACCIÓN!!

2. Entre los trabajadores del sector público se ha generalizado el reclamo de derogación del Instructivo ONAPRE. El gobierno mantiene silencio al respecto y el Tribunal Supremo de Justicia, se puso del lado del patrón, como era de esperarse. Este Instructivo ha sido el simbolo del robo a los trabajadores del sector público. Pero aun derogándose este Instructivo, los salarios siguen siendo miserables. Así que no debemos perder el norte de la lucha: CONQUISTAR UN SALARIO, PENSIONES Y JUBILACIONES QUE ALCANCEN PARA VIVIR y que se ajusten regularmente por encima del monto de la Cesta Básica, junto a una Reducción de la Jornada de Trabajo. Según la información disponible, el salario mínimo, así como las pensiones y jubilaciones deberían tener un monto mínimo equivalente a 1.000 dólares mensuales. Así mismo se debe rechazar el pago fraccionado de los aguinaldos y de cualquier “beneficio” contractual.

3. Rescatemos las practicas asamblearias. Un Frente Unico de Lucha de la Clase Trabajadora, tiene que ser un movimiento de base. Y un movimiento de base debe levantarse a través de la reunión de asambleas, que preferiblemente deben ser reuniones locales a las que asistan trabajadores de diferentes empresas y no solo dirigentes sindicales. El área de influencia territorial de cada asamblea local debe ser aquella que facilite la asistencia y participación mas amplia de todos, moviéndose a pie, en bicicleta o transporte urbano. Y deben establecerse mecanismos de comunicación y coordinación regional y nacional entre todas las asambleas locales. En las asambleas se deben planificar acciones y designar comisiones de trabajo. Ya hay iniciativas de integración de organizaciones de trabajadores; hay que produndizar estas iniciativas incorporando a las bases al máximo posible, impulsando asambleas y promoviendo la organización local.

4. Todas las centrales y federaciones sindicales en Venezuela, las que apoyan al gobierno y las que no, son organismos patronales que dividen y desmovilizan a los trabajadores. Pero hay sindicatos de base que, aún estando afiliados a esas centrales y federaciones, han promovido la lucha reivindicativa. Además hay dirigentes sindicales que han promovido las luchas de manera individual. Por eso se debe actuar sin sectarismo, ya que lo importante es sumar a todos los que quieran luchar; al fin y al cabo los traidores y vacilantes quedarán desenmascarados al calor de la lucha.

5. Solo deben plantearse reivindicaciones de clase. Hay reivindicaciones que no solo distraen a los trabajadores, si no que van en contra de sus intereses. La lucha de los trabajadores no se debe poner al servicio de ninguna campaña electoral o parlamentaria, tampoco se debe reivindicar la defensa de la economía nacional, porque es mentira que si a la economía y a las empresas les va bien a los trabajadores también. Igualmente la lucha de los trabajadores no se puede colocar al servicio de la defensa de la patria o contra las sanciones impuestas por otros Estados capitalistas, porque con sanciones o sin sanciones, la patria burguesa se sustenta en la explotación de los trabajadores asalariados. Tampoco tiene sentido luchar contra la privatización de empresas e instituciones ya que lo relevante es exigir aumento salarial, reducción de la jornada de trabajo, ambiente de trabajo higiénico y seguro y rechazo a los despidos, y en esta lucha no debemos hacer diferencias entre patrones publicos o privados o entre capitalistas nacionales o trasnacionales, contra todos tenemos que enfrentarnos unidos, porque todos ellos están unidos en el frente burgués de los explotadores.

6. HACIA LA HUELGA GENERAL! La máxima expresión de la unidad de acción de la clase trabajadora es la Huelga General. La única vía para derrotar a los patronos y al gobierno burgués y conquistar las reivindicaciones obreras, es la Huelga General. Y debe ser sin preaviso, indefinida y sin servicios mínimos. Por eso es preciso desde ya, no solo continuar con las concentraciones y movilizaciones, sino avanzar en la construcción de una fuerte organización de lucha, con amplia participación, que tenga como base asambleas locales. Esto no será fácil porque la mayoría de las centrales y federaciones sindicales se opondrán a la organización de base de los trabajadores y porque habrá que confrontar a todo el aparato jurídico y represivo del Estado burgués. Pero el movimiento huelgario solo podrá imponerse con la más amplia participación de base.

¡Por un frente único sindical de clase!

¡Hacer converger y unir las luchas de la clase obrera!

¡Por un movimiento general por fuertes aumentos salariales contra el alto costo de la vida!

¡Hacia la Huelga General!


Nuestro coherente trabajo internacionalista en la Reunión General del partido

(En video-conferencia del 27 al 29 de mayo 2022)



La cuestión kurda
(Segunda parte, capítulos IV, V)

La primera parte del informe describe el camino del PKK desde 1978 hasta 1999.

Aunque una sección del KDP de Barzani en Turquía fue fundada en 1965, después de 1968 hay un regreso al Norte del Kurdistán de varios tipos de movimientos estalinistas. El más numeroso era el Partido Socialista pro-soviético del Kurdistán, que abogaba por una vía pacífica y parlamentaria hacia la autonomía, otros se proclamaban por la independencia. Estas organizaciones estaban en guerra armada no solo contra los Lobos grises fascistas, sino también entre sí. En 1975 emergió en Ankara del movimiento estudiantil un grupo que se autodenominado Revolucionarios del Kurdistán entre cuyos dirigentes estaban Abdullah Öcalan y Haki Karer. Su propósito era una “guerra popular” por un Kurdistán único e independiente. Öcalan admitirá que ha mantenido contacto con la Agencia Nacional de Inteligencia de Turquía. En 1977 Haki Karer fue asesinado, parece, por orden de Öcalan.

De esta organización tuvo origen, a finales del 1978, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Su programa colocó al PKK en una posición netamente estalinista: solo la liquidación de los trotskistas y de los bujarinistas habría hecho a la URSS irreversiblemente socialista. Aunque anti-kruschoviano, el PKK no se había separado de Rusia ni se había acercado a China y Albania. Afirmaba que en Kurdistán existía un capitalismo turco pero no kurdo, el PKK negó la existencia de una burguesía kurda. Por lo tanto, previó que un bloque de tres clases – la pequeña burguesía urbana, los campesinos y el proletariado – dirigirían la revolución nacional contra los ocupantes coloniales turcos, árabes o persas y sus colaboradores feudales.

El PKK pasó a organizar enfrentamientos armados contra otras organizaciones kurdas y turcas de izquierda.

Frente a la incapacidad de los partidos parlamentarios de contener la intensificación de la lucha de clases, las fuerzas armadas turcas, respaldadas por Estados Unidos, en 1980 organizaron un golpe de Estado. En todo el País la mayor parte de los exponentes de la izquierda, incluidos los burgueses, y algunos fascistas fueron encarcelados y muchos ejecutados. Los detenidos de este período sufrieron torturas, pero los de la prisión militar de Diyarbakır, en su mayoría kurdos, sufrieron lo peor: la gravedad de esos métodos de tortura casi inconcebibles se encuentran entre los peores de la historia humana. La tortura estuvo acompañada de una sistemática negación ideológica de la cultura kurda.

Numerosos jefes del PKK se suicidaron en prisión, se prendieron fuego o se declararon en huelga de hambre.

El Estado, después de los ataques de la guerrilla, a menudo arrestaba al azar a personas de origen kurdo. Los habitantes de los pueblos, cuyo único contacto con el PKK pudo haber sido el suministro involuntario de alimentos, fueron encarcelados junto con los nacionalistas.

El PKK estableció bases en Siria y el Sur del Kurdistán. Para hacerlo posible, suavizó su posición contra el Estado sirio y los nacionalistas kurdos del Sur. El PKK tenía su cuartel en el valle de Bekaa.

La dirección de Öcalan en el PKK fue cuestionado en la emigración a Europa por Güngör, asesinado por el PKK en 1985, y por Karer, que evitó por poco una suerte similar, disidentes que de la lucha armada habían pasado a una línea reformista nacional.

Şener, que escapó de los sicarios de Öcalan, formó el PKK-Vejin (Resurrección). Aunque el PKK-Vejin se refirió a los bolcheviques y espartaquistas y acusó al PKK de socialdemocracia a la europea, defendía de todos modos una posición nacional-burguesa. Reprochó al PKK su alianza con varios opresores históricos de los kurdos, en particular Irak de Saddam contra la revuelta de 1991, y actitudes de verdadero esclavismo hacia los militantes.

Şener y dos de sus compañeros fueron asesinados en Qamishlo, en el Kurdistán Occidental, a fines de 1991, en una operación conjunta del PKK y de la inteligencia siria. El PKK-Vejin, atacado por el PKK y los Estados turco y sirio, no pudo operar por mucho más tiempo.

A partir de 1990 el PKK tomó la vía parlamentaria y sus partidarios se unieron a los activistas de los derechos humanos y a los socialdemócratas kurdos que se separaron del Partido Popular Socialdemócrata para formar el Partido Laborista Popular. Este partido legal, tras la detención de sus diputados por añadir una frase kurda a su juramento parlamentario, a lo largo de la década y fue sustituido por varios partidos, el Partido de la Democracia, el Partido de la Democracia Popular y el Partido Democrático del Pueblo. En 1993 Öcalan aceptó un alto al fuego con Turquía. Acompañado de Talabani, en una conferencia de prensa en Líbano, Öcalan declaró que el PKK ya no busca un Estado separado, sino la paz, el diálogo y la libre acción política para los kurdos en Turquía en el marco de un Estado democrático.

Con la declaración de alto al fuego del PKK en la mano, Turgut Özal, el presidente neoliberal de la época, tenía intención de proponer un importante paquete de reformas en la próxima reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Turquía, pero murió en circunstancias misteriosas y los planes nunca fueron realizados.

s. El Estado turco destruyó más de 4.000 aldeas, desplazó a 3.000.000 de kurdos e incendió los bosques del Norte del Kurdistán. Cerca de 20.000 civiles, en su mayoría kurdos, fueron asesinados por “desconocidos”, en operaciones encubiertas y por bandas apoyadas por el Estado. A su vez el PKK asesinó a campesinos que no lo apoyaban y, en un momento dado, lanzó una campaña para matar a cientos de docentes con el fin de combatir la influencia cultural turca en Kurdistán.

La guerra entre Turquía y el PKK costó la vida a decenas de miles de guerrilleros y soldados reclutas.

Mientras tanto, el PKK participaba en la guerra civil en el Sur del Kurdistán, que duró del 1994 al 1997, entre el KDP, apoyado por Irán desde 1995, y el PUK apoyado por Irak. La guerra causó cerca de diez mil muertos y se acabó, después de un par de intervenciones militares turcas en el Sur del Kurdistán contra el PKK, con el apoyo de los Estado Unidos y un acuerdo entre el KDP y el PUK.

A finales de 1998 Siria sucumbió a las amenazas de invasión turca y el PKK tuvo que abandonar el País. Öcalan, después de pasar varios meses tratando de encontrar asilo político en Europa, terminó en Nairobi, Kenia, donde fue capturado por la inteligencia turca. Inmediatamente declaró: «Amo a Turquía, amo al pueblo turco, creo que les serviré bien, si tengo la posibilidad».

La última escisión del PKK se produjo siguiendo la actitud de Öcalan. Una pequeña minoría huyó a Europa para formar el PKK-Guerreros de la Línea Revolucionaria. La abrumadora mayoría del PKK, sin embargo, permaneció del lado del Gran Líder, a pesar de todo.

La segunda parte del informe ha descrito la cuestión kurda hoy.

El PKK ha completado la transición ideológica del estalinismo al “confederalismo democrático”. Como consecuencia, en las diferentes partes del Kurdistán se han formado partidos hermanos. En Kurdistán del Sur, en 2002, el Partido de Solución Democrática del Kurdistán, en el Kurdistán Occidental en 2003 el Partido de la Unión Democrática y en Kurdistán Oriental en el 2004 el Partido de la Vida Libre del Kurdistán. El mismo PKK en 2002 cambió su nombre a Congreso por la Libertad y la Democracia del Kurdistán, luego cambió a Congreso del Pueblo del Kurdistán y nuevamente a PKK en el 2005. Los nuevos nombres y los cambios ideológicos y organizativos tenían la intención de hacerlo parecer aceptable y útil para los estadounidenses que, tras los ataques del 11 de septiembre, parecían decididos a desempeñar un papel más decisivo en el Medio Oriente.

A sacar el mayor beneficio de la nueva participación de los estadounidenses en el Medio Oriente fueron los partidos nacionalistas kurdos del Sur. Cuando los Estados Unidos invadió Irak en el 2003, tanto el KDP, ahora un abierto partido conservador, como el PUK, ahora un típico partido socialdemócrata, se presentaron de inmediato como partidarios de la transición democrática del sanguinario régimen de Saddam Hussein. Fueron recompensados ​​generosamente. Al KDP se le asignó la presidencia del Gobierno Regional del Kurdistán, establecido en el 2005, que sería gobernado en colaboración con la PUK, mientras que a esta última se le encomendó la simbólica pero prestigiosa presidencia de Irak. Bajo estos dos partidos pronto el Gobierno Regional del Kurdistán se convertiría en una de las administraciones más corruptas del mundo, a menudo incluso incapaz de pagar los salarios de los trabajadores públicos.

Los disturbios y, en menor medida pero significativa las huelgas, se han convertido en hechos comunes en el Sur del Kurdistán, donde los manifestantes han incendiado más de una vez las sedes de todos los partidos. Son frecuentes los asesinatos y arrestos de los manifestantes.

Aunque el desafortunado referéndum sobre la independencia de Masoud Barzani del 2017 fue ampliamente apoyado por la población del Sur del Kurdistán, en general la participación electoral sigue siendo extremadamente baja.

Si el afiliado del PKK formada en el Sur del Kurdistán no tuvo mucho éxito, lo mismo no se puede decir de los partidos en el Este y el Oeste del Kurdistán. En el primero, el Partido Vida Libre del Kurdistán lanzó una insurrección de baja intensidad contra el Estado iraní en la que se cree que hasta ahora han muerto cerca de 1.500 personas. El afiliado del PKK fue apoyado por los Estados Unidos bajo la administración Bush, una política revisada por Obama, que ha calificado al partido como “terrorista”.

El mayor éxito fue del Partido de la Unión Democrática (PYD) en el Kurdistán Occidental. Debido a los lazos históricos del PKK con el gobierno sirio, el PYD no ha atacado el Estado de Siria como lo hizo su afiliado oriental contra Irán.

En el 2013, tras meses de negociaciones para poner fin al conflicto entre el Estado turco y el PKK, el primer ministro islamista turco Erdoğan leyó un mensaje de Öcalan al pueblo, en turco y en kurdo, que pidió un alto al fuego, el desarme y la retirada del territorio turco, declarando el fin de la lucha armada. El PKK anunció que obedecería.

Mientras tanto, el Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP) también animaba al Estado Islámico que en el 2014 sitió Kobanê, en el Kurdistán Occidental, en poder del PYD.

Después de un período de alto al fuego ampliamente respetado, las elecciones generales turcas del 2015 trajeron una fuerte ganancia para la HDP, de la oposición (13% de los votos, + 7.5%) y una notable caída para el AKP, al gobierno, (41% de los votos, -9%). Poco después, en el Norte del Kurdistán dos policías fueron asesinados y el gobierno turco lanzó contra el PKK, operaciones militares en las ciudades y en los campos, poniendo fin al alto al fuego y al proceso de paz. Las operaciones continuarían en los años siguientes, lo que llevaría a la destrucción de varias ciudades en el Norte del Kurdistán.

En el 2011, estalló un levantamiento contra el gobierno en Siria. En los meses siguientes, la oposición armada tomó el control de varias regiones. A mediados del 2012, Siria retiró el ejército de la mayor parte del Kurdistán Occidental, dejando el poder a las milicias del PYD. Estos han devuelto el favor concentrando la mayor parte de sus energías en la lucha contra el Ejército Sirio Libre, el Frente al-Nusra y finalmente el Estado Islámico. Hasta el 2013, el PYD colaboró ​​con el Consejo Nacional Kurdo, compuesto en su mayoría por partidarios del KDP, pero luego abandonó esta alianza.

En el 2015, el PYD fue el aliado más cercano de Estados Unidos en Siria y bajo la influencia estadounidense creó un frente armado con milicias de algunas organizaciones árabes y no solo, bajo el nombre de Fuerzas Democráticas Sirias. Después de la derrota del Estado Islámico, el ejército turco invadió la ciudad de Afrin y algunas zonas del Kurdistán Occidental. Privados del apoyo militar estadounidense, del que disfrutaban contra el Estado Islámico, al enfrentarse al ejército turco las FDS ayudaron a las Fuerzas de Defensa Nacional, la más grande milicia progubernamental de Siria. A pesar de las pérdidas sufridas, gracias al apoyo político estadounidense, las FDS han conservado gran parte de su territorio.

En el 2018, las FDS fundaron la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). No obstante se presentan como defensor de los derechos de las minorías, el PYD no ha abandonado el nacionalismo. Ha declarado: “La política del gobierno sirio ha traído a muchos árabes a las áreas kurdas. Estos árabes habrá que expulsarlos”. Los cristianos asirios se han quejado de las evacuaciones forzadas, de la educación histórica kurda y del adoctrinamiento apoìsta que se imparte en las escuelas. Contra quienes protestan son fusilados, los disidentes encarcelados y torturados. En definitiva, nada de nuevo en la AANES.


* * *

Los kurdos son una nación que desarrolló tarde el capitalismo. La causa nacional kurda, en una región aplastada por los diversos imperialismos y sus aliados reaccionarios locales, no tiene alguna posibilidad de reaparecer y las formaciones nacionalistas hoy juegan una función reaccionaria, ayudando a distanciar al proletariado kurdo de organizarse sobre una base de clase, en unidad con el proletariado turco e internacional.

El proletariado en Kurdistán debe organizarse como una clase independiente, a través de sus propias organizaciones económicas y grupos de vanguardia comunista organizados en la única estructura del partido internacional.

El Partido Comunista del Kurdistán, ante un tejido industrial pobre y una agricultura atrasada, promoverá una reforma agraria radical para empujar a los campesinos a aliarse con el proletariado. Reforma que realizará después de la revolución, para dar mejores condiciones de vida a los campesinos y permitir un uso más eficaz de los recursos agrícolas.

Los proletarios y los campesinos del Kurdistán continúan sometidos a una severa opresión: directamente de la burguesía en el poder en los enclaves autónomos del Sur y del Oeste, de aquellos de los cuatro Estados, e indirectamente de muchos otros.

Los enclaves kurdos no son Estados nacionales independientes y viables que puedan desarrollar libremente el capitalismo: su existencia es simplemente tolerada por las burguesías iraquí y siria, y garantizada solo mientras cuenten con el apoyo de las potencias imperialistas.

En el Kurdistán de hoy todos los partidos y los movimientos nacionalistas son reaccionarios, dependen del apoyo de tal o cual potencia imperial, que utiliza sus milicias como carne de cañón.

La rivalidad entre los enclaves y los partidos nacionalistas kurdos viene a dividir también al proletariado. Como la mayoría de las clases trabajadoras turca, iraquí, iraní y árabe, sigue apoyando las aspiraciones nacionales de la propia burguesía, todos contrarrevolucionarios, renunciando a la lucha de liberación de clases.

La perspectiva comunista es una federación de Estados de dictadura proletaria, que aplasta las empapadas instituciones burguesas en todo el Medio Oriente, superando a través de la común lucha revolucionaria las divisiones raciales, étnicas y religiosas.

 

 


Informe de los camaradas venezolanos


La situación económica

La invasión rusa a Ucrania tuvo un impacto directo en América Latina, con un alza en el precio de las materias primas, incluidos los hidrocarburos, y una reanudación de la inflación. La lucha interimperialista mundial por el control y acceso a los recursos energéticos ha llevado a una reevaluación de algunos países productores de petróleo, como Venezuela. De continuar el conflicto, el Brent podría llegar a los 130 dólares/barril y el blend mexicano a los 115, mientras que hace dos años estaba por debajo de los 50.

En la situación política interna de los países se ha producido una reanudación de movilizaciones de masas y enfrentamientos entre partidos y movimientos de derecha y de “izquierda”.

La crisis de Ucrania ha beneficiado a los países productores (Venezuela, Brasil, Ecuador, México y Colombia) y castigado a los no productores (Caribe, Centroamérica, Perú, Chile). Aún no está claro en qué medida el aumento del precio de otros bienes primarios (minerales y alimentos) afectará el crecimiento del PIB. Hay que verlo en el contexto de la tendencia de la economía mundial, que está en crisis y sigue afectada por la pandemia del Covid 19.

Las previsiones iniciales indican que la región crecerá menos de lo esperado por el conflicto en Ucrania: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) rebajó la previsión para la región del 2,6% al 2,3% respecto a hace siete meses.

Algunos países podrían ganar cuotas de mercado exportando sus productos agrícolas (cereales), dada la escasez provocada por un conflicto que afecta a los dos grandes productores Rusia y Ucrania. España, por ejemplo, para paliar la escasez ha flexibilizado temporalmente los requisitos para importar maíz de Argentina y Brasil.

Ante el aumento de los precios de la gasolina y el diésel, algunos gobiernos de la región, con el fin de mantener la popularidad y calmar los movimientos de protesta, han reaccionado reduciendo los impuestos asociados o aplicando subsidios. Esto representa un aumento del gasto público y un desequilibrio presupuestario.

En una hipotética crisis de los hidrocarburos, la lucha interimperialista por el control se exacerbaría y se esperaría que Estados Unidos fortaleciera su influencia en la región. Brasil es un importante productor de biocombustibles.

Pero estos vaivenes en los mercados del petróleo y de las materias primas en la región son cíclicos y estos países no podrán escapar de la crisis internacional del capitalismo.

Podemos esperar el regreso de protestas masivas como las de 2019 y veremos a las corrientes de derecha e “izquierda” intentar canalizar el descontento hacia cambios electorales de presidentes y parlamentos o hacia reformas políticas e institucionales.

La inversión extranjera en América Latina podría crecer en áreas específicas por parte de Estados Unidos y China, en preparación para una futura guerra. Buscarán suministros alternativos: níquel en Colombia y Guatemala, litio en Bolivia, Argentina y Chile, cobre en Chile y Perú y fosfatos en Venezuela. A esto se suma la producción de alimentos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, lo que atraería inversión extranjera.

Tras las sanciones contra Rusia, una delegación de la Casa Blanca se reunió en Caracas con el gobierno de Venezuela para sondear un posible suministro de productos energéticos a Estados Unidos. La iniciativa apuntaba no solo a reducir la influencia geopolítica de Rusia entre los latinoamericanos, sino también a encontrar una alternativa a los 500.000 barriles diarios de crudo pesado y derivados que Washington compraba a Rusia y que hasta 2019 procedían de Venezuela.

Al mismo tiempo, se negoció un acuerdo entre Irán y Venezuela: Venezuela importaría condensado de Irán para diluir crudo extrapesado, mientras que Irán suministraría a Venezuela ingenieros, productos refinados y repuestos para la industria petrolera.

En el caso de Cuba y Nicaragua no se ve tan claro un acercamiento con EEUU, ya que no cuentan con un atractivo como el que muestra Venezuela con su petróleo.

La clase obrera no puede esperar otra cosa que sobre-explotación, empleo informal o desempleo, salarios reales a la baja y represión, incluso en los países donde se presente alguna reactivación económica puntual y no importa cuál sea la corriente política que tome el control del gobierno en su país.


Las luchas de la clase obrera

Dentro de los acontecimientos recientes en la región destacan:

- Agitación política en Perú: Amplias movilizaciones de masas se presentaron en abril en Perú ante aumento del precio de los combustibles y del costo de la vida. Buena parte de la participación de las masas fue espontánea y no respondió a convocatorias de partidos políticos o sindicatos. Las masas colmaron las calles en varias ciudades y rodearon el Palacio de Gobierno. El gobierno trató de controlar la situación a través de “Toque de queda”, pero tuvo que suspenderlo ya que las masas igual salieron a las calles. El gobierno redujo el impuesto que se cobra por los combustibles y aumentó el salario mínimo, pero esto no fue suficiente para calmar el descontento. Las movilizaciones fueron reprimidas. Los partidos políticos y sindicatos impulsan, como siempre, la salida democrático–burguesa que comienza con la exigencia de destitución o renuncia del Presidente de la República, Pedro Castillo.

- Venezuela: En abril el gobierno burgués anunció un aumento del salario mínimo para el sector público, pasando de 1,6 a 28 dólares mensuales, mientras el valor de la Cesta Básica supera los 800 dólares mensuales. En la negociación colectiva, los incrementos salariales siguen siendo simbólicos: tanto el sector público como las empresas privadas mantienen la política de pagar bonos adicionales al salario, cuyo monto no afecta el cálculo de las prestaciones sociales.

Entre marzo y abril, los trabajadores del sector público anunciaron manifestaciones callejeras para protestar por los bajos salarios. Los jubilados fueron los más activos, estimulando la movilización de los compañeros aún activos.

por el gobierno. 6.300 empleados de farmacias amenazaron con hacer huelga en todo el país por aumentos salariales y otras reivindicaciones.

El gobierno venezolano amenaza con nuevas tarifas de servicios públicos y varios impuestos; unos del gobierno central, otros de los gobernadores o alcaldes; todo esto sumará motivos a la protesta de los trabajadores.

En abril, los jubilados protagonizaron varias protestas en la capital y ocuparon las oficinas del Ministerio del Trabajo en varias ciudades.

En la segunda quincena de abril hubo malestar generalizado entre los trabajadores de la empresa siderúrgica SIDOR, quienes se declararon en huelga durante casi una semana para exigir el cumplimiento del decreto de aumento salarial. La lucha surgió espontáneamente de los trabajadores, fuera del control del sindicato.

Los trabajadores de SIDOR tuvieron que enfrentar la represión del gobierno, los esquiroles y la demagogia. La lucha fue conducida por las asambleas. Pero al final, algunos de los trabajadores, manipulados por polítiqueros que se ofrecieron a negociar, volvieron al trabajo, en contra de las decisiones de la asamblea.

Posteriormente, en la primera quincena de mayo, los trabajadores de Ferrominera del Orinoco, SIDOR y Bauxilum realizaron varias paradas y asambleas con la misma exigencia de pago de salarios y beneficios contractuales. La agitación obrera también ha aumentado en Guayana.

El 1 de mayo, el gobierno convocó a sus mítines, tradicionales desfiles carnavalescos organizados y encabezados por empresas y sus ejecutivos. La concentración oficialista se realizó en Caracas para lograr el efecto mediático. Pero al mismo tiempo se realizaroblico y empresas privadas. Aquí se destaca la participación de los jubilados y pensionados. Las consignas se centraban en la reivindicación de aumentos salariales, pero también presentaban varias invocaciones nacionalistas propias del oportunismo. Pero había una atmósfera unitaria. Obviamente hubo una gran presencia de representantes de organizaciones oportunistas, especialmente estalinistas y trotskistas.

El 1 de mayo, el presidente Maduro no hizo el habitual anuncio de aumento salarial. Sin embargo, el vocero de los empresarios venezolanos ante la Organización Internacional del Trabajo, dijo que los futuros incrementos salariales en el país se realizarán a través de una “negociación tripartita”, en la que participen sindicatos, gremios empresariales y el gobierno, procedimiento abandonado en los últimos 20 años y que se reactivaría.

- En Brasil los partidos oportunistas y los llamados “movimientos populares” promueven la agitación de calle con la consigna “fuera de Bolsonaro”, una bandera impuesta por los medios de comunicación sobre la intolerancia y la movilización, contra el aumento de los precios de los alimentos y los combustibles y contra la corrupción en el gobierno. El oportunismo busca canalizar el descontento hacia el callejón sin salida de la elección presidencial. Exigen la destitución de Bolsonaro, vacunación para todos y bono de emergencia de 600 reales.

La crisis del capital en la región seguirá afectando a los trabajadores, sujetos al desempleo, al trabajo precario y a los bajos salarios. Incluso en países donde se habla de recuperación económica, no hay una recuperación significativa del empleo o aumentos salariales que superen la tasa de inflación.

Las actuales centrales sindicales continúan con su labor de desmovilización, conciliación de clases y división entre los trabajadores.


Los partidos y la guerra de Ucrania

Los medios de comunicación y las redes sociales, en gran parte controladas por Occidente, insisten en los “crímenes de lesa humanidad rusos”. En América Central y del Sur, donde existen los llamados gobiernos “progresistas” o de “izquierda”, algunos órganos de prensa se han alineado con el aparato mediático ruso y chino, que enfatizan el “nazismo y el fascismo ucraniano” o las “provocaciones de OTAN”.

En la Asamblea General de la ONU, las delegaciones gubernamentales de Bolivia, Nicaragua, El Salvador y Cuba se abstuvieron de votar la condena a Rusia. ¡La representación venezolana estuvo ausente! México, Chile, Colombia y Ecuador se expresaron a favor; sin embargo, los gobiernos de México, Brasil y Argentina mantienen posiciones ambiguas al mantener acuerdos de cooperación económica y comercial con Rusia. Los gobiernos de Venezuela, Cuba y El Salvador están interesados ​​en mantener relaciones abiertas con Estados Unidos para superar las sanciones y hacer contorsiones verbales para mantener relaciones también con Rusia y China.

Los partidos políticos que se autodenominan “de izquierda” o “progresistas”, pero que no son más que oportunistas, están igualmente divididos entre los pro-rusos y los que están del lado de Ucrania.

El Partido “Comunista” de Venezuela apoya a Putin y rechaza el acercamiento del gobierno venezolano a Estados Unidos y venderle petróleo.

La Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional (ITU-CI), un movimiento trotskista, grita “¡Putin fuera de Ucrania! No a la OTAN” y apoya la resistencia ucraniana, organizando una red de solidaridad internacional con los milicianos ucranianos en el frente y promoviendo el envío de contribuciones y medicamentos.

Mientras que el gobierno mexicano ha repudiado la invasión rusa a Ucrania, el partido Morena se puso del lado de Rusia y pidió la formación de un “grupo de amistad” en el parlamento.

En Brasil, con diferentes argumento

s, Bolsonaro y Lula coinciden en su apoyo al gobierno ruso. Pero, en la típica ambigüedad burguesa, Lula declaró que “nadie puede estar de acuerdo con la guerra”. La posición de la “izquierda” brasileña frente a la guerra en Ucrania está subordinada a la defensa de los intereses y negocios de la burguesía nacional.

Si en Chile el presidente denunció la invasión rusa a Ucrania, el Partido “Comunista” condena “los actos de guerra en la resolución de conflictos”, pero también a Estados Unidos y la OTAN con sus “provocaciones y ambiciones expansionistas”.

La llamada “izquierda” en América Latina, incluso la de fraseología e iconografía pseudorrevolucionaria, sólo busca consolidarse como una alternativa para la administración de los intereses burgueses y no duda en sumarse a la campaña patriótica, del lado del campo imperialista que más le conviene. Estará lista para arrojar a las masas de asalariados a la carnicería y sobreexplotación que trae la guerra. No encontraremos partidos o movimientos de la llamada “izquierda” en Centroamérica y América Latina con una posición de clase, proletaria y comunista. Son partidos políticamente castrados, incapaces de tomar la iniciativa ante una reanudación de la lucha de clases, que sacaría al proletariado de la sumisión al control político de la burguesía y mucho menos son capaces de dar una orientación revolucionaria.

Si para algo ha servido esta coyuntura, ha sido para mostrar el caricaturesco anti-imperialismo de la llamada izquierda latinoamericana, policlasista, contrarrevolucionaria y cómplice de la mayor explotación de los asalariados en la región.

 

 


La situación en Pakistán

La pérdida de la parte oriental de Pakistán (1971) provocó una reorganización de la economía y la búsqueda de nuevos mercados. En los años 1969-70, el 50% de las exportaciones se destinaban a Pakistán Oriental, las cuales tenían un valor de 169 millones de dólares. Ese mercado fue suplantado por un auge del comercio en el Medio Oriente, a donde las exportaciones se movieron entre 1974 y 1982. Por otro lado, la participación de las exportaciones de la Organización de la Conferencia Islámica en Pakistán (principalmente petróleo) pasó del 14% al 24,4%.

En la década de 1970 y hasta el 2000, la economía se vio afectada por graves recesiones, a pesar de un crecimiento anual medio del PIB de 5,6% entre 1972 y 1991/92. Fuertes importaciones de petróleo, que pasaron de 59 millones de dólares en 1972/73 a 374 millones en 1975/76 y a 862 millones en 1979-80. La cuota de las importaciones en el producto nacional bruto aumentó del 9,1% en 1972 al 20,8% en 1979/80, mientras que las exportaciones sólo crecieron del 6,0% al 10,0%.

Entre el 1995-96 la agricultura representaba el 26% de la economía.

La deuda total que alcanzó el 99% del PIB en 1999, la más alta en el sur de Asia, en comparación con el 47,2% en India y el 91,1% en Sri Lanka.

El período 2000/2007 fue testigo de un lapso de vigorosa recuperación económica. El valor agregado de la producción industrial (manufactura) creció a un promedio anual de 8.5% de 2001 a 2004; desde la separación de Pakistán Oriental, el crecimiento industrial en 2005 fue el más alto jamás registrado, ya que el PIB alcanzó el 7,6%. La inflación tampoco registró grandes aumentos hasta 2005.

El crecimiento industrial, según datos del Banco Mundial para el Desarrollo, alcanzó su punto máximo en 1961, llegando al 19%, tasa que nunca se recuperaría. Las estadísticas de Pakistán se complican aún más debido a la separación de Pakistán Oriental en 1971, lo que dificulta las comparaciones. Luego, la recesión de 2008-2009 hundió la economía, levantada una vez más solo por el rescate del FMI. Posteriormente hubo una pequeña recuperación, seguida sin embargo de profundas caídas, especialmente alrededor de 2018.

En el período 2008-2013, las importaciones aumentaron de 39,9 a 44,9 millardos de dólares, pero las exportaciones solo aumentaron de 19 a 24,5 millardos. De 2014 a 2018, las importaciones crecieron de 45 a 60,7 millardos, mientras que las exportaciones cayeron de 25,1 a 24,8.

Por lo tanto, la balanza comercial se ha desmejorado pasando de -15.355 millones de dólares en 2013, a la asombrosa cifra de -32.018 millones, en 2019 antes del Covid.

Las exportaciones en dólares de julio-junio 2020-2021, ascendieron a 25.304 millones de dólares contra 21.394 millones en el mismo período correspondiente del año pasado, con un incremento del 18,28%. Las importaciones en el mismo período ascendieron a 56.380 millones de dólares frente a los 44.553 millones del año pasado, con un incremento del 26,55%.

En 2021 hubo una recuperación de la producción industrial, que durante algunos meses alcanzó picos cercanos a 2007, para luego descender.

El crecimiento porcentual anual del PIB, ajustado por inflación, fue de 4,2% en 1999, 3,9% en 2000, 1,8% en 2001, seguido de un modesto crecimiento sostenido que ha alcanzado su máximo en 2005 con 7,6%, para luego disminuir, pero recuperarse en 2007; de este máximo cayó a 4,99% en 2008, hasta un mínimo de 0,36% en 2009. Desde el pico de los años 60, la industria aún no se ha recuperado. Antes de Covid era del 2,1%, luego cayó al -0,5%; se observó una recuperación en 2021 del 3,9%, pero debido al impacto de la guerra en Ucrania y la creciente crisis económica, se espera una fuerte caída.

El saldo de la cuenta corriente como porcentaje del PIB fue -2,6% en 1999, seguido de una mejora a -0,3% en 2000, para luego registrar su aumento más fuerte hasta 2003 en 4,9%. Cae a -1,4% en 2005, a una tremenda caída a -4,9% y -8,4% en 2007/8 durante la recesión mundial. Cayendo a -1,1% en 2013, en términos absolutos a 3.1 millardos de dólares, nunca se recuperó, registrando una fuerte caída adicional de -5,8% en el 2018 a 18.16 millardos de dólares en términos absolutos, alcanzando finalmente -4,5% en el 2019.

Las tasas de crecimiento anual del PIB per cápita fueron 1,60% en el 2013, 2,50% en el 2016, seguidas de una fuerte caída a -1,00% en 2017 y -1,4% en 2020.

Los salarios reales cayeron ya que su crecimiento nominal estuvo por debajo de la inflación, con un grave deterioro de las condiciones de trabajo. Aumenta el desempleo y es escaso el pago de pensiones al reducido número de trabajadores que las reciben.

Los cortes de energía han experimentado un aumento adicional en estos calurosos veranos (las temperaturas más altas en el hemisferio norte este año se registraron en India y Pakistán); pero el 27% de la población aún no tiene acceso a la electricidad. Los precios del combustible subsidiado han aumentado desde mayo pasado.

Las huelgas y protestas de la clase obrera, reportadas solo en las redes sociales, no muestran un aumento generalizado, pero en el siempre convulsionado y vecino Beluchistán, hay un fuerte incremento de movilizaciones, huelgas y protestas por el agua, por las necesidades básicas y contra la brutalidad de la policía y el ejército.

En ausencia de una reacción espontánea de las masas, la rivalidad entre las distintas bandas burguesas tomó el centro del escenario. El derrocamiento del gobierno central de Imran Khan en abril – un movimiento respaldado por el ejército – condujo a un gobierno de coalición de partidos dominados por la élite terrateniente (Partido del Pueblo, Liga Musulmana N, Jamiat-ulema-islam), todos ellos temerosos de tener que tomar las medidas económicas que conducirán a un fuerte aumento en los precios del combustible y los subsidios, necesarios para obtener un nuevo préstamo del FMI. Esta vez ni siquiera veremos los intentos de modernización del país, realizados en la década de 1970 durante el gobierno “islámico-social” de Bhutto.

El 25 de mayo, el partido Imran (PTI) lanzó una marcha de protesta a nivel nacional hacia Islamabad, pidiendo la disolución del parlamento y la convocatoria de nuevas elecciones; las vías de acceso a la ciudad fueron bloqueadas por fuertes batallones policiales y del ejército. A la manifestación asistieron principalmente las clases medias y jóvenes de la clase obrera, pero también ex altos mandos del ejército. Pero fue cancelado en la mañana del día 26. Hubo alrededor de 5 muertes confirmadas.

El comercio entre Pakistán y Rusia fue de $ 381 millardos en 2015, en comparación con $ 454 millones en 2014. Las exportaciones a Rusia ascienden principalmente a $ 285 millones y consisten en frutas, prendas de vestir, productos agrícolas; las importaciones desde Rusia ascienden a 95,7 millones de dólares y consisten en papel, materias primas, productos químicos y maquinaria. De 2011 a 2020, las exportaciones cayeron un 24%, mientras que las importaciones crecieron un increíble 270%, alcanzando un máximo en 2020 tras la crisis del Covid.

El comercio con Ucrania en 2021 asciende a exportaciones por 61,7 millones e importaciones por 739,51. Además de los vehículos militares, las importaciones de cereales fueron de 496 millones en 2020.

La guerra tuvo un gran impacto en la economía. Hay una crisis importante del trigo, cuyo precio ha alcanzado máximos históricos, del petróleo (dado que Pakistán es un fuerte importador), de las materias primas (los precios de los productos farmacéuticos se han disparado). Además, la guerra ha producido escasez de fertilizantes agrícolas.

Las reservas cayeron por debajo de $ 11 millardos. De estos, en 2020, 7-8 millardos fueron préstamos de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudita acaba de firmar una extensión de préstamo de $ 3 millardos, pero insta a Islamabad a seguir los términos del FMI; para Riad Islamabad es importante en su juego imperial para contrarrestar la presencia iraní. El 30 de marzo, China también extendió un préstamo de 4.2 millardos de dólares.

Tres ataques ocurrieron en la ciudad de Karachi recientemente, el primero de los cuales tuvo como objetivo a profesores del idioma chino del Instituto Confucio

El aumento de la militancia Baluchi debe verse a la luz de varios factores: La salida de Estados Unidos de Afganistán, la búsqueda de recursos para ataques de cada vez mayor envergadura, a pesar de una represión cada vez más severa. La actual inteligencia afgana constituida por la red Haqqani, es parte de los propios talibanes paquistaníes y es históricamente activa en las áreas “tribales” fronterizas pashtunes. Muchas veces se pueden ver las declaraciones de los talibanes paquistaníes en apoyo del movimiento Baluchi, donde “invitan” al derrocamiento de los servicios secretos paquistaníes.

Los ataques sangrientos a los trabajadores de Baluchistán provienen de grupos islamistas y baluchis, aparentemente opuestos pero en cooperación logística entre ellos; estas bandas burguesas se sostienen por un lado, gracias a los donantes financieros internacionales, el narcotráfico, el contrabando, la extorsión en las minas, fábricas (donde los trabajadores son principalmente el objetivo) y por otro lado gracias a la India e Irán.

Presencia creciente de la India en Afganistán y en Irán.

Irán está construyendo un puerto en Chabahar, en el inestable Baluchistán iraní, el cual es importante para contrarrestar a China en la región.

En este juego imperial, Arabia Saudita, socio de Pakistán desde hace mucho tiempo, busca reducir la presencia iraní apoyando a los separatistas sunitas baluchis dentro del Baluchistán iraní. Islamabad se adapta fácilmente al albergar a esos grupos en el Baluchistán pakistaní. Por el contrario, Irán apoya a grupos dentro de Pakistán, especialmente contrarios a la India.

 


El curso de la crisis económica

Tras la recuperación económica de 2017-18, una nueva recesión económica golpeó la acumulación de capital mundial en 2019. Esto se vio agravado por las medidas de confinamiento adoptadas por algunos países tras el contagio del Covid-19. Gracias a las enormes medidas de apoyo económico adoptadas por los distintos Estados y bancos centrales, 2020 fue seguido por una vigorosa recuperación de la producción industrial, aunque no compensó completamente la caída de la producción de los dos años anteriores.

Esta recuperación de la producción estuvo acompañada de una desorganización general, especialmente en términos de logística, debido al enfoque “just-in-time” (justo a tiempo) practicado por todas las empresas y la deslocalización de una parte de la producción a países de bajo costo, lo que requiere un continuo flujo de mercancías de estos.

Para relanzar la producción y asegurar el desarrollo de nuevas tecnologías, Estados Unidos, siguiendo el modelo del “New Deal”, ha lanzado vastos planes por varios billones de dólares para aumentar el consumo, renovar infraestructuras obsoletas y desarrollos tecnológicos. Europa ha seguido el mismo camino, pero dimensionando su plan de apoyo según sus posibilidades, es decir, a menor escala.

Como de costumbre, comenzamos nuestra revisión del estado de la producción industrial en los principales países imperialistas comenzando por los Estados Unidos.

El primer gráfico presentado en la Reunión, que traza los aumentos anuales de la producción industrial, muestra la caída de la producción en 2019 y 2020, respectivamente con -0,8% y -7,2%, seguida en 2021 por una recuperación con un crecimiento de 5,6%, por lo que que la producción de 2021 sigue siendo inferior a la de 2019, en un 2%.

La siguiente curva de incrementos mensuales muestra la fuerte recuperación a principios de 2021, seguida de una fuerte desaceleración, que se traduce en una curva máxima visible en los gráficos de la producción industrial de otros países. Sin embargo, a diferencia de los demás países imperialistas occidentales, las tasas de crecimiento se mantienen relativamente fuertes, tanto que, con base en los aumentos del primer trimestre, se puede esperar que la producción industrial en 2022 supere el nivel alcanzado en 2019 en aproximadamente un 2%.

Las siguientes tablas muestran que en 2018 Estados Unidos superó el pico de 2007 del 1,5%, para luego descender hasta el -1,4% en 2021. Como ya se mencionó, este incumplimiento del máximo de 2007 se debe a la industria extractiva, es decir, esencialmente de hidrocarburos. Por otro lado, la industria manufacturera sigue muy rezagada con un -8,3% en 2021, frente al -7,7% de 2019.

En conclusión, este nuevo “New Deal” no ha creado un milagro. Sabemos que los efectos del New Deal fueron efímeros entre las dos guerras mundiales, porque en 1938 volvió la recesión y fue sólo la Segunda Guerra Mundial la que permitió que la máquina productiva estadounidense experimentara un crecimiento prodigioso.

Pasemos a Japón y Alemania. Ambos gráficos muestran la misma curva de máximos con una fuerte ralentización tras el pico, seguida de una serie de subidas negativas, especialmente para Alemania, tanto que la producción de ambos países se mantiene por debajo del nivel alcanzado en 2019, que ya estaba en recesión.

Esto se ilustra mejor en la siguiente tabla, que incluye los principales países europeos además de Japón. Los incrementos para 2021, respecto a 2019, oscilan entre el –2,9% en España y el –5,7% en Alemania. Hay una excepción para Reino Unido con un +0,9%, pero se debe a la manipulación de los índices; el gobierno británico quiere hacer creer que el Brexit tiene un efecto positivo en Gran Bretaña, pero al contrario, está causando muchas dificultades a la industria y en especial a las pequeñas y medianas empresas, tanto para importar como para exportar al continente. Gran Bretaña nunca ha conseguido superar el nivel de producción alcanzado en el año 2000. Desde entonces, el índice de producción industrial, salvo la reciente revisión, nunca ha superado ese máximo.

Ahora bien, si comparamos el nivel de producción de 2021 con el máximo alcanzado en 2007, la brecha es enorme: tenemos un –17,8% para Japón, un –19,1% para Italia, un –12,2% para Francia, etc. Alemania, que en 2018 superó el máximo de 2008 del 8,2%, se encuentra con un –5,7%. En Europa, los únicos países que han superado el máximo de 2007 o 2008 son capitalismos jóvenes como Polonia, Hungría e incluso Bélgica. En Asia sucede lo mismo con un país como Corea del Sur.

Es difícil obtener datos fiables sobre China. Usamos la producción bruta de electricidad para representar el curso de la acumulación de capital en la industria. La curva anual muestra una fuerte recuperación en 2021 con un +9,2% tras un debilitamiento en 2020.

Con los índices mensuales tenemos una mejor representación de la tendencia de la acumulación de capital en China. Encontramos nuestra curva en máximos, con una fuerte recuperación, seguramente sobreestimada, a la que sigue una fuerte desaceleración para acabar con una subida negativa en diciembre de 2021.

Se sabe que en el 2019 el capitalismo chino estuvo en recesión en muchos sectores: construcción, automoción, etc. Y probablemente todavía lo esté hoy. Y las drásticas medidas de contención, dada su escala, ciertamente tienen un papel de control político sobre la población. El 2021 vio muchas huelgas en las que los trabajadores lograron obtener concesiones. Huelgas, manifestaciones e incluso disturbios son bastante comunes en China.

La siguiente curva corresponde a la producción anual de electricidad en Corea del Sur, esta cifra refleja muy bien la fuerte desaceleración en la acumulación de capital, como se puede observar en el siguiente cuadro que muestra los incrementos promedio anuales de la producción industrial según los diferentes ciclos. Pasamos así de un incremento promedio anual de 17,6% para el ciclo de 1954 a 1979, a 9,4% para el siguiente ciclo (1979-1997), luego a 7,5% de 1997 a 2007, para terminar con 2,8% para el ciclo actual.

La tabla de producción de petróleo nos muestra que Estados Unidos sigue siendo el mayor productor, con 562 millones de toneladas, frente a los 488 millones de Rusia y los 455 millones de Arabia Saudí. Estos dos últimos productores podrían, si quisieran, aumentar su producción, pero deliberadamente la mantienen baja para mantener altos los precios. Esta es la ley de los monopolios. Esto explica el alto precio de la gasolina y el diesel; la producción se mantiene ligeramente por debajo de la demanda del mercado. Esto se puede ver claramente en la última columna, donde la producción está muy por debajo del nivel alcanzado en 2019, dado que los aumentos, excepto Canadá, ¡van del –7 al –13%!

Para el gas, sin embargo, no existe tal diferencial: los incrementos, respecto a 2019, van desde el –2,3% en Noruega hasta el +3,6% en Rusia. Para el Reino Unido tenemos un –17,2%, pero esto se debe a que los pozos se están en agotamiento.

Los altos precios del gas no se explican por la falta de gas, sino por la miopía del capitalismo neoliberal, que opera según el principio del justo a tiempo, según el cual las reservas de gas de invierno eran mínimas y todos se apresuraban a comprar gas en pleno invierno, y con fuerte especulación de los mayoristas. Sobre todo porque Rusia, a pesar de la guerra en curso, nunca ha cortado el gas este invierno, ni siquiera en Ucrania. Se lo ha cortado, solo que ahora, como medida de represalia, a Finlandia.

Los países de la costa atlántica, España, Francia e Inglaterra, importan gas natural licuado de Qatar y Estados Unidos. Francia, para deshacerse del gas ruso, que representa sólo el 17% de sus importaciones, ha incrementado las importaciones de gas licuado de Estados Unidos.

El siguiente cuadro muestra las exportaciones de los principales países imperialistas. Se puede señalar que para todos los países, excepto China, que se ha convertido en el taller del mundo, las exportaciones en 2021, expresadas en dólares corrientes, son significativamente inferiores a las de 2019. Esta cifra va desde el -15,3% de Reino Unido hasta al 5,5% de Corea del Sur.

Debido a los altos precios de las materias primas, en parte debido a años de inversión insuficiente, muchos economistas pronostican una nueva recesión para fin de año. Después de la Fed, que ha comenzado a subir las tasas de descuento, muchos bancos centrales quieren seguir el mismo camino. La última vez que hicieron esto fue en 2018, pero pronto en 2019, debido a la recesión y la caída del mercado de valores en el invierno de 2018-19, tuvieron que dar marcha atrás y volver a la expansión cuantitativa. Pero no pueden, bajo pena de catástrofe, hacer retroceder el reloj y volver a la situación anterior a 2008. Lo mismo ocurrirá esta vez. El final de la flexibilización cuantitativa y el aumento de las tasas de interés solo pueden ser temporales. El Banco Central de Japón nunca ha podido salir de él desde 1990.

Pasemos a Rusia. Hemos informado dos curvas, una que representa la producción manufacturera anual y la otra la producción de electricidad. Y un cuadro que muestra los incrementos anuales medios, según los ciclos, de la producción industrial y manufacturera.

Ambas curvas muestran la recesión de 2020, seguida de una fuerte recuperación y luego una fuerte desaceleración. El cuadro muestra que después de la terrible recesión de la década de 1990, la producción industrial se ha recuperado. Sin embargo, las inversiones se destinaron principalmente a la industria minera, que concentra la mayor parte de las exportaciones rusas, mientras que la producción manufacturera sigue rezagada, con menos del 17,3% respecto al pico de 1990.

Precisamente ahí es donde radica el problema, ya que la producción manufacturera depende de muchos componentes fabricados en Europa y Estados Unidos. Con el deshielo de las relaciones ruso-estadounidenses, muchas empresas europeas y estadounidenses habían invertido en la producción rusa. Por ejemplo, la industria automotriz rusa es principalmente una industria de ensamblaje con más del 50% de los componentes producidos en Europa Occidental. Muchos componentes de alta tecnología, incluidos los chips electrónicos, por supuesto, no se fabrican en Rusia.

Tras las sanciones, las empresas europeas y estadounidenses se retiraron del mercado ruso, lo que llevó a muchos trabajadores a un paro técnico. Por el momento, Rusia se mantiene bien gracias a los ingresos del petróleo y el gas. La drástica reducción de las importaciones y los estrictos controles de cambio permitieron que el rublo se recuperara un 25% frente al dólar y que el banco central rebajara ligeramente la tasa de descuento, ¡que había subido al 20%! ¡La tasa de inflación, según el producto, está entre el 18 y el 23%! La crisis en Rusia se avecina y se hará sentir con fuerza.


La cuestión militar
La guerra civil en Rusia

El 8 de Marzo de 1918, el soviet local de Murmansk, por temor a una invasión alemana del puerto y los depósitos militares, solicitó el apoyo militar británico, que envió un pequeño contingente. El pueblo original había crecido durante la guerra por la construcción del ferrocarril desde Leningrado, que se utilizó para entregar los suministros de la Entente al ejército zarista. Como resultado de una rama de la cálida Corriente del Golfo, esas aguas nunca se congelan.

Tras la firma del tratado de Brest-Litovsk, se interrumpió la colaboración con los bolcheviques en la función antigermana de los antiguos aliados. Estos en el sector ahora tienen tres objetivos: primero, evitar que los bolcheviques y los alemanes se apoderen de más de un millón de toneladas de material bélico depositado en los numerosos depósitos, por valor de 2.500 millones de dólares. En segundo lugar, apoyar a la Legión Checoslovaca, distribuida a lo largo del Transiberiano, hasta llegar a Vladivostok para ser utilizada en el frente occidental, tras una adecuada reorganización en EE.UU. Tercero, para apoyar el Frente Oriental de la Guerra Civil Rusa, donde las fuerzas blancas y checoslovacas están superando a los bolcheviques. Todo tenía que concurrir para debilitar la revolución e impedir su expansión en Europa. Se abre así el Frente Norte de la guerra civil, que sin embargo quedó en segundo plano.

La Legión Checoslovaca estaba compuesta por soldados voluntarios checos y eslovacos que habían luchado junto a la Entente, bajo la promesa de obtener más tarde un estado checoslovaco independiente, en ese momento parte del Imperio Austro-Húngaro. Fuerzas similares habían luchado con el ejército zarista con el mismo propósito. Contaba con 50.000 hombres bien organizados y armados. Una cláusula del Tratado de Brest garantizaba su libre tránsito por el Transiberiano, que se desarrolló con extrema dificultad por las malas condiciones de la línea y el intenso tráfico en ambos sentidos, desplazando las formaciones de aquellos voluntarios a lo largo de más de mil kilómetros.

Tras un incidente entre soldados de formaciones opuestas, el mando bolchevique retiró el permiso de libre tránsito a la Legión, que reaccionó enfrentándose a las desorganizadas tropas comunistas locales en varias batallas encarnizadas y consiguiendo hacerse con el control de amplias zonas a lo largo del Transiberiano. Estos éxitos impulsaron la formación de un variado número de grupos paramilitares contrarrevolucionarios, mal llamados Ejército Blanco, que nunca lograron formar una estructura única y coordinada porque los diferentes grupos tenían objetivos contrapuestos y seguían siendo una suerte de caótica confederación antibolchevique.

Los aliados ordenaron a la legión checoslovaca que conquistara Ekaterimburgo, a poca distancia de donde el zar y su familia estaban cautivos. Las tropas bolcheviques locales desorganizadas no lograron detener el avance simultáneo de las formaciones de la Legión Checoslovaca y del Ejército Blanco. El Comité Ejecutivo del soviet local autorizó entonces la ejecución del zar y su familia, realizada el 17 de Julio de 1918.

El intenso trabajo organizativo de Trotski permitió que el Ejército Rojo creciera en número y eficiencia hasta el punto de que pronto lograron repeler a los checoslovacos de sus posiciones recién conquistadas. Al mando de la Legión quiso recomponer las distintas formaciones para llegar a Vladivostok lo antes posible, sobre todo después de la constitución de la nueva República checoslovaca en Octubre de 1918. Llegaron a un acuerdo con los bolcheviques para un rápido traslado, contra la entrega de parte del oro imperial que poseían y el contrarrevolucionario Kolchak. Según informes de la Cruz Roja Americana, 68.000 voluntarios fueron evacuados.

Volvamos a la cronología principal.

10 de Marzo: Petrogrado está ahora demasiado cerca de la nueva frontera alemana y el Partido Comunista decide trasladar la sede del gobierno y los órganos centrales del partido a Moscú. Pesaba mucho la situación en la vecina Finlandia, donde las formaciones rojas se encontraban en serias dificultades para apoyar la contraofensiva del gobierno blanco, asistido militarmente por Alemania.

En pocas semanas, la revolución bolchevique fue duramente atacada en todas sus fronteras, incluido el desembarco de tropas japonesas en Vladivostok. En esta situación de fortaleza sitiada, se introducen diversas medidas económicas, posteriormente denominadas “comunismo de guerra”, destinadas a satisfacer las urgentes necesidades de alimentos y materiales para la industria bélica.

Con la paz separada entre la Rusia soviética y Alemania, se alteran los activos estratégicos de la guerra, ya ensayada durante 4 años, que ahora se considera en la fase final. Los gobiernos francés y británico piden a EE. UU. que intervenga en el sector, especialmente para defender los yacimientos de Murmansk y Arkhangelsk.

Inglaterra se niega a evacuar los barcos de los dos puertos, por el contrario el desembarco de tropas francesas, británicas, americanas, canadienses e italianas para un total de unas 24.000 unidades. El personal internacional no es de gran calidad militar porque está compuesto por veteranos ya heridos en combates anteriores o reclutas entrenados apresuradamente. Su contraste se asigna a los Ejércitos Rojos Sexto y Séptimo, inicialmente mal equipados y sin preparación, como se desprende de los primeros enfrentamientos en Mayo con las tropas británicas en un intento de recuperar el control de la ciudad rusa de Pečenga, ocupada por los finlandeses blancos en nombre de los alemanes para usarlo como base de submarinos.

El 2 de Agosto, el desembarco británico fue precedido por un golpe de estado del capitán zarista Chaplin al frente de las fuerzas antibolcheviques. El comandante británico Poole establece un gobierno títere e impone la ley marcial en la ciudad. Varios barcos militares rusos se han hundido y las fuerzas bolcheviques restantes no pueden reaccionar y retirarse.

El plan estratégico británico prevé dos líneas de penetración mediante trenes blindados sobre las vías férreas existentes: una desde Arcángel en la línea a Moscú con el objetivo de conquistar Vologda, sede del mando central ruso, la otra hacia KotlasVyatka para conectar con el frente oriental de la contrarrevolución, sostenida firmemente por los checoslovacos, que intentaban llegar a Arcàngel para embarcarse hacia el frente occidental. Poole se da cuenta de inmediato de que sin refuerzos sustanciales de hombres y medios, no se lograría el objetivo principal. Fracasa cualquier intento de reclutar voluntarios. Lenin exige que Kotlas y Vologda se mantengan a toda costa y Trotski establece una estrategia de defensa basada en trincheras y fortificaciones, ante la llegada del invierno. Incluso el nuevo comandante inglés Ironside pone en marcha una prudente campaña invernal para consolidar los enormes territorios controlados mediante un sistema de fuertes equipados.

En Karelia, al sur de Murmansk, se desarrollan operaciones militares a lo largo de la vía férrea a Petrogrado, donde los aliados han avanzado 600 kilómetros; son detenidos por una tenaz ofensiva de las fuerzas revolucionarias internacionales dirigidas por Spiridonov, un obrero de Petrogrado. La suspensión de la guerra de invierno decidida por el mando inglés permite reorganizar al VI Ejército Rojo. El punto fuerte estaba en la 18ª división, formada por trabajadores de Petrogrado muy politizados. La plantilla alcanza las 13.000 unidades.

El 11 de Noviembre de 1918, la firma del armisticio entre Alemania e Intesa marca el final de la guerra. En los días previos, cuando el viento ártico ha congelado las aguas de los ríos y la bahía alrededor de Murmansk mientras los ríos del sur aún son navegables, la contraofensiva bolchevique comienza cerca de Tulgas, con resultados mixtos. Se intensifica la propaganda contra la guerra y la agitación política en el ejército aliado.

El 11 de Diciembre se produce el primer motín de un buen número de soldados blancos, que se niegan a ir a combatir. Una deserción general pondría seriamente en peligro todo el frente oriental. 13 organizadores fueron fusilados como represión. El mando británico reconoce la imposibilidad de obtener una conquista con el mínimo esfuerzo con sus limitadas fuerzas disponibles. La moral de las tropas se derrumba repentinamente debido a la reacción bien organizada del Ejército Rojo y sobre todo porque los soldados, después del final de la guerra, se preguntan por quién y con qué propósito siguen luchando en esas gélidas regiones árticas: todos quiere una rápida retirada de Rusia.

A pesar de las condiciones climáticas prohibitivas, los combates continuaron en Enero y Febrero; algunos ataques aliados contra los bolcheviques tienen éxito.

El 20 de Enero de 1919, a una temperatura de -45°, tiene lugar cerca de Shenkursk la batalla que representa el punto de inflexión de la guerra; después de unos días de lucha, la ciudad fue conquistada por el Ejército Rojo, lo que obligó a los aliados a retroceder considerablemente. Las protestas también se extienden a los soldados británicos, poniendo en duda toda la campaña.

El 25 de Abril, un batallón de Rusia Blanco se amotinó: 300 de ellos, habiendo pasado a los bolcheviques, atacaron a las tropas aliadas cerca de Tulgas. Cada vez surgen más informes sobre la negativa a luchar de las tropas británicas y aliadas.

La repatriación de las fuerzas británicas y francesas comenzó entre Mayo y Junio, parcialmente reemplazadas por voluntarios británicos a los que solo se les había garantizado un enfrentamiento defensivo. Incluso las tropas francesas declaran que participan únicamente en acciones de defensa. Protesta el contingente italiano por el despliegue prolongado después de tantos meses desde el armisticio.

El 10 de Julio, una unidad blanca bajo el mando británico se amotinó y mató a oficiales británicos. 100 soldados se unen a los bolcheviques.

El 20 de julio, 3.000 soldados blancos en la ciudad clave de Onega, la única ruta terrestre de invierno a Murmansk, se amotinan y entregan la ciudad a los bolcheviques. Vanos intentos de recuperarlo del mando británico que ya no confía en sus unidades.

Las operaciones finales registraron numerosas e incisivas acciones de sabotaje para dificultar la evacuación de las tropas aliadas. El propósito del mando bolchevique no es permitir una retirada pacífica sino una huida apresurada bajo el fuego bolchevique.

El mando británico reacciona con duras ofensivas con el fin de golpear la moral del Ejército Rojo.

En Septiembre, una compañía de voluntarios británicos se negó a participar en el ataque. 93 son arrestados y 13 condenados a muerte.

El 27 de Septiembre parten de Arcàngel las últimas tropas aliadas.

El 12 de Octubre de 1919 se abandona Murmansk. Los restos del Ejército Blanco se quedan solos para enfrentarse al Ejército Rojo, que mejora en organización y eficiencia con cada combate. La Armada Blanca, poco disciplinada y con dificultades de abastecimiento, se derrumbó rápidamente ante la ofensiva bolchevique lanzada en Diciembre de 1919.

El 21 de Febrero de 1920 el Ejército Rojo entró en Arcángel y el 13 de Marzo de 1920 en Murmansk. Los restos del gobierno blanco huyen en un rompehielos a Francia. Desde un punto de vista estratégico, el mando británico había cometido el error de organizar la campaña al mismo tiempo en dos frentes en diferentes direcciones en un territorio vasto e inaccesible con fuerzas de confianza limitadas, confiando en reclutamientos inciertos de voluntarios locales sin experiencia.