Partido Comunista Internacional

El Partido Comunista N.38 - Mayo de 2024

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actualizado  el 22 de mayo de 2024

órgano del partido comunista internacional
Lo que distingue a nuestro partido: – la línea de Marx a Lenin a la fundación de la III Internacional y del Partido Comunista de Italia a Livorno 1921, a la lucha de la Izquierda Comunista Italiana contra la degeneración de Moscú, al rechazo de los Frentes Populares y de los bloques partisanos – la dura obra de restauración de la doctrina y del órgano revolucionario, en contacto con la clase obrera, fuera del politiqueo personal y electorero

Contenido:

1ro. DE MAYO DE 2024: El monstruo del capital mundial se sumerge en la guerra. Sólo la revolución internacional por el comunismo puede derrocarlo

Alemania: Crisis del capital y resurgimiento del fascismo

– La extensión de los conflictos regionales prepara la guerra general del capital

Acerca de nuestra orientación en el trabajo sindical. (de “Il Partito Comunista “, n.71, 1980)

POR EL SINDICATO DE CLASE:
La guerra en Palestina y los sindicatos alemanes
Unidad de accion de los tabajadores
America Latina: Domina la conciliacion de clases, la traicion de las centrales sindicales y la demagogia electorera, que bloquean la lucha del proletariado y mantienen a los trabajadores a merced de la explotacion de los capitalistas y sus gobiernos

VIDA DE PARTIDO:
Muy exitosa reunión internacional de trabajo del partido - En Video-Conferencia del 26 al 28 de enero [RG148]: La economía vulgar y el capital a interés - La cuestión agraria en Kautsky - El tercer Congreso del partido comunista de China






1ro. DE MAYO DE 2024
El monstruo del capital mundial se sumerge en la guerra
Sólo la revolución internacional por el comunismo puede derrocarlo

Las guerras mortales que se están combatiendo en este Primero de Mayo de 2024, demuestran la grave crisis del equilibrio imperialista mundial, tal como ocurrió después de la desintegración de la URSS, aquel Estado falsamente socialista surgido de la contrarrevolución estalinista.

La hegemonía de los Estados Unidos en todo el mundo, presentada durante toda la posguerra, como inquebrantable para la defensa en Occidente de los beneficios de la burguesía y como garantía de un progreso continuo y de la paz, se ha derrumbado bajo el peso de la crisis económica, provocada por las contradicciones históricas del régimen del Capital.

Los sistemas productivos de los países capitalistas maduros de América del Norte, Europa y Asia, pierden en la competencia con los industrialismos más jóvenes y vitales, y cada vez con mayor dificultad logran convertirse en guardianes del mundo, con sus presiones financieras y militares. Otras monstruosas potencias burguesas se están imponiendo, China y la India. Las tensiones de un enfrentamiento se concentran en el Océano Pacífico, para el que ya hay armas y armadas desplegadas listas para la batalla.

Sólo la guerra puede resolver ahora estos conflictos insolubles entre intereses nacionales mezquinos y reaccionarios, cada vez más exacerbados por la persistente crisis de sobreproducción que asfixia la reproducción del capital.

En el capitalismo tardío, la guerra adquiere sus características más destructivas y aterradoras. Los civiles, en su mayoría proletarios, se convierten en los primeros objetivos de la acción militar y ciudades enteras quedan reducidas a ruinas.

El capital se enriquecerá con la reconstrucción. Por eso es necesario matar y destruir, para luego obligar a reconstruir a un proletariado diezmado y derrotado.

Las guerras locales ya tienden a prolongarse y extenderse, en Europa, en Medio Oriente y en África. Terribles masacres están afectando hoy a las poblaciones ucranianas y palestinas. Pero tan pronto como se vuelvan los incontenibles vientos de guerra, serán los proletarios de Rusia e Israel quienes serán martirizados y en todo el mundo. Las guerras de Ucrania y Gaza no son conflictos de un contexto local y con motivaciones regionales, sino una anticipación, un comienzo, un ensayo general del choque universal entre imperialismos.

Cientos de miles de personas desfavorecidas en todo el mundo, se ven obligadas a abandonar a sus familias y países, para escapar de las guerras y la pobreza que los afligen cada vez más y encontrar cualquier trabajo que les permita sobrevivir.

La creciente crisis económica de sobreproducción obliga a los empleadores, en todo el mundo, a endurecer las condiciones laborales, a ahorrar en todo para producir a precios cada vez más bajos para vencer a la competencia. Cada expediente es estudiado y analizado. Nacionalidad, religión, sexo, opiniones políticas, toda diferencia es exasperada para romper la unidad de los explotados, para separar y dividir sus condiciones de vida y de trabajo, para enviarlos finalmente hacia el “horno” de guerra de sus amos.

Los trabajadores asalariados en todas partes pagan el precio de esta situación. La disminución de la seguridad en el trabajo provoca cada día muertes y heridos. Los salarios se reducen y la explotación aumenta.

El proletariado está dominado desde hace casi un siglo por la contrarrevolución, por sindicatos a menudo vinculados y leales a las clases dominantes, por partidos que se autodenominan socialistas y comunistas, pero que desde hace tiempo han renunciado a cualquier conexión con el programa del comunismo revolucionario, basándose en la ideología burguesa, nacionalista, democrática o fascista.

La explotación ilimitada de los recursos naturales, la apropiación de cada rincón de la tierra por el Capital para hacerlo rentable está corrompiendo a todo el planeta. El moribundo régimen de las ganancias está dispuesto a arrastrar a toda la humanidad al abismo.

La clase obrera se verá obligada a defenderse, a oponer su fuerza a la de las clases propietarias. Para lograrlo, es necesaria su organización en sindicatos amplios y combativos, que lo enmarquen y lo movilicen contra la enorme y creciente opresión de los patronos.

En este choque de clases, los trabajadores de todo el mundo se reconocerán como hermanos, unidos por sus condiciones y sus batallas diarias.

Pero detener la guerra y mantener en el poder de la sociedad a la burguesía es imposible. El capitalismo no puede ser pacífico, nunca podrá prescindir de sus guerras.

Sólo la clase obrera podrá detener la guerra, pero derrocando a la burguesía del poder. Sólo redescubriendo la dirección de su Partido revolucionario, podrá el proletariado mundial decidir su destino, romper sus cadenas, iluminado por la experiencia histórica del comunismo internacional.

Una vez derrocados los regímenes existentes, la clase trabajadora procederá a establecer su dictadura en los principales Estados, allanando el camino para la abolición del mercado y del trabajo asalariado, para una sociedad sin Estado y sin clases, para el comunismo.







Alemania
Crisis del capital y resurgimiento del fascismo

El estancamiento económico en Alemania, tradicionalmente la locomotora económica de Europa Occidental, ha dado lugar en los últimos meses al descontento social y a un aumento del apoyo al partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD), así como al resurgimiento de facciones explícitamente nazis. Por el contrario, el fin de semana del 20 y 21 de enero se produjeron movilizaciones masivas contra la extrema derecha en muchas ciudades alemanas, tras revelarse que la AfD y sus aliados se habían reunido para debatir propuestas para deportar a millones de inmigrantes y ciudadanos de origen no alemán. En su mayoría, los manifestantes se reunieron bajo el lema de la “defensa de la democracia”.

Como en los años treinta, este nuevo fascismo es un producto directo del capitalismo. La economía alemana atraviesa un largo periodo de declive relativo. El crecimiento de la producción industrial no se ha recuperado totalmente de los choques de la pandemia, la débil demanda de exportaciones en otros países, las interrupciones en las cadenas de suministro, la inflación, los altos tipos de interés y la guerra en Ucrania. En 2023, la producción industrial en Alemania disminuyó un 1,5%. En comparación con su pico de 2007, cayó un 2,5%.

Esta dificultad en la reproducción del capital creó agitación en el seno del gobierno federal, dirigido por el Partido Socialdemócrata (SPD) apoyado por el Partido Verde y los Demócratas Libres (FDP), un partido liberal económicamente conservador: la llamada Ampelkoalition, la “coalición del semáforo”, roja, verde y amarilla. Tras semanas de disputas entre estos partidos sobre dónde debía caer el hacha del gasto público, el 18 de enero la comisión parlamentaria para el presupuesto federal lo elevó a 476.800 millones de euros, con nuevos préstamos por valor de 39.000 millones.

El Gobierno está sujeto al Schuldenbremse (freno de la deuda), en vigor desde 2009 introducido por el Gobierno de Gran Coalición de Angela Merkel, que limita la nueva deuda pública anual al 0,35% del producto interior bruto. La medida obliga al Gobierno federal a equilibrar el presupuesto sin nuevos empréstitos y a reducir la deuda a mediano plazo. Se introdujo originalmente para hacer frente a la crisis financiera mundial de 2008 y mantener a Alemania dentro de las normas de la eurozona. Sólo puede suspenderse en situaciones excepcionales, como ocurrió recientemente durante la pandemia de coronavirus. Pero no se habían previsto periodos tan prolongados de bajo crecimiento.

Para eludir las restricciones, la coalición intentó reasignar 60.000 millones de euros no utilizados para el coronavirus al Fondo para el Clima y la Transformación. Sin embargo, el pasado noviembre el Tribunal Constitucional Federal de Karlsruhe dictaminó que esta reasignación era inconstitucional y los 60.000 millones fueron retirados del presupuesto.

Tras varios años de suspensión, el Schuldenbremse volverá por tanto a estar plenamente vigente. Aunque algunas facciones de la coalición han hablado de suspenderlo de nuevo en determinadas circunstancias, mientras tanto se han impuesto recortes drásticos y muchos contratistas de obras públicas no han cobrado. Entre las medidas previstas que afectarán a los trabajadores figuran el aumento del precio de la gasolina y la calefacción, un impuesto sobre los billetes de avión de pasajeros y una restricción salarial más estricta en servicios financiados con fondos públicos, como la red ferroviaria. El Gobierno también propone recortar la subvención federal al régimen del seguro de pensiones en 600 millones de euros cada año de 2024 a 2027.

La medida que ha suscitado la oposición más encendida hasta el momento es la supresión progresiva de la desgravación fiscal del gasóleo agrícola. El encarecimiento de los carburantes importados y de los piensos, fertilizantes, etc. ha puesto en peligro a los pequeños agricultores. El encarecimiento de los carburantes y piensos importados, de los abonos, etc., ha puesto en peligro a los pequeños agricultores. Miles de personas han bloqueado los centros urbanos con tractores. Mientras tanto, la inflación, aunque ahora está disminuyendo, ha erosionado aún más el poder adquisitivo y el nivel de vida de la clase trabajadora alemana.

Los jóvenes se ven especialmente afectados por el aumento de los precios de los alquileres. En el segundo trimestre de 2023, los alquileres de pisos en Berlín rondaban los 13,23 euros por metro cuadrado al mes. En la última década, los alquileres en Berlín se han más que duplicado.

Incluso si el Schuldenbremse se suspende realmente, esto traerá poco alivio a la clase trabajadora: probablemente sólo se hará para seguir financiando la guerra en Ucrania, que ya ha costado al Estado alemán más de 22.000 millones de euros en subvenciones y suministros de armas. El ministro de Presupuesto del SPD, Dennis Rohde, declaró recientemente: «Creo que la lucha ucraniana por la libertad no debe fracasar en última instancia por una visión conservadora de las normas de endeudamiento». De hecho, el capitalismo alemán ve enormes oportunidades futuras de desarrollo económico en una Ucrania alejada de la influencia rusa.

Sin embargo, el impacto inmediato del corte de gas ruso y la interrupción del suministro de alimentos supusieron un coste estimado el año pasado por la Asociación de Cámaras de Industria y Comercio Alemanas (DIHK) entre 100.000 y 160.000 millones de euros, es decir, unos 2.000 euros por habitante.


Los trabajadores ferroviarios lideran la resistencia

En este nuevo ciclo de austeridad, los ferroviarios lideran la resistencia a la creciente presión sobre los trabajadores para que hagan más por menos.

Tras dos huelgas de aviso de 24 horas en noviembre y diciembre, el sindicato de maquinistas GDL convocó una votación que se saldó con un 97% de votos a favor de una huelga indefinida. Sin embargo, la dirección de GDL se negó a aplicar la voluntad de sus afiliados. Se convocó una huelga de tres días a principios de enero y otra de seis días a partir del miércoles 24 de enero.

Deutsche Bahn ofreció un aumento salarial del 11% en 32 meses, es decir, un 3,7% anual, muy por debajo de la tasa de inflación actual, lo que supone una reducción del poder adquisitivo. Sin embargo, la huelga no se refiere principalmente al salario, sino a las condiciones de trabajo. Las insuficientes inversiones han dejado la red ferroviaria alemana en ruinas y son los maquinistas quienes pagan el precio más alto, con largas jornadas de trabajo, cambios de turno con poca antelación y ningún reconocimiento del estrés mental y el daño a la vida familiar que de ello se derivan.

Los maquinistas exigen una reducción de la jornada laboral a 35 horas con una compensación salarial completa, una reivindicación que viene de lejos y en la que no se ha avanzado.

El 5 de enero, Deutsche Bahn (DB) hizo una “oferta” por la que los conductores se verían obligados a financiar ellos mismos la reducción de las horas de trabajo, lo que supone un recorte salarial del 2,6% por cada hora de jornada reducida. DB es de propiedad estatal y el Gobierno, en esta ronda de negociación colectiva, ya ha fijado el coste para los ferrocarriles como parte de sus salvajes recortes del gasto público. Por supuesto, los medios de comunicación informaron deshonestamente del acuerdo propuesto, lo que provocó aún más enfado entre los maquinistas. Al final, el 26 de marzo se alcanzó un acuerdo que incluye una reducción “no obligatoria” de la jornada laboral de 38 a 35 horas. Informaremos de ello con más detalle en el próximo número.


Un sector en plena expansión

A pesar de la crisis económica, hay un sector en auge: el del armamento. En 2023, la coalición semáforo (¡que incluye al antaño “pacifista” Partido Verde!) aprobó exportaciones de armas por valor de 12.200 millones de euros, lo que supone un aumento del 40% respecto a 2022. Las entregas de armas alemanas a Ucrania casi se duplicaron en 2023 y representaron la mayor parte de las exportaciones en el segundo año de la guerra, con 4.440 millones de euros, según datos publicados por el Ministerio Federal de Economía.

Otros mercados de exportación importantes son Noruega (1.200 millones de euros), Hungría (1.030 millones de euros), Reino Unido (654,9 millones de euros), Estados Unidos (545,4 millones de euros) y Polonia (327,9 millones de euros). Alemania también tiene intereses imperialistas en Extremo Oriente. Corea del Sur es desde hace tiempo el mayor mercado de exportación para los fabricantes de armas alemanes fuera de la OTAN, con 256,4 millones en ventas en 2023. En diciembre, Berlín y Seúl firmaron acuerdos para mejorar su cooperación en materia de inteligencia y militar-industrial.

Alemania también contribuyó masivamente a la guerra de Israel en Gaza, multiplicando por diez el valor de sus exportaciones hasta 323,2 millones de euros. El Estado alemán es uno de los más firmes aliados de Israel, y fabricantes de armas como Rheinmetall figuran entre los mayores beneficiarios. La cotización de la empresa ha subido alrededor de un 15% en sólo cinco días desde el comienzo del conflicto en Gaza. Rheinmetall trabaja actualmente con su socio israelí Elbit Systems en el desarrollo de un nuevo obús de ruedas de 155 milímetros y de drones de combate avanzados. No se trata de un tráfico unidireccional: en 2024, Alemania gastará 25 millones de euros en el suministro de sistemas de misiles de lanzamiento múltiple PULS (Precise and Universal Launching System) de última generación de Elbit.

De hecho, el presupuesto militar de Alemania es una notable excepción a los recortes de gastos, ya que aumenta en 1.700 millones de euros hasta alcanzar la cifra récord de 51.800 millones. La invasión de Ucrania por Rusia motivó el aumento de la parte militar del presupuesto, con la creación de un fondo de 100.000 millones de euros para modernizar las fuerzas armadas alemanas.

Alemania se ha comprometido a cumplir el objetivo de la OTAN de destinar el 2% del PIB al gasto militar o, como la burguesía prefiere llamarlo, “defensa”. El hecho es que la burguesía alemana está adoptando una postura más agresiva en la escena internacional.


El ascenso del nazismo

Las presiones económicas, combinadas con el resurgimiento del militarismo alemán, han provocado un aumento del apoyo al populismo de extrema derecha y a la AfD en particular, que, como en otros países, reivindica una conspiración entre el “establecimiento político” y los inmigrantes contra la población alemana “nativa”.

Ha tratado de explotar las protestas campesinas con una retórica que recuerda la propaganda de “Sangre y Suelo” con la que los nazis se dirigieron a las comunidades rurales tras la catástrofe económica de 1929.

La AfD fue fundada en 2013 por economistas y académicos conservadores que se oponían a la introducción del euro y a una mayor integración política en Europa. Pero sus políticas y su liderazgo cambiaron tras la llegada de un millón de refugiados de Oriente Medio en 2015, acogida por Angela Merkel como respuesta a un profundo reto demográfico para Alemania: el rápido envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad. Hoy, muchos líderes de AfD culpan de todos los problemas sociales y económicos no solo a los inmigrantes recientes, sino también a todos aquellos que no tienen ascendencia alemana, y eso que son una quinta parte de la población total. ¿Precios altos? Culpen a los extranjeros. ¿Alquileres altos? Demasiados extranjeros. ¿Mala atención sanitaria? Culpen a los extranjeros. etc.

Sin embargo, la AfD también se ha establecido como el único partido político importante que se opone a la guerra en Ucrania. No es que lo haga por ninguna razón benévola: quiere que las armas se queden en casa para ser utilizadas por las fuerzas armadas alemanas en lugar de exportarlas.

El eslogan de la extrema derecha alemana ha pasado de querer detener o frenar la inmigración a “Re-migración”. En noviembre de 2023, representantes de alto nivel de AfD se reunieron “discretamente” en Lehnitzsee, al norte de Potsdam, con otros derechistas y líderes empresariales para discutir planes para expulsar a personas de origen extranjero que viven en Alemania. También participaron dos miembros del Partido Demócrata Cristiano. Centro de Alemania (CDU), ambos forman parte de la asociación de su partido “Unión de Valores” (WerteUnion).

Martin Sellner, destacado miembro austriaco del “Movimiento identitario”, ha presentado planes para instar o, en caso necesario, obligar a abandonar el país a quienes no se ajusten a la definición “völkisch” (aria) de la sociedad alemana. Esto incluiría también a los ciudadanos alemanes pero no “asimilados”. En un eco de la infame Conferencia de Wannsee de 1942, sólo hubo objeciones a la “viabilidad” de las expulsiones masivas, pero no se plantearon dudas sobre la idoneidad de tales planes. Las propuestas presentadas incluían leyes discriminatorias para someter a los inmigrantes a una “fuerte presión para que cumplan” y para facilitar la revocación de pasaportes y de la ciudadanía alemana.

Además, la democrática República Federal ya tendría el poder constitucional de denegar o revocar la ciudadanía a las personas que considere indeseables o “no asimiladas”, o de hacerles la vida intolerable de otras formas, como ha hecho con la infame Berufsverbot, la prohibición de acceder a determinadas profesiones a quienes considera extremistas.


El antifascismo alemán

La noticia de la reunión “conspirativa” fue revelada por primera vez el 10 de enero por Correctiv, un colectivo de medios de comunicación democráticos, uno de cuyos reporteros se infiltró en el hotel Lehnitzsee.

La noticia desencadenó una serie de manifestaciones, en las que unas 250.000 personas salieron a la calle el sábado 20 de enero en Berlín, Hamburgo, Fráncfort, Hannover, Stuttgart, Múnich y otras ciudades alemanas. Sin embargo, estuvieron dominadas por posiciones moralistas sobre la tolerancia y la diversidad, que carecen de sustancia y tienen poca resonancia para los trabajadores que están soportando la peor parte de los ataques del capital.

El análisis de la “izquierda” antifascista alemana es, en todo caso, aún peor. Para ellos, el problema no es que los partidos tradicionales como el SPD defiendan la democracia capitalista, el sistema político preferido de la burguesía, sino que no son suficientemente democráticos. Por ejemplo, el trotskista Partido Socialista por la Igualdad escribe que «Cuando Scholz y compañía intentan presentarse como una alternativa “democrática” y opositora a la AfD, es pura hipocresía». Para el Partido de Izquierda (Die Linke) la respuesta es «Unidad por encima de las divisiones de clase, juntos contra la derecha», a través de una amalgama de grupos identitarios en las redes sociales sin connotaciones de clase, del tipo “Abuelas contra la derecha”.

Para nosotros, comunistas, sin embargo, no hay resistencia al fascismo sin lucha contra el sistema capitalista que lo genera. Los trabajadores no pueden elegir entre fascismo y democracia: lejos de ser opuestos, uno fluye de la otra.


Unidad nacional o lucha de clases

Ya en 1924, en nuestro Informe sobre el fascismo, escribimos: «Desde el punto de vista social, el fascismo no representa un gran cambio; no representa la negación histórica de los viejos métodos burgueses de gobierno, sino simplemente la continuación completamente lógica y dialéctica de la fase anterior del gobierno burgués llamado democrático y liberal».

La democracia utilizará métodos fascistas, e incluso pondrá fascistas en el poder, según las necesidades del momento. A la inversa, el fascismo utilizará eslóganes democráticos como “la voluntad del pueblo” e instrumentos democráticos como los plebiscitos.

Existe incluso una palabra alemana, surgida durante la Primera Guerra Mundial, que expresa perfectamente este concepto: en la Volksgemeinschaft está arraigada la idea de unir a todo el pueblo por encima de las divisiones de clase para alcanzar un objetivo nacional.

La única forma de combatir el fascismo y el militarismo es mediante la lucha de clases.

Mientras sectores clave de la clase obrera como los maquinistas (¡muchos de los cuales son de origen “no ario”!) estén dispuestos y sean capaces de levantarse y luchar, será imposible para la burguesía dividir a la clase obrera y gobernarla a su antojo, o perseguir objetivos imperialistas por medios militares. Corresponde a la clase obrera luchar no sólo contra el fascismo, sino contra el propio capitalismo, ¡en Alemania y en todos los países!







La extensión de los conflictos regionales prepara la guerra general del capital

La guerra en Ucrania y la guerra en Gaza están cada vez más cerca una de la otra. Incluso si los respectivos centros donde se concentran los combates están a casi dos mil kilómetros de distancia, estamos siendo testigos del fortalecimiento de los vínculos que los unen en una interdependencia mutua. Los acontecimientos más recientes tienden a mostrar cómo la implicación de cada una de las potencias globales y regionales en juego, está creciendo paralelamente en el escenario de ambos conflictos, también con el objetivo de fortalecer su posición relativa en el otro teatro de guerra.

El ejemplo más obvio de esta interdependencia se puede observar en particular en el interés, cada vez más equilibrado de Estados Unidos en ambas áreas. Si, por un lado, la propaganda rusa, dirigida sobre todo al mundo no europeo, no hace más que justificar su propia proyección de poder, asignándole la función de partera de un “nuevo mundo multipolar” y por otro, la administración estadounidense, especialmente en los últimos tiempos, parece decidida a intentar recuperar el papel de árbitro en los conflictos, presentándose con la apariencia engañosamente benévola del pacificador.

Aunque las representaciones propagandísticas a menudo están alejadas de la realidad verdadera, esto no significa que no revelen maniobras y desarrollos tácticos ocultos, o síntomas del cambiante equilibrio de poder entre las potencias.

En la actitud actual de los Estados Unidos hacia sus representantes en el campo de batalla, asistimos a un intento, ahora bastante evidente, de “pisar el freno” y de complementar la política de apoyo incondicional de los combates en ambos teatros, con la de negociación para llegar a treguas, aunque fuertemente armadas y destinadas también, según las intenciones de sus partidarios, a ser decididamente efímeras. Se podrían llamar pausas en la guerra, pero por ahora denotan una dificultad para continuar los combates con los métodos actuales.

Hay varias interpretaciones de este intento de Estados Unidos, de llamar a sus aliados en el terreno a una pausa técnica. La prensa más atlántica hace todo lo posible para apoyar la tesis de los conflictos internos en Estados Unidos, en particular entre Demócratas y Republicanos, sobre todo de cara a las próximas elecciones presidenciales. Se intenta argumentar que los retrasos en la votación del Congreso, para aprobar préstamos a Ucrania en favor del esfuerzo bélico, fueron el resultado de una división política completamente legítima dentro de un régimen democrático liberal.

Pero el énfasis puesto en las disputas internas de la mayor potencia militar del planeta, sirve para eclipsar las consecuencias del fracaso de la ofensiva ucraniana y la falta de perspectivas de continuar la guerra sin involucrar al aparato militar de la OTAN. Por tanto, parece cada vez más evidente el intento de Estados Unidos, de salir del aprieto de una guerra que no puede ganar a bajo coste y que tal vez sería mejor suspender para pasar a ocuparse de otros expedientes políticos internacionales.

Del lado ucraniano vemos cómo el miedo al colapso del frente interno, socavado por el caos social, las fuertes pérdidas en el frente y las victorias, por ahora sólo parciales, de las fuerzas rusas, ha causado evidentes repercusiones en las cancillerías europeas, horrorizadas ante la perspectiva de darle ventaja a Putin, pero también incapaces de emitir advertencias que vayan más allá de una propaganda belicista, al menos por el momento, aunque resultarían poco realistas y poco convincentes.

Señales todas ellas que en cualquier caso hay que tener en cuenta ya que nos advierten de la necesidad que sienten sectores cada vez mayores de la burguesía del viejo continente, de emprender decididamente el camino del rearme. En este sentido deben leerse las amenazas desde el Palacio del Elíseo (Paris) de enviar tropas francesas a combatir en Ucrania, o el torpe intento de encontrar un acuerdo para «relanzar e integrar la industria europea de la defensa», durante la última reunión del Consejo Europeo del 21 y 22 de marzo.

Condensando en pocas palabras las indecisiones de la heterogénea Unión Europea, incapaz de presentarse como un grupo cohesionado de naciones, pero también consciente de la sustancial inevitabilidad de la guerra burguesa, están las palabras del Alto Representante para la Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell: «La guerra no es inminente, no asustemos a los ciudadanos». Pero inmediatamente después reitera la necesidad de «prepararnos para el futuro y aumentar nuestras capacidades de defensa», dejándonos la tarea de recordar el innoble eufemismo que se esconde detrás de la palabra “defensa”.

Ante semejantes muestras de impotencia, nos trae a la mente que para Estados Unidos la guerra en Ucrania, a pesar de varios fracasos, ya ha logrado al menos un resultado de cierta importancia, ha reafirmado su supremacía sobre la antigua UE, quien se muestra cada vez más incapaz de ejercer un rol como potencia, capaz de desempeñar su propio papel político, autónomo en la escena internacional.

Sin embargo, esto no es suficiente para que Estados Unidos obtenga de las guerras en curso lo que cada potencia hegemónica exige de cada conflicto regional, reafirmar su supremacía en la jerarquía imperialista. Esto revela el mayor peligro cuando asistimos al desbordamiento de guerras regionales fuera del contexto tradicional. Este aspecto ya había surgido con los grandes suministros de drones iraníes a Rusia, que desempeñaron un papel importante en los últimos meses de la guerra, que causaron muchas pérdidas entre los soldados ucranianos.

Luego, la injerencia de los conflictos de Oriente Medio y Asia Central (Afganistán se encuentra lejos de estar pacificado). En la guerra de Ucrania se dejó sentir también con el atentado del 22 de marzo en la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú, en el que perdieron la vida unas 140 personas. (Varios días después aún se desconoce la suerte de muchas personas desaparecidas). El ataque, reivindicado por el ISIS en Khorasan y aparentemente perpetrado por milicianos de nacionalidad tayika (Tayikistán), fue aprovechado por el Gobierno ruso para acusar a Ucrania e indirectamente a Estados Unidos y el Reino Unido de complicidad con los atacantes.

No sabemos cuáles serán las consecuencias del ataque y hasta dónde llegarán las represalias por parte de Rusia, pero nos vemos obligados a tomar con cautela tanto las acusaciones de Moscú como la profesión de inocencia de Kiev. Isis-K había dado muestras de actuar en un amplio espectro, fuera de la región de Khorasan de la que toma su nombre, como mostró en enero pasado con el ataque en la ciudad iraní de Kerman, donde causó casi 90 muertes. Más allá de cualquier complicidad que haya podido apoyar el ataque en Moscú, se puede valorar como un elemento más de interconexión entre los distintos teatros de guerra. Los atacantes querían golpear a Rusia, quien lucha contra el Estado Islámico en territorio sirio, y ha visto su red de alianzas fortalecidas en Oriente Medio, región que a su vez, es receptora de ataques de la misma organización yihadista.

Por lo tanto, la guerra en Medio Oriente muestra un caso ejemplar de la propagación de un conflicto más allá de su área geohistórica tradicional, apuntando a otras áreas de fricción de la disputa imperialista como una extensión metastásica. Con la intensificación de la guerra que tiene su epicentro en la feroz masacre de Gaza, las ondas telúricas se expanden en diversas direcciones que conducen a zonas ya afectadas por agudas fricciones entre imperialismos que luchan entre sí.

La ruta de acceso al Mar Rojo desde el Océano Índico a través del estrecho de Bab el-Mandeb ocupa el primer lugar en importancia entre los nuevos focos de guerra. Se trata de una ruta marítima por la que, dependiendo de las fluctuaciones estacionales y del mercado, pasa entre el 12% y el 15% de todo el comercio mundial. Cada vez que crece la tensión por el control de ciertos cruces importantes desde un punto de vista estratégico, la disputa entre los estados más fuertes inevitablemente empeora y las potencias de segundo rango se ven inducidas a tomar partido, acelerando el proceso de definición de alineamientos imperialistas rivales.

 organización político-militar de los hutíes yemeníes, expresión de la corriente del chiísmo político inspirada en el ejemplo del jomeinismo iraní, aprovechó el conflicto de Gaza para intentar hacer sentir su peso en la arena internacional, amenazando militarmente a los barcos que cruzan el Mar Rojo desde el Océano Índico y luego ingresan al Mediterráneo a través del Canal de Suez. No se puede dejar de considerar las operaciones de interceptación del tráfico marítimo en la zona de Bab el-Mandeb, contrabandeadas en un sentido propagandístico por los propios hutíes, como acciones de apoyo a la “causa palestina”, como un intento de ejercer presión no sólo sobre Israel, sino también sobre sus aliados estadounidenses y europeos, para demostrar cómo la expansión del llamado “Frente de resistencia al sionismo”, lo convierte en un adversario formidable que no será fácil de vencer. Los efectos ya se han hecho evidentes en el tráfico mercante a través del Mar Rojo, que ha disminuido drásticamente, provocando por un lado, un aumento de los costes de transporte de los barcos con destino al Mediterráneo, que deben circunnavegar África, y, por otro, la reducción a la mitad de los ingresos del Estado egipcio, por la merma en el tráfico a través del Canal.

La eficacia de las operaciones militares de los hutíes se debe a varios factores. El apoyo militar iraní ha sido constante durante los nueve años de guerra interna, en los que las milicias chiítas tuvieron que contrarrestar a las fuerzas del gobierno yemení apoyadas por Arabia Saudita, quién participó directamente en los combates junto a sus aliados, los Emiratos Árabes Unidos. El arsenal misilístico de los hutíes, entre los que se encuentran drones y vectores de fabricación iraní, ya habían demostrado una eficacia considerable en septiembre de 2019, cuando atacaron y destruyeron las primeras plantas de refinación de petróleo de la empresa Aramco en Abqaiq, lo que obligó a Arabia Saudita a reducir en aproximadamente dos tercios, las exportaciones del crudo durante varias semanas. Teniendo en cuenta la distancia de aproximadamente 1.300 kilómetros que separa el territorio controlado por los hutíes, quienes reivindicaron el ataque, y las instalaciones de Abqaiq, algunos observadores atribuyeron la acción a los Pasdaran iraníes (Guardia Revolucionaria Islámica), o formularon la hipótesis de un ataque conjunto llevado a cabo desde Irán y sus aliados yemeníes.

Sin embargo, sigue estando claro que las hazañas militares de los hutíes, incluidos los bombardeos con misiles llevados a cabo en territorio israelí, no serían posibles sin un apoyo militar sustancial de Irán. Además, parece que los hutíes también pueden colaborar con el Hezbollah libanés, que cuenta con una amplia red de informantes en los países ribereños del Mar Rojo y en el Cuerno de África. En lo que respecta a las operaciones para perturbar la navegación en el estrecho de Bab el-Mandeb, los hutíes cuentan con la asistencia de una flota iraní Pasdaran que ofrece un apoyo logístico eficaz.

Recientemente se han producido algunos acontecimientos para fortalecer la posición de los chiítas yemeníes en la región. El acuerdo alcanzado en Beijing en marzo de 2023 entre Arabia Saudita e Irán, después de ocho años en los que estos países habían interrumpido relaciones diplomáticas, estableció el papel de China como mediador, gracias a que es el mayor socio comercial de ambos países.

Este tibio acercamiento entre las potencias costeras más importantes del Golfo Pérsico y los principales actores de la política de Oriente Medio, corría el riesgo de fracasar ante la posibilidad de que se estipulara un acuerdo entre Arabia Saudita e Israel. Siguiendo el modelo de los “pactos de Abraham”, que se daba por inminente hasta el momento del ataque perpetrado el pasado 7 de octubre por Hamás y sus satélites políticos palestinos en lo profundo del territorio israelí. Las consecuencias de ese ataque indujeron tanto a Riad como a Teherán a mantener el acuerdo, lo que a su vez contribuyó a fortalecer un proceso de desescalada entre las partes en conflicto en Yemen, que ya desde marzo de 2022, tras una negociación concluida con el intercambio de un unos cientos de prisioneros, habían limitado los enfrentamientos armados. Los acuerdos con sus adversarios han permitido a los hutíes recuperar la posesión del importante puerto de Hudayda, perdido en 2018 tras una sangrienta batalla, y que tiene una importancia estratégica considerable para el control del tramo sur del Mar Rojo.

Las operaciones militares emprendidas hasta ahora por Estados Unidos y sus aliados para contrarrestar las acciones de los hutíes en el Mar Rojo, no han logrado resultados significativos. La capacidad militar de la milicia chiita yemení parece haber conservado un cierto nivel de eficiencia. Las acciones de perturbación del tráfico marítimo continúan a pesar de los bombardeos estadounidenses en suelo yemení. Los hutíes han negado cualquier responsabilidad en el sabotaje de los cables submarinos por los que pasa el 17% de todo el tráfico de Internet en el mundo, pero, independientemente de quién los haya dañado, no se puede dejar de considerarlo como otro episodio que presagia nubarrones muy oscuros sobre el horizonte.

El 23 de marzo, unos misiles lanzados por los hutíes alcanzaron al petrolero chino Huang Pu mientras navegaba en el Mar Rojo. Este hecho desmentiría la tesis de un perfecto alineamiento de las milicias chiítas yemeníes con un sólido frente ruso-chino. Los medios estadounidenses habían anunciado unos días antes que estaban al tanto de una reunión entre Rusia y China, por un lado, y los hutíes por el otro, en la que estos últimos habrían asegurado por enésima vez a las dos grandes potencias, que no querían obstaculizar en modo alguno sus transportes marítimos, pidiendo a cambio apoyo político explícito. Como siempre en el mundo burgués, los “Representantes”, como se llama a estos aliados armados en el lenguaje de las relaciones internacionales, deben negociar el precio de su subordinación a las potencias hegemónicas.

Del lado libanés, Hezbollah se muestra bastante reacio a entrar en una guerra abierta contra Israel, aunque en los seis meses transcurridos desde el inicio del actual conflicto en la frontera entre los dos Estados, no se ha visto realmente la paz. Cientos de misiones aéreas israelíes en el Líbano causaron 250 muertes entre los milicianos chiítas libaneses, mientras que los cohetes lanzados contra Israel causaron 20 víctimas. Las ciudades y pueblos de las zonas limítrofes han sido evacuados a ambos lados de la frontera.

La situación económica del Líbano es la de un país en quiebra. Una guerra abierta podría tener consecuencias difíciles de evaluar a nivel social y un partido burgués como Hezbollah podría verse obligado a enfrentarse al proletariado libanés cada vez más intolerante con la pobreza y las divisiones religiosas sectarias que tanto influyen en la vida del país. Por lo tanto, incluso los aliados de una potencia regional como Irán no pueden ser confundidos con títeres siempre dispuestos a obedecer las órdenes de la teocracia en el poder en Teherán. Los “Representantes” todavía persiguen sus propios intereses y agenda política.

Sin embargo, esto no significa que Irán, a pesar de la actual crisis económica, la alta inflación y el creciente descontento de la clase trabajadora, no esté expandiendo sus proyecciones imperialistas más allá de su tradicional esfera de influencia. De hecho, las repercusiones del conflicto de Oriente Medio también se sienten en el corazón de África, a varios miles de kilómetros de distancia, Irán se dispone a desempeñar también allí su papel. La junta militar en el poder en Níger desde octubre pasado, después de haber roto toda colaboración militar con Francia, decidió denunciar también los acuerdos de cooperación militar con Estados Unidos para luchar contra la insurgencia yihadista, presente en varias regiones del país. El giro de la junta de Niamey (Níger) hacia otros actores de la política mundial ya parecía un hecho consumado. Ahora fuentes militares estadounidenses y europeas citadas por el New York Times, acusan al gobierno de Niamey, de haber alcanzado ya un acuerdo preliminar para autorizar a Teherán a comprar uranio nigerino. Si esto fuera cierto, constituiría otro importante paso adelante para el proyecto nuclear iraní al que tanto se oponen Israel y Estados Unidos.

Las operaciones militares israelíes en Gaza, han demostrado una vez más la ferocidad de la guerra burguesa y la eficacia de su máquina para matar seres humanos. Las exclamaciones democráticas no han impedido una masacre generalizada, la gran mayoría de civiles. Incluso la hambruna inducida por las operaciones de guerra, la presencia de tropas israelíes y el aislamiento impuesto a Gaza, pueden considerarse parte de la estrategia bélica. Las masacres de palestinos que hacen cola para conseguir pan, son también un elemento de esta estrategia, ya que sirve para recordar, si todavía fuera necesario, cómo las reglas de enfrentamiento de las tropas israelíes, les permiten también disparar plomo a las masas en grandes cantidades, en la primera señal de disturbios o insubordinación.

Más allá de la crueldad de obligar a la población a la hambruna, y en el caso de muchos niños en los primeros meses de vida, incluso a morir por hambre - hechos casi inevitables de toda guerra imperialista-, tal vez haya una planificación del lado israelí que tenga en cuenta las consecuencias políticas, en la gestión de la situación que se creará tras un posible alto al fuego. Después del inicio de las hostilidades, la distribución de la ayuda se vio gravemente obstaculizada por los bombardeos y las inspecciones impuestas por Israel, que hizo todo lo posible desde el principio para crear una escasez de combustible, con el pretexto de que la disponibilidad de hidrocarburos, permitiría a las fuerzas de Hamás una mayor libertad de movimiento y por tanto luchar más eficazmente.

El colapso del suministro de los productos de primera necesidad, se produjo durante el mes de febrero cuando una media de 62 camiones diarios entraban a Gaza, frente a los 200 prometidos por Israel. La ayuda llega generalmente a la parte norte de Gaza a través del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA). A las acusaciones, en gran medida formuladas contra la UNRWA por parte de Israel de colaborar con Hamás, que han bloqueado efectivamente las operaciones de esta agencia de la ONU, se da la posibilidad de la colaboración con la autoridad local palestina, para escoltar el suministro de alimentos al territorio devastado por la guerra. Por lo tanto, la distribución de la ayuda debe depender de la policía de Hamás, para evitar que los camiones sean atacados por la población hambrienta, o por bandas que roban artículos de primera necesidad para revenderlos a precios exorbitantes en el mercado negro.

Según algunas fuentes, a finales de febrero Israel intentó involucrar a elementos de la burguesía palestina, para llevar a cabo la distribución de alimentos. A principios de marzo había presentado la propuesta de armar a elementos de los clanes locales en Gaza, para garantizar la seguridad de los camiones, pero tuvo que hacer frente a las reacciones inmediatas de Hamás, quien equiparó cualquier colaboración con el ocupante israelí como traición. Así, los líderes de los clanes de la parte norte de la Franja de Gaza, donde la presencia militar de Hamás sigue siendo importante, se vieron obligados a rechazar la invitación. Israel propuso el mismo tipo de colaboración a Fatah, asignando así la distribución de ayuda alimentaria a la Asamblea Nacional Palestina y prefigurando un papel político de la ANP en la Gaza de la posguerra. Algunas fuentes afirman que Israel está considerando confiar la distribución de la ayuda también a las milicias mercenarias. Una hipótesis que no suscita ningún entusiasmo en Washington, debido a la preocupación de que los ciudadanos estadounidenses, se vean implicados en los combates y posiblemente sean tomados como rehenes por las milicias palestinas.

La ANP también reiteró su rechazo a cualquier presencia extranjera en Gaza. Aunque el número medio de camiones de ayuda aumentó a 150 por día, después de mediados de marzo la hambruna que durante mucho tiempo se creyó probable, ya es un hecho. Más si consideramos que antes de octubre de 2023, los camiones que entraban a Gaza con cargas de alimentos eran alrededor de 500 por día. Por lo tanto, parece que el Estado de Israel, como es habitual en todos los Estados capitalistas en guerra, no retrocede ni siquiera ante la perspectiva de condenar a una parte de la población civil a morir de hambre.

Esto no es nada nuevo, pero es una señal más de la maduración de esa fase de la guerra burguesa, en la que se pasa de la conquista y control del territorio, al exterminio directo de la población a partir de su componente proletario. Una advertencia que debe servir a todos los trabajadores, para hacerse una idea de la brutalidad con la que la clase dominante gestiona el lado demográfico de los conflictos, con el objetivo de reforzar el dominio del capital sobre los asalariados. El capital, para nosotros los marxistas, no es un objeto, una cosa o una máquina sin cerebro o incluso equipada con él. El capital nos recuerda Marx «no es una cosa, sino una relación social entre personas mediadas por cosas».

Por supuesto, es difícil para una potencia en relativo declive como Estados Unidos, no distanciarse de la masacre en curso y de la reacción asimétrica y desenfrenada de Israel ante el sangriento ataque sufrido el 7 de octubre. La masacre en Gaza preocupa a las burguesías de Medio Oriente que ven en ella un mensaje amenazador. Así, para seguir teniendo una relación interlocutoria con Washington, exigen garantías sobre su futuro. El 25 de marzo, Estados Unidos también tuvo que permitir que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobara una resolución pidiendo un alto al fuego en Gaza. La negativa de Estados Unidos a oponerse al veto, ha decepcionado la insistencia expresada por el Primer Ministro israelí Netanyahu, en que el alto el fuego habría impedido la posibilidad de lograr el objetivo militar, poco realista, de destruir a Hamás.

Este es otro hecho, que más allá de cualquier posible negociación, cualquier tregua armada de corto plazo y llamados a la paz y la amistad con otras naciones, acerca al planeta entero, al nefasto objetivo de una guerra general entre potencias imperialistas.

Sólo los trabajadores pueden detener la macabra marcha hacia el abismo de la mayor masacre de la historia, a la que los conduce la burguesía internacional. El proletariado mundial, dirigido por su órgano de clase, el partido comunista internacional, tendrá que luchar por sí mismo y emprender el camino de su revolución internacional para derrocar al infame régimen del capital.








Acerca de nuestra orientación en el trabajo sindical

(de “Il Partito Comunista “, n.71, 1980)

Nuestra consigna de la segunda posguerra era trabajar dentro de la CGIL, recordando la tradición roja, defendiendo los caracteres de clase que aún permanecían contra los dirigentes que querían hundirlos, no se basaba en consideraciones teóricas abstractas o formales, sino en el hecho material, visible para todos en ese entonces, y hasta los años 60, de que los trabajadores llevaron a cabo grandes huelgas, con enfrentamientos violentos contra la policía y los patrones, logrando defenderse y obtener notables mejoras salariales y condiciones de trabajo bajo la bandera de la CGIL. En ese sentido, en aquel momento, la estructura de la CGIL era útil para los trabajadores y, hasta 1975, no hubo episodios significativos de luchas conducidas fuera y en contra de los sindicatos oficiales.

La nuestra no fue una excesiva y complicada búsqueda de razones de carácter estatutario o formal que nos llevaban a elegir la vía del trabajo dentro de la CGIL, sino la simple constatación de que -a pesar de los esfuerzos oportunistas- el nombre CGIL significaba “rojo”, asustaba a los patrones, significaba lucha de clases y bajo ese nombre los obreros enfrentaban a la policía, los arrestos, los despidos.

Nuestro juicio sobre el carácter de los sindicatos refundados en la segunda posguerra con el Pacto de Roma siempre fue inequívoco: eran “sindicatos tricolores”, surgidos no desde abajo, sino por voluntad de los partidos que apoyaban al Estado, sindicatos que eran los continuadores de las corporaciones fascistas, que tenían como objetivo mantener las luchas obreras dentro del ámbito del interés nacional, marchaban inevitablemente hacia la integración en el engranaje estatal, hacia la abierta y definitiva transformación en órganos del Estado.

Igualmente inequívoca fue nuestra reafirmación de las clásicas posiciones de la Izquierda Comunista sobre la necesidad de los sindicatos de clase. El sindicato de clase debe resurgir ya sea con la reversión de las relaciones de fuerza dentro de la CGIL, o con la formación de nuevas organizaciones y el vaciamiento de los sindicatos actuales.

Era una situación de doble posibilidad que giraba en torno a la constante reafirmación tradicional de la necesidad de resurgir de organizaciones clasistas y la clarísima conciencia de que solo a través del resurgimiento de estas organizaciones vendría el terreno favorable para la propaganda y la acción comunista. Los hechos desatarían el nudo y nos indicarían cuál de las dos vías debíamos recorrer.

Hoy los hechos han hablado lo suficiente para nuestros refinados y experimentados instrumentos de lectura: la vía interna está bloqueada, la estructura de la CGIL se ha endurecido hasta un nivel insoportable no solo para nosotros los comunistas sino también para cualquier trabajador combativo. Se han dado pasos decisivos e irreversibles hacia la integración de los sindicatos en el Estado. Hoy en día, el nombre CGIL significa colaboración con el Estado y con los patrones, significa policía del régimen en la fábrica.

Que debamos movernos, organizarnos, fuera de los sindicatos oficiales es una constatación obligada admitida incluso por la izquierda sindical. De esta constatación pueden derivar tres actitudes diferentes:

Organizarse fuera para hacer presión desde el exterior en las confrontaciones de los sindicatos -posición típica de la izquierda sindical.

Organizarse fuera y contra el sindicato, pero sobre una base política, negando la necesidad del renacimiento de los sindicatos de clase -posición típica de los espontaneístas, de los pequeños grupos de todo género, de los autónomos.

Organizarse fuera y contra los sindicatos del régimen para trabajar por la reconstrucción de los sindicatos de clase: esta es la posición comunista, la única concreta y real porque no es un lindo pensamiento de intelectuales, sino una indicación que surge de la tradición histórica, de la lectura de los hechos y de las tendencias actuales.

Cada uno debe hacer su propio camino hasta el fin y es la lucha material la que selecciona las tácticas, los programas y las organizaciones. Por nuestra parte, nos interesa sobre todo que las posiciones sean claras, netas y distintas; por lo demás, nos apoyamos en las enseñanzas de las luchas pasadas, en nuestra tradición comunista, única brújula segura en el vórtice de la lucha social que se desatará como en nuestras predicciones.

Reiteramos que:

La función del comunistas no es registrar lo que hacen las masas, sino la de predecir para poder dar la justa orientación revolucionaria en toda situación. Las masas se moverán espontáneamente en la dirección de la reconstitución de los sindicatos clasistas empujadas por factores objetivos. Pero parte de los factores objetivos es la presencia de pequeños grupos ya organizados que hace tiempo se mueven en esta dirección..

Cualquier obrero que quiera defender su trabajo se ve ahora obligado a constatar rápidamente cuál es la verdadera función de los sindicatos del régimen. Es puro eufemismo decir: tenemos nuestros objetivos y, en principio, no estamos en contra de los sindicatos actuales, cuando estos objetivos son combatidos con todos los medios, en primer lugar, por los propios sindicatos, desde la dirección nacional hasta los órganos de fábrica. Presentar plataformas reivindicativas de clase sin proclamar claramente que apoyar estas plataformas significa, antes que todo, una lucha feroz contra los sindicatos del régimen, significa engañar a los proletarios que pronto -si se mueven- se darán cuenta de esta realidad de primera mano.

Siempre hay que hacer una distinción: una cosa es un comité de huelga local o de fábrica que se crea para apoyar objetivos limitados y que una vez concluida la lucha, como organismo contingente, muere; otra cosa es un grupo de trabajadores decididos a organizarse permanentemente más allá de una sola reivindicación o de un solo episodio, porque ahora han comprendido que la única garantía de defensa reside en la organización autónoma y permanente.

Estos comités o coordinaciones de carácter permanente deben de alguna manera justificar, explicarse a sí mismos y a los demás trabajadores, las razones de su existencia y la explicación sólo puede ser simple y clara: nos organizamos solo porque los sindicatos están al servicio de los patronos y del Estado, son sindicatos del régimen.

Establecida la necesidad de la organización proletaria autónoma, si no queremos que los grupos que se están formando actualmente se aíslen de la masa de trabajadores y se conviertan en pequeños grupos políticos, la única perspectiva posible es marchar en la dirección de la reconstitución de una gran organización económica de clase. No todos los que se mueven en esta dirección tienen esta conciencia, es cierto, pero es justo y necesario que los grupos que han llegado a comprender esta necesidad la apoyen abiertamente y la promuevan entre los trabajadores.

Adquirir este nivel de conciencia no significa separarse de los otros trabajadores que aún no lo han alcanzado. Cuando un grupo proletario convoca una huelga, lo hace con objetivos muy específicos y limitados y está dirigida a todos, incluso a los miembros del PCI y de los sindicatos. Así se han dado las luchas más importantes que se han desarrollado en los últimos años. ¿Qué habría sido de la huelga hospitalaria de 1978 si no hubieran participado miembros o simpatizantes del PCI, PSI, etc.? La coordinación hospitalaria no cerró las puertas a nadie, pero eso no significa que haya dejado de sostener que CGIL, CISL, UIL son sindicatos del régimen al servicio del Estado y de la patronal. Unirse a una sola lucha implica sólo aceptar los objetivos y métodos de acción. Formar parte de un grupo permanente de trabajadores implica algo más. Nosotros, los comunistas, queremos que esto se convierta en la conciencia de la necesidad del resurgimiento del sindicato de clase.







POR EL SINDICATO DE CLASE


La guerra en Palestina y los sindicatos alemanes

En Alemania, la oposición a la guerra ha sido sofocada y cualquier crítica, aunque sea tímida, al Estado de Israel es denunciada como antisemitismo. Ha habido algunas protestas de pacifistas, contrarrestadas por manifestaciones pro-Israel. Sin embargo -en una estricta aplicación del “Burgfrieden”, la paz social establecida entre el capital, los sindicatos obreros y la socialdemocracia ya en la Primera Guerra Mundial- los sindicatos y partidos políticos alemanes están -por el momento- bien alineados en su apoyo a Israel, o más precisamente al capital alemán-israelí.

De hecho, los bancos e industrias alemanas son de los proveedores más confiables de armas, tanques y vehículos blindados para las fuerzas armadas israelíes (IDF). La patronal alemana sabe que puede contar con el apoyo incondicional de los líderes de la principal confederación sindical, el DGB, y de la burocracia sindical. El IG Metall, el sindicato más grande afiliado al DGB, siempre respalda a las industrias para que obtengan nuevos contratos de armas de Israel. Estos sindicatos son cómplices y aprueban la destrucción de Gaza.

De hecho, un comunicado de prensa del DGB del 10 de octubre, cuando los bombardeos en Gaza ya habían comenzado, reafirmó claramente su postura: «Israel está enfrentando una situación difícil y nos complace que nuestro gobierno haya intervenido rápidamente y haya expresado su apoyo incondicional al pueblo israelí bajo ataque».

En Alemania, los sindicatos justifican su apoyo al capital alemán-israelí con el antifascismo, el rechazo al antisemitismo, una respuesta “moral” a los pecados históricos “del País”. En una carta abierta a la federación sindical del régimen israelí, la Histadrut, el ejecutivo del DGB escribió: «Nos unimos a nuestros sindicatos federados para expresar nuestra solidaridad con Israel a la luz de los brutales ataques perpetrados por Hamas en los últimos días». Nótese: solidaridad con Israel, no con los trabajadores israelíes. El DGB continúa: «Como sindicatos, estamos comprometidos con la paz, la libertad, la democracia y una sociedad multicultural y nos oponemos a todas las formas de terrorismo. Luchamos contra el antisemitismo, en Alemania y en el mundo». El DGB no ha expresado solidaridad con los trabajadores palestinos, que además de ser explotados por su propia burguesía, están constantemente bajo asedio y bombardeo, ni con los trabajadores en Israel, obligados por su Estado militarista y racista a una permanente guerra fratricida.

Los sindicatos de la DGB y las asociaciones patronales BDA y BDI, junto con todos los partidos del Bundestag (excepto el AfD, es decir, la extrema derecha), las iglesias protestantes y católicas, las comunidades judías y muchas otras organizaciones, firmaron un llamamiento para una manifestación en apoyo a Israel frente a la Puerta de Brandeburgo el 22 de octubre. El partido de izquierda (Die Linke) ha anunciado en varias ocasiones su apoyo a la guerra. No solo ha firmado como partido, sino también como “Fundación Rosa Luxemburg” (la gran internacionalista y opositora incansable del Burgfrieden). Tomando como referencia el 85º aniversario de la “Kristallnacht”, el DGB ha ido más allá, equiparando cualquier oposición a la guerra israelí en Gaza con el pogromo nazi del 9 de noviembre de 1938. Gritando “¡Nunca más!” ha instado a prohibir las protestas en el otro frente de guerra: «Es absolutamente inaceptable que los musulmanes salgan a las calles en Alemania y abusen del derecho a manifestarse o lo violen abiertamente celebrando la masacre de Hamas y glorificándola como un acto de liberación».

El DGB justifica su abierto apoyo al imperialismo alemán-israelí haciendo referencia a los “valores democráticos”: «La coexistencia pacífica y la cohesión en nuestra sociedad multicultural dependen de que los valores de la Constitución sean aceptados por todos y de que nuestra convivencia se caracterice por la tolerancia y el respeto. Esto es válido para todas las personas que viven en Alemania, independientemente de su origen o religión».

Nosotros, los comunistas internacionalistas, le decimos a los trabajadores alemanes: los “valores alemanes”, la “democracia” y el “respeto” son solo una máscara para llevarlos a una mortal guerra imperialista. Ya sea que el Estado de sus patrones se alinee de un lado o del otro del frente mundial, los intereses de los trabajadores no están alineados ni con Israel ni con Hamas, sino con el proletariado de todos los países.





CHILE: SE ANUNCIAN PAROS QUE NO SON PAROS, CON DIRECTIVAS SINDICALES QUE OBEDECEN A LOS PATRONOS Y AL GOBIERNO Y CON PARTIDOS OPORTUNISTAS, ENTREGADOS AL PARLAMENTARISMO E INTEGRADOS (DERECHA E IZQUIERDA) EN UN FRENTE POPULAR

La clase obrera debe romper con el electoralismo, el parlamentarismo y la defensa de la economía nacional, retomar la lucha reivindicativa y los verdaderos sindicatos de clase

El 11 de abril se cumplió el Paro Nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), con el respaldo de organizaciones como la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH), la Asociación Nacional de Consejos y Usuarios de la Salud Pública (ANCOSALUD), la Mesa Intersindical del Transporte Público (MITP) y el Colegio de Profesores. La jornada se concretó con movilizaciones tanto en la capital como en diferentes ciudades de Chile. La consigna central del Paro (“Por un Chile Justo” o “Por Chile, por la Democracia, por la Paz y la Justicia Social”) deja claro el enfoque oportunista, reformista, traidor y policlasista que mueve a la CUT. El llamado “Manifiesto Social” entregado al gobierno en esta movilización consistió en 8 páginas llenas de solicitud de reformas que no tienen nada que ver con las reivindicaciones de los trabajadores asalariados.

No se podría esperar otra cosa de la CUT, que llamó a votar por el actual presidente de Chile y que, junto al Partido Comunista de Chile, estalinista y traidor como el que más, están lineados con el gobierno burgués e integrados al llamado Frente Amplio, en el que se amalgaman partidos de izquierda y de derecha que hacen vida en el Parlamento y que le facilitan a la burguesía la explotación de los trabajadores, manteniéndolos desmovilizados, desorganizados y divididos.

El movimiento obrero chileno no podrá avanzar en sus luchas por aumento salarial, contra las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), contra los despidos y el desempleo, mientras se mantenga el control de las Centrales y Federaciones sindicales actuales. Deberán resurgir, al calor de las luchas, verdaderos sindicatos de clase, que rescaten la organización de base y se concentren solo en las reivindicaciones de proletarias: Aumento general de salarios, pensiones y jubilaciones, Reducción de la jornada de trabajo sin reducción del salario, Salario completo para los trabajadores despedidos y desempleados, Reducción de la edad de jubilación.








Volante distribuido en Venezuela

UNIDAD DE ACCION DE LOS TRABAJADORES

– Aumento general de salarios, pensiones y jubilaciones
– Reducción de la jornada de trabajo sin reducción del salario
– Salario completo para los trabajadores despedidos y desempleados
– Reducción de la edad de jubilación
– Libertad para los trabajadores presos o perseguidos por impulsar la lucha reivindicativa
– Contra el militarismo, la guerra imperialista y los llamados a la defensa de la patria
– Contra el reclutamiento de los proletarios para la defensa del Esequibo. Solidaridad y unión de los proletarios en Venezuela y en Guyana
– Solidaridad con la clase obrera en Palestina y en Israel. Por la unidad proletaria internacional
– Contra el circo electoral, que es una falsa salida a la crisis
– Contra la democracia y el fascismo, que son dos caras de la dictadura explotadora de la burguesía y el imperialismo en todos los países
– Por el resurgimiento de verdaderos sindicatos de clase

El gobierno burgués venezolano, ese que se autoproclama “obrerista”, ha hecho todo lo posible por proteger las ganancias del empresariado y la intensificación de la explotación de la fuerza de trabajo para la extracción de plusvalía.

Todas las centrales sindicales y federaciones, sin excepción, siguen alineadas con la burguesía y su gobierno para mantener a los trabajadores desmovilizados, pasivos, divididos y dispersos.

Todo brote de protesta y descontento es reprimido y los dirigentes son perseguidos y encarcelados.

Pero también el descontento obrero es canalizado hacia la salida electoral, promoviendo la ilusión de que la elección de un nuevo presidente, traerá consigo una solución al agobiante peso de la crisis que hunde a los trabajadores en la miseria.

Es preciso conformar, por la base, un Frente Único Sindical de Clase que impulse la unidad de acción de la clase trabajadora. En cada centro de trabajo se deben conformar comités de trabajadores de base, con o sin la participación de los dirigentes sindicales actuales, para impulsar asambleas y organizar la lucha. Así mismo se debe impulsar la interrelación y coordinación de los trabajadores a nivel local, nacional e internacional.

Los combates de clase que se aproximan y la necesidad de impulsar una huelga general, pondrán necesariamente sobre el tapete la necesidad de impulsar la conformación de verdaderos sindicatos de clase, que movilicen a los trabajadores para la conquista de sus reivindicaciones.

Pero los trabajadores no pueden vivir eternamente luchando contra los efectos de la crisis capitalista. Hay que ir a la raíz del problema: el capitalismo. El proletariado debe tomar el poder y poner en marcha un conjunto de transformaciones necesarias para alcanzar el comunismo, la sociedad sin explotados ni explotadores. A quienes están dispuestos a sumarse al trabajo revolucionario los llamamos a incorporarse al partido comunista internacional.

A DESECHAR LAS ILUSIONES Y PREPARARSE PARA LA LUCHA!
LA UNICA SALIDA A LA CRISIS ES LA REVOLUCION PROLETARIA!









America Latina
Domina la conciliacion de clases, la traicion de las centrales sindicales y la demagogia electorera, que bloquean la lucha del proletariado y mantienen a los trabajadores a merced de la explotacion de los capitalistas y sus gobiernos

Las jornadas de calle del 1º de Mayo permitieron mostrarnos una vista panorámica del movimiento de los trabajadores. Atormentados por los bajos salarios, por la inflación y el desempleo, por la desmejora de las condiciones de trabajo y por la represión a sus luchas, los trabajadores no han logrado unirse y organizarse en un movimiento de lucha reivindicativa económica. Las centrales sindicales en Latinoamérica han mantenido a los trabajadores divididos, desorganizados, desmovilizados y hundidos en la confusión sobre el camino a seguir. Por instinto los trabajadores han tendido a plantear la exigencia de aumento salarial, pero las centrales sindicales y los partidos oportunistas se han encargado de aminorar sus exigencias y sumar reivindicaciones que nada tienen que ver con el proletariado, como las muy conocidas exigencias de soberanía nacional, de rechazo a la privatización de empresas estatales, la defensa de la patria y la defensa de la rentabilidad de las empresas por encima de las reivindicaciones de los trabajadores.

Los gobiernos y los parlamentos de los diferentes países han venido impulsando políticas anticrisis que tienen como base la sobre-explotación de los trabajadores y salarios nominales que expresan una caída continuada del salario real.

El sindicalismo de base, que trata de impulsar las luchas reivindicativas con exigencias salariales relativamente correctas, está muy contaminado por corrientes reformistas. Este segmento del movimiento sindical todavía no logra alcanzar una influencia significativa entre los trabajadores ni se termina de alinear con la promoción de formas de lucha de clase, como la huelga general, indefinida y sin servicios mínimos.

El contexto sin embargo es propicio para el impulso de la propaganda revolucionaria entre los trabajadores y esto requerirá de un crecimiento y extensión del partido comunista internacional en la región.

Argentina: Los trabajadores se concentraron el 1º de Mayo en el centro de Buenos Aires convocados principalmente por la CGT, justo un día después de que el presidente Javier Milei lograra el primer respaldo parlamentario a una reforma laboral. La CGT dio su discurso y montó su espectáculo de falso rechazo a las políticas del gobierno, que siguen su curso sin que se ponga en marcha una huelga general.

La Cámara de Diputados aprobó la llamada Ley de Bases, que deberá ser tratada por el Senado. En materia laboral el proyecto amplía el período de prueba de un trabajador, deroga multas contra empresas por empleados no registrados, establece un nuevo sistema de compensación por despidos y sanciona la participación en bloqueos o tomas de establecimientos por parte de trabajadores.

La CGT sin embargo llamó a la segunda “huelga general” contra Milei el 9 de mayo. Lo que para la CGT y los medios de comunicación fue una “huelga general”, realmente fue una concentración, que en algunas localidades fue acompañada con la movilización de los trabajadores. Esta vez los trabajadores cumplieron con una alta participación, pero no gracias a la CGT, sino pese a ésta. Como era de esperar la protesta se limitó a pocas horas y los bonzos sindicaleros dieron sus discursos teatrales con poses críticas al gobierno. Pero no hubo anuncios ni de nuevas acciones ni de prolongar la “huelga”.

Brasil: Como era de esperarse los sindicatos concentraron a los trabajadores frente al presidente Lula en el mitin del Primero de Mayo. Pero esta vez se encontraron con una muy baja participación de los trabajadores. El sindicato Força Sindical esperaba al menos 50.000 personas, pero en realidad acudieron poco menos de 1.700. El acto fue organizado por los principales sindicatos del país, pero financiado con fondos públicos de la llamada Ley Rouanet del Espectáculo, bajo el patrocinio de la petrolera nacional Petrobras y el Consejo de Servicio Social de la Industria, el SESI. Esa plaza vacía puso sobre el tapete la pérdida de capacidad de convocatoria de las centrales sindicales, que convocaron a los trabajadores a una concentración de calle, no a protestar ni a exigir reivindicaciones, sino a hacerle comparsa al presidente brasileño, que, como buen representante de la burguesía, no anunció aumento de salarios y que enfocó su discurso en el apoyo a sus candidatos en las elecciones municipales. Pero esta inclinación por transformar las manifestaciones de trabajadores en actos de campaña electoral es una actitud propia tanto de los partidos que respaldan al gobierno como de los partidos que le hacen oposición. La jornada del primero de mayo en Brasil mostró una vez más la traición y servilismo de las centrales sindicales y su integración al electoralismo.

Venezuela: Los trabajadores marcharon en la capital (Caracas) y en varias ciudades del interior del país. El gobierno concentró sus esfuerzos en concretar una numerosa movilización en Caracas, donde además se realizaron dos concentraciones adicionales, una liderada por organizaciones sindicales tradicionales ligadas a partidos de derecha opositores al gobierno y otra concentración promovida por organizaciones de la izquierda reformista y sectores del movimiento sindical bajo su influencia. Los anuncios del gobierno fueron a) mantener congelado el salario mínimo y b) aumentar el pago de un bono de guerra que pasó al equivalente a 90 dólares mensuales. La suma de salario mínimo (3,5 dólares) + bono de alimentación (40 dólares) + bono de guerra económica (90 dólares) alcanzó un valor total equivalente a 133,50 dólares mensuales, mientras el valor de la canasta alimentaria se mantiene por el orden de los 554,26 dólares mensuales y la llamada cesta básica 1.200 dólares mensuales. El salario mínimo es la base de cálculo del salario base en muchos contratos, aunque en muchos casos es el salario aplicado por los patronos principalmente a trabajadores no calificados. Los tabuladores salariales en el sector público están atados al salario mínimo, por lo tanto el salario no aumentará. El sector privado también se apoya en el salario mínimo y lo complementa con el pago de bonos. El monto del salario mínimo impacta la base de cálculo del monto que se le paga a un trabajador cuando es despedido o al pasar a la condición de jubilado (prestaciones sociales), y al cálculo del bono vacacional y otras reivindicaciones socioeconómicas contempladas en los contratos. Adicionalmente el gobierno anunció una reforma que establece aportes de la empresa privada al fondo para el pago de pensiones.

Las grandes centrales sindicales han venido siendo cómplices de la política salarial del gobierno y los empresarios y sus exigencias de aumento salarial no superan el monto equivalente a 200 dólares. Solo un pequeño sector sindical ha planteado la exigencia de un salario mínimo equivalente al monto de la cesta básica. Desde el punto de vista práctico el gobierno, con la complicidad de las centrales sindicales, ha congelado los salarios, eliminado de hecho las prestaciones sociales y anulado los diferentes contratos colectivos.

Colombia: En términos generales el presidente Petro tomó la iniciativa política de llamar a la movilización del 1º de Mayo, recibiendo el respaldo de diferentes organizaciones que apoyan la reforma laboral impulsada desde el gobierno. La CGT manifestó que no participaría en la marcha gubernamental, pero esto no la libra de responsabilidad en el grado de desmovilización de los trabajadores colombianos para enfrentar la explotación capitalista. El gobierno tomó para sí esta jornada, no hizo anuncios salariales, habló de un acuerdo nacional y de la necesidad de una Asamblea Constituyente para impulsar reformas, promoviendo una vez más la ilusión de que la salida a la crisis será en el marco del capitalismo y de la democracia burguesa.

Ecuador: Los trabajadores salieron a la calle junto a integrantes de “colectivos sociales” y estudiantes, entre otros. Protagonizaron marchas en las calles Quito, Guayaquil y Cuenca, en las que principalmente reclamaban “respeto a los derechos laborales y más fuentes de trabajo”. No faltaron las consignas de los oportunistas en contra de las privatizaciones del gobierno y del Fondo Monetario Internacional, pero con o sin privatizaciones y con o sin acuerdos con el FMI, los trabajadores seguirán sometidos a los bajos salarios y al desempleo.

Bolivia: El presidente de Bolivia Luis Arce participó en la movilización de los trabajadores liderada por la Central Obrera Boliviana (COB) y decretó un aumento 5,8 % del salario mínimo en busca de afianzar el apoyo de los sindicatos, tratando de frenar un creciente descontento de los trabajadores por la crisis económica. El salario mínimo de Bolivia subió a un equivalente de 359 dólares y tendrá un efecto en el 20% de la masa laboral debido a que entre el desempleo y el empleo informal (desempleo disfrazado) suman el 75% de la población económicamente activa. Como era de esperar las centrales sindicales no asumen un plan de luchas y están inmersas en el electoralismo de los diferentes partidos que tratan de tomar el control del gobierno burgués.

Chile: Miles de personas marcharon por las calles de Santiago de Chile en el marco de varias manifestaciones que, en su mayoría, transcurrieron de forma pacífica, aunque se registraron diversos episodios de vandalismo y enfrentamiento con la policía con un saldo de 15 detenidos. El acto principal fue convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la principal organización sindical de Chile, que contó con la presencia de diversos ministros y autoridades del gobierno burgués de Gabriel Boric. Igual que en otros países de la región las centrales sindicales se someten al control del Estado burgués y se sumergen en la politiquería y el electoralismo.

El Salvador: En El Salvador, trabajadores aglutinados en la Unidad Sindical Salvadoreña (USS) y miembros de organizaciones sociales y gremiales marcharon en contra del gobierno de Bukele. Sin embargo se trató de una jornada bajo influencia de partidos opositores, típicos de las democracias burguesas. De esta manera, las reivindicaciones laborales planteadas son manipuladas para usarlas en la oposición electoral y parlamentaria al gobierno burgués actual, recientemente electo.

México: En un acto desde el palacio del gobierno el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó el nuevo “Fondo de Pensiones del Bienestar”, pero no se anunció un aumento salarial. Los sindicatos movilizaron a los trabajadores que exigían aumento salarial y otras reivindicaciones, pero fueron movilizaciones puntuales y en ningún momento las centrales sindicales plantearon una presión al gobierno ni anunciaron llamados a huelga.

Cuba: Los trabajadores fueron concentrados por el gobierno frente al malecón de la Habana, con organizaciones sindicales plegadas a las políticas del gobierno burgués falsamente “socialista”.

La crisis económica del capitalismo tenderá a agudizarse, impulsando a los gobiernos a favorecer el aumento del grado de explotación de los trabajadores asalariados, en defensa de las ganancias de las empresas. En el plano político la burguesía profundizará la defensa de la democracia burguesa como falsa salida para las masas trabajadoras y aumentarán las presiones de la geopolítica como expresión de la pugna de las trasnacionales y los imperialismos por el control de materias primas y los mercados, aproximando cada vez más la tercera guerra mundial. En este contexto las centrales sindicales y los partidos oportunistas quedarán en evidencia como aliados del capital y se planteará la necesidad de métodos de lucha de clase y de rescate de los organismos de lucha económica de los trabajadores. Esto no se concretará sin una reanudación de la lucha de clase de los trabajadores, sin la multiplicación de los conflictos, que los trabajadores descontentos desborden el control de las directivas traidoras de los sindicatos e inicien un proceso de organización de base y de unidad de acción en torno a la huelga, indefinida y sin servicios mínimos.

Los trabajadores tendrán que romper con la propaganda oportunista que plantea reivindicaciones como el rechazo a las privatizaciones de empresas e instituciones estatales y tomar el camino de la confrontación directa contra los capitalistas, ya sea que se presenten como patronos estatales o gubernamentales o como patronos de la empresa privada (nacional o trasnacional). Así mismo los trabajadores y sus organizaciones económicas deberán retomar la huelga, indefinida y sin preaviso, que necesariamente implicará romper con el marco legal impuesto por el Estado burgués y con los llamados a la paz laboral para la defensa de la patria y de la economía nacional. Por otro lado los pliegos reivindicativos del movimiento sindical clasista deberán concentrarse en la exigencia de fuertes aumentos salariales, de pensiones y de jubilaciones, pago de salarios completos a los desempleados, reducción de la edad de jubilación, reducción de la duración de la jornada de trabajo y rechazo al trabajo en “horas extras”. Esto no será posible con los sindicatos actuales, plegados al Estado burgués, integrados a la legalidad que restringe las luchas obreras y prestos a mover a los trabajadores hacia el electoralismo y el parlamentarismo, lo que los hace incapaces de emprender una lucha reivindicativa consecuente. Nuestro partido comunista mantendrá entre los trabajadores la agitación y la propaganda orientadora, impulsando el paso de la lucha económica a la lucha política, en la búsqueda de una salida revolucionaria ante la crisis, salida cuya única premisa pasa por el derrocamiento de la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado.







VIDA DE PARTIDO

Muy exitosa reunión internacional de trabajo del partido
En Video-Conferencia del 26 al 28 de enero de 2024
[RG148]


 

Una amplia representación de nuestros militantes se congregó para la reunión general del partido en los días 26-28 de enero.

Como es habitual, la sesión del viernes fue reservada para los camaradas militantes mientras que durante las últimas horas del viernes, así como el sábado y el domingo, los informes expuestos por grupos de estudio, estuvieron abiertos también a aquellos compañeros candidatos al partido que han demostrado seriedad y compromiso.

La mayoría de los participantes eran de proveniencia italiana y estadounidense, y en menor cantidad pequeños grupos o militantes individuales de otros 14 países, de Europa y América.

Para traducciones mantuvimos la modalidad de reuniones anteriores, que resultó ser muy eficaz, logrando que los compañeros accedan a los textos de los informes en su idioma. Esto, obviamente, implica una estrecha coordinación entre los camaradas y un considerable trabajo organizativo y de edición en los últimos días y horas antes de la reunión.

Este fue el plan de exposiciones:

Viernes 26
Democracia y fascismo Jano de dos caras de la burguesía
La guerra Rusia-Ucrania
Sábado 27
La cuestión agraria
Sublevaciones armadas en Alemania 1918-19
Para la historia del PC Internacional
La situación social en América Latina
La crisis economía en Japón
La teoría marxista de crisis
El socialismo en el imperio otomano
El nacimiento del Partido Comunista de China
Domingo 28
Curso de la crisis económica mundial
La sobreproducción de petróleo y gas
La guerra en Palestina
Nuestra actividad sindical en los EE.UU.
La cuestión militar: La guerra civil en Rusia
Historia del movimiento obrero americano
La crisis del capitalismo en Alemania

 

Sólo por razones de tiempo tuvimos que posponer la presentación del informe sobre la actividad sindical en Italia y remitirla para su publicación en nuestra prensa.

En este número del periódico y en el próximo, anticipamos un resumen de los informes. La publicación extendida aparecerá en los próximos números de “Comunismo”.

Se abrió el encuentro con un informe y balance del Centro Internacional sobre las actividades de nuestro partido durante el año apenas transcurrido.

Hemos recordado que, a pesar de nuestras mínimas fuerzas, al menos en términos numéricos, estamos trabajando para prefigurar el partido comunista mundial. No somos una federación de secciones nacionales. No nos limitamos a mantenernos periódicamente informados de lo que hacemos. Pretendemos mucho más, constituirnos y comportarnos como un único organismo internacional.

Ésta fue la aspiración -y la realidad- de la Asociación Internacional de los trabajadores, en la cual militaron Marx y Engels. Hoy, a una distancia de siglo y medio, aquella generosa primera aspiración es posible con mayor razón, debido a la maduración de la historia y por la acrecentada experiencia del partido.

Somos un único partido internacional no porque haya un centro mundial que comanda a todos, sino, antes de todo, por nuestro instinto y necesidad del comunismo y por nuestra voluntad consciente de una actividad solidaria tendente a ese objetivo compartido. Actividad necesaria y urgente, que sabemos realizar fuera de todo voluntarismo.

Buscamos un entendimiento y una disciplina internacionales comunes, lo cual es posible porque estamos informados por la misma doctrina marxista, probada y definitiva, el mismo programa político y las mismas formas de relación entre nosotros.

La tarea de reconstruir el partido mundial de la revolución obviamente sería ilusoria e irrealista si estuviéramos solos, si fuésemos solo nosotros, los pequeños hombres de hoy, y no pudiéramos apoyarnos en los hombros de nuestros maestros, de los grandes comunistas que nos han precedido. Basta leer y estudiar, porque todo está escrito. Ciertamente ninguno de nosotros individualmente tiene la energía y las capacidades de un Marx o un Lenin, pero Marx y Lenin nos ayudan, siempre están con nosotros, ahora en todas partes, a distancia, para quien quiera buscarlos, con unos pocos clics.

El partido comunista no se basa en una jerarquía formal sino en una red de trabajo, en un continuo intercambio interno de contribuciones de estudio de todas las direcciones donde hacemos presencia, destinado a rastrear la conexión entre el pasado y el presente. Un centro internacional y una correspondencia densa y regular entre camaradas son suficientes para constituir el aparato organizativo-administrativo del partido y mantenernos a todos juntos en el camino correcto.

Sabemos que la fuerza del partido está en su calidad de comunista y no en la cantidad. Son los partidos apoyados por los Estados los que ostentan millones de afiliados. Pero igualmente podemos jactarnos de que, aunque somos pocos, durante el año pasado hemos mantenido un contacto epistolar estrecho y diario, a través de miles de cartas, con el centro y directamente entre los camaradas comprometidos en la misma actividad. La finalidad de la correspondencia no es abrir debates entre opiniones, hacer críticas o polémicas, sino sólo proponer, organizar y hacerse cargo del trabajo.

Más bien, es responsabilidad de la prensa periódica proporcionar a todo el partido una visión actualizada de su actividad internacional, su interpretación de los acontecimientos y sus orientaciones para la acción.

Nuestras frecuentes reuniones complementan nuestra correspondencia epistolar. En el 2023 celebramos tres reuniones generales y tres reuniones intermedias con función organizativa. A ello se sumaron la reunión quincenal en inglés, la semanal en italiano, las semanales de sección en Génova y Florencia, la reunión periódica sobre estudios asiáticos. Otras reuniones regionales se celebraron sin una frecuencia fija.

Hemos salido regularmente con la prensa, con seis números de cada una de nuestras publicaciones en italiano, español, inglés y turco; más dos números de la revista “Comunismo”, con la hermosa historia de la revolución húngara y un número de “Communist Left”.

La casa editorial del partido se encarga de la publicación impresa de nuestros textos fundamentales en inglés y en turco.

Varios camaradas -bien coordinados, muy unidos y ahora capacitados- dedicaron una cantidad particular de trabajo a alimentar el sitio web internacional del partido y a mantenerlo eficiente. Hoy alcanza más de 2.500 páginas. Además de presentar al partido al exterior, constituye el Arca que custodia nuestra Biblia. Bien estructurado según itinerarios cronológicos y temáticos, gracias también a un aparato de Índices progresivamente actualizados, es una máquina eficaz para el uso de los compañeros, y es ya un nuevo y ahora indispensable “organizador colectivo”.

Que siempre se va enriqueciendo. Durante 2023 sumamos 219 páginas, incluyendo textos clásicos del marxismo, de la izquierda y del partido hasta la fecha, divididos en una estructura lógico-histórica, y nuevas contribuciones de análisis profundo, interpretación, propaganda, polémica con enemigos y falsos amigos. Hay páginas en 13 idiomas diferentes.

Nuestra propaganda también hizo uso de algunas conferencias públicas, celebradas en Italia y Estados Unidos, sobre temas de actualidad como la guerra, el renacimiento sindical y la historia del partido.

Por supuesto, como siempre decimos como materialistas, todo es al mismo tiempo perfecto y perfectible, en el orgánico crecimiento y maduración del partido. Y en la verificación e interpretación de nuevos hechos.

Con seguridad, no hay razón para no estar orgulloso de todo esto.




La economía vulgar y el capital a interés

Con esta reunión concluyó la serie de informes centrados en el estudio de las Teorías de la plusvalía de Marx. La exposición se centró en los capítulos dedicados a la llamada economía vulgar, etapa final de la ciencia burguesa decadente, etapa en la que el mundo aparece completamente al revés, imagen fiel de la superficie del modo de producción capitalista. En este espejo, la tierra se convierte en la fuente de la renta del suelo, el capital de la ganancia y el trabajo del salario. Los economistas vulgares traducen las representaciones de aquellos sobre los que descansa la producción capitalista desde el punto de vista de la clase dominante, hacen su apología.

De todas estas formas, el fetiche más completo es el capital que produce interés. Aquí tenemos el punto de partida original del capital -el dinero-, la fórmula D-M-D’ reducida a sus dos extremos D-D’, dinero que crea más dinero. El capital en un período de tiempo dado produce una ganancia dada, sin la mediación del proceso de producción y circulación; el fetiche automático se completa, es el valor que se valoriza a sí mismo, y en esta forma ya no lleva las marcas de su origen. La relación social se representa como la relación de la cosa consigo misma.

Puesto que, en las relaciones de producción capitalistas, una determinada cantidad de valor confiere el poder de extraer gratuitamente a los trabajadores una determinada cantidad de trabajo, el dinero mismo puede venderse como capital, pero como mercancía sui generis. Con el dinero permito que otro se apropie de la plusvalía. Por tanto, es consecuente que yo reciba una parte de esta plusvalía.

Puesto que en el proceso de producción capitalista el valor del capital se perpetúa, es lógico que, si el dinero se vende como capital, vuelva al vendedor al cabo de cierto tiempo y que éste nunca lo enajene como hace con la mercancía, sino que conserve su propiedad. El movimiento del dinero, cuando se presta como capital, y por tanto no se transforma en capital real sino que entra en circulación como capital, no expresa más que la transferencia del mismo dinero de unas manos a otras. La propiedad permanece en manos del prestamista, pero la posesión pasa a manos del capitalista industrial.

El período de rotación depende del proceso de producción real. En cambio, en el capital que produce intereses, su rendimiento como capital parece depender únicamente del acuerdo entre el prestamista y el prestatario, de modo que, como consecuencia de esta transacción, el rendimiento del capital ya no aparece como un resultado determinado por el proceso de producción, sino que es como si el capital no perdiera su forma de dinero ni siquiera por un instante. El interés, a diferencia del beneficio, representa el valor de la mera propiedad del capital.

El interés no es más que una parte de la ganancia clasificada bajo un nombre propio. El interés aparece aquí como lo inherente al capital como tal, independiente del proceso de producción, y por tanto a la mera propiedad del capital, independiente de las relaciones que dan a esta propiedad el carácter de propiedad capitalista, por oposición al trabajo.

Si el interés aparece como una creación de plusvalía inherente a la mera propiedad del capital, el beneficio industrial, en cambio, aparece como un mero añadido que el prestatario del capital realiza mediante el uso productivo que hace de él. Es el interés y no el beneficio lo que aparece como creación de valor a partir del capital como tal, por tanto como la renta particular creada por el capital. Es bajo esta forma, por tanto, como lo conciben incluso los economistas vulgares. En esta forma es cancelada toda mediación y se completa la figura del fetiche.

Al ensayo general del beneficio corresponde un ensayo general del interés. El ensayo general del beneficio aparece como incomparablemente menos sólido que el ensayo del interés. Durante algunos años la tasa de ganancia en ciertas esferas es más alta, en los años siguientes es más baja. Si se consideran los años en su conjunto, se obtendrá la tasa media de ganancia. Sin embargo, nunca se manifiesta como un hecho inmediato, sino sólo como el resultado de fluctuaciones contradictorias.

Para el tipo de interés, las cosas son diferentes. En su generalidad es un hecho fijo diario, que al capitalista industrial le sirve incluso como elemento de cálculo. Un tipo de interés determinado y fijo existe no sólo por término medio, sino también de facto, mientras que son más bien las desviaciones las que aparecen como excepciones motivadas por circunstancias especiales.

Para el capital-dinero, sólo existen dos especies de compradores y vendedores. Por un lado la clase de los capitalistas que prestan, por otro la clase de los capitalistas que toman prestado. La mercancía tiene la misma forma: dinero. Todas las formas particulares que adopta el capital en función de la esfera particular de producción o de circulación en la que se invierte quedan aquí borradas. Aquí cesa la competencia de las esferas particulares: todas se agrupan ya que todas piden prestado. El capital se opone a ellas en la forma en que sigue siendo indiferente a las formas de su empleo.

A esto se añade el hecho de que, con el desarrollo de la gran industria, el capital-dinero está cada vez menos representado por el capitalista individual, sino que se concentra y se presenta como el control de los banqueros que representan al capital. De modo que, en lo que se refiere a la forma de la demanda, se le opone el peso de una clase, pero al mismo tiempo, en lo que se refiere a la oferta, se representa a sí mismo como capital prestable en masa.

Partimos del dinero como forma modificada de la mercancía. Llegamos al dinero como forma modificada del capital.

En conclusión, hemos abordado las diferencias esenciales entre la economía clásica y la economía vernácula, en el sentido de que la primera trata de rastrear analíticamente las distintas formas de riqueza hasta su unidad íntima y despojarlas de la figura de la yuxtaposición indiferente. Trata de comprender el nexo interno frente a la multiplicidad de formas de manifestación. Por tanto, reduce la renta a la plusvalía. Del mismo modo, despoja al interés de su forma autónoma y revela que es una parte de la ganancia. Ésta se resuelve en plusvalía, ya que el valor de toda la mercancía se resuelve en trabajo; la cantidad pagada del trabajo que contiene se resuelve en salario y así el excedente se resuelve en trabajo no pagado.

La situación es diferente en el caso de la economía vulgar, que sólo llega a serlo cuando la economía con su análisis ya ha disuelto sus propios supuestos. Sólo cuando la economía política ha alcanzado un cierto grado de desarrollo y se ha dotado de formas estables, su componente vulgar se desprende de ella como exposición particular de la economía.

La última forma es la profesoral, que procede “históricamente” y, con sabia moderación, recoge lo “mejor” de aquí y de allá, sin reparar en contradicciones. Las obras de este tipo sólo aparecen, sin embargo, cuando se cierra el círculo de la economía política como ciencia, y son por ello al mismo tiempo las tumbas de esta ciencia.

Mientras que la forma de alienación da a los economistas clásicos algo que hacer, e intentan deshacerse de ella mediante el análisis, la economía vulgar, en cambio, sólo se siente a gusto en la alienación en el que se contraponen las distintas participaciones en el valor. Del mismo modo que un escolástico se siente cómodo en Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, el economista vulgar se siente cómodo en la tierra-renta, el capital-interés y el trabajo-salario. Esta es la forma en que estas relaciones parecen inmediatamente conectadas en manifestación, y es en esta forma que viven en las ideas de los agentes de la producción capitalista.

Los agentes de la producción capitalista viven en un mundo embrujado en el que sus relaciones se les aparecen como propiedades de las cosas. El capital productor de intereses se personifica en el capitalista monetario, el capital industrial en el capitalista, el capital productor de rentas en el terrateniente y el trabajo en el asalariado. Con esta apariencia, como figuras fijas que aparecen como meros representantes de objetos personificados, entran en la competencia y en el proceso real de producción. La competencia presupone esta exteriorización. Son las formas que le son propias, naturales e históricas, y en su manifestación superficial está el movimiento de este mundo invertido.




La cuestión agraria en Kautsky

El informe sobre la cuestión agraria trataba de las relaciones de producción y del llamado “sistema de los tres campos” que caracterizaba la economía rural en la Edad Media. En esta parte del trabajo se utilizó el texto La Cuestión Agraria de Kautsky, que analizaba claramente esta fase particular del modo de producción feudal desde una perspectiva marxista.

Las relaciones de propiedad y los modos de tenencia que se habían desarrollado en el campo tras las tempestuosas migraciones de los pueblos a los países ocupados por los alemanes se conservaron, con pocas excepciones, hasta bien entrado el siglo XVIII. Coexistían la propiedad común de la tierra, necesaria para la explotación de los pastos, y la propiedad privada, con la explotación de los campos por la familia campesina. Mientras que cada familia campesina formaba una comunidad doméstica, cada aldea era una comunidad económica cerrada y autosuficiente, la llamada comunidad de marca. Con el sistema de tres campos, producían de la tierra lo que necesitaban, sin los inconvenientes de la explotación intensiva adoptada más tarde por el modo de producción capitalista, que esterilizó enormes extensiones de territorio rural.

Leemos a Kautsky: «El punto de partida de la explotación campesina era la masía, que se convertía en propiedad privada. Comprendía, además de la casa y los edificios agrícolas necesarios, un recinto de tierra alrededor del edificio. El recinto comprendía el huerto en el que se encontraba la hierba más necesaria, con legumbres, lino, árboles frutales, etc. El pueblo estaba formado por un número más o menos grande de granjas similares. Fuera de la aldea se encontraba el territorio subdividido, los campos por cultivar. Este territorio, en el que predominaba el cultivo de tres campos, se dividía en la mayoría de los casos en tres Fluren o Zelgen. Cada Zelge se dividía a su vez en varias Gewanne o Kampe, es decir, zonas cultivables que diferían en exposición y calidad del suelo. En cada Kampe, cada explotación poseía su propia parcela de tierra”.

«Fuera del territorio subdividido había territorio indiviso (Comunal, territorio común), es decir, bosques y pastos. El territorio indiviso era explotado en común por la comunidad. En la tierra cultivable, cada familia cultivaba para sí las parcelas que poseía, pero no según su voluntad. En los campos se cultivaban cereales para el consumo humano. Pero la ganadería, la explotación de los pastos, seguía dominando toda la economía agrícola. Y si el cultivo de la tierra se había convertido en asunto privado de las distintas familias, la explotación de los pastos seguía siendo asunto de toda la comunidad».

«Esta forma de economía reaccionaba sobre las relaciones de propiedad. Como tierra cultivable, el suelo era propiedad privada; como pasto, propiedad común. Después de la cosecha, todos los campos se dejaban pastar y, como tales, estaban a disposición de la comunidad para el pastoreo común. Incluso la tierra no cultivada se utilizaba como pasto común para todo el ganado del pueblo. Esto habría sido imposible si cada familia de la aldea hubiera cultivado su propia parcela de tierra a discreción. Así pues, existía una obligación de cultivo dentro de cada Flur o Zelge. Cada año, una de las tres secciones de tierra cultivable permanecía sin cultivar, una segunda se reservaba para el cultivo de los productos sembrados en otoño y una tercera para el cultivo de los cereales de primavera. Cada año se rotaba el cultivo de las secciones....»

«Este sistema de cultivo dominaba en todos los lugares donde se asentaban los pueblos germánicos. El hecho de que los campesinos estuvieran en condiciones de conservar completamente su libertad, de que se hubieran establecido bajo el dominio de un señor, de que hubieran renunciado a su independencia para ponerse bajo la protección de un amo poderoso o de que hubieran sido esclavizados por la fuerza, todo era indiferente a este respecto».

«Era un sistema de gestión de considerable eficacia y resistencia, verdaderamente conservador en el mejor sentido de la palabra. El bienestar y la seguridad de la existencia del agricultor se basaban en la organización de la comunidad de marca, así como en la artesanía doméstica. El sistema de tres campos, con bosques y pastos, no necesitaba suministros del exterior, ya que producía el ganado y los abonos necesarios para cultivar la tierra y evitar el agotamiento del suelo. Por otra parte, el carácter común de los pastos y los campos cultivados creaba entre los miembros de la aldea una sólida cohesión que los defendía eficazmente de la sobreexplotación por fuerzas externas».

Kautsky concluye así con el advenimiento inexorable del modo de producción capitalista: «Pero por muy sólido que fuera este sistema económico, el desarrollo de la industria urbana y, correlativamente, del comercio, lo golpeó hasta la muerte, al igual que golpeó a la artesanía campesina».

La exposición proseguía ilustrando las diversas fases y modos de esta producción, incluidos los llamados derechos triviales, que se originaron en muchas marcas de aldea a partir de la imposición de consumir todo lo producido dentro de la propia marca. Las restricciones impuestas por los derechos mundanos chocaban fuertemente con lo que el devenir del mercado imponía al agricultor y a la producción agrícola. Pronto se rompió el equilibrio económico de la marca: los productos de la tierra se convirtieron en mercancías y recibieron un valor de mercado, incluso el propio suelo se convirtió en mercancía y adquirió un precio. Cuanto más se expandía, al principio de la era moderna, la producción agrícola mercantil, menos se mantenía la superabundancia de tierras que habían encontrado los germanos, en regiones donde había dominado una economía pastoril nómada, complementada por la caza extensiva y un cultivo limitado y primitivo en el campo.

El informe vuelve a dar la palabra a Kautsky: «A principios del siglo XV, las guerras Ussitas en Bohemia y el derrocamiento del poder de la Orden Teutónica en Polonia pusieron fin al avance de la colonización alemana hacia el Este. Pero, al mismo tiempo, la población de Europa central, si bien no había alcanzado aún el máximo que permitía su modo de producción, había alcanzado sin embargo un desarrollo suficiente para poner fin a la sobreabundancia de tierras. Surgió así la posibilidad y la aspiración de monopolizar el más importante de los medios de producción. Esto dio lugar a las luchas más encarnizadas y violentas entre los campesinos y la nobleza, luchas que han durado hasta nuestros días y que, a decir verdad, nunca han cesado del todo, pero cuyas batallas decisivas se libraron en Alemania desde el siglo XVI. Sus resultados fueron casi siempre favorables a la nobleza feudal, que se sometió al creciente poder del Estado y obtuvo así su ayuda contra los campesinos».

«La propia nobleza victoriosa comenzó a producir mercancías de un modo que constituye una singular mezcla de capitalismo y feudalismo. Comenzó a producir plusvalía en grandes explotaciones, pero no empleando mano de obra asalariada ordinaria, sino mano de obra forzada de tipo feudal. Su política forestal, así como su explotación de pastos y tierras, redujeron el territorio de los campesinos y socavaron el equilibrio del sistema de los tres campos».

«Lo que mejor convenía a la empresa feudal-capitalista, la producción mercantil en las grandes explotaciones del campo, era la silvicultura. Como el desarrollo de las ciudades había hecho de la madera una mercancía codiciada -y en aquella época aún no había sido sustituida por el carbón y el hierro, por lo que su uso como combustible y material de construcción estaba mucho más extendido que en la actualidad-, los señores feudales trataron de apoderarse del bosque arrebatándoselo a la comunidad de la marca que lo poseía o, si ya era de su propiedad, restringiendo al máximo los derechos de uso de los miembros de la marca en lo que respecta al suministro de madera y paja, y al aprovechamiento de los pastos (...)»

«La exclusión de los campesinos del uso del bosque se vio facilitada por el desarrollo de la caza. Originalmente, las armas de caza eran también armas de guerra y la propia caza era la escuela preparatoria para la guerra. Mientras la caza fue necesaria para satisfacer las necesidades del hombre libre, éste fue también un guerrero. Cuando la caza pasó a un segundo plano frente al cultivo de la tierra como fuente de sustento, se produjo una división del trabajo entre la “clase productora de subsistencia” y la “clase guerrera”, que en realidad también tenía otras causas. A la inversa, cuanto más recaía la guerra exclusivamente en la nobleza, más se convertía la caza en un deporte exclusivamente nobiliario».

La reconstrucción de esta fase histórica se profundizó con la lectura de un párrafo de los Grundrisse de Marx titulado “La agricultura doméstica a principios del siglo XIV” sobre la producción de herramientas de trabajo por los propios campesinos. Se recordó entonces cómo el desarrollo de la producción mercantil tuvo como efecto una limitación cada vez mayor de las tierras cultivables a disposición de los agricultores, en particular los prados y los bosques. Esto ocurrió mucho antes de que se produjera una superpoblación real, es decir, antes de que se superara la proporción de la población que aún podía ser alimentada por el sistema predominante de utilización de la tierra. En consecuencia, «la existencia del campesino fue así golpeada en sus cimientos».




El tercer congreso del Partido Comunista de China

En mayo de 1923, con las “Instrucciones del Ejecutivo al tercer Congreso del PCdC” los dirigentes de la Internacional aclararon algunos aspectos relativos a la revolución nacional en China.

En primer lugar, sobre la cuestión campesina se afirmó: «la revolución nacional en China y la creación de un frente antiimperialista necesariamente coincidirán con la revolución agraria de los campesinos contra los restos del feudalismo. La revolución triunfará sólo si el movimiento logra atraer al componente fundamental de la población china, los campesinos (...) En consecuencia, el partido comunista, como partido de la clase trabajadora, debe establecer la unidad entre los trabajadores y los campesinos».

Las consignas de la revolución agraria serían: «la confiscación de las tierras de los grandes terratenientes, de los monasterios y de la Iglesia, su transferencia sin compensación a los campesinos (...) la abolición de la renta (...) la supresión del actual sistema tributario».

El documento continuaba con importantes declaraciones sobre la actitud del Partido en la revolución en China: «Es superfluo subrayar que la dirección debe pertenecer al partido de la clase obrera (...) Fortalecer el partido comunista convirtiéndolo en una masa partido del proletariado, reunir las fuerzas de la clase obrera en sindicatos, ésta es la tarea que incumbe a los comunistas».

Sin embargo, fue en la delicada cuestión de las relaciones con el Kuomintang donde se empezó a perder el camino revolucionario correcto, tanto bajo la ilusión de poder utilizar este partido como instrumento de revolución en el campo, como sobre todo confirmando las peligrosas política de trabajo en su seno: «El partido comunista debe empujar constantemente al Kuomintang al lado de la revolución agraria (...) Confiscación de tierras en favor de los campesinos pobres y aplicación de toda una serie de otras medidas revolucionarias» en las zonas ocupada por Sun Yat-Sen, para “garantizarle el apoyo de los campesinos y ampliar la base de la revolución antiimperialista».

«Por otro lado, debemos luchar con todos los medios dentro del Kuomintang contra cualquier acuerdo militar entre Sun Yat-Sen y los señores de la guerra».

Si, por un lado, se situó correctamente la cuestión campesina en la base de la revolución en China, colocando a la clase obrera a la cabeza de las masas campesinas, por otro, se pensó que podía empujar al Kuomintang a apoyar la revolución en China. campo, a pesar de la orientación de este partido, ya había sido criticado en relación con la cuestión agraria en el Congreso de los Trabajadores del año anterior.

Faltaba suficiente claridad sobre la naturaleza social del partido nacionalista y la situación del campesinado chino, donde junto a los restos feudales, existía una gran burguesía ligada por estrechos vínculos con la antigua propiedad de la tierra, en una complicada mezcla de rentistas, usureros, comerciantes, funcionarios estatales, propietarios de fábricas y personajes que combinaban dos o más de estas funciones, cada uno tan interesado como el otro, en exprimir al campesinado y mantenerlo en sujeción.

Esta falta de claridad llevó a omitir la conclusión de que la gran burguesía china, ligada por intereses económicos a la antigua propiedad feudal, habría estado dispuesta a formar un bloque común con los restos de la China preburguesa, para defender sus privilegios contra los de los trabajadores y campesinos, cuyo movimiento revolucionario habría arruinado toda la estructura política y social de China en ese momento.

El Tercer Congreso del Partido Comunista de China se convocó en Cantón en junio de 1923, bajo la supervisión de Maring, con la participación de 17 delegados en representación de más de 400 miembros (el año anterior habían sido alrededor de 200). El principal resultado del Congreso fue la aprobación por parte de la mayoría de los delegados, de la Línea de ingreso de los comunistas al Kuomintang. Pero la discusión fue amplia y dura. Con un grupo de delegados que abierta y claramente se opusieron. Y muchos otros votaron a favor, pero a regañadientes.

El tema central de la disputa en el tercer Congreso, fue una continuación de lo que ya había surgido en agosto del año anterior, después del segundo Congreso del PCdC, donde se había afirmado la centralidad de la revolución nacional y la necesidad de cooperación entre el PCdC y el Kuomintang. La cuestión que se discutió fue la forma que debería tomar esta cooperación y si, después que se acordó trabajar en ella en el Pleno pasado de agosto de 1922, todos los miembros del PCdC o sólo un número limitado de ellos, deberían ingresar en el Kuomintang.

La interpretación de Maring de las instrucciones recibidas de Moscú fue que todos los miembros del PCC, sin excepción, debían unirse al Kuomintang y participar activamente en el trabajo dentro del partido nacionalista. Por lo tanto se excluia la posibilidad de limitar la participación para mantener vivo un campo revolucionario con diferentes partidos y grupos políticos. Dado que la tarea central en China era la revolución nacional, todo el trabajo debería haberlo hecho el Kuomintang.

La independencia organizativa del PCdC y su libertad de crítica se mantuvieron, pero como el movimiento obrero, aunque independiente, era parte de la revolución nacional, el PCdC tuvo que reclutar un gran número de trabajadores para el Kuomintang, aceptando su dirección en la revolución nacional.

La base de la posición de Maring fue una evaluación bastante discreta de la fuerza del Partido Comunista de China. «Nuestro grupo es todavía tal que no se le puede llamar Partido», escribió Maring en su informe al CEIC del 31 de mayo de 1923, mientras que en una carta a Bujarin del mismo día escribía. «China está muy atrasada en comparación con la India y las Indias Olandesas. La situación económica es tal que hablar de un partido comunista en la fase actual es una utopía. Se originará en un mayor desarrollo del movimiento nacionalista». Esta valoración negativa de la situación china llevó a ver al Kuomintang, como protagonista y único líder posible de la revolución en China, hacia donde podían fluir las ya pequeñas fuerzas comunistas.

El tercer Congreso del PCdC aceptó la línea promovida por Maring y apoyada por la Internacional y adoptó nuevas resoluciones para reorientar la política del partido, respecto a las decisiones que se habían tomado en el congreso del año anterior.

Esto es lo que se expresa en la “Resolución sobre el movimiento nacionalista y la cuestión del Kuomintang”. «Dado que la clase obrera no se ha vuelto poderosa, naturalmente no es posible desarrollar un PC fuerte, un gran partido de masas, para satisfacer las necesidades de la revolución actual. Por lo tanto, el ECCI aprobó una resolución según la cual, el PCC debe cooperar con el KMT chino. Los miembros del PC deben unirse al KMT».

Los puntos fundamentales de los documentos del congreso fueron luego recogidos en el Manifiesto del Congreso, que afirmaba perentoriamente. «El KMT debe ser la fuerza central de la revolución nacional y asumir su dirección».

Por lo tanto, en el Tercer Congreso se tomaron decisiones sobre la cuestión de la independencia política y organizativa del Partido Comunista de China, que, al abdicar de su papel de líder de la revolución en China en favor del partido de la burguesía china, fue hecho caer en el pantano del menchevismo.

En efecto, el camino que estaba a punto de emprenderse en China era incluso peor que el seguido por el menchevismo ruso, ya que, mientras los mencheviques rusos habían podido mantener su independencia organizativa, separados del partido de la burguesía rusa, los comunistas chinos fueron empujados hacia el interior del partido de la burguesía china, y permaneció atrapado allí hasta el sangriento epílogo de 1927.

Esta transgresión en el pantano del oportunismo, ciertamente tiene como protagonistas a intérpretes que se han convertido en portavoces de errores sensacionales, con respecto a la teoría revolucionaria restaurada por la Tercera Internacional en sus dos primeros Congresos. Pero la distorsión de la perspectiva revolucionaria correcta, tiene sus raíces en el progreso de la revolución mundial, que a pesar de haber llevado a la conquista del poder en Rusia, tardó en extenderse a los países de capitalismo más desarrollado en Europa.

Las necesidades de supervivencia del Estado soviético presionaron su política exterior, que se orientó a la búsqueda de aliados temporales en el resto del mundo burgués e incluso preburgués, para aprovechar los conflictos de los principales imperialismos y debilitarlos. Los intereses diplomáticos del Estado soviético, aislado tras el reflujo de la revolución mundial, requerían un gobierno amigo en China. Esta búsqueda de un aliado en el Este llevó a que el Kuomintang, con su centro de poder en el sur de China, fuera identificado como el aliado en el que centrarse en China. A partir de ese momento, la política exterior soviética en China, se centró en mantener la cooperación con la facción liberal de la burguesía.

De esta necesidad surgió la orden al PCdC de unirse al KMT en el verano de 1922, táctica que fue aprobada definitivamente en el Tercer Congreso. El precio pagado fue la rendición del PCC al Kuomintang, su subordinación al partido de la burguesía china y la pérdida de su independencia política y organizativa.


FIN DEL INFORME EN EL PRÓXIMO NÚMERO