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Tesis sobra la táctica del Partido Comunista
de Italia
(Tesis de Roma - 1922)
El Fundamentalismo Islámico en los países
del Magreb (3ª
parte) [ 1 - 2 - 3 - 4 ]
Una perspectiva equivocada para el proletariado
El Fundamentalismo - Orígenes del fundamentalismo - Umma religiosa y panarabismo - La crisis económica en Argelia - En el Gran Magreb - Marruecos, una relativa estabilidad - Túnez, entre crisis y fundamentalismo - Mauritania, hacia el África más pobre - El libro verde de Gaddafi - El polvorín Egipcio - El fundamentalismo en Sudán
El Gran Magreb, también llamado el Magreb francófono tras la intensa colonización francesa, comprende Mauritania, el Sahara occidental, (ex Sahara Español, anexionado por Marruecos en 1975 después de la retirada de España), Marruecos, Argelia, Túnez y Tripolitania, que ahora se encuentra comprendida dentro de Libia. Es lógico pues preguntarse si el movimiento islámico integrista que se ha desarrollado con tanta intensidad en Argelia, en el centro desde el punto de vista geográfico, puede suscitar interés y extenderse a toda la zona.
También en estos países de «Al Magrib», el poniente, en un primer periodo de independencia nacional post colonial se presentó la cuestión de una unidad política, económica y militar sobre la falsa línea del panarabismo egipcio de los años 60. Pero, al igual que con los intentos de Nasser, tampoco aquí se fue más allá de las grandes declaraciones de principio, por el contrario, enseguida surgieron diferencias entre los países magrebíes fronterizos, que han provocado la ruptura de relaciones diplomáticas durante varios años.
A fin de cuentas cada país entendía el Gran Magreb como una simple extensión territorial de las propias fronteras en detrimento de sus propios vecinos: las miras expansionistas de la Libia de Gaddafi tendían a la anexión de Túnez; Marruecos con la ocupación militar de dos tercios del Sahara occidental, donde se encuentran los yacimientos más importantes de fosfatos naturales, de ahí que se convierta en el tercer productor mundial igualado con China tras los USA y la ex URSS, potencia su extensión hacia el sur, mientras que Argelia intenta una penetración en el Sahara occidental al sur de las fronteras de Marruecos, la zona frente a las islas Canarias riquísima en fosfatos, sobretodo con el objetivo de obtener también una salida al Atlántico, cortando así el camino a Marruecos por el sur.
En esta situación la vigorosa guerrilla dirigida por el Frente Polisario (Frente popular para la liberación del Saguia el Hamra y Río de Oro, la mayor parte del ex Sahara español) de 1976 a 1982 para la constitución de la RASD (República Arabe Saharaui Democrática) en su momento solo le sirvió a Argelia, único país que la reconoció en función antimarroquí; la suerte de los aproximadamente 200.000 saharauis de mayoría nómada, como del resto, incluidos también los Tuareg, que para los intereses de los grandes centros económicos valían lo mismo que el dos de picas, ha sido jugada como un simple descarte sobre la mesa diplomática en la que también han participado los USA y Francia.
Mauritania, el país más debil y más pobre del grupo, inicialmente ocupó la parte del ex Sahara español que de momento no interesaba a Marruecos, quien mientras tanto ultimó la construcción del «muro defensivo» para defender el Sahara «útil», el de los fosfatos con relativas infraestructuras; pero en 1979 se retira de toda la zona que ocupó durante solo cuatro años.
Al final, como no podía ser de otra manera, los intereses parciales y limitados de los varios grupos económicos nacionales han erigido barreras infranqueables para cualquier forma de unidad, incluidos los efímeros reclamos supranacionales de la umma coránica.
Si se hubiese llevado a cabo la unidad del Gran Magreb a través del empuje de una burguesía aguerrida y dinámica, obligada a un progresivo proceso de centralización, y por tanto mediante la unificadora constitución de grandes grupos financieros e industriales, se habría formado también un proletariado magrebí consistente, capaz de asestar significativos golpes al adversario de clase.
Pero estas también eran y siguen siendo «flojas burguesías árabes, puestas demasiado tarde en la arena de la historia, expresión de economías débiles totalmente dependientes del mercado mundial», además el integrismo islámico no se mueve hacia ninguna forma estable y consistente de concentración de fuerzas, y lo que eventualmente aporta es solo consecuencia de la crisis capitalista, oculto y trastornado sin embargo por el reclamo a una mítica edad de oro de la supremacía de las leyes coránicas.
El problema de la unidad del Gran Magreb se remonta, ya sea bajo la forma de CEE y Nafta o también del inestable MCA (Mercado Común Árabe entre Egipto, Jordania, Siria, Irak y Kuwait) y bajo el modo de producción capitalista, a otras condiciones económicas y productivas muy distintas.
Por eso ahora hemos de considerar uno por uno los países, poniéndoles juntos en las tablas y cuadros estadísticos que recabamos con el objeto de sintetizar una determinada área geográfica.
Respecto a Marruecos, Argelia y Túnez, los datos publicados por Problèmes économiques nº 2361/1994, provienen de las estadísticas del FMI actualizadas hasta 1992, mientras que para Libia y Mauritania se hace referencia a los datos aportados por la Atlante De Agostini 1994 y el boletín estadístico de la ONU 1/1994, si bien los datos económicos de estos dos países llegan hasta 1988.
País Población P.N.B. US$ P.N.B. US$
(millones) (millardos) per cápita
Argelia 26,4 40,0 1.515
Marruecos 26,5 27,6 1.042
Túnez 8,5 15,1 1.776
Libia 4,3 22,3 5.186
Mauritania 2,1 0,9 428
Total Magreb 67,8 105,9 1.562
El total del Gran Magreb nos muestra un valor ya consistente de población, pero también su debilidad económica si se considera que el PNB per cápita de esta zona, 1.562 dólares USA, está muy por debajo del PNB per cápita medio mundial, que en 1975 era de 1.665 dólares y en 1983 subió a 2.529 dólares, como ya hemos recogido y comentado en el volumen editado por el Partido Il Corso del capitalismo mondiale, en las páginas 230-234 y en las tablas publicadas en el n.36 de Comunismo.
Para comprender mejor el valor del PNB per cápita de los países
magrebíes, en los cuadros estadísticos vemos que para el
mismo año es prácticamente idéntico al de Tailandia
y más de 12 veces inferior al de Italia.
Marruecos, una relativa estabilidad
La grave crisis de Marruecos estalló en 1983: desde ese momento no ha podido hacer frente a sus deudas y en 1985 se da el momento más crítico, momento en el que la relación entre deuda externa y PNB alcanzó el 136%.
Después de la inmediata intervención del FMI, del Club de París y del Club de Londres, con el acostumbrado programa de "ajustes estructurales" y renegociación de la deuda, la relación entre deuda externa y PNB cayó en 1992 a "solo" el 75%, como muy bien han podido constatar las masas más pobres y los emigrantes famélicos, súbditos de su majestad Hasan II, en nombre y por cuenta de la mucho más importante majestad Dólar USA. Solamente la relación del servicio de la deuda (los intereses "facilitados" más la restitución de la parte prorrateada de la deuda) respecto a las exportaciones se ha ido al 28,5%, cifra alta pero inferior al pesado 77% de Argelia ese año, y que posteriormente ha subido al 80% a principios de este año.
El programa de "liberalización" de la economía, como el adoptado por Argelia hace algunos años, que ha producido los resultados bien conocidos, también se centra aquí en dos frentes: desmantelamiento de los mecanismos de formación y regulación de los precios (sobre todo para los de carácter alimenticio, farmacéutico y de primera necesidad: el 80% de los productos manufacturados y el 90% de los agrícolas tienen precios libres) y drástica reducción de los aranceles aduaneros, que en Marruecos han caído del 400% al 40% del precio de las mercancías importadas.
Todas las restricciones a las importaciones han sido abolidas, incluyendo sobre todo las relativas a la entrada de capital exterior, con el objetivo de favorecer a los inversores extranjeros que, partiendo de los 85 millones de dólares invertidos en Marruecos en 1988, han penetrado progresivamente en la economía de ese país, llegando a los 500 millones de dólares en 1992, preponderantemente destinados sin embargo al sector turístico y sus servicios. Paralelamente el programa de privatización y reestructuración (es decir, despidos) de las empresas públicas de 1990 no se ha iniciado hasta 1992, tras la pausa forzada de la guerra del Golfo, en la que Marruecos participó con un numeroso contingente de infantería de primera línea como carne de cañón en las trincheras del desierto iraquí.
Los ingresos marroquíes provenientes del comercio exterior se basan en tres fuentes, a diferencia de Argelia que como hemos visto se basa exclusivamente en la exportación de hidrocarburos. La entrada de moneda fuerte se produce mayoritariamente por la venta de fosfatos y otros minerales brutos o semielaborados así como de productos agrícolas, 43,5% del total, el turismo de masas con sus servicios cuenta con el 29,7%, mientras que las remesas privadas de los emigrantes constituyen el 25,8% del total. Según los centros internacionales financieros esta situación puede permitir a Marruecos afrontar su crisis con una cierta tranquilidad, tanto es así que las inversiones extranjeras han aumentado casi seis veces en cuatro años.
Sin embargo, añadimos nosotros, los precios de los minerales no los pone Rabat, y los fosfatos de la ex URSS, segundo productor mundial, se venden rebajados, como casi todas las demás mercancías rusas, para hacer frente a la crisis del ex imperio; las remesas turísticas han disminuido sensiblemente a causa sobretodo de la crisis en Europa, así como las remesas de los emigrantes, por lo que la solución a la crisis marroquí se apoya de hecho en tres pilares muy inestables y directamente ligados a la marcha de la crisis mundial y europea en particular.
Además, las escasas inversiones industriales extranjeras se componen esencialmente de instalaciones de ensamblaje, debido a los bajos salarios locales, mientras la industria pesada está insuficientemente desarrollada.
Por último, pero no por importancia, la población activa en total es de 8 millones, el 20% está desempleada y el 36,7% está ligada a la agricultura, la cual está fuertemente condicionada por los inconstantes registros pluviométricos naturales, ya que las instalaciones para regar artificialmente, los cultivos tempraneros de invernadero a gran escala para la exportación y en general la agricultura industrializada son todavía muy escasos. Además en los últimos dos años una grave sequía a golpeado a Marruecos y ha provocado consistentes pérdidas agrícolas.
En conclusión, la crisis marroquí, si no tan grave como la de la vecina Argelia, está pasando por el sólito camino deseado por el FMI, que no va hacía su saneamiento económico y reforzamiento productivo, sino hacia su lento y progresivo debilitamiento y sometimiento respecto a los centros financieros internacionales.
Si el fundamentalismo islámico de las organizaciones argelinas traspasase las inciertas fronteras entre los dos países y estallase con igual violencia contra los turistas y los inversores extranjeros, se produciría, como en Egipto, un apreciable perjuicio económico, una fuerte aceleración de la crisis y un marcado empeoramiento de las condiciones generales de vida.
La contención de la violencia integrista es quizá el único problema que preocupa seriamente a la clase dirigente marroquí, la cual por el momento sólo se empeña en operaciones de "vigilancia preventiva", debido a que el fundamentalismo islámico en Marruecos está prácticamente ausente de la escena pública, y solo está presente en algunas facultades universitarias de Casablanca como movimiento religioso moderado y reformador.
Según Le courrier international n. 2/1994, en Marruecos hay principalmente cuatro movimientos islámicos ligados a otros tantos jefes espirituales, según la clásica concepción de las escuelas coránicas. El más importante de estos grupos es conocido como Ad Adl van-Ihsan (Justicia y beneficencia), y su inspirador el anciano Abdessalam Yassin después de haber estado varias veces en las prisiones del rey Hassan II se encuentra en retiro obligatorio en la ciudad de Salè. La adhesión a este grupo conlleva la aceptación de tres noes: no a la violencia, no a la obediencia al extranjero y no a la clandestinidad.
Identificándose con los Hermanos Musulmanes egipcios por ensalzar la invulnerabilidad de los combatientes islámicos, su alianza natural con el pueblo y sobre todo el espíritu de sacrificio extremo, el iman marroquí reclama la formación de un Estado Islámico Nacional en espera de que maduren las condiciones para la constitución del Califato Federal, que reagrupará los distintos Estados islámicos, una enésima versión de la unidad panarabista con base religiosa.
La acostumbrada joya con el objetivo de desencaminar y confundir a
las
masas marroquíes oprimidas y explotadas: «La depresión
económica encenderá el fuego que destruirá todos los
dogmatismos materialistas. Las ideologías ya están muertas,
una nueva era está por nacer, el crepúsculo de la civilización
atea en el horizonte de nuestros tiempos anuncia el sol del Islam»
(A. Yassin).
Túnez, entre crisis y fundamentalismo
La economía tunecina apunta desde hace tiempo con un plan moderado hacia la diversificación productiva, con el objetivo de escapar de la trampa de la producción y financiación basadas en la exportación de un único producto. Por el contrario, las estimaciones prevén que a corto y medio plazo Túnez será importador neto de hidrocarburos, mientras que ahora exporta parte de ellos, por tanto el proceso de industrialización deberá hacer frente al recibo energético, que seguramente no se calculará según los preceptos coránicos sino los de Wall Street.
La población activa tunecina es de 2,8 millones y el 23,5% está ligada a la agricultura, porcentaje similar al argelino pero muy inferior al marroquí. La aportación de divisas que se necesita para la autofinanciación de la producción se basa en un 65% en la exportación de mercancías (por orden de importancia) del sector textil, minero-energético y agro-alimentario. Después sigue el turismo y sus servicios con un 23,5% y las remesas de los emigrantes con el 9,3%.
La relación entre deuda externa y PNB en 1992 se redujo respecto a los años precedentes y fue el 55%, la menor de los tres países.
La relación entre el servicio de la deuda y las exportaciones se ha contenido, bajando al 19%, también el valor más bajo de los tres Estados magrebíes. Debido a estas condiciones Túnez todavía no ha corrido seriamente el riesgo de no poder hacer frente a sus acreedores externos, y las políticas económicas en favor de los capitales extranjeros, encabezados por Francia, comenzaron ya en 1986, no obstante siempre acompañadas por las sólitas acciones de liberalización de la economía, que han provocado también en este país revueltas del pan y emigración a Europa.
Con esta situación relativamente estable y tranquila las tablas del FMI muestran un crecimiento real del PNB a partir de 1987; en el período 1990-92 la media anual del trienio fue del 6,7%, mientras el aumento de los precios al consumo ha descendido del 8% al 6,6% del último período. Estos resultados hacen que se exalten los economistas burgueses por los milagros de la economía de mercado liberalizada, pero aquí, precisamos nosotros, se trata de un sistema productivo joven y en crecimiento, y la crisis debida a la caída tendencial de la tasa de ganancia está todavía relativamente lejos.
En Túnez (Le Courrier int., 2/1994) el desempleo afecta a un tercio de los trabajadores no especializados, pero también a técnicos medios y cuadros superiores, sin olvidar las decenas de miles de empleados despedidos por sus convicciones integristas y actividades sindicales, mientras que el bloqueo de los salarios y la liberalización de los precios, a despecho de las estadísticas tranquilizadoras del FMI, han producido un empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, aunque no sean tan devastadoras como en los otros países magrebíes.
También aquí, el movimiento sindical ha recorrido la sólita vía hacía la completa integración en los mecanismos estatales, convirtiéndose tras su último congreso en un simple instrumento de la Administración de los Asuntos Sociales. El presidente de la república tunecina, general Ben Ali, autoproclamado sucesor de Burghiba, ha encargado abiertamente a la dirección ejecutiva del sindicato, la tarea de amordazar a los trabajadores, hacerles callar y suprimir todo espíritu de resistencia.
Las amañadísimas últimas elecciones presidenciales y parlamentarias de abril de 1989 han seguido manteniendo el sistema de candidatura única, tanto para el presidente como para el partido único, detentador de todos los escaños en el parlamento, hecho que en sí hace más eficiente y menos costosa la gestión del régimen de la dictadura burguesa, pero que hace estremecerse a los demócratas puros que sufren, no por el hambre, sino por el ¡estrangulamiento de las libertades!
En esta situación y en ausencia de genuinas organizaciones sindicales y políticas de clase, a pesar de la tradición de las precedentes luchas del proletariado tunecino, en este caso el reclamo del FIS ha sido fuerte. De hecho, el MTI (Movimiento de Tendencia Islámica) habría conseguido, según admiten también los órganos oficiales, el 17% de los votos en las recientes consultas, cifra significativa pero baja respecto al 82% del FIS en Argelia en la primera, y última, vuelta electoral de 1991. La estrategia gubernamental es combatir a fondo este movimiento y alejarlo del país con el objetivo de desmembrar su principal opositor y al mismo tiempo hacer demostraciones ejemplares a los otros movimientos que se oponen a la manera de actuar de Ben Ali, empleado modelo del FMI.
Actualmente el MTI ha sido sustituido por el grupo En-nahda, constituido en junio de 1993 después de la dispersión en varios países europeos de los dirigentes del viejo movimiento, y propugna la genérica transformación de la sociedad a través del Islam. Aunque es de reciente formación ya se le acusa de estar implicado en el intento de asesinato del presidente Ben Ali, publica en París un semanario en lengua árabe, "El Moutaouasset", que, por su solidaridad hacia los oprimidos, los demócratas puros de París han prohibido editar y difundir, además de obligar al arresto domiciliario a Salak Karkar, uno de los máximos dirigentes tanto de la vieja como de la nueva organización.
En octubre de 1995, el presidente francés Chirac concluía
su visita de Estado, felicitándose con el colega Ben Ali por la
respuesta adecuada que había dado al desafío fundamentalista,
debido también al hecho de haber cuadriplicado el número
de policías.
Mauritania, hacia el África más pobre
Mauritania presenta un aspecto decididamente diferente y más complejo. Debido no solo a su posición geográfica, sino sobre todo a su bajo PNB per cápita y las divisiones étnico-sociales en su interior, nos conduce más hacia los problemas del África subsahariana que hacia el Magreb.
Este Estado, ex colonia francesa e independiente desde 1960, tras un breve periodo inicial de asentamiento, ha vivido una serie prácticamente bienal de golpes de Estado y luchas por el poder, hasta llegar al de 1984, con el que el coronel Taya concentró en su persona los cargos más importantes.
Actualmente, en teoría, Mauritania es una república democrática islámica multipartidista, gobernada por los miembros del Partido Republicano Democrático y Social, con 67 de los 79 escaños del parlamento. Pero la realidad es esta: hasta julio de 1980 no fue abolida la esclavitud, y aún hoy el grupo dominante bereber posee esclavos negros y mantiene un rígido control sobre las minorías de color, causa segura de un futuro enfrentamiento racial-económico.
El PNB per cápita, estimable en 428 dólares, es muy bajo, además, más del 22% de la población es nómada y lleva con el ganado el sustento de forma itinerante, una situación ciertamente incómoda pero ciertamente menos oprimente que la de las masas que emigran a la ciudad por hambre, expropiación o estado de semiesclavitud.
Ha habido algunos atentados serios y esporádicos contra religiosos y estudiantes, tras los cuales fueron echados del país inmediatamente un grupo de integristas argelinos, presuntamente pertenecientes al FIS, ya que no han llegado noticias de otras organizaciones o declaraciones. Según las autoridades locales el problema ha sido resuelto definitivamente con la eliminación física o la expulsión de los sospechosos.
Tras una primera consideración parece que el destino de este Estado, como hemos dicho al principio, no va a guardar relación con el de las economías magrebíes sino más bien con el de toda el África Negra, que sintetizamos con algunas cifras sacadas de un artículo reciente del New York Times que apareció resumido en Repubblica el 4-8-94.
«Excepto Sudáfrica, en 1991 el PNB de todo el continente subsahariano ha sido el 1% del mundial, y los intercambios comerciales del 2% de todo el tráfico mundial, es decir, un subcontinente abandonado a la deriva; 600 millones de habitantes viven distribuyéndose una renta igual a la de Bélgica, que tiene en cambio solo 10 millones; desde 1980 la economía de este área decae a un ritmo del 2% anual, hasta el punto de que hoy entre las 20 naciones más pobres del mundo 18 son africanas, mientras que la población crece de forma cada vez más incontrolada, tanto que de 1950 a 1990 se ha triplicado, pasando de 220 a más de 600 millones de personas».
Todo gracias a las maravillas de la economía de mercado, de la explotación burguesa y del modo de producción capitalista.
* * *
Como una primera síntesis final de los tres países principales del Magreb resultan los siguientes puntos:
1) Los movimientos islámicos de oposición a los grupos de gobierno no plantean de ningún modo la cuestión, para nosotros fundamental, del abatimiento violento de la dictadura burguesa, y la superación del actual modo de producción capitalista, sino que, si bien reivindican obviamente una mejora de las condiciones generales de vida de los estratos más pobres de la población, miran hacia atrás en la historia en dirección a una mítica edad de oro generalizada y garantizada por la supremacía de las leyes coránicas.
2) Todos estos movimientos, hasta hoy, tienen un fuerte carácter nacional y no reivindican ninguna forma de coordinación internacional, sino que cada uno sigue, según la antigua tradición islámica, a su propio jefe carismático proveniente en la mayoría de los casos de los distintos centros religiosos. Los contactos entre los grupos de los distintos países se dan prevalecientemente con ocasión de salidas del país por motivos de defensa táctica. Por el contrario, las policías magrebíes y europeas se coordinan en la labor de control, tanto de los grupos locales como de las partes de ellos que han traspasado las fronteras.
3) Francia continúa con su mandato internacional de gendarme de África, y sigue jugando un papel importante en las políticas financieras dirigidas al Magreb. En Francia viven y trabajan 1.200.000 personas con pasaporte magrebí, de las cuales la mitad son marroquíes.
4) La crisis económica argelina por la caída del precio de los hidrocarburos es insanable sin los continuos apoyos de los centros financieros internacionales y no da señales de remitir.
5) La situación de Marruecos, aunque con una crisis económica considerable, es la más tranquila y no hay presentes grupos integristas armados, mientras que en Túnez, con una crisis menos grave, hay una notable adhesión a los movimientos islámicos con organizaciones ya activas.
6) La conjunción, al menos entre las formaciones argelinas y tunecinas en el caso de una guerra civil en Argelia, en el estado de cosas actual, parece una eventualidad muy remota.
7) La gran ausente en el Magreb, que sepamos nosotros, es la
organización
de clase del proletariado comunista con su programa revolucionario
dispuesto
a tomar el control de la guerra civil.
Libia, según la definición de la reforma constitucional de 1977, es ya una república islámica, socialista y popular, pero, dejando a un lado los juegos de palabras, tanto por el aislamiento como por el embargo internacional tras la negativa de Gaddafi a conceder la extradición de dos ciudadanos libios, según los investigadores ingleses implicados en un sanguinario atentado a un avión británico, se sabe muy poco sobre la validez de los datos económicos que tenemos hasta 1988 y sobre las oposiciones al régimen estatal.
Libia se hace independiente en 1951; en 1969 un golpe militar de jóvenes oficiales, dirigido por el coronel Muammar el-Gaddafi depone al rey Idris I. Sin asumir ningún cargo público, Gaddafi se atribuye el poder supremo de «guía de la revolución». En 1973 Gaddafi declara el islamismo vía para la revolución social, también llamada «Tercera teoría universal». En 1976 se proclama la «República popular árabe de Libia» basada en el Corán. Con la reforma constitucional de 1977 Libia asume la denominación de «Jamahiriya árabe libia socialista popular» (Jamahiriya significa literalmente movimiento de masas) y se instituye un sistema de gobierno popular directo en cuya cúspide se encuentra el Congreso general del pueblo, que elige un secretariado de siete miembros cuyo secretario es en la práctica el Jefe de Estado, así como a un Comité general equiparable a un Consejo de ministros. Gaddafi continúa siendo «guía de la revolución».
El libro guía para esta Jamahiriya es el libro verde, que nosotros hemos leído en la versión en italiano editada en Trípoli por el Centro de Investigación y Estudios sobre el libro verde. El texto se articula en tres partes: la primera, «solución del problema de la democracia, el poder del pueblo»; la segunda «solución del problema económico, el socialismo»; y la tercera «base social de la Tercera teoría Universal».
En la primera parte se desarrolla la tesis de que la democracia de hecho no existe, porque con el existente sistema de recuento de votos, a una gran parte de la minoría (el 49% derrotado por el 51%) siempre se le excluye de las decisiones, por lo que en el fondo las democracias hechas con el molde parlamentario son regímenes dictatoriales disfrazados. El partido es la dictadura actual: para la sociedad la lucha de los partidos tiene el mismo efecto negativo que la lucha tribal o sectaria. El sistema político de clase también es erróneo porque representa solo a una parte del pueblo. Una parte no debe dominar nunca todo, ya que a la larga se produciría un continuo movimiento circular en el cual el que toma el poder como libertador, con el tiempo se haría opresor, hasta que un nuevo libertador se alza para aplastar a los opresores en un sistema que continuaría indefinidamente. Casualmente se pone como ejemplo a la clase obrera, que después de haber tomado el poder sería combatida por clases muy parecidas a las abolidas.
La solución es simple: «Es derecho de los pueblos proclamar solemnemente el nuevo principio: Ninguna representación en lugar del pueblo» La representación es un engaño; la solución es la democracia directa; no existe democracia sin congresos populares y comités populares en todos los sitios. Las masas no tienen más remedio que luchar por abatir todas las falsas democracias como quiera que se denominen.
La democracia es el control del pueblo sobre sí mismo y se practica a través de congresos populares de base de todos los ciudadanos, que elige cada uno su secretaría, que a su vez se reúnen para formar otros congresos populares no de base y de esta manera, a través de elecciones internas con un sistema piramidal, se llega a la cúspide del congreso general del pueblo, que se reúne una vez al año y elige un secretariado de siete miembros y un secretario, es decir, las máximas autoridades del Estado.
De cuales son las competencias, límites, poder, uso de la fuerza coercitiva y las armas, aquí no se habla. En realidad todo esto se asemeja a una forma híbrida entre los antiguos consejos familiares-tribales y los modernos comités de distrito a los que se deja manejar los asuntos de menor importancia o como máximo expresar los pareceres y opiniones sobre las grandes cuestiones, que después siempre se deciden en la tienda de Gaddafi.
Esta es la gran novedad donde todas las dudas encuentran acogida y todas las cuestiones se resuelven apelando a la ley natural de la sociedad, constituida por la tradición que a su vez está comprendida en la religión. La religión por lo tanto es una confirmación del derecho natural y es el instrumento de gobierno, que debe seguir la ley natural de la sociedad.
Como se ve, no es algo tan revolucionario y novedoso para una sociedad hasta ayer agro-pastoril, donde todavía eran muy fuertes los vínculos de las formas comunistas de la vida tribal, incluidos los de la propiedad indivisa del suelo y del agua, y que debido a sus recursos petrolíferos ha sido arrastrada al torbellino de la producción capitalista, para la cual las demás formas no cuentan o son solo asuntos internos.
La segunda parte, sobre la solución del problema económico, se centra en el hecho de que ha habido importantes e históricas evoluciones sobre la solución del problema del trabajo y su coste, como las normas que limitan la renta y que prohiben la propiedad privada transfiriéndola al Estado, pero todavía no ha sido resuelto definitivamente el de los trabajadores-productores que siguen siendo asalariados, si bien en el aspecto normativo se han hecho grandes mejoras. La política salarial no obstante supone «intentos artificiales de reforma, más próximos a la beneficencia que al derecho de los trabajadores», aunque es una sana norma que quien produce debe consumir, el asalariado, aunque gane mucho, «es como un esclavo del patrón que permanece subordinado a él temporalmente, y tal esclavitud se manifiesta mientras trabaje subordinado a cambio de una compensación. Esto independientemente del hecho de que el que da trabajo sea un individuo o el Estado» (...) «La solución definitiva está en la abolición del salario y en la liberación del ser humano de este tipo de esclavitud: y esto significa el retorno a las normas naturales que han definido las relaciones antes de la aparición de las clases, las diferentes formas de gobierno y las legislaciones elaboradas por el hombre (...) De estas normas naturales nació un socialismo natural basado en la igualdad entre los elementos que confluyen en la producción económica».
Por tanto una repartición igualitaria del producto entre los individuos a los que les corresponde una parte proporcional (no está claro como se consideran las herramientas, los animales, las materias primas y maquinaria) y «así se pone en marcha un sistema socialista al que se somete todo el proceso productivo basado en esta forma natural».
Por el contrario «las teorías históricas precedentes se han ocupado del problema económico solo desde el punto de vista de la situación de los factores productivos y los salarios respecto a la producción, sin conseguir aclarar la esencia de la producción misma (...) La clase obrera está en disminución gradual y continua, conforme evolucionan la tecnología y las ciencias (...) y será absorbida progresivamente por el proceso productivo. En cualquier caso el hombre en su nueva forma seguirá siendo siempre un elemento fundamental del proceso productivo».
En el libro verde la relación necesidad-libertad se explica afirmando que la libertad del hombre es incompleta si sus necesidades dependen de otro hombre, ya que la satisfacción de tales necesidades hacen que un hombre esclavo sea explotado por otro hombre. La vivienda, necesidad insuprimible, debe ser propiedad de quien la habita; la libertad acaba cuando se debe pagar alquiler, por tanto todos los programas de viviendas estatales no son la verdadera solución. «Nadie tiene el derecho de construir una casa más aparte de la propia y la de sus descendientes para arrendarla; ídem para los animales de transporte y trabajo y los vehículos de motor; propietarios si, arrendadores no».
Por lo que respecta al sustento, en la sociedad socialista no debería haber asalariados sino asociados, y las asignaciones necesarias para todas las adquisiciones deben provenir de la parte proporcional como asociado y no como asalariado. Además, «la tierra no es propiedad de nadie pero se permite a todos explotarla, disfrutando sus beneficios mediante el trabajo, la agricultura y el pastoreo»
Los ejemplos que siguen definen un socialismo en el que se reafirma la figura del trabajador individual, o asociado en cooperativas, que trabaja, produce y consume para las necesidades personales y las de la propia familia, sin servidumbre doméstica, considerada la peor de las esclavitudes, que posee solo su casa, el camello o el automóvil y tiene ahorros necesarios para satisfacer las necesidades primarias de su familia. Tener de más significa sustraer a los demás, sumirlos en la necesidad y por tanto privarles de la libertad.
Para nosotros es la descripción de una sociedad parca de campesinos, artesanos y socio-productores pequeño burgueses con un nivel de acumulación apenas sobre cero.
Estas son las solemnes conclusiones en el terreno económico: «La transformación de las sociedades contemporáneas, de sociedades de asalariados a sociedades de socios, es fatal consecuencia dialéctica de las tesis económicas en contraposición existentes en el mundo de hoy, y también es fatal consecuencia de las injusticias inherentes al sistema salarial (...) El paso final es la llegada de una nueva sociedad socialista, donde el beneficio y la moneda desaparecerán. Esto se verificará transformando la sociedad en una sociedad totalmente productiva, donde la producción alcanzará un nivel tal, como para satisfacer las necesidades materiales de todos los individuos de la sociedad. En esta fase final desaparecerá automáticamente el beneficio y ya no habrá necesidad de la moneda. Reconocer el beneficio significa admitir la explotación».
La tercera parte, sobre la base social, nos ilustra el conjunto de relaciones entre la familia, la tribu, la nación, las relaciones con las otras naciones, las religiones y los papeles naturales del hombre y la mujer («No hay diferencia en los derechos humanos entre hombre y mujer y entre adulto y niño. Pero no hay igualdad completa entre ellos para los deberes que deben asumir»). También hay sitio para las minorías (a los dos millones de inmigrantes en Libia se les dedica además un trocito) y los negros: «ahora tendría que llegar la época de dominación de la raza negra, pues las otras ya lo han hecho». Sigue sobre la abominable educación coercitiva de tipo occidental, que con sus programas oficiales limitan la sed de saber; a la música, las artes y el deporte visto en los estadios se les despacha así: «A los pueblos beduinos no les importa el teatro ni los espectáculos, porque trabajan duro y son del todo serios en la vida. Llevan una vida seria, y por eso se burlan de la recitación. Las comunidades beduinas no asisten pasivamente a los espectáculos que otros interpretan, sino que practican las diversiones o los juegos de forma colectiva, porque sienten la necesidad de ello y lo hacen sin explicaciones».
Se debe agradecer al «guía de la revolución» el no haber sacado a bailar ni a Marx ni a Lenin, así como no haber desfilado con las notas de la Internacional y haber creado su parco socialismo sobre la base de las tradicionales reglas sociales de las antiguas sociedades beduinas, como si quisiese parar el tiempo en una pretendida edad de oro islámica hecha con trabajo y rigor moral sobre la base de la pequeña propiedad privada que incluye sin embargo las ventajas de la industrialización.
Las riquezas acumuladas por la nacionalización de los recursos petrolíferos han sido en parte redistribuidas en forma de discretos servicios sociales, productos alimenticios con precio tasado, programas de irrigación, etc. También es verdad que la plusvalía arrebatada a los dos millones de inmigrantes como asalariados y empleados del servicio doméstico, la peor de las esclavitudes, a alguien irá a parar.
No hay datos económicos suficientes para interpretar la verdadera
estructura económica libia, es decir, el tipo de empresas, la división
de los empleados en cada sector económico, el grado de mecanización
agrícola, el nivel de desempleo, el papel de las multinacionales
y las empresas extranjeras como contratas, etc., por lo que este libro
verde se queda como un folleto propagandístico de buenas
intenciones,
mientras la economía real no va seguramente hacia el pretendido
socialismo islámico ni tampoco hacia el socialismo bolchevique de
Lenin. La crisis general capitalista ya ha traspasado las fronteras
libias.
El Fundamentalismo - Orígenes
del fundamentalismo - Umma religiosa y panarabismo - La crisis económica en Argelia - En el Gran Magreb - Marruecos, una relativa estabilidad - Túnez, entre crisis y fundamentalismo - Mauritania, hacia el África más pobre - El libro verde de Gaddafi - El polvorín Egipcio - El fundamentalismo en Sudán
En estos años de fin de siglo el silencio de la lucha social pesa sobre la sociedad. Una calma que permite a la burguesía atacar a las condiciones de vida del proletariado en defensa de sus propios beneficios. La crisis de los "Tigres asiáticos" ha dejado al descubierto de nuevo la fragilidad del capitalismo en tiempos de crisis. Pero la crisis no ha determinado, como consecuencia mecánica, la reanudación de las luchas de clase. En los últimos años, el proletariado ha hecho algunos intentos de resistencia esporádica tanto en Europa como en USA y Asia, intentos que, no obstante su eficacia inmediata, algunas veces, no han tenido seguimiento ni han puesto las bases para una continuidad organizativa. Cuando este inicio madure en sus desarrollos necesarios, el Partido Comunista deberá estar dispuesto no sólo para guiar las luchas defensivas sino para indicar el camino de la batalla política para la Revolución.
El Partido Comunista paga todavía hoy las consecuencias de la contrarrevolución que tiene su origen en los lejanos años 20 del estalinismo y de la táctica del Frente único; se encuentra en una situación de debilidad histórica tanto en el número de efectivos como en la influencia sobre las filas del proletariado. Si hoy el Partido no está "en contacto con la clase obrera" como se dice en nuestro acostumbrado distingue de presentación, es por motivos ajenos a su voluntad.
En 1943, y todavía mejor en 1945, cuando se trató de reconstituir en partido la Izquierda Comunista, se imponía como fin decisivo el de constituir una organización que delimitase bien sus tareas y su programa del de los restantes organismos oportunistas y pseudorrevolucionarios. Conscientes de la necesidad de la reconstrucción del partido único de la Revolución, nos dábamos cuenta lúcidamente de que el Partido Comunista frente al gran aumento de aparatos traidores, debía situarse sobre la reproposición integral de su propia doctrina, como otras veces se había hecho en la tradición del comunismo revolucionario desde Marx a Lenin.
Con la ayuda de las previsiones sobre el ciclo económico capitalista y de su crisis – revelándose proféticas – se podía esperar entonces que la fase contrarrevolucionaria se agotaría a mediados de los años 70 y que el Partido sería de nuevo catapultado en la nueva actividad también de la guía práctica revolucionaria. Sin embargo, el capitalismo mundial ha demostrado mayor capacidad de resistencia y de corrupción del proletariado, aplazando su crisis catastrófica durante algunos decenios de lento hundimiento. La fase contrarrevolucionaria no ha terminado aún y el Partido se encuentra todavía contrastando posiciones pequeño-burguesas o sindicalistas prevalentes.
El Partido comunista ha reconocido desde siempre como su principal tarea la lucha activa contra toda forma de revisionismo, por la defensa del programa y de la doctrina. Esta tarea se impuso Marx cuando publicó La Sagrada familia, La Ideología alemana y La Miseria de la filosofía. Esto vale también para todo el trabajo de Lenin desde el ¿Qué hacer? a El Estado y la revolución, y vale también para toda la obra de la Izquierda y nuestra. Es sólo en ciertos momentos precisos de la historia, cuando los choques de clase alcanzan el período álgido revolucionario, cuando el Partido es reconocido por la clase proletaria como único depositario de su destino, única fuerza en condiciones de impulsar la Revolución armada hasta la victoria definitiva. Si nosotros reconociésemos en el activismo frenético hacia la clase el resorte para una radicalización de la lucha, habríamos malvendido todo nuestro potente método crítico, el materialismo histórico y la dialéctica. "La función del partido revolucionario, en las condiciones actuales, es la de tener una conciencia clara de la contrarrevolución imperante y de las causas objetivas del estancamiento social, de salvar de las dudas revisionistas el patrimonio teórico y crítico de la clase golpeada, de llevar a cabo la obra de difusión de las concepciones revolucionarias, de desplegar una actividad razonable de proselitismo". (’Activismo’, de "Battaglia Comunista", nº 6, 1952)
Han pasado cincuenta años desde su reconstrucción y se
puede decir que el Partido ha conseguido realizar su tarea: no ha
dejado
que la brújula enloquezca y, fuerte gracias a su doctrina, no renuncia
a su función, en cualquier circunstancia, de núcleo consciente
y combatiente del proletariado mundial. "Nada que añadir y nada
que actualizar", hemos dicho otras veces, en cuanto el marxismo es para
nosotros teoría históricamente invariante, así como
su programa emancipador general, conforme al cual el partido lucha en
la
contingencia histórica con los medios que encuentra a su alcance
por la perspectiva de la dictadura proletaria y de la sociedad
comunista
de mañana.
EL PARTIDO DE CLASE
La rebelión de la pequeña burguesía, a veces machacada por la grande, ha generado siempre formas de oposición, impotentes por la determinación histórica, que a menudo se han ocultado y expresado con ropajes y acentos ’revolucionarios’ o incluso ’comunistas’: desde los anarquistas y proudhonistas hasta los sesenta y ochistas y los brigadistas. Contra esta raza multiforme los verdaderos comunistas han afirmado muchas veces que fuera del proletariado, de su programa, de su partido, de su revolución y dictadura de clase no es factible negación alguna de la sociedad presente. Al utopismo – aquel originario que fue superado por el marxismo a mediados del siglo pasado con la evolución del comunismo desde la utopía a la ciencia – se siguen remitiendo las diversas ideologías actuales, que el marxismo ha liquidado tanto en el terreno práctico como en el teórico, utópicas expresiones de las ilusiones – o de las desesperanzas – de la pequeña burguesía.
A los mitos burgueses del individuo consciente y de la espontaneidad de las masas, el marxismo ha opuesto siempre la necesidad del partido, de un órgano constituido en torno a su programa, con el cual los militantes se identifican. Sujetos políticos de forma partido surgen para dirigir la lucha de la clase burguesa en sus experiencias revolucionarias de los siglos pasados; desde aquella fase el proletariado expresa la necesidad de disponer de su partido, distinto del de las otras clases, aún cuando esos sean todavía revolucionarios. Con la llegada de la sociedad capitalista nace la clase proletaria. Con la aparición creciente de ésta la burguesía comprende que sus propias ideas iluminadas de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" no eran más que idealización de su propio papel revolucionario, utopía que debía chocar con la realidad de las cosas. La pobreza del proletariado se había hecho muy visible a toda la sociedad, pero se convirtió en amenaza sólo cuando alzó la cabeza y descendió a las plazas a desafiar al capitalismo y a los esbirros que los defendían.
Una serie de derrotas confirmó al proletariado la necesidad de un partido que guiase sus luchas con una conciencia más amplia. El Manifiesto del Partido Comunista, publicado en 1848, respondía precisamente a la necesidad impelente del proletariado de dotarse de un partido y de un programa. Desde el subsuelo material del joven y ya catastrófico capitalismo y de las experiencias de las luchas proletarias contra él, irrumpe la Crítica de clase, consolidada en la doctrina marxista, arrojando un nuevo haz de luz sobre todo el arco histórico que culmina e – por previsión científica – en aquel Comunismo que el capitalismo mismo prepara. "El partido es necesario para la victoria revolucionaria en cuanto es necesario que mucho antes una minoría del proletariado comience a gritar incesantemente al resto que necesita armarse para el choque supremo, armándose ella misma e instruyéndose en la lucha que será inevitable" ("La Táctica de la Internacional Comunista, ’Ordine Nuovo’, 1922, en ’Comunismo’, números 8-9) O bien el viejo Engels: "El proletariado llega a ser una potencia desde el momento en que se forma un partido obrero autónomo, y existe por esta razón la potencia con la que ajustar cuentas" (La cuestión militar y el partido obrero alemán, 1865, Obras, vol. XX, pág. 67).
"El partido es la organización consciente necesaria para el traspaso
de la especie humana de su prehistoria a la afirmación del hombre
social. Solamente en el partido se accede a la conciencia humana, es
decir
a todo el recorrido humano desde que surge hasta su llegada al
comunismo".
(Comunismo y centralismo orgánico, en ’Comunismo’ nº 13/1983).
Fuera de la unión militante del Partido no es posible para los
individuos
comprender plenamente el dialéctico devenir social, comprensión
que implica el sentirse parte de un recorrido de especie y batirse por
él.
EL PARTIDO Y LAS MASAS OBRERAS
No es propio del marxismo mantener como indispensable para la revolución tener a las "masas" encuadradas en las filas del partido. Nuestras Tesis de Florencia de 1951 afirman: "El partido no sólo no comprende en sus filas a todos los individuos que componen la clase obrera, ni siquiera a la mayoría, sino a una minoría que adquiere la preparación y la madurez colectiva teórica y de acción correspondiente a la visión general y final del movimiento histórico, en todo el mundo y en todo el curso que va desde la formación del proletariado hasta su victoria revolucionaria". Esta minoría de revolucionarios, educados en el partido en la lucha social, deberá estar en condiciones de influir de manera determinante en la dirección de las luchas proletarias por medio de la conquista de los órganos sindicales a nuestras posiciones y por medio del desenmascaramiento constante de las tesis oportunistas de nuestros falsos amigos.
El oportunismo acecha constantemente entre las filas proletarias incluso en los momentos en que el proletariado es particularmente fuerte. La tarea de desenmascarar las ilusiones que los oportunistas actualmente lanzan a la cara al proletariado es una constante para el Partido de la Revolución. Lenin individualiza precisamente en eso la característica esencial del Partido. Obviamente el único medio que el Partido tiene para hacer esto es la defensa intransigente de su doctrina. Decía Lenin: ""No basta llamarse vanguardia, destacamento avanzado; es necesario también actuar de modo que todos los otros destacamentos vean y estén obligados a reconocer que nosotros estamos a la cabeza". (¿Qué hacer?) El Partido debe buscar constantemente el contacto con la clase obrera. Los militantes del Partido deben saber dar a los proletarios perspectivas y directrices claras para sus luchas sindicales defensivas.
El partido no tiene instrumentos para hacer crecer el número de sus militantes obreros: somos conscientes de que nuevas filas proletarias llegarán al partido cuando la situación social las empuje de un solo golpe hacia el camino enunciado por nosotros, después de que los proletarios hayan aprendido nuevamente las lecciones oportunas, que les habrán hecho comprender que no deben fiarse de los falsos revolucionarios. Lenin decía además: "Nuestra obligación más imperiosa consiste en contribuir a la formación de obreros revolucionarios, que, en lo que respecta a la actividad del partido estén al mismo nivel que los revolucionarios intelectuales (subrayamos: en cuanto respecta a la actividad del partido, porque en los otros campos no es para los obreros ni tan fácil ni tan urgente alcanzar tal nivel, aunque sea necesario). Nosotros trabajamos sobre todo para elevar a los obreros a nivel de revolucionarios, y no para bajar nosotros al nivel de la masa obrera" (¿Qué Hacer?)
Lenin rompió con todo tipo de activismo desenfrenado para hacer prosélitos siempre y en todas partes. No es casual, ciertamente, que el partido disponga hoy de escasos lazos organizativos con la clase obrera. El Partido bolchevique era antes de 1917 una reducida minoría que recogió sin embargo en torno a sí a innumerables militantes en el momento del choque revolucionario. El proletariado volverá a su partido sólo tras otra serie de experiencias y también de derrotas que le permitirán comprender que sólo el partido comunista está en condiciones de defenderlo hasta el final y de proporcionales las armas para conquistar el mundo entero.
"El partido debe presentarse siempre a los ojos de las masas proletarias como opuesto a todos los otros partidos políticos y al Estado, demostrando al proletariado en la práctica, en el curso de la acción, la necesidad de abrazar los métodos revolucionario de lucha y desvalorizar cualquier recurso a movimientos y acciones que se planteen sobre el plano de las instituciones presentes y tiendan a demostrar a las masas que la resolución de sus problemas, pequeños o grandes, inmediatos o generales, es imposible por vía pacífica y legal, sin hacer topar la fuerza organizada del proletariado contra el conjunto de instituciones legales" (El Partido comunista en la tradición de la Izquierda). El Partido Comunista organiza sus propios grupos externos exclusivamente entre las filas de los proletarios en lucha. El Partido no invita a los trabajadores a apoyar luchas que no sean de tipo proletario y que no planteen reivindicaciones proletarias.
El fin del Partido es la Revolución, que será la única
que liberará de las cadenas a la humanidad entera. El proletariado,
que representa solo una parte de la humanidad, es sin embargo la única
clase en condiciones de combatir por la Revolución, por tanto en
este sentido el proletariado es el medio para la emancipación humana.
CONTINUIDAD DEL PROGRAMA,
RUPTURA HISTÓRICA DEL ÓRGANO PARTIDO
Hablamos de partido entendiendo el mismo partido, desde 1848 a hoy, refiriéndonos al partido en sentido histórico general, es decir al hilo continuo (que nosotros sabemos reconocer) de sus fines inmutables y de su invariable doctrina desde 1848 a nuestros días. Sobre la continuidad de pensamiento y de batalla se insertan sin contradicciones (usamos los nombres en sentido impersonal) Marx y Engels, Lenin y la Izquierda. Por partido formal se entiende en cambio la organización viva que en un momento dado es la depositaria de la doctrina del partido histórico y que realmente actúa. El partido formal puede degenerar, y de ello tenemos en la historia numerosos ejemplos; la doctrina ha sido entonces recuperada por una fracción del mismo o por una derivación suya. El Partido Comunista de Italia, nacido en Livorno en 1921, degeneró a los pocos años en el oportunismo estalinista. La Izquierda Comunista recuperó entonces la herencia del partido histórico y todavía hoy la defiende mediante nuestro partido Internacional.
"Para la victoria será necesario tener un partido que merezca al mismo tiempo la calificación de partido histórico y de partido formal, es decir, que se resuelva en la realidad de la acción y de la historia la contradicción aparente – que ha dominado un largo y difícil pasado – entre partido histórico, por tanto en cuanto al contenido (programa histórico invariante), y partido contingente, es decir en cuanto a la forma, que actúa como fuerza y praxis física de una parte del proletariado en lucha"(La actividad orgánica del partido en situaciones desfavorables, ’El Programma Comunista’ n. 2/1965). Mas aún: "El esfuerzo de los marxistas de izquierda es obrar sobre la curva quebrada de los partidos contingentes para reconducirla a la curva continua y armónica del partido histórico" (Tesis de Nápoles, ’Il Programma Comunista’ n.14/1965).
La historia del movimiento comunista es la historia de continuas transformaciones formales del partido histórico. Este ha tenido principalmente tres fases de ascenso y declive:
En 1864 se fundó la Primera Internacional: la línea marxista resultó vencedora en los primeros años sobre los diversos oportunismos como proudhonismo, sindicalismo o anarquismo. Tras la derrota de 1871 en París y las represiones consiguientes, el partido formal se debilitó un poco. La derrota no impidió a Marx y Engels continuar la batalla en el plano de la polémica con los enemigos y por la clarificación de la teoría.
En 1889 la reanudación del movimiento proletario determinó la fundación de la Segunda Internacional, entre cuyos inspiradores estaba Engels. En los primeros años de su historia el programa se aplicó y confirmó, pero en poco tiempo intentaron corromperlo con las tesis contrarrevolucionarias de Berstein, según las cuales ’el movimiento es todo, el fin no es nada’, y con tesis que consideraban la posibilidad de
un traspaso al socialismo por vía gradual e incruenta. La degeneración definitiva se dio en 1914 tras la explosión del primer conflicto mundial con la sumisión abierta de los socialistas europeos a la carnicería burguesa.
Tras la victoria revolucionaria de 1917, los bolcheviques unieron las fuerzas genuinamente revolucionarias de Europa en la Tercera Internacional. El momento, particularmente favorable para el comunismo revolucionario fue muy pronto aniquilado por la derrota de la revolución en Europa. Una de las consecuencias principales de esto es la degeneración del Partido bolchevique de Rusia en el fenómeno llamado estalinismo y la degeneración al mismo tiempo de todos los partidos comunistas europeos. La única oposición al estalinismo en el sentido del marxismo y del proletariado revolucionario fue la Izquierda Comunista que asumió el papel de depositaria del partido histórico y de su defensora.
Las vicisitudes y las crisis de las tres Internacionales son, no el
resultado de luchas contingentes del partido sino el reflejo de
acontecimientos
históricos colosales y fértiles de enseñanzas irreversibles
para la causa revolucionaria; atan para siempre los cabos sueltos en el
camino
de la emancipación proletaria.
NUESTRO PARTIDO
A estas tres fases históricas de desarrollo/ degeneración del órgano partido no se las puede proteger de las numerosas deserciones – no merecen llamarse ’escisiones’ – del surco marcado, sufridas por el movimiento en el arco de esta posguerra. En la doctrina y en la vida del partido comunista no se plantean ya más cuestiones políticas, sino solamente problemas de debilidades personales, fácilmente difundibles en períodos contrarrevolucionarios por la dureza del choque con las fuerzas enemigas. Estos abandonos, por su naturaleza, se desarrollan ’al nivel de las gallinas’, si bien pueden haber influido – quizás con resultados nefastos – sobre la posibilidad de reorientarse del proletariado mundial.
La línea intransigente marxista se identificó, desde 1943 a 1952, con el Partido Comunista Internacionalista, con la cabecera ’Prometeo’ y ’Battaglia comunista’. Quien no aceptó la necesidad de fijar rigurosamente las bases de la táctica e interponerse al activismo sin principios, se fue y se hizo inevitable que el partido se diese la nueva cabecera ’Il Programma Comunista’ y el nombre de ’Partido Comunista Internacional’. El trabajo desarrollado por el partido sobre ’Programma’ fue profundizar continuamente sobre las bases revolucionarias y de actividad de propaganda y de organización sindical entre las filas proletarias. Las llamadas Tesis de Nápoles y Tesis de Milán, de 1965 y 1966 respectivamente, remachan el papel del Partido y los caracteres de su estructura interna. Frente a esta clara reproposición de viejas tesis, algunos elementos decidieron tomar caminos distintos.
El Partido continuó su serio trabajo de sistematización de la doctrina. Si embargo, tras pocos años, no pocos militantes menos sólidos, reaccionaron mal ante el inacabable alboroto estudiantil y pequeño burgués a finales de los 60 y principio de los 70, en la ilusión oportunista de reclutar elementos espurios segando las espigas cortantes de nuestros principios. Este último abandono fue particularmente dañino para la organización porque el mismo centro dirigente se vio afectado.
La acusación que se nos hizo fue la de ’activismo’, del cual, como los hechos demostraron después, era de lo que el partido se estaba defendiendo. Entendemos por activismo no un exceso de actividad banal, sino una actividad en contraste con nuestro programa. Es una forma de oportunismo que ha provocado la degeneración definitiva del partido: un ejemplo es la misma Tercera Internacional que, por temor de no llegar numéricamente fuerte al choque revolucionario y por mantener a toda costa su actividad práctica entre las masas, bajó hasta comprometer sus principios. Corresponde al concepto falso de que la voluntad puede todo, más propio del anarquismo que del comunismo revolucionario.
Escribíamos en 1947: "Característica de la táctica oportunista había sido el sacrificio de la victoria final y total a los éxitos contingentes parciales, la táctica del frente único se reveló también oportunista, precisamente porque también ella sacrificaba la garantía primera e insustituible de la victoria total y final – la capacidad revolucionaria del partido de clase – a la acción contingente que habría debido asegurar ventajas momentáneas y parciales al proletariado" (Naturaleza, función y táctica del partido revolucionario de la clase obrera, ’Prometeo’, n.7 1947).
Aun así el trabajo coherente y sistemático del Partido
jamás cesó, expresándose desde 1974 con la cabecera
’Il Partito comunista’, fortalecido en 1979 por ’Comunismo’ y
posteriormente
por otros órganos en otras lenguas.
LA MILICIA COMUNISTA
Una de las herejías oportunistas más difundidas – clasificada con las variantes de ’obrerismo’, ’laborismo’, ’espontaneismo’ – mantiene que el partido es proletario y comunista si está constituido por miembros, individuos de la clase proletaria. En realidad, el partido se define por su programa y no por su constitución social: basta con que sus militantes se adhieran al programa que expresa la defensa exclusiva de la clase obrera, su emancipación a través de la Revolución política, su negación final como clase de asalariados. Es posible que en determinados períodos se entregue a esta tarea un mayor número de militantes de origen burgués que de origen proletario. Lenin decía: "Es necesario un órgano de revolucionarios de profesión. Estudiantes u obreros poco importa, si saben hacer de sí mismos revolucionarios de profesión" (¿Qué hacer?). Se puede recordar entre otras cosas que los máximos maestros y combatientes del comunismo revolucionario, como Marx, Engels y Lenin, eran en realidad de extracción muy distinta a la proletaria, burgueses que desertaron de las filas de su propia clase.
¿Qué es lo que mueve a un individuo hacia la militancia en el Partido Comunista? Como cualquier otro fenómeno también este se inserta en el amplio campo del determinismo económico y de la objetividad social. "Son fuerzas históricas, sociales y materiales que empujan a los individuos a adherirse al partido, a aceptar, como hemos dicho siempre, este bloque unívoco de teoría y acción que constituye el partido, incluso sin haber leído nunca un texto de Marx y de Lenin". Y aún mas: "Para adherirse al partido se requieren otras características que no son la cultura marxista y el conocimiento individual de nuestra doctrina; se requieren dotes que Lenin llamó coraje, abnegación, heroísmo, voluntad de combatir; es por verificar estas cualidades por lo que se diferencia entre el simpatizante o candidato y el militante, el soldado activo del ejército revolucionario; no ciertamente porque el simpatizante no sabe todavía mientras que el militante posee los conocimientos. Si fuese así caería toda la concepción marxista, porque el partido comunista es aquel organismo que debe, en los momentos de la reanudación revolucionaria, organizar en su seno a millones de hombres que no tendrán ni tiempo, ni necesidad de hacer cursos de marxismo ni siquiera acelerados y se adherirán a nosotros no porque sepan, sino porque sientan ’por vía instintiva y espontánea’ y sin el mínimo curso de estudios que pueda imitar cualificaciones escolásticas. Y sería estúpido, además de antimarxista, sostener que a los últimos que llegan los usaremos como ’base’ y que los dirigentes serán los que han tenido tiempo de aprender y de ’prepararse’. Se nos prepara de una sola forma: participando en el trabajo colectivo del partido. Y el militante del partido es para nosotros no el que conoce la doctrina y el programa, sino quien ha sabido olvidar, renegar, sacarse de la mente y del corazón la clasificación en que lo inscribe el anágrafe de esta sociedad en putrefacción, y ve y se confunde a sí mismo en todo el arco milenario que liga al ancestral hombre de la tribu que luchaba contra las fieras al miembro de la comunidad futura, fraterna en la armonía alegre del hombre social" (El Partido Comunista en la Tradición de la Izquierda, 1974).
Sólo el Partido puede considerarse órgano consciente en condiciones de poder actuar en el mundo que lo rodea, con límites obvios. El militante como individuo no es consciente por sí mismo, sino en cuanto célula del órgano partido. La ciencia que el Partido posee y maneja, que permea en los propios militantes, en la línea de principio sin excluir a ninguno, es ciencia de la sociedad humana pasada y futura, de los medios dictatoriales para conseguirla, del comunismo final. Solamente se puede decir que se ofrece a la militancia quien ha tenido la posibilidad, la determinación y la fuerza de hacer emerger y afirmar sus propios sentimientos y la propia necesidad del comunismo. Se llega a ser un combatiente consciente cuando se encuadra en el partido comunista. El número de estas adhesiones al partido no está relacionado con el carácter psicológico del individuo, sino que ambos son determinados por factores generales de alcance muy amplio.
No solo por el programa se distingue al partido formal comunista de los otros partidos. Su funcionamiento interno y el modelo de relación entre militantes tienden a prefigurar una anticipación de la futura sociedad sin clases y sin Estado. Los militantes deben sentir que en el partido comunista es posible realizar un ambiente irreductiblemente antiburgués, que tiende ya en el interior de la sociedad presente, a escapar a su individualismo y a sus relaciones mercantilistas. Escribíamos hace algunos años: "Es falsa la imagen de que el partido sea total y solamente racionalidad, ciencia militante, frío órgano social, como si fuese una máquina. Incluso en el partido la racionalidad, la ciencia no es de los individuos, sino del cuerpo total de la clase, entendida por marxistas, condensada en textos y tesis que ha perdurado siglos y generaciones. Y ciencia y racionalidad no existirían sin los empujes determinados por la pasión, por el sentimiento. Sin instinto, confianza, sentimiento, no existe inversión de la praxis. No existe la ciencia por la ciencia, el marxismo por el marxismo, el partido por el partido. Marxismo y partido son armas y órgano de la última clase revolucionaria de la historia, el proletariado" (’El Partido Comunista, n.68,69 y 71/1980)
De esto resulta que: "La cooperación humana y fraterna entre
todos los militantes sin distinción alguna, mas que expresar blandura
de idealistas es la expresión del partido en cuanto órgano
humano y proviene de las generosas comunidades primitivas que con su
alegre
y fraterna cooperación dejaron el signo indeleble de que el hombre
ha nacido comunista y que sólo reconquistando esta esencia suya
podrá finalmente reconocerse como humano" (’Comunismo y centralismo
orgánico’, Comunismo n.13/1983). Es indiscutible que la solidaridad
fraterna que se instaura espontáneamente entre compañeros
comunistas – de la que la moribunda burguesía se burla – constituye
un potente factor material de fuerza, totalmente inaccesible a
nuestros
enemigos.
FALSA ALTERNATIVA DEMOCRACIA/AUTORIDAD EN EL PARTIDO
En 1920 la Izquierda comunista propuso sustituir el término centralismo democrático, adoptado por la segunda y tercera internacionales, por el de centralismo orgánico. Marxismo y principio democrático, especialmente en el partido, son obviamente incompatibles desde siempre. La Izquierda sin embargo proponía superar en nuestros métodos incluso el mecanismo, que había sido usado, sin hacer un fetiche de él, para tomar las decisiones corrientes sobre cuestiones que no eran de principio. Aceptar el término centralismo democrático podía hacer pensar que el Partido no poseía todavía una doctrina única y bien definida – que sin embargo ya lo precede – reflejo del desarrollo en su interior de un choque entre diversas concepciones política debidas a intereses de clase divergentes. En este sentido la Izquierda comunista juzgó perjudicial, en los años 20 y después, la búsqueda de la política justa en la consulta aritmética de la base y en el juego electoral interno basado en la lucha de fracciones.
"El nexo entre la base del partido y el centro deviene una forma dialéctica. Si el partido ejercita la dictadura de la clase en el Estado, y contra las clases contra las que el Estado actúa, no es dictadura del centro del partido sobre la base. La dictadura no se niega con una democracia mecánica interna formal, sino con el respeto de los nexos dialécticos" (Rusia en la gran revolución y en la sociedad contemporánea, ’Il Programma comunista’, n.12-14/1956). Y añade: "El partido no puede existir si se admite que sus diferentes partes puedan obrar cada una por su cuenta. Ninguna autonomía de las organizaciones locales en el método político. Estas son viejas luchas que ya se produjeron en el seno de los partidos de la Segunda Internacional, por ejemplo contra la autodecisión del grupo parlamentario del partido en su maniobra, contra el caso por caso para las secciones locales o las federaciones, en los ayuntamientos y en las provincias, contra la acción caso por caso de los miembros del partido en las distintas organizaciones económicas".
El Partido de hoy ha seleccionado ya, además de una doctrina única con un fin único, también una único conjunto de posibilidades tácticas: esto, salvo que existan estados gravemente patológicos, le permiten, además de prever las grandes líneas de desarrollo de los acontecimientos, conducir toda su lucha según un plan anticipadamente previsto y conocido, sin tener que reencontrar el hilo ante una novedad de última hora, y sin la necesidad de consultar no solo a la base sino ni siquiera al vértice. El concepto de centralismo orgánico es el que mejor responde al funcionamiento necesario del partido comunista: en este se refuerza el debido centralismo de las elecciones y de las acciones, que al mismo tiempo, no son elecciones arbitrarias de cualquier vértice, sino emanación del órgano entero del partido en su tensión para explicar el programa histórico. El centro de un buen partido marxista no tomará jamás decisiones que sean inesperadas o incomprensibles para la base.
En la concepción burguesa, en cambio, el jefe elegido es el individuo que elabora y decide por la base y es tanto más apreciado cuanto más cambia la ’línea’ día a día. La única garantía está por lo tanto en la capacidad y en la fidelidad del jefe: de aquí la necesaria e inevitable mistificación de la figura del líder, transfer personalista con el cual se busca encantar y engañar a millones de proletarios y mandarles al matadero. No es así en el Partido. "Existen en el partido jerarquías y jefes; se trata de instrumentos técnicos que no pueden faltar en él, porque su acción debe ser en todo momento unitaria y centralizada, debe responder al máximo de eficiencia y de disciplina. Pero estos órganos del partido no deciden la dirección de la acción partiendo de su cabeza más o menos genial, sino que deben someterse también ellos a decisiones que ha tomado sobre todo la historia y que son patrimonio colectivo e impersonal del órgano partido" (El Partido comunista en la tradición de la Izquierda).
Es por esto por lo que afirmamos que la presencia del fraccionismo en el Partido no es su condición normal sino efecto de una grave crisis. Por otro lado, no es un remedio para ésta, la intervención represiva por parte del centro dirigente. La Izquierda condenó a la dirección de la Tercera Internacional por el hecho de que esta última pensara resolver los problemas internos a través de las marginaciones, expulsiones o lo que es aún peor, los actos intimidatorios, convirtiendo en regla los procesos perpetrados por el centro a los militantes. "Un partido crece y se refuerza por la dinámica de la lucha de clase en general y de su propia participación en ella en particular; se crea, sin prefigurarlos, sus instrumentos de batalla, sus órganos, a todos los niveles; no tiene necesidad – si no es en casos patológicos excepcionales – de expulsar tras un proceso regular a quien no se siente más capaz de seguir la vía común e inmutable porque debe estar en condiciones de eliminarlo de su propio seno como un organismo sano elimina espontáneamente a sus propios males" (Prefacio a las Tesis después de 1945, ’En defensa de la continuidad del programa comunista).
Ya que es evidente que los individuos o los grupos pueden no aceptar siempre las órdenes del centro alejándose del partido, el militante comunista se conformará con las órdenes si está convencido de que estas son coherentes con los principios y el fin. ’Los comunistas esperan órdenes’: significa que los comunistas no son aquellos a quienes las jerarquías llaman periódicamente para debatir y ’votar’, sino quienes se encuadran – quieren estar encuadrados, lo pretenden – para la batalla de clase. Disciplina y obediencia absoluta son espontáneamente ofrecidas por el neófito que pone sus fuerzas a disposición del partido, pero se basan en la batalla común y constante de los militantes que, en el fuego de la lucha social, cotejan constantemente la coherencia de los medios con los fines proclamados. Disciplina por tanto, auqella disciplina total que se pide a un soldado de un ejército, con la diferencia sustancial de que un recluta en el ejército burgués deberá aceptar ciegamente cualquier orden, incluida la de disparar a sus hermanos de clase, mientras el militante de nuestro ejército conoce el plan general de la batalla y cual es el frente enemigo.
Anárquicos y demócratas nos acusan desde siempre de ser
’autoritarios’, también en el partido. Por nuestra parte ponemos
en el mismo saco y desconfiamos tanto de la ’libertad de crítica’
como del autoritarismo personalista y de la adoración hacia los
jefes.
EL PARTIDO Y SUS MILITANTES
"Al hombre en sus albores le esperaba la doble tarea de organizar su supervivencia elemental y su defensa de todo lo hostil que le llegaba del exterior, y le bastó expresar sus necesidades naturales y su esencia humana natural para organizarse de forma comunista, desarrollando la máxima cooperación fraterna y el máximo centralismo para el desarrollo de las funciones orgánicas necesarias para la supervivencia del grupo, donde no hay distinción entre el esfuerzo y la necesidad de uno y otro" (Comunismo y centralismo orgánico, en ’Comunismo’, n.13). En el centralismo orgánico está englobada completamente tanto la objetividad del comunismo primitivo como la del comunismo futuro.
Fundándose el partido sobre la necesidad de una sociedad que reencuentra su unidad orgánica, en él tiende a recomponerse la ruptura milenaria individuo/especie, en un ambiente no mercantil libre del carrerismo burgués. Entre el criterio de los militantes individuales – que es exaltado y no humillado – y la opinión colectiva del partido se establece un nexo dialéctico irrompible, de naturaleza netamente post-individual. Suscitaría hilaridad en nuestras filas, ver ’firmados’ en la prensa los artículos o los informes de reuniones ’atribuidos’ a un nombre, esto es así en tanto que no son fruto de un individuo iluminado sino de una escuela, que es continua desde hace mucho tiempo, de pensamiento y de acción.
El balance del individuo es siempre negativo. Decíamos en 1953: "En lo que sea prácticamente posible, suprimamos no a los hombres, sino al Hombre con un determinado nombre y con un curriculum vitae determinado. Sé la respuesta que sugestiona fácilmente a los compañeros ingenuos. Lenin. Bien, es cierto que después de 1917, ganamos muchos militantes para la lucha revolucionaria porque se convencieron de que
Lenin había sabido hacer e hizo la revolución: vinieron,
lucharon y después profundizaron mejor nuestro programa. Con este
expediente se movieron proletarios y masas enteras que tal vez se
habrían
dormido. Lo admito. Pero ¿y después? Con el mismo nombre
se va haciendo reclutamiento para la total corrupción oportunista
de los proletarios: nos hemos quedado reducidos hasta el punto en que
la
vanguardia de la clase está muy por detrás de lo que estaba
en 1917, cuando muy pocos sabían este nombre". ’La marioneta en
la historia’, el Programma Comunista, n.7/1953). Y añade: "La mitología
sobre Lenin ha hecho un juego enorme al peor oportunismo, el más
reciente, al saber especular con una admiración justificadísima.
El mal ocasionado por el nombre de Lenin es más grande que el bien.
Por lo tanto, basta ya de nombres y de mitos hechos a base de nombres.
No está bien, en consecuencia, que los compañeros no sean
educados para comprender que no es un argumento decente el que dice:
Amadeo
piensa así. Si el centro es Perico de los palotes, no se obedece
cuando se piensa que es sano, sino que se obedece y punto. Esto es el
centralismo".
Los bandidos imperialistas se lanzan encarnizadamente sobre el cadáver yugoslavo como hienas enfurecidas, que no reparan con tal de obtener un bocado mayor.
Pero la crisis en los Balcanes no es más que la aproximación de la crisis más general del capitalismo mundial. Éste se demuestra impotente para desconjurarla precisamente porque está regulado por leyes económicas que alimentan y no amputan el cáncer que lo atenaza, la crisis general de superproducción: ningún nuevo orden, ninguna nueva repartición, incluso si respeta las cambiantes relaciones de fuerza, podrá eliminar la inmensa masa de capital que aplasta cada vez más la economía mundial.
La región balcánica es una zona que se ha saltado la fase histórica de la formación de los Estados nacionales; estirpes sin perspectiva histórica son desde hace tiempo el campo de acción del bandidaje internacional; las débiles pero muy ávidas burguesías locales sirven a los patrones de turno empleando todo tipo de medios en la repartición de la plusvalía extraída a la clase obrera.
La Europa de Yalta ha terminado con la caída de la Unión Soviética, las relaciones de fuerza sancionadas en la segunda guerra mundial mantienen hoy a duras penas un aspecto formal, garantizado por el extrapoder militar estadounidense. Entonces los USA detentaban más del 40% de la producción mundial de mercancías, hoy se ha reducido a la mitad, de la cual gran parte es absorbida por el mercado interno. Rusia, sobre la cual se basaba el condominio americano sobre Europa, está hoy fuera de juego, la crisis tremenda de su capitalismo de Estado le ha hecho retroceder enormemente. América para contener el nuevo empuje alemán debe hoy pasar del viejo padrino, y visto que es inutilizable, vale más arrancarlo lo más posible. Hoy América juega sola, sin aliados de rango, en todos los campos, donde puede poner el pie, siguiendo el viejo dicho de que quien antes llega mejor se aloja y más difícilmente se va.
El imperialismo alemán, que salió derrotado en la segunda guerra está nuevamente en escena. Su milagro económico no tiene nada de milagroso teniendo el numeroso y disciplinado proletariado alemán, integrado por millones de inmigrantes, que han proporcionado sudor y sangre para los vertiginosos ciclos de acumulación del capital, sobre un terreno convertido en virgén por las destrucciones inmanentes. No son las fábricas, no son las maquinarias la verdadera potencia del capital, sino su capacidad de tener a la humanidad esclava del salario; es el trabajo asalariado la fuente de plusvalía a poner en manos de la divinidad del capital.
La penetración del imperialismo alemán en los Balcanes es nuevamente fuerte y vigorosa, ocupa el primer puesto en exportador de mercancías en todos los países excepto en Eslovenia, donde sin embargo figura Austria en primer lugar, que puede considerarse un apéndice alemán, y en Bulgaria donde la presencia rusa, ligada a los tráficos sobre el mar Negro de materias primas, es todavía dominante. En segunda posición en cuanto a exportaciones, excepto la República Checa y Hungría, encontramos a Italia. Los Estados Unidos ocupan posiciones marginales. También en el campo de las inversiones directas Alemania tiene un papel protagonista, Italia retoza en posiciones de cola mientras los USA conquistan el segundo lugar, con progresión durante años.
La presencia política de Alemania en el área está destinada inevitablemente a crecer, pero debe encontrarse en primer lugar con el gendarme del orden imperialista constituído, los Estados Unidos de América y en segundo lugar debe liberarse de la pesada carga ideológica de nación derrotada, ’culpable’ de haber desencadenado el segundo conflicto mundial. No por casualidad la diplomacia alemana se mueve con determinación pero sin la vulgaridad de sus colegas europeos, franceses sobre todo: demasiado alboroto supondría un contragolpe en su política interior, despertando al proletariado que, recordando la carnicería pasada, podría reemprender el camino del antimilitarismo clasista.
La crisis de los Balcanes hoy se traslada de Bosnia a Kosovo. Es cierto que el estado de crisis en la región se ampliará hasta el ajuste de cuentas final: o en el sentido burgués, con una nueva guerra imperialista, o en el sentido proletario con la revolución comunista.
Con los acuerdos de Dayton la diplomacia americana había sellado su propio éxito: Croacia quedaría en una órbita no alemana sino americana, mientras que en Bosnia se instauraría de hecho un protectorado militar. La estrategia americana, desaparecido el padrino ruso, tiende, para tener lejos al rival alemán, a crear por todas partes relaciones bilaterales, involucrando incluso, tras una adecuada compensación, algún fiel (depende de la compensación) aliado. Albania es un ejemplo de ello: Italia juega el papel de primera dama, pero el placet viene del otro lado del océano; la burguesía italiana se muestra valiente en las relaciones, pero debe depender de USA en todo lo que respecta a la fuerza militar.
Serbia representa la pieza importante, si no la fundamental en los delicados equilibrios balcánicos. En el choque de todos contra todos, todos los imperialismos están contra Serbia, no porque quieran su desaparición, sino porque cada uno busca hacerla pasar bajo su influencia, o para impedir que pase bajo la de los demás.
Rusia, tradicional padrino del país, ve sus posiciones de renta disminuir lentamente, el apoyo militar que podría proporcionar es bien poca cosa contra Italia y Alemania que reivindican su papel autónomo fuerte por las inversiones hechas; Francia, como es tradicional, apoya el orden establecido, recompensada por un pedazo del patrimonio estatal en subasta.
Los Estados Unidos deben mantener su puesto de patrón indiscutible, aunque es posible que en esta ocasión no consigan completamente su objetivo. En primer lugar los USA se encuentran frente a un estado serbio entrenado en el ejercicio del poder durante más de 50 años, por mandato ruso-americano tras los acuerdos de Yalta, rigiendo los destinos de Yugoslavia en clara función anticroata y antieslovena, incluidas históricamente dentro del area de influencia alemana.
La estrategia militar a base de bombardeos estratégicos, en segundo lugar, es poco creible si no va ligada a un despliegue masivo de fuerzas. Los bombardeos podrían hacer vacilar o incluso hacer caer al régimen actual, pero aparecería inmediatamente otro de características similares que garantice la estabilidad en la región, y sobre todo el dominio del capital sobre el proletariado. La administración estadounidense ha alentado a la ’oposición’ dentro de Serbia, y un ejemplo de ello es el millonario serbo-americano Panic, pero muy difícilmente podría tomar las riendas del poder en una nación humillada y peor aún en pleno fermento social.
El hundimiento total de Serbia pondría en movimiento fuerzas hoy imprevisibles dentro de un complejo juego de equilibrios. Desde Macedonia a Montenegro, desde Bosnia a Kosovo, sin excluir a Hungría y Bulgaria, se entraría en una espiral de guerra.
El bombardeo por tanto es insuficiente y peligroso, una ocupación militar sería necesaria pero está en duda si el potencial bélico americano puede permitirse el coste de la operación (al menos 40.000 hombres) y reclutar del mercado de siervos fieles las tropas complementarias necesarias. Además seguiría el enorme riesgo de ver a las tropas envueltas en una guerra de guerrillas, algo peligroso desde el punto de vista social en Yugoslavia y Europa.
En Kosovo la larga mano del imperialismo ha avivado el fuego para ejercer una presión sobre Serbia y obligarla a elegir un nuevo protector, aprovechando el hecho de que en toda la región balcánica la crisis económica ha reabierto heridas nunca cerradas, viejos conflictos entre comunidades, y sobre todo ha empeorado las condiciones de vida del proletariado.
Un irredentismo gran-albanés no ha existido nunca, desde Diocleciano en adelante los pueblos ilirios nunca han sentido la necesidad de dotarse de una entidad definida. El capitalismo ha abierto una brecha en la región de manera exógena y la formación de un estado nacional en sentido revolucionario, que rompiese las antihistóricas, respecto al modo de producción capitalista, barreras feudales no ha existido nunca. Las estirpes albanesas, como otras de la región, no tienen perspectiva histórica, y vagan manejadas por este o aquel imperialismo sin poder plantear la resolución nacional de su atraso.
Kosovo, habitado de manera creciente por albaneses, representa una nacionalidad oprimida por un imperialismo de segundo orden como es el serbio. Pero que quede claro que los residuos de cuestiones nacionales en Europa son ya irresolubles y, como han demostrado dos guerras mundiales, cualquier desviación de la vía de la revolución comunista, desplazada por el apoyo proletario a las causas de las nacionalidades oprimidas, es una traición tanto a estas como a la causa proletaria pura. Desde siempre todas las burguesías han intentado desviar, con la complicidad del oportunismo, cualquier movimiento proletario hacia reivindicaciones interclasistas, hacia la unión sagrada, hacia desmentidas reivindicaciones patrióticas y nacionalistas.
El fermento social, que entre altibajos, continúa en Kosovo desde hace al menos veinte años ha sido utilizado recientemente por los bandidos imperialistas. Medios económicos, armas, uniformes, mercenarios y una fuerte propaganda en los medios de información han transformado el malestar social en un instrumento de la política entre las potencias. Utilizamos el término malestar social porque seguramente éste es la resultante de fuerzas diversas, en primer lugar la proletaria.
Pero parece que la cuestión se les haya escapado de las manos a los imperialistas, los cuales tras atizar el incendio, intentan ahora controlarlo con dificultad. El último aspecto de las dificultades estadounidenses es una convergencia de intereses entre Francia, Alemania, Rusia e Italia, dispuestas a apoyar a una Serbia no humillada y sin que le sea amputado Kosovo.
Tras los acuerdos de octubre las potencias interesadas se habían repartido la tarea de verificar el cese del fuego. Un tropel de ’observadores’ desarmados (verdaderas y auténticas vanguardias de la intervención en el campo de batalla) se ha desparramado en la zona: americanos, italianos, rusos, alemanes y franceses. En la vecina Macedonia ha sido establecida una fuerza de ’socorro’ que debería asistir a los observadores si las cosas se ponen feas. Los mandos y la composición de las fuerzas revelan que América no juega un papel preponderante ya que cada imperialismo ha mantenido una cierta autonomía, y como todos los bandidos se ponen de acuerdo para poner la zancadilla a los demás.
Los kosovares, según los intereses del imperialismo son presentados como fieros guerreros que desafían todos los peligros por la causa de la libertad o bien, como ha sucedido en la prensa italiana, rebeldes armados a través del contrabando de armas. Añadamos otro pequeño inciso acerca de la propaganda aparecida en los medios de prensa italianos: todos los desesperados que desembarcan en las costas de Puglia serían kosovares, consecuencia inmediata de la guerra. Esto es una falsedad consciente ya que la frontera entre Kosovo y Albania es de acceso difícil y está completamente minada, y además son necesarios muchos días para atravesar las montañas que hay entre Kosovo y el Adriático. Está claro que las mentiras periodísticas sirven para preparar los ánimos a una no imposible intervención italiana, justificada con el ’problema de los prófugos’.
No sólo echa agua en el fuego la propaganda, ya que también se han adoptado otro tipo de medidas sobre el terreno: la agencia Reuters indica la presencia de convoyes de la policía serbia precedidos de jeeps americanos pintados de naranja, el color oficial de la misión de la OCSE. Todas las cancillerías habían alabado la moderación serbia condenando el ’terrorismo’ del ELK tras el secuestro de ocho policías serbios, violando los ’acuerdos’. Usar el término ’hacer prisioneros’ hubiese significado reconocer un papel equivalente entre el ELK y las fuerzas serbias.
La burguesía serbia, entre tantos protectores previos al ataque de la OTAN, intenta cumplir su papel de pequeño imperialismo llevando a cabo la masacre de Racak. En un contexto en el cual ningún imperialismo se presenta como capaz de dictar sus normas a los demás, el imperialismo serbio ha jugado su carta a través de masacres de civiles ante los ojos de todos. Las reacciones demuestran lo enredada que está la cuestión, la fetidez del gobierno de izquierda italiano y la mala posición de los americanos, cosa que ha aprovechado la burguesía serbia para llevar a cabo su política imperialista de segundo orden.
Los sucesivos debates acerca del proceso de paz se han celebrado en Europa, en concreto en París y no en Dayton. El ministro Dini ha sido muy explícito declarando a este respecto que, al estar Kosovo en Europa, sería Europa quien debería resolver el problema. La conferencia de paz en tierra francesa para la ’pacificación’ de la región de Kosovo, muestra lo veleidosas que son las ambiciones imperialistas de Europa que debe moverse unida a América. Los ataques de la OTAN a Serbia son la prueba de que los americanos no han sido capaces de atraerla totalmente bajo su órbita. Pero el peor papel en todo este asunto lo ha desempeñado la burguesía francesa cuyos periódicos hablaban de la posibilidad de que la matanza de civiles fuese obra del mismo ELK para obligar a la OTAN a intervenir. Esto tiene precedentes en Bosnia y en todas las guerras imperialistas, pero en esta ocasión las mismas autoridades serbias han reconocido su participación. El periódico ’comunista’ Il Manifesto demuestra bien para que sirven las decenas de miles de millones de financiación estatal, retomando a pies juntillas la tesis francesa: como se sabe la burguesía itálica pone el pie en tres zapatos, eligiendo el más cómodo en el mejor momento.
No podemos hacer previsiones acerca del equilibrio de fuerzas futuro en la región ya que la situación se mantiene muy fluida dentro de las líneas tendenciales. Los distintos imperialismos dan giros inesperados, mientras la propaganda alaba o condena a los carniceros según los intereses en juego.
La mayor incógnita es la de comprobar si el imperialismo europeo en su conjunto conseguirá expresar una posición antiamericana o se asistirá, como está sucediendo hasta ahora tras varias semanas de bombardeos sobre Yugoslavia, al reparto del territorio bajo la supervisión del gigante de ultramar.
La naturaleza del imperialismo sigue siendo la misma, dominio del capital sobre el proletariado, y unión de todas las burguesías a la menor amenaza de guerra social. Podría darse el caso de que después de establecerse una paz transitoria en la región, sea necesaria una intervención armada externa para imponer dicha paz, necesaria para que produzcan las instalaciones hidroeléctricas y se produzcan beneficios y plusvalía de las riquezas mineras.
Las recientes y vigorosas huelgas en la región balcánica,
que han comenzado con las luchas de los mineros rumanos, de la
industria
química en Bulgaria y de los ferroviarios en Macedonia demuestran
que el imperialismo y sus guerras están contra el proletariado y
su guerra de clase emancipadora.
De un organismo genuinamente imperialista y terrorista como es la OTAN se puede decir bastante, pero éste no es ahora nuestro objetivo, ya que se trata de adentrarnos muy ligeramente en la historia de su actual y satanizado enemigo, Serbia. La actual guerra imperialista que tiene como escenario la tantas veces atormentada tierra balcánica, nos sirve para retomar un episodio muy poco conocido pero de gran importancia para el proletariado mundial.
Nos encontramos en 1914. Como es sabido, tras el ultimatum de Austria a Serbia, comienzan las declaraciones oficiales de guerra. Los ejércitos de las potencias, grandes, medianas y pequeñas se movilizan. Y paralelamente el movimiento obrero y socialista va a sufrir una de las mayores debacles de su historia; no será la última. La mayoría de los grandes partidos socialistas apoya la guerra imperialista, provocando la inevitable escisión entre los partidarios del internacionalismo proletario y de la consigna de guerra a la guerra, y los defensores de la patria burguesa y del capitalismo nacional. El cretinismo parlamentario, consagrado como fin último por la maquinaria electoral de los partidos socialistas estaba dando sus frutos. La traición a los principios del socialismo y de la revolución social se había consumado.
Serbia, tras su victoria junto a Bulgaria en las guerras balcánicas de 1912 contra el despotismo y la opresión feudal turca, se convirtió en un país agredido por el imperialismo germánico. Las oleadas de patriotismo belicista fueron respondidas de modo internacionalista por el pequeño partido socialista serbio, pequeño númericamente pero grande en la defensa de los principios del socialismo. La defensa de estos principios básicos le costaría caro al partido serbio, que vería como era asesinado Dimitrije Tukovic, camarada que según la siempre elegante prosa de León Trotski se distinguió por ser: una de las más nobles y heroicas figuras del movimiento obrero de Serbia. Tukovic era el editor del órgano central del Partido Socialista de Serbia, Radnicke Novine (La Gaceta Obrera) y sus esfuerzos en pro de una Federación Socialista Balcánica se vieron truncados por su brutal asesinato.
Hoy el Partido Socialista de Serbia, heredero directo de la contrarrevolución estalinista y titista, no es más que el brazo ejecutor de la política expansionista de la burguesía serbia. La política que se personifica interesadamente con Milosevic no es precisamente la de Tukovic y sus camaradas, sino más bien la de sus asesinos. Creemos que nadie que no sea un imbécil o lo simule porque le pagan, se atrevería a comparar la política del partido de Milosevic con la del partido de Tukovic. Algo que estaría tan fuera de lugar como comparar a Lenin y los bolcheviques con un payaso como Ziuganov y lo que aún queda del partido estalinista ruso, aliado parlamentario de fascistas declarados y nacionalistas nostálgicos.
El contexto histórico actual no puede crear figuras de la talla
de Lenin, Luxemburg o Tukovic, expresión clara de un movimiento
obrero vivo y combatiente. Ellos no pueden volver pero o bien más
tarde o más temprano resurgirá su lucha, que es la nuestra,
o bien la clase obrera se verá empujada nuevamente hacia la matanza
mundial, de la cual la tragedia yugoslava constituye un terrible y
amenazador
prólogo.
Los niños ¿no trabajarán más? Esta pregunta es el título del enésimo artículo hipócrita publicado en el Global March, sobre la marcha contra el trabajo infantil dirigida por las ’Organizaciones no gubernamentales’ (así llamadas) de todo el mundo. Iniciada el 1ero de enero desde Asia, América Latina y África, tras haber atravesado más de 100 países abanderando un cartel, tomado como símbolo, que decía ’niños a la escuela, adultos al trabajo y explotadores a la cárcel’, ha llegado a Ginebra el 4 de junio para la apertura de la octogésima sexta conferencia internacional de la OIT, la agencia de las Naciones Unidas para el trabajo. "Los representantes de los 174 países presentes han votado unánimemente una ’Declaración Internacional de los principios y de los derechos sobre el trabajo’ a través de la cual se llegará el próximo año a la aprobación de una Convención Internacional. El objetivo es la eliminación del trabajo infantil partiendo de sus formas peores: el trabajo forzado, la esclavitud, la prostitución infantil, la pornografía, la producción y el tráfico de drogas, y toda forma de trabajo o de actividad que pueda dañar la salud, la seguridad o la moralidad de los niños. Pero las declaraciones, ya se sabe, no son vinculantes" (Voluntarios por el desarrollo, octubre 1998).
Nosotros sabemos con seguridad que bajo el dominio mundial de este sistema de producción, los niños han trabajado siempre y trabajarán más mañana, con o sin ’declaraciones vinculantes’ porque no se trata de buena o mala voluntad de algunos empresarios, de comportamiento civil o incivil de otros, sino de leyes inmanentes a la producción capitalista que la competencia y el mercado imponen, especialmente en períodos de crisis, para la supervivencia misma del sistema. Toda la historia moderna del trabajo nos enseña que el capitalismo – si no es obligado con la fuerza de la movilización permanente de la clase obrera – respeta solamente las leyes de su propio desarrollo.
El modo de producción capitalista "ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio (...) El proletariado, la clase de los obreros modernos, vive solamente si encuentra trabajo, y encuentra trabajo solo en tanto que su trabajo aumenta el capital. Estos obreros, que están obligados a venderse al minuto, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, y por esto están igualmente expuestos a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las oscilaciones del mercado (...) Cuanta menos habilidad y fuerza exige el trabajo manual, es decir cuanto más se desarrolla la industria moderna, tanto más es suplantado el trabajo de los hombres por el de las mujeres y los niños. Las diferencias de sexo y edad no tienen ya ningún valor social para la clase obrera. No son más que instrumentos de trabajo, cuyo costo varía según la edad y el sexo" (Manifiesto del Partido Comunista). Y aún, inequívoco: "El capital tiene un único impulso vital, el de valorizarse, generar plusvalía, absorber con su parte constante, con los medios de producción, la masa más grande de plusvalor posible. El capital es trabajo muerto que resucita, como un vampiro, solo chupando trabajo vivo, y tanto más vive cuanto más chupa". (Marx, El Capital, libro primero, cap. 8)
"Ciertamente, con el cambio de los países y de las épocas de la civilización también varía el carácter propio del trabajo medio simple, pero en una sociedad determinada este carácter está determinado. Un trabajo más complejo vale solamente como trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, de modo que una cantidad menor de trabajo complejo es igual a una cantidad mayor de trabajo simple. La experiencia enseña que esta reducción se da constantemente. Una mercancía puede ser el producto del trabajo más complejo de todos, pero su valor la equipara al producto de trabajo simple y representa por ello solo una determinada cantidad de trabajo simple" (El Capital, I, cap. 1).
Absorber el trabajo de los niños durante 10, 12, 15 y más horas al día es algo que siempre ha existido, y es todavía, estrechamente ventajoso, y esto nos dice también que nada nuevo ha cambiado en los últimos 150 años de civilizado desarrollo capitalista. La situación está extendida hasta un punto tal que las malsanas organizaciones pseudo humanitarias de la ONU han promovido sus hipócritas iniciativas de ’sensibilización de la opinión pública’, como si ésta última fuese la responsable y no el Capital. El fin real de tantas lamentaciones es evitar la movilización de clase, con la movilización ’de las conciencias’.
"Son 250 millones de niños con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años que trabajan en países en vías de desarrollo: una cifra redoblada respecto a las estimaciones precedentes. Es esta la denuncia contenida en un nuevo informe de la ONU, del cual resulta que 120 millones de niños trabaja a jornada completa y 130 a tiempo parcial. El 61% (casi 153 millones) en África y el 7% (17,5 millones) en América Latina. Pero también en los países industrializados el fenómeno del trabajo infantil se está extendiendo". (’Rassegna, n. 41/1996). "Los padres de estos niños están a menudo en paro o subempleados, con una necesidad desesperante de empleo y de un salario seguro. Pero el trabajo no se les ofrece a ellos, sino a los hijos porque los niños pueden ser peor pagados. En América Latina, por ejemplo, los menores entre los 13 y los 17 años perciben, como media, la mitad del salario de un adulto con siete años de instrucción. Puesto que los niños son más dóciles, siguen las órdenes sin poner en duda la autoridad, teniendo menos poder, es improbable que se organicen para protestar contra la opresión, y además se puede abusar físicamente sin que puedan reaccionar. En síntesis, se prefiere a los niños porque es más fácil explotarlos. Muchos de los que dan trabajo, cuando se les pide responsabilidades, se justifican declarando su relativa pobreza y la necesidad de pagar salarios más bajos para poder ser competitivos en el mercado y así sobrevivir. Otros son más desvergonzados respecto a su papel, considerando la explotación del trabajo infantil como una parte natural y necesaria del orden social existente" (Unicef, La Condición de la infancia en el mundo, 1997).
Esta situación la explica Marx del modo siguiente: "El valor de la fuerza de trabajo se determina por el tiempo de trabajo necesario no sólo para mantener al obrero adulto individual, sino también por lo necesario para el mantenimiento de la familia del obrero. Las máquinas, lanzando al mercado de trabajo a todos los miembros de la familia obrera, distribuyen sobre toda la familia el valor de la fuerza-trabajo de éste último. La adquisición por la familia fraccionada, por ejemplo de cuatro fuerzas-trabajo cuesta quizás más de cuanto costase antes la mercancía fuerza-de trabajo del jefe de familia pero a cambio se tienen ahora cuatro jornadas de trabajo en lugar de una, y su precio disminuye en proporción a la excedencia de plusvalor de los cuatro sobre el plusvalor de uno. Entonces, para que una sola familia pueda vivir, cuatro personas deben proporcionar al capital no solo trabajo, sino plusvalor. Así, las máquinas amplían desde el principio también el grado de explotación junto al material humano de explotación que es el campo más propio de explotación del capital" (El Capital, I, cap. 13).
El Capital se instala siempre donde cuesta menos producir sus mercancías y la actual crisis económica a nivel mundial ha evidenciado mayormente la tendencia progresiva a la disminución de la tasa general de ganancia que lleva al capital a la búsqueda continua de contramedidas para aumentar el grado de explotación del trabajo; la apropiación del plustrabajo y de la plusvalía aumentan sobre todo a través de la prolongación de la jornada de trabajo, de la intensificación del trabajo y de la reducción general de los salarios mediante la utilización de la fuerza de trabajo de precio inferior de los países en vías de desarrollo y, donde es posible, de la fuerza de trabajo infantil. Todos los actuales informes estúpidos de la prensa burguesa denuncian en todo momento la confirmación de la validez total de nuestra teoría: "Salarios por debajo del nivel de subsistencia, horarios imposibles, explotación de los menores, clima de terror y represión de la sindicación como historias de ordinaria vergüenza".
Tomemos uno de todos ellos: "Cerca de 160 países producen bienes de exportación ligados al sector de la moda, poniendo a gobiernos, empresas y trabajadores, los unos contra los otros en una competencia sin precedentes. La mayor parte de los 30 millones de puestos de trabajo de la industria de la moda en todo el mundo están mal pagados y son temporales. Cada vez se difunde más el fenómeno de la transferencia de puestos de trabajo hacia zonas en las que los derechos son negados completamente. Con frecuencia los salarios están por debajo del nivel de subsistencia y, casi en todas partes, disminuyen en términos reales. Lo extraordinario tiende a convertirse en obligatorio y, a menudo, no es ni siquiera retribuido. Los niños que trabajan en el sector son millones. Los intentos de sindicación son reprimidos con brutalidad, hasta el homicidio y, a medida que la globalización avanza, la situación empeora en lugar de mejorar" (Rasegna, 1996).
A propósito extraemos sólo una pequeña parte del elenco infinito que se propone de modo sensacionalista por todo el sistema de información mundial. En la presente sociedad del dinero ’se venden bien’ imágenes y descripciones del horror; no para suscitar indignación y revuelta sino, por el contrario, para estimular los gustos perversos de impotentes pequeño burgueses que, hojeando revistas satinadas, con un anuncio de perfume y de otras cosas, se tranquilizan de los temblores sutiles del espectáculo.
"En los últimos 10 años se han creado en El Salvador 50.000 puestos de trabajo en el sector del vestido. Las exportaciones han crecido un 4.000% pero las pagas han disminuido. La mayor parte de los 120.000 trabajadores del sector en las zonas francas de Sri Lanka viven en cuadras adaptadas, hasta 50 ó 60 personas por cuadra y sin servicios sanitarios. Poco se diferencia con Honduras, donde 4.000 adolescentes trabajan codo con codo al menos doce horas diarias en los Sweat shops (literalmente ’fábricas de sudor’) donde se trabaja en condiciones infrahumanas. En Bangladesh, cercana a Dacca, hay una ciudad entera que trabaja para subproveedores que operan para la exportación, son 30.000 de los cuales la mayor parte trabaja 20 horas al día, durante los siete días de la semana, por menos de un dólar USA al día. En los establecimientos de la Nike en Indonesia, donde 120.000 trabajan 50/60 horas y a veces incluso 70/80 horas a la semana, el salario cubre menos del 90% de lo necesario para vivir. Para reducir todavía más los costes en el sector, aproximadamente se esclaviza, vende o revende a 5 millones de niños de 4 años. En el tercer mundo, donde la explotación es infinitamente más masiva, los niños no se destinan solamente a algunos tipos de actividad marginal: son parte integrante del sistema de producción ya se trate de agricultura, industria o artesanado".
El hecho de que en la mayor parte de los casos se trate de elaboraciones manufacturadas simples o de ’bajo contenido tecnológico’, nada cambia en lo referente al elevado grado de explotación de la fuerza de trabajo debido tanto a la duración de la jornada de trabajo como a la intensidad de los ritmos que los obreros se autoimponen a causa del sistema de pago a destajo o porque lo imponga la empresa en las instalaciones de montaje.
Según un informe reciente de la OIT, en algunos países en vías de desarrollo casi un tercio de la fuerza de trabajo agrícola está compuesta por niños y, subrayando su enorme contribución a la producción mundial de alimentos y de géneros agrícolas, nos presenta estas cifras: "En Bangladesh el 82% de los 6,1 millones de niños económicamente activos está empleado en el sector agrícola; en Brasil 3 millones de menores entre 10 y 14 años trabajan en la plantación de té, tabaco, caña de azúcar y sisal; en Kenia los menores que trabajan como braceros agrícolas son un cuarto de la fuerza laboral del sector; en Malawi trabajan en las plantaciones de tabaco el 78% de los niños de 10 a 14 años y el 55% de los que tienen entre 7 y 9 años. El informe prosigue con otras maravillas entre las que se encuentra: En Indonesia las niñas trabajan en las plantaciones de tabaco por 60 céntimos al día, en Nepal las pagas son tan bajas que los niños tienen que trabajar en los campos durante 14 horas al día para sobrevivir. Los mayores explotadores de mano de obra infantil son las empresas agrícolas de amplia escala".
"Gran parte de este trabajo agrícola y también del industrial se desarrolla en lugares de subarrendados nacionales, especialmente en lo que se refiere al reclutamiento de la fuerza de trabajo y de su control, mientras que sólo una mínima parte es controlada por las sociedades multinacionales que se preocupan principalmente del control de calidad y de conducir los productos a los mercados occidentales. Esta situación se ve favorecida por la extrema pobreza ya que todos los trabajadores, las empresas subarrendatarias y los países están en competencia entre ellos en el intento de ser elegidos por las multinacionales y los esfuerzos por parte de los gobiernos nacionales o de los trabajadores por mejorar las retribuciones y las condiciones de trabajo, o por limitar la actividad de una sociedad extranjera, pueden solamente empujar a la multinacional a buscar partner mejores en otros lugares" (Unicef).
Una especie de ’usar y tirar’ multinacional. Cuando en el interior de la Organización Mundial del Comercio, se intentó incluir una cláusula de carácter social, con criterios mínimos de comportamiento por parte de las sociedades como condición para llevar los negocios a nivel mundial, que veta la explotación del trabajo infantil, los países en vías de desarrollo la liquidaron definiéndola como una forma enmascarada de proteccionismo. "El argumento principal para mantener su tesis ha sido que los niveles salariales y el grado de tutela social depende de la tasa de desarrollo de toda nación, y que una cláusula de carácter social sofocaría el desarrollo de los países con salarios bajos, privándolos de su principal ventaja competitiva en el comercio internacional. Incluso muchos de los que ofrecen trabajo en los países industrializados, junto a algunos gobiernos europeos, rechazan la cláusula social" (Unicef).
Estos últimos se atrincheran cándidamente tras el principio de la no ingerencia en las legislaciones extranjeras y en la contribución de su aportación para el desarrollo de los países pobres y otras amenas hipocresías del género. Un caso emblemático para todos: el reciente ’escándalo’ que ha rodeado a la italiana y progresista Benetton, famosa también por sus campañas publicitarias de gran compromiso social, y las inhumanas condiciones de trabajo que en sus empresas abastecedoras turcas imponían a los jóvenes trabajadores (Repubblica, 17 de octubre). Análogo al caso de los juguetes para la primera infancia producidos por la Chicco en China.
Pero también en la desarrollada Unión Europea se superan los 2 millones de trabajadores por debajo de los 15 años y en Italia se estiman en cerca de 300.000 los niños por debajo de los 15 años que son explotados clandestinamente. Incluso en los países considerados socialmente avanzados como Holanda, Dinamarca y Francia la explotación infantil aumenta y "varias decenas de miles de niños serían de hecho trabajadores asalariados, bajo la cobertura del aprendizaje; y el 59% de los aprendices trabajarían más de 40 horas a la semana, a veces incluso 60 horas" (C. Brisset, Un mundo que devora a sus hijos)
"Desde hace algunos años, este fenómeno, profundamente arraigado en la historia de los países industrializados, está resurgiendo y se consolida. En primer lugar en toda Europa central y oriental donde el empobrecimiento conjuga sus efectos con los de la desorganización general de la economía. Pero también en los países preocupados, teóricamente, de la tutela de los más débiles, como Gran Bretaña, Italia y otros países de Europa occidental. El Reino Unido sufre, también en este sector, el precio de años de conservadurismo salvaje y de desregulación sistemática, que han provocado la caída de las protecciones legales: ciertos niños, en gran parte procedentes de la comunidad de inmigrantes, trabajan en Gran Bretaña en los salones de peluquería, en los restaurantes, en las lavanderías, en las empresas de limpieza, etc. ¿Cuántos son? ¿Algunas decenas de centenares de miles? Cada estimación al respecto es arriesgada en la medida en que, en Gran Bretaña como en cualquier parte de Europa, estimaciones más o menos creíbles revelan que el trabajo de los niños de 11 años está entre el 15 y el 26%, y de los de 15 años, está entre el 36 y el 66%. (Le Monde diplomatique, junio 1998)
De un estudio completo de la General Accounting Office estadounidense ha resultado un aumento del 250%, entre 1983 y 1990, de las violaciones de las leyes sobre el trabajo infantil. En una serie de redadas por parte del Ministerio del Trabajo, fueron descubiertos 11.000 niños empleados ilegalmente. (Unicef)
"A escala planetaria el número de los niños que trabajan no deja de aumentar. En algunos países es una multitud de masas. Los niños explotados de menos de 6 años son decenas de millones. En América Latina trabaja un niño de cada 5, en África uno de cada 3, en Asia uno de cada 2" (Le Monde diplomatique, enero 1998)
Este es nuestro comentario sintético pero incisivo, fechado en 1848: "Las declamaciones burguesas sobre la familia y sobre la educación, sobre las relaciones íntimas entre los padres y los hijos, resultan más nauseabundas a medida que la gran industria destruye todo lazo familiar para el proletario, y transforma a los niños en simples artículos de comercio, en simples instrumentos de trabajo" (Manifiesto del Partido Comunista).
En la sublevación de los oprimidos, cuando se den determinadas
condiciones, este ejército internacional de superexplotados jóvenes
proletarios purísimos estará en primera línea, fuerte
por los sufrimientos padecidos, por el entusiasmo y el generoso arrojo
de la edad y de su clase. La revolución comunista condenará
entonces entre otras la alienación de los menores en la sociedad
burguesa: la del bestial plustrabajo de unos y la del ocio forzado de
jóvenes
parados o las necias condiciones de los ’estudiantes’ a tiempo completo
y a vida – o casi – de los hijos de la pequeña burguesía
y de la aristocracia obrera. Para la formación de los jóvenes,
como afirmó Marx mucho antes que la misma pedagogía moderna
lo descubriese, es esencial conjugar estudio y trabajo, en modo y
tiempo
adecuados a la edad, en una estrecha colaboración entre generaciones,
y finalmente no debe existir la competencia. Vencido y destrozado el
monstruo
del mercantilismo capitalista, la sociedad de modo natural y espontáneo
dedicará gran parte de su atención y de su ciencia a la comunitaria,
cuidadosa y racional educación de los cachorros humanos.
El periódico italiano Corriere della Sera del 1 de diciembre de 1998 presentaba la siguiente noticia: en la vigilia de la segunda guerra mundial el 70% de la producción automovilística en Alemania estaba controlada por Ford y General Motors, multinacionales americanas. Este control se prolongó hasta diciembre de 1941, mediante contactos secretos que tuvieron lugar en Lisboa. En el citado artículo se dice también: «Tras la victoria de 1945 una investigación del ejército USA, que no prosiguió, descubrió que los vehículos militares del nazismo producidos a través de trabajos forzados tenían el placet de Detroit». El tono del artículo está a medias entre el "caso inquietante" y el "scoop" (primicia).
No sabemos por qué este tipo de artículos se filtran burlando la censura. Pero la ciencia marxista siempre ha negado los caracteres ideológicos bajo los que se enmascaran las guerras imperialistas, mientras indica al proletariado la senda del internacionalismo, negando el apoyo de la clase obrera a cualquier bando contendiente.
La guerra es un gigantesco negocio: también los burgueses de vez en cuando admiten que las exigencias bélicas llevan al crecimiento desmesurado de la producción. En algunos casos admiten que se llevan a cabo incluso especulaciones y negocios sospechosos. Pero la guerra imperialista es un gigantesco negocio no como reflejo inevitable de los eventos bélicos, sino por la misma naturaleza de la guerra. La crisis catastrófica de sobreproducción del capitalismo sólo se resuelve mediante una tremenda carnicería, que destruya todo lo que pueda para dar espacio a nuevos ciclos de acumulación. El nuevo reparto imperialista de las áreas de influencia que viene tras el conflicto es un hecho secundario.
Continuamos leyendo: «Tras la ocupación nazi de Checoslovaquia, Alfres Sloan, presidente de la General Motors, declaró que no tenía derecho a cerrar la filial – que tenía un alto beneficio». Es cierto, el pobre presidente no podía intervenir, porque la economía domina a los hombres y no viceversa. Si el presidente se hubiese opuesto por "motivos morales" se habría encontrado con el culo en el suelo y con otro nuevo presidente en su lugar. Cuando el capital derrama beneficios los burgueses aprovechan las ricas prebendas, y cuando las cosas no van tan bien, como agentes del capital que son, deben imponer hambre y sacrificios al proletariado, y en su momento arrastrarlo a su guerra regeneradora.
La carrera de armamento tenía su origen en la crisis de sobreproducción: si el mercado de utilitarios estaba saturado bienvenido sea un Hitler guerrero o quien sea. «En 1939 la filial de Ford regaló 35.000 marcos a Hitler al cumplir 50 años». Una financiación del partido del rearme al grito de "Deutchland uber alles" no era perjudicial para dar salida a la producción.
Estos mismos comportamientos, son comunes a los USA, a Italia, Francia y a todos los países capitalistas, incluida Rusia. Durante la segunda guerra mundial eran millares las empresas cuya propiedad permanecía en territorio enemigo, pero no por esto dejaron de producir ni el estado que las albergaba dejó de garantizar su protección y sus derechos.
La consternación de los buenos burgueses ante la traición y la complicidad con el enemigo sólo esconde la preocupación de que se venga por tierra la propaganda belicista con sus habituales monsergas de Suelo Sagrado, Patria, Derecho de los pueblos...
Cuando los marxistas decimos que las burguesías están
federadas entre ellas entendemos precisamente esto, pueden litigar por
repartirse el botín, pero la verdadera guerra la hacen contra el
proletariado, en la paz para arrancar plusvalía, en los campos de
batalla para destruir los enormes excedentes. Los estados son la
expresión
del dominio de clase. El militarismo, la carrera armamentista, la
guerra
son una necesidad para el capital, no son las voluntades individuales
las
que mueven estas gigantescas fuerzas, sino que son estas gigantescas
fuerzas
las que se expresan a través de los individuos. Perdida la guerra,
la propaganda capitalista reniega rápidamente de líderes
y caudillos declarándoles locos o criminales sólo para preparar
nuevos ciclos productivos hasta llegar a la próxima guerra. A los
comunistas nos corresponde la tarea de mostrar la naturaleza criminal y
destructora del capital y la necesidad histórica de la superación
del actual ordenamiento social.
Los días 22, 23 y 24 de enero se celebró la reunión de trabajo del Partido. Como nuestra sede local tiene un aforo insuficiente, hemos utilizado en esta ocasión una sala cedida por un circulo. Esta ha resultado muy conveniente y adecuada para albergar todos nuestros trabajos. Han asistido a la reunión compañeros de prácticamente todas las secciones con pequeñas ausencias por causa mayor. Las cuatro sesiones en las que normalmente se dividen nuestros periódicos encuentros se han desarrollado con el máximo orden, de manera que hemos podido reanudar los necesarios contactos entre los diferentes compañeros y los diversos sectores de intervención y de investigación.
El Partido tiende a trabajar según un plan único que es parte sustancial de nuestra militancia, de nuestros sentimientos y objetivos individuales, y aunque sea establecido, verificado y puesto a punto de reunión en reunión, somos conscientes de que sirve a los compañeros hoy presentes como sirvió a los precedentes y servirá a los sucesivos. Es conscientemente aceptado y no se reduce, salvo en casos excepcionales, solamente al cumplimiento formal de las ordenes del centro organizativo.
Como de costumbre hemos dedicado la tarde del viernes y la mañana
del sábado a la organización de la reunión, y la tarde
del sábado y la mañana del domingo a las exposiciones de
los grupos de estudio.
CURSO DE LA ECONOMÍA CAPITALISTA
En la primera exposición, el informe sobre el curso del capitalismo, se examinaba, según nuestro método, la marcha de la producción industrial en conexión con los demás datos de la economía.
Prosiguen las largas crisis en Japón y en Rusia; se profundizan las contracciones de la producción industrial en varias países de América Latina y en los países asiáticos implicados desde casi dos años en la crisis, con la excepción de Corea del Sur; desaceleración del crecimiento de la producción en los Estados Unidos coincidiendo con el próximo fin del ciclo coyuntural; desaceleración todavía en curso en Europa, ya en retrasada reanudación; en China la desaceleración del fortísimo crecimiento precedente conserva aún un nivel elevado de incremento relativo del capital industrial, dato oficial que sin embargo no es coherente con los demás datos económicos y con las noticias sobre la situación económico-social.
Las crisis financieras y monetarias de los jóvenes capitalismos asiáticos han sido causadas por la desaceleración, por las inexorables leyes capitalistas, por su crecimiento económico y por la largísima crisis de sobreacumulación en Japón. La crisis reciente de la deuda externa rusa tiene su explicación profunda en el retorno, después de la breve sacudida de 1997, a una profunda depresión y en la reducción de la entrada de moneda extranjera por la caída de los precios de las materias primas en el mercado mundial. La última crisis brasileña, muy evidente en las finanzas y en el cambio, tiene su origen en una contracción de la producción industrial, que los datos demuestran que durará más de un año antes de la fuga del capital productivo de interés.
Las crisis financieras y de las relaciones monetarias se suceden cada vez con más frecuencia, pero no concatenadas directamente en una crisis del crédito transmitida en la relación entre un deudor y otro. No son las políticas gubernamentales en las relaciones de cambio de los menos viejos capitalismos las responsables las fugas de capital dedicado al préstamo, sino los movimientos de estos los que establecen esas políticas. Las crisis financieras sobrevienen debido a una larga fase de sobreproducción y de crónica desaceleración del crecimiento productivo mundial. La contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las condiciones en las que camina el capitalismo aproxima la crisis mundial y sus diferentes manifestaciones financieras son sus síntomas.
La crisis latente, que prosigue de modo contradictorio desde la de 1975, está en la actualidad en una fase de aceleración con disminución del crecimiento relativo de la producción y del comercio internacional, descenso de los precios de las materias primas y de los de la producción, inestabilidad de las monedas, exceso y crisis en la circulación del capital financiero, tasas de interés en los grandes imperialismos en alto descenso con cotizaciones de la bolsa elevadas e inestables, finanzas estatales y organismos financieros internacionales de ayuda en creciente dificultad.
El curso reciente de la economía confirma que la edad senil del capitalismo es un todo único mundial que se impone a los jóvenes capitalismos e a los industrialismos emergentes, que el remedio de la última masacre capitalista mundial no funciona ya, que la gran crisis de entreguerra madura inexorablemente y sobre ésta lenta tendencia de fondo se inserta una sucesión de crisis cada vez más próximas entre sí.
La segunda parte del informe trataba con un ejemplo numérico el aspecto cuantitativo del capital ficticio de los títulos por acciones. Se utilizó el "Cuadro de Marx para la reproducción simple del capital fijo y circulante" de una empresa capitalista, ya utilizado en los trabajos del partido hace cuarenta años.
Aquí se considera la empresa como sociedad por acciones y la financiación de las primeras anticipaciones de capital, comprendiendo el capital fijo inmobilizado en las instalaciones y en la maquinaria, como entregado en parte por los socios y en parte por medio de prestamos, o sea constituido por las dos formas de capital productivo de interés. La primitiva anticipación de capital, recuperada completamente en un ciclo decenal era constantemente confrontada con el capital en movimiento en una rotación y en más rotaciones de un ciclo anual o decenal, mostrando que sin demora desaparece toda anticipación avanzada como justificación del plusvalor.
Se recordaba como Marx demuestra que las acciones se trasforman en formas de capital productor de intereses, que es un capital como propiedad (disfrute) contrapuesto al capital como función (acumulación). Y se sintetizaba el análisis marxista de las sociedades por acciones donde la función del capital desarrollada por el ente empresa está separada de la propiedad del capital, donde tiene lugar la desaparición del capitalista industrial como persona física, donde se muestra clara la esencia no privada y personal, sino social e impersonal de clase del capital, que sólo una revolución puede abatir.
Del caso básico de la reproducción simple se pasaba al de la reproducción ampliada característica del curso histórico del capitalismo y se consideraba como ejemplo una repartición del beneficio anual en capital adicional, intereses, y dividendos distribuidos, para poder determinar el valor vendible de las acciones.
Relacionar con el común tipo de interés una supuesta entrada
constante, retención garantizada por el título a un capital
ficticio corresponde a sumar al valor actual infinitas rentas futuras
constantes
"descontadas" al mismo tipo de interés. La gran fuerza de esta segunda
expresión consiste en ofrecer una idea de cómo el curso futuro
del capital influencia la determinación burguesa de las cotizaciones
de bolsa, cuando se abandona la más fácil hipótesis
de la entrada de dividendos constante en el tiempo. El crecimiento
histórico
acelerado en el tiempo de la masa de capital y de la masa de los
beneficios
está basada en la ilusión burguesa de riqueza ficticia indefinidamente
creciente y de vida eterna del capitalismo; mientras que para la
ciencia
marxista el crecimiento relativo históricamente en descenso y la
caída tendencial de la tasa de beneficio significan el agrandamiento
de los antagonismos de clase y la certeza de la revolución proletaria:
la muerte del capitalismo, evocada en la burguesía por el gran
hundimiento
de la bolsa.
EL CHOQUE IMPERIALISTA EN LOS BALCANES
En el segundo informe, para poner un poco de luz sobre el embrollado choque imperialista en los Balcanes, se daban algunos datos validos para ilustrar cuatro argumentos principales: el intercambio mercantil (importaciones-exportaciones) y las inversiones directas; los acuerdos militares de los respectivos imperialismos; un breve alusión histórica de cada uno de los Estados; las luchas proletarias en la zona.
Como primera información se recordaba el peso, ya sea en PIB o en términos demográficos, de cada uno de los Estados de la zona: la suma total es comparable a la de Alemania en cuanto a población, pero es diez veces menor por lo respecta al Producto Interior Bruto.
Se confirma el papel protagonista de Alemania tanto en las exportaciones e importaciones como en las inversiones directas. Los Estados Unidos dominan militarmente con múltiples acuerdos de alianza y colaboración, y con el suministro de material bélico. Mantienen la segunda posición por lo que respecta a las inversiones directas, pero están en la parte baja de la clasificación en cuanto a penetración comercial.
Italia puede hacer valer su segunda posición en las exportaciones-importaciones, hecho que ha puesto en marcha a la contrabandista diplomacia itálica, a la búsqueda de un papel autónomo.
Rusia, salvo en algunas posiciones, está en retirada en todas partes sin poder contar con su disuasoria fuerza militar.
Excepto para Hungría, la historia ha pasado por delante dejando sin resolver la cuestión nacional, a pesar de que las huelgas y las luchas de clase, numerosas y robustas en varios países, son encauzadas en lo posible hacia los nacionalismos reaccionarios.
Agitación social, cuestiones nacionales irresolubles, choques
interimperialistas sin un claro vencedor, dejan la zona expuesta a un
precario
e inestable equilibrio.
LA CUESTIÓN AGRARIA HOY
El trabajo, del que se expuso la segunda parte, resumía primero la parte histórica de la cuestión, con amplias referencias a los puntos de vista de Marx acerca del origen de la economía agraria en Inglaterra y acerca de las primeras doctrinas económicas que la describen: Quesnay, Smith, Ricardo.
De esta manera se pasaba a recordar esquemáticamente la teoría de Marx sobre la renta de la tierra en sus dos formas, absoluta y diferencial.
Sin embargo el trabajo se centró en el desarrollo que la agricultura experimentó como consecuencia del progreso de los conocimientos técnicos y los descubrimientos de la ciencia aplicados a la agricultura. Por un lado la revolución que supuso el pasar – Lenin profundiza sobre ello – de la máquina a vapor, inadecuada para su utilización en el campo, al motor eléctrico y diesel, y por otro, el descubrimiento de la composición química del terreno y de los nutrientes de las plantas, el uso de los fertilizantes y la moderna selección de las especies. Estos factores de potenciación del trabajo humano, revolucionarán las relaciones de producción en el campo, tendiendo a la concentración de las tierras en explotaciones cada vez más grandes, al incremento del capital fijo, y así hasta llegar al fenómeno reciente de empresas que se dedican a la agricultura pero sin tierras, es decir, que trabajan la tierra de otros bajo contrata en determinadas operaciones. El resultado es el aumento del producto por unidad de superficie, y más aún, por empleado.
El relator después ilustraba cómo había reaccionado la agricultura en los países occidentales a la crisis capitalista del periodo de entreguerras, y cómo estaba reaccionando a la crisis de sobreproducción de las últimas décadas.
Pasando a la Política Agrícola Comunitaria europea se ilustraba primero su origen después de la Segunda Guerra, y dónde ha venido a parar, aumentando la autosuficiencia de alimentos, debido a un intensivo progreso técnico. Después han sido potenciadas las exportaciones de los excedentes ya que, a pesar de que gran parte de la humanidad sufre el hambre, el problema es el de conquistar los mercados, cada vez menos capaces de absorber la producción.
En la fase imperialista, por tanto, la lucha ya no es para que la
economía
capitalista conquiste la estructura agraria precedente. El paso
completo
al capitalismo de la economía agraria tiene como consecuencia el
que nos facilita la tarea en nuestra revolución, que no tiene en
frente la inercia de un mundo campesino precapitalista o solo
semicapitalista.
LA PRIMERA INTERNACIONAL
Concluían los trabajos del sábado con un breve informe, continuación de otros precedentes, sobre la Asociación Internacional en el periodo del Congreso de Bruselas de 1868, y sus progresos de fortalecimiento teórico y organizativo en la guerra franco-prusiana de 1870, de decisiva importancia para la madurez del proletariado internacional.
El relator ilustraba a los presentes que los años 1868-1869 vieron la ampliación de la influencia de la internacional en el proletariado, dada la radicalización de las luchas un poco en toda Europa, y a las que la burguesía, como siempre, respondió con el fuego de los fusiles. Entre las cuestiones que estas luchas pusieron sobre el tapete está la irlandesa, que Marx y Engels consideraban de gran importancia.
Como enseñanza para el Partido, contra el voluntarismo, se puede recordar que «no fue la Internacional quien lanzó a los obreros a la huelga, sino al contrario, fue la huelga quien los lanzó a los brazos de la Internacional»(Marx). No solo fue eso, Marx también veía las derrotas proletarias como útiles enseñanzas. Los obreros del continente, así como los de otros países, «comenzaron a entender que el medio más seguro para conseguir eficazmente sus propios derechos es el de ejercitarlos sin permiso, corriendo el riesgo y el peligro que ello conlleva».
Otras enseñanzas se nos revelan a través de la lucha entre Marx y los dirigentes del proletariado alemán, que fundaron en agosto de 1869 el Partido Socialdemócrata Alemán. A pesar de la reconocida importancia de la fundación de un partido proletario en la Prusia de aquel entonces, a Marx le preocupaba que la dirección encaminara al proletariado hacia la defensa de instancias democráticas y hacia reivindicaciones autonomistas de los pequeños estados ocupados por la Prusia de Bismark.
Pero la principal labor de Marx en este periodo fue contra el anarquismo, aunque en esta fase este asunto solo se dio al principio. Bakunin aparece en escena en la Internacional después de una llamativa salida de una Liga de carácter netamente burgués-democrático y rápidamente empezó a intrigar contra el Consejo Central. La fuerza moral de Marx y del Consejo General descubrió el intento de un verdadero golpe de mano, hecho patente también por la debilidad teórica de la corriente de Bakunin.
Marx criticó la tesis sobre la igualdad de las clases, sobre el paneslavismo ruso, sobre la emancipación a través de la educación, y también la pretensión de crear un grupo de estudiosos particulares con el fin del «progreso teórico» de la Internacional.
En el Congreso de Basilea de setiembre de 1869 Bakunin propuso una resolución sobre la importancia de la abolición del derecho de herencia. Marx, siempre con la mira puesta en la Revolución, acusó a la resolución de ser contingente e inútil en cuanto que el gran objetivo no es la conquista de objetivos mínimos, sino la futura sociedad comunista. La abolición del derecho de herencia era considerado por Marx como consecuencia futura de la más general abolición de la propiedad burguesa.
En el Congreso de Basilea se voto después la propuesta de Marx
sobre la cuestión de la tierra, según la cual ahora es necesario
que «la tierra sea cultivada como propiedad colectiva».
HISTORIA DE LA IZQUIERDA ITALIANA
Como primera exposición del domingo por la mañana, la Historia de la Izquierda, retrocediendo un poco respecto a los informes de las últimas reuniones, exponía la política que las naciones ganadoras de la guerra adoptaron para la sistematización del mundo. Política que, para vergüenza de las solemnes declaraciones, reflejaba la clásica necesidad imperialista de dividir el mundo en zonas de rapiña, en las que cada gran potencia podría imponer su incondicional dominio.
El 26 de junio de 1945, en S. Francisco, se suscribió el estatuto de las Naciones Unidas con el intento, se dijo, de «Salvar a las futuras generaciones del flagelo de la guerra, mantener la paz y la seguridad internacional y solucionar las controversias que surgieran en el futuro»
Para demostración del espíritu pacifista y humanitario de los que deberían haber sido los garantes de la paz en el mundo, el 6 de agosto se suelta sobre Hiroshima la primera bomba atómica. El anuncio triunfal de tal matanza lo dio el presidente Truman en persona, que, en la exaltación del exterminio en masa, no olvidó dirigir un particular agradecimiento a Dios con un: «demos gracias al Señor». El 9 de agosto una nueva bomba atómica con los mismos efectos terroríficos que la primera se dejaba caer sobre Nagasaki.
En Europa fue el proletariado griego el primero que sufrió en sus propias carnes los efectos de la sistematización posbélica. Todo tipo de oposición al gobierno Papandreu, puesto por los anglo-americanos, fue despiadadamente reprimida en sangre. No por casualidad Churchill había dado órdenes precisas: «no dudéis en actuar como si os encontraseis en una ciudad conquistada donde se está produciendo una revuelta local». La ciudad de Atenas que, debido a su valor histórico y artístico, consiguió salvarse de los bombardeos nazifascistas, sufrió los de los ingleses, que perseguían exterminar al proletariado y a las masas populares en revuelta. Por otra parte el mismo Churchill resaltó que ni siquiera una palabra de reproche a su obra de exterminio le había llegado proveniente del mariscal Stalin, que se atuvo «escrupulosamente y fielmente a los acuerdos sobre los porcentajes alcanzados en Moscú en el octubre pasado».
Inglaterra, sin haber podido hacerse con la situación, en febrero de 1947 tuvo que retirarse de Grecia. Quizá en ese momento comprendió que, a pesar de sus veleidades imperialistas, había perdido la guerra como Italia y Alemania, porque la derrota no era de los países del Eje, sino de toda Europa.
En lugar de los ingleses entraron después los Estados Unidos que, a propósito de Grecia, el 12 de marzo enunciaron la "Doctrina Truman" para la "defensa del mundo libre".
En la batalla por llevar a Grecia a la normalidad se llevó a cabo una verdadera y propia campaña militar con el empleo de los medios más despiadados y bárbaros: a los sospechosos de pertenecer a los partisanos o simpatizar con ellos se les detenía indiscriminadamente, se les sometía a tortura o se les pasaba sumariamente por las armas. Los pueblos sospechosos de dar refugio a los rebeldes perseguidos, eran arrasados y la población deportada a los campos de concentración libios. La guerra civil que se extendió por todo el país tuvo un tremendo balance de muerte y devastación.
Europa, arrasada por los bombardeos liberadores, e invadida por los ejércitos vencedores, fue dividida en zonas de ocupación en las que el proletariado, sometido a los nuevos y viejos dueños, debió soportar todo el peso de la reconstrucción capitalista. Los vencedores concentraron su acción contrarrevolucionaria sobre todo contra el proletariado alemán, para que toda forma de reorganización clasista fuese abortada por tiempo indefinido. Después de haber quitado a Alemania un buen trozo de territorio nacional en beneficio de Rusia y Polonia, y haber desmantelado su potencial industrial, lo que quedaba de suelo alemán fue dividido en cuatro zonas de ocupación. Berlín, la ex capital del Reich, que territorialmente formaba parte de la zona rusa, a su vez se subdividió en cuatro sectores.
El proletariado alemán, desangrado durante la guerra, Pasando hambre después de la victoria de las potencias democráticas, objeto de odio de los partidos estalinistas de occidente, sufría en oriente, bajo el dominio del "socialismo", el mismo trato que Hitler dispensó a los pueblos de "raza inferior". Casi nueve millones fueron los alemanes que, después de haber sido despojados de todas sus pertenencias, fueron expulsados en masa de Checoslovaquia, Hungría, Polonia y las tierras incorporadas a la URSS.
No eran solo Alemania e Italia, las naciones derrotadas, las que sufrían los terribles contragolpes de la guerra, era toda la vieja Europa la que pasaba hambre, la que no producía suficientes medios de vida y la que ya no tenía la fuerza de antes para ir a arrebatarlos a los rincones más lejanos del mundo. Por eso quien podía anticipar dólares y material de ayuda se convertía en dueño y explotador de las masas europeas y mundiales esclavizadas. Las directivas del UNRRA (United Nations Relief Rehabilitation Administration), según la doctrina Truman, eran claras: las contribuciones donadas por América irían a los países cuyos gobiernos dieran prueba de sumisión incondicional al imperialismo de allende el océano. De ese modo el dólar, con sus caritativas intervenciones, subyugó económica y políticamente a la Europa derrotada. «No es guerra – escribíamos – pero es siempre machacar con la muerte».
En el Este de Europa, a excepción de Yugoslavia y Albania, los partidos estalinistas desde el principio fueron incapaces de asumir el poder totalmente. Especialmente en Polonia, Hungría y Rumania donde los históricos sentimientos antirrusos representaban un obstáculo nada superficial. Pero con gran rapidez, durante 1946, los nacional-comunistas, manteniendo vivas las coaliciones antifascistas, desde posiciones de minoría pasaron a ocupar puestos claves del Gobierno y la vida pública: policía secreta, ejército, radio, prensa, convirtiéndose por tanto en poco tiempo en los verdaderos árbitros de la situación.
Pero americanos y rusos, en los respectivos países dominados, adoptaron políticas totalmente diferentes. La política americana tendía a la conservación de las estructuras económicas, políticas y sociales anteriores, y aún cuando asumía un carácter manifiestamete represivo, se servía de los instrumentos constitucionales, presentándose como paladín de la legalidad y el orden. La intervención soviética por el contrario, iba directa a cambiar los ordenamientos políticos y económicos y tenía que asumir por tanto caracteres extra legales o incluso ilegales. Pero, si los métodos empleados por los dos imperialismos en competencia eran diferentes, sus objetivos eran idénticos: la conservación del modo de producción capitalista, ya fuera de forma liberal o estatal; el completo sometimiento del proletariado a los intereses imperialistas y la destrucción de sus órganos de clase, tanto económicos como políticos.
El imperialismo ruso, en sus actividades de defensa y ofensiva con el rival americano, instituía el Cominform y desempolvaba un aparente internacionalismo con una fraseología vulgarmente populista. En realidad se trataba de un órgano de control del Estado ruso en los países satélites de la mano de los "partidos hermanos", puestos en el poder con función de perros guardianes de los intereses imperialistas del patrón de Moscú y de represión de cualquier conato de rebelión proletaria.
A pesar de las propagandas burguesas, que fingieron ver en el
Cominform
un renacimiento de la Internacional Comunista, el genuino carácter
de esta "Agencia de información" aparecía con toda su evidencia
en el programa enunciado en su acto constitutivo. La realidad era que
el
estalinismo no podía ofrecer ningún futuro revolucionario
ni a los pueblos sometidos al imperialismo americano, ni a los de las
"democracias
populares", sino la perspectiva fracasada de una ilusoria independencia
nacional. Como si la lucha contra el imperialismo pudiese ser separada
de una consecuente acción revolucionaria contra todas las estructuras
capitalistas.
TEORÍA MARXISTA DEL CONOCIMIENTO
Para evitar confusiones fáciles, nuestro periódico lleva además del título un ’distingue’ bastante elaborado que se propone aclarar lo que ’distingue’ a nuestro partido de los que llevan nombres parecidos y que se valen de argumentos análogos para reivindicar la herencia de la Izquierda comunista a nivel histórico internacional.
Esto es un ejemplo de cómo nosotros entendemos la reivindicación de la doctrina, entendida no como un ’conjunto’ indiscriminado de ’principios generales’, capaces de hacer ’acuerdos’ y cubrir todo tipo de ’praxis’ de pactos y de compromisos a nivel politiquero.
La polémica que estamos desarrollando en este trabajo a propósito de la reintroducción por la ventana de la ’metafísica’ ya echada por la puerta desde los tiempos del señor Kant, nos permite subrayar que para nuestra corriente entre las ’afirmaciones de principio’ y de carácter general y táctico, y el trabajo cotidiano y menudo, no puede existir una división que impida ver el nexo entre la teoría y la práctica. Somos repetidamente hostiles al ’concretismo’, porque en el entrevemos la estratagema para liberarse de las grandes cuestiones teóricas, para dedicarse al pequeño pero ’concreto’ cabotaje: al mismo tiempo estamos atentos a la vida de la clase, sus conatos históricos y sufrimiento cotidianos, porque sabemos que en este mundo subterráneo, o estructura económica, se mueven las fuerzas reales capaces de echar abajo el infame sistema capitalista.
Así nuestro trabajo teórico no solo no es indiferente
a las grandes o pequeñas maniobras que tienden a modificar al lenguaje,
la tradición y la sintaxis, sino que se preocupa de desmentir las
cabriolas con las que la ideología oportunista ha tirado a la basura,
junto con el programa comunista también la posibilidad de reencontrar
la memoria histórica de siglos de sufrimientos y batallas
del proletariado mundial.
LEY DE FUGAS
Fiel reflejo de los tiempos que corren es la aplicación actual
de la "ley de fugas". Antaño, cuando el movimiento obrero se mostraba
digno de tal nombre, dicha ley de fugas era aplicada a los proletarios
política y socialmente "molestos" para la burguesía. En espera
del resurgimiento inevitable de las luchas obreras, los esbirros del
régimen
burgués se entrenan también en los controles de alcoholemia,
como sucedió el pasado mes de abril en Sevilla, donde la ley de
fugas se cobró una joven víctima de 21 años.
HUELGA DE LOS PILOTOS DE IBERIA
Prescindiendo de los argumentos ofrecidos por los pilotos de Iberia,
bastante cercanos al terreno patronal, dicho sea de paso, la pugna
mantenida
entre este colectivo laboral y la empresa ha puesto de manifiesto la
total
unidad del partido del orden burgués y sus medios de comunicación.
Entre otras cosas, los pilotos de Iberia han sido acusados de
privilegiados
y de insolidarios. Pero lo más sorprendente es la acusación
hecha a los pilotos de colapsar y crear el caos en un aeropuerto como
el
de Barajas que no necesita de las huelgas para sufrir colapsos.
CONVULSIONES SOCIALES EN ECUADOR
Desde primeros de año las huelgas y las manifestaciones no cesan
de producirse en Quito y las principales ciudades del país andino.
Las exigencias de la usura mundial (FMI y Banco Mundial, entre otros)
que
han llevado al paro y a la miseria a grandes masas de la población
han creado un clima de malestar social generalizado que preocupa a los
centinelas del orden capitalista.
MASACRES MINERAS EN CHINA
Podemos imaginar las delicias que supone ser proletario y además
minero en China. Basta con conocer los datos referentes a las muertes
por
accidente laboral en el sector minero, más de 7.000 el año
pasado según informaciones del periódico chino en lengua
inglesa China Daily. Otra peculiar característica que distingue
la vía china hacia el... capitalismo.
REPRESIÓN DE LOS MINEROS LEONESES
Durante el mes de febrero tuvieron lugar enfrentamientos entre mineros
de Villablino (León) y la guardia civil. Los piquetes de mineros
bloqueaban la entrada de carbón al lavadero de la empresa Minero
Siderúrgica de Ponferrada (MSP) y fueron atacados por unidades
antidisturbios
de la guardia civil. Los enfrentamientos se trasladaron a las calles de
Villablino y de la brutalidad de las fuerzas de represión capitalistas
en su actuación dan fe las declaraciones de un personaje de orden,
el teniente de alcalde Manuel Barrio: "reprochable y desproporcionada".
VENEZUELA: CAMBIOS MUY RADICALES
La elección del demagogo Hugo Chávez como presidente
de Venezuela es la enésima baza de la burguesía para tratar
de contrarrestar los imparables efectos de la crisis capitalista.
Combinando
hábilmente el discurso antiimperialista, como su compadre Fidel
Castro, con la verborrea demagógica, Chávez resumía
así sus temores: "o hacemos la revolución democrática
o la revolución nos pasa por encima". Y en lo económico grandes
novedades muy radicales: "tanto Estado como sea necesario, y tanto
mercado
como sea posible". La dinámica del parlamentarismo burgués
no puede dar más de sí.
BARRIONUEVO POCERO
A la célebre frase de Felipe González: "al estado también
se le defiende en los desagües", hay que añadir la de su acólito
Barrionuevo: "no es indigno trabajar en las redes de saneamiento del
estado".
Estos seres, representantes del sector más degeneradamente corrompido
de una ya archiputrefacta socialdemocracia, no pueden cumplir otra
misión
que la de perros guardianes del estado del capital, de lo cual, a tenor
de sus propias declaraciones, están sumamente orgullosos.
CUENTAS QUE NO CUADRAN
Según informaciones aparecidas en la prensa, y no desmentidas
hasta la fecha, una serie de organismos de más que probada
honorabilidad
y de una integridad moral a toda prueba, son responsables de una serie
de gastos injustificados del dinero de la así llamada "Fundación
para la Formación Continua" (Forcem). Dichas organizaciones son
la Confederación Empresarial Valenciana, Confederación Española
de la Pequeña y la Mediana Empresa, la CEOE y ¡oh sorpresa!
también Comisiones Obreras pero en su caso sólo deberá
devolver 17 milloncillos a las voraces arcas del Estado.
CASO PINOCHET
Caracteriza al mundo burgués la atribución al individuo
de poderes y potestades que lo convierten en sujeto de la acción
histórica y no en objeto, que es lo que sucede realmente. Presentar
la figura del carnicero burgués de turno como el responsable máximo
de la represión haciendo abstracción de las fuerzas económicas
y sociales que mueven los hilos de tal marioneta, consciente o
inconscientemente
no es más que otra forma de hacer apología del capitalismo.
Y tratándose de Pinochet se silencia lo más importante: los
poderes reales que propiciaron las masacres en Chile (burguesía
chilena e internacional) permanecen y permanecer hasta que llegue el
momento
revolucionario final.
EL CASO OKALAN
La complicidad de la burguesía internacional se ha puesto de
manifiesto una vez más en el caso del secuestro y posterior traslado
a Turquía del líder del PKK. Incluso uno de los "enemigos"
tradicionales de Turquía, Grecia, ha cedido a las presiones del
"amigo americano", dejando el terreno libre para que la captura de
Okalan
se llevara a cabo. Denunciamos esta nueva muestra de terrorismo de
estado
internacional, pero esto no exime al PKK de la crítica política,
pues no se trata de un partido de los trabajadores, ya que su programa
no rompe para nada el marco de las relaciones capitalistas de
producción
e intercambio. La única vía de salida que la historia ofrece
a los proletarios del Kurdistán es la de la revolución proletaria
internacional, y en ella tarde o temprano han de encontrar en sus
hermanos
de clase turcos, hoy presentados como enemigos, a sus únicos aliados
naturales, junto al resto del proletariado mundial.
BUENA PRUEBA DE FUERZADE LOS MINEROS RUMANOS
Empujados por las brutales condiciones de subsistencia impuestas por
el capitalismo, los mineros del valle de Jiu, en Rumanía, se han
movilizado. Al sector del carbón rumano le está sucediendo
lo que en otras regiones de Europa: la época del proteccionismo
estatal toca a su fin, y los proletarios dependen de su propia
capacidad
organizativa y de movilización para mitigar los efectos de la crisis
capitalista. En esta ocasión el coraje y la decisión de los
proletarios mineros rumanos ha conseguido arrancar importantes mejoras,
y eso sí, a estacazo limpio pues no existe otro medio de diálogo
con la decrépita civilización burguesa.
¡ABAJO LA GUERRA IMPERIALISTA!
La crisis del capitalismo ruso, obligado a admitir la falsedad de su naturaleza socialista, y la crisis generalizada del capitalismo mundial, han conducido a la guerra también en Europa.
Estados Unidos, gendarme único del orden capitalista mundial, con el ataque a Serbia ha puesto en su sitio a los pequeños Estados balcánicos, colocándolos en su papel tradicional de peones dentro del tablero internacional, y sobre todo ha confirmado su papel y sus privilegios humillando a las cobardes burguesías europeas, que se someten y se colocan a su zaga, a cambio de una tajada del rico botín, compuesto de mercados y de contratos para la reconstrucción.
¡Proletarios, Compañeros!
Todos los aparatos de los regímenes burgueses, Serbia incluida, llevan trabajando desde hace meses para conducir a la guerra al proletariado sin que este tenga posibilidad de rebelarse. Las machaconas campañas sobre la tragedia del pueblo kosovar, sobre los refugiados, las truculentas fotos, los actos terroristas incitados y financiados por ambas partes, sirven para debilitar los ánimos, para acostumbrar a los trabajadores a los horrores de la guerra.
Pobre del proletariado si se deja arrastrar y toma partido por uno u otro bando: la guerra que el capitalismo de ambas bandos provoca es ante todo una guerra contra la propia clase obrera, en tiempos de paz, exigiéndole fatigas y sudores, y en tiempos de guerra, reclamando su sangre y la matanza de los hermanos de clase.
Al desarme proletario contribuyen los sindicatos del régimen y toda la "izquierda" con IU a la cabeza. Ante cualquier acción imperialista, en vez de organizar la lucha desde los centros de trabajo, los pícaros oportunistas invocan la palabra del Santo Padre, la lucha desde los escaños del Parlamento, la intervención de la ONU y las Conferencias internacionales, creando la ilusión de esperar que las instituciones burguesas consigan algo que ni pueden ni quieren hacer: parar la guerra.
Resulta claro el papel que desempeñan semejantes lloriqueos pacifistas, verdaderos y auténticos aliados del militarismo imperialista, salmodiando la paz universal con la finalidad de negar la lucha de clase, única capaz de despedazar, como en el 1917 en Rusia, el régimen burgués y transformar su guerra en revolución.
¡Compañeros, Trabajadores!
La reanudación de la guerra de clase, la defensa de las condiciones
de vida así como una enérgica oposición a los intereses
belicistas de la burguesía, hacen necesario el renacimiento de
verdaderos
sindicatos de clase, expresión fiel y combativa de los intereses
proletarios. También es necesario el reforzamiento del partido
comunista,
único capaz, a través de su secular y nunca desmentido programa
revolucionario, de conducir a la clase en el choque final por una nueva
sociedad humana.