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El Fundamentalismo - Orígenes
del fundamentalismo - Umma religiosa y panarabismo - La crisis económica en Argelia - En el Gran Magreb - Marruecos, una relativa estabilidad - Túnez, entre crisis y fundamentalismo - Mauritania, hacia el África más pobre - El libro verde de Gaddafi - El polvorín Egipcio - El
fundamentalismo en Sudán
Del fundamentalismo islámico en Argelia y en otros países del Magreb en general, desde hace tiempo solo se habla cuando ocurren graves hechos criminales, como si el problema se fuese consumiendo por sí mismo, dando a entender que la situación vuelve a estar lentamente bajo control, eliminando así las causas que lo han generado. A lo sumo, la atención se concentra en el eterno e insoluble calvario de la cuestión palestina, que representa un capitulo aparte. La prensa burguesa se cansa fácilmente de un tema, buscando siempre nuevas noticias sangrientas que llevar a las primeras páginas. En este fin del milenio no existe ninguna dificultad para saciar esta sed vampiresca, solo la de elegir; todo el planeta sometido al dominio del capitalismo ofrece ocasiones sensacionales.
Nuestro Partido siempre ha seguido todos los acontecimientos con el método que lo caracteriza: sin sensacionalismos ni prisas por ser los primeros en publicar los trabajos a toda costa, con mente fría y lealtad a nuestro método materialista para la lectura de cualquier acontecimiento político o económico. Para nosotros, por encima del aspecto trágico que los conflictos sociales provocan, importa ante todo conocer qué papel y qué tarea histórica desarrolla el proletariado local en su defensa, cómo se organiza, qué alianzas tácticas se ve obligado a adoptar si sus fuerzas no son suficientes para el choque, y finalmente qué perspectivas y posibilidades de victoria tiene.
Hemos leído la experiencia argelina de estos años con estos criterios, admitiendo desde el inicio que el fenómeno generado por la pesada crisis económica en curso nacía influenciado por recurrentes y pútridas instancias religiosas, como ocurría en Irán hace veinte años. Nuestra esperanza era que el movimiento se liberase del pesado lastre coránico para recorrer, aun entre mil dificultades, el genuino camino de la lucha de clase; proletariado y clases en vías de serlo contra los capitalistas y los terratenientes locales o extranjeros que fueran. De momento esto no ha sido así, y en parte también porque el proletariado europeo, su hermano mayor, más fuerte y experto, ha sido bloqueado en casa por la misma crisis en su intento de defender los pocos privilegios que le quedan; todos sus enemigos de derecha y de izquierda además han sabido organizar sabiamente una campaña de «información» centrada preferentemente en las matanzas con el fin, como ocurrió con la repartición de Yugoslavia, de crear un difundido sentimiento de miedo e incertidumbre, de ocultar las diferentes causas del conflicto que habrían podido unir a los trabajadores de las dos orillas del Mediterráneo. En este sentido el terrorismo político tanto aquí como allí, con sus víctimas y las consiguientes series de venganzas y retorsiones, ha reconfirmado su validez como instrumento para enfrentar y confundir al proletariado.
El fundamentalismo islámico ha sido precariamente contenido en el Magreb, pero la misma crisis que lo había generado se ha agravado posteriormente, y continua su obra de devastación lo que hace prever una subversión posterior mucho más amplia que la ya producida: deberá empezar a prepararse todo el proletariado bajo la guía de su Partido Comunista.
Todas las noticias que llegan de los países islámicos son siempre presentadas como conflictos étnico-religiosos. Así ocurrió con el atentado de febrero de 1994 al presidente iraní, el chiíta Rafsanyani, por parte de un sunnita; apresuradamente un telediario en ausencia de ulteriores noticias mostraba una descarnada ficha de las condiciones económicas: desocupación = 30%; inflación = 100%; precio del petróleo crudo = - 25% respecto al año precedente. Por consiguiente, ¿hambre o fe?
También los hechos en Argelia después de la victoria electoral del FIS (Frente Islámico de Salvación), el sucesivo golpe de Estado en enero de 1992 que ha impedido la «democrática» gestión del poder, las matanzas de europeos no islámicos, los atentados continuos contra turistas extranjeros en Egipto y las ejecuciones casi cotidianas de los fundamentalistas, imponen hacer algunas consideraciones de carácter materialista por encima de las de tipo étnico-religioso-cultural con las cuales se busca explicar los motivos. Nuestra teoría se preocupa de estudiar los orígenes de todo fermento religioso en términos de explotación del trabajo y de choque entre las clases existentes; también el islamismo con sus «feroces Saladinos» o modernos integristas es considerado por nosotros como parte integrante de un sistema económico productivo basado en la división y la explotación entre las clases sociales que en determinados períodos de crisis aguda explota con formas violentas que frecuentemente asumen connotaciones externas religiosas.
Todas las religiones pertenecen a la esfera de la superestructura ideológica de control y son un reflejo y un complemento de cada forma productiva hasta ahora desarrolladas por las estructuras económicas de la sociedad; estructura y superestructura son dialécticamente correlativas entre sí; por una parte, la base económica genera la superestructura de constricción práctica y de conciencia, por otra, la superestructura tiene la función de conservar el sistema.
A este respecto es indispensable retomar un fragmento del escrito «Sobre los orígenes del cristianismo» de Engels: «(...) Estas sublevaciones, como todos los movimientos de masas del medievo, llevan necesariamente una máscara religiosa, aparecen como restauraciones del cristianismo primitivo degenerado desde siglos; pero normalmente detrás de la exaltación religiosa se escondían intereses mundanos muy fuertes. Con estos contrastan singularmente las revueltas religiosas del mundo mahometano, especialmente en Africa. El Islam es una religión hecha por los orientales, especialmente por los árabes; por tanto, por un lado, por las ciudades que ejercitaban el comercio y la industria, y por el otro lado, por los beduinos nómadas. Este es el germen de un choque que se repite periódicamente. Las ciudades se hacen ricas, opulentas, se relajan en la observancia de la "ley". Los beduinos, pobres y, por esta pobreza, austeros en sus costumbres, miran con envidia y deseo estas riquezas y estos placeres. Entonces se reúnen bajo un profeta, un Madhi, para castigar a los pecadores, para restaurar el respeto por la ley ritual y por la verdadera fe, y para embolsarse como recompensa los tesoros de los infieles. Después de cien años, ellos se encuentran naturalmente en el mismo punto donde estaban los infieles; una nueva purificación de la fe es necesaria, surge un nuevo madhi, y el juego recomienza. Así ha sucedido con las conquistas de los Almoravides y los Almohades africanos en España hasta el último Madhi de Jartum, que se enfrentó con tanto éxito a los ingleses. Así, o de un modo similar, marchaban las cosas en las revueltas en Persia y en otros países mahometanos. Todos son movimientos que nacen de causas económicas y que tienen un disfraz religioso; pero, aun venciendo, dejan sobrevivir intactas las viejas condiciones económicas. Por consiguiente, todo queda igual que antes y el choque deviene periódico. En las sublevaciones populares del occidente cristiano, por el contrario, el disfraz religioso solo sirve como bandera y como máscara para el asalto a un ordenamiento económico anticuado; este finalmente es derrocado, surge uno nuevo, y el mundo avanza».
La respuesta a la objeción de que esta cita solo es valida para movimientos de siglos pasados nos la dan los proletarios, los explotados y oprimidos que se juntaron, por hambre y miseria, bajo la guía del imán Jomeini para destruir la fastuosa corte del Sha y que ahora por los mismos motivos que ayer, quince años después, disparan a su sucesor Rafsanyani aunque también él sea un «gran guía» político y religioso.
La significativa diferencia reside en el hecho de que en tiempos pasados se trataba del dominio del capital mercantil y, a pesar de las precisas prohibiciones religiosas, también del usurario. Hoy en cambio es el capitalismo senil industrial y financiero el que (con sus inexorables procesos de expropiación produce en las concentraciones urbanas y en el campo, masas de proletarios y también campesinos y artesanos pobres) rompe el carácter circular de las revoluciones en los países islámicos del que hablaba Engels.
Según el antiguo y arraigado derecho a la vida islámico «hanbalita», un hombre que se muere de hambre tiene justificación si por necesidad se procura un mínimo de alimento aunque lo haga con el uso de la fuerza; si muere es considerado un mártir, si mata a quien se le opone con las armas queda libre de toda responsabilidad penal. Para los chiítas el rechazo a dar de comer a un hambriento es considerado complicidad en el asesinato de un musulmán (Rodinson, Islam y capitalismo). Por tanto, la revuelta contra la vergonzosa opulencia del trono del pavo fue perfectamente justificada y dirigida por el clero fundamentalista. En esencia, no es muy diferente a la teología de la liberación desarrollada en Centroamérica.
Sin embargo, no nos interesan las disputas teológicas en sí entre chiítas, sunnitas, wahabitas o fundamentalistas, ya que estas sectas para nosotros son solo uno de los instrumentos para dividir la unidad de clase de los proletarios de los países musulmanes, para confundirlos y desviar sus energías de su verdadero destino: la revolución proletaria mundial. De igual forma que no tratamos de encontrar relación alguna entre la lucha de clase en Italia, Alemania, e Inglaterra y la subdivisión de la iglesia cristiana en católica, protestante, y anglicana.
El artículo comienza con una breve síntesis histórica
en la cual ofrecemos el significado de algunos términos especificos
con el fin de evitar incomprensiones, y a continuación pasa a tratar
los capítulos concernientes específicamente a Argelia, Túnez,
Libia, Mauritania, Egipto y Sudan.
Dentro de los movimientos islámicos que extraen sus principios políticos de los textos y de la tradición religiosa, podemos identificar tres diferentes grupos: Renacimiento, Reformismo, y Fundamentalismo.
Con el término de Renacimiento se designan aquellos movimientos islámicos que emergieron en los siglos XVIII y XIX, a menudo confinados en las áreas periféricas, lejos del alcance de la autoridad central. Fundados preferentemente sobre una base tribal, intentaban oponerse al inexorable hundimiento económico y comercial del gran imperio constituido por los cuatro Estados dinásticos principales: El Egipto mameluco, la Turquía otomana, la Persia de los safawíes y la India de los mogoles, atacados militarmente por Europa y Rusia. La primera y quizá más famosa manifestación del movimiento del Renacimiento tuvo lugar en Arabia central en el año 1749 bajo la guía de un exponente religioso y de un jefe local, aunque con el fin de poner a la cabeza al grupo árabe, marginado desde hacia tiempo.
Al contrario que el anterior, el Reformismo islámico fue un movimiento urbano que nació en el s.XIX y duró hasta el s.XX. Sus jefes eran funcionarios estatales, intelectuales o ulemas (doctores en teología coránica) tenazmente contrarios a las interpretaciones tradicionales de la religión y en abierto diálogo con la cultura y la filosofía europea en el intento de equipararse a esta, para evitar el declive intolerable del Islam. Estudiando las fases de la civilización europea, sus exponentes esperaban descubrir los presupuestos para la construcción de útiles estructuras políticas y de una sana base económica.
El fundamentalismo islámico es el grupo más reciente. De aquel gran imperio islámico, que los califas en los 130 primeros años de la era musulmana habían extendido desde España hasta Afganistán, en 1918 solo quedaba una mínima parte como imperio otomano, el cual pagó con su desmembramiento la alianza con los Imperios Centrales en la primera guerra mundial. Bajo el control anglo-francés se formaron diversos Estados y protectorados con un planteamiento laico, democrático y europeo, independientes aunque solamente sobre el papel. Estos nuevos gobernantes hicieron acto de obediencia formal al Islam, que se convierte por doquier en la religión del Estado, y por razones de oportunidad política, a su clero se le reconoció, en caso necesario, también una formal supremacía como fuente legislativa.
Es necesario precisar que el Islam como fe es una superestructura muy simple y no necesita de un clero especializado en la interpretación y en la intercesión; a pesar de esta simplicidad con el tiempo se formó una casta de religiosos enérgicos en el control de los fieles y contrarios a cualquier cambio, como ningún clero medieval lo ha sido nunca.
En estas construcciones geopolíticas artificiales, usadas para la expansión y el control del capitalismo europeo, se encuentra el origen y la fuerza de la parte más integristra del clero, a diferencia de los reformadores modernistas que buscaban conciliar los rigurosos preceptos coránicos con los del beneficio y la explotación capitalista. El esfuerzo de los actuales reformadores religiosos acerca de los reglamentos financieros sobre intereses, prestamos, hipotecas, leasing y otros instrumentos de la economía capitalista, que deberán adoptar los bancos islámicos que pujan por el ingreso de sus capitales en las plazas internacionales, se revela un puro bizantinismo de difícil comprensión.
En nuestra visión, se trata de diferentes velocidades del paso desde una forma productiva a otra y del conjunto de la superestructura ideológica consiguiente, y de la capacidad de reciclarse para la nueva tarea, todo magnificado por el hecho de que el surgimiento de la industria y del capitalismo llegó en pocas décadas y fue introducido prepotentemente desde el exterior.
Las diferencias entre las dos sectas principales, la sunnita, que reconoce la separación y una relativa autonomía entre los asuntos políticos y la religión, y la chiíta, que en cambio reclama la sumisión de la política al predominio de la religión, no intervienen de modo particular en la cuestión del fundamentalismo. De hecho, se trata del choque entre grupos de poder por el control del Estado basado de todas formas en la propiedad privada, en la progresiva abolición de los antiguos bienes colectivos (agua, pastos y tierras), y en la división entre las clases y en un salario justo.
Como organización activa, los fundamentalistas actuales tienen un pasado relativamente reciente que va unido a las vicisitudes de la formación de los Estados árabes modernos en su choque inmediato contra los grupos de poder dirigidos por el imperialismo europeo primero, y ruso y americano después, para gobernar bajo su tutela las nuevas entidades estatales.
Citamos los acontecimientos más significativos extraídos de Islam: Estados sin nación de P.Vatikiotis. En el periodo entre 1930 y 1950 la confraternidad de los Hermanos Musulmanes, fundada en 1928 en Egipto por un sufi, maestro de escuela primaria, Hasan al-Banna, como sociedad filantrópico-religiosa, se convierte en poco tiempo en el más grande movimiento de masas con trasfondo político-religioso que jamás hayan visto los tiempos modernos. La solidaridad sólo entre los musulmanes, no importa de que país sean, y la limosna equivalente al 10% del grano, del 2,5% de los animales útiles y sucesivamente del oro y de la plata, que siendo originariamente voluntaria se convierte en un impuesto regular a favor de los pobres, era uno de los fundamentos que permitían la unión de todos los creyentes en la umma, es decir, la gran comunidad por excelencia de todos los musulmanes que no reconoce las fronteras políticas entre Estados sino solo las religiosas.
A diferencia de los viejos reformadores musulmanes modernistas de los primeras décadas del siglo, los Hermanos Musulmanes tenían un programa radical que no pretendía hacer una reforma del islam que pudiese explicar y comprender las necesarias modificaciones funcionales del naciente capitalismo, por el contrario, lo que buscaba era un retorno a las antiguas enseñanzas de los patriarcas para hacer de ellas los únicos fundamentos del ordenamiento político y social, recurriendo si era necesario a la violencia. Debido a esta oposición a los inmensos intereses económicos en juego, la represión que le acompañó desde 1954 a 1966 fue violentísima: no se escatimaron sogas y cadenas para el millar de fundamentalistas arrestados, culminando con la ejecución de Sayyid Qutbd, el primer gran ideólogo del integrismo islámico, que en ese tiempo se había extendido a Siria y Líbano.
El resultado inmediato obtenido fue que el movimiento se dividió en dos partes: una de ellas pacta con el sistema y deja de constituir un problema, la otra se hace todavía más radical e intransigente, definiendo a los gobiernos no islámicos como infieles, proclamando por esta razón que estos debían ser destruidos.
La derrota egipcia en 1967 en la guerra con Israel da a los fundamentalistas una ulterior ventaja; de 1974 a 1981 los nuevos grupos que se habían reorganizado se expresan en una consistente serie de actividades violentas entre las cuales se encuentran el sangriento ataque al Colegio Técnico Militar del Cairo, el rapto y asesinato de un ministro del WAQF (ministerio expresamente creado para la gestión de las ricas donaciones piadosas y de las limosnas para la beneficiencia), choques con el ejército y la policía en el Medio y Alto Egipto y el asesinato de Sadat.
En los años 70 y 80 el movimiento de las mezquitas se extiende a las universidades, incluso por obra de militantes provenientes de partidos de vaga inspiración comunista. La fraseología religiosa coránica fue hibridada con nuevos términos, con el fin de dar a la protesta que parte de la miseria, la forma de un programa político. Es oportuno observar que la adhesión al fundamentalismo por parte del proletariado y de las clases medias en vías de proletarización no deriva ciertamente del reclamo religioso o de la eficacia de la predicación coránica, sino del enorme empuje de la crisis capitalista que no encuentra en la genuina lucha de clase su salida natural, ni en el sindicato rojo ni en el partido comunista a sus organos dirigentes. Además, ante la ausencia de un fuerte movimiento de empuje y de apoyo por parte del proletariado europeo, las enormes energías de las masas árabes son, por el momento, desviadas hacia falsos objetivos religiosos.
Un posterior punto fuerte para los musulmanes de estrecha observancia y también para los integristas es la defensa de la umma, la comunidad de los creyentes con carácter supranacional. Desde un punto de vista cuantitativo esta umma supera los 420 millones de individuos en 29 países con un 90% de musulmanes. Sin embargo es conveniente presentar una lista de los países más habitados y hacer algunas consideraciones: 1) Pakistán, 86,2 millones; 2) Turquía, 56,7; 3) Irán, 49,3; 4) Egipto, 49,2; 5) Argelia, 25,9; 6) Marruecos, 24,9; 7) Uzbekistán, 20,7; 8) Kazakistán, 16,8; 9) Yemen, 11,5; 10) Túnez, 7,6. Les siguen: Mali, Arabia Saudita y Azerbaiyán con una cantidad que supera por poco los 7 millones.
Ninguno de estos países supera los 100 millones de habitantes o más precisamente de consumidores, que para los economistas de la International Management (octubre-1990), es el mínimo indispensable para realizar una economía globalmente independiente y agresiva en el mercado mundial. Obviamente se precisan otras condiciones, entre la cuales las más evidentes son una adecuada masa de capitales, una consistente densidad de población y un nivel técnico bien consolidado. Japón y la Alemania unificada se encuentran en esta situación, mientras los USA y la CEI (ex URSS) tienen una masa de consumidores mayor pero con una baja densidad.
En el grupo de los 50/100 millones (Francia, Italia, Inglaterra están cercanos a la cuota de 57 millones, para entendernos), umbral necesario para que pueda realizarse un desarrollo capitalista nacional adecuado con la formación de una consistente fuerza proletaria, encontramos a duras penas cuatro Estados; otros dos están apenas a la mitad y los restantes aún más bajos, relegados al papel de provincias coloniales de las economías mas fuertes.
Esto hace que actualmente ningún país este en condiciones de constituir, como lo hicieron en el pasado las diversas dinastías, un punto real de unión de esta comunidad supranacional; asistimos por el contrario al fenómeno opuesto. Los modernos Estados árabes, con sus fronteras y sus ejércitos prestos a defenderlas, se oponen de hecho a esta concepción y la quebrantan en muchas partes, como ha quedado de manifiesto con la guerra entre Irak e Irán, el mayor conflicto entre países musulmanes desde hace más de un milenio.
No debe haber sido nada difícil transformar y disfrazar una disputa territorial presentándola como conflicto étnico-religioso: persas chiítas usurpadores contra árabes sunnitas infieles como excusa para mandar a la masacre a generaciones enteras en las fronteras de Chatt el Arab por su santidad el Petróleo.
El fundamentalismo se ha difundido principalmente entre los estratos más pobres y explotados de la sociedad, como asalariados, campesinos expropiados y empujados a emigrar a la ciudad, trabajadores y pequeña burguesía, que gira alrededor de la economía de los bazares, y de una parte del clero islámico.
La teoría de este movimiento interclasista se puede resumir en tres puntos fundamentales: 1) La modernidad laica es el mal por antonomasia; los religiosos y los políticos que gobiernan según los esquemas laicos y modernos son infieles, y por consiguiente, se les debe combatir hasta destruirles; 2) el único remedio al mal es la rebelión conducida por la vanguardia de los verdaderos creyentes; 3) en un cierto punto la rebelión se transforma en guerra santa (yihad) que comporta el sacrificio y el martirio por amor a la comunidad.
Por el momento el proletariado musulmán ha sido neutralizado por la burguesía y por el clero islámico pero cuando se muestre que ninguna religión puede contener las devastaciones de la crisis capitalista, nuestros hermanos de clase identificaran al verdadero enemigo que hay que abatir hasta la destrucción: el modo de producción capitalista.
Resumiendo: con Engels hemos visto la forma circular de las revoluciones en los países islámicos entre las ciudades opulentas y los pueblos miserables, típica del pasado. El enfrentamiento se presenta en la actualidad modificado por la crisis capitalista que opone entre sí a clases económicamente y socialmente diversas: capitalistas y terratenientes por un lado, y masas trabajadoras expropiadas de todo, pequeños campesinos y míseros artesanos por el otro.
El Fundamentalismo es un movimiento radical que es la continuación, aunque contraponiéndose, de los precedentes del Renacimiento, y del reciente Reformismo, que intentaba conciliar las leyes coránicas con las exigencias de desarrollo del capitalismo.
Difundido entre los estratos más pobres de la sociedad el fundamentalismo es un movimiento interclasista que, incluso mediante acciones violentas y de terrorismo, se opone a la «modernidad laica», en vez de oponerse a la explotación capitalista, verdadera causa de los actuales sufrimientos de las masas oprimidas.
Rebelión y guerra santa hasta el martirio son los medios para abatir los regímenes infectos y corruptos, de cualquier tipo o secta que sean, para alcanzar finalmente la umma, o la comunidad de todos los creyentes islámicos que no conoce fronteras.
Ningún país musulmán tiene hoy las características
económicas y productivas, en sentido capitalista, para ser el potente
motor de la unidad de los países o mejor de las fuerzas productivas
árabes.
Umma religiosa y panarabismo: dos mitos de la unidad árabe
Potencialmente el mundo árabe por medio del llamamiemto religioso a la umma islámica y al panarabismo tiene dos puntos claves para iniciar un movimiento centrípeto que llegue a una cierta forma estable de unificación, que produciría, hecho para nosotros muy importante, también la unificación de todo el proletariado de los países islámicos.
En torno a los que no están claramente definidos, también el Irán fundamentalista desarrolla una acción de arrastre respecto a algunos países islámicos, aun sin poseer completamente las características económicas y productivas necesarias para ese fin.
Mientras el panarabismo, como veremos mediante la relectura de nuestros textos, ha fracasado en un primer intento, el reclamo religioso que eclipsa un movimiento de masas explotadas y hambrientas, por el momento no parece seguir una estrategia proveniente de un único centro dirigente, sino que las diferentes organizaciones parecen moverse independientemente las unas de las otras concentrándose preferentemente en el choque directo de cada una contra los propios gobiernos nacionales.
Esta situación se presenta también en las seculares y consolidadas divisiones religiosas; los sunnitas no reconocen una autoridad superior pero siguen los dictados de diversos jefes religiosos; al contrario, los chiítas, como en el caso de Jomeini, eligen una figura guía con carácter supranacional. Según la antigua tradición religiosa, el Islam rechaza el Estado nación en favor de la comunidad de los creyentes independientemente de su lugar de residencia, precepto ciertamente válido para poblaciones seminomadas en los márgenes de vastas áreas desérticas, pero que para ser aplicado actualmente requeriría cancelar las fronteras económicas trazadas por el imperialismo europeo y americano.
Como no podía ser de otra manera, también la solidaridad con la comunidad musulmana de Bosnia durante la guerra, teniendo en cuenta los vínculos y los obstáculos diplomáticos, no parece que haya sido consecuente con los llamamientos coránicos a la gran umma, aparte de algunas mínimas ayudas simbólicas y del asesinato como venganza de algunos técnicos yugoslavos no musulmanes por parte del FIS en Argelia.
Para el fundamentalismo, el deber de un verdadero musulmán en la actualidad no es la busqueda de la verdad, sino la conquista del poder mediante la guerra santa, y por ello los grandes centros económicos, sobre todo los europeos, que controlan los flujos petrolíferos, consideran a estos movimientos como un peligro real, ya que si obtuviesen la victoria atacarían los proyectos que se han impuesto en esas áreas desde hace medio siglo. Por eso el apoyo por parte de los centros imperialistas a los gobiernos en funciones es fuerte y la suspensión de las elecciones en Argelia ha sido presentado como un hecho estabilizador contra los excesos de una masa de fanáticos asesinos.
Poco o nada se ha dicho sobre el endeudamiento económico, especialmente alimentario, ni sobre la caída forzada de la renta petrolífera, renta que redunda solo en una parte insignificante de la masa de la población.
Los países musulmanes, especialmente los mediterráneos, para mantener los buenos negocios de todos, deben permanecer como fuentes de mano de obra barata y de materias primas a bajo costo y como meta de un tranquilo y económico turismo exótico-cultural que, después del primero de una serie de ataques armados a un crucero por el Nilo en octubre de 1992, ha sido desviado hacia zonas más seguras, mientras los autocares de turistas, después de repetidos asaltos, han sido dotados de escoltas armados.
A otra guerra santa se refería el compañero Zinoviev en la primera sesión del Congreso de los Pueblos de Oriente celebrado en Bakú en 1920: «¡Compañeros, hermanos! Ha llegado el día en el que podéis comenzar la organización de la verdadera guerra santa contra vuestros opresores. La Internacional comunista hoy se dirige a los pueblos de Oriente y les grita; ¡Hermanos! Os llamamos a la guerra santa, a la guerra santa en primer lugar contra el imperialismo inglés!».
También la llamada a la comunidad y la solidaridad que no conoce fronteras se expresa en ese documento de forma diferente a la religiosa siguiendo la invitación ya dirigida por el Manifiesto del Partido Comunista de 1848: ¡Proletarios de todos los países, uníos!
«Retened bien estas palabras: cada capitalista inglés no hace trabajar solamente a docenas y centenares de obreros ingleses, sino a centenares y millares de campesinos en Persia, Turquía, India, y en otros países sometidos al capitalismo británico. La conclusión que se impone es que este millardo y cuarto de población oprimida debe unirse; y que si estas legiones de esclavos se unen no habrá ninguna fuerza en el mundo que pueda someterla a esos bandidos que se llaman "capitalistas ingleses". Además, los representantes de los trabajadores comunistas de todo el mundo os dirigen esta invitación y os ofrecen su ayuda fraterna en esta lucha, tan dolorosa como dura, pero inevitable».
Es inútil recordar que esta invitación y esta oferta son siempre validas, ya que la duración y el agravamiento de la crisis capitalista nos une aún más.
La segunda oportunidad para la unificación de los Estados árabes, es decir, el panarabismo de los años 60, manifestó muy pronto con su fracaso que era una construcción artificial. Releemos en Comunismo n°12/1983 nuestro análisis y valoración en el capitulo 9: El mito de la unidad árabe. «Es la subida al poder de Nasser el hecho más importante: toda la política de nacionalizaciones de la república egipcia retoma la bandera del panarabismo, de la gran patria árabe unida, trata de devolver el vigor a la liga árabe constituida en 1945, por Egipto, Arabia Saudita, Yemen, Transjordania, Irak, Líbano y Siria, una liga que había demostrado toda su impotencia, toda su ineficacia, todos los limites del federalismo en la guerra de 1948 contra Israel. El primer golpe al renacido panarabismo lo dio Irak, cuando en 1954 se alío con Turquía, que había ingresado dos años antes en la OTAN, para después adherirse, en 1955, al pacto de Bagdad que ampliaba el pacto turco-iraquí a Irán, Pakistán y Gran Bretaña, y que encontraba aprobación y apoyo sobre todo de los Estados Unidos».
El período que sigue, de tensiones políticas con continuos cambios de alianzas, ve crecer fuertemente la influencia militar ruso-americana en progresiva sustitución de la franco-británica hasta el desembarco en el Líbano en 1958.
«Comentábamos así estos hechos en nuestro periódico: el blanco del vil acto de fuerza de los Estados Unidos no es tanto la salvación del podrido régimen de Chamoun, como la unificación árabe. No por casualidad la intervención armada americana ha sido decidida poco antes de la revolución antimonárquica de Irak que ha hecho justicia de la monarquía filobritánica y de sus servidores sanguinarios. A los gángsters del dolar les apremia sobretodo impedir la formación del gran Estado unitario que es la aspiración del movimiento panarabista y por consiguiente salvar las alianzas militares que son el mayor obstáculo a la unificación de los pueblos de Oriente Medio (Programma, n°14/1958). Pero las débiles burguesías árabes, llegadas demasiado tarde a la arena de la historia, expresión de economías débiles totalmente dependientes del mercado mundial, temían bastante más a las masas explotadas y hambrientas de proletarios y campesinos pobres que con sus agitaciones les habían llevado al poder, que a las viejas clases tribales, a las que habían quitado el puesto, y al imperialismo internacional, frecuentemente condenado en apariencia. La conclusión fue que en todos los países los nuevos gobiernos burgueses inmediatamente reprimieron todo espontáneo movimiento de masas y se pusieron de acuerdo tanto con las viejas clases destronadas como con el imperialismo de Oeste o del Este, según sus contingentes intereses estatales».
El capítulo se cierra con un preciso análisis de la parábola efectuada por los acontecimientos que han señalado el progresivo empobrecimiento de las masas árabes, reducidas a simples rehenes para uso, a través de las burguesías locales, de los proyectos económicos de los grandes centros del poder capitalista: «El hecho trágico, que pesará terriblemente en los acontecimientos futuros, era que el panarabismo no se podía de ninguna manera resucitar, ni desde abajo - es decir, apoyándose en los prófugos palestinos, repartidos por todo el Oriente Medio - ni aun menos desde arriba como había tratado de hacer Nasser. El panarabismo is over (se le ha pasado el momento), las citas históricas habidas le habían fallado clamorosamente y el irredentismo palestino no podía ya resucitarlo. Los millares de prófugos palestinos hacinados en campos y barrios de chabolas reflejaban toda la tragedia del Oriente Medio, mosaico no de naciones (que no existen ni en un formato menor, ni como los hechos históricos han demostrado, en un solo formato mayor de una única nación árabe) sino de Estados piojosamente atacados en sus intereses particulares, cada uno atado de pies y manos a esta o aquella potencia, cada uno delirante de una independencia económica y política negada por su dependencia real del mercado mundial del petróleo o del algodon o del suministro de armas de una u otra potencia, cada uno orgulloso y satisfecho cuanto sumiso servidor de las grandes multinacionales, cada uno gobernado por pseudo-burguesías ávidas y parásitas o también por los despojos de un pasado milenario ni siquiera feudal sino apenas tribal».
Sobre este escenario se inserta el movimiento fundamentalista desencadenado por el avivamiento de la crisis capitalista que partiendo de Irán, aunque permaneciendo en el ámbito de un simple cambio de régimen de cualquier manera democrático-burgués, envuelve violentamente al Sudan, Egipto, y Argelia.
Los preceptos coránicos y los genéricos llamamientos a
la umma, abandonado el raído panarabismo, por el momento tapan la
dimensión y profundidad de la crisis económica que resumimos
con datos estadísticos, actualizando la serie precedentemente publicada
en el n°198/1992 de nuestro periódico.
El Fundamentalismo - Orígenes
del fundamentalismo - Umma
religiosa y panarabismo - La
crisis económica en Argelia - En el Gran Magreb - Marruecos, una relativa estabilidad - Túnez, entre crisis y fundamentalismo - Mauritania, hacia el África más pobre - El libro verde de Gaddafi - El polvorín Egipcio - El fundamentalismo en Sudán
Las tesis que presentamos a continuación
tienen como tema central la organización interna del partido. Se
decía entonces, y hablamos de 1965, que estábamos "en la
peor situación posible y que gran parte del proletariado más
que ser golpeado por la burguesía, está controlado por los
partidos que trabajan al servicio de ésta…". Desde entonces, el
adormecimiento, el embrutecimiento y la influencia de los partidos oportunistas
se ha profundizado aún más.
En España, la llamada "transición"
de la dictadura a la democracia ha contribuido a que no se hable más
de revolución sino de parlamento y democracia; haciendo de escuelas,
instituciones y medios de comunicación, correas de transmisión
perfectas para enterrar de una vez por todas al único enemigo de
la burguesía: el comunismo, vulgarizando y falsificando el marxismo
hasta el extremo.
Por este motivo es tarea fundamental del partido,
incluso en períodos tan desfavorables como el actual, trabajar para
transmitir su patrimonio histórico a futuras generaciones, no renunciando
a ninguna de las tareas propias del partido en períodos más
favorables, tendiendo a que converjan partido histórico y partido
formal (o efímero).
Se hace también en estas tesis un repaso
por los principales textos considerados pilares básicos del partido
y por las grandes batallas libradas por las masas, de cuyas experiencias
se han obtenido enseñanzas fundamentales.
Las más grandiosa de estas experiencias,
la revolución rusa, quedó reducida (gracias a los numerosos
errores organizativos que en las tesis se detallan y por supuesto, por
el plantón a la cita revolucionaria de otros países europeos)
a la fórmula superoportunista planteada por Stalin de construcción
del socialismo en un sólo país, renunciando el partido
ruso a la lucha internacional y adjudicando el adjetivo de socialistas
a categorías económicas y políticas que nada tienen
que ver con el socialismo.
Posteriormente, con la segunda guerra mundial
el oportunismo mostró su cara abiertamente parlamentarista y nacionalista,
enterrando para muchos años, como hemos podido comprobar, toda posibilidad
de revolución.
De todas estas experiencias, la Izquierda extrae
lo que llamamos "Lecciones de las contrarrevoluciones" que en cuanto se
refieren al aspecto organizativo del partido dejan claro que no existen
fórmulas mágicas que garanticen para siempre su permanencia
en la línea justa, pero sirven para descartar métodos de
organización que han mostrado conducir al oportunismo; tales métodos
pueden ser el uso de la democracia como el empleo del terror disciplinario
para solucionar los problemas que las nuevas situaciones pueden plantear.
Consideraciones
sobre la orgánica actividad del partido
cuando la situación general es históricamente
desfavorable (1965)
(De "Il Programma Comunista", n° 2 de 1965)
Tesis sobre
la tarea histórica, la acción, y la estructura
del partido comunista mundial, según las posiciones
que desde hace más de medio siglo forman el
patrimonio histórico
de la Izquierda Comunista (Tesis de Nápoles,
1965)
(De "Il Programma Comunista", n° 14, julio de
1965)
Tesis
suplementarias sobre la tarea histórica, la acción
y la estructura del partido comunista mundial (Tesis
de Milán)
(De "Il Programma Comunista", n° 7 de abril-mayo
de 1966)
Pese a los obstinados intentos de los apologistas del capitalismo por presentarnos un panorama de color de rosa, la realidad material, el mejor aliado de los revolucionarios, se empeña en demostrar lo contrario. Así sucede con el gobierno burgués del PP, que ha puesto en marcha una machacona campaña de propaganda intentando convencer a los trabajadores de que la buena marcha de la economía también se refleja positivamente en sus condiciones de vida y trabajo.
El aumento en la siniestralidad laboral, de los contratos a tiempo parcial, los salarios de auténtica miseria... son el reflejo en los trabajadores de la buena marcha de la economía. Aumentan los beneficios empresariales a costa de la clase obrera, a quien se le van reduciendo progresivamente las mejoras conseguidas tras duras e históricas luchas. Así sucede con el llamado "medicamentazo", es decir, la eliminación de las subvenciones de la Seguridad Social a una amplia serie de medicamentos. Un claro reflejo de la desfachatez con la que se permite hablar ya la burguesía son los argumentos que han acompañado la adopción de esta medida antiobrera. Así, estos medicamentos retirados de la financiación pública, tendrían un efecto terapéutico "limitado", y sus efectos se suplirían "haciendo ejercicio" (en el caso de las cremas antivaricosas), o "bebiendo agua" (expectorantes y mucolíticos). La "oposición" al recorte en los medicamentos ha sido todo lo contundente que se podía esperar: manifestaciones con escasa repercusión y donde lo único que ha primado ha sido el oportunismo electoral, pues hasta el PSOE se ha sumado a las "protestas" haciendo gala de una formidable amnesia política olvidando medidas similares adoptadas durante su largo mandato anterior.
Paralelamente a estas medidas de "ajuste presupuestario" continúa la campaña de represión y de descrédito hacia aquellos sectores laborales que de una forma u otra se plantean luchar por sus intereses, si bien en algunos casos desde un punto de vista puramente corporativo o elitista (taxistas o los pilotos de Iberia y Air Europa).
Así ha sucedido con las manifestaciones de los taxistas de Madrid. Las protestas del mes de febrero, organizadas por la Federación Profesional del Taxi, tuvieron amplia repercusión en la circulación por las calles de la capital. Pese a tratarse de un sector (el taxi madrileño) donde los asalariados son minoría siendo mayoría los pequeños propietarios autónomos, el Estado burgués ha dejado caer su largo brazo represivo también sobre estos trabajadores autónomos que reivindicaban subvenciones para aparcar en el caótico aeropuerto de Barajas, una subida de tarifas del 11% y la autorización para portar publicidad exterior. De esta guisa los taxistas que protestaban fueron apaleados por la policía, y prácticamente prohibidas sus medidas de fuerza (colapsar el tráfico). La justicia burguesa impuso a los organizadores de la protesta que realizasen una manifestación con un máximo de 50 coches ya que se perturbaban "los legítimos derechos de los vecinos y transeúntes".
En lo que respecta al anuncio de huelga en Iberia y Air Europa por parte del sindicato de pilotos (SEPLA), dicha huelga se desconvocó entre otras cosas porque los servicios mínimos decretados eran prácticamente del 100 por cien.
En el caso de los paros parciales convocados en el Metro de Madrid se ha puesto en evidencia una vez más que la política de división y aceptación de la legalidad echa en saco roto la combatividad de los trabajadores.
Desde diciembre del año pasado, los sindicatos del Metro madrileño vienen convocando una serie de paros parciales con unos servicios mínimos marcados por ley que imposibilitan totalmente la más mínima efectividad de esos paros, ya de por sí limitados por su parcialidad. A principios de marzo, una parte del comité de empresa firmó una especie de preacuerdo-traición que irritó a los trabajadores, incluso a los propios afiliados a los sindicatos firmantes. Los trabajadores, indignados ante tal felonía, se dirigieron a los locales de los sindicatos firmantes e intentaron justamente dar su merecido en algún momento a los bonzos. La actitud combativa de una parte de la plantilla (CCOO no ha tenido más remedio que sumarse a la protesta para tratar de encauzar el asunto cuando la ocasión sea más propicia) ha motivado que la represión policial no se haya hecho esperar. Ya a finales de febrero se produjeron graves incidentes entre los trabajadores y los esbirros del capital que se ensañaron con los piquetes de huelguistas. Mientras tanto la huelga parcial está siendo conducida a un callejón sin salida. Aislados, divididos por las maniobras sindicales, apaleados por la policía y con unos servicios mínimos que en realidad son máximos, a los trabajadores del Metro sólo les quedaba el recurso al sabotaje de los trenes. Esto se ha realizado pero ha quedado reducido a actos aislados debido a la fuerte presencia policial y al esquirolaje de unos cuantos traidores que sólo merecen el desprecio del conjunto de la clase trabajadora. En definitiva, una vez más los trabajadores del Metro, como ha sucedido en otras ocasiones en esta misma empresa y en la EMT (autobuses de Madrid) van a sufrir una fuerte derrota que les postrará durante largo tiempo a merced de la patronal. Pese a todo, vaya desde aquí nuestro saludo a todos aquellos trabajadores del Metro que han intentado, con las limitadas fuerzas disponibles y en medio de la refinada traición sindical, defender sus propios intereses.
Esta experiencia, la experiencia de todos los días en todos los
centros de trabajo, pone de manifiesto que solamente con organismos sindicales
genuinamente clasistas, amplios e independientes de la patronal y su estado,
las reivindicaciones obreras inmediatas pueden ser defendidas con posibilidades
de éxito.
(Este es el resumen sobre el trabajo sindical aportado por los compañeros ingleses a la Reunión General de Turín, octubre-1997)
En la conferencia de la Transport and General Workers Union (TGWU), que se celebra cada dos años, se han visto confirmadas las valoraciones del Partido acerca de la creciente inserción de las burocracias de los sindicatos británicos en el aparato del Estado. Al coincidir este año con el 75 aniversario de la creación de la TGWU, se ha orquestado una pomposa coreografía conmemorativa con una serie de ritos, entre ellos la inauguración del busto del ex-secretario general, ahora secretario ministerial del gobierno del Labour Party, Frank Cousins. A continuación, probablemente con el ánimo de amansar los caldeados ánimos, se sirvieron unas espléndidas comilonas acompañadas de la dulce música del arpa, con distribución de souvenirs a todos los delegados.
En la conferencia han participado unos 500 delegados, pagados generosamente a través de la caja del sindicato, provenientes de las diferentes federaciones que lo componen: trabajadores de las eléctricas, de la construcción, de los puertos, marinos, administrativos, técnicos, etc. Durante seis días se han debatido las diversas mociones presentadas por los representantes de los diversos sectores de la organización.
Pero no tardó mucho en desvanecerse el clima de concordia, estallando las tensiones maduras desde hacía ya tiempo entre los portuarios de Liverpool y los dirigentes sindicales. Los portuarios presentaron a la asamblea una serie de mociones fuertemente críticas respecto a los dirigentes. «Desde que los portuarios de Liverpool fueron despedidos por la compañía portuaria, han combatido valerosamente por su readmisión. Han conseguido la solidaridad tanto a nivel local como nacional e internacional, recibiendo un considerable apoyo a su lucha. Esa ayuda no ha llegado por parte de los dirigentes de la TGWU. Condenamos abiertamente a Bill Morris y a los demás dirigentes por haber rechazado desde el principio dar un carácter oficial a este conflicto. Ellos han hecho muy poco para ayudar a los portuarios a reintegrarse a su puesto de trabajo. Pedimos a la ejecutiva que dé un carácter oficial a este conflicto y haga todo lo posible para conseguir la readmisión de los portuarios» (moción 419). «Esta conferencia toma nota de que la cuestión de los portuarios de Liverpool ha sido considerada extraoficial por los dirigentes del TGWU y por tanto en varias ocasiones el secretario general ha recomendado que las propuestas de mediación por parte de la compañía portuaria fueran votadas a través de un referéndum por correo, contra los deseos de la mayoría de los trabajadores afectados. La Conferencia se opone a la celebración del referéndum por correo, a menos que sea estrictamente requerido por la ley o de acuerdo con los trabajadores involucrados» (moción 426). Otras muchas mociones iban tomando posición a favor de los portuarios, requiriendo al sindicato iniciativas de apoyo a esa lucha.
El procedimiento normal en una conferencia sindical, cuando existen varias mociones sobre el mismo argumento, es la de agruparlas en una única moción. Esto se hace para evitar repeticiones, pero también es el resultado de la mediación sobre los aspectos más controvertidos. En este caso, en lugar de una toma de posición apropiada, como pedían los portuarios, los dirigentes elaboraron una insípida ’declaración ejecutiva’. Ante las protestas que surgieron, el presidente de la asamblea advertía: «He oído peticiones para que la TUC [la Confederación general de las Unions británicas] organice una huelga general en apoyo a los portuarios. Yo soy miembro del consejo general de la TUC y os digo que si pensáis que el consejo va a llamar a una huelga general que choque con la legalidad, estáis fuera de la realidad». En Gran Bretaña, como consecuencia de una serie de leyes elaboradas durante el mandato conservador, y que el actual gobierno laborista no tiene intención de modificar, las huelgas de solidaridad con otras categorías de trabajadores, están prohibidas.
Hubo otras muchas intervenciones a favor de los portuarios, que pusieron en evidencia la importancia de las acciones de solidaridad, incluso ilegales: «En los años 50 y 60 cuando estábamos en lucha, fueron los portuarios los que apoyaron a los trabajadores del sector del automóvil; no estaríamos aquí si no hubiese sido por ellos».
Al final la moción del ejecutivo fue sometida a votación y se ’aprobó’, aunque el número de manos alzadas en su contra indicaba todo lo contrario. En medio del escándalo general organizado por quienes apoyaban a los portuarios, se procedió, al día siguiente, a una nueva votación, con un resultado negativo para la proposición de la ejecutiva, rechazada por 283 votos contra 182. Pero la ejecutiva tenía otro as en la manga. Al llegar el momento de someter a votación las mociones de los portuarios, impusieron que se llevase a cabo sin un debate previo. De esta forma muchos delegados, no sabiendo bien lo que se iba a votar, carentes de experiencia y confundidos por secretas maniobras congresuales y las tramas urdidas por los jefes sindicales, expertos en conseguir el éxito en las asambleas y en los congresos cuando sus posiciones vacilan frente a las protestas de la base, acabaron por seguir las indicaciones de la ejecutiva. La moción aprobada finalmente era una invitación genérica al gobierno para que interviniese ’regulando’ la disputa.
El resto de la conferencia transcurrió en medio del aburrimiento y de la indiferencia que habitualmente acompañan las soporíferas y litúrgicas exposiciones de la Ejecutiva. Hubo también algunos informes interesantes y detallados sobre los problemas que debían afrontar algunas categorías. Pero cuando se trató de buscar una solución, irremediablemente aparecían los innumerables vínculos existentes entre los jefes sindicales y el gobierno laborista. Todas las peticiones eran conducidas inmediatamente al terreno del respeto a la legalidad y a la democracia parlamentaria, dispersándolas a través de mociones de apoyo genérico a la política del gobierno.
Un grupo puso en discusión las relaciones entre el Labour Party y las Unions, pero esto fue considerado como una enorme herejía, y la moción desapareció de la agenda, siendo considerada como algo ’fuera de tema’. La moción empezaba así: «Que esta conferencia reexamine el apoyo incondicional concedido al Labour Party como consecuencia de las recientes declaraciones por parte de miembros de este partido, apoyando las leyes antisindicales de los conservadores. Que la TGWU considere extender su apoyo también a otros partidos del movimiento obrero».
Lo que sucedió en la conferencia del TGWU no es inusual. En la conferencia de otra Union importante, la Unison, que organiza a los trabajadores de los servicios, la oposición estaba representada por los 53 despedidos del Hillingdon Hospital, por haber rechazado una reducción salarial de 40 libras esterlinas semanales, impuesta por la empresa privada de gestión Pall Mall. Tras 16 meses de conflicto la Unison retiró su apoyo oficial porque los huelguistas habían rechazado aceptar la oferta negociada con la dirección, una oferta que no incluía la reintegración de las mujeres a su puesto de trabajo. Según los trabajadores de Hillingdon la verdadera razón de esta traición era que el sindicato no quería comprometer sus buenas relaciones con Pall Mall.
Como sucedió en la conferencia de la TGWU, los delegados de la conferencia anual de Unison elaboraron una serie de resoluciones de condena al Comité Ejecutivo nacional, pidiendo que fuese restablecido el apoyo oficial a la lucha de los trabajadores de Hillingdon. Pero los jefes sindicales, totalmente incapaces de esconder su traición, interrumpieron varias veces a sus opositores apagando el micrófono.
No hubo una discusión seria sobre el argumento, que sin embargo sí se dio en otro lugar, en una reunión aparte a petición de los trabajadores de Hillingdon con los representantes de los portuarios de Liverpool y otros grupos en desacuerdo con los dirigentes sindicales. En esta ocasión el portavoz de los huelguistas declaraba: «Los dirigentes sindicales nunca habrían imaginado que proseguiríamos la lucha, ni mucho menos que pudiésemos vencer. En la conferencia del año pasado el secretario general de la Unison había declarado que nos apoyarían totalmente. ¿Qué ha sucedido? Lucharemos contra la Pall Mall, contra la dirección del Hillingdon Hospital, la policía y también contra los dirigentes sindicales».
Otro ejemplo de la vergonzosa y miserable respuesta de los jefes sindicales a los huelguistas que desafían su autoridad, se dio en una reciente manifestación convocada para conmemorar a los mártires de Tolpuddle, pioneros de la organización sindical obrera en Australia. Los jefes sindicales de la Unison, en esta solemne ocasión, declararon que se negarían a hablar a menos que se alejara de allí a los huelguistas del Hillingdon, los cuales con sus pancartas, pedían poder intervenir. La policía, obediente, intervino dispersándolos.
Frente a estos episodios de abierta traición por parte de los jefes sindicales, los distintos grupos de trabajadores han debido saltar por encima de las Unions buscando la solidaridad entre ellos y fuera. Esta solidaridad se ha reclamado a través del llamamiento a un abstracto ’apoyo popular’, de tal forma que han aparecido diversos ’comités de solidaridad’ que organizan colectas y están formados por trabajadores inscritos o no a las Unions y elementos ’simpatizantes’. Cuando pueden, estos grupos, no propiamente sindicales, trabajan a favor del apoyo económico a las huelgas y tienden a juntar a otros grupos de trabajadores en lucha. Pero para llevar a cabo estos objetivos deberán mantener su organización separada de las estructuras oficiales de las Unions y del partido que oficialmente las representa: el Labour Party.
Un objetivo de este polo de oposición que se está formando es la revocación de las leyes antisindicales, leyes que no están dirigidas contra las Unions sino contra los trabajadores que luchan fuera de su control y contra los militantes que dentro de las Unions manifiestan su disconformidad con la política de los dirigentes. Su verdadero objetivo es el de concentrar posteriormente el poder en las manos de los dirigentes, reduciendo aún más la posibilidad de que grupos de trabajadores emprendan acciones de lucha fuera del reconocimiento oficial de las Unions y llamen a la solidaridad a los demás.
La oposición a estas leyes puede, no obstante, manifestarse solamente negándolas con la práctica del movimiento, llevando a cabo, sin esperar la autorización de nadie, acciones de lucha en defensa de los intereses de los trabajadores. Algo muy distinto que recurrir a peticiones y llamamientos genéricos al Labour Party, hoy en el gobierno, para que reexamine estas normas dentro del respeto a la legalidad y a la democracia burguesa. Esto último es lo que han hecho elementos muy conocidos del ala ’izquierda’ del Labour Party, gente que provista de órganos de prensa, se mueve dentro de los grupos de oposición extendiendo la reivindicación de la legalidad y de la democracia dentro de las Unions, el respeto de los lazos tradicionales con el Labour Party con la perspectiva de influenciar su política desde la ’izquierda’. No es una casualidad que estos personajes siempre se pongan en marcha cuando la atmósfera se calienta, pero dada la inmadurez de los acontecimientos, se produce un estado de confusión y desorientación que puede llevar a los trabajadores a delegar la iniciativa en estos ’profesionales de la política’.
Una relectura particularmente insidiosa de la historia del movimiento obrero inglés, que insiste constantemente en los ’vínculos tradicionales’ entre el movimiento sindical y el Labour Party hace su tarea mucho más fácil. En realidad los únicos vínculos reales que tiene el Labour Party son con las burocracias sindicales, unos vínculos usados para apartar a los trabajadores del choque de clase conduciéndoles por el camino de la democracia parlamentaria. Y las únicas veces que ha aparecido activamente en la defensa de los trabajadores es cuando, en los períodos de boom económico, la burguesía podía conceder las migajas que caían de su banquete. Muy distinta es la situación en los períodos de crisis como el actual cuando las ’izquierdas’ son llamadas al gobierno para administrar directamente el ataque del Capital contra la clase obrera.
Si en los años veinte se podía justificar el punto de vista - considerado por nosotros desde entonces engañoso - que consideraba al Labour Party un conjunto no homogéneo, susceptible de ser influenciado por parte de una política revolucionaria, hoy ciertamente la situación se ha corrompido enormemente, y no es defendible una posición, como la que defendía Lenin, de actuar dentro del Labour Party para reconducirlo a posiciones clasistas. Se trata de un partido burgués a todos los efectos.
Del mismo modo es completamente erróneo plantearse actuar a través de las Unions para inducirlas a presionar al Labour Party, hoy, con el fin de que retire las leyes antihuelga decretadas por el anterior gobierno conservador. El único modo es hacerlas inaplicables oponiéndoles un movimiento general de lucha.
La palanca necesaria también para esto es la organización de la lucha de los trabajadores, que deberá reconstituirse a través de formas alternativas a las actuales Unions, incluso a través de secciones o grupos predispuestos a la ruptura con las estructuras oficiales y orientadas hacia una política de clase. Es difícil decir como se va a desarrollar este proceso pero podemos augurar que estas manifestaciones de oposición existentes representan los primeros pasos en esta dirección.
Nosotros comunistas saludamos el hecho de que los jefes sindicales y
sus aliados políticos se presenten como enemigos declarados del
proletariado y saludamos las iniciativas tendentes a la construcción
de organizaciones dispuestas a la lucha y a la solidaridad de clase, rechazando
por tanto la solidaridad nacional, en choque abierto con la política
colaboracionista de apoyo al gobierno laborista defendida por las Unions.
ASESINATOS PATRONALES POR DOQUIER
La acumulación y revalorización del capital exigen que cada año un mayor número de proletarios pierdan la vida o queden mutilados o inválidos en el holocausto laboral, y la terrible masacre minera en Ucrania no será ciertamente la última. En España, donde todo "va bien" las cifras que suministran los sindicatos del régimen capitalista son harto elocuentes: la tasa de siniestralidad laboral en España se sitúa en un 13,9 por cada 100.000 trabajadores, casi triplicando la media comunitaria europea (5,51). Hacerlo público es todo cuanto van a hacer estos organismos a sueldo del estado y la patronal. Es vital para el conjunto de la clase obrera el surgimiento de organismos sindicales autónomos capaces de enfrentarse a los ataques siempre mortíferos del capital y sus lacayos.
MARRUECOS: LOS SOCIALDEMÓCRATAS EN ACCIÓN
Como viene sucediendo históricamente, en tiempos de crisis y convulsiones sociales graves, la socialdemocracia, con todo su amplio repertorio de disfraces, se presenta como un sólido puntal del orden burgués. La situación económica y social en Marruecos, con huelgas obreras generalizadas y movilizaciones estudiantiles, ha obligado al régimen burgués marroquí a situar al frente del gobierno al socialista Abderramán Yussufi, secretario general de la USPF (Unión Socialista de Fuerzas Populares). Es tal el terror que siente la patronal hacia dicha organización que según la prensa burguesa: «la patronal marroquí ha hecho saber claramente que ve con buenos ojos el nombramiento de Yussufi al frente del gobierno» (El País 5-2-1998).
CRISIS ASIÁTICA: PAGA LA CLASE OBRERA
La profunda crisis económica que sacude especialmente al Extremo Oriente, está descargando sus efectos sobre la clase obrera. En China se preve el despido de unos 10 millones de trabajadores de aquí al año 2000, y otros 14 millones serán despedidos en Indonesia, Corea del Sur y Tailandia. La inexistencia de amortiguadores sociales al estilo europeo abre la posibilidad de potentes luchas obreras que deberán afrontar una crudelísima represión por parte de la burguesía si escapan al control de los sindicatos del régimen.
¿CASTIGO A LOS CULPABLES?
La campaña para tratar de encausar judicialmente a los responsables militares (que no son más que un mero instrumento) de la represión en Chile y Argentina está encontrando bastante eco en España. Se suele omitir con bastante frecuencia que el objeto de la represión no fue la Nación, sino el conjunto de la clase obrera, sometida temporalmente a través del terror abierto de clase. No obstante aquí, en Iberia, (en Portugal sucede lo mismo), nadie osa romper el pacto de silencio establecido durante la transición para no criminalizar al fascismo y a sus principales protagonistas. La clase obrera no puede esperar otra cosa en el régimen capitalista. Las decenas de miles de crímenes del fascismo luso-hispánico, unidos a los de sus respectivos sustitutos democráticos, quedarán impunes hasta la hora de la revolución social, la cual no tiene como virtud precisamente la amnesia ante los crímenes de la burguesía internacional.
SENTENCIA DE LA COLZA: LA HISTORIA DE NUNCA ACABAR
El larguísimo proceso judicial por el envenenamiento del aceite de colza adulterado continúa. Pese a la sentencia favorable a las indemnizaciones (eso sí, más reducidas de lo que correspondería) ahora es el gobierno de turno quien se niega a pagar el dinero. Todo un espectáculo ante el cual el conjunto de la clase obrera ha permanecido impasible gracias a la labor de división e incluso de enfrentamiento propiciada por los dirigentes de las asociaciones de afectados, los sindicatos del régimen, y las directivas de las asociaciones de vecinos y consumidores. En el ánimo de toda esta gentuza está la esperanza de que el tiempo y las enfermedades contraídas vayan solucionando este problemilla de "manera natural".
EUTANASIA: DOBLE MORAL DE LA BURGUESÍA
La muerte con ayuda externa de Ramón Sampedro (el tetrapléjico gallego) ha abierto una vez más el debate sobre la legalización de la eutanasia. De nuevo la hipocresía de la burguesía y sus curas ha hecho acto de presencia invocando el carácter sagrado e inviolable de la vida humana. Los defensores de un sistema como el capitalismo, que con la bendición de la religión, ha conseguido hacer de la masacre humana un negocio sumamente rentable, no son precisamente los más adecuados para dar lecciones de moral a nadie. Pero en resumidas cuentas se trata de su moral, moral de clase rebosante de interés material e hipocresía, y que en su momento, será barrida implacablemente de la escena histórica por la revolución proletaria.
TERROR BLANCO EN CHIAPAS
Continúan las acciones terroristas de las bandas blancas de la burguesía en Chiapas. El reformismo armado, representado políticamente por el EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional), se encuentra en su histórico callejón sin salida, ya que en definitiva toda su lucha se resumiría en una regeneración de la democracia mejicana, tratando de limar las asperezas más evidentes del corrompido sistema burgués. Solamente en el proletariado y en su partido de clase revolucionario pueden encontrar los desposeídos de todo el mundo una alternativa a la opresión social que sufren.
FIEBRE BURSÁTIL, BENEFICIO BANCARIO
La moda del "capitalismo popular" parece que también está haciendo furor por las Españas. Dejando claro que sólo un sector minoritario de la clase obrera está en disposición de "jugar a la bolsa", los beneficios, siempre limitados, arriesgados y efímeros para el pequeño ahorrador, van a ser engullidos principalmente por la banca. Ésta, al no arriesgar absolutamente nada en las operaciones bursátiles, obtiene jugosas ganancias desempeñando su papel de "asesor" e intermediario. Y de cara al futuro, para esos sectores de la clase obrera que juegan a emprendedores desde la posición más parasitaria, les reservamos el comentario que un alemán le hacía a otro en septiembre de 1852 respecto a los obreros aburguesados por la prosperidad aparente de la época: «Se requerirá la severa escuela de las crisis para que en un próximo futuro sean de nuevo capaces de algo».
POL POT Y EL "COMUNISMO" AGRARIO
Camboya ha vuelto a ser noticia. Esta vez parece que va en serio el anuncio de la muerte definitiva del dirigente nacionalista camboyano. Tras el aplastamiento en su día de la rebelión campesina de los kemeres rojos, gracias a la colaboración, entre otros, de China y Vietnam muy interesados en mantener el orden social en la región, la "normalidad" volvió a Camboya. El terrorífico régimen de los kemeres rojos, que no fue más que la reacción de unas masas campesinas oprimidas por el colonialismo imperialista y sus títeres, ha sido presentado de nuevo como la quintaesencia del comunismo radical. Falsedad de la que se ha hecho eco solícitamente la burguesía internacional arrojando aún más basura sobre lo que ellos consideran el cadáver del comunismo. Recordemos una vez más que las masas campesinas y pobres de los países atrasados, en los que las bases económicas para una transformación socialista de la economía no están para nada maduras, solamente encontrarán una vía de escape a su miserable existencia a través de la revolución PROLETARIA internacional. Y una condición previa para su triunfo definitivo será la victoria, al menos en una primera fase, en las principales metrópolis imperialistas.
ITALIA: ATAQUE A FONDO A LOS FERROVIARIOS
La dirección de las FS (Ferrovie dello Stato), ha emprendido
un ataque directo contra las condiciones de trabajo y salariales de los
trabajadores ferroviarios. Con el "apoyo" a última hora de los sindicatos
oficiales del régimen, los organismos de base de los ferroviarios
han respondido con una campaña de resistencia ante los continuos
ataques de la empresa y del Estado burgués. Superar los límites
de categoría y sector es la función del genuino sindicato
de clase, sin cuya existencia todos los esfuerzos de lucha de los trabajadores
están condenados, antes o después al fracaso.
El partido ha celebrado su reunión general de trabajo en Florencia del 16 al 18 de enero. Se han congregado compañeros de Apulia, Campania, Emilia, Toscana, Liguria, Piamonte, Alto Adigio, España, Francia y Suiza. Como es costumbre nuestra han sido jornadas de intenso trabajo, a las cuales los militantes llevan la aportación de su dedicación, espontáneamente donada al partido, que éste ha solicitado y que debe utilizar fundiéndola con la continuidad impersonal de la batalla comunista, en el terreno de la defensa de la doctrina, del examen de los fenómenos actuales y de la presencia del punto de vista del partido allí donde la clase se halle dispuesta a luchar.
Como de costumbre los compañeros encargados de las exposiciones
y los más empeñados en los trabajos - sin necesidad de la
autoridad de un cargo superior o elegido por una base - se han reunido
en las sesiones preparatorias y organizativas del viernes y la mañana
del sábado. En las plenarias han sido expuestos los trabajos, de
los que a continuación damos un resumen esquemático y que
serán publicados cuanto antes en las publicaciones del partido.
CURSO DE LA ECONOMÍA MUNDIAL
Como primera exposición se ilustraba en tablas y gráficos el proceder del trabajo de los datos estadísticos de la economía capitalista, verificando los juicios del partido sobre la crisis capitalista.
La expansión de la producción industrial en general permanece sin vigor y en el último año se ralentiza. El capital industrial en Alemania, Japón y Rusia está desde hace algunos años sin acumulación efectiva, en la medida en que tarda en compensarse la última crisis. No es así en los Estados Unidos, donde no obstante la acumulación procede, como media, respetando los ritmos débiles característicos de la fase actual del ciclo, no contingente, iniciado con la crisis de 1975.
En los jóvenes capitalismos asiáticos, China incluida, la expansión de la producción se resiente de la crisis japonesa, en curso desde hace al menos siete años, y el crecimiento se ha ralentizado más rápidamente en el último año, agravando así el propio estancamiento en Japón. Si el movimiento de descenso de los crecimientos en los jóvenes industrialismos en Asia está todavía en valores relativamente elevados, inalcanzables por los viejos capitalismos, es porque la amplitud del crédito oculta (a malas penas) la sobreproducción sustancialmente ya en escena, en vista de sus últimas crisis.
Esto no impide a la burguesía, como de costumbre, considerar sólo superficialmente los eventos asiáticos, como crisis financieras locales que sólo de rebote podrían manifestar sus efectos en la industria y comercio mundiales. Es tesis burguesa clásica negar el contraste entre producción y consumo, la necesidad de la crisis y de la miseria proletaria en el régimen capitalista y por tanto su muerte violenta.
Los crecimientos mínimos de la producción y los cada vez más recurrentes descensos de los precios al por mayor y a la exportación; las continuas caídas de los precios al consumo en los mayores centros nacionales del capital, incluida la gran China; la reducción de los precios mundiales de las materias primas, no alimenticias en particular, junto a las tendencias de más larga duración, que se refuerzan, como la masa creciente de desempleo y de ralentización del crecimiento relativo de la producción, son señales de una gran crisis de deflación, que parece avecinarse, prevista por el partido desde hace tiempo, y que los burgueses empiezan a temer, como atestigua la actual anarquía de las cotizaciones bursátiles.
Se leyó un trozo del informe de la reunión de Turín
de 1958, sobre los síntomas y el carácter de la crisis clásica
de deflación, sobre las tareas políticas de ofensiva y no
sólo de defensa económica que se derivan de su advenimiento
para la clase obrera y su partido.
LA PRIMERA INTERNACIONAL
La siguiente exposición comenzaba la reconstrucción de la historia de la Primera Internacional en sus primeros años de vida a través de los escritos de Marx y Engels de la época y su correspondencia.
Antes de nada se recordaba que el primer objetivo de la Internacional era unificar todas las fuerzas de lucha proletaria por encima de los límites de raza y nación. Surgida en 1864 con el empuje de las cada vez más extendidas luchas de clase, la Primera Internacional daba cobijo a diversos espíritus políticos: por tanto no sólo al ala marxista sino también a proudhonianos, lassallianos, anarquistas y mazzinianos. Esto resultó inevitable en la medida en que el comunismo científico no se había afirmado todavía entre las vanguardias obreras en Europa.
La Primera Internacional era decididamente fuerte en Inglaterra, donde había un proletariado muy aguerrido. Aquí se perseguía obtener el sufragio universal para poder usar el parlamento como arma de propaganda de las ideas revolucionarias: el parlamento no era concebido como objetivo último de la lucha de clase, visión que no pertenece al marxismo, sino como medio a utilizar para la conquista revolucionaria del poder político. Todavía no se podía excluir que el parlamento fuera utilizable para estos fines, cosa que hoy se niega.
Ásperas críticas fueron las que lanzó Marx contra el proudhonismo. La ideología proudhoniana afirmaba, entre otras cosas, que la forma de superación de las contradicciones de esta sociedad era la simple nivelación de los salarios. Para Marx eso hubiera continuado siendo una sociedad capitalista, más miserable aún que esta, y que el objetivo comunista debe ser la abolición del trabajo asalariado a través de la abolición del valor de cambio y de la plusvalía, de tal manera que se forme una sociedad en la que el producto no sea ya mercancía sino que el producto venga distribuido socialmente.
En Alemania estaba difundido en cambio el lassallismo, de carácter fuertemente pequeño burgués. En los años de la Primera Internacional Alemania comenzaba su propia unificación política bajo el poder todavía de la aristocracia. Marx y Engels afirmaron que donde quiera que esté presente una sociedad feudal, el proletariado debe apoyar a la burguesía contra aquella, siendo la burguesía revolucionaria en sus luchas. En este sentido el movimiento proletario debía apoyar también a los Estados del Norte durante la guerra de secesión en los Estados Unidos (1861-1865) en la medida en que un país esclavista como el Sur no habría permitido el nacimiento de una clase proletaria que superase ambos modos de producción.
En el segundo año de vida de la Internacional, se perfila una
nueva guerra en Europa, que tiene como protagonistas a Prusia, Austria,
Rusia y Francia. La crítica que harán de ella Marx y Engels
es la de ser una guerra burguesa que el proletariado debe parar con la
violencia revolucionaria.
CUESTIÓN MILITAR
Como tercer informe han sido representadas y comentadas algunas tablas que indican los gastos en armamento y el relativo potencial militar de los siguientes países: USA, Rusia, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y China.
Los datos, que llegan hasta 1994, han sido recabados de anuarios y fuentes periodísticas: ¡dado el carácter necesariamente secreto del sector hemos admitido la hipótesis, como primera aproximación, de que cada país haya mentido en la misma proporción que los demás, haciendo así confrontables entre ellos los datos declarados!
El gasto militar de los USA sigue siendo el más grande en términos absolutos, a pesar de haber descendido en los últimos decenios, superando en 8 millardos de dólares la suma de los gastos de todas las otras potencias citadas. En la relación de gastos respecto al total de los efectivos de las fuerzas armadas nos encontramos con un aspecto cualitativo del ejército mismo, y en el primer puesto están los USA con 176.000 dólares por soldado.
Visto en conjunto no se aprecia una ruptura de los equilibrios, Francia y Gran Bretaña gastan no poco para mantener los restos de su esplendor colonial; Japón en valor absoluto es el tercero por gastos en el presupuesto de defensa, pero en ellos se incluye la cuota que paga a los USA por la «protección» acordada.
Fue dado un rápido vistazo al armamento convencional y nuclear. El dominio de la aviación en cuanto a cantidad y proyectos en curso pertenece a Estados Unidos, Europa avanza tímidamente, mientras Rusia mantiene una presencia en el sector. También en la marina la supremacía americana sobre los mares es incontrastada. Sin embargo transformar una producción civil en militar no requiere grandes plazos de tiempo. En el campo de la aviación civil los USA tienen como único competidor al consorcio europeo Airbus, mientras que en el sector de la construcción naval están al final de la clasificación.
En el campo nuclear, tanto táctico como estratégico, el dominio es de los USA; aun cuando la tecnología para la fabricación de dispositivos está al alcance de varios, la balística sin embargo necesita un estudio y una puesta a punto no inmediata.
La segunda posguerra ha terminado desde hace ya tiempo, económicamente
en 1975 y políticamente con la disgregación de los equilibrios
de Yalta. El rearme con vistas al tercer conflicto mundial, que todavía
no se aprecia, deberá romper el dominio americano.
HISTORIA DE LA IZQUIERDA ITALIANA
El informe sobre la Historia de la Izquierda, si bien se limitaba a analizar un estrechísimo espacio de tiempo, los años 1946 y 1947, demostraba en todo caso el papel desarrollado por el PCI (Partido Comunista de Italia), en colaboración con todas las fuerzas del Estado capitalista, para rendir como tributo a los superiores intereses del País todas las necesidades y carencias de la clase trabajadora.
El objetivo principal que el PCI se había puesto, desde Salerno en adelante, era el de hacer olvidar a los trabajadores que pertenecían a una clase social, para poderles así involucrar en la orgía democrática interclasista, haciéndoles perder todo conocimiento de la realidad social a través de la borrachera electoralista.
Nosotros, los de la Izquierda, escandalizando a muchos y especialmente a los que se llamaban revolucionarios, hemos afirmado en más de una ocasión que considerábamos el fascismo algo nefasto, sobre todo porque con sus violencias y sus horrores había generado el antifascismo, y su régimen dictatorial había empujado a las masas proletarias, privadas de la guía de su partido, a reivindicar un gobierno de sistema democrático-parlamentario.
Para encuadrar a los trabajadores, en fila india delante de las mesas electorales, con el certificado electoral en una mano y el documento de identidad en la otra, no podía haber mejor ocasión que la de la cuestión institucional, con la elección entre monarquía y república, donde cada ciudadano, tomado individualmente, sentía sobre sí la responsabilidad de un evento histórico. Pero sobre todo, augurando a los trabajadores la posibilidad de un golpe de Estado filomonárquico - apoyado por fascistas y clericales - se puso de nuevo al proletariado, como en tiempos de la resistencia, frente a una emergencia que estaba por encima de los banales problemas del pan y del trabajo. Sobre estos se discutiría más tarde, siempre que lo permitieran la reconstrucción nacional y los intereses económicos.
Entre las fuerzas políticas y económicas burguesas se encontraban las que propendían al mantenimiento de la institución monárquica y expresaron este sentimiento suyo. Pero, como Mussolini que, después del 25 de julio, entre sus diez millones de bayonetas no encontró ni siquiera un cortaplumas que se pusiera a defenderle, del mismo modo, la Casa Saboya, aparte de un genérico testimonio de simpatía, no pudo contar con el apoyo de nadie. Más aún, no pudo contar ni siquiera los votos, porque al rey Umberto se le hizo partir apresurada y furiosamente antes de que los datos oficiales se hicieran públicos.
Si debiéramos juzgar la victoria republicana por los resultados electorales, el haber superado por un puñado de votos a los sufragios dados a la monarquía, constituiría no ciertamente una victoria, sino seguramente una derrota. Pero la victoria, lo repetimos una vez más, el Estado burgués y el régimen democrático la habrían conseguido de cualquier modo, cualquiera que hubiera sido el oráculo de las urnas, ya estuvieran más o menos trucadas. La victoria estaba constituida por el hecho de que al proletariado se le había hecho formar delante de las mesas electorales.
Después del referéndum institucional y no antes de haber dado, de mano de Togliatti, la libertad a los criminales fascistas, comenzó el lento, pero progresivo desligamiento del PCI del gobierno para volver a desempeñar su función clásica de partido oportunista, o sea, la de oposición al gobierno.
La clase obrera sacudida por la miseria, el paro y el hambre, daba vida frecuentemente a formas de lucha que los bomberos sindicales no siempre estaban en disposición de controlar y mantener dentro de la legalidad burguesa: era necesario por tanto que el PCI se disociase cada vez más de las responsabilidades de gobierno para lanzarse sobre el tigre del descontento de clase y volverlo inocuo.
Todas las polémicas que explotaron entre los dos grandes partidos de masas (el del gobierno del régimen, la DC-Democracia Cristiana, y el de oposición del régimen, el PCI) con tantos insultos personales, servían solamente para la comedia política ya que, cada vez que las necesidades del Estado lo imponían, se reencontraban para colaborar de manera perfecta. Véase la redacción de la ultraburguesa Carta Constitucional, y en particular la actitud del PCI respecto al artículo 7; el bloque de los salarios firmado y renovado entre la patronal y sindicatos, el desbloqueamiento de los despidos...
La operación de desligamiento del PCI del gobierno asumía sin embargo caracteres delicadísimos, debiendo acaecer del modo menos traumático posible, pero al mismo tiempo debía dar la impresión de una violenta ruptura entre la "reaccionaria" Democracia Cristiana y el "progresivo" PCI; dos necesidades contrapuestas. La maniobra fue presentada en efecto como una expulsión del PCI del gobierno, con toda su "involución hacia la derecha", de modo que el partido de Togliatti volviese a ser valorado por los obreros. Y por tanto hubo necesidad de fuertes tomas de posición, de amenazas de recurrir a la acción, de acusaciones de ilegalidad democrática, etc...; sin perjuicio de declarar después cándidamente, como hizo Secchia, que «la DC no había actuado ilegalmente, no había dado un golpe de mano». El otro aspecto de la cuestión, el más delicado, estaba constituido por la necesidad de llevarla a cabo, según las palabras de Amendola, sin «poner en movimiento un proceso de agitaciones de base que (el partido) se arriesgaba a no poder controlar y que habrían podido llevar a un choque frontal».
Las interpretaciones de la Izquierda sobre los eventos de 1946 y 1947 en Italia, expuestas a lo largo del informe, eran apoyadas por citas sacadas de nuestras publicaciones de la época, pero sobre todo eran convalidadas plenamente por referencias a documentos internos del PCI y sobretodo por declaraciones de sus máximos exponentes: Togliatti, Amendola, Secchia, etc.
Entre otras fue leída una declaración de Amendola que
resume de manera perfecta el papel que tuvo el PCI en aquellos años
(y en los sucesivos): «Desde 1944 entre nosotros y la DC de hecho
se había establecido una especie de pacto no escrito, por el cual
(...) el PCI protegía al país de peligros, no indiferentes,
de una guerra civil y de una separación en dos y también
de cualquier interferencia del Este...»
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Como última exposición retomábamos el tema de la teoría marxista del conocimiento. Es sabido que nuestra corriente, en línea con los clásicos del materialismo histórico y dialéctico, no ha despreciado nunca el valor del mito y de las religiones por lo que éstas encierran de verdadero y consumado. Nuestra doctrina de la invariabilidad siempre ha hecho torcer el morro a nuestros críticos ya que parece «coquetear» excesivamente con «verdades eternas», pero, en realidad, nuestro cometido a través de ella ha sido tratar de machacar las pálidas teorías idealistas que, dicho sea de paso, no han sido capaces de desprenderse por sí mismas del velo teológico.
En la Ideología Marx también recuerda que solamente en el materialismo dialéctico, a través de un proceso que somete a la crítica todas las formas ideológicas, la vida social del hombre se hace «verdadera», y es movimiento, fatiga, lucha, y no es «fantasma» como es típico en esas filosofías que cambian el sujeto por el predicado, o que invierten el vínculo.
La reconquista de la verdad social no puede ser real si no en la lucha por una sociedad de Especie que se puede reconocer en los propios oscuros y difíciles orígenes orgánicos, y que ha tenido que perder para poderles reconquistar con el despliegue de sus potencialidades dialécticas.
El sentimiento comunista no sale impulsado de los orígenes primitivos como algo promiscuo, sino como algo cualitativamente bastante superior al juego atomístico de las fuerzas individuales exaltado por el espíritu moderno de la burguesía.
Siguiendo este semblante nunca hemos rechazado ni nos hemos echado atrás al analizar la fuerza de las sucesivas formas de verdad que la historia ha producido, pero siempre sin dejarnos caer acríticamente delante de alguna de ellas, conscientes de que las formas ideológicas y filosóficas no son el Absoluto realizado, sino la envoltura, no despreciable, dentro de la cual se oculta la potencia dialéctica de las fuerzas reales que las mueven, mejor o peor «Coqueteamos» por tanto con mitos y religiones porque no tememos acabar como adoradores de falsos ídolos.
A quien nos pide a nosotros, y sólo a nosotros, sin hacerlo para sí, «demostrar» y «justificar» el sistema teórico, podemos remitirle la fórmula de Enzensberger escrita en homenaje a Gödel: «En cualquier sistema suficientemente rico (...) se pueden formular proposiciones que dentro del sistema mismo no se pueden ni probar ni refutar. ¡Afirma estas proposiciones y tira!». No se puede entender cómo y por qué el materialismo dialéctico debería suministrar las pruebas de su «coherencia interna», cuando hoy ciertos señores definen tal pretensión «o un defecto o una imposibilidad».
Pero el materialismo dialéctico ha criticado a la ciencia filosófica burguesa y tradicional en general, partiendo de premisas realistas y empíricas, por lo que su presunta cerrazón dogmática (que debería justificar una coherencia igualmente cerrada), es sólo una pretensión sin fundamento. No es más que polémica ideológica.