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El Partido Comunista en la tradición de la Izquierda
(1974)
[ - Índice - Parte I - Parte II - Parte
III - Parte IV - Parte
V - Conclusión - Apéndice - ]
PARTE I
Al afrontar el problema de las características que presenta el órgano partido, debemos remachar en primer lugar la tesis siguiente, que distingue a la verdadera y única visión marxista del problema: el partido político de clase es el órgano indispensable para dirigir la lucha proletaria, antes, durante y después de la revolución violenta y la conquista del poder. El partido es el único órgano que puede ejercer la dictadura de la clase proletaria, que por ello, en la visión marxista correcta, no se requiere a otras formas de organización del proletariado aun si comprendiesen únicamente proletarios (sindicatos, soviets y cualquier otro tipo de organización inmediata de los proletarios). El partido político de clase ejercerá pues, en exclusiva y directamente la dictadura, manejará las palancas del Estado dictatorial del proletariado, sometiendo a su dirección y a su disciplina a todas las otras formas de organización del proletariado, las cuales pueden tener una función revolucionaria solo en cuanto están influenciadas y dirigidas por el partido. En la concepción marxista, desde el Manifiesto de 1848, es el mismo proletariado el que se convierte en clase solamente cuando surge su partido político. Sin el partido la clase, es un puro elemento estadístico, pero es incapaz de acción unitaria para finalidades revolucionarias, en cuanto que solo desde el partido puede venirle la conciencia de sus intereses históricos generales y de sus finalidades. La conciencia de la clase solo está en su partido, no en los proletarios tomados individualmente, ni como masa estadística. Todos estos conceptos se encuentran en Marx, en Lenin y en toda la tradición del movimiento comunista revolucionario.
Escribíamos:
Cita 6 - Partido y clase - 1921Es una evidente tesis marxista, que se deriva necesariamente de toda nuestra visión teórica y de su inevitable consecuencia – la función primaria del partido – que el partido debe poseer una organización centralizada y disciplinada. La organización debe realizar una unidad estrechísima de movimiento en el espacio y en el tiempo. Y esto significa que la organización del partido debe poseer órganos de dirección y de coordinación de toda la acción, a cuyas órdenes deben absoluta disciplina todos sus adherentes. Sería completamente absurdo y contradiría cuanto hemos dicho sobre la función del partido la admisión de cualquier autonomía de las distintas secciones locales o nacionales, de cualquier "libertad" en la acción por parte de individuos o de grupos dentro del partido. En el partido comunista todos los militantes son mantenidos en la máxima disciplina hacia las disposiciones centrales, a la ejecución de las órdenes provenientes del centro de la organización.
...El concepto de clase no debe suscitar en nosotros una imagen estática, sino una imagen dinámica. Cuando divisamos una tendencia social, un movimiento para finalidades dadas, entonces podemos reconocer la existencia de una clase en el verdadero sentido de la palabra. Pero entonces existe, en modo sustancial si no todavía en modo formal, el partido de clase.
Un partido vive cuando viven una doctrina y un método de acción. Un partido es una escuela de pensamiento político y por consiguiente, una organización de lucha. El primero es un hecho de conciencia, el segundo es un hecho de voluntad, más precisamente de tendencia a una finalidad.
Sin estos dos caracteres nosotros no poseemos todavía la definición de una clase. Repetimos, el frío registrador de datos puede constatar afinidades y circunstancias de vida en agrupaciones más o menos amplias, pero ninguna huella queda registrada en el devenir de la historia.
Y esos dos caracteres no pueden tenerse más que en el partido de clase, condensados, concretados...
... Recogiendo a una parte de la clase, es pues solo el partido el que le da la unidad de acción y de movimiento, porque reagrupa a aquellos elementos que, superando los límites de categoría y localidad, sienten y representan a la clase.
...Pero por poco que se piense que en aquella gran masa restante los individuos no tienen aún conciencia y voluntad de clase, viven para el propio egoísmo, para la categoría, para la patria chica, para la nación, se verá que con el objetivo de asegurar la acción de conjunto de la clase en el movimiento histórico, hace falta un organismo que la anime, la cimente, la preceda, la encuadre – es la palabra –; se verá que el partido es en realidad el núcleo vital, sin el cual toda la masa restante ya no tendría ningún motivo para ser considerada como un haz de fuerzas.
La clase presupone el partido – porque para ser y moverse en la historia la clase debe tener una doctrina crítica de la historia y una finalidad que alcanzar en ella.
La verdadera y la única concepción revolucionaria de la acción de clase está en la delegación de la dirección de ésta al partido. El análisis doctrinal, y un cúmulo de experiencias históricas, nos permiten reducir fácilmente a las ideologías pequeño burguesas y antirrevolucionarias de cualquier tendencia para negar y contrastar la necesidad y la prioridad de la función del partido.
CITAS
Exponemos a continuación las citas que demuestran que precisamente este haya sido siempre el pensamiento de la Izquierda Comunista y de nuestro partido en línea con Marx y Lenin, en lucha abierta contra espontaneistas, anarquistas y autónomos de todo género que siempre han apestado al movimiento obrero.
7 - Tesis sobre la función del partido comunista en la
revolución
proletaria. 2° Congreso de la IC - 1920
13 -...El partido comunista debe ser construido
sobre la base de una inquebrantable centralización proletaria...
El partido comunista debe establecer también en sus filas una
disciplina
severa y militar... Sin la más fuerte disciplina, sin una
centralización
completa, sin una plena confianza de camaradería de todas las
organizaciones
de partido en el centro dirigente del partido mismo, la victoria de los
trabajadores es imposible.
14 -...El carácter absolutamente vinculante
de todas las directrices de los órganos superiores para los
inferiores,
y la existencia de un fuerte centro del partido, cuya autoridad no
puede...
ser contestada por nadie, son principios esenciales de la
centralización.
15...(El partido comunista) debe conceder a su
centro dirigente el derecho de tomar cuando sea necesario, decisiones
importantes
y obligatorias para todos los miembros del partido.
16 -...La reivindicación de una amplia
"autonomía"
para las organizaciones locales del partido no puede... más que
debilitar las filas del partido comunista.
8 - Partido y clase - 1921
...Un partido vive cuando viven una doctrina y un
método de acción. Un partido es una escuela de
pensamiento
político y por consiguiente, una organización de lucha.
El
primero es un hecho de conciencia, el segundo es un hecho de voluntad,
más exactamente de tendencia hacia una finalidad...
La revolución exige un organigrama de fuerzas
activas y positivas, ligadas por una doctrina y por una finalidad... La
clase parte de una homogeneidad inmediata de condiciones
económicas
que se nos presenta como el primer motor de la tendencia a superar,
para
quebrantar el actual sistema productivo, pero para asumir esta parte
grandiosa
debe tener su pensamiento, su método crítico, su
voluntad,
que mire hacia aquellas realizaciones que la indagación y la
crítica
han indicado, su organización de combate que canalice y utilice
con el mejor rendimiento los esfuerzos y los sacrificios. Y en todo
esto
está el partido.
9 - Partido y acción de clase - 1921
...Un organismo que como el partido político
posea por una parte una visión histórica general del
proceso
de la revolución y de sus exigencias, por otra una severa
disciplina
organizativa que asegure la subordinación de todas las funciones
particulares al fin general de clase...
La tarea indispensable del partido se explica pues
de dos modos, como hecho de conciencia primero, y luego como hecho de
voluntad,
traduciéndose la primera en una concepción teórica
del proceso revolucionario, que debe ser común a todos los
adherentes;
la segunda en la aceptación de una precisa disciplina que
asegure
la coordinación y por tanto, el éxito de la
acción.
10 - El principio democrático - 1922
...La democracia no puede ser para nosotros un
principio;
el centralismo indudablemente lo es, puesto que los caracteres
esenciales
de la organización del partido deben ser la unidad de estructura
y de movimiento.
11 - Tesis sobre la táctica al II Congreso del PC de
Italia
(Tesis de Roma) - 1922
I.2 - La integración de todos los impulsos
elementales en una acción unitaria se manifiesta a través
de dos factores principales: uno de conciencia crítica, del que
el partido extrae su programa, el otro de voluntad que se expresa en la
organización disciplinada y centralizada del partido, que es el
instrumento de su acción.
12 - Tesis sobre la táctica del PC de Italia al IV
congreso
de la IC - 1922
...La Internacional Comunista, para responder a
su tarea de unificación en la lucha del proletariado de todos
los
países hacia el objetivo final de la revolución mundial,
debe ante todo, asegurar la propia unidad de programa y de
organización.
Todas las secciones y todos los militantes de la Internacional
Comunista
deben estar comprometidos por su adhesión de principio al
programa
común de la Internacional Comunista.
La organización internacional, eliminando
todos los vestigios de federalismo de la vieja Internacional, debe
asegurar
el máximo de centralización y de disciplina.
13 - Normas orientativas generales - 1949
...Las fuerzas de la periferia del partido y todos
sus adherentes se mantienen en la práctica del movimiento sin
tomar
decisiones e iniciativas locales y contingentes de acción que no
provengan de los órganos centrales, y sin dar a los problemas
tácticos
soluciones distintas de aquellas defendidas por todo el partido.
Correspondientemente,
los órganos directivos y centrales no pueden ni deben en sus
decisiones
y comunicaciones válidas para todo el partido abandonar los
principios
teóricos ni modificar los medios de acción
táctica,
ni siquiera con el motivo de que las situaciones hayan presentado
hechos
inesperados o no previstos en las perspectivas del partido. A falta de
estos dos procesos recíprocos y complementarios no sirven
recursos
estatutarios, sino que se determinan las crisis de las que la historia
del movimiento proletario ofrece no pocos ejemplos.
En consecuencia el partido, mientras pide la
participación
de todos los adherentes al continuo proceso de elaboración que
consiste
en el análisis de los acontecimientos y de los hechos sociales,
y en el precisar las tareas y métodos de acciós
apropiados,
y realiza tal participación en los modos más adecuados,
ya
sea con órganos específicos como con las generales o
periódicas
consultas congresuales, no permite, en absoluto, que en su seno grupos
de adherentes puedan reunirse en organizaciones y fracciones distintas
y desarrollen su trabajo de estudio y de contribución redes de
enlace,
de correspondencia y de divulgación interna y externa distinta
de
la unitaria del partido.
14 - Marxismo y autoridad - 1956
29 -...Ningún marxista puede discutir, en
absoluto, sobre la exigencia del centralismo. El partido no puede
existir
si se admite que varios pedazos puedan operar cada uno por su cuenta.
Ninguna
autonomía de las organizaciones locales en el método
político.
Estas son viejas luchas que ya se condujeron en el seno de los partidos
de la II Internacional, por ejemplo, contra la autodecisión del
grupo parlamentario del partido en su actividad, contra el caso por
caso
para las secciones locales o las federaciones, en los municipios y en
las
provincias, contra la acción caso por caso de los miembros del
partido
en las distintas organizaciones económicas, etc.
15 - El "extremismo" condena de futuros renegados - 1961
14 -...Antes de que Lenin explique la vital
necesidad
del factor disciplina, desde tantas partes sospechado y
contestado,
y defina el sentido de la disciplina en el partido y en la clase,
citamos un periodo que llegará un poco más adelante, y
que
al concepto-base comunista de la disciplina coloca en paralelo
el
otro no menos esencial de la centralización, pieza clave
de toda construcción marxista. "Repito: la experiencia de la
victoriosa
dictadura del proletariado en Rusia ha mostrado la evidencia, a
aquellos
que no saben pensar o no han debido nunca meditar sobre este problema,
que una centralización absoluta y la más severa
disciplina
del proletariado son condiciones esenciales para la victoria sobre la
burguesía".
Lenin sabe que en aquella época, incluso
en elementos que se autodefinían de izquierda, existían
dudas
sobre estas dos fórmulas que siempre han tenido sabor
fuertemente
agrio: "centralización absoluta" y "disciplina férrea".
La resistencia a estas fórmulas se deriva
de la ideología burguesa difundida en la pequeña
burguesía,
y por esta arrojada peligrosamente entre el proletariado, verdadero
peligro
contra el cual ha sido levantado este escrito clásico.
16 - Apuntes para las tesis sobre la cuestión de la
organización
- 1964
1 -...Tal corriente estaba fuertemente representada
en el II Congreso, especialmente por los ingleses, americanos,
holandeses
y también por sindicalistas franceses e incluso por anarquistas
españoles. La Izquierda comunista italiana tuvo que
diferenciarse
enseguida de estas corrientes que, además de no comprender las
tesis
sobre el partido, también digerían mal las relativas a la
centralización y a la estrecha disciplina, entonces afirmada
también
vigorosamente por Zinoviev.
17 - Las tesis vistas por nosotros entonces y hoy - 1965
...En la concepción de la Izquierda del centralismo
orgánico, los mismos congresos no deben decidir sobre el
juicio
del trabajo del centro y la elección de hombres, sino sobre
cuestiones
de rumbo, en modo coherente con la invariable doctrina histórica
del partido mundial.
Lenin usó, para definir la estructura y la dinámica del órgano partido, la fórmula del "centralismo democrático". Esta fórmula exactísima para describir a los partidos de la II Internacional, resultó inadecuada para nuestra corriente e imperfecta para definir el modo de moverse de los partidos comunistas que se formaron en la primera posguerra con la separación definitiva de los marxistas revolucionarios coherentes, de los reformistas, y les opusimos la fórmula más adecuada de "centralismo orgánico". Pero las citas que siguen muestran que con el término "centralismo democrático" no se ha entendido nunca, por parte de los marxistas, indicar una praxis y una dinámica por la que el partido mitigaría en un cierto sentido el centralismo absoluto, necesario para el desarrollo de sus funciones, respondiendo en pleno a la concepción marxista del devenir histórico, con la aplicación de una praxis de "democracia" y de "libertad" dentro de la organización. No hay grupito de seudomarxistas que hoy no entienda la fórmula de Lenin como "centralismo mitigado por la democracia", mientras que para Lenin significaba que, para obtener el máximo de centralismo y de disciplina organizativa en el partido, era necesario (y lo era verdaderamente para los partidos socialistas y socialdemócratas de la II Internacional) la utilización de mecanismos democráticos formales.
Volveremos ampliamente sobre este problema, pero entretanto
afirmamos
que, para los auténticos marxistas, el único
principio
organizativo es el centralismo y la aplicación de mecanismos
democráticos sólo ha sido un incidente
históricamente
necesario para realizar la máxima centralización de la
organización.
En este sentido anteponemos la demostración de que contra
cualquier
reivindicación de "autonomía" y de "libertad", nosotros
marxistas
estamos por el centralismo "sin adjetivos". Es la lucha de los
marxistas
"autoritarios" contra los "libertarios" en la época de la I
Internacional;
es la lucha de Lenin por el "centralismo burocrático" contra los
mencheviques desde 1903; es nuestra posición: «quien se
dedica
a protestar contra el centralismo sin adjetivos no puede ser más
que un encubridor de la burguesía».
CITAS
18 - Fundamentos del comunismo revolucionario marxista - 1957
19 -...El grito final que sale de su corazón
es siempre el mismo: "¿centralismo burocrático, o
autonomía
de clase?" Si la antítesis fuese esta, en lugar de la de
Marx
y de Lenin: "¿Centro Dictatorial del Capital, o del
Proletariado?"
nosotros estaríamos, y que reviente quien quiera, por el
centralismo
burocrático, que en ciertos momentos de la historia puede ser un
mal necesario, perfectamente dominable por un partido con tal de que
esté
libre del chalaneo con los principios (Marx), del relajamiento
organizativo,
del funambulismo táctico y de la peste autonomista y
federalista.
En cuanto a la "autonomía de clase" es una estupidez integral.
19 - Estructura económica y social de la Rusia actual -
1957
114 -...Fue entonces cuando, con objetivos de vida
interna de la Internacional, Lenin puso en sus históricas tesis
la expresión de "centralismo democrático". Nosotros, los
de la Izquierda italiana propusimos – una vez más los hechos nos
han dado la razón – sustituir esta fórmula, que
juzgábamos
peligrosa, con la de "centralismo orgánico". Enseguida nos
explicamos,
pero permítasenos escribir con urgencia, que quien se dedica a
hacer
fracasar el centralismo, sin adjetivos, ultraja a Marx, Lenin y a la
causa
de la revolución: es un encubridor más de la
conservación
burguesa.
Es evidente que el defender la necesidad de una organización
de partido centralizada y disciplinada implica, entre otras cosas, una
diferenciación jerárquica que ve a los militantes
individuales
distribuidos en distintas funciones de distinto peso. En el partido
debe
haber jefes y responsables para las diferentes funciones. Debe haber
aquellos
que mandan y los que siguen las órdenes, y debe haber
órganos
diferenciados y adaptados para realizar estas funciones. La
organización
del partido se presenta así, en nuestra concepción, con
una
estructura que muchas veces hemos definido piramidal, en la cual todos
los impulsos provenientes de los distintos puntos de la estructura
convergen
hacia un único nudo central, y desde este parten las
disposiciones
para toda la red organizada. La diferenciación de los diversos
órganos
y la colocación de los militantes en las distintas funciones y
en
los distintos escalones de la escala jerárquica es un hecho
natural
y orgánico, no ejecutable por la praxis del carrerismo
burgués,
ni como pura y simple imitación, es lo que explicaremos a
continuación.
Por el momento nos basta con exponer las citas que demuestran la
necesidad
de esta diferenciación y de esta jerarquía si se quiere
hablar
de organización centralizada y defender que esta no es solamente
la visión de la Izquierda comunista, sino de Marx y de Lenin.
CITAS
20 - Lenin en el Camino de la revolución - 1924
...La organización en partido, que permite
a la clase ser verdaderamente tal, y vivir como tal, se presenta como
un
mecanismo unitario en el cual los distintos "cerebros" (en verdad no
sólo
los cerebros, sino también otros órganos individuales)
asumen
tareas distintas, según las aptitudes y potencialidades, todos
al
servicio de un objetivo y de un interés que progresivamente se
unifican
cada vez más íntimamente "en el tiempo y en el
espacio"...
No todos los individuos tienen pues el mismo puesto y el mismo peso en
la organización: en la medida en que esta división de
tareas
se va realizando según un plan más racional (y aquello
que
es hoy para el partido-clase será mañana para la
sociedad),
está perfectamente excluido que quien se halla más arriba
gravite como privilegiado sobre los otros. Nuestra evolución
revolucionaria
no marcha hacia la desintegración, sino hacia la conexión
cada vez más científica de los individuos entre
sí.
21 - Normas orientativas generales - 1949
...El partido no es un cúmulo bruto de granos
equivalentes entre sí, sino un organismo real suscitado por las
determinaciones y por las exigencias sociales e históricas, con
redes, órganos y centros diferenciados para el cumplimiento de
las
diversas tareas. La buena relación entre tales exigencias reales
y la mejor función conduce a la buena organización y no a
la inversa.
22 - Contenido original del programa comunista... - 1958
19 -...El partido que nosotros estamos seguros
de ver resurgir en un luminoso devenir estará constituido por
una
vigorosa minoría de proletarios y de revolucionarios
anónimos,
que podrán tener diferentes funciones como las de órganos
de un mismo ser viviente, pero todos estarán ligados, en el
centro
o en la base, a la norma inflexible y que está por encima de
todos,
de respeto a la teoría; de continuidad y rigor en la
organización;
de un método preciso de acción estratégica cuya
rosa
de eventualidades admitidas es, en sus vetos inviolables para todos,
extraída
de la terrible lección histórica de las devastaciones del
oportunismo.
23 - Tesis suplementarias... (Tesis de Milán) - 1966
8 -...Por la necesidad misma de su acción
orgánica, y para conseguir tener una función colectiva
que
supere y olvide todo personalismo y todo individualismo, el partido
debe
distribuir a sus miembros entre las distintas funciones y actividades
que
forman su vida. La alternancia de los compañeros en tales
funciones
es un hecho natural que no puede ser guiado con reglas análogas
a las de las carreras de las burocracias burguesas. En el partido no
hay
concursos en los que se lucha para alcanzar posiciones más o
menos
visibles, sino que se debe tender a alcanzar orgánicamente
aquello
que no es una imitación de la burguesa división del
trabajo,
sino que es una adecuación natural del complejo y articulado
órgano-partido
para su función.
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Hemos descrito la forma y la estructura del órgano Partido; estructura centralizada, existencia de órganos diferenciados y de un órgano central capaz de coordinar, dirigir, dar órdenes a toda la red, disciplina absoluta de todos los miembros de la organización siguiendo las órdenes dispuestas por el centro; ninguna autonomía para secciones o grupos locales; ninguna red de comunicación divergente de la unitaria que une el centro con la periferia y la periferia con el centro. Esta estructura centralizada es típica no solamente del partido comunista mundial, sino también de otros organismos; los ferrocarriles deben funcionar según la misma estructura centralizada bajo pena de dejar de funcionar; igual que las grandes fábricas capitalistas. El Estado burgués y también el proletario tienen por igual una estructura fuertemente centralizada, reivindicada por la burguesía revolucionaria en lucha contra las autonomías feudales; los partidos estalinistas son famosos por su rígida centralización y la disciplina férrea y terrorista impuesta a sus militantes; el partido fascista también se ha jactado de absoluta centralización, lo mismo que la iglesia católica, etc. No basta pues con reconocer la existencia de una estructura organizativa centralizada para distinguir al partido de clase de todos los demás partidos y organismos. No es solamente la estructura organizativa centralizada lo que define al partido de clase. El centralismo no es una categoría a priori, una especie de entidad o de principio metafísico que se aplica sin modificarse en las distintas fases históricas, en las distintas clases y organismos de clase. Si fuese así llegaría a ser coherente concebir el desarrollo histórico como una afirmación progresiva del principio de autoridad o viceversa, como lucha constante e inmanente entre el principio de autoridad y el opuesto de libertad y de autonomía.
Una concepción similar significaría sustituir el materialismo marxista con el más rancio idealismo. Según el marxismo no existen principios fijos e inmanentes antepuestos al curso real de la historia, ni el principio autoritario, ni el principio democrático y libertario.
Desde el punto de vista materialista se constata que, en el curso histórico, todo organismo económico, social o político ha tenido y tiene una estructura organizada cuyas características dependen de las funciones que estén llamados a desarrollar. Así exacto sostener, como marxistas, que, si es verdad que el estado burgués y el estado proletario, ambos presentan una estructura centralizada, despótica y represiva, sin embargo son completamente opuestos, no sólo por la base social sobre la que se apoya esta estructura y por las funciones que debe desarrollar, sino también, y en consecuencia, por el modo en que esta estructura se manifiesta y lleva a cabo sus funciones. Si desde un punto de vista estructural, el estado del proletariado fuese completamente igual al estado burgués, sería suficiente expulsar a la burguesía de la dirección de la máquina estatal, conseguir que sea dirigida por el partido único del proletariado y quizás permitir que voten sólo los proletarios. En realidad la burguesía realiza el centralismo con medios, formas y características propias; así como el proletariado realizará su centralismo estatal con formas, métodos e instrumentos característicos de la esencia de la clase proletaria. Es verdad que el marxismo no preconiza la conquista, aunque sea violenta, de la máquina estatal burguesa, sino su completa destrucción y su sustitución con otra máquina estatal completamente distinta, aunque también esta máquina sea utilizada con fines de dictadura, de violencia y de terror.
Al pequeño burgués, históricamente impotente para ir mas allá de las formas, le resulta imposible comprender que es muy distinta la estructura de la máquina partido puesta en pie por Mussolini o por Hitler, y la máquina, igualmente centralizada, constituida por el partido bolchevique de Rusia de la época de Lenin; y no solamente por la base social y por las finalidades y los principios a los que los dos organismos respondían, que eran completamente opuestos, sino también, y en consecuencia, por los métodos, los instrumentos, la praxis y la dinámica orgánica de los dos organismos. Por lo que desde hace medio siglo Mussolini y Lenin están asociados en la mente del pequeño burgués democrático al espectro, para él terrible, del concepto de dictadura y de terror.
Para nosotros marxistas, existe una relación directa entre la clase social de la que un determinado movimiento es expresión, sus principios, sus finalidades, los medios necesarios para alcanzarlas, y las características, los medios y los métodos que debe usar para llegar a una acción y a una estructura centralizada y unitaria. Por lo que es justo decir que el estado burgués realiza su centralismo, inherente a su naturaleza de clase apoyándose en la farsa de la voluntad popular periódicamente compulsada, y en realidad en la creación de una máquina burocrática y militar enorme, que se mantiene unida no ciertamente por convencimiento, sino por la coerción y por el dinero. El estado proletario realizará su centralismo, que no conocerá consultas democráticas ni del "pueblo", ni solamente de proletarios, sino la participación de éstos de modo cada vez más amplio en la realización efectiva de las funciones estatales, y, en consecuencia, la desaparición progresiva del aparato burocrático. Por eso, tendremos represión, violencia de clase, centralización absoluta sin tener burocracia ni ejército permanente: tal es la lección de la Comuna de París a la que Marx le reprochaba el no haber sido suficientemente terrorista y centralista, pero exalta que se podían tener jefes, direcciones con poderes absolutos, terrorismo de clase, sin tener burócratas y cuerpos militares de profesión. La ecuación centralismo igual a burocratismo es pues falsa; es verdadera históricamente para el estado burgués, no lo será para el estado proletario, si no queremos renegar del marxismo.
Las comunidades primitivas realizaban un estrechísimo centralismo y una disciplina absoluta del individuo hacia el grupo social sin necesidad de ninguna coerción o máquina especial, fundándose, exclusivamente, en la identidad de intereses y en la solidaridad de todos en la lucha contra el ambiente natural enemigo y contra otros grupos. La comunidad primitiva es un ejemplo de organización centralizada y diferenciada sin coerción. Igualmente, la futura sociedad comunista. Aús, es una tesis marxista fundamental, que solo cuando existió entre los miembros de un grupo social un irreconciliable contraste de intereses materiales fue necesaria una estructura coercitiva especial para obtener la misma centralización, que en la comunidad primitiva se obtenía de modo natural, espontáneo y orgánico.
Que el desarrollo centralista de las funciones y la existencia de un aparato burocrático y coercitivo no sean en absoluto la misma cosa, es una cuestión que solo los socialdemócratas fustigados por Lenin en "El Estado y la Revolución" no pueden comprender, ya que ellos defendían que la necesidad de la máquina estatal debía ser eterna, porque de otro modo los intereses individuales habrían disgregado la sociedad, mientras el postulado y el fin del comunismo es la sociedad sin estado, sin medios de coerción sobre los hombres con la conclusión de que en ella la centralización será máxima y mucho más completa que en la sociedad actual y se fundará sobre un comportamiento natural y espontáneamente solidario de los hombres entre sí.
¿En la sociedad comunista serán todos los hombres iguales, uno será la fea o la bella copia del otro, abarcando a toda la especie? Es vieja superstición burguesa, junto a otra, de que no estando los individuos obligados a trabajar, la producción se paralizará y se caerá en una pereza colectiva total. Habrá individuos con características diferentes, más o menos dotados de medios físicos y cerebrales, la sociedad conocerá diversificación de funciones y de órganos destinados para las distintas funciones, y distribuirá orgánicamente y de modo natural a los diversos individuos en las diversas funciones. Lo que no existirá ya será la división social y técnica del trabajo, y la sociedad pondrá a todos los hombres en condiciones de desarrollar todas las funciones útiles (Engels, Anti-Dühring). Los medios de producción y de vida serán propiedad de toda la sociedad y, por consiguiente, será excluido para siempre el que el individuo mejor dotado se comporte como privilegiado frente a los otros; es más, sus dotes "superiores" serán un beneficio para la sociedad, estarán a su servicio.
Entonces, si estas consideraciones están en línea con la tradición marxista, no basta ver en el partido una organización centralizada, en la cual todos sus miembros responden como un solo hombre a impulsos provenientes de un único punto central. No basta con decir, como decían los anarquistas, que también los comunistas son "autoritarios", y reivindicar contra ellos la "libertad" del individuo; y no basta tampoco, para declarar estúpidamente que por el contrario estamos por el sometimiento al principio de autoridad y, por tanto, nos va bien cualquier centralismo, con tal de que centralismo, cualquier disciplina con tal de que sea disciplina, hemos negado todo esto mil veces en nuestra historia de partido.
Desde el punto de vista marxista, definido el hecho de que el órgano partido, para realizar las tareas a las que la historia le llama, tiene necesidad de poseer una estructura absolutamente centralizada, será pues necesario analizar en qué modo pueda plasmarse esta estructura en un organismo particular como el partido comunista. Y entonces deberemos estudiar cuales son las características fisiológicas de este organismo, cual es la dinámica de su desarrollo y de su acción, cuales son sus enfermedades y sus degeneraciones, qué influencias tienen sobre él los acontecimientos históricos de las luchas de clase. Solo entonces estaremos en condiciones de describir menos superficialmente la esencia del centralismo y de la disciplina propios de este particular órgano histórico: el partido comunista. No un centralismo cualquiera y una disciplina cualquiera, descripción banal que se concluiría en dos líneas diciendo: "debe existir un centro que ordena y una base que obedece", añadiendo que, así como somos antidemocráticos, no queremos ni el recuento de las cabezas de los individuos, ni la elección de los dirigentes, y no nos provoca náuseas que ordenen de modo total un comité restringido o directamente un solo hombre, sin necesidad de que su poder sea sancionado por la mayoría de los inscritos consultada democráticamente. Cosas todas que aceptamos, pero que no sirven para explicar la dinámica real a través de la cual el órgano partido realiza su máxima centralización o, viceversa, la pierde y degenera en fases desfavorables para la lucha revolucionaria de clase. Y tampoco para comprender de qué modo el órgano partido deviene robusto, crece y se refuerza preparándose para vencer las enfermedades que puedan golpearlo. Todo esto debe explicarse para llegar a comprender cual sea la esencia del centralismo y de la disciplina comunista.
Es necesario, como en todas nuestras tesis, y particularmente en las tesis de Nápoles de 1965, dar no una receta de organización (la "receta" está expresada en el término mismo de centralismo), sino describir la vida real del partido comunista, las vicisitudes a las que ha estado sometido en su larga historia, las enfermedades que mil veces le han atacado y la eficacia de los remedios que cada vez se ha considerado necesario aplicarle para curarle. Es necesario estudiar la historia del partido desde 1848 hasta hoy, verlo moverse en la vicisitud histórica real, en las fases de avance y de retroceso de la revolución a escala mundial. Solo de todo esto se pueden sacar las lecciones que pueden y deben ser útilmente asimiladas por el partido actual, fortaleciéndole y capacitándole para resistir a los factores materiales de signo negativo que destruyeron tres Internacionales y un movimiento revolucionario del proletariado que parecía consagrado, en los años de la primera posguerra, para la más espléndida victoria en todo el planeta.
Regalar la doctrinilla de que todo se reduce a una deficiencia de centralismo y que toda la lección que se debe sacar es que tenemos necesidad de una estructura aún más centralizada que la del partido bolchevique y de la III Internacional, significa engañar al partido y falsificar toda su tradición. ¿Como obtener en el partido la máxima centralización? ¿Cuales son las enfermedades que minan la centralización absoluta y la absoluta disciplina? ¿Poseyendo un cast de jefes más rígidos y totalitarios de lo que fueron, por ejemplo, Lenin, Trotski y Zinoviev? ¿O poseyendo una base de militantes más disciplinados, más pegados a la causa del comunismo, más obedientes y heroicos de cuanto lo fueron los militantes del siempre poco centralizado partido comunista alemán? ¿O más bien informando mejor de la doctrina histórica marxista a cada uno de nuestros militantes, en la serie infernal, que diría, que si un militante no ha estudiado bien todos los textos de partido, no está programado, no puede militar de modo disciplinado en la organización?
A esas preguntas se responde analizando la historia del partido a
través
de las lecciones que la Izquierda ha sacado, y que están
codificadas
en textos y en tesis que nadie puede modificar, actualizar o
simplemente,
olvidar de citar, porque van en línea continua desde 1912 a
1970;
más de 50 años durante los cuales el problema de la vida,
del desarrollo y de la degeneración patológica del
órgano
partido ha sido planteado y resuelto siempre del mismo modo. Comenzamos
pues a examinar las características de este órgano
partido.
Solamente por éstas comprenderemos cuáles pueden ser los
métodos más apropiados para centralizarlo y disciplinarlo
al máximo o, por el contrario, para disgregarlo y destruirlo.
Como se recuerda en nuestras tesis de 1965, es Marx el primero en usar esta distinción: partido en su acepción histórica y partido contingente o formal, es decir, las distintas formaciones organizadas de combatientes revolucionarios en las cuales, en el curso de la historia, la doctrina, el programa y los principios del partido comunista se han encarnado. En otros términos, es la trinchera, la barricada establecida por la historia hace más de cien años sobre la que se colocan, con diferente fortuna, las diversas generaciones de los proletarios revolucionarios. El proletariado no nace hoy como clase revolucionaria, no expresa hoy por primera vez a su partido de clase, su órgano político, sin el cual no es capaz de acción unitaria en vista de un fin común, o sea no es clase; lo ha expresado en los albores de la sociedad capitalista, en el lejano 1848 cuando fue capaz por una parte de dar vida a las primeras insurrecciones armadas, por la otra, de encontrar una teoría que el desarrollo de las fuerzas productivas y del pensamiento teórico humano había llevado a madurar, pero que, por su naturaleza, solamente era utilizable por parte de una clase revolucionaria que viese en la destrucción completa del régimen capitalista el camino de la propia emancipación. Desde entonces, el punto de encuentro de la teoría marxista con la realidad de la lucha social en ebullición le ha dado vida al partido comunista marxista como falange de militantes de la revolución, colectivamente dotados con la potente arma de lectura de la historia que es el marxismo y, por consiguiente poniéndoles en condiciones de sacar las lecciones y las experiencias tanto de las derrotas como de las victorias del proletariado. «Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario»: esta es la tesis de Lenin. Y el partido existe en cuanto que un núcleo pequeño o grande de revolucionarios empujados a combatir por oscuras determinaciones sociales contra la sociedad presente, empuña la teoría como arma, y la usa como una guía para la acción.
Cuando decimos que la conciencia de la clase está en el partido y solamente en él entendemos que esta conciencia consiste en las lecciones históricas de la lucha proletaria en todo el mundo desde su inicio, leída con la clave de la teoría única e invariante, que las formaciones presentes y futuras de revolucionarios tienen la tarea de empuñar y de respetar en su integridad, iluminando su acción con la luz de esta amplísima experiencia mundial que solo el marxismo puede leer y que sigue siendo tenebrosa y oscura para todas las ideologías y las doctrinas no marxistas.
Cada vez que en la historia se ha verificado, bajo el empuje de diversas sugestiones, el abandono de este patrimonio histórico, que no solo comprende la teoría, los principios y las finalidades, sino también la experiencia histórica de la marcha cansina de la revolución, el partido formal, es decir, la organización de combate de una época dada o de una determinada generación proletaria, ha abandonado el camino inevitablemente y se ha encontrado finalmente, del lado del enemigo de clase. Por lo tanto, para nosotros el partido existe, se desarrolla y marcha hacia la victoria solo en cuanto es capaz de permanecer adherido a la base del partido histórico; si esta base sufriera aunque solo fuese un rasguño ya se tendrían las traiciones y las deserciones de las que está llena la historia de los partidos formales. Ahora bien, el hecho de que la organización revolucionaria permanezca adherida a los fundamentos del partido histórico, de los que emana, no está garantizado por factores de tipo cultural o didáctico con los que se pueda decir (una vez que se han aprendido de memoria algunos textos) que se tienen los papeles en regla con el partido histórico o embustes del género. El patrimonio histórico del partido debe referirse a sí mismo, permear toda la acción incluso la cotidiana y limitada del partido formal. Y esta continua transfusión de la experiencia histórica en la acción actual del partido es ante todo un hecho colectivo de la organización, no un hecho individual de militantes más o menos iluminados, más o menos sabios. Lo que es necesario que llegue a ser patrimonio de la organización militante es la noción de esta adhesión absoluta que debe existir entre su acción, entre aquello que se dice y aquello que se hace hoy, con la teoría, los principios y la experiencia histórica pasada, y que ésta, y no su opinión personal ni tampoco colectiva, será siempre la máxima autoridad en todas las cuestiones de partido. ¿Quien da las órdenes en el partido? Siempre hemos afirmado: para nosotros ante todo las da el partido histórico al cual se le debe absoluta obediencia y fidelidad. ¿Y desde que micrófono dicta las órdenes el partido histórico? Puede ser un solo hombre o millones de hombres; puede ser el vértice de la organización, pero también puede ser la base que le reclama al vértice la observancia de aquellos elementos sin los cuales la organización misma deja de existir.
En el partido, escribíamos en 1967 en un texto que reproducimos, nadie manda y todos son mandados; nadie manda por que no se le pide la solución del problema a su cabeza individual, todos son mandados, porque tampoco el centro más absoluto puede dar órdenes que no estén en la línea continua del partido histórico.
Dictadura sobre todos (centro y base) de los principios, de las
tradiciones
y de las finalidades del movimiento comunista, pretensión
legítima
del centro de ser obedecido sin oposición en cuanto sus
órdenes
están sobre esta línea que debe manifestarse en toda
acción
de partido, reivindicación de la base, no a ser consultada cada
vez que ha emanado una orden del centro, sino a seguirla solo y en
cuanto
que esté sobre la línea impersonal del partido
histórico,
aceptada por todos. En el partido hay pues jerarquías y jefes;
se
trata de instrumentos técnicos, de los que el partido no puede
prescindir,
porque su acción debe ser unitaria y centralizada en todo
momento,
debe responder al máximo de eficiencia y de disciplina. Pero
estos
órganos del partido no deciden la dirección de la
acción
partiendo de su cabeza más o menos genial; deben someterse
también
ellos a decisiones que ha tomado sobre todo la historia, y que son
patrimonio
colectivo e impersonal del órgano partido.
CITAS
24 - Marxismo y autoridad - 1956
29 -...Sobre la cuestión de la Autoridad
general a la que el comunismo revolucionario debe reclamarse, nosotros
volvemos a encontrar los criterios en el análisis
económico,
social e histórico. No es posible hace votar a muertos y vivos,
y a los aún no nacidos. Mientras tanto, en la dialéctica
original del órgano partido de clase, una
operación
similar deviene posible, real y fecunda, si bien en una dura y larga
vía
de pruebas y de luchas tremendas.
25 - Consideraciones sobre la actividad orgánica del
partido
cuando la situación general es históricamente
desfavorable
- 1965
12 -...Cuando de la invariante doctrina hacemos
surgir la conclusión de que la victoria revolucionaria de la
clase
trabajadora no puede obtenerse más que con el partido de clase y
la dictadura del mismo, y con el apoyo de palabras de Marx
afirmamos
que antes del partido revolucionario y comunista el proletariado es una
clase, quizás para la ciencia burguesa, pero no para Marx y para
nosotros; la conclusión a deducir es que para la victoria
será
necesario tener un partido que merezca al mismo tiempo la
calificación
de partido histórico y partido formal, o sea que se haya
resuelto
en la realidad de la acción y de la historia la
contradicción
aparente – y que ha dominado un largo y difícil pasado – entre
partido
histórico, por tanto, en cuanto al contenido (programa
histórico,
invariante), y partido contingente, y por tanto, en cuanto a la forma,
que actúa como fuerza y praxis física de una parte
decisiva
del proletariado en lucha.
13...Si la sección surgida en Italia de
las ruinas del viejo partido de la II Internacional fue llevada de
forma
particular, no por virtud de personas ciertamente, sino por
derivaciones
históricas, a advertir la exigencia de la soldadura entre el
movimiento
histórico y su forma actual, fue por haber mantenido luchas
particulares
contra las formas degeneradas y haber rechazado por tanto las
infiltraciones
no solo de las fuerzas dominadas por posiciones de tipo nacional,
parlamentario
y democrático, sino incluso en las (itálicas,
maximalismo)
que se dejaron influenciar por el revolucionarismo pequeño
burgués,
anarco-sindicalista. Esta corriente de izquierda luchó de manera
particular para que fuesen rígidas las condiciones de
admisión
(construcción de la nueva estructura formal), las aplicó
en pleno en Italia, y cuando ellas dieron resultados no perfectos en
Francia,
Alemania, etc, fue la primera en advertir un peligro para toda la
Internacional.
La situación histórica, por la que
en un solo país se había constituido el Estado
proletario,
mientras en los otros no se había llegado a conquistar el poder,
hacía difícil la clara solución orgánica
de mantener el timón de la organización mundial a la
sección
rusa.
La izquierda fue la primera en advertir que, en
caso de que el comportamiento del Estado ruso, en la economía
interna
como en las relaciones internacionales, comenzase a acusar
desviaciones,
se habría establecido una diferencia entre la política
del
partido histórico o sea de todos los comunistas revolucionarios
del mundo y la de un partido formal que defendiese los intereses del
estado
ruso contingente.
14...Este abismo se ha cavado desde entonces tan
profundamente que las secciones "aparentes", que están bajo la
dependencia
del partido-guía ruso, hacen en el sentido efímero una
vulgar
política de colaboración con la burguesía, no
mejor
que la tradicional de los partidos corrompidos de la II Internacional.
Esto da la posibilidad, no diremos el derecho, a
los grupos que derivan de la lucha de la izquierda italiana contra la
degeneración
de Moscú, de entender mejor que ningún otro por
qué
camino el partido verdadero, activo, y por tanto formal, pueda
permanecer
en total adhesión a los caracteres del partido histórico
revolucionario, que en línea potencial existe por lo menos desde
1847, mientras en línea de praxis se ha afirmado a grandes
rasgos
históricos a través de la serie trágica de las
derrotas
de la revolució
26 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la
estructura del partido... (Tesis de Nápoles) - 1965
11 -...Indudablemente, en la evolución que
los partidos siguen, puede contraponerse el camino de los partidos formales,
que presentan continuas inversiones y altibajos, incluso con
precipicios
ruinosos, al camino ascendente del partido histórico. El
esfuerzo de los marxistas de izquierda es el de actuar sobre la curva
rota
de los partidos contingentes para reconducirla a la curva continua y
armónica
del partido histórico...
La izquierda comunista ha considerado siempre que
su larga batalla contra las tristes vicisitudes contingentes de los
partidos
formales del proletariado se ha llevado a cabo afirmando posiciones que
en modo continuo y armónico se concatenan sobre la estela
luminosa
del partido histórico, que va sin romperse a lo largo de los
años
y de los siglos, desde las primeras afirmaciones de la naciente
doctrina
proletaria a la sociedad futura, que nosotros bien conocemos, en cuanto
hemos individualizado los tejidos, los ganglios de la odiosa sociedad
presente
que la revolución deberá destruir.
Así como negamos que el partido sea un reagrupamiento de conscientes, de apóstoles y de héroes, la correcta visión marxista también niega que la adhesión al partido tenga lugar por un hecho de comprensión racional por parte de los individuos, los cuales habiendo comprendido las posiciones del partido eligen sostenerlas con su obra. Es nuestra tesis que comprensión racional y acción no solo no son hechos separables y separados el uno del otro, sino que en el individuo la acción precede siempre a la comprensión y a la conciencia. También en el individuo que se adhiere al partido. Para nosotros existe en primer lugar el desarrollo de las fuerzas productivas que determina la división en clases de la sociedad y empuja a los hombres a tomar posición respecto a este conflicto del que pueden tener más o menos conciencia.
Si, según el marxismo, las sociedades no se reconocen por la conciencia que tienen de si mismas, sino que es necesario analizar su anatomía económica para comprender sus expresiones ideales, esto también vale para las clases que en la historia han realizado funciones revolucionarias, habiendo tenido siempre una conciencia mistificada y deformada de su función histórica. Solo el proletariado moderno ha podido forjarse una conciencia científica del devenir histórico, de sus finalidades y de su acción, pero esta conciencia no pertenece a todos los obreros tomados individual o colectivamente, siempre empujados a la batalla por determinaciones materiales e inconscientes. Esta conciencia no está ni siquiera en los miembros individuales que se adhieren al partido de clase, estando ellos también determinados a alinearse en el frente del comunismo por factores materiales y sociales, al igual que son estos mismos factores los que pueden determinar el abandono de la trinchera por parte de los individuos.
Es la lucha histórica la que ve formadas a dos clases sociales con intereses irreconciliables, que nadie puede eliminar, porque ancla sus raíces en el mecanismo productivo de la presente sociedad que determina a los individuos a alinearse sobre uno o sobre otro frente independientemente de la conciencia que puedan tener individualmente de las líneas de la trinchera y de los planes de batalla. Son fuerzas históricas, sociales y materiales que empujan a los individuos a adherirse al partido, a aceptar, como hemos dicho siempre, este bloque unívoco de teoría y de acción que constituye el partido, incluso sin haber leído nunca un texto de Marx o de Lenin. La conciencia no está en el individuo, ni antes ni después de su adhesión y tampoco después de larguísima militancia, sino en el órgano colectivo de viejos y de jóvenes, de cultos y de incultos, que desarrolla una acción compleja y continua sobre el hilo de una doctrina y de una tradición invariantes.
Es el órgano partido el que posee la conciencia de clase, porque esta posesión se la negamos al individuo, y solo puede existir en una organización que sepa uniformar todos sus actos, su comportamiento, su dinámica interna y externa a las líneas preexistentes de doctrina, de programa y de táctica, y que sepa crecer y desarrollarse sobre esta base, que se acepta en bloque aún sin haberla comprendido preventivamente. Es un hecho místico en la adhesión al partido la noción que puede espantar solo al pequeño burgués iluminista convencido de que se pueda aprender todo leyendo y estudiando en los libros.
En 1912 opusimos a los culturalistas, que querían transformar la Federación Juvenil Socialista en una "escuela de partido" según la maldita fórmula: "primero aprender y luego actuar", que el hecho por el cual los jóvenes se adherían a nuestro frente de batalla no era cultural, sino de entusiasmo, de instinto y de fe. Y que esto sea puro materialismo está claro hasta para el burgués, que nota que su potente aparato escolástico se vuelve incapaz de hacer comprender alguna cosa cuando falta "el interés", es decir, el empuje material que determina a los individuos a aprender.
En el partido se aprende y se clarifican las ideas, participando en el complejo trabajo colectivo que se desarrolla siempre sobre el triple plan: defender y esculpir la teoría, participación activa en las luchas que las masas emprenden, y organización. Fuera de esta participación en el trabajo real del partido no puede existir comprensión y conciencia. En el partido se desarrolla un continuo trabajo de preparación teórica, de profundización de los lineamientos programáticos y tácticos y de explicación, a la luz de la doctrina, de los hechos que se desarrollan en la arena social realizando contemporáneamente y sin escisión el trabajo práctico, organizativo, de batalla y de penetración en el seno del proletariado. El militante aprende de la participación activa en este complejo trabajo y solo en cuanto está inmerso en él, dejándose sumergir por él. No hay otro modo de aprender y nuestras tesis han afirmado siempre que la división en compartimentos cerrados para la actividad teórica o para la actividad práctica es mortal en referencia no solo al partido, sino también a cualquier militante tomado individualmente.
Describiendo el modo en que el órgano partido realiza el paso de la teoría y de la tradición revolucionaria entre generaciones, dejándose permear en su complejo por esta teoría y por esta tradición, nosotros no podremos pues ver una especie de plan escolástico según el cual los jóvenes que se acercan al partido vayan siendo primero adoctrinados, más o menos rápidamente por bravos y experimentados maestros de marxismo, siendo invitados a estudiar determinados "cursos breves", para luego pasar a la verdadera y propia militancia y a la batalla práctica. Por el contrario, vemos una colectividad que estudia mientras combate y combate mientras estudia, y aprende tanto del estudio como de la batalla; vemos, pues, una colectividad que actúa, un órgano que vive de una actividad compleja y múltiple, cuyos diversos aspectos no son nunca separables el uno del otro. Y el joven es atraído y se adhiere a este trabajo complejo, se introduce en él y en él encuentra su puesto, orgánicamente, en el mismo desarrollo del trabajo; a nadie se le pide un doctorado, ni antes ni después de su adhesión, como a nadie se le hacen exámenes: el examen para todos lo hace el trabajo que debe ser realizado y que selecciona orgánicamente a los individuos en su puesto.
Para la adhesión al partido se requieren otras características que no son la cultura "marxista" y el conocimiento individual de nuestra doctrina; se requieren dotes que Lenin llamó coraje, abnegación, heroísmo y voluntad de combatir; es para verificar estas cualidades para lo que se distingue entre simpatizante o candidato y el militante, el soldado activo del ejército revolucionario; ciertamente, no porque el simpatizante no "sabe" todavía, mientras que el militante posee conciencia. Si no fuese asía toda la concepción marxista, porque el partido comunista es ese organismo que debe organizar en su seno, en los momentos de la reanudación revolucionaria, a millones de hombres, y estos no tendrán ni tiempo, ni necesidad de hacer cursos de marxismo ni siquiera acelerados, y se adherirán a nosotros no porque saben, sino porque sienten «en vía instintiva y espontánea y sin el mínimo curso de estudio que pueda imitar calificaciones escolásticas». Y seríá stúpido, además de antimarxista, sostener que estos "recién llegados" los usaremos como "base", pero los dirigentes serán aquellos que han tenido el tiempo de "aprender" y de "prepararse". Nos preparamos en un solo modo: participando en el trabajo colectivo del partido. Y el militante de partido es para nosotros no quien conoce la doctrina y el programa, sino quien «ha sabido olvidar, renegar, arrancarse de la mente y del corazón la clasificación en la que lo inscribió el padrón de esta sociedad en putrefacción, y ve y se confunde a sí mismo en todo el arco milenario que liga al ancestral hombre tribal, que lucha contra las fieras, al miembro de la comunidad futura, fraterna en la armoniosa alegría del hombre social» ("Consideraciones…" PC. n° 2 de 1965, punto 11).
Y es seguro que no se ha arrancado nada precisamente ni de la mente
ni del corazón quien piensa que primero se necesita saber todo,
haber comprendido todo, y solo después se puede actuar; o a lo
mejor
a quien concibe al partido como una gran academia para la
preparación
de "cuadros". Este tipo está inmerso hasta el cuello en el mito
más podrido de la sociedad presente en putrefacción:
aquel
en el que el individuo pueda aprender y decidir con su mísero
cerebro,
cualquier otra cosa que no sean los dictados de las clases dominantes,
manipuladoras astutas de cultura y de ideas.
CITAS
27 - Moción de la corriente de izquierda sobre
"Educación
y cultura", Bolonia - 1912
El congreso, considerando que en el
régimen
capitalista la escuela representa un arma potente de
conservación
en manos de la clase dominante, la cual tiende a dar a los
jóvenes
una educación que les convierta en sumisos y resignados al
régimen
actual, impidiéndoles discernir las contradicciones esenciales,
revelando, por consiguiente, el carácter artificial de la
cultura
actual y de las enseñanzas oficiales, en todas sus fases
sucesivas,
y considerando que no debe atribuírsele ninguna confianza a una
reforma
de la escuela en sentido laico y democrático; (...)
considera
que la atención de los jóvenes socialistas debe ser
dirigida
más bien a la formación del carácter y del
sentimiento
socialista;
Considerando que una educación tal
solo puede ser dada por el ambiente proletario cuando éste viva
de la lucha de clase entendida como preparación para las
máximas
conquistas del proletariado, rechazando la definición
escolástica
de nuestro movimiento y toda discusión sobre su denominada
función
técnica, cree que, como los jóvenes encontrarán en
todas las agitaciones de clase del proletariado el mejor terreno para
el
desarrollo de su conciencia revolucionaria, así también
las
organizaciones obreras podrán alcanzar, con la
colaboración
activa de sus elementos más jóvenes y ardientes, aquella
fe socialista, que solo ella puede y debe salvarles de las
degeneraciones
utilitarias y corporativas;
en conclusión afirma que la
educación
de los jóvenes se hace más en la acción que en el
estudio regulado por sistemas y normas cuasi burocráticas, y en
consecuencia exhorta a todos los adherentes al movimiento juvenil
socialista:
a) a reunirse mucho más a menudo de lo que prescriben los
estatutos
para discutir entre ellos sobre los problemas de la acción
socialista,
comunicándose los resultados de las observaciones y de las
lecturas
personales, y habituándose cada vez más a la solidaridad
moral del ambiente socialista;
b) a tomar parte activa en la vida de las organizaciones de oficio.
28 - Fantasime Carlailiane - 1953
3 -...La conciencia teórica – defendida
con la espada en la mano por la misma corriente de izquierda como
dotación
del partido y del movimiento juvenil – no debe ser planteada como una
condición
paralizante por la posibilidad de todos para combatir bajo el simple
impulso
de un sentimiento y de un entusiasmo socialista, surgido naturalmente
por
las condiciones sociales. Aquellos que de tal posición
dialéctica
nada comprendieron, e incluso vieron (con respecto a los motores que se
mueven en un ánimo juvenil) inculcar la fe y el "fanatismo"
antes
que la ciencia y la filosofía dijeron no pocas y potentes
mentiras,
hablaron de renovado culto del héroe y de... abandono de Marx
para
adherirse a Carlyle.
29 - Marx y el "comunismo tosco" - 1959
...Se le pide al militante comunista la fuerza del
músculo que golpea, antes que la orientación de
pensamiento
y de conciencia, como el gran marxista Lenin demostró
magistralmente
en "¿Qué Hacer?".
30 - El fácil escarnio - 1959
...Cuando en un cierto punto nuestro banal
contradictor
(...) nos diga que así construiremos nuestra propia mística,
tomando él la postura, pobrecillo, con mente que ha superado
todos
los fideismos y las místicas, y nos escarnezca con los
términos
de postrados antes textos mosaicos o talmúdicos, bíblicos
y coránicos, evangélicos o catequistas, y le respondamos
que aún con esto no nos habrá inducido a tomar
posición
como inculpados a la defensiva, y que – incluso fuera de la utilidad de
despreciar al filisteo que renace en toda época – no tenemos
motivo
para tratar como una ofensa la afirmación la cual todavía
a nuestro movimiento, hasta que no haya triunfado en la realidad (que
precede
en nuestro método a toda conquista ulterior de la conciencia
humana)
puede venirle bien una mística, y si se quiere un mito.
31 - "’El Extremismo’, condena de los futuros renegados" - 1961
18 -...La base de la disciplina se remonta en
primer
lugar a la "conciencia de la vanguardia proletaria", o sea de aquella
minoría
del proletariado que se reúne en los estratos avanzados del
partido,
y en seguida Lenin indica las cualidades de esta vanguardia con
palabras
que tienen un carácter más "pasional" que racional,
poniendo
de relieve que, como desde tantos otros escritos suyos
("¿Qué
Hacer?") se ha puesto en evidencia, el proletario comunista se adhiere
al partido con un hecho de intuición y no de racionalismo. Desde
1912 fue defendida esta tesis en la juventud socialista italiana contra
los "inmediatistas" – que siempre, a la par que los anarquistas
"educacionistas"
– en la lucha entre culturalistas y anticulturalistas, como se dijo
entonces,
y entiéndase bien que los segundos, invocando un hecho de fe y
de
sentimiento y no de grado escolástico en la adhesión del
joven revolucionario, probaban estar sobre el terreno de un estricto
materialismo
y de rigor de la teoría del partido. Lenin, que abre
reclutamientos
y no academias, habla aquí de dotes de "devoción,
firmeza,
abnegación, heroísmo". Nosotros, lejanos alumnos,
recientemente
hemos osado hablar abiertamente, con la decisión
dialéctica,
de hecho "místico" en la adhesión al partido.
32 - Consideraciones sobre la orgánica actividad del
partido
cuando la situación general es históricamente
desfavorable
- 1965
11 - Las violentas chispas que saltaron entre los
conductores de nuestra dialéctica nos han enseñado que es
camarada militante comunista y revolucionario quien ha sabido olvidar,
renegar, arrancarse de la mente y del corazón la
clasificación
en la que lo inscribió el padrón de esta sociedad en
putrefacción,
y ve y se confunde a sí mismo en todo el arco milenario que liga
al ancestral hombre tribal, que luchaba contra las fieras, al miembro
de
la comunidad futura, fraterna en la armoniosa alegría del hombre
social.
El partido es una organización de hombres: vieja historia y realidad innegable.
La organización combatiente está compuesta de individuos con características y capacidades diversas, provenientes de ambientes sociales diversos, como de diversas experiencias individuales. Se trata de saber qué es lo que liga al conjunto de estos hombres en una organizació únnica: les liga evidentemente la adhesión a un complejo de teoría, principios y finalidades, y a una línea de acción que es propia del órgano partido comunista en su historia, y que los individuos, de cualquier parte que provengan, reconocen como propia y a la cual están determinados a obedecer; les mantiene unidos la adhesión a una posición de batalla, a una trinchera que la historia ha establecido antes que ellos y a la cual le deben absoluta fidelidad.
Los individuos que componen el partido no tienen individualmente la conciencia de este patrimonio histórico al cual se han adherido por vía instintiva y, como afirmamos en otra parte, mística.
La conciencia es poseída por el órgano colectivo no solamente en el sentido de la actividad común de todos los miembros del partido, al mismo tiempo actividad teórica y práctica, sino en el sentido más amplio de actividad colectiva sobre la base de normas teóricas, programáticas y tácticas y de finalidad, preexistentes a la misma colectividad operante en una determinada época y en un determinado lugar.
A esta colectividad operante se le requiere una sola cosa: permanecer adherida en toda su acción al hilo continuo que une el pasado al futuro, no innovar nada, no inventar nada, no descubrir nada. Al que forma parte de esta colectividad, a título individual, se le pide dar su contribución de cerebro y de brazos para hacer marchar la organización sobre la base trazada y comprometida para todos. Y entonces, ¿n establece las directrices del partido, lo que debe decir y hacer la colectividad partido? Lo establecen la teoría, los principios, las finalidades y el programa del partido que se traducen en actividad; actividad de estudio, de investigación, de interpretación de los hechos sociales, y de intervención activa en ellos. Es de esta actividad colectiva de donde deben salir las decisiones prácticas, que no deben contravenir de ningún modo a la base histórica sobre la que se apoya el partido. Las órdenes de movimiento a toda la red las da el centro mundial, siendo una función que puede ser desarrollada por un solo hombre o por un grupo de hombres, pero este mismo centro es una función del partido, es el producto de la actividad colectiva del partido y las órdenes no salen de sus capacidades cerebrales más o menos grandes, sino que constituyen el nudo de enlace de una actividad que engloba a todo el organismo y que debe estar sobre la base del partido histórico.
En nuestra concepción no se consulta a la totalidad de los
individuos
que componen el partido para definir las directrices de éste, y
éste tampoco está definido por el grupo que se encuentra
desarrollando la función central, el cual expresa decisiones que
tienen valor obligatorio para todos los militantes en cuanto que se
apoyan
en el patrimonio histórico del partido y son el resultado de la
obra y de la contribución de todo el organismo. Es pues nuestra
tesis el que a los individuos no se les atribuye el mérito de la
buena marcha del partido, ni de la culpa de su eventual deslizamiento.
Nuestro problema no será nunca el de la búsqueda de los
"mejores
hombres" que garanticen la buena marcha del trabajo; ni iremos nunca,
como
resulta de todas nuestras tesis, a remediar un error a través
del
desplazamiento de los individuos de la estructura jerárquica del
partido. A los militantes considerados individualmente la teoría
les niega conciencia, mérito y culpa, y les considera
exclusivamente
como instrumentos más o menos válidos de actividad
colectiva,
como considera sus acciones, ya sean correctas o equivocadas, fruto de
determinaciones impersonales y anónimas, y no de su voluntad. Es
el trabajo colectivo, sobre la base de la sana tradición, el que
selecciona a los individuos para los distintos grados de la
jerarquía
y para las distintas funciones que definen al organismo partido. Pero
la
garantía del correcto desarrollo de las funciones no está
dada por el cerebro o por la voluntad de un individuo o de un grupo: es
por el contrario el resultado del desarrollo de todo el trabajo del
partido.
CITAS
33 - Tesis sobre la táctica en el II Congreso del P.C. de
Italia (Tesis de Roma) - 1922
I, 2 -...Sería erróneo considerar
a estos dos factores, de conciencia y de voluntad como facultades que
puedan
obtenerse o deban exigirse de cada individuo, ya que sólo se
realizan
por medio de la integración de la actividad de muchos individuos
en un organismo colectivo unitario.
III, 16...Sería totalmente errónea
la concepción que fundase el organismo partido en la exigencia
de
una perfecta conciencia crítica de un completo espíritu
de
sacrificio en cada uno de los adherentes considerados individualmente.
34 - Organización y disciplina comunista - 1924
...Las órdenes que emanan de las
jerarquías
centrales no son el punto de partida, sino el resultado de la
función
del movimiento entendido como colectividad. Esto no se dice en el
sentido
tontamente democrático o jurídico, sino en el sentido
realista
e histórico. No defendemos, diciendo esto, un "derecho" de la
masa
de los comunistas a elaborar las directrices a las que deben atenerse
los
dirigentes: constatamos que en estos términos se presenta la
formación
de un partido de clase, y sobre estas premisas deberemos plantear el
estudio
del problema.
Así se delinea el esquema de las conclusiones
a las que tendemos nosotros en la materia. No existe una disciplina
mecánica
buena para la aplicación de órdenes y disposiciones
superiores
"cualesquiera que sean", existe un conjunto de órdenes y
disposiciones
que responden al origen real del movimiento que pueden garantizar el
máximo
de disciplina, o sea, de acción unitaria de todo el organismo,
mientras
que existen otras directrices que emanadas del centro pueden
comprometer
la disciplina y la solidez organizativa.
Se trata pues, de un diseño de las tareas
de los órganos dirigentes. ¿Quién deberá
hacerlo?
Lo debe hacer todo el partido, toda la organización, no en el
sentido
banal y parlamentario de su derecho a ser consultado sobre el "mandato"
a otorgar a los jefes electivos y sobre los límites de
éste,
sino en el sentido dialéctico que contempla la tradición,
la preparación, la continuidad real en el pensamiento y en la
acción
del movimiento.
35 - Lenin en el camino de la revolución - 1924 - La
función
del jefe
...La manifestación y la función del
individuo están determinadas por las condiciones generales del
ambiente
y de la sociedad, y de la historia de ésta. Aquello que se
elabora
en el cerebro de un hombre ha tenido su preparación en las
relaciones
con otros hombres y en los hechos incluso de naturaleza intelectual de
otros hombres. Algunos cerebros privilegiados y ejercitados,
máquinas
mejor construidas y perfeccionadas, traducen, expresan y reelaboran
mejor
un patrimonio de conocimientos y de experiencias que no
existiría
si no se apoyase en la vida de la colectividad.
El cerebro del jefe es un instrumento material que
funciona por sus lazos con toda la clase y el partido; las
formulaciones
que el jefe dicta como teórico y las normas que prescribe como
dirigente
práctico, no son creaciones suyas, sino aplicación de una
conciencia cuyos materiales pertenecen a la clase-partido y son
producto
de una vastísima experiencia. No siempre todos los elementos de
ésta están presentes en el jefe bajo formas de
erudiciónica,
así es como nosotros podemos explicarnos realmente ciertos
fenómenos
de intuición que son juzgados como desviación y que,
lejos
de probarnos la trascendencia de algunos individuos sobre la masa, nos
demuestran mejor nuestro cometido de que el jefe es el instrumento
operador
y no el motor del pensamiento y de la acción común...
La organización en partido que permite a
la clase ser verdaderamente tal y vivir como tal, se presenta como un
mecanismo
unitario en el que los diversos "cerebros" (no sólo por cierto
los
cerebros, sino también otros órganos individuales) llevan
a cabo tareas diversas según las actitudes y potencialidades,
todas
al servicio de un objetivo y de un interés que progresivamente
se
unifica cada vez más íntimamente "en el tiempo y en el
espacio"
(esta cómoda expresión tiene un sentido empírico y
no trascendente). No todos los individuos tienen pues el mismo puesto y
el mismo peso en la organización: en la medida que esta
división
de tareas se realiza según un plan más racional (y lo que
vale hoy para el partido-clase, será mañana para la
sociedad)
está perfectamente excluido que quien se halla más arriba
gravite como privilegiado sobre los demás. Nuestra
evolución
revolucionaria no va hacia la desintegración, sino hacia la
conexión
cada vez más científica de los individuos entre
sí.
Ella es anti-individualista en cuanto materialista;
no cree en el alma o en un contenido metafísico y trascendente
del
individuo, sino que inserta las funciones de éste en un cuadro
colectivo,
creando una jerarquía que se desarrolla en el sentido de
eliminar
cada vez más la coerción, sustituyéndola con la
racionalidad
técnica. El partido es ya un ejemplo de una colectividad sin
coerción...
La cuestión no se plantea para nosotros con
un contenido jurídico, sino como un problema técnico no
prejuzgado
por razonamientos demostrativos de derecho constitucional o, peor
aún,
natural. No existe razón de principio para que en nuestros
estatutos
se escriba "jefe" o "comité de jefes": Y de estas premisas parte
una solución marxista de la cuestión de la
elección:
elección que hace más que nada, la historia
dinámica
del movimiento y no la banalidad de consultas electivas. Preferimos no
escribir en las reglas organizativas la palabra "jefe", porque no
siempre
tendremos en nuestras filas una individualidad de la fuerza de un Marx
o de un Lenin. En conclusión, si el hombre, el "instrumento", de
excepción existe, el movimiento lo utiliza: pero el movimiento
vive
lo mismo cuando tal personalidad eminente no existe. Nuestra
teoría
del jefe está muy lejos de los cretinismos con que las
teologías
y las políticas oficiales demuestran la necesidad de los
pontífices,
de los reyes, de los "primeros ciudadanos", de los dictadores y de los
duches, pobres marionetas que se ilusionan con hacer la historia.
Más aún: este proceso de
elaboración
de material perteneciente a una colectividad, que nosotros vemos en la
persona del dirigente, de la misma manera que toma de la colectividad y
a ella restituye energías potenciadas y transformadas,
así
nada puede quitar con su separación del circulo de ésta.
La muerte del organismo de Lenin no significa para nada el fin de esta
función, si, como hemos demostrado, en realidad el material como
él lo ha elaborado debe todavía ser alimento vital de la
clase y del partido.
36 - Tesis de la Izquierda al 3er Congreso del P.C. de Italia
(Tesis
de Lyon) - 1926
I, 3 -...el partido político es el
órgano
en el cual se concentra, precisamente, el máximo de posibilidad
de voluntad e iniciativa en todo el campo de su acción: no
cualquier
partido, por cierto, sino el partido de la clase proletaria, el partido
comunista, ligado, por así decirlo, por un hilo ininterrumpido a
los objetivos últimos del proceso futuro. En el partido, dicha
facultad
volitiva, así como su conciencia y preparación
teórica,
son funciones colectivas por excelencia.... Por consiguiente, el
concepto
marxista del partido y de su acción, como ya hemos enunciado,
rechaza
tanto al fatalismo (espectador pasivo de fenómenos sobre los
cuales
no es capaz de influir directamente) como a toda concepción
voluntarista
en el sentido individual, según la cual las cualidades de
preparación
teórica, fuerza de voluntad, espíritu de sacrificio, en
suma,
un tipo especial de figura moral y un requisito de "pureza",
deberían
ser exigidos indistintamente a cada militante del partido, el cual
quedaría
reducido a una élite distinta y superior al resto de los
elementos sociales que componen la clase obrera.
37 - Discurso del representante de la Izquierda en el VI
Ejecutivo
Ampliado de la I.C. - 1926
...Esto se refiere también a la
cuestión
de los jefes que el camarada Trotski resalta en el prólogo al
volumen
"1917" en su análisis de las causas de nuestras derrotas, y con
cuya solución me solidarizo plenamente.
Trotski no habla de los jefes en el sentido de que
nosotros necesitemos hombres venidos del cielo para esta finalidad. No,
él plantea el problema de manera muy distinta. Los jefes
también
son un producto de la actividad del partido, de los métodos de
trabajo
del partido y de la confianza que el partido ha sabido ganarse. Si el
partido,
a pesar de la situación variable y a menudo desfavorable sigue
la línea revolucionaria y combate las desviaciones
oportunistas,
la selección de los jefes formación de un estado
mayor, se llevarán a cabo de un modo favorable, y en el
periodo
de la lucha final, conseguiremos, no precisamente tener siempre a un
Lenin,
sino a una dirección sólida y valiente cosa que
hoy,
según el estado actual de nuestras organizaciones, se puede
esperar
muy poco.
38 - Fuerza, violencia y dictadura en la lucha de clase - 1948
V -...esta tarea está confiada, por el
contrario
no a muchedumbres o grupos de individuos superiores que han descendido
para beneficiar a la humanidad, sino a un organismo, a un mecanismo que
se diferencia en el seno de la masa, utilizando los elementos
individuales
como células que componen los tejidos y elevándoles a una
función que se hace posible sólo en este complejo de
relaciones;
este organismo, este sistema, este complejo de elementos, cada uno con
funciones propias, análogamente a cuanto sucede en el organismo
animal en el que se presentan sistemas complicadísimos de
tejidos,
de redes, de vasos, etc., es el organismo de clase, el partido, que en
cierto modo, determina a la clase frente a sí misma y la hace
capaz
de desarrollar su historia.
39 - La inversión de la praxis en la teoría
marxista
(Reunión de Roma) - 1951
10 -...En el partido, mientras desde abajo
confluyen
todas las influencias individuales y de clase, su aporte crea una
posibilidad
y una facultad de visión crítica y teórica y de
voluntad
de acción, que permite transmitir a los individuos militantes y
proletarios la explicación de situaciones y procesos
históricos,
y también las decisiones de acción y de combate
(Apéndice,
gráfico VIII).
11 - Así pues, mientras el determinismo
excluye
para el individuo la posibilidad de una voluntad y de una conciencia
que
precedan a la acción, la inversión de la praxis los
admite
únicamente en el partido, como resultado de una
elaboración
histórica general. Si, por lo tanto, voluntad y conciencia deben
atribuirse al partido, debe negarse que éste se forme del
concurso
de la conciencia y de la voluntad de individuos de un grupo, y que tal
grupo pueda considerarse, en lo más mínimo, fuera de las
determinaciones físicas, económicas y sociales existentes
en todo el ámbito de la clase.
12 - Por lo tanto, no tiene sentido el pretendido
análisis según el cual existen todas las condiciones
revolucionarias,
pero falta una dirección revolucionaria. Es exacto decir que el
órgano de dirección es indispensable, pero su
aparición
depende de las propias condiciones generales de lucha, jamás de
la genialidad o del valor de un líder o de una vanguardia.
40 - Tesis características del partido (Tesis de
Florencia)
- 1951
II, 5...La cuestión de la conciencia
individual
no es la base de la formación del partido: no solo ningún
proletario puede ser consciente y mucho menos poseedor culturalmente de
la doctrina de clase, sino que tampoco ningún militante a
título
individual, y tal garantía no la ofrecen tampoco los jefes. Esta
garantía consiste solo en la unidad orgánica del partido.
De la misma forma que se rechaza toda
concepción
de acción individual o de acción de una masa no ligada
por
un preciso tejido organizativo, también se rechaza la
concepción
del partido como una agrupación de sabios, de iluminados o de
conscientes,
sustituyéndola por la concepción de un tejido y de un
sistema
que en el seno de la clase proletaria tiene orgánicamente la
función
de explicarle la tarea revolucionaria en todos sus aspectos y en todas
sus complejas fases.
41 - Las patas a los perros - 1952
...los nuevos hechos, según nuestra concisa
posición, no conducen a corregir las antiguas posiciones ni a
añadir
a éstas complementos y rectificaciones. La lectura de los textos
de principio la hacemos hoy como en 1921 y antes, la lectura de los
hechos
sucesivos del mismo modo, quedando confirmadas las propuestas sobre el
método de trabajo de organización y de acción.
Este trabajo no está confiado ni a una
persona
ni a un comité, ni mucho menos a una oficina, es un momento y un
sector de un trabajo unitario que se desarrolla desde hace más
de
un siglo y muy por encima de la sucesión de generaciones, no
inscribiéndose
en el curriculum vitae de nadie, ni siquiera en el de los que
han
tenido larguísimos periodos de elaboración coherente y
maduración
de los resultados. El movimiento prohíbe y debe prohibir
iniciativas
extemporáneas y personales o contingentes en esta obra
elaboradora
de textos directivos y también de estudios interpretativos del
proceder
histórico que nos circunda.
La idea de que con una horita de tiempo la pluma
y el tintero cualquiera se dedique a redactar textos, o incluso que lo
haga la cirinea "base" invitada por una circular o por una
efímera
reunión académica ruidosa o clandestina es una idea
infantil.
Los resultados hay que notificarlos y desacreditarlos desde el
principio.
Sobre todo cuando una disposición tal de dictámenes viene
por parte de los maniacos de la obra y de la intervención humana
en la historia. ¿Intervienen hombres, determinados hombres, o un
determinado Hombre con mayúsculas? Vieja cuestión. La
historia
la hacen los hombres, solo que saben muy poco por qué la hacen y
cómo la hacen. Pero en general todos los que "padecen" de la
acción
humana y los que se burlan de un presunto automatismo fatalista, por
una
parte son los que cultivan en su propio foro interior la idea de tener
en su propio cuerpecillo ese Hombre predestinado, y por otra parte son
los que no han entendido nada y nada pueden; ni siquiera entender que
la
historia no gana o pierde una décima de segundo, tanto si ellos
duermen como lirones, como si llevan a cabo el sueño generoso de
agitarse como obsesos.
Con gélido cinismo y sin el mínimo
remordimiento, a todo ejemplar superactivista más o menos
autoconvencido
de sus muy serias funciones y a todos los sinedrines de innovadores y
pilotos
del mañana, repetimos: «¡iateve a cuccà!».
Sois impotentes incluso para darle cuerda al despertador.
La tarea de poner en su sitio las tesis y enderezar
las patas a los perros que se desmadran desde todas partes, tarea que
reaparece
siempre donde menos te los esperas, requiere algo muy distinto que la
hora
escasa que dura el congresito o el discursillo. No es fácil
intentar
hacer un índice de los lugares donde se ha debido acudir a
taponar
vías de agua, evidentemente obra o trabajo considerado poco
glorioso
por los que han nacido para "pasar a la historia", con un estilo que no
se tapona sino que se abre. Pensamos que puede servir un pequeño
índice que obviamente no es perfecto y tendrá
repeticiones
e inversiones.
Indicamos las tesis correctas frente a los
errores: no llamamos a éstas antitesis, pronunciado despacio,
que se confunde con el resbaladizo antítesis o lo que es lo
mismo,
presencia contrapuesta de dos tesis distintas. Diremos: contratesis.
También por puras razones expositivas
dividimos
los puntos en tres sectores, en evidente intercomunicación:
historia,
economía, filosofía (considerad el vocablo entre
comillas)...
Las dilucidaciones sobre estas expresiones
sintéticas
han aparecido en numerosos escritos de partido y relaciones sobre
conferencias
y reuniones.
El freno a improvisaciones peligrosas no significa
que tal trabajo pueda pensarse como un monopolio o una exclusiva en
manos
de quienquiera que sea.
Se pueden poner en orden los argumentos con mayor
cuidado y se puede con mayor claridad y eficacia componer la
exposición.
Con actividad y estudio puede ser mejor hecho, en otros 7 años y
7 horas por semana.
Si después vienen quemadores de etapas, con
ramilletes, convendrá decir (como recordamos en una
ocasión
del frígido Zinoviev) que han venido hombres de esos que
aparecen
cada 500 años: y él lo decía de Lenin.
Esperamos que sean embalsamados. Nosotros no nos
sentimos como para tanto.
42 - Polítique d’abord - 1952
...Sustituida la fe ciega en un nombre respecto
de los principios, de las tesis, de las normas de acción del
partido
como ente impersonal, asegurada por el favor ingenuo de las masas y de
los mismos militantes, la influencia de una persona, que a la excitante
ambición, latente o no, acompañaba dotes (al menos 95
veces
sobre cien absolutamente espurias) de ingenio, cultura, elocuencia,
habilidad
y coraje, hicieron históricamente posibles los fenomenales
descarrilamientos,
los increíbles virajes de rumbo, con los que partidos enteros y
notables fracciones de partido hicieron pedazos la línea de su
doctrina
y de su tradición, e hicieron así que la clase
revolucionaria
abandonase o invirtiese sin rodeos su frente de combate.
Estratos de militantes y de masas proletarias
encajaron
increíblemente cambios sorprendentes de fórmulas y de
recetas;
y cuando no cayeron en el engaño tuvieron oleajes funestos.
Fracasó,
por ejemplo, Mussolini en el intento de trajinar al partido socialista
italiano en la borrachera de la guerra, pero en la fracción
socialista
de Milán que en octubre de 1914 por unanimidad le gritaba fuera,
osó gritar al partir: ¡Me odíais porque me
amáis!
Una larga y trágica experiencia
debería
haber enseñado, pues, que en la acción de partido es
necesario
usarles a todos según sus variadísimas actitudes y
posibilidades,
pero que "no es necesario amar a nadie", y estar dispuestos a arrojar
fuera
a cualquiera, aunque hubiese cumplido 11 meses de cárcel por
cada
año de vida. La decisión sobre las propuestas de
acción
en los grandes acontecimientos se debe conseguir hacer fuera de la
"autoridad"
personal de maestros, jefes y dirigentes, y en base a las normas de
principio
y de acción prefijadas por nuestro movimiento: postulado
dificilísimo,
lo sabemos bien, pero sin el cual no se ve el camino para que un
potente
movimiento reaparezca.
La exaltación por las "res gestae", para
las gloriosas hazañas de este o de aquel pretendido caudillo de
muchedumbres, las mareas oceánicas en sus subidas y bajadas, ha
servido siempre de pasarela para las más sorprendentes
manipulaciones
sobre los principios del movimiento. Seguidores y jefe muchas veces
habían
vivido así la exterioridad dramática de la lucha que
habían
ignorado, olvidado, quizás nunca penetradas, las "tablas" de
teoría
y de acción sin las cuales no hay partido, no hay ascenso y
victoria
de la revolución. Y por esto cuando el jefe se hace trampa a
sí
mismo y a los demás, y cambia las cartas, tiene lugar en mil
casos
el extravío.
43 - La marioneta en la historia - 1953
9 -...Frenemos pues esta tendencia y en cuanto
sea prácticamente posible suprimamos, no por cierto a los
hombres,
sino al Hombre con aquel dado Nombre y con aquel dado Curriculum
Vitae...
Sé la respuesta que sugestiona
fácilmente
a los compañeros ingenuos. LENIN. Bien, es cierto que
después
de 1917 ganamos muchos militantes para la lucha revolucionaria
porque
se convencieron de que Lenin había sabido hacer y había
hecho
la revolución: vinieron, lucharon y luego profundizaron
mejor
nuestro programa. Con este expediente se han movido proletarios y masas
enteras que quizás habrían dormido. Admitido.
¿Pero
después? Con el mismo nombre se va haciendo palanca para la total
corrupción oportunista de los proletarios: estamos reducidos
hasta
tal punto que la vanguardia de la clase está mucho más
que
antes de 1917, cuando pocos sabían aquel nombre.
Entonces digo que en las tesis y en las directrices
establecidas por Lenin se resume lo mejor de la colectiva doctrina
proletaria,
de la política real de clase; pero que el nombre como nombre
tiene
un balance pasivo. Evidentemente se ha exagerado. Lenin mismo estaba
hasta
las orejas de bombo personal. Sólo son los hombrecillos
vacíos
los que se creen indispensables en la historia. Lenin se reía
como
un niño al escuchar tales cosas. Era seguido, adorado, y no
comprendido...
Deberá llegar un tiempo en el que un fuerte
movimiento de clase tenga teoría y acción correcta, sin
explotar
simpatías por los nombres. Creo que llegará. Quien no nos
cree no puede ser más que un desconfiado de la nueva
visión
marxista de la historia, o peor un jefe de los oprimidos a sueldo del
enemigo.
11-...La revolución burguesa debe tener
un símbolo y un nombre, por mucho que también ella, en
última
instancia, sea hecha por fuerzas anónimas y relaciones
materiales.
Es la última revolución que no sabe ser anónima:
por
eso la recordamos como romántica.
Es nuestra revolución la que
aparecerá
cuando ya no haya estas pronas genuflexiones a personas, hechas sobre
todo
de vileza y de extravío, y como instrumento de la propia fuerza
de clase tendrá un partido fundido en todos sus caracteres
doctrinales,
organizativos y combatientes, que nada dependa del nombre y del
mérito
del individuo, y que le niegue al individuo conciencia, voluntad,
iniciativa,
mérito o culpa, para resumir todo en su unidad de tajantes
confines.
44 - El graznido de la praxis - 1953
19 -...La actividad es de los trabajadores, la
conciencia
solo de su partido. La actividad, la praxis, es directa y espontánea,
la conciencia está reflejada, retardada, anticipada,
sólo
en el partido, y sólo cuando éste existe y actúa,
la clase deja de ser un frío episodio de censo y se convierte en
fuerza operante en la "época de subversión", y arroja
sobre
un mundo enemigo una acción que posee un fin conocido y deseado;
conocido y deseado no por individuos, sean gregarios o jefes, soldados
o generales, sino por la impersonal colectividad del partido, que
abarca
lejanos países y muchas generaciones y, por tanto, no es
patrimonio
exclusivo de una cabeza pero si lo es de los textos, otra
técnica
mejor no hay para que pasen la más rígida criba el
soldado
y sobretodo el general; mientras que es una banalidad sin límite
el contraste
inmanente entre dirigente y ejecutante, última
blague
(fanfarronada, en francés en el original) insípida
transalpina.
La derecha del partido ruso quería que el
miembro del partido viniese de un grupo obrero de profesión
o de fábrica federado en el partido: los sindicatos fueron
llamados
por los rusos asociaciones profesionales. En un sentido polémico
Lenin forjó la histórica frase de que el partido sobre
todo
es una organización de revolucionarios profesionales A
estos
no se les pregunta: ¿sois obreros? ¿de qué
profesión?
¿mecánico, soldador o carpintero? Ellos pueden ser muy
bien
tanto obreros de fábrica como estudiantes o incluso hijos de
nobles;
responderán: revolucionario, esta es mi
profesión.
Solo el cretinismo estalinista podía dar a esta frase el sentido
de revolucionario de oficio, de asalariado del partido. Esta
fórmula
inútil habría dejado el problema en el mismo punto.
¿Contratamos
empleados para el aparato entre los obreros, o también fuera?
Pero
se trataba de algo muy distinto.
45 - Presión "racial" del campesinado, presión
clasista
de los pueblos de color - 1953
Ni libertad de teoría ni libertad
táctica.
Hay que ponerse de acuerdo en este principio
fundamental
de la Izquierda. La unidad sustancial y orgánica del partido,
que
se opone diametralmente a la unidad formal y jerárquica de los
estalinistas,
es una necesidad en materia de doctrina, en materia de programa y
también
para lo que se denomina la táctica. Si entendemos por
táctica
los medios de acción, éstos sólo pueden ser
definidos
a través de la misma investigación que nos ha permitido
formular
las reivindicaciones de nuestro programa final e integral
basándonos
en los datos de la historia pasada.
Los medios no pueden ser elegidos ni variar sin
motivo a merced de las sucesivas épocas o, peor aún, de
los
diversos grupos, sin que se vean también afectados de
modificación
los objetivos programáticos y todo el curso que conduce a ellos.
Evidentemente, los medios no son elegidos por sus
cualidades intrínsecas – belleza o fealdad, dulzura o amargor,
flexibilidad
o dureza. Pero su sucesión tiene que haber sido prevista en sus
grandes líneas por el partido y formar parte de su armamento
común
en lugar de estar abandonada al azar de las "situaciones" cotidianas.
Siempre
ha sido ese el sentido del combate de la Izquierda. Eso es lo que
expresamos
también cuando decimos que la "base" está obligada a
ejecutar
las indicaciones tácticas del centro, en la medida en que el
centro
mismo esté ligado por un "abanico" de tácticas posibles,
ya previstas, y que correspondan a eventualidades también
previstas.
Sólo con ese vínculo dialéctico es posible superar
un problema que es estúpido querer resolver a través de
la
democracia consultiva, cuya absurdidad ya hemos demostrado muchas
veces.
En efecto, todos la reivindican pero, en mayor o menor medida, todos
están
igualmente dispuestos a ofrecer el espectáculo a pequeña
o a gran escala de asombrosos abusos de autoridad y de cambios
sorprendentes
en la organización.
46 - Diálogo con los muertos - 1956
74 -...El marxismo, y aquí sería
necesario el tratadillo histórico-filosófico, no se apoya
ni sobre una persona a la que haya que exaltar, ni sobre un sistema de
personas colectivo, como sujetos de la decisión
histórica,
porque extrae las relaciones históricas y las causas de los
acontecimientos
de relaciones de cosas con los hombres, de tal forma que se ponen en
evidencia
los resultados
comunes a cualquier individuo, sin pensar más
en sus atributos personales individuales.
Puesto que el marxismo rechaza como solución
de la "cuestión social" toda formulación "constitucional"
y "jurídica" como premisa al concreto curso histórico, no
tendrá preferencias y no dará respuesta a las cuestiones
mal planteadas: ¿debe decidirlo todo un hombre, un grupo de
hombres,
todo el corpus del partido, todo el corpus de la clase?
Ante
todo, no decide nadie, sino un campo de relaciones
económico-productivas
comunes a grandes grupos humanos. No se trata de pilotar la historia,
sino
de descifrarla, de descubrir sus corrientes y el único medio de
participar en su dinámica es tener un cierto grado de ciencia de
ella, algo muy diversamente posible en las distintas fases
históricas.
¿Y entonces, quién la descifra mejor,
quién explica mejor su ciencia, su exigencia? Según.
Puede
ser incluso uno sólo, mejor que el Comité, que el
partido,
que la clase. Consultar "a todos los trabajadores" no avanzar
más
que consultar a todos los ciudadanos con el insensato "recuento de
cabezas".
El marxismo combate el laborismo, el obrerismo, en el sentido de que
sabe
que en muchos casos, en su mayor parte, la deliberación
sería
contrarrevolucionaria y oportunista... En cuanto al partido, incluso
después
de su selección de aquellos que por principio niegan "las
piedras
angulares" de su programa, su mecánica histórica tampoco
se resuelve con la "base tiene siempre la razón". El
partido
es una unidad histórica real, no una colonia de
microbios-hombre.
A la fórmula que dicen que es de Lenin de "centralismo
democrático"
la Izquierda Comunista siempre ha propuesto sustituirla por la de centralismo
orgánico. En cuanto a los comités, muchos son
los casos históricos que desacreditan a la dirección
colegiada:
no debemos repetir aquí la relación entre Lenin y el
partido,
Lenin y el Comité Central, en abril de 1917 y en octubre de
1917.
El mejor detector de las influencias
revolucionarias
en el campo de fuerzas históricas puede, en determinadas
relaciones
sociales y productivas ser la masa, la muchedumbre, un consejo de
hombres,
un sólo hombre. El elemento discriminante está en otro
sitio.
75 -...Citando a Lenin, no se han acordado de una
construcción suya magnífica que está dirigida,
nada
menos que al... Comité Central.
«La clase obrera... en su lucha en todo
el mundo... necesita de una autoridad... en la medida en
que
el joven obrero necesita de la experiencia de los combatientes
más
ancianos
contra la opresión y la explotación... de los
combatientes
que han tomado parte en muchas huelgas y en diversas
revoluciones,
que han adquirido sabiduría por las tradiciones
revolucionarias
y tienen, por tanto, una amplia visión política.
La
autoridad
de la lucha mundial del proletariado mundial es necesaria para
los
proletarios de cada país... el cuerpo colectivo de los obreros
de
cada país que conducen directamente la lucha será siempre
la máxima autoridad en todas las cuestiones».
El centro de este párrafo son los conceptos
de tiempo y de espacio, llevados a su extensión
máxima;
tradición histórica de la lucha, y campo internacional de
ésta. Añadimos a la tradición el futuro,
el
programa de la lucha de mañana. ¿Como se conocerá
en todos los continentes y en todas pocas este corpus
leninista,
al que damos el poder supremo en el partido? Esto es tarea de vivos, de
muertos y de los que nacerán: esta nuestra fórmula que
por
cierto no la hemos "creado": está en el marxismo, está en
Lenin.
¿Quién chismorrea ahora de poderes
y autoridad confiados a un jefe, a un comité directivo, a una
consulta
de cuerpos contingentes en territorios contingentes? Toda
decisión
será para nosotros buena si está en las líneas de
esa visión amplia y mundial. Puede captarla un
sólo
ojo o un millón.
Marx y Engels erigieron esta teoría, desde
que explicaron, contra los libertarios, en qué sentido son autoritarios
los procesos de las revoluciones de clase, en los cuales el individuo
desaparece
como quantité négligeable, con sus caprichos de
autonomía,
pero no se subordina a un jefe, a un héroe o a una
jerarquía
de marchitados instituidos.
47 - Estructura económica y social de la Rusia de hoy -
1956
Todo aquello que Lenin grita e incide en el texto
de aquellas históricas tesis está claramente en contra de
lo que en Rusia hacían, además de los partidos burgueses
y pequeño burgueses, también los obreros y su
mismo
partido. Pero al mismo tiempo está ferozmente conforme con todo
aquello que estaba escrito, en la ruta de Marx y Engels en
1848,
remachada en cien acontecimientos, y en la ruta trazada por el mismo
Lenin
desde 1900 en adelante acerca de Rusia.
Los cagaprisas que tiemblan cada vez que oyen hablar
de una nueva, moderna directriz, deben comprender solo esto: nosotros
defendemos
la inmutabilidad del rumbo, pero no su rectilineidad.
Esta
está llena de difíciles recovecos. Pero no nacen en la
cabeza
o en el capricho del jefe, del líder, como dice Trotski.
Líder significa de hecho guía. El jefe del partido no
tiene
en las manos un volante y no puede maniobrar arbitrariamente la
dirección,
es el conductor de un tren o de un tranvía. Su fuerza
está
en que él sabe que la vía esta determinada, pero
ciertamente
no es rectilínea en todas partes, conoce las estaciones por
donde
pasa y la meta a donde conduce, las curvas y las pendientes.
Ciertamente, no solo él lo sabe. El trazado
histórico pertenece no a una cabeza pensante, sino a una
organización
que va más allá de los individuos sobre todo en el
tiempo,
hecha de una historia vivida y de una doctrina (para vosotros la
palabra
dura) codificada.
Si esto es desmentido, estamos todos fuera de
combate
y ningún nuevo Lenin nos salvarás. Iremos a la
mortificación
apretando los manifiestos, los libros y las tesis en una bancarrota no
compartible.
48 - El "extremismo", condena de futuros renegados - 1961
14 -...¿Desde qué micrófono
dicta órdenes esta fuerza colectiva? Contestamos siempre que hay
una regla mecánica y formalista: No es la mitad más uno
quien
tiene el derecho a hablar, incluso si en muchos traspasos sirve este
método
burgués; y no aceptamos como regla metafísica el
"recuento
de cabezas" dentro del Partido, el sindicato, los consejos o la clase:
algunas veces la voz decisiva vendrá de la masa en movimiento,
otras
de un grupo dentro de la estructura del Partido (Lenin no tiene miedo,
como veremos, de decir oligarquía), otras veces por uno
sólo,
por un Lenin, como sucedió en Abril de 1917 y en el mismo
octubre,
contra la opinión de "todos".
49 - La gran luz se ofuscó - 1961
...No basta la solidez teórica del partido...
para llevar al máximo el entrelazamiento entre la doctrina y la
acción de la clase. Puede existir en los militantes del partido
seguridad y entusiasmo, pero los militantes no lo pueden generar en las
masas de cualquier modo y siempre, con su actividad de oradores,
agitadores
y escritores. no es un proceso retórico lo que llama a
las
masas en torno al partido, ni el poseer un conjunto de hombres
elegidos,
los famosos "jefes", que han dejado una historia, mas bien
crónica,
piadosa. El proceso es de física social, se constata,
no se provoca.
Una tesis que nos presiona enormemente es que no
se trata de elegir un grupo de hombres que forme el "estado mayor" del
partido, y como se dice con la palabra de moda, el "staff" o el "cast".
No se trata de fabricar con descubrimientos de personas lo que dicen
hoy
un trust de cerebros. Esta es una posición chismosa y
despreciable
de la que debemos mantenernos alejados. Esta ilusión no se nutre
nunca de buena fe, sino que manifiesta hacia el exterior el carrerismo
banal, peste de las democracias políticas, con las que se abren
camino a empujones elementos que no tienen cualidades para sobresalir,
si no la de astutos servidores de una ambición morbosa, y en
todo
caso de todo aquello que sea más fuerte que ellos. Todo farolero
es un vil.
La historia de la miseria del Comintern, que
siguió
a su breve e inolvidable grandeza, fue la que se puso a buscar a los hombres
más convenientes. En su momento denunciamos sin reticencias que
esta era una selección a la inversa. Quizás los
compañeros
rusos en casos dados pensaron que estos pedazos de la máquina de
partido habrían podido ser marginados a corto plazo, en el caso
ya previsto de un rápido desgaste. Pero nosotros acusamos a este
criterio de evidente exceso del voluntarismo más artificial.
50 - Consideraciones sobre la orgánica actividad del
partido
cuando la situación general es históricamente
desfavorable
- 1965
9 -...Todos sabemos que, cuando la situación
se radicalice, innumerables elementos se alinearán con nosotros,
en una vía inmediata, instintiva, y sin el mínimo curso
de
estudios que pueda imitar calificaciones escolásticas.
14 -...La transmisión de esta
tradición
no deformada con los esfuerzos para hacer real una nueva
organización
de partido internacional sin pausas históricas,
organizativamente
no se puede basar en la elección de hombres muy cualificados o
muy
informados de la doctrina histórica, sino que
orgánicamente
no puede más que utilizar del modo más fiel la
línea
entre la acción de grupo con la que ella se manifestaba hace 40
años y la línea actual. El nuevo movimiento no puede
esperar
superhombres ni tener Mesías, sino que se debe basar en la
reavivación
de cuanto pueda haber sido conservado a través de mucho tiempo,
y la conservación no puede limitarse a la enseñanza de
tesis
y a la búsqueda de documentos, sino que se sirve incluso de
utensilios
vivos que forman una vieja guardia y que confíen en dar una
consigna
incorrupta y potente a una joven guardia.
51 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la
estructura del partido... (Tesis de Nápoles) - 1965
11 -...Naturalmente no renegaremos de nosotros
mismos cometiendo la chiquillada de rebuscar la salvación
buscando
a los hombres mejores o eligiendo a jefes o semijefes, bagaje que
consideramos
distintivo del fenómeno oportunista, antagonista
histórico
del camino del marxismo revolucionario de izquierda.
52 - Tesis suplementarias... (Tesis de Milán) - 1966
9 -...El esfuerzo actual de nuestro partido en
su difícil tarea es el de liberarse para siempre del empuje
traidor
que parecía emanar de hombres ilustres, y de la función
despreciable
de fabricar, para alcanzar sus objetivos y sus victorias, una
estúpida
notoriedad y publicidad para otros nombres personales. Al partido no le
deben faltar en ninguno de sus meandros la decisión y el coraje
de combatir por un resultado similar, verdadera anticipación de
la historia y de la sociedad de mañana.
53 - Premisa a las "Tesis de después del 1945" - 1970
La organización, como la disciplina, no es
un punto de partida, sino de llegada; no tiene necesidad de
codificaciones
estatutarias y de reglamentos disciplinarios; no conoce
antítesis
entre "base" y "vértice"; excluye las rígidas barreras
de una división del trabajo heredada del régimen
capitalista,
no porque no tenga necesidad de "jefes", e incluso de "expertos" en
determinados
sectores, sino porque estos son y deben ser, como y más
que
el más "umilde" de los militantes, vinculados por un programa,
por
una doctrina y por una clara y unívoca definición de las
normas tácticas comunes para todo el partido, conocidas
por
cada
uno de sus miembros, públicamente afirmadas y sobre
todo
traducidas a la práctica frente a la clase en su conjunto; y son
tan necesarios, como dispensables en cuanto dejen de
responder
a la función a la que por selección natural, y no por
ficticios
recuentos de cabezas, el partido les ha delegado, o cuando, peor
aún,
se desvían del camino señalado para todos. Un partido de
este género – como tiende a ser y se esfuerza por llegar a ser
el
nuestro, sin pretender con esto ni una "pureza" ni una
"perfección"
antihistórica – no condiciona su vida interna, su desarrollo, su
(decimos también) jerarquía de funciones
técnicas,
al capricho de decisiones contingentes y mayoritarias; crece y se
refuerza
por la dinámica de la lucha de clase en general y de la propia
intervención
en ella en particular; crea, sin prefigurarlos, sus instrumentos de
batalla,
y sus "órganos", a todos los niveles; no tiene necesidad – si no
es en excepcionales casos patológicos – de expulsar tras un
"proceso"
regular a quien ya no se siente capaz de seguir la común e
inmutable
vía, porque debe estar en condiciones de eliminarlo del
propio
seno como un organismo sano elimina espontáneamente sus propios
deshechos.
"La revolución no es una cuestión
de formas de organización"; es la organización con todas
sus formas la que, por el contrario, se constituye en función de
las exigencias de la revolución prevista lo en su
desembocadura,
sino en su camino. Consultas, constituciones y estatutos son
propios
de las sociedades divididas en clases, y de los partidos que expresan a
su vez no el curso histórico de una clase, sino el
entrelazamiento
de los cursos divergentes o no plenamente convergentes de varias
clases.
Democracia interna y "burocratismo", homenaje a la "libertad de
expresión"
individual o de grupo, y "terrorismo ideológico", son
términos
no ya antitéticos, sino dialécticamente conexos: unidad
de
doctrina y de acción táctica, y carácter
orgánico
del centralismo organizativo, son igualmente caras de una misma
medalla.
De cuanto hemos dicho a propósito de las características del órgano partido, debe resultar clara nuestra afirmación de que el partido prefigura, en su dinámica interna, en las relaciones entre sus diversos órganos y las diversas moléculas que componen su complejo organismo, la sociedad comunista futura sin clases y sin Estado.
El partido, actor y sujeto de la revolución violenta y de la dictadura, no es un partido cualquiera; es el partido comunista, ligado por ello a una perspectiva histórica especial de la que se deriva su programa y su acción, expresión de una clase particular, cuya lucha no va en el sentido de restablecer el dominio de una clase sobre otras clases sino en el de destruir la división en clases de la sociedad. El fin es la sociedad sin clases, la sociedad sin valores de cambio, la sociedad en la cual el interés individual y el interés de la especie ya no están contrapuestos, la sociedad donde cada uno darán sus posibilidades y recibirán sus necesidades; la sociedad, en fin, en la cual la adhesión de todos los individuos a los intereses sociales generales será obtenida sin ningún tipo de constricción, espontánea y orgánicamente.
El choque violento entre las clases, que el partido debe ser capaz de dirigir sin titubeos, como sin titubeos dirigirá en primera persona violencia y terrorismo estatal, se presenta pues, no como fin en sí mismo, sino como medio para la consecución de un fin que la dinámica interna del partido ya prefigura. El partido, de hecho, expresando los intereses de una sola clase en lucha por la eliminación de las clases, no presenta en su interior contrastes de intereses sociales; y en consecuencia está en condiciones de realizar su jerarquía de funciones orgánicas sin necesidad de mecanismos particulares ni aparatos coercitivos o con valor legal. En el partido ya no existen relaciones de tipo mercantil y el cemento del organismo viene dado por la libre adhesión de todas las células al combate y al sacrificio para un fin común. El cemento que mantiene unidos a los distintos miembros de la organización que liga el centro con la periferia y, al contrario, y que consigue que las órdenes sean seguidas por todos, es la confianza recíproca, la solidaridad entre compañeros que reconocen un fin único, que trabajan en común para un fin común (Lenin, "¿Qué Hacer?").
El partido debe ser y será el estado mayor de la revolución y de la dictadura, pero lo será tanto más cuanto más consiga poseer una dinámica interna que escape a todos los tipos de relaciones entre los hombres que son propias de la sociedad actual; cuanto menos se funden las relaciones internas en choques entre hombres y grupos, expresión de intereses de clase, cuanto menos formales sean las jerarquías, cuanto menos mecánicas, democráticas o burocráticas, cuanto menos se imite la división de las funciones entre los distintos miembros de la organización a la burguesa división del trabajo, cuanto menos deba contar con el nombre de personas y cuanto más prevalezcan la indagación solidaria y racional de las mejores soluciones, la disciplina espontánea y natural a una directriz reivindicada por todos como común, el trabajo anónimo, impersonal y colectivo de todas las células que componen el organismo.
El partido puede ser órgano tajante de lucha política entre las clases, en la medida en que cesa en su interior y viene a menos la lucha política; puede ser eficiente órgano de represión dictatorial en la medida en que en su interior no existe ni represión, ni dictadura.
Mientras tanto, el partido es "estado mayor" en cuanto es prefiguración del modo natural y espontáneo de asociarse, que será precisamente el de la futura humanidad comunista. Si el partido pierde este carácter, si en su interior prevalece la lucha entre intereses contrastantes, la coerción, el burocratismo, el formalismo, el carrerismo, el homenaje a los grandes nombres, etc, por el contrario, de debilita en su función primaria de órgano político, de estado mayor de la revolución proletaria. ¿Significa esto concebir el partido como "un falansterio circundado por infranqueables muros", "una isla de comunismo en las vísceras de la sociedad presente"? ¡Absolutamente no! Porque el partido está siempre y constantemente expuesto a la influencia de la sociedad en que se encuentra para combatir. De manera que su modo orgánico de funcionar, su prefiguración de la futura sociedad humana, no es fruto de una fórmula estatutaria sentada como base de la organización, sino que es fruto de una continua lucha del partido, de un trabajo continuo dirigido a esta realización que es, como la disciplina, no un punto de partida, sino un punto de llegada.
Nuestra tesis, dinámica, no estática, es que el
partido
crece y se refuerza en la medida en que consigue realizar esta
dinámica
propia del mismo, se debilita en la medida en que las situaciones
reales
e históricas no le permiten avanzar en esta dirección,
muere
cuando eventualmente deja de caminar por este camino y de luchar por
este
fin o cuando teorizó sin rodeos, como sucedió a la III
Internacional,
después de 1923, como suya una dinámica típica de
las sociedades divididas en clases y de los partidos que las
representan.
CITAS
54 - Lenin en el camino de la revolución - 1924
...La organización en partido que permite
a la clase ser verdaderamente tal y vivir como tal, se presenta como un
mecanismo unitario en el que los diversos "cerebros" (no sólo
por
cierto los cerebros, sino también otros órganos
individuales)
realizan tareas diversas según las actitudes y potencialidades,
todos al servicio de un objetivo y de un interés que
progresivamente
se unifica cada vez más íntimamente "en el tiempo y en el
espacio".
Ésta es anti-individualista en cuanto
materialista;
no cree en el alma o en un contenido metafísico y trascendente
del
individuo, sino que inserta las funciones de éste en un cuadro
colectivo,
creando una jerarquía que se desarrolla en el sentido de
eliminar
cada vez más la coerción, sustituyéndola con la
racionalidad
técnica. El partido es ya un ejemplo de una colectividad sin
coerción.
55 - ¿Volcán de la producción o pantano del
mercado? - 1954
15 -...En cierto sentido el partido es el
depositario
anticipado del conocimiento seguro de una sociedad venidera y sucesiva
también a la victoria política y a la dictadura del
proletariado.
Ni en esto hay nada de mágico, ya que el fenómeno es
históricamente
constatable para todos los modos de producción y para el de la
burguesía,
cuyos precursores teóricos y primeros luchadores
políticos
desarrollaron la crítica de formas y valores de la época,
afirmando tesis, que sucesivamente llegaron a ser de acepción
general:
mientras en el ambiente que les circundaba, los mismos burgueses
auténticos
seguían a las confesiones antiguas y conformistas, no
reconociendo
en las enunciaciones teóricas ni siquiera sus palpables
intereses
materiales.
56 - Rusia y revolución en la teoría marxista - 1955
II, 39 -...En términos exactos la conciencia
proletaria no existirá nunca. Existe la doctrina, el
conocimiento
comunista, y éste está en el partido del proletariado, no
en la clase...
57 - Los fundamentos del comunismo revolucionario marxista - 1957
III, 14 -...La vía para superar esta
situación
de inferioridad pasa, a través de una larga serie de conflictos,
por órganos constituidos sin ningún material y sin
ningún
modelo tomado de los órganos del mundo burgués, y que
sólo
pueden ser el Partido y el Estado proletario, en los cuales se
cristaliza
la sociedad de mañana antes de existir históricamente. En
los órganos que llamamos inmediatos, que reproducen y conservan
la impronta de la fisiología de la sociedad actual, no puede
virtualmente
cristalizarse más que la repetición y la salvación
de esta última.
58 - Contenido original del programa comunista... - 1958
10 -...La capacidad para describir con
antelación
y de apresurar el futuro comunista, no buscada dialécticamente
ni
en el individuo ni en lo universal, se encuentra en esta fórmula
que sintetiza su potencial histórico: el partido
político,
actor y sujeto de la dictadura.
Si la persona es un peligro – en efecto, ella no
es más que un desvariar milenario de los hombres en las sombras
que los apartan de su historia de especie – la vía que lo
combate
está solo en la cualidad unitaria universal del partido, en el
que
se realiza la concentración revolucionaria, más
allá
de los límites de la localidad, de la nacionalidad, de la
categoría
de trabajo, de la empresa-penal de asalariados; en el que vive anticipada
la sociedad futura sin clases y sin intercambio.
59 - Las luchas de clases y de estados en el mundo de los pueblos
no blancos... - 1958
13 -...El partido comunista no tiene nombres ni
divos, ni siquiera Marx o Lenin; el partido comunista es una fuerza que
saca su potencial de una humanidad que aún no ha nacido y cuya
vida
será solamente vida de colectividad y de especie, de las
más
simples funciones manuales hasta las más complejas y arduas
actividades
mentales. Definimos el partido: proyección en el hoy del
Hombre-Sociedad
de mañana.
Tal posesión de la doctrina
revolucionaria
hace del
partido el depositario de la posición del futuro hombre social
comunista.
En este sentido, en varios textos escribimos que en él vive
anticipada
la sociedad futura sin clases y sin intercambio; en é la muerte
del individualismo y de toda ideología y praxis personal.
60 - Tesis sobre la tarea histórica, la acción y la
estructura del partido... (Tesis de Nápoles) - 1965
13 -...Que en el partido se pueda tender a dar
vida a un ambiente ferozmente anti-burgués, que anticipe
ampliamente
los caracteres de la sociedad comunista, es un antiguo enunciado, por
ejemplo
de los jóvenes comunistas italianos desde 1912.
Pero esta digna aspiración no podrá
reducirse a considerar al partido ideal como un falansterio rodeado por
muros infranqueables.
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