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El Partido Comunista en la tradición de la Izquierda
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PARTE V
Del hecho de que el partido no es un cenáculo de pensadores o de seguidores de una determinada filosofía, sino un órgano de combate para la guerra entre las clases, que empuña como arma la teoría y el conocimiento, se debe deducir, como hacen todas nuestras tesis, que la acción del partido no se limita a la propaganda y explicación de su rumbo, ni solo a un trabajo de crítica de los hechos sociales y políticos, sino que interviene activamente en ellos, combate físicamente unido con la clase proletaria que se mueve también por objetivos parciales e inmediatos, la organiza, la enfoca y la empuja a la lucha. La acción que el partido debe desarrollar en cuanto órgano político de la clase proletaria es pues muy compleja, pero esencial para la preparación del proletariado en sentido revolucionario, preparación que no será nunca el producto de una simple propaganda teórica o de una demostración de superioridad interpretativa por parte de los comunistas. Si para el marxismo la conciencia viene después de la acción, es evidente que el partido no puede esperar atraer tras de sí a la clase solo a través de la propaganda o de una acción de tipo educativo y pedagógico; es necesario que miles de lazos se formen a través de los hechos materiales y la intervención en ellos del partido que es reconocido así por la clase como una entidad física con una fisonomía muy determinada, a través de elementos que no son de comprensión racional, de estudio y de propaganda.
El conjunto de los medios que el partido debe usar en las variadas y múltiples vicisitudes de la lucha de clase, para encaminarles en un sentido favorable a sus fines, para atraer al proletariado bajo sus banderas, para arrancarlo de las filas de los partidos no comunistas, para desmoralizar y abatir finalmente al enemigo de clase: he aquí el problema de la táctica, que la Izquierda ha definido siempre como "grave y difícil", no soñando nunca con eludirlo y con sustituirlo metafísicamente con una pura y simple propaganda de principios teóricos o con una simple acción de crítica intelectual.
Una vez reconocido que el desarrollo de la lucha entre proletariado y burguesía es un hecho complejo caracterizado por innumerables y variadas vicisitudes materiales, y que el proletariado no se entrelaza con su partido por un convencimiento racional, se plantea el problema de los medios con los cuales el partido debe intervenir en la realidad de la lucha, es decir, el problema de la táctica del partido.
La primera noción en este campo, que deriva de nuestra misma concepción materialista, es una crítica despiadada de aquello que ha sido siempre definido por nosotros como "infantilismo": los medios tácticos no se eligen con criterios morales, estéticos y formalistas; no se decide el inicio o no de una acción segú ésta se presente más o menos en línea con una pretensión moral nuestra. Sobre esta base Lenin tuvo que escarnecer a aquellos que rechazaban por principio los "compromisos" y la Izquierda estuvo siempre totalmente de acuerdo con él en este plano.
Pero la Izquierda, con Marx y Lenin, ha reivindicado siempre que una elección de los medios tácticos debe ser hecha por la simple razón de que no todos los medios tácticos son adecuados para alcanzar el fin, y que el uso de los medios que parecen dar un éxito inmediato a la acción del partido, por el contrario pueden demostrarse en contradicción con el desarrollo ulterior y las finalidades últimas de la acción misma.
La elección de los medios tácticos debe existir, no guiada por preconceptos morales, sino por la justa valoración, a la luz de nuestra doctrina materialista, de las relaciones reales entre las clases y entre los partidos que expresan la política de las distintas clases y de la previsión de las vicisitudes que atravesará la lucha, y de cuáles deberán ser las acciones del partido ante las distintas situaciones que se presentarán, para que esas puedan resolverse en su potenciación y en la mejor predisposición de las fuerzas proletarias hacia la batalla final, debe ser preventiva y constituir un patrimonio del partido del mismo modo que lo constituye su invariante doctrina.
Es la teoría la que permite al partido definir su programa en el cual está contenida la previsión de una serie ininterrumpida de eventos a través de los cuales la lucha de las clases llegará a su prevista desembocadura. Es la teoría la que permite al partido delinear el campo de acción de las fuerzas sociales, valorar sus relaciones recíprocas, establecer las posibles reacciones en presencia de hechos determinantes. Las lecciones de los hechos históricos, leídas a la luz de la teoría, conducen al partido a establecer que la vía para el comunismo pasa necesariamente a través de la revolución violenta, la destrucción de la máquina estatal burguesa, la violencia y el terror revolucionarios ejercidos por la clase proletaria bajo la dirección de su partido y a través de la máquina estatal de la dictadura proletaria.
El partido debe estar en condiciones de prever y de planificar también los medios que en la situación histórica concreta son susceptibles de conducir a estas desembocaduras finales, las fuerzas que están en juego, las acciones y reacciones que median entre estas fuerzas, los medios que por el contrario no deben ser utilizados en cuanto que contradirían la consecución del fin revolucionario. El análisis crítico conduce por eso al partido a establecer en primer lugar los campos histórico-políticos, las fases históricas en las que su acción debe desarrollarse y en las que son distintas las relaciones y las actitudes de las fuerzas sociales que combaten entre ellas y por tanto deben ser distintos los medios que el partido aplica. Si no fuese posible este análisis y esta previsión, el marxismo caería como teoría revolucionaria y por eso no se podría hablar ni siquiera de partido comunista y de clase proletaria.
Los campos históricos en los que se inserta la táctica del partido son definidos así en nuestro informe a la reunión general de Génova de 1953:
«1.- La posición de la Izquierda Comunista se distingue netamente no solo del eclecticismo en el terreno de la maniobra táctica del partido, sino también del tosco simplismo de aquel que reduce toda la lucha de clases al dualismo, repetido siempre y por doquier, de dos clases convencionales que serían las únicas en actuar. La estrategia del moderno movimiento proletario tiene líneas precisas y estables, válidas para toda hipótesis de acción futura, y que deben ser referidas a las distintas "áreas" geográficas en que se subdivide el mundo habitado y a los distintos ciclos históricos.
2.- La inglesa es la primera y clásica área de cuyo juego de fuerzas fue sacada por primera vez la irrevocable teoría del curso de la revolución socialista. Desde 1688, la revolución burguesa ha suprimido el poder feudal y extirpado rápidamente las formas de producción feudales; desde 1840, es posible deducir la concepción marxista sobre el mecanismo de las tres clases esenciales: propiedad burguesa de la tierra – capital industrial, comercial, financiero – proletariado, en lucha con las dos primeras.
3.- En el área de Europa Occidental (Francia, Alemania, Italia, países menores) la lucha burguesa contra el feudalismo va de 1789 a 1871, y en las situaciones de este ciclo se impone la alianza del proletariado con los burgueses cuando éstos luchan con las armas para derrocar el poder feudal – mientras los partidos obreros han rechazado ya toda confusión ideológica con las apologías económicas y políticas de la sociedad burguesa.
4.- Los Estados Unidos de América se ponen en 1866 en las condiciones de la Europa Occidental después de 1871, habiendo liquidado formas capitalistas espurias con la victoria contra el surismo esclavista y rural. A partir de 1871, los marxistas radicales rechazan en toda el área euroamericana toda alianza y todo bloque, en cualquier terreno que fuera, con partidos burgueses.
5.- La situación anterior a 1871, a la que nos hemos referido en el punto 3, dura en Rusia y en otros países del Este europeo hasta 1917, y en ellos se plantea el problema ya conocido por la Alemania de 1848: provocar dos revoluciones, y luchar, por tanto, por las tareas de la revolución capitalista. Una condición para un paso directo a la segunda revolución, la proletaria, era la revoluciónpolítica en Occidente, que fallón cuando la clase proletaria rusa conquistó sola el poder político, conservándolo durante algunos años.
6.- Mientras que hoy en el área de Europa Oriental puede considerarse como consumada la sustitución del feudalismo por el modo capitalista de producción y de intercambio, en el área asiática está en pleno curso la revolución contra el feudalismo y contra regímenes más antiguos, conducida por un bloque revolucionario de clases burguesas, pequeñoburguesas y trabajadoras.
9.- En los países de Asia donde aún dominan economías locales agrarias de tipo patriarcal y feudal, la lucha incluso política de las "cuatro clases", aun cuando surjan a continuación poderes nacionales y burgueses, es un elemento de victoria en la lucha internacional comunista, sea por la formación de nuevas áreas aptas al planteamiento de las reivindicaciones socialistas ulteriores, sea por los golpes asestados por tales insurrecciones y revueltas al imperialismo euroamericano».
Nuestras Tesis de Roma, 1922, hacían una distinción de fases históricas que, al mismo tiempo, era de áreas geográficas: «Poder feudal absolutista, Poder democrático-burgués, Gobierno socialdemócrata; Interregno de guerra social en el que llegan a ser inestables las bases del Estado; Poder proletario en la dictadura de los Consejos» y advertían: «En cierto sentido el problema de la táctica consiste, además de en elegir la buena vía para una acción eficaz, en evitar que la acción del partido se desborde de sus límites oportunos, replegándose sobre los métodos correspondientes a situaciones superadas, lo que tendría como consecuencia un parón del proceso de desarrollo del partido y un repliegue en la preparación revolucionaria».
Nuestra corriente ha sostenido siempre que los medios tácticos que el partido puede utilizar en determinadas áreas históricas y sociales, y en relación a la verificación de determinadas situaciones deben estar previstos y «recogidos en claras reglas de acción», las cuales constituyen la base de la organización misma del partido. Si no fuese posible determinar algunas reglas tácticas, una "rosa de eventualidades", un plan valedero para un larguísimo arco de tiempo y para grandísimos espacios, no sería ni siquiera posible llegar a la homogeneidad y a la centralización organizativa. No se trata, lo hemos dicho, de definir el conjunto de los medios dejándose guiar por postulados aprioristas, sino de determinar, a la luz de la doctrina y de manera cada vez más completa y profunda, el "campo" histórico en el que el partido combate, y el juego de las fuerzas sociales internas de este "campo".
Es en base a esta exigencia práctica, donde vienen definidas y puntualizadas cada vez mejor, por el trabajo colectivo y por la experiencia misma del partido, los "límites" fuera de los cuales la táctica del partido no puede funcionar so pena de reflejarse negativamente en el mismo partido. Porque otra afirmación nuestra, de carácter fundamental, es que la táctica que usa el partido se refleja e influye sobre la organización, como sobre los principios del partido; la táctica es la actuación del partido y no puede contradecir a su ser, sin que el ser mismo antes o después deba modificarse. Fue la Internacional Comunista la que pretendió, después de 1922, poder adoptar cualquier medio, cualquier maniobra, sin por esto despedazar al partido en su entrelazamiento organizativo y en su solidez teórica y programática. Nuestras Tesis de Lyon de 1926 sacan la lección de esta catastrófica pretensión precisamente en el momento en que la Internacional está a punto de ser conquistada definitivamente por la contrarrevolución estalinista: «No es solo el buen partido el que da la buena táctica, sino que es la buena táctica la que da el buen partido».
Y esto es evidente si, como marxistas, nosotros pensamos que no puede bastar con declarar que se adhiere a una cierta doctrina, a un programa y a principios y finalidades dadas, si estos no dan forma por sí mismos a toda la actividad real del partido determinando las características y las manifestaciones, hasta las más limitadas. Si la vida real de partido, su acción, su modo de moverse en las confrontaciones de las fuerzas sociales y políticas viene a contradecir a sus enunciaciones de principio, está claro que estas mismas enunciaciones caerán a largo plazo por mucho que se siga proclamando el respeto hacia ellos y propagándolas y agitándolas. Éste es el clásico camino del oportunismo, que proclama una adhesión platónica a los principios comunistas mientras desarrolla en la práctica las más oscenas desviaciones de esos principios.
Para nosotros, la adhesión y la fidelidad a los principios se manifiesta en el colosal y dificilísimo esfuerzo por conseguir verdaderamente que toda la vida del partido se uniforme y sea coherente con esos principios. Y esto no por lujo doctrinario, sino por necesidad práctica de la lucha; estará en condiciones de vencer la batalla revolucionaria (esa es la demostración luminosa de la Revolución de Rusia) sólo un organismo de partido que haya sabido apoyar en la granítica base del marxismo un plan táctico coherente, permaneciendo fiel en todas las vicisitudes de la lucha sin ceder nunca una pulgada, sacrificando a esta continuidad y rigidez de planteamiento las posibilidades de fáciles y momentáneos éxitos: el "pantano" del que habla Lenin en el "¿Qué Hacer?", y que siempre está preparado para acoger a todos aquellos que abandonan la línea prevista y codificada, considerando precisamente que pueden usar cualquier medio, que pueden realizar cualquier maniobra, ilusionándose con que ésta no se refleja en su mismo ser.
En la base de la elección de los medios tácticos y de las maniobras debe ponerse la condición prioritaria de que ambas cosas sirvan para potenciar y no para invalidar la fisonomía del partido con contornos tajantes frente a todos los otros partidos y al Estado político. El problema táctico consiste en dos factores fundamentales: el partido – elemento consciente y capaz de prever la desembocadura de la lucha de clase – y la masa del proletariado que debe ser dirigida, en el curso del desarrollo de la acción física y material, para que siga al partido, por la vía que éste indica, con los métodos que éste propone. Entonces, en la base de la solución de todo problema táctico debe estar puesta la condición de que para realizar el segundo dato, no se desnaturalice, ni se deforme el primero y fundamental. Si eso se verifica, las masas también pueden desplazarse, pero es el partido el que se desvía de su camino y ya no es un instrumento útil para dirigir la lucha revolucionaria. Éste es un criterio esencial y válido para todos los campos históricos de la lucha de clase. Se injerta en este problema general el de que el partido debe siempre presentarse a los ojos de las masas proletarias como opuesto a todos los otros partidos políticos y al Estado, demostrando en la práctica, en el curso de la acción, al proletariado la necesidad de abrazar los métodos revolucionarios de lucha, desechando cualquier otro recurso a movimientos y acciones que se coloquen sobre el plano de las instituciones presentes y tiendan a demostrar a las masas que la solución de sus problemas pequeños o grandes, inmediatos o generales, es imposible por la vía pacifica y legal, sin hacer chocar la fuerza organizada del proletariado contra el conjunto de las instituciones legales.
Ofrecemos, partiendo de nuestras Tesis de Roma (1922), las grandes líneas de la táctica del partido en el campo europeo occidental y americano en la época imperialista. En este campo y en esta poca histórica los pilares básicos, las grandes líneas, que delimitan toda acción táctica del partido, son las siguientes:
a) ningún bloque, alianza o frente con otros partidos políticos, incluso pseudoproletarios, sobre la base de consignas contingentes comunes (frente único sindical sobre la base de la acción directa de las masas proletarias, contra frente único político y acciones comunes dirigidas sobre el terreno de las instituciones democráticas legales);
b) ninguna participación del partido en campañas electorales de ningún género; devaluación constante del método electoral del recuento de opiniones, no solo como impotente para la conquista del poder político, sino como contraproducente para la misma defensa de intereses inmediatos de la clase. Invitación constante y demostración de la necesidad para el proletariado de pasar del terreno de la acción legal y pacifista al terreno de la acción directa incluso para la defensa de sus más elementales intereses;
c) en las confrontaciones de la "aparente" división del campo burgués en bloques de "derechas" y de "izquierdas" y de postulados que sedicentemente interesan a la clase obrera, y que este último bloque proclama querer realizar, una crítica constante contra las posiciones del bloque de "izquierda", demostración de que éste forma un frente antirrevolucionario con la "derecha", demostración de que esos postulados, en la medida en que interesan verdaderamente a las masas proletarias, solamente son realizables en el plano de la movilización y de la lucha de la clase, y no sobre el plano legalitario y pacífico. El partido puede hacerse directamente promotor de la lucha por objetivos que el bloque de "izquierda" enuncia demagógicamente, pero que le interesan verdaderamente a la clase obrera, llamando él mismo al proletariado a afirmarlos y a defenderlos, constituyendo un frente de lucha de sus organismos económicos inmediatos y lanzándose al plano de la acción y de la huelga general, llegando a la demostración práctica de que aquellos partidos que solo quieren moverse en el plano de la acción a través de las instituciones legales, en realidad traicionan incluso aquellos objetivos que sostienen de palabra, precisamente porque rechazan el uso de los únicos medios que podrían permitir su consecución o su defensa. Sobre esta constatación histórica real está fundado el abstencionismo electoral (y no solo parlamentario) del partido comunista en occidente desde 1920 en adelante, y la polémica de nuestra corriente contra las tesis del parlamentarismo revolucionario defendida por Lenin y por los bolcheviques.
d) en las confrontaciones de la posible verificación de un gobierno de "izquierda", demostración constante y preventiva de que éste no constituiría una mejora de ningún género y en ningún campo para el proletariado. Valoración de que el "experimento socialdemócrata" puede ser positivo, pero solo en el sentido de que demostraría prácticamente a las masas la naturaleza contrarrevolucionaria de los partidos oportunistas y podría convertirse en un aumento de potencia del partido revolucionario a condición de que éste haya denunciado desde el inicio tal experimento, haya indicado a las masas su necesario fracaso y haya sabido separar claramente sus responsabilidades de las de los partidos oportunistas. Ninguna solidaridad del partido con un gobierno del género, ni siquiera en el caso de que fuese violentamente atacado por fuerzas de "derecha". Si en una circunstancia similar el proletariado fuese llamado por los partidos oportunistas a acciones armadas contra la "derecha", el partido tendría la tarea de dirigir a los proletarios en armas hacia la conquista del poder político y la dictadura de clase, denunciando toda defensa del poder existente, y proclamando abiertamente que éste es tan hostil al proletariado como las fuerzas que le atacan, y que ambas deben sucumbir al poder armado del proletariado dirigido por el partido comunista.
Estos pilares básicos de la táctica del partido, declarados abiertamente en las Tesis de Roma de 1922, mientras se desarrollaba en Italia la ofensiva fascista, permanecen confirmados y verificados en las Tesis de Lyon de 1926, las cuales extraen la lección de aquel intervalo de tiempo, que había visto al fascismo afirmarse y al partido inclinarse peligrosamente hacia la búsqueda de "aliados políticos" contra el fascismo, no solo en los partidos seudo-obreros, sino también en los burgueses "democráticos" (Aventino, etc). En este cuerpo de Tesis se enuncia como complemento de las grandes líneas descritas más arriba:
a) negación de que el partido deba, en presencia de luchas de clase y de partidos, que no sean n las de su terreno específico, «elegir entre las dos fuerzas en contienda a aquella que representa el desarrollo de la situación más favorable para la evolución histórica general y que deba más o menos sostenerla abiertamente y coaligarse con ella». Ninguna elección entre "gobiernos reaccionarios de derecha" y "gobiernos de izquierda"; demostración al proletariado de que «la burguesía intenta y a menudo consigue alternar sus métodos y partidos de gobierno según su interés contrarrevolucionario» y que «el triunfo del oportunismo ha pasado siempre a través del apasionamiento del proletariado hacia las vicisitudes sucesivas de la política burguesa».
b) Por consiguiente: «El partido comunista, en presencia de luchas que aún no pueden desarrollarse como la lucha definitiva por la victoria proletaria, no se convertirá en gerente de cambios y realizaciones que no le interesan directamente a la clase que él representa, y no intercambiará su carácter y su actitud autónoma con los de una especie de sociedad de seguros para todos los movimientos políticos autoproclamados "renovadores", o para todos los sistemas y gobiernos ticos amenazados por un pretendido gobierno peor».
En perfecta continuidad con el análisis expuesto por Lenin, la Izquierda identifica, con el ordenamiento totalitario de la economía capitalista de la época imperialista, la premisa objetiva para la sustitución de las formas democrático-parlamentarias del dominio burgués con formas totalitarias de gobierno: el "moderno y progresivo" método fascista que, llegado a su expresión más evidente en Italia y en Alemania, se impone sin embargo en todos los grandes Estados imperialistas del mundo, destruyendo en todas partes la vieja y reaccionaria forma democrática liberal, manteniéndola al máximo como «espejito para las alondras proletarias». En la fase imperialista del capitalismo en su desarrollo hasta la segunda guerra mundial, «los postulados económicos, sociales y políticos del liberalismo y de la democracia son antihistóricos, ilusorios y reaccionarios, y el mundo está en la dirección por la que en los grandes países la organización liberal desaparece y cede el puesto al más moderno sistema fascista» ("Naturaleza, Función y táctica del partido…" 1947).
En esta visión permanecen confirmados y remachados los
pilares
tácticos ya sancionados en las Tesis de Roma y de Lyon con las
siguientes
precisiones:
1) el partido no debe aplicar ninguna «táctica que,
incluso
por sus únicas posiciones formales, conlleve actitudes y
consignas
aceptables por los movimientos políticos oportunistas»
(Ibidem).
2) la praxis política del partido «rechaza las maniobras,
las combinaciones, las alianzas y los bloques que tradicionalmente se
forman
sobre la base de postulados y consignas de agitación
contingentes
comunes a varios partidos» (Ibidem).
3) «Tanto en la vida económica cotidiana como en la
política
general y mundial, la clase obrera, como no tiene nada que perder, no
tiene
nada que defender, y su tarea es solo ataque y conquista.
Por lo tanto, al aparecer las manifestaciones de concentración,
unidad y totalitarismo capitalista, el partido revolucionario debe ante
todo reconocer en ello su victoria ideológica integral, y debe
pues
preocuparse solamente de la relación efectiva de fuerzas para el
enfrentamiento en la guerra civil revolucionaria, relación que
hasta
hoy han tornado desfavorables, precisa y solamente, las oleadas de
degeneración
oportunista e inmediatista» ("Tesis características del
Partido",
1951);
4) «Incluso las aparentes supervivencias de las instituciones
electorales parlamentarias de las burguesías tradicionales van
agotándose
cada vez más quedando solamente una fraseología, y
poniendo
en evidencia en los momentos de crisis social la forma dictatorial del
Estado, como última instancia del capitalismo, contra la cual
debe
ejercerse la violencia del proletariado revolucionario. El partido, por
lo tanto, permaneciendo este estado de cosas y las actuales relaciones
de fuerza, se desinteresa de las elecciones democráticas de todo
tipo y no desarrolla su actividad en ese campo» (Ibidem).
Es dentro de estos precisos "límites", dictados por la historia, donde (en el campo occidental) debe desarrollarse el complejo problema de la táctica del partido comunista. Es por esto que, en los últimos dos parágrafos de esta parte del trabajo, colocamos las citas que demuestran el análisis hecho por el partido del fascismo y del totalitarismo como "progresivos" respecto a la vieja democracia liberal. No estamos en la fase y en el campo histórico-político en el que el partido proletario apoya sobre el terreno de la acción armada y con una plena autonomía de programa, de táctica y de organización a los movimientos democrático-burgueses contra los viejos regímenes (eran admisibles alianzas y bloques de partidos políticos), ni en aquel, típico de la Europa de 1871-1914, en que se ponía a la orden del día la revolución burguesa "hasta el fondo" y la democracia burguesa, aún no siendo ya revolucionaria, al menos era realmente "progresista" (y el partido combatió al lado de la pequeña burguesía por la extensión de la democracia, por las reformas, por el sufragio universal, etc); estamos en la época en la que el totalitarismo estatal se afirma eliminando sustancialmente, cuando no formalmente, los últimos vestigios de la democracia parlamentaria con todo su cortejo de "garantías" y de "derechos".
El partido proletario debe afinar su acción para esta
constatación
que, como remachan nuestras tesis de la segunda posguerra, le distingue
de todos los otros reagrupamientos políticos para los cuales,
aunque
estén en la "extrema izquierda", la democracia sigue siendo un
"bien"
que hay que defender o que reconquistar, y el fascismo es el "peor
mal".
Para el partido, la democracia está muerta de una vez para
siempre
para la misma burguesía, y el mundo moderno se organiza en
formas
totalitarias y fascistas, incluso donde puede y considera oportuno
mantener
la apariencia de las "instituciones libres" para atontar a los
proletarios.
Por eso, el último parágrafo del trabajo recoge las citas
que expresan el pensamiento del partido sobre el eleccionismo y sobre
el
parlamentarismo, y que se resumen en la obvia conclusión de que,
si todavía en 1920 el uso del mecanismo electoral era un
instrumento
para asegurar el dominio de la burguesía, y como instrumento del
dominio burgués era atacado y desenmascarado el parlamento, hoy,
tras la victoria del totalitarismo, la burguesía misma ya no
domina
a través de parlamentos y elecciones, sino que solamente se
sirve
de ellos para esconder sus verdaderos instrumentos de poder a los ojos
del proletariado. De ahí la clara directriz táctica
expresada
en nuestro Diálogo con los Muertos (1956): «Desde 1920 el
partido ya no participa (no habría debido) en elecciones».
Solo sobre la base de estos pilares fundamentales es donde deben ser
valorados
y estudiados los movimientos del partido en las distintas situaciones
en
el área euroamericana.
137 - La táctica de la Internacional Comunista - 1922
II -...No hay marxista que no deba estar con Lenin
cuando denuncia como enfermedad infantil un criterio de acción
que
impide ciertas posibilidades de iniciativa en base a la simple
consideración
de que no son bastante rectilíneas y colocadas en el esquema
formal
de nuestras idealidades sin desentonaciones y deformaciones
antiestéticas.
El medio puede tener aspectos contrarios al fin para el cual lo
adoptamos,
dice el fondo de nuestro pensamiento crítico: para un fin alto,
noble, seductor, el medio puede presentarse mezquino, tortuoso y
vulgar:
lo que importa es poder calcular su eficacia, y quien lo haga con la
simple
confrontación de las formas exteriores desciende al nivel de una
concepción subjetiva e idealista de las causalidades
históricas
que tiene algo de cuáquero, ignorando los recursos superiores de
nuestra crítica, que hoy deviene una estrategia, y que vive de
las
geniales concepciones realistas del materialismo de Marx...
Al igual que no hay una argumentación para
tomar en serio, que pueda excluir la utilidad de adoptar los medios de
acción de la burguesía para abatir a la burguesía,
tampoco se puede negar aprioristamente que con la adopción de
los
medios tácticos de los socialdemócratas se puedan abatir
a los socialdemócratas.
No queremos ser malentendidos y nos reservamos
exponer
después nuestro pensamiento, y por lo demás, quien quiera
comprender la construcción no tiene más que estudiar
nuestras
tesis sobre la táctica. Diciendo que el campo de las posibles y
admisibles iniciativas tácticas no puede estar limitado por
consideraciones
dictadas por un simplismo falsamente doctrinal, metafísicamente
dedicado a confrontaciones formales y preocupado por la pureza y por la
rectitud como fines en sí mismas, no pretendemos decir que el
campo
de la táctica deba seguir siendo ilimitado y que todos los
métodos
sean buenos para alcanzar nuestros fines. Sería un error confiar
la difícil solución de la búsqueda de los medios
aptos
por la simple consideración de que se tenga la intención
de valerse de ellos para objetivos comunistas. No se haría
más
que repetir el error de convertir en subjetivo un problema que es
objetivo,
contentándose con el hecho de que quien elige, dispone y dirige
las iniciativas, está decidido a luchar por las finalidades
comunistas
y se deja guiar por ellas.
Existe y debe, por tanto, estar cada vez mejor
elaborado
un criterio nada infantil, sino íntimamente marxista, de trazar
los límites de las iniciativas tácticas, que no tiene
nada
en común con los preconceptos y los prejuicios de un equivocado
extremismo, pero que alcanza por otra vía la útil
previsión
de los lazos, de otro modo muy complejos, que unen los expedientes
tácticos
a los que se recurre con los resultados que se esperan de ellos y que
luego
se derivan de los mismos...
Por poco que se profundice el valor
dialéctico
de esta situación se verá que todas las objeciones de una
intransigencia simplista caen totalmente. ¿La alianza para la
revolución
con los derrotistas y con los traidores a la revolución? grita
aterrorizado
el comunista tipo cuarta internacional o el rufián centrista
tipo
entre la segunda y la tercera. Pero nosotros no nos paramos en esta
ejercitación
terminológica...
V -...Porque el partido no es el "sujeto"
invariable
e inmezclable de las incomprensibilidades filosóficas, sino un
elemento
objetivo de la situación. La solución del
dificilísimo
problema de la táctica del partido, sin embargo no es
análoga
a la de los problemas del arte militar; en política se puede
corregir,
pero no manipular a placer la situación: los datos del problema
no son nuestro ejército o el del adversario, pero la
formación
del ejército a costa de los estratos indiferentes y de las
mismas
formaciones enemigas se forma – y puede formarse tanto de una parte
como
de la otra – mientras se desarrollan las hostilidades.
138 - Tesis sobre la táctica al II Congreso del PC de
Italia
(Tesis de Roma) - 1922
24 -...El programa del partido comunista contiene
una perspectiva de acciones sucesivas relacionadas con sucesivas
situaciones,
según el proceso de desarrollo que generalmente se les atribuye.
Existe pues una estrecha conexión entre las directivas
programáticas
y las reglas tácticas. Por consiguiente, el estudio de la
situación
aparece como un elemento integrante para la resolución de los
problemas
tácticos, dado que el partido había previsto ya en su
conciencia
y experiencia crítica un cierto desenvolvimiento de las
situaciones
y, por tanto, había delimitado las posibilidades tácticas
correspondientes a la acción a desarrollar en las distintas
fases.
El examen de la situación permitirá controlar la
exactitud
del planteamiento programático del partido; el día en que
este examen impusiese una revisión sustancial, el problema
sería
mucho más grave que los que pueden resolverse gracias a una
simple
conversión táctica, y la inevitable rectificación
de la visión programática no podría dejar de tener
consecuencias serias sobre la organización y la fuerza del
partido.
Éste debe esforzarse pues por prever el desarrollo de las
situaciones
para explicar en ellas ese grado de influencia que le es posible
ejercer;
pero esperar las situaciones para dejarse indicar e inspirar
eclécticamente
y sin continuidad por éstas, es un método
característico
del oportunismo socialdemócrata...
26 - Sin embargo, el partido no puede emplear su
voluntad e iniciativa en una dirección caprichosa y en una
medida
arbitraria. Los límites dentro de los cuales debe y puede fijar
la una y la otra le son impuestos precisamente por sus directivas
programáticas,
como también por la posibilidad y oportunidad de acciones que se
deduzcan del examen de las situaciones contingentes.
27 - Del examen de la situación se debe
extraer
un juicio sobre las fuerzas del partido y sobre la relación
entre
éstas y las de los movimientos adversarios. Sobre todo, es
necesario
preocuparse por juzgar la extensión de la capa del proletariado
que seguiría al partido si éste emprendiese una
acción
y trabase una lucha. Se trata de formarse una noción exacta de
las
influencias y de los impulsos espontáneos que la
situación
económica determina en el seno de las masas, y de la posibilidad
de desarrollo de estos impulsos como resultado de las iniciativas del
partido comunista y de la actitud de los otros partidos...
28 - Los elementos integrantes de esta
investigación
son muy variados. Ellos consisten en el examen de las tendencias
efectivas
a la constitución y al desarrollo de las organizaciones del
proletariado,
y en el análisis de las reacciones – incluso psicológicas
– que producen en él las condiciones económicas, como
también las mismas actitudes e iniciativas sociales y políticas de la
clase
dominante y de sus partidos. En el campo político, el examen de
la situación ha de completarse con el análisis de las
posiciones
y fuerzas de las distintas clases y partidos respecto al poder del
Estado.
En este aspecto, se pueden clasificar en fases fundamentales las
situaciones
en las cuales el partido comunista puede tener que actuar, y que en su
sucesión normal lo llevan a reforzarse extendiendo sus efectivos
y – al mismo tiempo – a precisar cada vez más los límites
de su táctica. Estas fases pueden ser indicadas así:
poder
feudal absolutista – poder burgués democrático – gobierno
socialdemócrata interregno de guerra social en que se vuelven
inestables
las bases del Estado – poder proletario en la dictadura de los
consejos.
En cierto sentido, el problema de la táctica no consiste
solamente
en elegir la buena vía para una acción eficaz, sino
también
en evitar que la acción del partido rebase sus límites
adecuados,
replegándose en métodos que corresponden a situaciones
superadas,
lo que provocaría como consecuencia la detención del
proceso
de desarrollo del partido y un repliegue en la preparación
revolucionaria...
29 -...Por consiguiente el partido y la
Internacional
deben exponer sistemáticamente el conjunto de las normas
tácticas
generales, para la aplicación de las cuales podrán llamar
a la acción y al sacrificio a las formaciones de sus adherentes
y a las capas del proletariado que se colocan en torno a ellos,
demostrando
cómo tales normas y perspectivas de acción constituyen la
vía inevitable para alcanzar la victoria. Es pues una necesidad
práctica y organizativa la que conduce a establecer los
términos
y los límites de la táctica del partido, y no el deseo de
teorizar y esquematizar la complejidad de los movimientos que el
partido
podrá ser llamado a emprender. Es precisamente por estas razones
muy concretas que el partido debe adoptar decisiones que parecen
restringir
sus posibilidades de acción, pero que son las únicas que
garantizan la unidad orgánica de su obra en la lucha proletaria.
47 -...La táctica del partido comunista
no está dictada por preconceptos teóricos o por
preocupaciones
éticas y estéticas, sino solo por la real correspondencia
de los medios con la meta y la realidad del proceso histórico,
según
la síntesis dialéctica de doctrina y de acción que
es el patrimonio de un movimiento destinado a ser el protagonista de la
renovación social más vasta, el conductor de la guerra
revolucionaria
más grande.
139 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia
(Tesis
de Lyon) - 1926
I, 3 -...Hay que decir bien alto que, en ciertas
situaciones, pasadas, presentes y futuras, el proletariado ha estado,
está
y estará en su mayoría, necesariamente, sobre una
posición
no
revolucionaria, de inercia y colaboración con el enemigo
según
los casos; pero que, a pesar de todo, el proletariado continúa
siendo
siempre y por doquier la clase potencialmente revolucionaria y
depositaria
del desquite de la revolución, mientras exista en su seno el
partido
comunista que, sin renunciar jamás a todas las posibilidades de
afirmarse y manifestarse de manera coherente, sabe evitar las
vías
que aparecen más fáciles a los efectos de una popularidad
inmediata, pero que lo desviarían de su tarea y privarían
al proletariado del punto de apoyo indispensable de su
reanudación.
Sobre dicho terreno dialéctico y marxista, y jamás sobre
el terreno estético y sentimental, debe rechazarse la bestial
expresión
oportunista de que un partido comunista es libre de adoptar todos los
medios
y todos los métodos. Al afirmar que el partido, precisamente por
ser verdaderamente comunista, es decir, sano en los principios y en la
organización, se puede permitir todas las acrobacias en la
maniobra
política, se olvida que el partido es para nosotros, al mismo
tiempo,
factor y producto del desarrollo histórico, y que frente a las
fuerzas
de este último el proletariado se comporta como una materia
más
plástica aún. Lo que tendrá influencia sobre el
proletariado
no serán las explicaciones tortuosas que los jefes del partido
presentarían
para justificar ciertas "maniobras", sino los efectos reales que es
necesario
saber prever, utilizando sobre todo la experiencia de los errores
pasados.
Solo si se sabe actuar en el campo de la táctica y rechazar
enérgicamente
las falsas vías con normas de acción precisas y
respetadas,
el partido podrá preservarse de las degeneraciones, lo que
jamás
logrará solamente con credos teóricos y sanciones
organizativas...
Construir la táctica comunista según
un método no dialéctico, sino formalista, sería
estar
en contra de Marx y Lenin. Sería un error garrafal afirmar que
los
medios deben corresponder a los fines no en virtud de su
sucesión
histórica y dialéctica en el proceso del desarrollo, sino
según la semejanza y analogía de los aspectos que los
medios
y los fines pueden tener desde el punto de vista inmediato y casi
diremos
ético, psicológico o estético. En materia de
táctica,
no debe cometerse el error que anarquistas y reformistas cometen en
materia
de principios, cuando a éstos les parece absurdo que la
supresión
de las clases y del poder estatal haya que prepararla a través
del
predominio de la clase y del estado dictatorial proletario, y que la
abolición
de toda violencia social se realice a través del empleo de la
violencia
ofensiva y defensiva, violencia revolucionaria con respecto al poder
actual
y conservador con respecto al poder proletario. Análogamente, se
equivocaría quien afirmase que un partido revolucionario deba
estar
en todo momento por la lucha sin tener en cuenta las fuerzas de amigos
y enemigos; que en una huelga, por ejemplo, el comunista no pueda
propugnar
más que su continuación a ultranza; que un comunista deba
rechazar ciertos medios como el disimulo, la astucia, el espionaje,
etc,
porque carecen de nobleza y son poco simpáticos. La
crítica
marxista y de Lenin contra el seudorrevolucionarismo superficial que
apesta
el camino del proletariado constituye el esfuerzo por eliminar esos
criterios
estúpidos y sentimentales de la resolución de los
problemas
tácticos. Esta crítica forma parte de manera definitiva
de
la experiencia del movimiento comunista...
Pero esa crítica al infantilismo no significa
que en materia de táctica deban reinar la
indeterminación,
el caos y la arbitrariedad, y que "todos los medios" sean adecuados
para
alcanzar nuestros objetivos. Decir que la garantía de la
adecuación
de los medios a los fines reside en la naturaleza revolucionaria
adquirida
por el partido y en la contribución que a sus decisiones aportan
hombres insignes o grupos que tienen tras de sí una brillante
tradición,
es un juego de palabras no marxista, por cuanto prescinde de la
repercusión
que tienen sobre el partido los medios de acción mismos que
éste
emplea, por el juego dialéctico de causas y efectos, y porque
prescinde
de nuestra negación de todo valor a las "intenciones" que dictan
las iniciativas de individuos y grupos; por otra parte, jamás se
puede prescindir de la "sospecha" (en un sentido no injurioso) acerca
de
dichas intenciones, tal como lo muestran las sangrientas experiencias
del
pasado.
En su libro sobre el infantilismo, Lenin dice que
los medios tácticos deben ser escogidos en función de la
realización del objetivo final revolucionario, gracias a una
clara
visión histórica de la lucha del proletariado y de su
desenlace,
y que sería absurdo descartar un cierto medio táctico
solo
porque parezca "feo" o merezca la definición de "compromiso";
por
el contrario, hay que establecer si ese medio corresponde o no al fin.
Éste es un problema siempre actual y seguirá siendo
actual
como tarea formidable para la actividad colectiva del partido y de la
Internacional
Comunista. Respecto al problema de los principios teóricos
podemos
decir que Marx y Lenin nos han legado una herencia segura, sin querer
decir
con esto que haya terminado toda tarea de nuevas investigaciones
teóricas
para el comunismo; sin embargo, no puede decirse lo mismo en el campo
táctico,
ni siquiera después de la revolución rusa y de la
experiencia
de los primeros años de vida de la nueva Internacional, la cual
ha estado privada prematuramente de Lenin. El problema de la
táctica,
mucho más amplio que las respuestas simplistas y sentimentales
de
los "infantiles" debe ser aún mejor iluminado con la
contribución
de todo el movimiento comunista internacional, y de toda su experiencia
pasada y reciente. No se está en contra de Marx y de Lenin
cuando
se afirma que para la resolución de ese problema se deben buscar
reglas de acción, que no son vitales y fundamentales como los
principios,
pero que deben ser obligatorias tanto para los militantes como para los
órganos dirigentes del movimiento, y que contemplen las
diferentes
posibilidades de desarrollo de las situaciones, para trazar con toda la
precisión posible el sentido en que deberá moverse el
partido
cuando éstas presenten determinados aspectos.
El examen y la comprensión de las situaciones
deben ser elementos necesarios para adaptar las decisiones
tácticas,
pero no en cuanto puedan conducir, según la arbitrariedad de los
jefes, a "improvisaciones" y "sorpresas", sino en cuanto
indicarán
al movimiento que ha llegado la hora de una acción lo más
prevista posible. De lo que se trata es de prever lo que deberemos
hacer
en las distintas hipótesis posibles en el curso de las
situaciones
objetivas, y no de prever las situaciones, lo que todavía es
menos
posible con seguridad. Negar la posibilidad y la necesidad de prever
las
grandes líneas de la táctica, – no de prever las
situaciones,
cosa posible con una seguridad aún menor, sino de prever
qué
deberemos hacer en las diversas hipótesis posibles sobre la
marcha
de las situaciones objetivas – significa negar la tarea del partido y
negar
la única garantía que podemos dar de que, en cada
eventualidad,
sus militantes y las masas responderán a las órdenes del
centro dirigente.
140 - Las perspectivas de la posguerra en relación con la
plataforma del Partido - 1946
Un carácter totalmente central y distintivo
de nuestro criterio directivo, contrapuesto, en una lucha de decenios a
los de todos los oportunistas y desertores de la lucha de clase, es el
de establecer en líneas clarísimas las directrices de
acción
del partido ante los previsibles y más impresionantes
desarrollos
de la vida histórica del mundo capitalista que nosotros
combatimos.
Debe estar totalmente excluido para el partido, y, si éste
está
a la altura de su función, también para la clase que
él
personifica, que con el estallido de acontecimientos incluso
grandísimos
y de cataclismos históricos, centros dirigentes y grupos
organizados
tengan que descubrir que el dominio de los acontecimientos indiquen la
elección de vías y la aceptación de consignas de
acción
en contraste con las del movimiento sólidamente establecidas y
seguidas.
Tal es la condición para que un movimiento
revolucionario pueda no solo resurgir, sino evitar sumergirse en las
crisis
como las del socialnacionalismo de 1914 y del nacionalcomunismo
impuesto
por Moscú en la fase histórica de la segunda guerra...
La esencia de la tarea práctica del Partido
y de su posibilidad de influir en las relaciones de las fuerzas
actuantes,
y en la sucesión de los acontecimientos está,
precisamente,
no en la improvisación y en la imaginación de
hábiles
recursos y maniobras en la medida en que las nuevas situaciones
maduran,
sino en la estricta continuidad entre sus posiciones críticas y
sus consignas de propaganda y de batalla en toda la sucesión y
la
contraposición de las diversas fases del devenir
histórico.
141 - Naturaleza, función y táctica del partido
revolucionario
de la clase obrera - 1947
Los principios y las doctrinas no existen de por
sí como un fundamento que surge y se establece antes de la
acción;
tanto ésta como aquellos se forman en un proceso paralelo. Son
los
intereses materiales concurrentes los que empujan prácticamente
a la lucha a los grupos sociales, y de la acción suscitada por
estos
intereses materiales se forma la teoría que deviene patrimonio
característico
del partido. Si se dejan de lado las relaciones de intereses, los
incentivos
para la acción y las orientaciones prácticas de
ésta,
se abandona y se deforma la doctrina del partido.
Pensar que ésta pueda convertirse en algo
sagrado e intangible debido a su codificación en un texto
programático
y por un estrecho encuadramiento organizativo y disciplinario del
organismo
partido, y que por tanto puedan consentirse múltiples y
desvariadas
orientaciones y maniobras en la acción táctica, significa
no distinguir de una manera marxista cual es el verdadero problema que
hay que resolver para conseguir la elección de los
métodos
de acción...
Hoy es posible, sin extraer de los textos sobre
las discusiones de entonces todo el conjunto de los argumentos
críticos,
concluir que el balance de una táctica demasiado elástica
y demasiado maniobrada no solo es un resultado negativo, sino
desastrosamente
ruinoso...
La causa de estos fracasos debe buscarse en el hecho
de que las sucesivas consignas han llovido sobre los partidos y en
medio
de sus encuadramientos con el carácter de sorpresas imprevistas
y sin ninguna preparación de la organización comunista
para
las distintas eventualidades. Los planes tácticos del partido,
por
el contrario, incluso previendo una variedad de situaciones y de
comportamiento,
no pueden y no deben convertirse en un monopolio esotérico de
jerarquías
supremas, sino que deben estar estrechamente coordinados a la
coherencia
teórica, a la conciencia política de los militantes, a
las
tradiciones de desarrollo del movimiento, y deben permear la
organización
de modo que ésta esté preparada preventivamente y pueda
prever
cuáles serán las reacciones de la estructura unitaria del
partido ante los acontecimientos favorables o desfavorables que surjan
en el transcurso de la lucha. Pretender algo más o distinto para
el partido, y creer que éste no sufre daños con
imprevistos
golpes de timón tácticos, no equivale a tener de
él
un concepto más rígido y revolucionario, sino que
abiertamente,
como demuestran los cotejos históricos concretos, constituye el
clásico proceso definido con el término de oportunismo,
por
el cual el partido revolucionario o se disuelve y naufraga en la
influencia
derrotista de la política burguesa, o queda más
fácilmente
al descubierto y desarmado ante las iniciativas represivas.
142 - Teoría y acción (Reunión de
Forlí)
- 1952
1 - Dada la situación presente de decaimiento
al mínimo de la energía revolucionaria, una tarea
práctica
es la de examinar el curso histórico de toda la lucha, y es un
error
definirla como un trabajo de tipo literario o intelectual,
contraponiéndola
a no se sabe qué inmersión en medio de la acción
de
las masas.
6 - Por lo tanto, no siendo concebibles bruscos
retornos de las masas a una organización útil de ataque
revolucionario,
el mejor resultado que los próximos tiempos pueden dar es volver
a proponer los verdaderos fines y reivindicaciones proletarias y
comunistas,
y remachar la lección de que es derrotismo toda
improvisación
táctica que cambie de situación en situación con
la
pretensión de explotar datos inesperados de las mismas.
7 - El estúpido actualismo-activismo que
adapta gestos y movimientos a los datos inmediatos de hoy, verdadero
existencialismo
de partido, debe ser sustituido por la reconstrucción del
sólido
puente que une el pasado al futuro, y cuyas grandes líneas se
dicta
a sí mismo el partido de una vez para siempre, prohibiendo a los
militantes, y sobre todo a los jefes, la búsqueda y el
descubrimiento
tendenciosos de "nuevas vías".
8 - Esta moda, sobre todo cuando difama y abandona
el trabajo doctrinal y la restauración teórica (necesaria
hoy como lo fue para Lenin en 1914-18), al suponer que la acción
y la lucha son todo, recae en la destrucción de la
dialéctica
y del determinismo marxistas, sustituyendo la inmensa búsqueda
histórica
de los raros momentos y puntos cruciales sobre los cuales apoyarse por
un voluntarismo descabellado, que es de hecho la peor y más
crasa
adaptación al status quo y a sus míseras perspectivas
inmediatas.
11 - Un trabajo semejante es largo y difícil,
absorbe años y años; por otra parte, la relación
de
fuerzas de la situación mundial no puede invertirse antes de
decenios.
Por lo tanto, todo espíritu estúpido y falsamente
revolucionario
de aventura rápida debe ser desechado y despreciado en cuanto
que
es propio de quien no sabe resistir en la posición
revolucionaria
y, como en tantos ejemplos de la historia de las desviaciones, abandona
la vía maestra por los callejones equívocos del
éxito
a breve plazo.
143 - Consideraciones sobre la orgánica actividad del
partido
cuando la situación general es históricamente
desfavorable
- 1965
5 - La relación que existe entre las
soluciones
tácticas, para que no sean condenadas por los principios
doctrinales
y teóricos, y el multiforme desarrollo de las situaciones
objetivas
y en cierto sentido, externas al partido, es ciertamente muy mutable;
pero
la Izquierda ha mantenido que el partido debe dominarla y preverla
anticipadamente,
como está desarrollado en las Tesis de Roma sobre la
táctica,
entendidas como proyecto de tesis para la táctica internacional.
144 - La táctica de la Internacional Comunista - 1922
IV -...Nosotros creemos que un plan similar se
basa en una contradicción y contiene prácticamente los
elementos
de un fracaso indefectible. Es indudable que el Partido Comunista debe
proponerse utilizar también los movimientos no conscientes de
las
grandes masas, y no puede dedicarse a una prédica negativa
puramente
teórica cuando se encuentre en presencia de tendencias generales
hacia otras vías de acción que no sean las propias de su
doctrina y praxis. Pero esta utilización resulta provechosa si
planteándose
sobre el terreno en el que se mueven las grandes masas, trabajando
también
en uno de los dos factores esenciales del éxito revolucionario,
se está seguro de no comprometer el otro, no menos indispensable
de la existencia y progresivo reforzamiento del partido y de aquel
encuadramiento
de una parte del proletariado que ya ha sido conducida sobre el terreno
en el cual actúan las consignas del partido...
Si un día, tras un periodo de acontecimientos
y de luchas más o menos largo, la masa obrera se encontrase
finalmente
frente a la vaga constatación de que toda tentativa de revuelta
es inútil, si no se choca contra la misma máquina del
aparato
estatal burgués, porque en las fases precedentes hubiese
permanecido
gravemente comprometida la organización del partido comunista y
de los movimientos que lo flanquean (como el encuadramiento sindical y
el militar), el proletariado se encontraría desprovisto de las
armas
mismas de su lucha, de la contribución indispensable de aquella
minoría que posee la clara visión de las tareas a
afrontar,
y que por haberla poseído durante mucho tiempo y mantenido a la
vista se ha dado todo un entrenamiento y se ha armado en el amplio
sentido
de la palabra, ambas cosas indispensables para la victoria de la gran
masa.
Nosotros pensamos que esto tendría lugar,
demostrándose la esterilidad de todo plan táctico como
los
que estamos examinando, si el Partido Comunista asumiese prevaleciente
y clamorosamente actitudes políticas tales como para anular o
cuestionar su carácter intangible de PARTIDO DE OPOSICIÓN RESPECTO
AL ESTADO Y A LOS OTROS PARTIDOS POLÍTICOS...
La actitud y la actividad de oposición
política
del Partido Comunista no son un lujo doctrinal, sino, como veremos, una
condición concreta del proceso revolucionario.
Efectivamente, actividad de oposición quiere
decir constante predicación de nuestras tesis de la
insuficiencia
de toda acción de conquista democrática del poder y de
toda
lucha política que quiera mantenerse en el terreno legal y
pacífico,
fidelidad a esa actividad de oposición en la crítica
continua
y en la división de responsabilidades por la obra de los
gobiernos
y de los partidos legales, formación, ejercitación y
entrenamiento
de órganos de lucha que solo un partido antilegalitario como el
nuestro puede construir, fuera y contra el mecanismo que es el de la
defensa
burguesa...
Bajo este aspecto, nosotros, fieles a la
tradición
resplandeciente de la Internacional Comunista, no juzgamos a los
partidos
políticos con el criterio con el cual es justo juzgar a los
organismos
económicos sindicales, o sea según el campo de
reclutamiento
de sus efectivos y la clase sobre la que se realiza dicho
reclutamiento,
sino con el criterio de su actitud hacia el Estado y su mecanismo
representativo.
Un partido que se cierra voluntariamente en los confines de la
legalidad,
o sea, que no concibe otra acción política que la que se
puede ejercer sin uso de violencia civil en las instituciones de la
constitución
democrático burguesa, no es un partido proletario, sino
un
partido burgués, y en cierto sentido basta, para dar este juicio
negativo, el solo hecho de que un movimiento político (como el
sindicalista
o democrático) aun poniéndose fuera de los límites
de la legalidad rechaza aceptar el concepto de la organización
estatal
de la fuerza revolucionaria proletaria, o sea de la dictadura.
Aquí
no hay más que la enunciación de la plataforma defendida
por nuestro partido: frente único sindical del proletariado,
oposición política incesante hacia el gobierno
burgués
y todos los partidos legales...
V -...La burguesía y sus aliados trabajan
para difundir en el proletariado la persuasión de que para su
lucha
por mejoras no es necesario servirse de medios violentos, y que sus
armas
se encuentran en el empleo pacífico del aparato
democrático
representativo y en la órbita de las instituciones legales.
Estas conclusiones son muy peligrosas para la suerte de la revolución,
porque es verdad que en un cierto momento caerán, pero en ese
mismo
momento, tras su caída, no se presentará la actitud de
las
masas para sostener la lucha contra el aparato legal y estatal
burgués
con los medios de la guerra revolucionaria, ni a proclamar ni a
sostener
la dictadura de clase, único medio para sofocar a la clase
enemiga.
La repugnancia y la inexperiencia del proletariado para usar estas
armas
resolutivas se convertirían en otras tantas ventajas para la
burguesía:
destruir esta repugnancia subjetiva en el mayor número posible
de
proletarios para dar al adversario los golpes decisivos, y prepararlo
para
las exigencias de tal acción, es por el contrario la tarea del
partido
comunista. Es ilusorio perseguir tal fin con la preparación de
la
ideología y de la ejercitación para la guerra de clase
hasta
del último proletario, es indispensable garantizarlo con la
formación
y la consolidación de un organismo colectivo cuya obra y actitud
en dicho campo constituyan el reclamo de la parte más grande
posible
de los trabajadores, para que poseyendo un punto de referencia y de
apoyo,
la indefectible desilusión que dispersará mañana
las
mentiras democráticas sean seguidas por una conversión
útil
a los métodos de lucha revolucionaria...
La vía de la revolución deviene un
círculo vicioso si el proletariado, para constatar que el
variopinto
telón de la democracia liberal y populachera esconde los
férreos
bastiones del Estado de clase, deberá proceder hasta el fondo
sin
pensar en proveerse de medios aptos para demoler el último y
decisivo
obstáculo, si no en el momento en que desde la fortaleza del
dominio
burgués saldrán para precipitarse sobre él,
armadas
hasta los dientes, las feroces formaciones de la reacción. El
partido
es necesario para la victoria revolucionaria en cuanto que es necesario
que mucho antes una minoría del proletariado comience a
gritar
incesantemente a los demás que es necesario armarse para el
choque
supremo, armándose ella misma e instruyéndose para la
lucha
que será inevitable. Precisamente por eso, el Partido para
asumir
su tarea específica no solo debe predicar y demostrar con
razonamientos
que la vía pacífica y legal es una vía insidiosa,
sino que debe "contener" a la parte más avanzada del
proletariado
para que no se atormente con la ilusión democrática,
encuadrada
en formaciones que por una parte comienzan a prepararse para las
exigencias
técnicas de la lucha confrontándose con las acciones
esporádicas
de la reacción burguesa, por otra se habitúan a sí
mismas y a una amplia parte de las masas circundantes a las exigencias
ideológicas y políticas de la acción decisiva con
su crítica incesante de los partidos socialdemócratas y a
la lucha contra ellos en el interior del sindicato...
Por todas estas razones, nuestro Partido sostiene
que no hay que hablar de alianzas en el terreno político con
otros
partidos, aunque se digan "proletarios", ni de suscripciones de
programas
que implican una participación del Partido Comunista en la
conquista
democrática del Estado. Esto no excluye que se puedan plantear y
prospectar, como realizables por la presión del proletariado,
incluso
reivindicaciones que se realizarían por medio de decisiones del
poder político del Estado, y que a través de éste
los socialdemócratas dicen querer y poder realizar, puesto que
con
una acción tal no se desarma el grado de iniciativa de lucha
directa
que el proletariado ha alcanzado.
Por ejemplo, entre nuestras reivindicaciones por
el frente único para sostener con la huelga general nacional,
está
la asistencia a los desocupados por parte de la clase industrial y del
Estado, pero nosotros rechazamos toda complicidad con el engaño
vulgar de los programas "concretos" de política estatal del
partido
socialista y de los jefes sindicales reformistas, incluso si estos
aceptasen
proponerles como programa de un gobierno "obrero" en lugar de aquel que
sueñan con los partidos de la clase dominante en digno y
fraterno
revoltijo.
Entre sostener una medida (que se podría,
para parodiar viejos debates, llamar "reforma") desde dentro o desde
fuera
del Estado, hay una formidable diferencia establecida por el desarrollo
de las situaciones: que con la acción directa de las masas desde
fuera en caso de que el Estado no pueda o no quiera ceder se
llegará
a la lucha para derrocarlo, en el caso de que ceda incluso en parte se
habrá valorizado y ejercitado el método de la
acción
antilegalitaria – mientras que con el método de la conquista
desde
dentro, si también ese falla, según el plan que hoy se
sostiene,
ya no es posible contar con las fuerzas capaces de asaltar la
máquina
estatal por haber interrumpido su proceso de agregación en torno
a un núcleo independiente.
La acción de las grandes masas en el frente
único no puede, pues, realizarse más que en el campo de
la
acción directa y por acuerdos con los órganos sindicales
de cada categoría, localidad y tendencia, y la iniciativa de
esta
agitación corresponde al Partido Comunista, ya que los otros
partidos,
sosteniendo la inacción de las masas frente a las provocaciones
de
la clase dominante y explotadora, y la distracción en el terreno
de la legalidad estatal y democrática, demuestran desertar de la
causa proletaria y nos permiten impulsar al máximo la lucha para
dirigir al proletariado a la acción con la directriz y con los
métodos
comunistas, defendidos al lado del grupo más humilde de
explotados
que exige un pedazo de pan o lo defiende de la insaciable avidez
patronal,
pero contra el mecanismo de las instituciones presentes y contra
cualquiera
que se coloque en su terreno.
145 - Tesis sobre la táctica al II Congreso del PC de
Italia
(Tesis de Roma) - 1922
30 - Pueden faltar las condiciones para una
acción
táctica que, al tener el carácter de un asalto al poder
burgués
con las fuerzas a disposición del partido comunista, puede ser
definida
como directa (y de la cual se hablarás adelante). Lejos de
restringirse
a un puro y simple trabajo de proselitismo y de propaganda, el partido
puede y debe ejercer entonces una influencia propia sobre los
acontecimientos
a través de sus relaciones y presiones sobre otros partidos y
movimientos
políticos y sociales, tendiendo a determinar desarrollos de la
situación
en un sentido favorable a sus propias finalidades, y de modo de
apresurar
el momento en que será posible la acción revolucionaria
decisiva.
Las iniciativas y actitudes a adoptar en tal caso
constituyen un delicado problema en cuya base es necesario establecer
la
condición de que aquellas no deben de ningún modo estar
ni
aparecer en contradicción con las exigencias ulteriores de la
lucha
específica del partido, de acuerdo con el programa que él
es el único en defender, y por el cual el proletariado
deberá
luchar en el momento decisivo. La propaganda del partido no tiene solo
un valor teórico, sino que resulta sobre todo de las posiciones
cotidianamente asumidas en la lucha proletaria real, y debe poner
continuamente
en evidencia la necesidad de que el proletariado abrace el programa y
los
métodos comunistas. Toda actitud que cause o comporte el paso a
segundo plano de la afirmación integral de esta propaganda, toda
actitud que del logro de determinados resultados contingentes trate de
hacer no ya un medio para ir más allá, sino un fin en
sí
mismo, conduciría a un debilitamiento de la estructura del
partido
y de su influencia en la preparación revolucionaria de las
masas.
36 -...El partido comunista agitará entonces
estas mismas reivindicaciones, subrayándolas y
precisándolas
como bandera de lucha de todo el proletariado, impulsándolo
hacia
adelante para forzar a los partidos que hablan solo por oportunismo a
enrolarse
y empeñarse en la vía de la conquista de los mismos. Ya
se
trate de peticiones económicas, o incluso de carácter
político,
el partido comunista las propondrá como objetivos de una
coalición
de los organismos sindicales, y evitará la constitución
de
comités dirigentes de lucha y de agitación en los cuales
él estaría representado y comprometido al flanco de otros
partidos políticos. Y esto siempre con el objetivo de mantener
la
atención de las masas en el programa comunista
específico,
como también la propia libertad de movimiento para la
elección
del momento en que se deberá ampliar la plataforma de
acción
y desbordar a los otros partidos que se han mostrado impotentes y que
han
sido abandonados por las masas. Así entendido, el frente
único
sindical ofrece la posibilidad de acciones de conjunto de toda la clase
trabajadora. De estas acciones, el método comunista no
podrás
que salir victorioso, por ser el único susceptible de dar un
contenido
al movimiento unitario del proletariado, y por estar libre de toda
responsabilidad
respecto al trabajo de los partidos que exhiben por oportunismo y con
intenciones
contrarrevolucionarias su apoyo verbal a la causa del proletariado.
146 - Tesis sobre la táctica al II Congreso del PC de
Italia
(Tesis de Roma) - 1922
31 - En la situación
histórico-política
que corresponde al poder democrático burgués, se verifica
en general una división del campo político en dos
corrientes
o "bloques", de derecha y de izquierda, que se disputan la
dirección
del Estado. Por lo general, al bloque de izquierda se adhieren
más
o menos abiertamente los partidos socialdemócratas,
coalicionistas
por principio. El desarrollo de esta lucha no es indiferente al partido
comunista, sea porque ella versa sobre puntos y reivindicaciones que
interesan
a las masas proletarias, y que concentran su atención, sea
porque
su desenlace con una victoria de la izquierda puede allanar realmente
la
vía a la revolución proletaria...
32 - Para preparar ideológica y
prácticamente
al proletariado para la lucha revolucionaria por la dictadura, una
tarea
esencial del partido comunista es la crítica despiadada del
programa
de la izquierda burguesa y de todo programa que quiera extraer la
solución
de los problemas sociales del marco de las instituciones burguesas
democráticas
y parlamentarias. En su mayor parte, el contenido de los desacuerdos
entre
la derecha y la izquierda burguesa conmueve al proletariado solo en
virtud
de falsificaciones demagógicas, que naturalmente no pueden ser
desbaratadas
con un puro trabajo de crítica teórica, sino que deben
ser
atacadas y desenmascaradas en la práctica y al calor de la
lucha.
En general, las reivindicaciones políticas de la izquierda (que
no tienen en absoluto la finalidad de dar un paso adelante para poner
el
pie sobre un escalón intermedio entre el sistema
económico
y político capitalista y el sistema proletario) tienden a crear
condiciones de mejor funcionamiento y de defensa más eficaz del
capitalismo moderno, tanto por su contenido intrínseco como por
su tendencia a dar a las masas la ilusión de que las
instituciones
presentes puedan ser utilizadas para su proceso emancipador. Esto
concierne
tanto las reivindicaciones de extensión del derecho de voto y de
otras garantías y perfeccionamientos del liberalismo, como la
lucha
anticlerical y todo el conjunto de la política
"masónica".
Las reformas legislativas de carácter
económico
o social no tienen otro valor: o su realización no se
verificará,
o solo se verificará en la medida en que lleguen a crear (y con
la intención de crear) un obstáculo al empuje
revolucionario
de las masas.
33 - El advenimiento de un gobierno de la izquierda
burguesa, o incluso de un gobierno socialdemócrata, pueden ser
considerados
como un inicio de la lucha definitiva por la dictadura proletaria, pero
no en el sentido de que su obra le crearía premisas
útiles
de carácter económico o político, y menos
aún
con la esperanza de que concederían al proletariado una mayor
libertad
de organización, de preparación y de acción
revolucionaria.
El partido comunista sabe y tiene el deber de proclamar, en virtud de
razones críticas y de una sangrienta experiencia, que estos gobiernos
solo respetarían la libertad de movimiento del proletariado hasta
tanto éste los reconociese y los defendiese como sus propios
representantes,
mientras que responderían con la más feroz
reacción
a un asalto de las masas contra la máquina del Estado
democrático.
Por ende, es en un sentido muy distinto que el advenimiento de estos
gobiernos
puede ser útil: es decir, en la medida en que su obra
permitirá
al proletariado deducir de los hechos la experiencia real de que solo
la instauración de su dictadura puede provocar una verdadera
derrota
del capitalismo. Es evidente que dicha experiencia podrá ser
utilizada
eficazmente solo en la medida en que el partido comunista haya
denunciado
previamente tal fracaso, y conservado una sólida
organización
independiente en torno a la cual el proletariado podrá
reagruparse
cuando esté obligado a abandonar a los grupos y partidos cuya
experiencia gubernamental había sostenido en parte.
34 - Por consiguiente, una coalición del
partido comunista con partidos de la izquierda burguesa, o de la
socialdemocracia,
no solo daña la preparación revolucionaria y haría
difícil la utilización de una experiencia de gobierno de
izquierda, sino que también prácticamente
retardaría
en general la victoria del bloque de izquierda sobre el de derecha...
35 - Por otra parte, el partido comunista no
descuidará
el hecho innegable de que las reivindicaciones sobre las que gira la
agitación
del bloque de izquierda atraen el interés de las masas, y de que
– en su formulación – corresponden a menudo a sus exigencias
reales.
El partido comunista no sostendrá la tesis superficial del
rechazo
de tales concesiones porque solo la conquista revolucionaria final y
total
merecería los sacrificios del proletariado; esta
proclamación
no tendría sentido, dado que – sin lugar a dudas – el
proletariado
pasaría entonces al séquito de los demócratas y
socialdemócratas,
quedando bajo su control. Por consiguiente, el partido comunista
invitará
a los trabajadores a aceptar las concesiones de la izquierda como una
experiencia,
sobre cuyos resultados expresará claramente con su propaganda
todas
sus previsiones pesimistas y la necesidad de que el proletariado no
ponga
en juego su independencia organizativa y política, para no salir
arruinado de esta situación. El partido comunista instará
a las masas para que exijan de los partidos de la socialdemocracia (que
garantizan la posibilidad de realización de las promesas de la
izquierda
burguesa) que mantengan sus compromisos; y con su crítica
independiente
e ininterrumpida se preparará a recoger los frutos del resultado
negativo de tales experiencias, demostrando cómo toda la
burguesía
está efectivamente enrolada en un frente único contra el
proletariado revolucionario, y cómo los partidos que se dicen
obreros,
pero que sostienen la coalición con parte de la
burguesía,
no son más que sus cómplices y agentes.
36 - Las reivindicaciones expuestas por los partidos
de izquierda, y particularmente por los socialdemócratas, son a
menudo de tal naturaleza que es útil instar al proletariado a
moverse
directamente para conseguirlas, dado que si la lucha fuese emprendida
pondría
inmediatamente en evidencia la insuficiencia de los medios con los
cuales
los socialdemócratas se proponen realizar un programa de medidas
benéficas para el proletariado. El partido comunista
agitará
entonces estas mismas reivindicaciones, subrayándolas y
precisándolas
como bandera de lucha de todo el proletariado, impulsándolo
hacia
adelante para forzar a los partidos que hablan solo por oportunismo a
enrolarse
y empeñarse en la vía de la conquista de los mismos. Ya
se
trate de peticiones económicas, o incluso de carácter
político,
el partido comunista las propondrá como objetivos de una
coalición
de los organismos sindicales, y evitará la constitución
de
comités dirigentes de lucha y de agitación en los cuales
él estaría representado y comprometido al flanco de otros
partidos políticos. Y esto siempre con el objetivo de mantener
la
atención de las masas en el programa comunista
específico,
como también la propia libertad de movimiento para la
elección
del momento en que se deberá ampliar la plataforma de
acción
y desbordar a los otros partidos que se han mostrado impotentes y que
han
sido abandonados por las masas. Así entendido, el frente
único
sindical ofrece la posibilidad de acciones de conjunto de toda la clase
trabajadora. De estas acciones, el método comunista no
podrás
que salir victorioso, por ser el único susceptible de dar un
contenido
al movimiento unitario del proletariado, y por estar libre de toda
responsabilidad
respecto al trabajo de los partidos que exhiben por oportunismo y con
intenciones
contrarrevolucionarias su apoyo verbal a la causa del proletariado.
37 - La situación a la que nos referimos
puede tomar el aspecto de un asalto de la derecha burguesa contra un
gobierno
demócrata o socialdemócrata. También en este caso,
la actitud del partido comunista no podrá ser la de proclamar su
solidaridad con gobiernos semejantes, ya que no se puede presentar al
proletariado
como una conquista a defender un orden político cuya experiencia
ha sido acogida y seguida para acelerar en el proletariado la
convicción
de que este orden no está hecho a su favor, sino con fines
contrarrevolucionarios.
38 - Podrá suceder que el gobierno de
izquierda
deje a organizaciones de derecha, a bandas blancas burguesas, llevar a
cabo sus hazañas contra el proletariado y sus instituciones y no
solo no pida el apoyo del proletariado, sino que también
pretenda
que éste no tenga el derecho a responder con la
organización
de una resistencia armada. En tal caso, los comunistas
demostrarán
cómo no puede tratarse más que de una complicidad
efectiva,
más aún, de una división de funciones entre el
gobierno
liberal y las fuerzas irregulares reaccionarias... En esta
situación,
el verdadero y peor enemigo de la preparación revolucionaria es
el ala liberal del gobierno: ésta ilusiona al proletariado
diciendo
que lo defenderá en nombre de la legalidad, para así
llegar
a encontrarlo inerme y desorganizado, y para poder postrarlo en pleno
acuerdo
con las bandas blancas, el día en que el proletariado se
encontrase
por fuerza en la necesidad de luchar contra el aparato legal que
preside
su explotación.
39 - Otra hipótesis es aquella en que el
gobierno y los partidos de izquierda que lo componen invitasen al
proletariado
a participar en la lucha armada contra el asalto de la derecha. Esta
invitación
solo puede preparar una trampa, y el partido comunista la
acogerá
proclamando que las armas en las manos de los proletarios equivale al
advenimiento
del poder y del Estado proletarios, y la destrucción de la
máquina
tradicional, burocrática y militar del Estado, ya que
ésta
no obedecerás las órdenes de un gobierno de izquierda
llegado
al poder con medios legalitarios cuando éste llamase al pueblo a
la lucha armada, y dado que solo la dictadura proletaria podría
dar estabilidad a una victoria sobre las bandas blancas. Por
consiguiente,
no deberá proclamarse ni practicarse ninguna "lealtad" hacia un
tal gobierno; y, sobre todo, se deberá indicar a las masas el
peligro
de que la consolidación de su poder frente al levantamiento de
la
derecha o a la tentativa de golpe de Estado significase la
consolidación
del organismo que se opondrá al avance revolucionario del
proletariado
(cuando éste se imponga como la única vía de
escape)
si el control de la organización armada estatal permaneciese en
manos de los partidos gubernamentales democráticos, es decir, si
el proletariado hubiese depuesto las armas sin haberlas empleado en
derrocar
las actuales formas políticas y estatales, contra todas las
fuerzas
de la clase burguesa.
40 -...Sin embargo, en otros casos, las exigencias
inmediatas y urgentes de la clase trabajadora (tanto de conquista como
de defensa) encuentran indiferentes a los partidos de izquierda y a los
socialdemócratas. Si no dispone de fuerzas suficientes para
llamar
directamente a las masas a la lucha por esas conquistas, a causa de la
influencia que los socialdemócratas ejercen sobre aquellas, el
partido
comunista formulará esas reivindicaciones de la lucha
proletaria,
y para arrancarlas invocará la realización del frente
único
del proletariado sobre el terreno sindical; al mismo tiempo, no solo
evitará
ofrecer una alianza a los socialdemócratas, sino que
proclamará
que éstos traicionan hasta los intereses contingentes e
inmediatos
de los trabajadores. De este modo, el frente único sindical
encontrará
en su puesto a los comunistas que militan en los sindicatos y, por otra
parte, el partido tendrá la posibilidad de intervenir si la
lucha
tomase otro carácter, contra el cual inevitablemente se
alinearían
los socialdemócratas, y algunas veces los sindicalistas y
anarquistas.
Por el contrario, el rechazo de los otros partidos proletarios a
efectuar
el frente único sindical por estas reivindicaciones será
utilizado por el partido comunista para destruir su influencia, no solo
con la crítica y la propaganda que demuestren cómo ese
rechazo
revela una verdadera complicidad con la burguesía, sino sobre
todo
con la participación en primera línea en las acciones
parciales
del proletariado que la situación no dejará de suscitar
sobre
la base de esos objetivos por los cuales el partido habría
propuesto
el frente único sindical de todas las organizaciones locales de
todas las categorías. El partido comunista obtendrá la
demostración
concreta de que los dirigentes socialdemócratas, al oponerse a
la
extensión de las acciones, preparan su derrota...
147 - La táctica de la Internacional Comunista - 1922
II -...En cambio la táctica del frente
único
como está concebida por nosotros comunistas no contiene de hecho
estos elementos de renuncia por nuestra parte. Estos quedan solo como
un
posible peligro: nosotros creemos que este peligro deviene
preponderante
si la base del frente único es conducida fuera del terreno de la
acción directa proletaria y de la organización sindical
para
invadir el campo parlamentario y gubernamental, y diremos por
qué
razones, conectadas con el desarrollo lógico de esta
táctica.
El frente único proletario no quiere decir
el banal comité mixto de representantes de distintas organismos,
en favor del cual los comunistas abdican de su independencia y libertad
de acción para trocarla por un cierto grado de influencia sobre
movimientos de una masa más grande que las que les
seguiría
si actuasen solos. Es algo muy distinto.
Nosotros proponemos el frente único porque
nos sentimos seguros de que la situación es tal que los
movimientos
conjuntos de todo el proletariado, cuando se plantean problemas que no
interesan solamente a una categoría o a una localidad, sino a
todas,
no pueden efectuarse más que en sentido comunista, es decir, en
el mismo sentido que nosotros le daríamos si dependiese de
nosotros
guiar a todo el proletariado. Nosotros proponemos la defensa de los
intereses
inmediatos y del enfoque que se ha dado actualmente al proletariado
contra
los ataques de la patronal, porque esta defensa, que no ha estado nunca
en contraste con nuestros principios revolucionarios, no se puede hacer
más que preparando y realizando la ofensiva en todos sus
desarrollos
revolucionarios así como nosotros lo hemos prefigurado...
V - (...) El experimento socialdemócrata en
ciertas situaciones debe tener lugar y ser utilizado por los
comunistas,
pero no se puede pensar en esta "utilización" como en un hecho
subitáneo
que acaecerá al final del experimento, sino como resultado de
una
incesante crítica que el Partido Comunista habrá
realizado
incesantemente, y para la cual es indispensable una precisa
separación
de responsabilidades.
De aquí nuestro concepto de que el Partido
Comunista no puede abandonar nunca su actitud de oposición
política
hacia el Estado y hacia los otros partidos, considerada como un
elemento
de su obra de construcción de las condiciones subjetivas de la
revolución,
que es su misma razón de ser. Un Partido Comunista mezclado con
los partidos de la socialdemocracia pacifista y legalitaria en una
campaña
política parlamentaria o gubernamental ya no asume la tarea del
Partido Comunista.
148 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia -
(Tesis
de Lyon) - 1926
Otro error en la cuestión general de la
táctica,
que con toda claridad lleva netamente a la clásica
posición
oportunista refutada por Marx y Lenin, es la formulación de que
el partido, excepto en el momento de representar el factor de la
revolución
proletaria total y final, sabiendo que las condiciones de la
revolución
cambiarán solamente a través de una evolución de
las
formas políticas y sociales, deba escoger entre las fuerzas en
contienda,
cuando tengan lugar luchas de clase y de partidos que no sean
todavía
las que correspondan a su terreno específico, aquella que
represente
el desarrollo de la situación en un sentido más favorable
para la evolución histórica general, y deba apoyarla y
coaligarse
más o menos abiertamente con ella.
Ante todo, falta el presupuesto de semejante
política,
porque el esquema típico de una evolución social y
política
que esté precisada en todos sus detalles, y que equivalga a la
mejor
preparación del advenimiento final del comunismo, es un concepto
que solo los oportunistas han querido atribuir al marxismo y es el
fundamento
de la difamación por parte de los Kautsky de la
revolución
rusa y del movimiento comunista actual. Ni siquiera se puede establecer
como tesis general que las condiciones más propicias para el
trabajo
fecundo del partido comunista se encuentren en ciertos tipos de
régimen
burgués, por ejemplo, en los más democráticos. Si
es verdad que las medidas reaccionarias y de "derecha" de los gobiernos
burgueses han detenido muchas veces al proletariado, no es menos
cierto,
y ha sucedido con mucha más frecuencia, que la política
liberal
y de izquierda de los gobiernos burgueses ha atenuado muchas veces la
lucha
de clases y ha desviado a la clase obrera de acciones decisivas. Una
valoración
más exacta y verdaderamente conforme a la ruptura del marxismo
con
la seducción democrática, evolucionista y progresista,
muestra
que la burguesía intenta y a menudo logra alternar
periódicamente
sus métodos y partidos de gobierno según su
interés
contrarrevolucionario, mientras que toda nuestra experiencia nos
demuestra
cómo el triunfo del oportunismo ha pasado siempre a
través
del apasionamiento del proletariado por las vicisitudes sucesivas de la
política burguesa.
En segundo lugar, incluso si fuese cierto que
ciertas
transformaciones a nivel de gobierno en el régimen actual
facilitan
el desarrollo ulterior de la acción del proletariado, la
experiencia
muestra con evidencia que esto presupone una condición expresa:
la exigencia de un partido que haya advertido a tiempo a las masas de
la
desilusión que seguiría a lo que le era presentado como
un
éxito inmediato; y no solo presupone la simple existencia del
partido,
sino también su capacidad para actuar, incluso antes de la lucha
a la que aquí nos referimos, con una autonomía que salte
a los ojos del proletariado, el que lo sigue según su actitud
concreta
y no solo según los esquemas que le fuese cómodo adoptar
oficialmente. Por lo tanto, el partido comunista, en presencia de
luchas
que no pueden desarrollarse aún como la lucha definitiva por la
victoria proletaria no será el gerente de transformaciones y
realizaciones
que no interesan directamente a la clase que representa, y no
renunciará
a su carácter y a su actitud autónoma para participar en
una especie de sociedad de seguros para todos los movimientos
políticos
supuestamente "renovadores", o para todos los sistemas y gobiernos
políticos
amenazados por un pretendido "gobierno peor".
A menudo, se avanza falsamente contra las exigencias
de esta línea de acción la fórmula de Marx
según
la cual «los comunistas apoyan todo movimiento dirigido contra
las
condiciones sociales existentes», así como la doctrina de
Lenin contra "la enfermedad infantil del comunismo". La
especulación
intentada en torno a estas enunciaciones dentro de nuestro movimiento
no
difiere en su naturaleza íntima de la especulación
análoga
conducida siempre por parte de los revisionistas y de los centristas a
la Berstein o Nenni que, en nombre de Marx y Lenin, han pretendido
burlarse
de los revolucionarios marxistas.
Ante todo, hay que observar acerca de estas
enunciaciones,
que ellas tienen un valor histórico contingente, pues se
refieren,
por parte de Marx, a la Alemania aún no burguesa; y en cuanto a
la experiencia bolchevique ilustrada por Lenin en su libro, a la Rusia
zarista. Estas bases no son las únicas sobre las cuales se debe
fundar la resolución de la cuestión táctica en las
condiciones clásicas: proletariado en lucha con una
burguesía
capitalista plenamente delineada. En segundo lugar, hay que observar
que
el apoyo del que habla Marx y los "compromisos" de los que habla Lenin
(término preferido por Lenin sobre todo por "coquetería"
de ese magnífico dialéctico marxista que es el
campeón
de la verdadera y no formal intransigencia, orientada y dirigida hacia
una meta inmutable), son apoyos y compromisos con movimientos
aún
constreñidos a abrirse camino mediante la insurrección
contra
las formas pasadas, incluso contra las ideologías y la voluntad
eventual de sus jefes; y la intervención del partido comunista
se
presenta como una intervención en el terreno de la guerra civil:
así formula Lenin la cuestión de los campesinos y de las
nacionalidades, el episodio de Kornilov y tantos otros casos. Pero,
aún
al margen de estas dos observaciones sustanciales, el sentido de la
crítica
que Lenin hace del infantilismo, y el de todos los textos marxistas
sobre
la agilidad de la política revolucionaria, no está de
ningún
modo en contradicción con la barrera que los mismos elevan
voluntariamente
contra el oportunismo, el que es definido, por Engels y después
por Lenin, como la "ausencia de principios", o sea, como el olvido del
objetivo final.
149 - La plataforma política del Partido comunista
internacional
- 1945
7 - La clase proletaria italiana no tiene
ningún
interés, ni particular ni general, ni inmediato ni
histórico,
en apoyar la política de los grupos y de los partidos que,
beneficiándose
no de su propia fuerza, sino de la derrota militar del gobierno
fascista,
personifican hoy el ejercicio del simulacro de poder que el vencedor en
armas cree dejar a una estructura estatal italiana. El partido,
expresión
de los intereses proletarios, debe negarle a estos grupos no
sólo
la colaboración en el gobierno, sino todo consenso con sus
proclamaciones
doctrinales comunes, históricas y políticas, que hablan
de
solidaridad nacional entre las clases, de lucha unida, de partidos
burgueses
y sedicentes proletarios sobre la consigna de la libertad, de la
democracia,
de la guerra contra el fascismo y el nazismo.
El rechazo del partido a toda colaboración
política no solo se refiere a los órganos del gobierno,
sino
también a los comités de liberación, y a cualquier
otro organismo o combinación semejante, con la misma o distinta
base política...
21 - El partido proletario, en Italia como en todo
el mundo, debe distinguirse de los amasijos de todos los otros
movimientos
políticos y, mejor aún, seudo partidos de hoy, en el
enfoque
histórico fundamental, por la valoración original de la
antítesis
entre fascismo y democracia como tipos de organización del mundo
moderno. El movimiento comunista en su origen (hace unos 100
años)
debía y podía, para acelerar todo movimiento contra las
condiciones
sociales existentes, admitir la alianza con los partidos
democráticos,
porque éstos tenían entonces una tarea histórica
revolucionaria.
Hoy tal tarea se ha agotado hace mucho tiempo y esos mismos partidos
tienen
una función contrarrevolucionaria. El comunismo, a pesar de las
derrotas del proletariado en batallas decisivas ha realizado como
movimientos
pasos gigantescos.
Su característica actual es la de haber roto
y denunciado históricamente, desde que el capitalismo
llegó
a ser imperialista, desde que la primera guerra mundial ha revelado la
función anti-revolucionaria de demócratas y
socialdemócratas,
toda política de acción paralela incluso transitoria con
las democracias. En la situación que suceda a estas crisis, el
comunismo
o bien se retirará de la historia engullido por las arenas
movedizas
de la democracia progresiva, o actuará y combatirá solo.
En la táctica política el partido
proletario revolucionario, en Italia como en todo el mundo
resurgirá
solo en tanto se distinga de todos los otros y sobre todo del falso
comunismo
que se reclama al régimen actual de Moscú, por haber
desvelado
despiadadamente el derrotismo de todas las pretendidas maniobras de
penetración
y de engaño presentadas como adhesiones transitorias a objetivos
comunes con otros partidos y movimientos, y justificadas con el
prometer
en secreto en el círculo interno de los adherentes que tal
maniobra
sirve solo para debilitar y enredar al adversario para romper en un
cierto
momento los acuerdos y las alianzas, pasando a la ofensiva de clase.
Tal
método se ha demostrado susceptible de conducir al
descuartizamiento
del partido revolucionario, a la incapacidad de la clase obrera para
luchar
por sus propios fines, para la dispersión de sus mejores
energías
asegurando resultados y conquistas que sólo le dan ventajas a
sus
enemigos.
Como en el "Manifiesto" de hace un siglo, los
comunistas
rechazan ocultar sus principios y sus fines, y declaran abiertamente
que
su finalidad no podrá ser alcanzada más que con la
caída
violenta de todos los ordenamientos sociales existentes hasta ahora. En
el marco de la presente historia mundial, si por casualidad hubiese
grupos
burgueses democráticos que tuviesen una función residual
debido a la parcial y eventual supervivencia de exigencias de
liberación
nacional, de liquidación de islotes atrasados de feudalismo, y
de
residuos históricos similares, tal función debería
llevarse a cabo de la manera más decidida y concluyente, para
dar
lugar al ulterior ciclo de la crisis burguesa, no con un acomodamiento
pasivo y abdicante del movimiento comunista ante postulados que no son
los suyos, sino en virtud de una implacable y lacerante
oposición
de los proletarios comunistas a la insanable debilidad y desidia de los
grupos pequeño-burgueses y de los partidos burgueses de
izquierda.
Consecuentemente con estas directrices, que tienen
validez en todo el campo mundial, un movimiento comunista en Italia
debe
significar, en la pavorosa situación de disolución de
todos
los encuadramientos sociales y de todas las orientaciones doctrinales y
prácticas de clases y partidos, un violento reclamo a la
despiadada
clarificación de la situación. Fascistas o antifascistas,
monárquicos y republicanos, liberales y socialistas,
demócratas
y católicos, que a cada momento que pasa se esterilizan en
debates
carentes de todo sentido teórico, a través de una
rivalidad
despreciable, con maniobras y chanchullos repugnantes, deberían
recibir un desafío despiadado, que les obligase a todos a
revelar
las posiciones reales de los intereses de clase, nacionales y
extranjeros,
que de hecho expresan, y a llevar a término, si por casualidad
lo
tuviesen, su tarea histórica.
Si, en la disgregación y en la
fragmentación
de todos los intereses colectivos y de grupo, es aún posible en
Italia una nueva cristalización de manifiestas fuerzas
políticas
combatientes, el resurgimiento del partido proletario revolucionario
podrá
determinar una situación nueva.
Cuando este movimiento, que será el
único
en proclamar sus finalidades máximas de clase, su totalitarismo
de partido, los crudos límites que le separan de los
demás,
ponga la brújula política en la dirección del
Norte
revolucionario, todos los demás se verán obligados a
confesar
su lucha.
150 - Naturaleza, función y táctica del partido
revolucionario
de la clase obrera - 1947
... De las experiencias prácticas de las
crisis
oportunistas y de las luchas dirigidas por los grupos marxistas de
izquierda
contra los revisionismos de la Segunda Internacional y contra la
progresiva
desviación de la Tercera Internacional, se ha extraído el
resultado de que no es posible mantener íntegro el planteamiento
programático, la tradición política y la solidez
organizativa
del partido si éste aplica una táctica que, incluso
solamente
para las posiciones formales, trae consigo actitudes y consignas
aceptables
por los movimientos políticos oportunistas.
De igual forma, toda incertidumbre y tolerancia
ideológica tiene su reflejo en una táctica y en una
acción
oportunista.
El partido, por lo tanto, se contra distingue de
todos los demás, de los abiertamente enemigos o sedicentemente
afines,
como también de los que pretenden reclutar sus seguidores en las
filas de la clase obrera, ya que su praxis política rechaza las
maniobras, las combinaciones, las alianzas, los bloques que
tradicionalmente
se forman sobre la base de postulados y consignas contingentes comunes
a más partidos.
Esta posición del partido tiene un valor
esencialmente histórico, y lo distingue en el terreno
táctico
de cualquier otro, tal y como le distingue su original visión
del
periodo que actualmente atraviesa la sociedad capitalista.
El partido revolucionario de clase es el
único
que considera que hoy los postulados económicos, sociales y
políticos
del liberalismo y de la democracia son antihistóricos, ilusorios
y reaccionarios, y que el mundo está en un punto en el que en
los
grandes países la estructuración liberal desaparece y
cede
el puesto al sistema fascista más moderno.
Sin embargo, en el periodo en el que la clase
capitalista
no había iniciado aún su ciclo liberal, debiendo derrocar
todavía al viejo poder feudal, o también en aquellos
países
importantes donde debía recorrer etapas y fases notables de su
expansión
liberal en los procesos económicos y democrática en la
función
estatal, era comprensible y admisible una alianza transitoria de los
comunistas
con los partidos que, en un primer caso, eran abiertamente
revolucionarios,
antilegalitarios y estaban organizados para la lucha armada, y en un
segundo
caso asumían todavía una tarea que aseguraba condiciones
útiles y realmente "progresivas" para que el régimen
capitalista
apresurase el ciclo que debe conducir a su caída.
El paso de la táctica comunista entre estas
dos épocas históricas no puede ser desmenuzado en una
casuística
local y nacional, ni desperdigarse en el análisis de la
complejas
incertidumbres que indudablemente presenta el ciclo del devenir
capitalista,
sin desembocar en la praxis rechazada por Lenin en "Un paso adelante y
dos atrás".
La política del partido proletario es ante
todo internacional (y esto lo distingue de todos los demás) ya
desde
la primera enunciación de su programa y de la primera
presentación
de la exigencia histórica de su organización efectiva.
Como
dice el "Manifiesto", los comunistas, apoyan por doquier todo
movimiento
revolucionario que esté dirigido contra el estado de cosas
actual,
político y social, poniendo de relieve y haciendo valer, junto a
la cuestión de la propiedad, los intereses comunes de todo el
proletariado,
que son independientes de la nacionalidad.
Y la concepción de la estrategia
revolucionaria
comunista, en tanto que no estaba corrompida por el estalinismo, es que
la táctica internacional de los comunistas se inspira con el
objetivo
de determinar la ruptura del frente burgués en el país en
el que aparezcan las mayores posibilidades, dirigiendo hacia este fin
todos
los recursos del movimiento.
Consecuentemente, la táctica de las alianzas
insurreccionales contra los viejos regímenes se cierra
históricamente
con el gran acontecimiento de la revolución en Rusia, que
eliminó
el último e imponente aparato militar con un carácter no
capitalista.
Después de tal fase, la posibilidad incluso
teórica de la táctica de los bloques debe considerarse
denunciada
formal y centralmente por el movimiento internacional revolucionario.
La excesiva importancia dada, en los primeros
años
de la Tercera Internacional, a la aplicación de las posiciones
tácticas
rusas en los países con un régimen burgués
estable,
y también en los extraeuropeos y coloniales, fue la primera
manifestación
de la reaparición del peligro revisionista.
La característica de la segunda guerra
imperialista
y de sus consecuencias ya evidentes es la influencia segura en
cualquier
rincón del mundo, incluso en el más atrasado dentro de
los
tipos de sociedades indígenas, no tanto de las prepotentes
formas
económicas capitalistas, como del inexorable control
político
y militar por parte de los grandes centros imperiales del capitalismo;
y por ahora de su gigantesca coalición, que incluye al Estado
ruso.
Consecuentemente, las tácticas locales no
pueden ser más que aspectos de la estrategia general
revolucionaria,
cuya primera tarea es la restauración de la claridad
programática
del partido proletario mundial, seguido del tejido de su red
organizativa
en cada país.
Esta lucha se lleva a cabo dentro de un marco de
influencia máxima de los engaños y de las seducciones del
oportunismo, que se resumen ideológicamente en la propaganda de
la reconquista de la libertad contra el fascismo, y, con una inmediata
adherencia, en la práctica política de las coaliciones,
de
los bloques, de las fusiones y de las reivindicaciones ilusorias
presentadas
por la colusión de las jerarquías de innumerables
partidos,
grupos y movimientos.
Solo de un modo será posible que las masas
proletarias comprendan la exigencia de la reconstrucción del
partido
revolucionario, distinto sustancialmente de todos los demás, y
es
proclamando no como una contingente reacción a las saturnales
oportunistas
y a las acrobacias de las combinaciones de los politicastros, sino como
una directriz fundamental y central, el repudio históricamente
irrevocable
de la práctica de los acuerdos entre partidos.
Ninguno de los movimientos, en los que participa
el partido, debe estar dirigido por un supra-partido u órgano
superior
y que esté por encima de un grupo de partidos afiliados, ni
siquiera
en fases transitorias.
En la moderna fase histórica de la
política
mundial, las masas proletarias podrán movilizarse de nuevo de
forma
revolucionaria solo llevando a cabo su unidad de clase en la
acción
de un partido único y compacto en la teoría, en la
acción,
en la preparación del ataque insurreccional, en la
gestión
del poder.
Tal solución histórica debe
presentarse
en cada manifestación del partido, incluso limitada, ante las
masas
como la única alternativa posible contra la consolidación
internacional del dominio económico y político de la
burguesía
y de su capacidad no definitiva, pero aún hoy enorme, de
controlar
formidablemente los contrastes y las convulsiones que amenazan la
existencia
de su régimen.
151 - La plataforma política del Partido Comunista
Internacional
- 1945
4 - La consigna política central del Partido
Comunista Internacional en todos los países (como ya
sucedió
durante la guerra y la aparente lucha de los regímenes burgueses
que se definieron democráticos contra las formas fascistas de
gobierno
capitalista, también el actual periodo posbélico en el
que
los Estados vencedores de la guerra heredan y adoptan esta
política
después de una conversión propagandista, más o
menos
brusca y más o menos hábil) no será la de esperar,
propugnar, reclamar con consignas de agitación la
reconstitución
del ordenamiento burgués precisamente por el sobrepasado periodo
de equilibrio liberal y democrático transitorio. El partido
rechaza
pues toda política de colaboración con grupos de partidos
burgueses y seudo proletarios que agitan el falso y engañoso
postulado
de sustituir al fascismo con regímenes de "verdadera"
democracia.
Tal política, ante todo, es ilusoria porque el mundo capitalista
para toda la época de su supervivencia ya no podrá
ordenarse
en formas liberales, sino que estará cada vez más basado
en monstruosas unidades estatales, despiadada expresión de la
concentración
económica de la patronal, y cada vez más armada de una
policía
represiva de clase; en segundo lugar es derrotista, porque a la
consecución
de este postulado (incluso cuando por un breve y posterior periodo en
cualquier
sector secundario del mundo moderno pudiese tener una supervivencia),
sacrifica
las características vitales más importantes del
movimiento
en la doctrina, en la autonomía organizativa de clase, en la
táctica
capaz de preparar y poner en marcha la lucha revolucionaria final,
objetivo
esencial del partido; en tercer lugar es contrarrevolucionaria en
cuanto
que avala, ante los ojos del proletariado, ideologías, grupos
sociales
y partidos sustancialmente escépticos e impotentes para los
fines
de la misma democracia que profesan en abstracto, y cuya única
función
y objetivo, plenamente concomitantes con los de los movimientos
fascistas,
es la de conjurar a cualquier precio la marcha independiente y el
asalto
directo de las masas explotadas a los fundamentos económicos y
jurídicos
del sistema burgués.
152 - Las perspectivas de la posguerra en relación con la
plataforma del partido - 1946
... Así, las conclusiones a las que podía
llegar una crítica marxista libre de influencias y
degeneraciones
oportunistas, desde los primeros albores del conflicto hoy
desaparecido,
sobre la vacuidad y la inconsistencia del material de agitación
usado por las democracias burguesas y por el falso Estado proletario
ruso,
y con ellos, por todos los movimientos que se inspiraban y
sostenían
en ellos, aparecen hoy facilones y banales tras la tremenda
decepción
sufrida por las masas que habían creído ampliamente en
aquellas
consignas. La tesis de que la guerra contra los Estados fascistas y la
victoria de sus adversarios no devolvería la vida a los
superados
e infecundos idilios del liberalismo y de la democracia burguesa, sino
que sería la afirmación mundial del moderno modo de ser
del
capitalismo, que es monopolista, imperialista, totalitario y
dictatorial,
tal tesis es hoy accesible a cualquiera; pero cinco o seis años
atrás habría podido ser enunciada y defendida sólo
por los grupos de vanguardia revolucionaria que permanecieron
estrechamente
fieles a las líneas históricas de método de Marx y
Lenin.
La fuerza del partido político de clase del
proletariado debe surgir de la eficacia de estas anticipaciones, que
son
al mismo tiempo de crítica y de combate, de la
confirmación
que extraen en el desarrollo de los hechos, y no del juego de los
compromisos,
de los acuerdos, de los bloques y de los desbloqueos de los que vive la
política parlamentaria y burguesa.
El nuevo partido de clase internacional
surgirá
con verdadera eficiencia histórica, y ofrecerá a las
masas
proletarias la posibilidad de una revancha, sólo si sabe
comprometer
todas sus actitudes futuras en una férrea línea de
coherencia
a los antecedentes de las batallas clasistas y revolucionarias.
Aún atribuyendo pues la máxima
importancia
a la crítica de los falsísimos planteamientos que los
partidos
autoproclamados socialistas y comunistas han dado, durante la guerra, a
su interpretación de los acontecimientos, a su propaganda, y a
su
comportamiento táctico, y reivindicando aquella que
habría
debido ser la restauración de una visión política
clasista en el periodo de guerra, el Partido debe hoy trazar
también
las líneas interpretativas y tácticas correspondientes a
la situación de la llamada paz, acaecida con el cese de las
hostilidades...
También aquí se querrá probar
a los proletarios que el régimen de la libertad parlamentaria es
una conquista que les interesa, un patrimonio histórico que
corren
el riesgo de perder y que está amenazado, como ayer por el
imperialismo
teutónico o nipón, mañana por el moscovita.
Frente a esta propaganda y a la invocación
del frente único de guerra en nombre de la libertad, a la que se
adherirán, entre mil matices pequeño-burgueses, los
socialistas
del tipo Segunda Internacional (que bajo la tregua temporal se
convertirán
en antirrusos como lo fueron por otros motivos en la época de
Lenin),
muchos anarcoides, los distintos demócratas sociales con fondo
santurrón
y confesional que van infectando todos los países, el Partido
proletario
de clase responderá con la más resuelta oposición
a la guerra, con la denuncia de sus propagandistas y, dondequiera que
pueda,
con la lucha directa de clase enfocada sobre el despliegue de la
vanguardia
revolucionaria en cada país.
Esto en coherencia con su específica
valoración
crítica del desarrollo de la presente fase rica según la
cual, mientras el régimen ruso no es un régimen
proletario,
y el Estado de Moscú se ha convertido en uno de los sectores del
imperialismo
capitalista, sin embargo su forma centralizada y totalitaria
aparece
como más moderna que la superada y agonizante de la democracia
parlamentaria; y la restauración anacrónica de la
democracia
en lugar de los regímenes totalitarios dentro de los
límites
del devenir capitalista, no es un postulado que el proletariado deba
defender.
Tal postulado por lo demás es contrario al
camino histórico general, y no es realizado en las guerras
imperialistas
por la victoria militar de los Estados que se declaran defensores del
mismo.
153 - El ciclo histórico del dominio político de la
burguesía - 1947
Pues a medida que el potencial de la
producción
industrial se elevaba, que crecían numéricamente los
ejércitos
del trabajo, que se precisaba la conciencia crítica del
proletariado,
y que se robustecían sus organizaciones, la clase burguesa
dominante,
paralelamente a la transformación de su praxis económica
de librecambista en intervencionista, tiene necesidad de abandonar su
método
de aparente tolerancia de las ideas y de las organizaciones
políticas
por un método de gobierno autoritario y totalitario: en ello
estriba
el sentido general de la época actual. La nueva
orientación
de la administración burguesa del mundo se apoya en el hecho
innegable
de que todas las actividades humanas, como resultado mismo de los
progresos
de la ciencia y de la técnica, se desarrollan desde la
autonomía
de las iniciativas aisladas, propia de sociedades menos modernas y
complejas,
hacia la constitución de redes cada vez más densas de
relaciones
y de dependencia en todos los campos, redes que van cubriendo
gradualmente
al mundo entero.
La iniciativa privada ha realizado sus prodigios
y ha batido sus récords con las audacias de los primeros
navegantes
y con las temerarias y feroces empresas de los colonizadores de las
regiones
más alejadas del mundo. Pero ahora cede el paso ante la
preponderancia
de los formidables entrelazamientos de las actividades coordinadas, en
la producción de las mercancías, en su
distribución,
en la gestión de los servicios colectivos, en la
investigación
científica en todos los campos.
Es impensable una autonomía de iniciativa
en la sociedad que dispone de la navegación aérea, de la
radiodifusión, del cinematógrafo, de la
televisión,
invenciones para un empleo exclusivamente social.
Así pues, desde hace varios decenios,
y con un ritmo cada vez más decidido, incluso la política
gubernamental de la clase dominante se desenvuelve hacia formas de
estricto
control, de dirección unitaria, de estructuración
jerárquica
fuertemente centralizada. Este estadio y esta forma política
moderna,
superestructura que nace del fenómeno económico
monopolista
e imperialista, ya previsto por Lenin desde 1916 cuando se decía
que las formas políticas de la más reciente fase
capitalista
solo pueden ser de tiranía y de opresión esta fase
que
tiende a sustituir generalmente en el mundo moderno a la del
liberalismo
democrático clásico, no es otra cosa que el fascismo.
Es un enorme error científico e
histórico
confundir este surgimiento de una nueva forma política impuesta
por los tiempos, consecuencia y condición inevitable de la
supervivencia
del sistema capitalista de opresión ante la erosión de
sus
antagonismos internos, con un retorno reaccionario de las fuerzas
sociales
de las clases feudales que amenazarían con sustituir a las
formas
democráticas burguesas por una restauración de los
despotismos
del ’ancien regime’, mientras que la burguesía, desde hace
siglos,
ha puesto fuera de combate y aniquilado en la mayor parte del mundo a
estas
fuerzas sociales feudales.
Quien padezca – por poco que sea – la influencia
de semejante interpretación y siga – por poco que sea – sus
sugestiones
y sus preocupaciones, se halla fuera del campo y de la política
comunistas.
La nueva forma de administración del mundo
moderno por el capitalismo burgués (si y hasta cuando – no lo
derroque
la revolución del proletariado) aparece en el curso de un
proceso
que no puede ser descifrado con los métodos banales y
escolásticos
del crítico filisteo.
El marxismo jamás ha tenido en cuenta la
objeción de que el primer ejemplo del poder proletario
debía
ocurrir en un país industrial avanzado y no en la Rusia zarista
y feudal, por cuanto la alternancia de los ciclos de clase es un hecho
internacional y función de fuerzas a escala mundial. Dichos
ciclos
se manifiestan localmente allí donde concurren las condiciones
históricas
favorables (guerra, derrota, excesiva supervivencia de regímenes
decrépitos, buena organización del partido
revolucionario,
etc.).
Menos aún debe causar asombro el hecho de
que las manifestaciones del traspaso del liberalismo al fascismo puedan
presentar dialécticamente en cada pueblo las más variadas
sucesiones, ya que se trata de un traspaso menos radical, en el cual no
es la clase dominante la que cambia: sólo cambia la forma de su
dominación.
Desde el punto de vista económico, el
fascismo
puede definirse pues como una tentativa de autocontrol y de
autolimitación
del capitalismo, tendente a frenar con una disciplina centralizada los
efectos más alarmantes de los fenómenos económicos
que tornan incurables las contradicciones del sistema.
Desde el punto de vista social, puede definirse
como la tentativa de la burguesía (que había nacido con
la
filosofía y la sicología de la autonomía y del
individualismo
absolutos) de darse una conciencia colectiva de clase, y de contraponer
sus propias formaciones y encuadramientos políticos y militares
a las fuerzas de clase amenazantes que se determinan en la clase
proletaria.
Políticamente, el fascismo constituye la
fase en que la clase dominante descarta como inútiles los
esquemas
de la tolerancia liberal, proclama el método de gobierno de un
único
partido y liquida las viejas jerarquías de sirvientes del
capital
demasiado gangrenadas por el empleo de los métodos del
engaño
democrático.
Por último, en el plano ideológico,
el fascismo no sólo revela no ser una revolución, mas ni
siquiera un recurso universal seguro de la contrarrevolución
burguesa,
al no renunciar, porque no puede hacerlo, a enarbolar una
mitología
de valores universales. A pesar de haberlos invertido
dialécticamente,
se apropia de los postulados liberales de la colaboración de
clases;
habla de nación y no de clase; proclama la igualdad
jurídica
de los individuos; y sigue presentando falazmente su propio andamiaje
estatal
como la emanación del conjunto de la colectividad social...
Así como Lenin estableció, en la
diagnosis
económica, que es reaccionario todo aquel que se ilusiona con
que
el capitalismo monopolista y estatal pueda retroceder hacia el
capitalismo
liberal de las primeras formas clásicas, así hoy debe
decirse
con claridad que lo es igualmente quienquiera que persiga el espejismo
de una reafirmación del método político
liberal-democrático
contrapuesto al de la dictadura fascista, con la cual (en un cierto
punto
de la evolución) las fuerzas burguesas aplastan con una
táctica
frontal las organizaciones autónomas de clase del proletariado.
La doctrina del partido proletario debe establecer
como propio eje central la condena de la tesis según la cual,
frente
a la fase política fascista de la dominación burguesa, se
deba dar como consigna el retorno al sistema parlamentario
democrático
de gobierno. La perspectiva revolucionaria consiste en que la fase
burguesa
totalitaria agote rápidamente su tarea y sea aplastada por el
irrumpir
revolucionario de la clase obrera. Ésta, lejos de lloriquear por
el irremediable fin de las falaces libertades burguesas, ha de triturar
con su fuerza la Libertad de poseer, de oprimir y de explotar, la que
siempre
ha sido la bandera del mundo burgués desde su primer y heroico
nacimiento
entre las llamas de la revolución antifeudal, pasando por la
fase
pacifista de tolerancia liberal, hasta su despiadado desenmascaramiento
en la batalla final por la defensa de las instituciones del privilegio
y de la explotación patronal.
La guerra en curso ha sido perdida por los
fascistas,
pero ganado por el fascismo. A pesar del empleo en vastísima
escala
del camelo democrático, y al haber salvado, aun en esta tremenda
crisis, la integridad y la continuidad histórica de sus
más
potentes unidades estatales, el capitalismo realizará un
grandioso
esfuerzo ulterior por dominar las fuerzas que lo amenazan.
Pondrá
en acción un sistema cada vez más ceñido de
control
de los procesos económicos y de inmovilización de la
autonomía
de cualquier movimiento social y político que amenace perturbar
el orden constituido. Así como los vencedores legitimistas de
Napoleón
debieron heredar la estructura social y jurídica del nuevo
régimen
francés los vencedores de los fascistas y nazis, en un proceso
más
o menos breve y más o menos claro, reconocerán con sus
actos,
a pesar de negarlo con sus vacías proclamaciones
ideológicas,
la necesidad de administrar el mundo, tremendamente conmocionado por la
segunda guerra imperialista, con los métodos autoritarios y
totalitarios
que han sido experimentados por primera vez en los Estados vencidos.
Esta verdad fundamental es más que el
resultado
de difíciles análisis críticos aparentemente
paradójicos:
se manifiesta cada día mís en el trabajo de
organización
por el control económico, social y político del mundo.
Antaño individualista, nacional,
librecambista
y aislacionista, la burguesía celebra hoy sus congresos
mundiales,
y así como la Santa Alianza trató de detener a la
revolución
burguesa con una internacional del absolutismo, el mundo capitalista
trata
de fundar hoy día su Internacional, que no podrá ser
más
que centralista y totalitaria.
¿Tendrá ésta éxito en
su tarea histórica esencial, que en los hechos (y cada vez
más
declaradamente) es la de reprimir y aniquilar la fuerza revolucionaria
de la Internacional del proletariado, a pesar de querer disimularla con
la consigna de represión de un resurgir del fascismo?
154 - Tendencias y socialismo - 1947
... El reformismo gradualista, sin embargo, no
está
muerto en tal fase, puesto que el capitalismo mismo tenía
necesidad
de él. El capitalismo de los últimos decenios ha
presentado
características bien conocidas, encuadrado en el "Imperialismo"
de Lenin.
Estas nuevas formas económicas de
entrelazamiento,
de monopolio y de planificación le han conducido a nuevas formas
sociales y políticas. La burguesía se ha organizado como
clase social, además de como clase política;
también
se ha propuesto organizar ella misma al movimiento proletario
insertándolo
en su Estado y en sus planes, y como contrapartida ha introducido en
sus
programas la gama de las reformas desde hace tanto tiempo invocadas por
los jefes gradualistas del proletariado. Con esto la burguesía,
transformada en fascista, corporativa, nacional-socialista, ha arrojado
fuera más o menos claramente el ordenamiento de libertad
individual
y de democracia electoral que le había sido indispensable en su
advenimiento histórico, que era oxígeno para ella, no
concesión
para las clases que dominaba o explotaba, ni ambiente útil para
la acción de éstas...
El mismo movimiento comunista en Italia, vigoroso,
independiente, claro en la teoría y en la táctica, ha
podido
ser conducido a la esclavitud por aquel totalitarismo soviético
que tanto intriga y preocupa a los Saragats y a sus asociados de la
Iniciativa,
desviándolo de sus planteamientos programáticos hacia la
estúpida consigna de luchar por la libertad en Italia.
La
libertad, este es el sentido del mundo moderno, ya no le sirve a la
burguesía,
que se moderniza para proceder en la historia estrechando en mallas
cada
vez más ajustadas a sus individuos, a sus empresas, a sus
iniciativas
en cualquier ángulo de la tierra. Ha arrojado fuera este medio
suyo
ahora ya inútil, la libertad individual, ha empuñado
nuestro
medio, propio de nosotros, revolucionarios proletarios, la socialidad,
el clasismo, la organización, arrancándonoslo de las
manos.
Nuestra respuesta no puede ser la de recoger su arma despuntada y
combatir
con ella una lucha tan insana y desesperada como la del artesano contra
la fábrica mecánica, de la piragua contra la
cañonera,
del torpedo humano contra la bomba atómica...
Como quiera que sea la superioridad histórica
relativa
de la versión soviética está en su totalitarismo,
progresivo en cuanto que es planificador y centralizador, con cotas
brillantes
de rendimiento técnico y por no entretenerse con
escrúpulos
de tolerancias liberales. Y entonces ¿por qué ofenderse
del
epíteto de totalitario, por qué predicar una democracia
para
uso externo, y declararla progresiva?. El porqué es puramente
demagógico,
es la carrera para quien explote mejor el empuje de la campaña
común
– la más gigantesca mofa de la historia humana – contra el
monstruo
fascista, modelo para sus vencedores.
La clave que coloca a todos estos señores
en su lugar es pues simple: la sucesión no es: fascismo,
democracia,
socialismo por el contrario es: democracia, fascismo, dictadura del
proletariado.
155 - El curso histórico del movimiento de clase del
proletariado
- 1947
Desde que en su estadio imperialista el capitalismo
procura dominar sus contradicciones económicas con una red
central
de control, y coordinar con un hipertrófico aparato estatal el
control
de todos los hechos sociales y políticos, para ello modifica su
acción con respecto a las organizaciones obreras. Al principio,
la burguesía las había condenado; más tarde, las
había
autorizado y dejado crecer; en este tercer periodo, la burguesía
comprende que no puede ni suprimirlas ni dejarlas desarrollarse
autónomamente,
y se propone encuadrarlas con cualquier medio en su aparato de Estado,
en aquel aparato que era exclusivamente político a principios
del
ciclo y que llega a ser, en la época del imperialismo,
político
y económico al mismo tiempo: el Estado de los capitalistas y de
los patronos se transforma en Estado-capitalista y
Estado-patrón.
En esta vasta estructura burocrática se crean puestos de dorada
prisión para los jefes del movimiento proletario. A
través
de las mil formas con una aparente función de equilibrio entre
las
clases, los dirigentes del movimiento obrero cesan de apoyarse sobre
sus
fuerzas autónomas, y van a ser absorbidos en la burocracia del
Estado.
El mismo movimiento de organización
económica
del proletariado será aprisionado, exactamente con el mismo
método
inaugurado por el fascismo, es decir, con la tendencia al
reconocimiento
jurídico de los sindicatos, lo que significa su
transformación
en órganos del Estado burgués. Estará claro que el
plan para vaciar el movimiento obrero, propio del revisionismo
reformista
(laborismo en Inglaterra, economismo en Rusia, sindicalismo puro en
Francia,
sindicalismo reformista a la Cabrini-Bonomi y más tarde
Rigola-D’Aragona
en Italia) coincide en sustancia con el del sindicalismo fascista, el
del
corporativismo de Mussolini, y el del nacionalsocialismo de Hitler. La
única diferencia está en que el primer método
corresponde
a una fase en la que la burguesía piensa únicamente en la
defensiva contra el peligro revolucionario, y el segundo a la fase en
la
que, por el incremento de la presión proletaria, la
burguesía
pasa a la ofensiva. En ninguno de ambos casos ella confiesa hacer obra
de clase, sino que proclama siempre querer respetar la
satisfacción
de ciertas exigencias económicas de los trabajadores y realizar
una colaboración entre las clases.
En vez de un mundo de libertad, la guerra
habrá
portado consigo un mundo de mayor opresión. Cuando el nuevo
sistema
fascista, aportación de la más reciente fase imperialista
de la economía burguesa, lanzó una amenaza
política
y un desafío militar a los países en que la rancia
mentira
liberal aún podía circular como supervivencia de una fase
histórica superada, dicho desafío no dejaba al agonizante
liberalismo ninguna alternativa favorable: o los Estados fascistas
ganaban
la guerra, o la ganaban sus adversarios. No se trató de un
conflicto
entre dos ideologías o concepciones de la vida social, sino del
necesario proceso de llegada de la nueva forma del mundo burgués
acentuada, más totalitaria, más autoritaria, más
decidida
a todo esfuerzo por la conservación y contra la
revolución.
Ante esta nueva construcción del mundo
capitalista,
el movimiento de las clases proletarias sólo podrá
reaccionar
si comprende que no se puede ni se debe llorar el estadio caduco de la
tolerancia liberal, de la independencia soberana de las pequeñas
naciones, sino que la historia solo ofrece una vía para eliminar
todas las explotaciones, todas las tiranías y las opresiones, y
es la vía de la acción revolucionaria de clase, que en
todo
país, dominador o vasallo, alinee las clases de los trabajadores
contra la burguesía local, con completa autonomía de
pensamiento,
de organización, de comportamiento político y de acciones
de combate, y por encima de las fronteras de todos los países,
en
paz y en guerra, en situaciones consideradas normales o excepcionales,
previstas o imprevistas por los esquemas filisteos del oportunismo
traidor,
una las fuerzas de los trabajadores de todo el mundo en un organismo
unitario,
cuya acción no se detenga hasta el completo aniquilamiento de
las
instituciones del capitalismo.
156 - Tesis de la Izquierda al III Congreso del PC de Italia
(Tesis
de Lyon) - 1926
III.2 -...Inmediatamente después de la
guerra,
la posición de la extrema izquierda se concretó en el
periódico
Il Soviet. Éste fue el primero en plantear y defender las
directivas
de la revolución rusa, negando las interpretaciones
antimarxistas,
oportunistas, sindicalistas y anarcoides, planteando correctamente los
problemas esenciales de la dictadura proletaria y de la tarea del
partido,
y sosteniendo desde el primer momento la escisión del Partido
Socialista.
Este grupo sostenía el abstencionismo
electoral
y sus conclusiones fueron rechazadas por el II Congreso de la
Internacional.
Pero su abstencionismo no partía de errores teóricos
antimarxistas
de tipo anarcosindicalista, tal como lo prueban las decididas
polémicas
dirigidas contra la prensa anarquista. La táctica abstencionista
era preconizada ante todo en el ambiente político de completa
democracia
parlamentaria, la cual crea particulares dificultades a la conquista de
las masas para volverlas conscientes de la justa consigna de la
dictadura,
dificultades que creemos insuficientemente valoradas todavía por
la Internacional.
En segundo lugar, el abstencionismo no era propuesto
como una táctica para todos los tiempos, sino para la
situación
general, hoy desgraciadamente superada, de la inminencia de grandes
luchas
y de la puesta en marcha de las más grandes masas proletarias.
Con las elecciones de 1919, el gobierno
burgués
de Nitti abrió una inmensa brecha a la presión
revolucionaria,
desvió el impulso del proletariado y la atención del
partido
explotando las tradiciones de electoralismo desenfrenado. El
abstencionismo
de "Il Soviet" fue entonces la única reacción justa
contra
las verdaderas causas del desastre proletario ulterior.
Más tarde, en el Congreso de Bolonia (octubre
de 1919) solo la minoría abstencionista planteó
correctamente
el problema de la escisión de los reformistas, y buscó en
vano un acuerdo con parte de los maximalistas, renunciando en este
terreno
a hacer del abstencionismo una cuestión previa. Después
del
fracaso de esta tentativa, la fracción abstencionista fue la
única
que hasta el II Congreso mundial trabajó a escala nacional para
la formación del partido comunista.
Fue este grupo, pues, el que representó la
orientación espontánea, según las propias
experiencias
y tradiciones de la Izquierda del proletariado italiano, sobre las
directivas
que contemporáneamente triunfaban en Rusia con la victoria de
Lenin
y del bolchevismo.
157 - La plataforma política del Partido comunista
internacional
- 1945
17 - Al igual que la sustitución de la
república
por la monarquía no representa un punto de llegada para el
incandescente
problema social italiano, tampoco puede ser aceptado como tal el de la
convocatoria de una asamblea electiva representativa con poderes
constituyentes.
Ante todo tal asamblea tendrá límites muy restringidos
para
su influencia, por la permanencia en el territorio (sobre el que
debería
tener plena soberanía) primero de fuerzas militares de
ocupación
y después de las fuerzas armadas que serán definidas y
predispuestas
por la organización de paz que seguirá al conflicto
actual
y seguirá estando vigente en los Estados satélites. Por
tanto,
cualquiera que pueda ser la táctica del partido (de
participación
en la campaña electoral con propaganda escrita y oral; de
presentación
de candidaturas, de intervención en el seno de la asamblea),
ésta
se deberá inspirar no sólo en los principios
programáticos
del partido, sino en la abierta proclamación de que en
ningún
caso la consulta con el mecanismo electivo puede consentir a las clases
explotadas darles adecuada expresión a sus necesidades y a sus
intereses
y aún menos de llegar a la gestión del poder
político.
El partido se diferenciará de todos los otros partidos italianos
del momento, no sólo porque no se presentará en el
mercado
de las combinaciones y coaliciones electorales, sino por la
posición
sustancial de que, mientras que todos los otros proclamarán que
el programa político a poner en práctica y a aceptar sin
ulterior resistencia será el incógnito que prevalezca en
la mayoría numérica de la asamblea, el partido
revolucionario
rechaza desde el inicio tal abdicación y, en la hipótesis
abstracta (pero con una certeza práctica) de que la victoria
electoral
confirme la supervivencia constitucional de las instituciones
capitalistas
fundamentales, aun siendo minoría en sentido democrático,
continuará su lucha para abatirlos desde el exterior.
Sólo
la contingencia histórica y el valor de las relaciones de
fuerza,
y no ya la autoridad de mayorías constitucionales,
determinará
el alcance de esta lucha, que va según las posibilidades de la
dinámica
de clase, de la crítica teórica a la propaganda de
oposición
política, a la incesante agitación anti institucional, al
asalto revolucionario armado. Sobre todo el partido desmentirá
como
contrarrevolucionario a todo movimiento que proclame útil
simular
para fines de más fácil agitación y de
éxito
electoral el obsequio preventivo a la soberana validez de la consulta
parlamentaria,
pretendiendo ser susceptible de pasar desde esta equívoca
política
– cuyos múltiples experimentos históricos han confirmado
todos la corrupción y el desarme de las energías
revolucionarias
– a un ataque contra el régimen constituido.
En las elecciones locales el partido no puede
abstraerse,
por consideraciones de intereses contingentes, de la finalidad general
de separar las responsabilidades y el enfoque de las fuerzas
proletarias
de todas las otras, y de continuar en plena coherencia la
agitación
de sus reivindicaciones históricas generales.
En fases más maduras de la situación,
que previsiblemente no pueden desarrollarse si no es a través de
estrictas conexiones intereuropeas, el partido se prepara y prepara a
las
masas para la constitución de los Soviets, órganos
representativos
sobre base de clase, que son al mismo tiempo órganos de combate,
y para la destrucción de todo derecho representativo para las
clases
sociales económicamente explotadoras.
El partido, en la construcción de los
órganos
proletarios de todo género, pre y posrrevolucionarios, no hace
ninguna
distinción entre trabajadores de los dos sexos; la
cuestión
de la concesión del voto a la mujer en el presente
régimen
representativo es para el partido una cuestión secundaria, ya
que
no puede colocarse fuera del terreno crítico de que el ejercicio
del derecho de voto es una pura ficción jurídica en un
ambiente
en el que la disparidad económica crea sumisiones insuperables,
una de las cuales es la del sexo femenino, cuya emancipación no
es concebible más que en una economía de tipo no personal
y no familiar.
158 - Las perspectivas de la posguerra en relación a la
Plataforma del Partido - 1946
... La actitud preconizada por nuestro movimiento,
en la posible futura tercera guerra imperialista, es la de rechazar, en
ambos campos de la gran lucha, toda consigna que tenga el
carácter
de "defensismo" (término ya bien conocido y adoptado por Lenin
en
la batalla crítica y política contra el oportunismo del
primer
ciclo, 1914-18) y contra todo "intermedismo", término con el
cual
queremos entender la pretensión de indicar como objetivo
principal
o prejudicial de la fuerza y de los esfuerzos del proletariado
revolucionario
no el abatimiento de sus opresores de clase, sino la realización
de ciertas condiciones en los modos de organizarse de la presente
sociedad,
que le ofrecerían un terreno más favorable para
conquistas
ulteriores.
El aspecto "defensista" del oportunismo consiste
en afirmar que la clase obrera, en el presente ordenamiento social, aun
siendo aquella que las clases superiores dominan y explotan, corre el
peligro
en cien modos de ver empeorar de forma general sus condiciones si
ciertas
características del ordenamiento social presente son amenazadas.
Así, decenas de veces hemos visto a las
jerarquías
derrotistas del proletariado llamarle a abandonar la lucha clasista
para
correr a defender, coaligado con otras fuerzas sociales y
políticas
en el campo nacional o en el mundial, los más diversos
postulados:
la libertad, la democracia, el sistema representativo, la patria, la
independencia
nacional, el pacifismo unitario, etc., etc., abandonando las tesis
marxistas
por las que el proletariado, única clase revolucionaria,
considera
a todas esas formas del mundo burgués como las mejores armaduras
de las que de vez en cuando se rodea el privilegio capitalista, y sabe
que, en la lucha revolucionaria, nada tiene que perder además de
sus cadenas. Este proletariado, transformado en gestor de patrimonios
históricos
preciosos, en salvador de los fracasados ideales de la política
burguesa, es el que el oportunismo "defensista" ha entregado más
mísero y esclavo que antes a sus enemigos de clase en las
ruinosas
crisis acaecidas durante la primera y la segunda guerra imperialista.
Bajo el aspecto complementario del "intermedismo"
la corrupción oportunista se presenta ya no solamente con el
carácter
negativo de la tutela de ventajas de las que la clase obrera gozaba y
que
podría perder, sino bajo el aspecto más sugestivo de
conquistas
preliminares que podría realizar – entiéndase con la
complaciente
y generosa ayuda de una parte más moderna y evolucionada de la
burguesía
y de sus partidos – colocándose sobre posiciones desde las
cuales
le será mía fácil dar un salto hacia sus
máximas
conquistas. El "intermedismo" triunfó en mil formas, sin
embargo,
desembocando siempre en el método de la colaboración de
clase,
desde la
guerra revolucionaria que llamaba Mussolini a los socialistas
italianos en 1914, a la insurrección partisana y a la democracia
progresiva, que en la reciente guerra los tránsfugas del
comunismo
de la III Internacional han creado como sucedáneo de la lucha
revolucionaria
y de la dictadura del proletariado, con el agravante de camuflar este
tráfico
ilícito de principios como la aplicación de la
táctica
elástica
que atribuyen a Lenin. Formas no distintas de este método se
tienen
en las consignas poco comprensibles y vaciadas de contenido de "Europa
proletaria", de "Estados Unidos del mundo" y otros sustitutos
equívocos
similares del postulado programático central de Marx y de Lenin
para la conquista armada de todo el poder político por parte del
proletariado.
En conclusión, en la posible próxima
fractura del frente imperialista mundial, el movimiento político
obrero revolucionario podrá afirmarse, resistir y volver a
partir
para una reconquista histórica sólo cuando sepa
despedazar
las dos insidias del oportunismo "defensista" según la cual
deberían
ser quemadas todas las municiones: por un lado del frente para la
salvación
de la libertad representativa de las democracias occidentales, por el
otro,
para la salvación del poder proletario y comunista ruso. Al
mismo
tiempo será una condición para la reanudación
clasista
el análogo rechazo de todo "intermedismo" que quiera
engañar
a las masas indicando la vía para su redención
revolucionaria
ulterior, en una parte del frente afirmando el método del
gobierno
parlamentario contra el totalitarismo moscovita, y la otra en la
extensión
del régimen seudo soviético a los países del
capitalismo
del oeste.
159 - Después de la garibaldata - 1948
... Si por otra parte hubiesen vencido ellos, ni
Barbarroja ni bigote gris habrían entrado en Italia. No son los
recuentos de las papeletas los que determinan las situaciones, sino los
factores económicos que se concretan en posiciones de fuerza, en
controles inexorables sobre la producción y el consumo, en
policías
organizadas y pagadas, en flotas que surcan los mares de sus
señores.
Cualquiera que sea elegido para el gobierno de la
república, no tendría otra elección más que
renunciar o ponerse al servicio del engranaje de las fuerzas
capitalistas
mundiales que manejan al estado vasallo italiano. En cuanto a hacer
"sabotaje",
es otra ilusión sobre la tarea de los portaestandartes
parlamentarios.
Son las esferas de los negocios burgueses y de las altas instancias
militares
y civiles las que pueden a su merced sabotear a los politicastros de
los
maletines, no al revés.
El mecanismo electoral ha caído hoy en el
campo inexorable del conformismo y del sometimiento de las masas a las
influencias de los centros con un altísimo potencial, así
como los granitos de limaduras de hierro se adaptan dócilmente
según
las líneas de fuerza del campo magnético. El elector no
está
ligado a una confesión ideológica ni a una
organización
de partido, sino a la sugestión del poder, y en la cabina
electoral
no resuelve por cierto los grandes problemas de la historia y de la
ciencia
social, sino que noventa y nueve veces sobre cien lo único que
está
a su alcance es preguntarse: ¿Quién vencerá? Lo
mismo
que hace el jugador a la Sisal: y más aún, acierta mejor
quien no tiene ninguna competencia en materia de juego, y miente a sus
mismas simpatías íntimas.
Este arduo problema de adivinar quien es el
más
fuerte, lo afronta el candidato respecto al gobierno, el gobernante
respecto
al campo internacional. Lo afronta el elector respecto al candidato que
vota; busca, no aporta, un apoyo personal en la difícil lucha de
cada día.
Si se hubiese sabido el 17 de abril que
vencería
De Gasperi, en lugar del 50% le habrían dado el 90% de los
sufragios.
A esto llegaba la dialéctica de los frentistas, y todo argumento
serio era superado y prostituido frente a la máxima: ¡venceremos!
(y podemos pagar, con los dineros de Pantalone, buscavidas, matones y
compañeros
"independientes"). Mussolini no decía otra cosa, De Gasperi lo
decía
y lo está haciendo sin recato.
Toda la política y la táctica de los
adversarios de los democristianos han sido derrotistas. La larga
práctica
del oportunismo de los jefes de las organizaciones llamadas de masas ha
conducido a una situación en la que ya no es insertable una
avanzadilla
progresiva, en la lucha sobre el terreno de las elecciones, de un
partido
que tenga un programa y una actitud de oposición de principio y
que proclame a los electores el rechazo de la ilusión de que por
vía democrática pueden las clases explotadas llegar al
poder.
Hoy el eleccionismo solo es pensado en
función
de la promesa del poder, de porciones de poder.
160 - Tesis características del partido (Tesis de
Florencia)
- 1951
III,17 -...Se trataba, por el contrario, de la
realización plena del gran acontecimiento histórico
contenido
en la visión marxista, y tan solo en ella: la
concentración
económica que, poniendo en total evidencia el carácter
social
y mundial de la producción capitalista, la impulsaba a unificar
su mecanismo; y la consecuencia política y de guerra social
derivaba
del esperado enfrentamiento final de clase, pero cuyos caracteres
correspondían
a aquella alternativa en la cual la presión proletaria
permanecía
sin embargo por debajo del potencial defensivo del Estado capitalista
de
clase.
Los jefes de la Internacional, al contrario, debido
a una grosera confusión histórica con el periodo
kerenskiano
en Rusia, recayeron no solo en un grave error de interpretación
teórica, sino también en un consiguiente e inevitable
trastrocamiento
de táctica. Se trazó para el proletariado y los partidos
comunistas una estrategia defensiva y conservadora, y se les
aconsejó
formar un frente con todos los grupos burgueses menos aguerridos e
iluminados
(e incluso por esto menos convincentes como aliados) quienes
sostenían
que se debía garantizar a los obreros ventajas inmediatas, y no
privar a las clases populares del derecho de asociación, de
voto,
etc. No se comprendió, por un lado, que el fascismo o el
nacionalsocialismo
nada tenían que ver con una tentativa de retorno a formas de
gobierno
despóticas y feudales, y ni siquiera con un predominio de
supuestos
estratos burgueses de derecha opuestos a la clase capitalista
más
avanzada de la gran industria, o con una tentativa de gobierno
autónomo
de clases intermedias entre la burguesía y el proletariado, y,
por
otro lado, que el fascismo, al mismo tiempo que se liberaba de la
inmunda
máscara parlamentaria, heredaba plenamente el reformismo social
seudo marxista, asegurado con una serie de medidas, de intervenciones
del
Estado de clase en el interés de la conservación del
capitalismo,
no solo condiciones mínimas de vida, sino también una
serie
de progresos sociales y asistenciales para las maestranzas y otras
clases
pobres. Fue dada, pues, la consigna de la lucha por la libertad, la
cual
fue impartida desde 1926 por el presidente de la Internacional al
partido
italiano, en cuyas filas la casi totalidad de los militantes
quería
conducir contra el fascismo, en el poder desde hacía cuatro
años,
una política autónoma de clase, y no la del bloque con
todos
los partidos democráticos y hasta monárquicos y
católicos
para reivindicar con ellos el restablecimiento de las garantías
constitucionales y parlamentarias. Los comunistas italianos hubieran
querido
desde entonces desacreditar el contenido de la oposición al
fascismo
de todos los partidos medio-burgueses, pequeñoburgueses y
seudo-proletarios;
y por esto, previeron en vano desde aquel momento que toda la
energía
revolucionaria naufragaría si se entraba en aquella vía
degenerativa
que condujo finalmente a los Comités de Liberación
Nacional.
La política del partido comunista es, por
naturaleza, de ofensiva, y en ningún caso debe luchar por la
conservación
ilusoria de condiciones propias de las instituciones capitalistas. Si
en
el periodo anterior a 1871 el proletariado tuvo que luchar al lado de
las
fuerzas burguesas, no fue para que éstas pudiesen conservar
posiciones
dadas o evitar la caída de formas históricas adquiridas,
sino por el contrario, para que pudiesen destruir y superar formas
históricas
precedentes. Tanto en la vida económica cotidiana como en la
política
general y mundial, la clase proletaria, como no tiene nada que perder,
no tiene nada que defender, y su tarea es solo ataque y conquista
Por lo tanto, al aparecer las manifestaciones de concentración,
unidad y totalitarismo capitalista, el partido revolucionario debe ante
todo reconocer en ello su victoria ideológica integral, y debe
pues
preocuparse solamente de la relación efectiva de fuerzas para el
enfrentamiento en la guerra civil revolucionaria, relación que
hasta
hoy han tornado desfavorables, precisa y solamente, las oleadas de
degeneración
oportunista e inmediatista; debe hacer lo posible para desencadenar el
ataque final y, donde no pueda hacerlo, afrontar la derrota, pero no
debe
pronunciar jamás un imbele y derrotista "vade retro Satana", que
equivale a implorar estúpidamente la tolerancia o el
perdón
del enemigo de clase.
IV, 12 - El partido no es una filiación de
la Fracción Abstencionista, a pesar de que ésta haya
desempeñado
un gran papel en el movimiento hasta la creación del Partido
Comunista
de Italia en Livorno en 1921. La oposición en el seno del
Partido
Comunista de Italia y de la Internacional Comunista no se fundó
sobre las tesis del abstencionismo, sino sobre otras cuestiones de
fondo.
El parlamentarismo, siguiendo el desarrollo del Estado capitalista que
asumirá manifiestamente la forma de dictadura que el marxismo
descubrió
en él desde el inicio, va perdiendo importancia progresivamente.
Incluso las aparentes supervivencias de las instituciones electorales
parlamentarias
de las burguesías tradicionales va agotándose cada vez
más,
quedando solamente una simple fraseología, y poniendo en
evidencia
en los momentos de crisis social la forma dictatorial del Estado, como
última instancia del capitalismo contra la que debe ejercerse la
violencia del proletariado revolucionario. El partido, por lo tanto,
permaneciendo
este estado de cosas y las actuales relaciones de fuerza, se
desinteresa
de las elecciones democráticas de todo tipo y no desarrolla su
actividad
en ese campo.
161 - El cadáver todavía camina - 1953
Está claro pues que el problema principal
es la eliminación de los socialdemócratas del partido del
proletariado, cuestión secundaria es la de si éste deba o
no participar en las elecciones, tanto en el pensamiento de entonces de
Lenin como en los sucesivos debates y tesis sobre el parlamentarismo
del
II Congreso, de poco después.
Pero para nosotros hoy está también
claro lo que defendimos entonces: que la única vía para
conseguir
el traspaso de las fuerzas al terreno revolucionario pasaba por un
enorme
esfuerzo para liquidar, nada más acabar la guerra, la tremenda
sugestión
democrática y electoralista, que demasiadas saturnales
había
celebrado ya.
La táctica deseada por Moscú fue
seguida
por el partido de Livorno, disciplinada e incluso comprometidamente.
Pero
desgraciadamente, la subordinación de la revolución a las
corruptoras instancias de democracia estaba ya en curso internacional y
localmente, y el punto de encuentro leninista de los dos problemas,
además
de su peso relativo, se revelaron insostenibles. El parlamentarismo es
como un engranaje que si se agarra a una extremidad la tritura
inexorablemente.
Su empleo en épocas "reaccionarias" defendido por Lenin era
proponible;
en épocas de posible ataque revolucionario es una maniobra en la
que la contrarrevolución burguesa gana demasiado
fácilmente
la partida. En diversas situaciones y bajo mil épocas, la
historia
ha demostrado que no puede encontrarse mejor diversivo contra la
revolución
que el electoralismo...
Si recordamos estas etapas una vez más, es
para establecer el estrecho lazo entre cada afirmación de
electoralismo,
parlamentarismo, democracia y libertad, con una derrota, un paso
atrás
del potencial proletario de clase...
Lo mismo decimos de la "histórica batalla"
contra la "ley-fraude". La elección no solo es de por sí
un fraude sino que lo es más cuanto más se pretende dar,
paridad en peso a cada voto personal. Todo el guiso lo hacen en Italia
unos pocos miles de cocineros, subcocineros y pinches, que aborregan en
lotes y "a medida" a los veinte millones de electores.
¡Si el parlamento sirviese para administrar
técnicamente alguna cosa y no solo para atontar a los
ciudadanos,
sobre cinco años de máxima vida no le dedicaría
uno
a las elecciones y otro a discutir la ley para su constitución!
162 - La revolución anticapitalista occidental
(Reunión
de Génova 1953)
12 -...No es posible superar esta situación
si no es bajo todos sus aspectos: demostración de que en Rusia
no
hay construcción de socialismo; que si el Estado ruso
combatirá
no será por el socialismo, sino por rivalidades imperiales;
demostración,
sobre todo, de que en Occidente las finalidades democráticas,
populares
y progresivas no solo no interesan a la clase trabajadora, sino que
sirven
para mantener en pie un capitalismo podrido.
163 - El fácil escarnio - 1959
...Con el mismo remedio logrado hace tanto tiempo
por nosotros, nos dirigimos al punto de lanzar una afrenta a toda
superstición
actual por el método del recuento de las opiniones personales
equiponderadas,
y le damos el mismo título de charlatán a quien lo emplea
a escala de la sociedad, de la clase, e incluso del partido; porque
cuando
ese miserable o embrollón habla de clase y de partido como
fuerzas
que transforman la sociedad, en realidad piensa en ellas como imitables
parodias de aquella misma sociedad demo-burguesa, la cual nunca se
podrá
separar de su sucio cieno.
[ - Índice - Parte I - Parte II - Parte III - Parte IV - Parte V - Conclusión - Apéndice - ]
Este largo trabajo, como se ha escrito en la premisa, está dirigido a los compañeros del partido, y constituye un reclamo a las concepciones fundamentales sobre las cuales el partido se ha reconstituido en la segunda posguerra, y sobre las cuales debe continuar moviéndose so pena de degenerar y perecer. Constituye al mismo tiempo una exposición de la línea de pensamiento y de acción sobre la cual tiene intención de continuar moviéndose sin desviarse el grupo que ha sido objeto de "expulsión" de la organización en noviembre de 1973.
Así como en la base de las escisiones organizativas debe haber divergencias de posiciones, hemos intentado exponer en un trabajo sistemático, y por encima de cualquier polémica o acusación, aquellas que nosotros consideramos que son las posiciones características de la Izquierda Comunista desde hace cincuenta años, deduciéndolas no de nuestras "opiniones" sino de nuestros textos fundamentales, de todo aquello que el partido ha afirmado y escrito en su larga y afanosa vida.
No queremos "diálogos" con nadie. Queremos que la organización militante que se adorna con el nombre de Partido Comunista Internacional reivindique claramente como propias en 1974 estas posiciones, que por sí solas constituyen la línea de continuidad a la que todos, jefes y gregarios, deben atenerse. Es sobre la base de la enunciación neta de posiciones sobre la que se continúa o se abandona, es la que nos une o nos separa. "Nuestras" posiciones no hemos podido expresarlas de otro modo más que retomando citas de nuestros textos fundamentales en línea continua desde 1920 a 1970.
Si cuanto está escrito en las páginas precedentes es
la
base sobre la que se mueve y actúa la organización
actual,
no tenemos razón para mantenernos separados, y nuestros brazos
están
a disposición de la organización. Si esto no es
así,
si cuanto está escrito constituye por casualidad para quien
milita
bajo la insignia del Programma Comunista una "especie de pantano en
donde
se bañan los gansos", quiere decir que la historia pone al orden
del día la defensa y la reafirmación de estas posiciones
por una vía distinta de aquella de la actual formación
organizada,
en cuanto que esa afirma y defiende otras posiciones que divergen de
esta
vía. Si es así, la escisión organizativa
está
plenamente justificada, en cuanto que no consideramos de ningún
modo que abandonamos la fidelidad a las posiciones a las que hemos dado
nuestra adhesión de una vez para siempre, cuando hemos entrado
en
el partido. Y consideramos que en el partido se queda quien es fiel a
estas
posiciones, sale orgánicamente de él quien las abandona,
las mistifica, las olvida. A estas consideraciones volvemos a llamar a
todos los compañeros. No hay nada más que añadir.
[ - Índice - Parte I - Parte II - Parte III - Parte IV - Parte V - Conclusión - Apéndice - ]