Partido Comunista Internacional

El Partido Comunista N.31 - Marzo 2023

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actualizado el 15 de Marzo de 2023

órgano del partido comunista internacional
Lo que distingue a nuestro partido: – la línea de Marx a Lenin a la fundación de la III Internacional y del Partido Comunista de Italia a Livorno 1921, a la lucha de la Izquierda Comunista Italiana contra la degeneración de Moscú, al rechazo de los Frentes Populares y de los bloques partisanos – la dura obra de restauración de la doctrina y del órgano revolucionario, en contacto con la clase obrera, fuera del politiqueo personal y electorero

Contenido:

Que fue en realidad el Frente Popular (II) (Le Prolétaire, números 13-14-16, 1964; números 18-19-20, 1965)

– Siguiendo el hilo del tiempo: Pacifismo y comunismo (de Battaglia Comunista, número 13 de 1949)

Lenin centralista orgánico. Centralismo orgánico en Lenin, en la Izquierda y en la vida real del Partido (II)

Los disturbios del 8 de enero en la capital brasileña hacen ondear las banderas de la democracia burguesa

8 de marzo de 2023. Es el capitalismo el que impide la liberación de la mujer

El gobierno colombiano promueva reforma laboral tratando de mantener unida a la burguesia y pasiva a la clase obrera

Terremoto en Turquía y Siria. Poder de la tectónica - Impotencia del Capital

Vida de Partido:

Reunión General, del 23 a 25 de septiembre de 2022: Orígenes del Partido Comunista de China - La guerra civil en Italia - La actividad sindical del partido.

Reunión General, del 27 a 29 de enero de 2023: Teoría de la conciencia, La ideología de la burguesía - La revolución húngara, Conclusiones - El “Octubre alemán” y el levantamiento de Hamburgo - El curso del capitalismo mundial - Movilización en Francia contra la reforma de las pensiones.









QUE FUE EN REALIDAD EL FRENTE POPULAR

(Le Prolétaire, números 13-14-16, 1964; números 18-19-20, 1965)


(primera parte)


II

Esta serie de artículos, de los cuales publicamos el segundo, recorre la historia del Frente Popular francés, considerado como el verdadero certificado de nacimiento de la actual política de negación del programa comunista por parte de los PC nacionales a favor del más torcido democratismo, legalismo y patriotismo.

En el artículo anterior se buscaban los orígenes del Frente Popular en la derrota proletaria de la primera posguerra y, recordando las bases fundamentales del programa comunista revolucionario, se desandaba el camino por el que -en estrecha relación con esa derrota- el oportunismo comenzó a infiltrarse en la III Internacional en contra de todas las intenciones de sus fundadores y dirigentes.

Mientras tanto se habían aceptado en la Internacional Comunista, a pesar de las veintiún condiciones, fracciones enteras de la socialdemocracia que comprendían los más dudosos elementos. Con el oportunismo de su línea política así como con el reclutamiento desconsiderado de reformistas apenas disfrazados, la organización proletaria internacional se desarmaba contra sus adversarios internos y externos, y se preparaba para sufrir el “viraje” stalinista del “socialismo en un solo país” que iniciaba el ciclo hoy cerrado que ha hecho de Rusia la segunda potencia imperialista y de los partidos comunistas los defensores del orden burgués al igual que sus compadres socialistas reformistas.

La adopción del frente único por parte de la Internacional Comunista se sitúa entre 1921 y 1922. A partir del año siguiente, las derrotas obreras en el terreno de la lucha armada se complementaron con las batallas políticas perdidas; el oportunismo y la confusión se desarrollan en la Internacional. En 1923 la revolución alemana es definitivamente vencida. La muerte de Lenin sobreviene en 1924, cuando, postrado en su lecho de sufrimiento, toma dolorosamente conciencia de la existencia en el partido y en el Estado de posiciones contrarrevolucionarias cada vez más potentes. Aun si hubiera vivido algunos años más, Lenin no hubiese podido (al igual que Trotsky que lo sobrevivió) destrozar la expresión política de las fuerzas ascendentes de la sociedad rusa, del nacionalismo, de la especulación, de la producción mercantil, en una palabra, del alma subterránea de ese capitalismo ruso que hoy se muestra finalmente al descubierto. Las fuerzas sociales y económicas de este capitalismo podían triunfar contra el poder proletario surgido de la revolución de octubre solo si el capitalismo mundial derrotaba al proletariado europeo. Lenin no se cansaba de repetir que sin la victoria de la revolución alemana el comunismo no podía triunfar en Rusia. Lo que Lenin no había probablemente previsto, a pesar de que nuestra corriente hubiese denunciado el peligro en los congresos de la Internacional, era la forma que tomaría la contrarrevolución. No una intervención armada del imperialismo, sino la capitulación vergonzosa de toda la III Internacional y un retorno a la ideología de la socialdemocracia, que constituye aún hoy el fundamento de todos los falsos comunismos actuales, tanto del de Kruschev como del de Mao Tse-Tung o de Tito.


El Antifascismo

En retrospectiva, es posible dilucidar, hasta el último detalle, las etapas políticas que transformaron el oportunismo de la III Internacional en traición a los intereses inmediatos e históricos del proletariado. Nos hemos limitado a dar su trama más esquelética, que era necesario evocar para dar la demostración -que es el objeto de este trabajo- que el Frente Popular, celebrado aún hoy como la “edad de oro” de las conquistas obreras, no es más que una etapa -y no de las menos vergonzosa- de esta traición.

Ya hemos escrito que la Internacional Comunista había cometido un grave error de táctica al proponer el frente único a los partidos de la Segunda Internacional. Este frente esfumaba las divergencias fundamentales entre los comunistas y los socialdemócratas; alentaba el oportunismo de los dirigentes centristas que llegaron a la Internacional Comunista por cálculo y no por convicción revolucionaria. En los Congresos de la Internacional, nuestra corriente que entonces dirigía el Partido Comunista de Italia, había lanzado severas advertencias: si la lucha revolucionaria refluye, esta táctica del frente único será fatal para el proletariado; la retirada se transformará en derrota, los partidos comunistas se corromperán en su interior. Y es lo que sucedió efectivamente, después de la derrota definitiva de la revolución alemana, cuando el stalinismo triunfó en la Internacional. Esta fase dramática, marcada en Rusia por la masacre o la deportación de los mejores bolcheviques y, en los partidos comunistas de Europa Occidental, por la eliminación de todos los elementos revolucionarios, cambió el aspecto del movimiento comunista.

El frente único englobaba a los oportunistas de la socialdemocracia, pero no comportaba ninguna atenuación o revisión formal del programa revolucionario del comunismo. Por el contrario, el frente popular que le sucedió unos diez años más tarde, ensanchaba la coalición hasta los radicales burgueses y no se proponía ya más la destrucción del Estado capitalista sino su conservación bajo la etiqueta de “defensa de la democracia”. A pesar de su conexión lógica, estas dos etapas están separadas por un viraje histórico, el del antifascismo, cuyo examen nos conduce directamente al centro de nuestro tema.

Contra la mayoría de la Internacional Comunista, que veía en el fascismo una especie de retroceso monstruoso o, más aún, como un fenómeno propio de ciertos países solamente, nosotros lo considerábamos como la forma más desarrollada del capitalismo moderno. Contra toda la Tercera Internacional que pensaba que un frente antifascista con todos los demócratas burgueses podría salvar al mismo tiempo la democracia parlamentaria y las posibilidades revolucionarias del proletariado, nosotros sosteníamos que era vano pretender detener la evolución política de la sociedad burguesa en su etapa constitucional y que, de todos modos, el solo hecho de luchar codo a codo con los pequeño-burgueses liberales por la defensa del parlamento sólo podía desviar al proletariado de su objetivo revolucionario.

No se puede negar que la historia haya dado una confirmación abrumadora de nuestras previsiones. Que las clases medias están dispuestas a abandonar sus bellos principios democráticos frente al ascenso del fascismo, los acontecimientos de Alemania de 1933 lo prueban con abundancia; fue gracias a los votos de los pequeños burgueses que Hitler pudo tomar el poder legalmente. Que el contenido económico y social del fascismo se haya impuesto finalmente en todas partes, a pesar de la victoria del “campo democrático” en la guerra de 1939-45, nos lo confirma ampliamente la evolución de la estructura política moderna, con su registro de los ciudadanos, su desprecio de las “garantías democráticas”, el control estatal, la integración de los sindicatos, la despolitización de las masas bajo los golpes de la estrepitosa propaganda televisada. Hasta Francia, hija primogénita de la democracia, a pesar de que no tuvo nunca que temer la borrasca revolucionaria que sacudió a los otros países de Europa, alcanzó tardía pero seguramente un sistema de “poder personal” y de “parlamento-apéndice” que no difiere del fascismo más que por el hecho de haber triunfado sin efusión de sangre y en una situación en que la clase obrera se había vuelto amorfa por los virajes y las sucesivas capitulaciones de sus jefes. Si el advenimiento de la sociedad fascista no se ha realizado de un modo uniforme y simultáneo, es ante todo porque se ha impuesto primero en los países en que subsistía la amenaza revolucionaria, aún después del aplastamiento de la revolución; en segundo lugar, porque ha tenido necesidad de la segunda guerra mundial para instaurarse en todas partes.

Cada conflicto mundial ha acelerado el proceso de evolución totalitaria del capitalismo. Cada guerra ha reforzado la arbitrariedad policial y el pisoteo de las normas democráticas; lo que fue cierto para la primera carnicería imperialista, lo fue para la segunda, como lo fue aún más, por ejemplo, para la guerra de Argelia.

Al querer combatir el fascismo sobre el terreno de la defensa de la democracia y sobre la base de una coalición con los partidos oportunistas y pequeño-burgueses, la Internacional Comunista cometió tres errores capitales. Ante todo un error de apreciación: allí donde Moscú creía ver un paso atrás, había por el contrario el porvenir y la última palabra del capitalismo que, en su fase senil, tiende de más en más a traducir sobre el plano político y social el contenido totalitario que ya ha realizado en el plano económico. En segundo lugar, un error de táctica: las clases medias, que han cesado de ser clases combativas desde hace tiempo, no pueden más que desalentar y desmoralizar al proletariado. La violencia, que niegan a la lucha de las clases oprimidas, son incapaces de utilizarla aún para defender sus propios intereses. Por último, un error de principio: adhiriendo a la defensa de la democracia, la Internacional Comunista no podía pretender volver más tarde a la lucha revolucionaria por la destrucción de esta misma democracia y, de hecho, no volvió nunca más.

Estos errores no se pagan en seguida, sino veinte, treinta, cuarenta años después. En el curso de los años treinta parecía lógico a muchos que el partido del proletariado, frente a un peligro que algunos creían sin precedente, se aliase con las fuerzas sociales y los partidos igualmente amenazados por el fascismo. Frente a la ruina de las instituciones democráticas, que los Partidos Comunistas querían utilizar, se encontró normal acallar sus principios intransigentes. Se pensó que ante todo era necesario salvar el marco jurídico y social, aparentemente más favorable a las agitaciones de clase. Y, sin embargo, procediendo así, no solo se erró en la apreciación de la verdadera naturaleza del peligro fascista, sino que se perdió hasta la noción de las tareas específicas del proletariado. Contra el fascismo los comunistas de la época pretendían “salvar la democracia” no como régimen político ideal, sino porque pensaban que la república parlamentaria les dejaría luchar más fácilmente contra el capitalismo. Pero esta democracia se impone hoy a sus sucesores como meta final, como un fin en sí mismo. Más aún: mientras la democracia parlamentaria ha perdido todo contenido, la ironía de la historia quiere que los demócratas rezagados, en cuyas primeras filas figuran los PC nacionales, reivindiquen a su vez las concepciones que el fascismo había introducido en su tiempo: la grandeza nacional, el culto de la producción, el gusto por el Estado fuerte y estable.

A la ofensiva fascista, a la intervención violenta e ilegal de los comandos de camisas negras o pardas, no se podía dar en realidad más que una respuesta: la de la violencia proletaria, igualmente ilegal. Era la única posibilidad -si no de abatir inmediatamente las fuerzas políticas que debían mostrarse en definitiva más vulnerables que las del constitucionalismo hipócrita de las “democracias”- al menos de poder retomar la ofensiva obrera en los períodos tormentosos que iban a seguir, y de evitar el abismo de impotencia y de división que es hoy la situación de las clases explotadas. Los “realistas” del oportunismo creyeron economizar las pérdidas, los sufrimientos y la represión que comporta la lucha de clases: en realidad condenaron al proletariado y a la humanidad a sufrir la segunda guerra mundial y ver “prosperar” un capitalismo que solo sobrevive a costa de un baño de sangre cotidiano.

Por lo demás, lo que para el partido internacional del proletariado era entonces solo un error, era ya un cálculo para las fuerzas sociales ocultas que lo maniobraban.


Los fines últimos subordinados a la diplomacia nacional

Después del advenimiento de Stalin, la Internacional Comunista no obedeció más a los intereses generales de la clase obrera, sino que abrazaba los intereses y las ambiciones nacionales rusas. Los motivos viles que los hombres de Pekín denuncian hoy en sus compadres rusos comenzaron en realidad a manifestarse hace más de treinta años, y fue la segunda guerra mundial la que precipitó su confirmación. Desde el momento en que la presión del proletariado era desviada por Moscú hacia las vías constitucionales, desde el momento en que Rusia dejaba de ser el bastión avanzado de la revolución para transformarse en un estado nacional obrando en defensa de sus intereses, de su producción, de su seguridad, el antagonismo fundamental de la sociedad burguesa entre proletariado y burguesía debía necesariamente ceder el paso a los antagonismos interimperialistas. En los países vencidos, en particular, la burguesía no podía dejar de intentar, en algún momento, romper por la fuerza el círculo de asfixia económica en el que las había encerrado la paz incoherente de Versalles. Desde entonces la guerra era previsible, fatal; la guerra estaba allí. La guerra -que era imposible mientras la Internacional Comunista constituía la punta de lanza del proletariado revolucionario- se volvió inminente apenas la U.R.S.S., enrolada bajo la bandera del “socialismo en un sólo país”, no se preocupaba más que de elegir el mejor bloque en el conflicto que maduraba. Sin embargo, para que estallase el segundo conflicto imperialista, era aún necesario obtener la adhesión del proletariado: fue esta la obra del antifascismo.

Más arriba hemos visto cómo las fuerzas nacionales de la economía rusa, actuando a través de Stalin y sus cómplices, habían logrado liquidar la perspectiva internacionalista de Lenin para proceder a la construcción, no del socialismo, sino del capitalismo ruso. Al mismo tiempo, la Internacional Comunista se deshacía de toda oposición de izquierda (trotskista y no-trotskista) y se alistaba bajo la célebre fórmula de Bujarin: «Actuar en todas partes y siempre para el bien de los intereses de la diplomacia rusa».

A partir de 1929, la política de los partidos comunistas se alineó en bloque con este único objetivo. En los países cuyos gobiernos manifiestan alguna veleidad de acuerdo con la U.R.S.S., los comunistas pondrán en segundo plano su agitación social, aunque ello deba romper vastos movimientos reivindicativos. En los otros países, al contrario, lanzan ofensivas desconsideradas, aunque diezmen así la vanguardia obrera y arruinen los efectivos del partido.

Según su historia oficial, el Partido Comunista Francés habría luchado desde el primer día contra el fascismo. Nada es más inexacto. En realidad no ha habido en realidad lucha proletaria bajo la bandera del antifascismo. El antifascismo fue diplomacia y guerra entre los Estados, patriotismo y unión sagrada, pero nunca lucha de clase. Si es muy cierto que en Italia, en 1922, los obreros se defendieron fábrica por fábrica, ciudad por ciudad, contra los comandos fascistas apoyados por la policía, el ejército y hasta por la marina del Estado burgués, esta lucha se desarrolló bajo la bandera de la revolución y del comunismo y no bajo la bandera del constitucionalismo y del parlamento. Pero en Alemania, diez años más tarde, cuando hubiera sido necesario oponer a los camisas pardas la huelga general, única arma de clase del proletariado, el Partido Comunista alemán presentó su líder Thaelmann a las elecciones para la presidencia del Reich. Renunciaba así a la respuesta armada y ratificaba de antemano la elección democrática de los pequeño-burgueses fascistas que dieron naturalmente el poder a Hindemburg y a Hitler.

No, no ha habido, en el arco histórico del antifascismo, páginas heroicas escritas en nombre de la revolución proletaria y del comunismo. El antifascismo tuvo heroísmo para vender, con sus fusilados, sus partisanos, sus deportados, su carne de cañón lanzada en los mataderos del Pacífico, de Stalingrado o de Normandía, pero fue un heroísmo nacional, patriótico... un heroísmo burgués, aun cuando los que caían eran sobre todo obreros. Basta con la crónica de entonces para hacer justicia a un pretendido antifascismo comunista y proletario. Hitler tomó el poder en 1933, pero el Estado ruso, el Estado que enarbolaba todavía la bandera de Lenin y los bolcheviques, conservó frente a él la diplomacia benévola que había testimoniado a la difunta república de Weimar. Moscú encontró incluso su provecho en la reorganización política y en la centralización económica emprendida por el nuevo Reich: el sistema nazi, controlado estrechamente por las altas finanzas, aceleró la liquidación de las deudas contraídas con Rusia por la industria alemana, cuyo pago permanecía hasta entonces suspendido. Mientras los PC de todos los países aullaban contra el fascismo hitleriana, su “casa matriz” de Moscú continuaba las “buenas relaciones” con los verdugos que fusilaban a los comunistas alemanes.

La política rusa con relación al Reich cambió solamente en 1935, y no por motivos ideológicos y sociales sino pura y simplemente por razones de diplomacia nacional. Mientras tanto la U.R.S.S. había sido aceptada en la Sociedad de las Naciones y los PC celebraron como una victoria esta entrada en lo que Lenin definía como la cueva de bandidos del imperialismo. En Ginebra, alemanes y rusos mezclaban sus voces contra franceses, ingleses e italianos.

A la “seguridad colectiva” defendida por los países vencedores, ellos oponían un “desarme general” igualmente engañoso. Al igual que las polémicas actuales en la O.N.U. sobre la suspensión de las experiencias nucleares, las charlatanerías de la S.D.N. sólo servían para engañar a las masas y cubrir las sórdidas tratativas entre los Estados. El “Pacto de los Cuatro”, que Mussolini propuso a Francia, Inglaterra y a la Alemania hitleriana, tuvo por efecto aislar a Rusia y poner término a las buenas relaciones entre Moscú y Berlín. Fue entonces que la diplomacia rusa pensó en acercarse a la “gran democracia francesa”. El reaccionario Laval, jefe del gobierno francés, fue invitado a Moscú en mayo de 1935 para concluir allí un “pacto de asistencia” entre los dos países. Este hombre astuto se preocupaba poco de las cláusulas militares de un tratado cuya eficacia estaba subordinada a la aprobación de los miembros de la S.D.N. Lo que, por el contrario, le interesaba mucho más, era la posibilidad eventual de hacer cesar, tratando con la U.R.S.S., la intensa campaña antimilitarista de los comunistas franceses. Laval acertó perfectamente en su cálculo, y el regateo se tradujo en el viraje más sensacional que un partido obrero haya jamás efectuado. Al pié del protocolo del acuerdo fue agregada a pedido suyo esta frase cargada de consecuencias: «El Señor Stalin (sic) comprende y aprueba plenamente la política de defensa nacional seguida por Francia para mantener sus fuerzas armadas al nivel de su seguridad». Era una invitación explícita a poner fin a las campañas de L’HUMANITÉ, y fue escuchada. El mismo Thorez que, el 15 de marzo de 1935, declaraba en la Cámara: «No, nosotros no permitiremos que se arrastre a la clase obrera a una guerra de defensa de la democracia contra el fascismo», al año siguiente, en el momento de la ocupación de la orilla izquierda del Rhin por parte del ejército alemán, pronunció un discurso ultra-patriótico en el que invocó a Valmy, al “sol de Austerlitz” y a los “emigrados de Coblenza”.

Esta es la verdadera acta de nacimiento del partido comunista francés actual, patriota, chauvinista y jacobino. Este partido cuenta hoy todavía con algunos de los hombres que, en 1923, en el momento de la ocupación del Ruhr, incitaban a los proletarios franceses en uniforme militar a fraternizar con los obreros alemanes. Pero de este auténtico internacionalismo no queda ya nada, ni siquiera el recuerdo. Después de convertirse al patriotismo, sólo le quedaba adherir a la democracia y al “interés nacional”. Lo hizo en el curso del período que analizamos a continuación: “el gran sol de junio de 1936” consagrará, con el Frente Popular, la integración sin posibilidad de retorno de este partido en el campo de los defensores de los valores burgueses, en el campo de la conservación social que desde entonces nunca abandonó.












Siguiendo el hilo del tiempo

Pacifismo y comunismo


(de Battaglia Comunista, número 13 de 1949)


Ayer

En la tradición de los marxistas revolucionarios hay una muy sólida oposición al nacionalismo y al militarismo, a todo lo que tiene que ver con la guerra basada en la solidaridad obrera con el Estado burgués en guerra, por las famosas tres razones fraudulentas: defensa contra el agresor - liberación de los pueblos que gobiernan a otras naciones - defensa de la civilización liberal y democrática.

Pero una tradición igualmente sólida de la doctrina y la lucha marxista es la oposición al pacifismo, una idea y un programa que difícilmente pueden definirse, pero que, cuando no es la máscara hipócrita de los que se preparan para la guerra, se presenta como una ilusión tonta, según la cual, independientemente de la definición y el desarrollo de los contrastes sociales y las luchas de clases, se debe, desde posiciones opuestas de las opiniones y los alineamientos de clase, estar de acuerdo en el objetivo de la "abolición de la guerra" y de la "paz universal".

Los socialistas han argumentado siempre que el capitalismo causa inevitables guerras, tanto en la fase histórica en la que la burguesía establece su dominio mediante el establecimiento de Estados nacionales centralizados, como en la fase imperialista moderna en la que se evoluciona a la conquista de continentes menos desarrollados y los diversos Estados históricos compiten por el dominio. Quien quiera abolir la guerra debe abolir el capitalismo, y por lo tanto, si hay pacifistas no socialistas, debemos considerarlos como enemigos, porque, ya sean de buena o mala fe (y los primeros son peores en todos estos temas de nuestro movimiento y comportamiento), nos induce a ralentizar nuestra acción sistemática de clase y la lucha contra el capitalismo, sin alcanzar el objetivo ilusorio de un período capitalista sin guerras, que tampoco es nuestro objetivo.

En resumen: será útil, no obstante, establecer que el análisis marxista de las guerras entre Estados no se ha reducido nunca (véase Marx, Engels, Lenin) a simplistas consignas acerca de que no existen repercusiones sustanciales del desarrollo y el resultado de las guerras sobre los desarrollos y posibilidades del socialismo revolucionario, y si nos referimos a la actual fase muy moderna del capitalismo, un análisis completo no nos lleva en absoluto a descartar la posibilidad, después de más desarrollos, de un sistema capitalista organizado en todo el mundo en un complejo unificado, ya sea un superestado o federación, capaz de mantener la paz en todas partes. Esto parece cada vez más hoy como el ideal de los grupos super-bucaneros de capital y sus guardaespaldas como Truman, Churchill y los pequeños janjanes. No excluimos esta eventualidad de paz burguesa, que antes de 1914 fue pintada por los diversos ángeles normandos con colores idílicos, pero si la admitimos la consideramos una peor eventualidad que la del capitalismo, que genera guerras en serie hasta su colapso final; vemos en ella la expresión más contrarrevolucionaria y antiproletaria, la que, no es de extrañar en absoluto para la visión teórica marxista, que mejor se concentra al servicio de la opresión capitalista, en una fuerza policial mundial de hierro con un solo mando y un monopolio sobre todos los medios de destrucción y ofensa, los medios para suprimir cualquier insurrección de los explotados.

El pacifismo como rechazo genérico al uso de medios violentos de Estado a Estado, de pueblo a pueblo y de hombre a hombre, es una de las muchas ideologías vacías sin fundamento histórico que el marxismo ha destruido. Las doctrinas de no resistencia al mal, además de ser simplemente falsas y sin ejemplos históricos, sólo pueden servir para destruir dentro de la clase obrera los preparativos para la insurrección con el uso de la fuerza para derrocar el régimen burgués (que los marxistas no admiten podría caer de ninguna otra manera); son, por lo tanto, doctrinas contrarrevolucionarias.

El cristianismo mismo, hoy en día el principal medio para poner a dormir a los oprimidos y para aceptar la injusticia social con su horror a la violencia, que hipócritamente no prohíbe a los sacerdotes de todas las iglesias bendecir las guerras y las represiones policiales, como un hecho histórico fue uno de lucha, e incluso Cristo mismo dijo que no vino a traer la paz sino la guerra.

La tesis de que la guerra era inevitable en las sociedades antiguas y medievales, pero que una vez que la revolución burguesa y liberal se estableciera en todas partes, sería posible resolver los conflictos entre los Estados por medios pacíficos, siempre ha sido considerada por los fundadores del marxismo como una de las excusas más sucias y estúpidas del sistema capitalista. Karl Marx, quien siempre tuvo que lidiar con estos ideólogos del civismo burgués, no ocultó su infinito fastidio por esta tontería y terminó por blandir su látigo infalible sobre su balbuseo; y al romper con el falso revolucionarismo anarquista de Bakunin, una de las cuestiones de principio fue el hecho de que los anarquistas andaban alrededor de estos círculos suizos y cuáqueros.

Toda la poderosa campaña contra los socialpatriotas de 1914, que no puede ser recordada ni ilustrada lo suficiente en el arduo trabajo para llevar al movimiento proletario de regreso al camino correcto, los tachó al mismo tiempo de renegados, servidores del militarismo y servidores de la dirección burguesa correlativa de la solidaridad jurídica internacional y genevina, que consistía, para Lenin, en la verdadera Internacional capitalista para la contrarrevolución.


Hoy

En vísperas de cada guerra, el reclutamiento de milicias se hace hoy por medios más complejos que en los siglos pasados. En las sociedades greco-romanas, los ciudadanos libres luchaban y los esclavos se quedaban en casa. En la Edad Media, la aristocracia tenía la guerra como función y completaba sus ejércitos con voluntarios: voluntario y mercenario es lo mismo, ya que quien decide por su propia iniciativa ser soldado aprende el arte militar y busca un trabajo. La burguesía capitalista introdujo la guerra por la fuerza; alegando haber dado a todos la libertad civil, abolieron la libertad de no ir y morir; por el contrario, querían que la gente lo hiciera gratis o solo por la sopa. Un viejo melodrama cantaba en tiempos absolutistas: vendió su libertad, se convirtió en soldado. El censor se alarmó por la terrible palabra libertad y quiso que la cambiaran por lealtad. Sin embargo, el nuevo régimen burgués consideró la libertad personal demasiado noble para pagar por ella, y la tomó sin recompensa.

El Estado ahora tiene a mercenarios, voluntarios y soldados conscriptos a su disposición, pero la guerra se ha convertido en algo tan grande que todavía no es suficiente. Los efectos de la guerra pueden despertar el descontento de toda la población militar, o casi, y para controlarlo, además de las diversas gendarmerías del frente externo e interno, se debe llevar a cabo una movilización de propaganda a favor de la guerra, un ladrido colosal de mentiras de las que la historia de las últimas décadas nos hace testigos en oleadas, y que ha rehabilitado todo tipo de embusteros que registran las vidas de los pueblos, desde el chamán tribal, hasta el augur romano, hasta el sacerdote católico, hasta el candidato parlamentario.

Ahora, en esta preparación para la masacre, en esta fábrica de entusiasmo por el exterminio general, un personaje conocido está al frente de todo el macabro carnaval, la gran Idea, la Noble Causa de la Paz, la paloma blanca reducida a una “señorina” desplumada.

En la tienda de chatarra de la ideología burguesa, los líderes traidores han llevado a la clase obrera mundial a reunir todo, y los han llevado por el camino equivocado siguiendo a todas estas marionetas, entregándola, perdida y pasiva, a la voluntad de sus enemigos de clase.

Le han dado la palabra para luchar por todos los fines de sus opresores, han puesto a la clase obrera a disposición de la patria, de la nación, de la democracia, del progreso, de la civilización, en suma, de todo menos de la revolución socialista. Son capaces de ponerla a disposición de disturbios, insurrecciones y revoluciones, pero sólo cuando éstas sean las revoluciones de otros.

Cuando en Rusia todavía quedaban por hacer dos revoluciones, y como, según la visión marxista, no era posible hacer sólo una, había que luchar contra dos tipos de oportunistas (los mismos que Marx derrotó en la ola revolucionaria de 1848 en Europa): aquellos que querían implantar una economía socialista en el atrasado régimen zarista y aquellos que querían utilizar a los obreros para una revolución burguesa, argumentando que era necesario dejar vivir el régimen capitalista durante un tiempo suficientemente largo para que pudiera desarrollarse correctamente. Lenin esculpió la posición revolucionaria en una frase muy sencilla: la revolución debe servir al proletariado, no el proletariado a la revolución. Es decir: no estamos aquí para poner el movimiento obrero, que se refiere a nuestro partido, al servicio de las demandas o incluso de las revoluciones de otras clases, sino que queremos enviarlo a la lucha por los objetivos independientes y autónomos de nuestra clase y sólo de nuestra clase.

El presente movimiento de los llamados partidos comunistas sólo organiza a los obreros para enviarlos detrás de todas las marionetas del régimen burgués, para quemar sus energías al servicio de cada uno de los fines no proletarios, no de clase.

La campaña por la democracia y el liberalismo parlamentario y burgués amenazados por el fascismo, la lucha por las vergonzosas palabras de resurgimiento nacional, de nueva revolución democrática, palabras cien veces más insensatas que las que dieron los anti-bolcheviques en tiempos zaristas, es seguida ahora por una nueva y más ignominiosa etapa de patrañas mundiales: la lucha con el lema del pacifismo.

Este es un nuevo y mayor capítulo en el repudio y abjuración del comunismo marxista. La cruzada contra el capitalismo imperialista de América y del Occidente sería una palabra proletaria, pero en ese caso -además de que no es posible que sea dada por aquellos que han tendido los puentes para el desembarco, luego cobrando los salarios relativos- sería una palabra no de paz sino de guerra, guerra de clases, en todos los países.

La campaña de paz y los congresos que invitan a todos los pensadores no comunistas, no solo representan un derrotismo hacia el enfoque de clase del movimiento obrero, que merecidamente corona a todos los demás, no solo son un servicio de primera categoría prestado al capitalismo en general, sino que conducirán, como la gran cruzada democrática llevada a cabo de una manera sucia desde 1941 hasta 1945, a fortalecer las grandes estructuras del Estado Atlántico, que solo se derrumbarán cuando el sistema burgués se enfrente abiertamente a la vergüenza de sus falsas banderas de Libertad y Paz, con el fin de aplastarlo abiertamente con la dictadura proletaria y la lucha de clases.










LENIN CENTRALISTA ORGÁNICO
EL CENTRALISMO ORGÁNICO EN LENIN, EN LA IZQUIERDA Y EN LA VIDA REAL DEL PARTIDO


(II)











Los disturbios del 8 de enero en la capital brasileña hacen ondear las banderas de la democracia burguesa

En los últimos meses, Brasil se ha visto envuelto en una disputa en torno a las recientes elecciones presidenciales, un terreno familiar para las peleas a bofetadas, los sermones de los políticos y las acaloradas discusiones en la mesa familiar. Ninguna de estas actividades tiene importancia alguna para el proletariado, a pesar de que se anuncian como parte de la democracia, este sistema pútrido y mentiroso que diluye la voz y el poder del proletariado en llamamientos al “pueblo” y a la nación, a un ritmo que busca siempre desviar la lucha de clases hacia el camino inofensivo del parlamento.

DDespués de una primera vuelta en la que un montón de figuras insignificantes fueron eliminadas después de ser descartadas por el público y los medios de comunicación, Luís Inácio Lula da Silva, el principal candidato de izquierda, fue elegido presidente, desbancando a su predecesor, Jair Bolsonaro, muy difamado por su implicación en la corrupción y comentarios de choque – ergo, por no ser capaz de dirigir competentemente el Estado burgués. Pero mientras Lula promete “gobernar para todos los brasileños” y Bolsonaro grita y vocifera que hubo fraude en la elección, todos sabemos que es un esfuerzo infructuoso e inútil para cualquiera excepto para los políticos electos y sus grupos de lobbying.

En la misma tendencia que los bolsonaristas, los lulistas y sus aliados (PSOL, PCdoB, sindicatos del régimen) componen un grupo policlassista, solamente diferente de los primeros por su discurso, sus símbolos, y su composición numérica de clases y estratos sociales. Aunque arrastren grupos proletarios, lumpen-proletarios y campesinos en su seno, estos dos partidos son, en su programa y su práctica, burgueses. No plantean y nunca plantearán la independencia política del proletariado.

Un detalle importante a tener en cuenta son los resultados de las elecciones de 2022: mientras que Lula se jacta de haber movilizado a 60 millones de brasileños para que votaran por él, Bolsonaro consiguió alcanzar los 58 millones. Aunque esto suene extraño para los reformistas, hay que recordar que el Estado brasileño funciona a base de corrupción y gobiernos inestables y que la clase obrera en Brasil aún no posee organizaciones desarrolladas y competentes que puedan expandir su actividad en el terreno de la lucha de clases, dejando que los noticieros sean dominados por la basura populista y electoralista. Esto no es algo que haya sido ignorado por el proletariado brasileño, gran parte del cual no ve ninguna posibilidad de cambio sistémico dentro de esta democracia.

Para ilustrar este punto, de una población total de 214 millones, Brasil tiene un electorado registrado de 156 millones. De estos 156 millones de ciudadanos, Exame informa que alrededor de 32 millones no se presentaron a votar en ninguna de las dos vueltas de las elecciones (habiendo justificado su ausencia ante los tribunales o no – en el último caso, están obligados a pagar una multa). Según Estadão, otros 1,9 millones emitieron un voto blanco (aceptando al candidato que ganase) y casi 3,5 millones emitieron un voto nulo (no aceptando a ninguno de los candidatos en la segunda vuelta de las elecciones).

Lula y Bolsonaro juntos sumaron 118 millones de votos. Pero eso significa que 96 millones de personas – más del doble de la población de Argentina – se quedaron fuera de la “fiesta de la democracia” del país. Los políticos dicen tener un apoyo popular masivo detrás de ellos, pero al final del día, sólo pueden gobernar en nombre de la burguesía, y su otrora sólida popularidad frecuentemente se deshace en el aire.

Como hemos observado en los últimos diez años, Brasil ha visto el aumento de la prominencia mediática de una corriente de activistas y figuras políticas pequeñoburguesas de derecha, que se han unido tras la bandera “verde e amarela” de la nación, denunciando el “caos” y la “inestabilidad” de la política brasileña, quejándose de los escándalos de corrupción (pero nunca los de su facción) y dando espacio mediático a cualquiera que esté de acuerdo con su narrativa. Identifican una vasta y vagamente definida “conspiración comunista” como la fuente de todos sus males, en un calco del discurso estándar de la derecha política en todas partes, desde Estados Unidos a Europa y hasta los Estados menos prominentes del mundo. No reconocen el resultado de la elección de 2022 y creen que Bolsonaro la ganó.

El 8 de enero de 2023, esta chusma, dominada por pequeñoburgueses (pero arrastrando personas de otros grupos sociales) decidió unir sus fuerzas y marchar hacia los palacios del Estado en la capital, Brasilia, ocupando los edificios durante unas horas y participando en una bacanal de vandalismo, rompiendo ollas y volteando sillas, todo ello mientras retransmitía en directo sus actos y se hacían fotos unos a otros para que todo el mundo los viera. La policía dejó claros sus intereses de clase al negarse a hacer algo más que permanecer al margen y observar cómo la multitud sembraba el caos. Al enterarse, el presidente decretó una intervención federal en el distrito de Brasilia, enviando al ejército y al resto de la policía para detener a más de 1.000 manifestantes. Los palacios fueron rápidamente reocupados y el alboroto se calmó. Lula aprovechó la situación para plantear su propio discurso nacional-reformista.

Los medios de comunicación de la burguesía, sobre todo el portavoz de la familia Marinho, la Rede Globo, que ha apoyado inteligentemente a Lula y a la “democracia”, se apresuraron a condenar el incidente, lanzando un aluvión de palabras preocupantes, como “terroristas”, “criminales” e “insurrectos”. Han llorado hasta caérseles los ojos, por las mesas derribadas, los cuadros de Cândido Portinari rayados y las insignias del Estado brasileño profanadas. Diferentes gobiernos, la ONU y la OEA ya han repudiado los hechos y han llovido los ataques políticos contra el ex-presidente Jair Bolsonaro.

Mientras tanto, el proletario ve los acontecimientos en la televisión y dice “qué desastre”, se encoge de hombros y coge el autobús para ir a trabajar.

La “izquierda” brasileña, por supuesto, no se lo pensó dos veces a la hora de condenar heroicamente la ofensiva del peligroso ejército de influencers de Instagram y propietarios de tiendas de artículos de limpieza de piscinas, que descendieron sobre el templo sagrado del pueblo – el trotskista Esquerda Diário ha llamado al proletariado a organizar un “paro nacional contra los golpistas”, como si el aparato represivo del Estado fuera a tener más problemas para hacerles frente.

Estos actores del juego perpetuo del Estado burgués pueden lamentar las imágenes de todos los actos vandálicos ocurridos en los palacios estatales de Brasilia, como si se tratara de Roma y los vándalos; pero esto no concierne a los proletarios, la mayoría de los cuales nunca han visto infraestructuras decentes y garantizadas en sus barrios, en los lugares de trabajo o en las escuelas de sus hijos. Y mientras el nuevo gobierno contratará obreros para limpiar su casa en una semana, a estos últimos no se les puede ofrecer nada más que las acrobacias sentimentalistas y las palabras de Lula.

Ni que decir en cuanto que los acontecimientos del 8 de enero en Brasil fueron, hasta el más mínimo detalle, una réplica casi exacta de los del 6 de enero de 2021 en Washington. En ambos casos, un grupo de activistas pequeñoburgueses de derecha, histéricos, arrollaron a una guardia policial simpatizante, que no se les opuso, en la principal sede del gobierno del país, ocupando el edificio antes de ser rápidamente expulsados de las instalaciones. En ambos incidentes, los medios de comunicación burgueses en todo el mundo sembraron el pánico ante la amenaza de un golpe de Estado fascista, declarando que “la democracia está en peligro” como una princesa secuestrada. Y ahora, el Estado ha ajustado y mejorado un conjunto de herramientas que podrá utilizar y utilizará algún día contra el proletariado, cuando los politiqueros, las directivas sindicales traidoras y el discurso de la defensa de la nación y de la democracia no pueda contener sus luchas.

Como ya se ha demostrado, el golpismo pequeñoburgués de derecha se ha convertido en un hecho habitual e incluso previsible en la sociedad política moderna. Pero, a diferencia de los comentaristas del antifascismo, no atribuimos su auge a motivos abstractos. En cualquier caso, es la culminación lógica de las fuerzas tectónicas que se producen bajo el Estado burgués, una prueba condenatoria de que la clase dominante no puede gobernar como lo hacía antes. El viejo consenso, construido sobre la “lucha contra la corrupción”, se ha derrumbado, y ahora deben comenzar otra obra teatral, y casi todas las viejas facciones “anticorrupción”, que una vez apoyaron la presidencia de Bolsonaro, han abandonado el barco hace mucho tiempo.

Como una vez dijo sucintamente Marx en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”:

«La sociedad es salvada tantas veces como se va restringiendo el círculo de sus gobernantes, cuanto más prevalece un interés más exclusivo sobre intereses más amplios. Toda exigencia de la más simple reforma financiera burguesa, del liberalismo más ordinario, del republicanismo más formal, de la democracia más vulgar, es simultáneamente castigada como “atentado contra la sociedad” y estigmatizada como “socialismo”. “Y, finalmente, los propios sumos sacerdotes de la “religión y del orden” son expulsados a patadas de sus trípodes pitónicos, arrancados de sus camas en la oscuridad de la noche, metidos en furgones-prisión, arrojados a mazmorras o enviados al exilio. Su templo es arrasado, sus bocas selladas, sus plumas rotas, su ley hecha pedazos en nombre de la religión, de la propiedad, de la familia, del orden. Los burgueses fanáticos del orden son fusilados en sus balcones por bandas de soldados borrachos, su santuario familiar es profanado, sus casas bombardeadas por pasatiempo en nombre de la propiedad, de la familia, de la religión y del orden. La escoria de la sociedad burguesa finalmente forma la falange sagrada del orden y Crapülinski, el héroe, ingresa a las Tullerías como el ‘salvador de la sociedad”».

Los partidarios de Bolsonaro encajan bastante bien en este caso en el molde como seguidores de Crapülinski, pero las clases dominantes brasileñas no tienen ningún interés en más de lo que tienen que ofrecer. La democracia, con su reserva de chivos expiatorios, falsas soluciones y callejones sin salida pacificadores, ha demostrado ser más capaz de enmascarar y mantener la dominación burguesa que la desnuda dictadura militar (como la que gobernó Brasil desde 1964 hasta 1985) que pide la chusma pro Bolsonaro. La cúpula de las fuerzas armadas, satisfecha con sus pensiones y privilegios, que no se verán amenazados por Lula, también ha decidido retirarse de los focos de disturbios bolsonaristas, para no arriesgar de nuevo su patrimonio.

Y mientras la “izquierda” y el nuevo consenso se apresuran a proclamar la “victoria de la democracia contra el autoritarismo”, otros cambios tectónicos se deslizan bajo nuestros pies. Los partidarios de Bolsonaro han sido tan minuciosos a la hora de apropiarse de los símbolos sagrados de la nación – la bandera, la camiseta de la Confederación Brasileña de Fútbol, el himno nacional – que sus oponentes se han vuelto alérgicos a ellos por asociación. Incluso los medios de comunicación burgueses han admitido tácitamente que lo que llamamos Brasil se construyó sobre las espaldas de esclavos africanos e indígenas, una sociedad desigual por su procedencia. Y aunque es probable que los observadores caigan en las narrativas identitarias sin un partido o una cultura de lectura que explique las relaciones de clase de la sociedad (algo que siempre trabajaremos para difundir o recuperar), cualquier “magia” que una vez impregnó los otrora símbolos sagrados de la nación se está disipando y muchos han empezado a cuestionarse si representan en absoluto a las masas trabajadoras. Como escribimos en nuestro análisis de los disturbios del 6 de enero en el Capitolio de EEUU, en nuestra edición de febrero de 2021:

«Los disturbios del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos fueron la convulsión de un sistema social moribundo. La profunda crisis del capitalismo se convirtió en una crisis política en la primera potencia del mundo burgués. Estados Unidos no había visto una emergencia como ésta desde el estallido de su guerra civil en 1861, antes de que se alzara como la principal potencia capitalista. El alcance de su caída – desde el triunfo de la Unión en 1865 sobre la insurrección de los esclavistas hasta la toma del Capitolio por la turba MAGA – parecía impensable incluso hace unas semanas. Pero como observaron Marx y Engels, bajo el capitalismo “todo lo que es sólido se funde en el aire, todo lo que es sagrado es profanado, y el hombre se ve por fin obligado a enfrentarse con sentidos sobrios a sus verdaderas condiciones de vida, y a sus relaciones con los de su especie” (Manifiesto del Partido Comunista)».

Independientemente de sus sermones actuales, la burguesía brasileña y su Estado tratarán a los partidarios de Bolsonaro con un relativo tirón de orejas. El gobernador del Distrito Federal de Brasilia, el centro-derechista Ibaneis Rocha, fue suspendido de su cargo durante 90 días en represalia por no hacer lo suficiente para disuadir o aplastar a los alborotadores. Pero esto sólo significa que asumirá su cargo en abril de este año. Los partidarios del actual gobierno se jactan de utilizar tecnología de reconocimiento facial para identificar y atrapar a los alborotadores, que ni se molestaron en cubrirse la cara, pero el dinero y las conexiones les asegurarán la libertad bajo fianza o una jaula de oro.

Pero, por supuesto, como demuestra la represión cada vez más dura en los países vecinos de Brasil, nada de esto esperará a la próxima revuelta proletaria, que tratarán de aplastar por todos los medios a disposición de la burguesía y su Estado. A la clase obrera se le mostrará el guante de hierro – ya que esta clase, que sostiene a toda esta sociedad a través de su trabajo, es el único grupo desestabilizador que realmente asusta a la burguesía.

La clase obrera no merece ser el reposapiés de los políticos oportunistas y de las facciones de las clases dominantes.










8 de marzo de 2023
Es el capitalismo el que impide la liberación de la mujer

La opresión de las mujeres es una realidad en todos los países, incluso en los más democráticos y modernos, no solamente en los atrasados.

Desde Estados Unidos a Europa, desde Irán hasta Afganistán, desde África hasta América Latina; las mujeres proletarias pagan las contradicciones de esta sociedad dominada por las relaciones de producción capitalista. Peores salarios, negación del derecho a la educación, derecho al aborto, violencia de género, etc., etc.


¡Mujeres, trabajadoras, compañeras!

En este mundo desgarrado por la miseria, por las guerras, por el éxodo de masas desesperadas que huyen de conflictos y hambrunas, donde la mayoría del proletariado consume sus días en trabajos agotadores y alienantes, las condiciones de las mujeres son siempre más duras. La mujer es a quien se le pide trabajar largas jornadas en fábricas y oficinas, donde muchas veces realiza trabajos extenuantes por salarios de hambre, además es ella quien tiene que lidiar con el pírrico salario para alimentar la familia.

Este mundo desolado por la economía demente del capital, no le asegura una casa digna, no le promete salvar a sus hombres que son obligados muchas veces, a luchar en las infames guerras que enriquecen a la burguesía asesina, quien se aprovecha del sufrimiento de los refugiados para obtener mano de obra barata. Ni siquiera puede aliviar la dureza de su vida, dividida entre un trabajo a menudo pesado y el cuidado de los niños y la familia.

Esta sociedad no puede ofrecer ninguna mejora real de vuestras condiciones de vida y trabajo. El innoble régimen del capital les priva de lo que la vida gozosa y sublime podría ofrecer a los seres humanos. Si acaso sólo saben ofrecer la parodia de su emancipación, lo que suena a burla para los proletarios.


¡Mujeres, trabajadoras, compañeras!

No caigas en la ilusión del feminismo burgués. Sin la destrucción de las relaciones de propiedad actuales, no es posible la verdadera liberación de la mujer. Mientras exista la dominación del capital, el trabajo asalariado, la verdadera y plena liberación de la mujer nunca será posible.

La opresión de las mujeres solo desaparecerá en la sociedad sin clases y sin Estado político, la Sociedad Comunista. Cualquier reforma dentro de la sociedad mercantil no puede conducir a su liberación como mujeres.

Los derechos arrebatados al Estado burgués, el voto, el divorcio, el aborto, en el contexto del régimen del capital, se cuestionan constantemente y no eliminan las profundas causas de la esclavitud de las mujeres, en la familia y la sociedad. Solo llegan a una igualdad formal y legal, no efectiva y orgánica. De hecho, es en la igualdad civil donde se hace evidente la sumisión social de género.

La liberación de la mujer no consiste, como afirma el feminismo burgués, de la oposición del “pueblo femenino” contra el “pueblo masculino”, en el respeto a la conservación de la sociedad presente. Así, cualquier reivindicación de los trabajadores, se agregará a todas las de la clase de asalariados, en una lucha de clase común contra toda la sociedad burguesa. Solo bajo esta bandera se puede colocar la cuestión femenina y dilucidar las reivindicaciones específicas de las mujeres trabajadoras.

La exaltación de la mujer como mujer, así como del hombre como tal, son incompatibles con su forma de mercancía fuerza de trabajo, a la que los ha reducido la sociedad del capital.

Por reivindicaciones inmediatas con el objetivo de reducir el sufrimiento contingente, se deben movilizar los proletarios y proletarias, inicialmente en contra de la explotación capitalista, por pasar mañana al ataque y abatimiento del Estado burgués, baluarte de la opresión a la clase asalariada de ambos sexos, lanzando los reclamos de género contra el poder y la sociedad del capital!


¡Mujer, trabajadoras, compañeras!

En este momento particular de la historia:
     - En el que el ataque del Estado burgués a los efímeros derechos conquistados por los trabajadores con duras batallas, se exacerba con la inevitable agudización de las crisis económicas del capitalismo;
     - En el que los “pacíficos” burgueses nacionales intentan impedir, sofocar o desviar los anhelos de la lucha de clases, que reaparecen, aunque aún débiles, impulsados por el aumento de la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores;
     - En el que la miseria y las guerras obligan a masas cada vez más grandes, a huir de una parte a otra del mundo, que es “global” solo para los negocios de los imperialismos;
     - En el que una vez más el capitalismo hace que la clase trabajadora se hunda en sus guerras, para preservar su propia existencia,
¡la lucha de clases necesita de las mujeres, que puedan dar de sí mismas, enriqueciendo y completando el frente de lucha y su determinación! Su presencia es esencial, por vuestra doble condición material de opresión social, tanto en la lucha defensiva contra el capitalismo, como por el comunismo.

Como el ya enfermo Lenin dijo, sin la participación del elemento femenino el proletariado difícilmente podrá llevar a cabo su revolución victoriosa. Sin la lucha de las mujeres, la sociedad y nuestras vidas no podrán cambiar. Todo movimiento proletario sin el protagonismo de las mujeres, es más débil y condenado a la derrota.

El mundo espera que las mujeres proletarias pidan cuentas de sus vidas humilladas, degradadas y rotas. Nuestra especie necesita que la mujer proletaria tome el camino de la lucha, con orgullo y coraje, que la llevará a un futuro diferente, en el que puede conseguir su realización plena y gozosa como ser humano.








El gobierno Colombiano promueve reforma laboral tratando de mantener unida a la burguesiay pasiva a la clase obrera

Después de las protestas del 2021 y la elección del primer presidente de la llamada “izquierda” en Colombia, Gustavo Petro se ha centrado en dos cosas: la primera es evitar que se repitan episodios de movilización y protesta masivos como los del 2021 y promover reformas burguesas, que a menudo están en detrimento de la clase de terratenientes tradicional. El autoproclamado gobierno del pueblo no para de caminar de puntillas en sus reformas, tratando de evitar las tensiones políticas. Más bien utiliza las tensiones latentes para pasar leyes en el parlamento, que den una impresión de cambio con el fin de ganar en el camino a los trabajadores.

Un claro ejemplo de esto fue la reforma tributaria, donde el gobierno hizo todo lo posible para evitar aumentar el IVA, prefiriendo aumentar los impuestos sobre las clases más altas. Esta reforma se presentó un día después de la toma del poder del presidente, intentando mostrar “su voluntad” de cambio, cómo un gesto de buena fe hacia los trabajadores descontentos.

Adicionalmente, uno de los temas más importantes en la actualidad es la reforma laboral que se está discutiendo en el país. El objetivo del gobierno es flexibilizar la legislación laboral para aumentar la cantidad de trabajadores formales. Sin embargo, esta reforma ha sido objeto de controversia y debate en la sociedad colombiana. La reforma se está escribiendo mediante un acuerdo tripartito entre los gremios de empresarios, sindicatos y el gobierno. En el trasfondo de este debate subyace el tema del aumento de los costos laborales que se incrementarían a los empresarios en un contexto de mayor formalidad en las relaciones de trabajo. En este terreno el empresariado no cederá a cambio de nada.

Las propuestas de los gremios empresariales buscan maximizar la explotación laboral. Algunas de estas medidas incluyen la eliminación de recargos por trabajo nocturno, la reducción de prestaciones sociales para los trabajadores de medio tiempo, la reintroducción de multas por no dar un mes de aviso previo antes de renunciar, el aumento de la jornada de trabajo hasta doce horas al día, manteniendo la cantidad de horas a la semana y, finalmente, la solidificación de leyes que permitan tildar a los empleados como prestadores de servicio, cómo contratistas independientes.

Por otro lado, los sindicatos nacionales tienen una serie de contrapropuestas centradas en aumentar el derecho a la huelga y los derechos laborales. Estas propuestas incluyen la creación de una licencia de paternidad de doce semanas, la eliminación del requisito de voto unánime en el sitio de trabajo para declarar una huelga, la protección judicial del derecho a la asociación sindical, la prohibición de la contratación de empleados a través de empresas temporales y el aumento de los derechos de los contratos de aprendizaje. Además, buscan reducir los empleos informales y los contratos de prestación de servicios.

En medio de estas negociaciones está claro que el gobierno está dispuesto a dar concesiones para canalizar el descontento laboral hacia la negociación de esta ley, se buscaría evitar repetir la historia del 2021, donde una ley similar dio cabida a protestas masivas por parte de todas las clases, entre ellas el proletariado. Sin embargo, dentro de esto, el gobierno buscaría limitar lo más posible lo que se entregue, para evitar alterar el orden del capital nacional.

Dentro del marco de esta reforma el gobierno se enfrenta a varios conflictos internos, aunque la mayoría son reaccionarios y no tienen un gran respaldo popular. Sin embargo, hay una lucha proletaria que destaca, liderada por los profesores, esta comenzó en el Cauca, donde se hicieron huelgas para demandar mejores prestaciones de salud, con la atención directa del gobierno en lugar de una EPS intermediaria entre ambos. Las EPS (“Entidades Prestadoras de Salud”) son empresas privadas que manejan los fondos públicos de salud, brindando atención médica primaria y financiamiento a procedimientos médicos de terceros, estas abarcan un segmento importante de los negocios de los capitalistas en Colombia.

Estas protestas se han extendido a nivel nacional; ahora la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (FECODE) divide sus demandas en cuatro categorías: la primera agrupa a las destinadas a mejorar la educación pública, la segunda, las que buscan beneficios salariales, igualdad y aumento de salarios y pago de horas extras, la tercera las que persiguen mejorar la implementación del sistema de salud y prestaciones sociales, enfocadas al cumplimiento de las leyes actuales y la cuarta es la categoría de demandas para mejorar la seguridad laboral en las escuelas.

Este es un movimiento proletario con poco desarrollo político de clase, enfocándose más en cómo debe operar el sistema educativo, más no en las demandas de clase de los profesores cómo trabajadores. Su lista de demandas está poblada por peticiones para el establecimiento de torneos deportivos, la extensión de la educación a todos, la inclusión de ciertos temas en el currículum y muchas otras cosas, quitándole énfasis a los aumentos de sueldo, mejoras en seguridad, etc.

Además, el gobierno se ha enfrentado recientemente a otros conflictos, como el paro de taxistas, quienes protestaron contra la disrupción del mercado por plataformas digitales y el alto precio de la gasolina. Si bien esta lucha puede considerarse pequeña burguesa, ya que los dueños de taxis protestan para prevenir ser sacados del mercado por la consolidación de capitales más grandes en ese segmento de actividad económica, el paro duró menos de un día y el gobierno acordó mejorar el enfoque en leyes sobre plataformas digitales y ayudas para el precio de la gasolina.

El gobierno también ha enfrentado protestas por su convocatoria de diálogo público acerca de las reformas de salud, pensional y laboral, estas protestas conformadas por pequeños empresarios y trabajadores leales al partido del anterior gobierno, que ahora ejerce su rol opositor. Aunque estos movimientos fueron breves y sin gran ímpetu de pelea, son característicos de la pequeña burguesía, que se mantiene beligerante en la escena política y que tanto la oposición como el gobierno tratan de atraer hacia sus posiciones.

El tema de la salud no solo está presente en las luchas sindicales. Colombia enfrenta actualmente un importante desafío en materia de salud, donde se busca implementar una reforma que busca mejorar el servicio y eliminar intermediarios privados encargados de administrar los fondos estatales de la salud, proveer cubrimiento a los usuarios finales y mediar las interacciones de los ciudadanos con los entes prestadores de la salud cómo los hospitales. En su lugar el gobierno mediará directamente entre empresas de la salud y usuarios para mejorar el servicio y resolver la insolvencia de muchas EPS.

Sin embargo, estas reformas no han sido bien recibidas por todos. La asociación de empresarios se opone a la eliminación de las EPS y sugiere la creación de nuevas EPS para cubrir las zonas más desfavorecidas. Además, se oponen a los controles de precios, argumentando que tales controles limitarían la innovación en el sistema de salud.

Hay una fuerte oposición de la burguesía a estas reformas, ya que ven la eliminación de las EPS como una amenaza a su inversión privada en el mercado de la salud. Mientras tanto, el gobierno busca implementar políticas que beneficien al sistema burgués en general, aunque esto pueda ser en detrimento de una sección particular de la burguesía.

En conclusión, la nueva administración burguesa Colombiana ha probado su deseo de evitar confrontaciones, y restablecer la unidad nacional. Mayormente se pide a la burguesía algunas migajas, como no subir impuestos al proletariado, algunas mejoras en las condiciones de trabajo y otras. Con el entendimiento de que son necesarias para calmar a una clase trabajadora que recién despierta. Las reformas se pasan en el senado con una velocidad impresionante por la misma razón.

El proletariado permanece mayormente calmado hasta ahora gracias a las expectativas e ilusiones que estimulan estos estos anuncios de “cambio”. No está claro que rumbo tomarán las luchas actuales en lo inmediato, pero evidentemente la presencia de un partido proletario y, por lo tanto, de una clase que se mueva para sí misma, es necesaria.










Terremoto en Turquía‑Siria
Poder de la tectónica - Impotencia del Capital


El destino y los hombres

“Lo que pasó pasó. Estaba en los planes del Destino” - Erdoğan

En la literatura islámica el destino, incluido entre los preceptos de la fe durante el período omeya, se define a grandes rasgos como la creencia de que todo lo que ha sucedido y sucederá proviene de Alá, que nada puede suceder fuera de la voluntad y la omnisciencia de Alá. Según el Islam sunita no se considera musulmán a quien no acepta los preceptos de la fe.

Palabras similares a las pronunciadas por Erdogan a las víctimas del terremoto en una de las tiendas de campaña, son utilizadas a menudo por la burguesía turca, en un país que en el papel es 99,8% musulmán, aunque en realidad la mitad, quizás más, de la población es musulmana no observante, agnóstica o atea. Por eso, poner en juego el destino da la impresión de querer ocultar la propia negligencia y fomentar conflictos ideológicos entre los componentes religiosos y laicos de la sociedad.

Erdoğan avivó las llamas al equiparar las duras críticas de sus oponentes con la invalidación del precepto de la fatalidad, impidiendo que la mitad de la sociedad impugne la inevitabilidad de la destrucción y de la muerte. En resumen, estas decenas de miles de hombres habrían muerto incluso sin el terremoto, ¡porque estaban destinados a morir! Lo que será será, las precauciones no cuentan. La televisión turca muestra los rescates de niños milagrosamente, del fantasma de la madre que conduce a los rescatistas bajo los escombros. La cifra de muertos por este terremoto se acerca a los 50.000 y podría llegar a los 100.000: ¡lo sabe el destino!

Si nos adentramos a considerar la naturaleza material del “destino”, de las construcciones inadecuadas, del proceso migratorio descontrolado y desasistido, de la discriminación racial y el acoso contra los kurdos y otras minorías de la región, de la administración corrupta y los mecanismos de control, veremos cómo el “destino” ha tejido sus redes sin nada sobrenatural. Es cierto, es “destino” que los edificios, construidos sobre fallas, sin tener en cuenta el conocimiento científico, sin inspecciones y pruebas de resistencia a los terremotos, se derrumben como castillos de naipes. Este “destino” no cambiará hasta que cambien las premisas terrenales.


La tectónica

Se estima que el terremoto que azotó diez provincias de Turquía y los distritos de Alepo e Idlib en Siria ha sido destructivo de este siglo, después del de Haití. Turquía está atravesada por 550 fallas activas y tales desastres no son una sorpresa. El 66% del país se encuentra en zonas sísmicas de primer o segundo grado. Con el terremoto del 6 de febrero se activó una de las dos principales fallas que la atraviesan, la que separa la península arábiga de África y que, junto con la del mar Muerto, es una de las más activas del Oriente Medio. Los expertos esperaban que la falla de Pazarcık se moviera, pero no la falla de Amanos en Hatay. Tampoco se esperaba el desprendimiento de la falla de Sürgü, que se produjo 9 horas después.

Se prevé un terremoto en la región comprendida entre la llanura de Amik hasta el Mar Rojo en un plazo de entre 10 y 30 años, que afectará a parte de Turquía pero sobre todo a Siria, Líbano, Israel y Jordania. Y los científicos han advertido durante mucho tiempo que un terremoto de magnitud similar se avecina en Estambul, como el que azotó el sur de Turquía y Siria. En Estambul, al igual que en las otras 10 ciudades afectadas por el terremoto, continúan emitiéndose indultos urbanísticos para regularizar edificios ilegales. El 90% de las edificaciones no son aptas para resistir las cargas sísmicas esperadas en la región. Para 2023 se espera que la población de Estambul alcance los 18 millones. La sobrepoblación está haciendo que esta gigantesca ciudad sea cada vez más decrépita y caótica. A partir de la gestión de este terremoto, se puede predecir cómo se gestionará el próximo: incluso el destino de Estambul, permaneciendo el capitalismo, ya está escrito.


La gestión capitalista de la emergencia

El informe preliminar del terremoto, que ocurrió en el distrito de Pazarcık de Kahramanmaraş a las 4:17 am, ya estaba en manos de los funcionarios estatales a las 5 am. El primer comunicado de prensa llegó una hora y media después y decía que los equipos de rescate habían partido.

Pero, según cifras del gobierno, 40 horas después del terremoto, solo 7.035 soldados estaban trabajando en la región. Se dice que solo en la hora 57, 16.785 soldados estaban presentes para los esfuerzos de socorro. Para entonces, ya alrededor de 6.000 hombres, provenientes de otros países, con perros de búsqueda y salvamento, estaban activos en el rescate. El ejército estuvo como siempre presente en Malatya, con destacamentos en Diyarbakır y Adana, y con una brigada en ­Kahramanmaraş. Entonces, si los suministros y equipos de protección hubieran sido enviados sin demora, junto con las fuerzas locales de la Dirección de Manejo de Desastres y Emergencias (AFAD) y la Media Luna Roja, se podrían haber salvado muchas vidas a las 6 a.m. Miles de soldados podrían haber comenzado a escavar en sus ciudades.

Los equipos enviados por el gobierno llegaron a Hatay -ciudad a la que los voluntarios se trasladaron en sus vehículos personales- dos días después del terremoto porque las carreteras, dijeron, estaban intransitables. Muchos atrapados bajo los escombros no pudieron ser alcanzados ni extraídos, incluso cuando se conocía su ubicación. Miles perdieron la vida después de días de espera, a pesar de que sus seres queridos pedían desesperadamente equipos de rescate.

Pero el dolor de los sobrevivientes no se limita al luto. Muchos edificios públicos, hospitales, aeropuertos y escuelas están inutilizables. En muchas provincias, los daños en las carreteras dificultan mucho el transporte. No hay acceso a electricidad, agua y gas.

Las réplicas serán casi tan fuertes como las mayores y aquellas de menor intensidad se sentirán todavía por un año. Tomará tiempo evaluar los daños y preparar planes de contingencia. Mientras tanto, los residentes tendrán que permanecer fuera de sus hogares porque incluso los edificios con daños menores podrían colapsar mientras tanto. Los restos de la población de la región, de más de 13,5 millones de inmigrantes no registrados, ahora están sin hogar y necesitan de todo. Las ciudades de tiendas de campaña instaladas para los millones de personas sin hogar no son suficientes.


Movilización espontánea de la clase obrera

De no haber existido una gran solidaridad de clase desde los primeros momentos del terremoto, la situación hoy podría haber sido aún peor. Muchos de debajo de los escombros pidieron ayuda. Ante la falta de respuesta de las instituciones, los civiles se reunieron en escuelas y gimnasios comunicándose a través de las redes sociales e inmediatamente comenzaron a coordinarse y trabajar de manera efectiva. Trabajadores de muchos sectores, desde trabajadores de la salud hasta mineros, acudieron espontáneamente.

Los proletarios presionaron a los patrones para que los enviaran a ayudar, pero a menudo no se les permitía. Quienes tenían vacaciones anuales las usaban para entregar ayuda a la región o identificar los gritos de lamento de los sobrevivientes bajo los escombros. 


La actitud de los sindicatos combativos

Mientras que las bases más combativas de las confederaciones sindicales como DISK y KESK participaron activamente en la movilización, el sindicato de trabajadores de la salud de KESK y Gıda-İş de DISK se opusieron, como siempre, a los ataques racistas contra los refugiados. Sin embargo, las intervenciones de los líderes oportunistas de estas confederaciones y de sus sindicatos federados, en general, no fueron más allá de las habituales visitas a la región.

Umut-Sen, una organización de sindicatos de base, declaró el estado de emergencia y acudió a las zonas del terremoto con todos los trabajadores disponibles. El Umut-Sen hizo las siguientes peticiones: «Hacer todo lo posible para salvar inmediatamente a los que todavía están bajo los escombros; informar a la población sobre la situación, sin ­sembrar el pánico ni engañar; las telefónicas reactivan las líneas a los usuarios morosos; los grupos de rescate, institucionales y voluntarios no están en competencia, sin restricciones legales; los fondos estatales deben usarse sin límites; los trabajadores en las zonas afectadas por el terremoto son puestos en licencia administrativa mientras dure el riesgo del terremoto».

Especialmente en regiones con bajo potencial de votos para el gobierno actual, una gran parte de la clase trabajadora, que ya desconfiaba, se dio cuenta de que el Estado estaba dejando morir a las víctimas.

Muchos trabajadores donaron lo que pudieron, pero la mayoría consideró adecuado confiar en una organización benéfica fundada por un artista de música alternativa, en lugar de las organizaciones estatales especialmente creadas.


Construir con fines de lucro

Todos los distritos de Hassa en Hatay, Islahiye y Nurdağı en Gaziantep están construidos sobre fallas. Ningún código de construcción lo impide. Según las investigaciones de los geólogos ha habido licuefacción de la tierra en parte de la llanura de Amik hacia Hatay y en la costa de Iskenderun. Las estructuras construidas en estas tierras no podrían haber resistido tal terremoto.

Pero si la naturaleza del terreno hubiera sido bien identificada, y las estructuras correctamente diseñadas y construidas, y en los lugares correctos, el número de muertos habría sido mucho menor.

Turquía es un país populoso al que ha llegado una gran inmigración en los últimos años. La población ha aumentado a un ritmo que la infraestructura de las ciudades no ha estado en capacidad de acoger. La dificultad de la situación no es difícil de comprender, pero atribuir al desastre natural la única causa del gran número de víctimas despierta indignación en cualquiera que haya estudiado los terremotos en otras partes del mundo y sus consecuencias. Los datos demuestran que en regiones con la misma densidad de población e intensidades sísmicas similares, ¡las tasas de mortalidad aumentan proporcionalmente al poder económico del país! Quiere decir, ¡más capitalismo es igual a más muertes!


Excesos inmobiliarios

La Administración de Desarrollo Habitacional (TOKİ), institución de la que Erdogan se hizo cargo poco, después de asumir el cargo, se ha convertido en un centro de poder desde 2004. La TOKİ ha adquirido valiosos terrenos a coste cero o simbólico y los ha puesto a la venta mediante licitaciones.

En los años siguientes el sector inmobiliario se desarrolló muy rápidamente. Otros países han demostrado que una economía basada en el rápido crecimiento del sector inmobiliario está destinada a entrar en crisis. De hecho, en 2014 hubo un enorme excedente de unidades de vivienda en toda Turquía, especialmente en Estambul. Cuando los bancos subieron las tasas de interés, los trabajadores de bajos y medianos ingresos dejaron de comprar casas. Por lo tanto, recurrieron a compradores del extranjero. Mientras todavía se están sacando los cuerpos de los escombros, los funcionarios de TOKİ anunciaron que estaban ofreciendo 30.000 apartamentos “cuya construcción ya estará completa en un año”.

Se sabía que la tensión de la falla, que no había producido un gran terremoto en mucho tiempo, estaba aumentando. Pero los habitantes no lo sabían. La necesidad de vivienda para la población, que crecía rápidamente también por la inmigración, era codiciada por las empresas constructoras. Las casas de baja calidad habían sido vendidas o alquiladas a precios exorbitantes a inmigrantes que huían de condiciones imposibles. Muchos inmigrantes también se vieron obligados a sobrevivir en condiciones de extrema pobreza en estructuras insalubres.

La situación de la clase obrera de origen turco no es mucho mejor, los salarios no aumentan a pesar del aumento de los precios. Esto ha provocado una gran afluencia de masas pobres a las ciudades. Ninguna infraestructura institucional estaba suficientemente financiada para manejar una llegada a gran escala de refugiados sirios. En muchas ciudades de Turquía, todos los servicios, desde el transporte hasta la salud y la educación, son muy inadecuados. Las escuelas están abarrotadas, el transporte público es inadecuado e insuficiente, las oportunidades laborales son limitadas. Las colas por puestos de trabajo son interminables. Hay necesidad de médicos en los hospitales, maestros y conserjes en las escuelas, etc. No están cubiertos muchos puestos de operador en casi todos los sectores. Las ciudades, insalubres, causan epidemias y los desastres naturales se vuelven extremadamente letales.

Pero al capitalismo no se preocupa de la pérdida de vidas humanas, por perseguir las ganancias. Compartiendo el mismo destino en muchas ciudades, los trabajadores viven en los peores y más vulnerables hogares.


En Siria

El gobierno de Assad prácticamente no ha enviado la ayuda, recibida de diferentes partes del mundo, a las ciudades afectadas. Estas eran áreas que el gobierno cree que están controladas por fuerzas “terroristas”. Cientos de mujeres y niños secuestrados por grupos extremistas islámicos fueron dejados morir bajo los escombros. Assad también continuó lanzando bombas sobre las víctimas del terremoto.

A la población de la zona, que ya necesitaba ayuda desesperadamente, Naciones Unidas envió los suministros habituales, apenas suficientes para mantenerlos con vida, muchos de estos ni siquiera útiles para hacer frente a la emergencia del terremoto.

Actualmente, se estima que 5,3 millones no tienen hogar y necesitan ayuda.


Los refugiados sirios

Millones de refugiados que huyen de la guerra, que han entrado en Turquía de forma legal e ilegal, que son utilizados como mano de obra barata y viven en la pobreza extrema, también han sufrido los efectos del terremoto. Muchos de ellos han sido objeto de muestras de racismo, incluso por parte de la policía, que los acusa de saqueo. Se encuentran compitiendo por tiendas de campaña con las víctimas del terremoto. Tampoco pueden beneficiarse de las ayudas elementales que el Estado proporciona de forma limitada y con gran retraso. Si sumamos las muertes entre los migrantes no registrados, que ni siquiera serán contados, ¿cuántos miles sumarán el total de víctimas?


Lecciones y confirmaciones

En el capitalismo, un régimen social en el que los conflictos de intereses económicos y las fricciones políticas se superponen sobre todo lo demás, la gestión de desastres siempre se establece de la manera más rentable para el capital.

A ambos lados de la frontera era claro que la urgencia de rescatar a la multitud de sobrevivientes era secundaria. En los primeros días del terremoto, cuando se podía haber realizado la mayor cantidad de rescates, los dos Estados afectados por el terremoto, e incluso otros que prometieron ayudar, redujeron sus esfuerzos al mínimo.

La burguesía turca -que, para reducir el número de desempleados, empuja a los jóvenes a envejecer en las universidades, en “pasantías”, o a morir en las guerras internas y externas- se ha beneficiado del hecho de que miles de hombres han desaparecido de las estadísticas a causa del Destino. Sólo el oficialismo se queja de que sus posibilidades en las elecciones se han reducido. En Siria, el régimen de Assad no tiene motivos para quejarse si un terremoto golpea a grupos de combatientes opuestos. Acumula ayuda internacional y es testigo de una masacre que puede llevar a cabo sin desperdiciar bombas.

Estas catástrofes muestran que la única fuerza en la que pueden confiar todos los estratos más bajos de la sociedad es la clase obrera. Este terremoto nos deja una lección: hubiera sido posible salvar muchas más vidas si los trabajadores en condiciones de prestar ayuda profesional (técnicos, mineros, albañiles, sanitarios, docentes...) hubieran podido salir de sus lugares de trabajo y podido participar con prontitud en el esfuerzo de socorro. Una organización de verdaderos sindicatos de clase de las diversas categorías, si existiera, habría permitido prepararse con anticipación y movilizarse rápidamente. Pero todo esto bajo el régimen del capital es imposible.

Contra el racismo, contra las condiciones de vida insalubres, contra la crisis de la vivienda, contra la persecución de los trabajadores extranjeros, los proletarios deben organizarse en sindicatos de clase. La respuesta de la clase obrera turca y siria, aplastada día tras día en sus condiciones de vida, a la burguesía, que no se interesa por la vida de los trabajadores, sólo puede ser la lucha de clases, que tiene la característica natural de actuar colectivamente. Esta actividad sindical podrá cumplir positivamente sus objetivos sociales sólo bajo el poder del Estado proletario.

El Partido Comunista Internacional, que ha aprendido las lecciones del drama histórico, a la luz de la doctrina marxista, es la guía que necesita la clase obrera para vivir como clase y como clase vencer.









El trabajo de todos nuestros grupos converge en la reunión internacional del partido

(En Video-Conferencia del 23 al 25 de septiembre 2022)



Orígenes del Partido Comunista de China
Las directivas del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista y el Pleno de agosto de 1922

El segundo Congreso del Partido Comunista de China en Julio de 1922 recibió lo establecido en el Segunda Congreso de la Internacional sobre la táctica a adoptar en la cuestión nacional y colonial, con la que los comunistas Chinos habían podido familiarizarse solo con la participación de sus propios delegados al Congreso de los comunistas y de las organizaciones revolucionarias del Lejano Oriente a principios de 1922.

Sin embargo, no faltaban profundas divisiones sobre la cuestión de la táctica a seguir respecto al movimiento nacional-revolucionario, especialmente sobre la cuestión de la colaboración con el Kuomintang. El Partido preveía marchar al lado del Kuomintang, todavía considerado un partido revolucionario nacional. Pero en su segundo el congreso no discutió de la fórmula propuesta por Maring de un “bloque interno” en el Kuomintang, con los comunistas que tendrían que ingresar al partido nacionalista para el trabajo revolucionario revolucionario desde adentro, yendo, en la idea de Maring -que obviamente se basó en la experiencia que había adquirido en Indonesia- para formar allí un ala izquierda.

Entonces, a pesar de que la cuestión de la táctica respecto al movimiento nacional-revolucionario estaba lejos de resolverse definitivamente, la conclusión del segundo congreso no dejó dudas sobre el propuesta defendida por Maring, que simplemente no fue adoptada.

Sin embargo, Maring había obtenido en Moscú una especie de luz verde del CEIC para la su línea. El 18 de julio de 1922, de hecho, el CEIC había formalmente asumido algunas recomendaciones de Maring sobre China en un documento, probablemente redactado por Radek, con el cual los comunistas Chinos eran instruidos a trasladar su sede a Cantón y realizar su trabajo en estrecho contacto con Maring, mientras que otro documento identificaba a Maring como el representante del Komintern y del Profintern en el sur de China, con valides hasta septiembre de 1923.

El traslado de la sede del Partido a Canton, podía basarse en el hecho de que en el sur de China había menos represión, seguramente tomado de las declaraciones de Maring, quien en el informe presentado a la Internacional sobre la situación en China había señalado que en el área cantonesa había un ambiente más favorable para el desarrollo del movimiento revolucionario dada la presencia y la fuerza que allí ejercía el Kuomintang. Por eso, esta decisión también asumió la significado de una inclinación política a favor de una cooperación más estrecha con el Kuomintang.

Sin embargo, no hubo una declaración escrita en la que la Internacional aceptara y indicase a China la táctica del ingreso de militantes comunistas al Kuomintang.

Sin embargo, el CEIC produjo un posterior documento, las “Instrucciones para la representante de la CEIC en el sur de China”, con el que estableció la línea de que los comunistas Chinos debían adoptar. El documento también contenía las siguientes indicaciones:

«II) La Comité Ejecutivo ve al partido Kuomintang como una organización revolucionaria, que conserva el carácter de la revolución de 1912 y tratando de crear una república China independiente. Por lo tanto las tareas de elementos los comunistas en China deben ser las siguientes: a) la educación de los elementos ideológicamente independientes, que deben constituir el núcleo del Partido Comunista Chino en el futuro; b) Este partido crecerá de acuerdo con la creciente división entre burgueses, pequeño burgueses y elementos proletarios. Hasta ese momento los comunistas están obligados a apoyar al partido Kuomintang y especialmente esta ala del partido que representa a los elementos proletarios y trabajadores manuales.

«III) Para el cumplimiento de las estas tareas los comunistas tienen que organizar grupos comunistas de seguidores en el Kuomintang y también en los sindicatos».

Las indicaciones de los líderes de la Internacional, si bien no eran un respaldo explícito de la línea de Maring, contenían no pocos elementos de ambigüedad respeto al correcto enfoque revolucionario que se había establecido en el Segundo Congreso de la Internacional; ­elementos que, sin embargo, una vez desarrollados allanaron el camino al oportunismo.

En realidad del documento del CEIC pareció emerger la convicción de los líderes de la Internacional, de la inconsistencia del joven Partido Chino, tanto que se identificó entre las principales tareas de los comunistas en China la de educar a los elementos que en el futuro constituirían el núcleo del PCdC, prácticamente como si el Partido estuviera aún por formar. Esto llevó a la decisión de obligar a los comunistas a apoyar al Kuomintang y se introdujo una fórmula que en el transcurso de acontecimientos posteriores sería, en muchas circunstancias, nefasta para el destino de la revolución en China, que consistió en apoyar a esa “ala” del Kuomintang que se creía que representaba a los “elementos proletarios”. Por primera vez se hizo camino la teoría de que dentro del partido de burguesía china podía identificarse una “izquierda”, una facción dispuesta a representar las aspiraciones del proletariado, que debía ser apoyada y fortalecida con el trabajo de los comunistas.

En todo caso, ya a mediados de 1922, la Internacional dio a los comunistas chinos la indicación de “organizar grupos comunistas de seguidores en el Kuomintang”, que era esencialmente lo propuesto por Maring y rechazado por los comunistas chinos, ya que solo podría llevarse adelante con un trabajo de los militantes comunistas en el Partido Nacionalista.

Para vencer la resistencia dentro del Partido Comunista de China, Maring convocó el Pleno de Hangzhou, probablemente entre el 28 y el 30 de agosto de 1922.

Sobre esta importante reunión algunos de los participantes han aportado diferentes reconstrucciones. Es muy probable que Maring habría utilizado las “Instrucciones para el representante de la CEIC en el sur de China” como respaldo de la International a su táctica. Para aplastar a la oposición, Maring habría invocado la autoridad de la Internacional Comunista, instando a los participantes a someterse a su disciplina. Bajo esta presión, los dirigentes del PCCh votaron por unanimidad la táctica de unirse al Kuomintang.

Sólo imponiendo la disciplina de la Internacional Maring logró hacer cambiar la posición previamente asumida por el PCdC y hacer que abrazara a la burguesía en una alianza táctica que se logró con la formación de un “bloque interno” comunista en el Kuomintang.

El pleno de Hangzhou por lo tanto el inicio de ese período decisivo para las relaciones entre el Partido Comunista de China y el Kuomintang, después de lo cual, en el tercer congreso del partido, los comunistas chinos cederán definitivamente la bandera de la revolución en China al Kuomintang, que se convertirá entonces en la fuerza central de la revolución nacional. Los comunistas irán a trabajar para el partido de burguesía china, renunciando a la independencia política y organizativa del Partido, y terminarán atados a la dirección y la disciplina burguesa del Kuomintang.

Este (el Kuomintang), que después de haberlos utilizado, pasará a la brutal liquidación de las fuerzas proletarias y comunistas.



La guerra civil en Italia
La clase obrera y el Partido Comunista contra el frente Estado fascismo y reformismo

El informe comenzaba relatando algunos extractos de un documento interno del movimiento fascista emiliano, que analizaba con lucidez el estado de las fuerzas sociales en ese momento, poniendo en evidencia el papel contrarrevolucionario del PSI y la CGL. Documento que será interesante leer en su totalidad, en la publicación ampliada del informe.

Este documento destacaba cómo la campaña antimilitarista del PSI, por la desmovilización, así como también la electoral, sólo habían servido para desarmar y distraer a las masas proletarias, enredándolas en el ilusorio juego de las conquistas democráticas. Ante esta completa desintegración de la clase obrera, los fascistas estaban seguros de su victoria inminente e inevitable. Interesante esta afirmación, que aunque desde lados opuestos de la valla, coincidía con nuestras tesis: «Cuatro millones de soldados inquietos eran temibles, siete millones de votantes obreros y campesinos no son de temer».

La táctica del fascismo era clara: «Hay que golpear de la manera más rápida y segura, dar la impresión de terror para que la estupefacción envilezca y someta a las multitudes embriagadas de cantos y palabrotas hasta el día de hoy. La noticia de los golpes infligidos paulatinamente a la demagogia roja, será la mejor propaganda para revivir el espíritu patriótico.» Añádase a esto el balido pacifista de los gurús socialdemócratas y los falsos revolucionarios maximalistas.

La lectura de este documento nos muestra que fueron los fascistas quienes primero reconocieron, el trabajo de desintegración de las fuerzas del proletariado realizado por el Partido Socialista y la Confederación General del Trabajo. No fue casualidad que el mismo Ludovico D’Aragona, secretario general de la CGL y diputado socialista, lo admitiera en septiembre de 1922: «Sin embargo, sigue siendo nuestro honor y orgullo haber impedido el estallido de esa revolución que los extremistas meditaban...» Y de hecho, siguiendo la misma línea política, pocas semanas después D’Aragona & C. declararon su voluntad de participar activamente en el gobierno de Mussolini.

El informe pasó luego a exponer la actividad práctica desarrollada por el Partido Comunista desde los días siguientes a su fundación y cómo éste, en muy poco tiempo, había logrado imponerse entre las masas trabajadoras gracias a sus múltiples labores de propaganda y agitación política. Pero sobre todo por las justas y correctas directivas sindicales del partido, que lograron un consenso cada vez mayor entre las filas proletarias.

Ya en agosto de 1921, el partido lanzó un llamamiento a favor de un frente sindical unido y de una huelga general en defensa de la clase obrera. Los dirigentes de la CGL que habían definido la propuesta comunista como loca y demagógica, en lugar del frente único, implementaron la táctica del “caso por caso” (asumir por separado y sin coordinación luchas que fueran surgiendo en cada empresa): contra las fuerzas unidas de la reacción burguesa y patronal, los trabajadores se movilizaron en forma desorganizada y de manera fragmentada. En otras palabras, se implementó exactamente lo que quería el fascismo, quién temía ser abrumado por una posible acción nacional contemporánea en cada ciudad y región de Italia. Sin embargo, incluso con la oposición de los bonzos sindicales de todos los tipos y matices, el plan de acción comunista conquistó masas proletarias cada vez mayores.

En el Consejo Nacional de Verona, el PCd’I tuvo un gran éxito, recogiendo cerca de medio millón de votos.

Pero fue después de Verona que la plataforma comunista se hizo conocida, debatida y recibida con creciente fervor por las masas proletarias.

Llegó febrero de 1922; los dirigentes sindicales, incapaces ya de tomar partido abiertamente contra el frente único, porque éste era reivindicado en todas las asambleas y congresos por todos los trabajadores, decidieron dar vida a su mascarada, “La Alianza del Trabajo”, forjada entre los dirigentes burocráticos de las diversas organizaciones gremiales.

No se concedió representación proporcional en los órganos directivos, a las minorías presentes en los distintos sindicatos; sin preparación; sin programa; ningún congreso nacional de la Alianza que fije sus objetivos y acciones. Y como veremos, dirigido por aquellos que siempre habían luchado contra él, tuvo que vivir y morir sin gloria.

Mientras tanto, el proletariado italiano fue objeto de un ataque masivo y feroz por parte de los patronos, el terror fascista y la represión estatal. La táctica del caso por caso sólo servía para facilitar la acción terrorista del fascismo, que podía concentrar en un punto determinado toda la fuerza de su organización militar, contra la que rara vez podía vencer la heroica resistencia proletaria local.

Mientras tanto, el Partido Comunista intensificó su batalla a favor del frente único y la huelga general. Inspirado por la base sindical, el Consejo Nacional se reunió en Génova a principios de julio. Aquí también los comunistas tuvieron un muy buen éxito. Al día siguiente del Consejo Nacional, los acontecimientos se precipitaron. Ante la expansión de la violencia fascista, la CGL y la Alianza Laboral pusieron fin a las huelgas en curso, dejando a los proletarios indefensos a merced del terror de los escuadrones negros.

Luego, después de haber saboteado repetidamente cada acción de defensa del proletariado, la Alianza Obrera, inesperadamente y sin haber hecho la menor preparación, proclamó, en agosto, la huelga general nacional “en defensa de la legalidad”, es decir, para allanar el camino del gobierno a la socialdemocracia.

En los días de la huelga el proletariado se comportó magníficamente; el fascismo comprometido en todo el territorio nacional vivió momentos de derrota. Si las fuerzas de la clase obrera que entraron en el campo hubieran sido mejor dirigidas y utilizadas, se habría producido la contraofensiva proletaria, de la que se produjeron muchas manifestaciones.

El Comité Ejecutivo del PCd’I declaraba: «Con especial satisfacción constatamos cómo todas las fuerzas del partido han cumplido su cometido con una compacidad y una disciplina admirables, demostrando cómo nuestra organización adquiere la capacidad de responder a su misión: situarse en la cabeza del proletariado italiano, libre de todos los líderes perezosos e ineptos, para las inevitables batallas de mañana».

Traicionados por los líderes sindicales, los socialdemócratas y los autodenominados revolucionarios, quedaron a su suerte, recibieron la última ola de violencia y terror que golpeó al proletariado italiano. Las ciudadelas proletarias que aún no habían capitulado fueron sitiadas, ya a espada y fuego, por las fuerzas militares conjuntas, fascistas y estatales. Una por una fueron atacadas y muchas de las cuales fueron conquistadas solo después de una feroz lucha. En otras, sin embargo, el proletariado logró salir victorioso. Memorables fueron las batallas de Novara, Ravenna, Ancona, Savona, Forlì, Bari, Roma, Turín, Milán, Parma y muchas otras. Descripciones a las que nos referiremos en futuras publicaciones en la prensa del Partido. Luego, además de las gloriosas hazañas del proletariado, se describirán las innobles negociaciones con el enemigo de clase, operadas por los bonzos confederales y los líderes socialistas. Pero también veremos que el proletariado, derrotado en el campo, siguió poniendo en práctica la consigna comunista de “no cejar en dar ningún golpe al enemigo”, y así nunca cesó cierto tipo de guerra de guerrillas.

Posteriormente, el informe llamó la atención sobre la estructura clandestina del PCd’I que, tras la llegada al poder del fascismo, gracias a la experimentada actividad de su Oficina Ilegal, pudo mantener casi intacta su estructura organizativa.

Hicimos uso del informe presentado a la Internacional el 16 de mayo de 1923 por Bruno Fortichiari, jefe de la Oficina Ilegal del PCd’I.

«Todo el trabajo del partido − dice el informe – excepto el periódico y la fracción parlamentaria, se ha vuelto clandestino [...] Todas las comunicaciones han permanecido intactas; sólo unas pocas organizaciones locales sufrieron grandes pérdidas. La policía se ha llevado mucho material encriptado, pero no ha obtenido la clave y no ha podido descifrarla [...] Ahora la correspondencia se ha reducido al mínimo y se conserva sólo en casos excepcionales [...] Se creó una “oficina comercial” para cubrir la oficina ilegal». Luego, el informe pasó a analizar en detalle la estructura organizativa que el Partido se había dado para operar en la clandestinidad. Con respecto a la actividad ilegal, leemos:

«Publicado ilegalmente: (después de la toma del poder por los fascistas) 160.000 ejemplares de un manifiesto (impreso en una imprenta legal, pero ilegalmente); 100.000 ejemplares del Manifiesto del 1 de mayo (impreso en una imprenta legal), 20.000 ejemplares del folleto de los soldados, 12.000 ejemplares de folletos del partido (todos impresos ilegalmente en una imprenta legal). El partido adquirió un multicopista ilegal en Milán y también en Turín. En Roma hay un funcionario que ayuda al partido a imprimir en el multicopista. La compra de 10 máquinas de impresión en Alemania fracasó debido a la falta de fondos [...]

«Las organizaciones militares han sido disueltas. Las armas están disponibles en manos de camaradas individuales y en pequeños almacenes [...] En general, los trabajadores y campesinos en Italia poseen armas en cantidades bastante grandes.

«Los camaradas italianos pueden obtener e imprimir fácilmente tarjetas de identidad.»

Los pasaportes para países extranjeros «no se pueden imprimir [pero] los cuadernillos vacíos se compran y luego se llenan. Hay timbres fiscales, etc. Las falsificaciones tienen cierto éxito.»

Del acta de la reunión de la comisión ilegal de la CEIC [22 de mayo de 1923], sacamos también esta otra interesante noticia. «La oficina ilegal también realiza reconocimientos en otras organizaciones y partidos. La información se obtiene a través de simpatizantes o compañeros enviados allí con ese propósito. Para esta labor, los camaradas son enviados a organizaciones fascistas, masónicas, etc. La oficina ilegal también tiene una persona en el ministerio. El compa Martini dice que se hicieron intentos de enviar a sus hombres a la policía secreta. Dos compañeros fueron enviados allí, pero fueron removidos debido a los recortes de personal. Por otro lado, es bastante fácil conseguir diversos materiales secretos a cambio de dinero».

Estas breves noticias dan la imagen de un partido obligado a trabajar en completo secreto, pero plenamente activo y vital.

Actividad y vitalidad que hasta el Duce del fascismo se vio obligado a confesar públicamente. El informe, que comenzaba con un documento fascista de 1920, terminaba informando del discurso de Mussolini en la Cámara del 7 de julio de 1924. ¡Solo podemos agradecer a Benito Mussolini por la excelente ilustración de la actividad clandestina del Partido Comunista de Italia!




La actividad sindical del partido en Italia

La actividad sindical actual del partido en Italia se puede dividir en cuatro áreas: la redacción de notas, artículos y folletos; participación directa en manifestaciones y huelgas; intervención dentro de las organizaciones sindicales; colaboración con la Coordinadora de Trabajadores Autoconvocados (CLA).

Desde hace casi 10 años -desde el número de enero de 2013- el partido ha vuelto a insertar una página fija en el diario italiano “de corte programático y combativo”, titulada “Por la unión de clase”.

En el número de junio, acompañando del volante que repartimos en las manifestaciones por la huelga general contra la guerra del 20 de mayo, convocada por todo el sindicalismo de base, publicamos un comentario sobre su marcha y preparación.

Pudimos seguir de cerca su elaboración a través de la Coordinadora Autoconvocada de Trabajadores (CLA), que fue invitada a participar en las reuniones organizativas preparatorias, así como de todas las instancias -incluso no clasistas- que apoyaron su impulso, justo de la primera asamblea nacional del partido en Milán el 9 de abril, en la que intervinimos tanto repartiendo volantes del partido como con un discurso en nombre de la CLA.

Cabe recordar que la CLA incluye militantes sindicales de diversas organizaciones del sindicalismo combativo: de sindicatos de base y de sectores de oposición en la Cgil. Muchos pertenecen a varios grupos políticos, entre los cuales nuestro partido está claramente en minoría. La CLA se constituyó y funciona a nivel político-sindical, no político-partidista, sobre la base de una orientación compartida por nuestro partido, y que precisamente lo caracteriza, que es la de la unidad de acción del sindicalismo combativo y trabajadores. Aun reconociendo las limitaciones en la preparación de la huelga del 20 de mayo contra la guerra, y la baja adhesión a la misma, nuestro juicio no fue negativo, pues le dimos importancia a:

- al valor del intento de organizar una acción de la clase trabajadora contra la guerra imperialista en curso en Ucrania, frente al dogma belicoso desplegado por el régimen burgués en Italia y en Europa, y la inacción de los sindicatos de régimen dirigidos a impedir cualquier reacción en este sentido de los trabajadores;

- al hecho de que, a pesar de vacilaciones y vacilaciones, finalmente todo el sindicalismo de base se sumó a la huelga.

Esta sentencia, similar a la relativa a la anterior huelga general unitaria del 11 de octubre de 2021, nos distingue, en el ámbito de las agrupaciones y partidos obreros activos en el movimiento sindical, la mayoría de los cuales, opinan negativamente o desvalorizan la importancia de esta acción del sindicalismo de base contra la guerra. De hecho, a diferencia de nosotros, le dan demasiada importancia a la debilidad numérica de las movilizaciones actuales y demasiado poco a las características que las hacen susceptibles de un desarrollo futuro más amplio.

El primer factor de esta desconfianza es la escasa consideración en que se sostiene la acción autónoma de la clase trabajadora, fruto del planteamiento político oportunista que considera de mayor valor un movimiento popular, interclasista, que -en el mejor de los casos- tiene la clase obrera “en el centro”. En cambio, afirmamos que las clases medias y los estratos sociales no proletarios pueden a lo sumo incorporarse a un movimiento autónomo de la clase trabajadora, lo cual es imposible sin su identidad, su organización distinta y separada y su capacidad de movimiento.

Según este planteamiento, por ejemplo en lo que se refiere a la oposición a la guerra imperialista, buena parte de estos grupos obreros oportunistas valoran mucho más las grandes manifestaciones pacifistas de carácter interclasista que las huelgas de una parte minoritaria de la clase obrera. Nosotros, en cambio, sabemos que sólo la movilización de nuestra clase es capaz de impedir o detener la guerra imperialista.

Por lo tanto, un primer intento de movilización de los trabajadores a nivel sindical, es decir, de clase, contra la guerra es de gran importancia, en la perspectiva cierta del crecimiento de los conflictos inter-imperialistas y la presión del régimen burgués sobre la clase obrera para doblegarla al militarismo.

El segundo factor de desconfianza – en la base del juicio diferente al expresado por nuestro partido sobre el fondo de la huelga contra la guerra y del anterior de octubre de 2021 – es la escasa importancia que se le da al carácter unitario de estas movilizaciones, es decir, al hecho de que todas se han adherido a las organizaciones sindicales de base. Este carácter unitario no aparece en la condición inmediata como para haber dado lugar a avances sustanciales en la participación en las huelgas así convocadas.

Como explicamos en nuestros artículos y volantes, la acción unitaria de las organizaciones del sindicalismo combativo -sindicatos de base y oposiciones de clase en la Cgil- no es en sí misma la solución mágica al actual estado de pasividad de la clase trabajadora. Esto es el resultado de una serie de factores complejos relacionados con el centenario ciclo de la contrarrevolución que se inició a mediados de la década del 20 del siglo pasado.

La acción unitaria de las organizaciones del sindicalismo combativo, llevada a cabo de manera constante y orgánica, es decir, en todos los niveles de acción sindical -corporativa, territorial, categórica, nacional y confederal- es la condición subjetiva para favorecer el más rápido retorno a la lucha de los trabajadores, cuando las condiciones objetivas se tornen favorables en este sentido.

Por el contrario, la persistencia de conductas oportunistas que fraccionan la acción de los sindicatos de base es un factor de freno, de mantenimiento del control de los sindicatos del régimen sobre los trabajadores y del estado de pasividad de estos últimos.

Además, la dirección de la unidad de acción del sindicalismo combativo, agitada en la base de sus organizaciones, es útil para sostener y organizar la lucha contra los dirigentes sindicales y su oportunismo, en la perspectiva según la cual esa unidad de acción permanente y orgánica, que conduce a un frente sindical único de clase, sólo puede ser en su contra y en detrimento de ellos

En los últimos dos años hemos asistido a un cambio parcial de rumbo por parte de la dirigencia de los sindicatos de base. Se manifestó primero con la huelga nacional unitaria en el sector de la logística el 18 de junio de 2021. Cabe recordar que en esta categoría hace apenas unos años donde se dio el choque más duro entre SI Cobas y Usb. Luego el rumbo unitario condujo a la huelga general del 11 de octubre de 2021, una movilización aún lejos de ser una verdadera huelga general pero la más exitosa en comparación con las acciones similares de años anteriores. Luego vino la huelga general contra la guerra del 20 de mayo.

Finalmente, la manifestación unitaria en Piacenza el pasado 23 de julio, en respuesta a las detenciones de los dirigentes de Usb y SI Cobas.

Este curso unitario se desarrolló, y probablemente continuará, entre límites, vacilaciones y reveses.

No creemos que sea el resultado directo de la acción de lucha gremial que realiza nuestro partido en este sentido, incluso a través de la CLA. Es el efecto de la maduración de las condiciones de la lucha entre las clases que, exacerbadas, se hace cada vez más necesario la dirección de la unidad de acción del sindicalismo combativo que adelantábamos e indicamos, y por tanto vulnerable de las dirigencias oportunistas de los sindicatos de base a la crítica de nuestro partido y a la propuesta de la correcta dirección.

* * *

En el número de junio de esta revista publicamos el comentario de una asamblea nacional convocada en Florencia el 15 de mayo por el Colectivo de fábrica de la antigua Gkn, en la que participamos como representantes de la CLA. Esta asamblea nos ha permitido así reiterar algunos puntos importantes de nuestra orientación sindical, cuáles son las verdaderas características de un movimiento de clase y la relación entre la lucha económica y lucha política de la clase obrera.

Aquí añadimos sólo una consideración, que está conectada con la anterior. El Colectivo de la fábrica de la antigua Gkn ha conseguido sumar en torno a su lucha contra el cierre de la planta un movimiento de cierta envergadura, como para desplegar diversas manifestaciones muy concurridas, la más exitosa con más de diez mil participantes. La asamblea del 15 de mayo también fue un éxito, con más de trescientos presentes. Estos números han llamado -con razón- la atención de todo el sindicalismo combativo, de sus militantes, y también de la CLA.

Sin embargo, a pesar de las movilizaciones participativas, en la medida en que los jefes del colectivo fabril de la antigua Gkn han dado más importancia a la unión de su lucha con movimientos interclasistas -como el estudiantil y ecologista- que a la unión con otros movimientos obreros y, de manera aún más marcada, respecto a la unidad de acción del sindicalismo combativo, las perspectivas del pequeño movimiento al que han dado vida son más efímeras que las de las acciones unitarias del sindicalismo de base, aunque por ahora menos llamativo en términos de participación.

El trabajo, la insistencia, por parte de nuestro partido, ha tendido a explicar cómo la capacidad de movilización del colectivo de la antigua Gkn se originó en el trabajo sindical realizado en los últimos años, hasta el anunciado cierre de la fábrica por parte de los propietarios, y cómo la única perspectiva futura está fuera de la fábrica, pero en la clase asalariada, trabajando por la unión de las luchas obreras y el sindicalismo combativo, y no por la construcción de un movimiento vagamente popular.

Los compromisos asumidos por el Colectivo de la antigua Gkn para las manifestaciones programadas para los próximos meses de carácter interclasistas, y la ausencia de una seria y determinada iniciativa encaminada a encaminar y fortalecer el movimiento de lucha sindical de clase, confirman, es decir, lo que ya se había esbozado al observar la evolución de los personajes de las manifestaciones y reclamos desde el inicio de la disputa en julio de 2021 hasta hoy.

A dispersa estas energías de lucha obrera en el pantano del genérico interclasismo, una vez más en detrimento del necesario trabajo de reconstrucción de la fuerza sindical de clase, contribuyó el planteamiento político oportunista de los jefes obreros del Colectivo y su pertenencia a la Cgil. Se devalúa el potencial de acción autónoma de la clase obrera y no se fortalece promoviendo la unidad de acción del sindicalismo combativo.

Perseguir realmente y hasta el final la unidad de acción del sindicalismo combativo de hecho no puede conducir a las áreas de oposición en la Cgil a romper con la disciplina interna de ese sindicato, revelando la imposibilidad de que prevalezca una dirección clasista en su seno y la necesidad de organizarse fuera y contra ella.

* * *

Después de la huelga contra la guerra del 20 de mayo, hubo otras reuniones entre los dirigentes sindicales pero esta vez reservadas solo para ellos, en las que por tanto ni la CLA ni nuestros compañeros pudieron participar.

Ha habido confusión sobre las iniciativas generales a impulsar en los meses de otoño. Fue registrada en la Comisión de Garantías la convocatoria de una huelga general de Si Cobas Usb y Cub para el 21 de octubre; comunicación enviada el 15 de julio pero no difundida entre los trabajadores por los sindicatos promotores.

El domingo 18 de septiembre, el SI Cobas realizó una asamblea nacional en Bolonia, titulada “Relancemos la oposición proletaria a los planes de miseria, el militarismo y las políticas de matanza social patronal”, desde la cual lanzó una huelga general para el 2 de diciembre.

Finalmente el 24 de septiembre, todos los principales sindicatos de base remitieron a la Comisión de Garantía la comunicación de la proclamación de la huelga general unitaria para el viernes 2 de diciembre.

Probablemente en esta confusión y en espera jugaron un papel las elecciones políticas burguesas del 25 de septiembre, de manera similar en cuanto a lo sucedió con la Cgil, cuya dirección ha decidió suspender por ellos el congreso sindical.

Estas vacilaciones no son positivas, considerando además que, ante la afirmación de los partidos burgueses de “derecha”, la Cgil presumiblemente, como siempre lo ha hecho, se entregará a cierto activismo en las movilizaciones, cuya primera señal fue la convocatoria -sin esperar a que pasen las elecciones- a una manifestación nacional en Roma el 8 de octubre. Pero el hecho más importante y positivo es que por segundo año consecutivo el sindicalismo de base convoca de manera unitaria a la huelga general: el problema consistirá ahora en su adecuada preparación.

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Entre la huelga contra la guerra del 20 de mayo y las vacilaciones de parte de los dirigentes de los sindicatos de base en las semanas previas a las elecciones, en julio se cuenta la historia de la detención en Piacenza de 8 dirigentes locales y nacionales de SI Cobas y de la Usb. El arresto se produjo como parte de una investigación de la fiscalía de Piacenza. Es el tercer intento – al menos limitándonos a los principales – de atacar el movimiento sindical de clase en el sector de la logística a nivel judicial, dos veces por la fiscalía de Piacenza, una vez por Modena.

En los dos primeros casos, todos los cargos fueron retirados durante el proceso judicial. En este tercer intento, que por primera vez involucra no sólo a SI Cobas sino también a la Usb, la acusación más grave y central, la de “asociación para delinquir”, ha llegado a ser desestimada a menos de dos meses de su inicio.

Leyendo los extractos de la investigación levantada por el fiscal, en realidad parece obvio cómo se caracteriza en un ataque puramente instrumental, con fines antisindicales, para frenar las huelgas en el sector logístico y destruir los sindicatos de base que organizan ellos.

La reacción a las detenciones fue bastante positiva en cuanto a la participación en las manifestaciones locales y nacionales del 23 de julio en Piacenza, considerando que tuvieron lugar en pleno verano. Un aspecto positivo fue la reacción unitaria de SI Cobas y Usb: en Piacenza los trabajadores de los dos sindicatos marcharon mezclados en la misma procesión, no divididos en dos segmentos. Pero en la manifestación del 3 de agosto ante el tribunal de Bolonia la Usb estuvo ausente.

Participamos en la manifestación del 23 de julio en Piacenza distribuyendo un volante que fue rápidamente traducido a cuatro idiomas.

La CLA también intervino con un volante titulado “Unir con lucha y organización lo que el Estado quiere dividir e intimidar con represión”.

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La Coordinadora de Trabajadores Autoconvocados, además de la manifestación nacional en Piacenza el 23 de julio, intervino con dos volantes durante los meses de verano.

El primero fue el 2 de agosto en la fábrica Piaggio de Pontedera, donde el 27 de julio se produjo una huelga en la que los trabajadores se unieron, con una procesión en la fábrica, tras la grave lesión de un obrero.

En esta fábrica trabaja desde hace tiempo un grupo de delegados del área de oposición en la Cgil, metalúrgicos encuadrados en la Fiom. Hace varios años estos delegados habían sido suspendidos por Fiom Cgil pero no abandonaron el régimen sindical, y finalmente fueron readmitidos en él. Hace seis años una minoría de estos delegados dejó la Fiom para unirse a la Usb. Entre los delegados del área opositora en la Cgil permanecieron en ese sindicato, y los que se pasaron a la Usb, desde un inicio hubo un clima de discordia. Hace algunos meses, incluso los delegados del área opositora en la Cgil que habían permanecido en ese sindicato del régimen decidieron dejarlo, y cambiarse a un pequeño sindicato de base, llamado Sial Cobas. Así que ahora en el Piaggio de Pontedera hay dos sindicatos de bases.

En la cercana fábrica de la antigua Continental, ahora llamada Vitesco, hace algunos años una parte de los delegados de la Fiom, también aquí adherentes al área opositora en la Cgil, había dejado el sindicato del régimen para unirse a la Usb. Estos delegados han tenido un duro enfrentamiento con el grupo dirigente local de la Usb, incluidos los delegados de la Usb en Piaggio. Junto a un miembro del ejecutivo provincial de la Usb, finalmente decidieron abandonar ese sindicato de base y se adhieron también al Sial Cobas.

El segundo volante realizado por la CLA fue el 9 de septiembre en un centro postal de Ponsacco (Pisa) donde unos días antes había fallecido un trabajador.

Finalmente, el 12 de septiembre se publicó un documento, elaborado por uno de nuestros compañeros y modificado sólo en pequeña medida, titulado “Contra el alto costo de la vida es necesaria una acción unitaria del sindicalismo combativo para la construcción de un movimiento general por fuertes aumentos salariales”.

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El 1 de septiembre, en una asamblea nacional de la Usb contra la guerra, realizada en Génova, distribuimos un volante titulado “El primer paso para detener la guerra imperialista es hacer huelga para negarse a pagar los costos”.

Este volante y el de la CLA fueron distribuidos en Roma el sábado 17 de septiembre en una “Asamblea Proletaria Anticapitalista”. Estuvieron presentes dos de nuestros compañeros y dos activistas sindicales de la CLA. Esta asamblea, que quisiera ser un organismo de carácter permanente, es lo que queda de aquel Pacto de Acción Anticapitalista creado hace tres años por la dirección de SI Cobas, encontrando apoyo principalmente, fuera del sindicato, en una agrupación política juvenil estalinista. Esta operación de la dirección de SI Cobas fue duramente criticada por nosotros, porque pretendía crear un organismo híbrido entre partido y sindicato. Habíamos expresado el fácil vaticinio de un rápido fin de este Pacto de Acción, lo cual ocurrió, por voluntad de las principales fuerzas que lo habían impulsado, incluida la propia dirección de SI Cobas. Algunas organizaciones menores que se habían adherido a él no querían abandonar el proyecto, y con fuerzas menores lo rebautizaron como “Asamblea Proletaria Anticapitalista”. Ésto por lo tanto, se caracteriza por tener el mismo defecto del Pacto de Acción impulsado por la dirección de SI Cobas. Uno de nuestros compañeros intervino reiterando, con un discurso muy bien articulado, la necesidad de mantener separadas los dos ámbitos, sindicato y partido.







Con plena homogeneidad de propósito y programa se realizó la reunión general del partido

(En Video-Conferencia del 27 al 29 de enero de 2023)


Según los acuerdos tomados y detalles de las instrucciones del centro, hemos llegado a la reunión general de trabajo del partido, de la cual en estas páginas damos un primer informe resumido para los compañeros que forzosamente estuvieron ausentes y para los lectores.

En el conexión, de forma remota, grupos e individuos, militantes experimentados de diez países, se conectaron de manera ordenada y estable. Se ha confirmado la eficacia de la organización, ahora probada, que prevé la presentación de los reportes de las secciones y los informes temáticos, previamente traducidos al italiano, inglés y español, que son seguidos en voz alta por las preguntas, las consideraciones y las adiciones de los compañeros, inmediatamente traducidas a los otros dos idiomas.

Como ya se desprende de los breves resúmenes que aquí se reportan, se ha constatado el excelente nivel de nuestros estudios, cuya finalidad no es descubrir nuevas verdades en la teoría del partido, que corrijan o integren la original, o nuevas vías imprevistas que la historia estaría abriendo. La utilidad de nuestra investigación es aprovechar el bagaje inagotable del marxismo y de la experiencia viva del partido histórico para construir, sobre esta piedra, el partido de mañana.

Este el orden de los trabajos.

Viernes 27: Reunión organizativa, reservada a las comunicaciones a todo el partido, de los distintos grupos de trabajo y secciones, con más detalle, ampliando y compartiendo respecto a lo realizado en la continua correspondencia interna con el centro y en el seno de los grupos de intervención y estudio.

Sábado y domingo: Exposición de los informes sobre temas específicos a profundidad. Esta es la lista:


SÁBADO
Teoría del conocimiento: la formación de ideología burguesa
Nuestra nueva aproximación al estudio de la economía marxista
Orígenes del Partido Comunista de China
La revolución Húngara de 1919
Efectos de la crisis sobre el Japón de hoy
La palabra del partido sobre guerra en ucrania
DOMINGO
El “Ejército Rojo”en 1923 en Alemania
Curso de crisis capitalista
Los actuales protestas sociales en iran
Luchas sindicales en curso:
 - en el Reino Unidos
 - en los Estados Unidos
 - en América Latina
 - en Francia
 - Actividad sindical en Italia

  

 

Cada sesión, con una duración de seis horas, interrumpidas cada una por dos breves pausas.

La exposición de algunos informes importantes se pospuso para la próxima reunión por falta de tiempo.

Al final nos despedimos después de escuchar las conclusiones del centro y el resumen de los compromisos para el futuro próximo de nuestra pequeña pero firme, bien entonada y conectada organización.


Teoría de la conciencia
La ideología de la burguesía: En el principio era el verbo

A veces encontramos en las religiones intuiciones de gran poder, a las que la filosofía y la ciencia de la burguesía, a veces siglos o milenios más tarde, no alcanzan. Esto no es tan extraño si consideramos que las religiones más antiguas estaban más cerca de la base material de la sociedad, mientras que las mismas religiones, en fases posteriores, han producido construcciones ideológicas que han llevado a la sociedad, con sus relaciones sociales, a lo alto de los cielos.

La burguesía ha hecho lo mismo de diversas maneras, desde Kant y Hegel hasta hoy en día. El cristianismo primitivo estaba más cerca de las bases materiales que el cristianismo posterior; el judaísmo, como expresión de relaciones sociales más arcaicas, era más cercano a estas bases que el cristianismo. Los judíos, en la Biblia, oraban a su dios por la abundancia de las cosechas y la fecundidad de las mujeres y los animales. No oraban por la salvación de un alma que, podríamos decir, aún no había sido inventada. Los mismos cristianos del siglo I no tenían la concepción del alma que conocemos, sino que hablaban de la resurrección de los cuerpos en el día del juicio, después de un largo sueño de muerte.

El prólogo del evangelio de Juan dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. El autor, refiriéndose a Cristo y por lo tanto a Dios, utiliza el término griego “logos” que significa palabra, discurso, razón, causa, ley. Jerónimo entre el siglo IV y V traduce “logos” al latín “verbum”, que significa palabra, discurso, verbo. En español se traduce como “verbo”. Logos es un término ya presente en la filosofía griega más antigua, pero es con el filósofo judío Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús, que se entiende de la manera que será luego de los neoplatónicos, y es apropiada por el cristianismo, como un término medio entre Dios y el mundo, del cual Dios se sirve para crear el mundo. Este término medio que une a Dios y el mundo, que es Dios y el mundo, por lo tanto, Dios y el hombre, se presta bien a ser entendido como Cristo.

“Logos” a su vez era la traducción de un término hebreo más antiguo: “Davar”. También este término significaba “palabra”, pero palabra que no se distingue del hecho y que es uno con él. Evidentemente, formaba parte del lenguaje de una sociedad que precede al “pecado original” de la división en clases.

La traducción latina es más acertada que la griega. Dios es el verbo, Dios es la palabra, pero no una palabra cualquiera. No es el motor inmóvil de los griegos. El verbo es una palabra en movimiento, una palabra que es movimiento, modificación, creación, tensión hacia el futuro. La mejor traducción del incipit joánico es la de Goethe, que hace decir a su Fausto: “En el principio era la acción”.

Este dios, esta realidad que no es estática, sino acción, movimiento, modificación, creación, tensión hacia el futuro, no es más que la materia. Las características aquí enumeradas son las características de la materia. Una intuición verdaderamente poderosa, expresada en lenguaje y con construcciones ideológicas de mito, religión y magia.

El pensamiento más antiguo era mágico: la palabra no indicaba la cosa, la evocaba, era la cosa. La distinción entre significado y significante aparece en el mundo griego solo con Aristóteles y aún más con los estoicos. Ya hemos dicho que esta dimensión mágico-religiosa era el lejano recuerdo y la nostalgia del comunismo primitivo.


El tiempo de los griegos, los judíos y los marxistas

El arbusto ardiente que habla a Moisés es movimiento y no stasis. Las palabras que dirige a Moisés, conocidas como “Yo soy el que soy”, en realidad debería traducirse como “Yo seré el que seré”. Todavía hay tensión hacia el futuro, en unión con el presente y el pasado. Los griegos tenían una concepción cíclica, circular del tiempo, paradójicamente más “religiosa” que la judía, una concepción que llegó hasta Vico, Hegel, Nietzsche, quien hablaba precisamente de un “eterno retorno”. La visión judía del tiempo y de la historia era en cambio lineal, dirigida hacia el futuro, hacia el “Yo seré el que seré”. Esta linealidad no era perfecta y sin sobresaltos: las vicisitudes del pueblo judío narradas en la Biblia, sus derrotas que han significado esclavitud y dominación extranjera, han llevado a este pueblo a concebir una dirección hacia Dios sí lineal, pero interrumpida por varias dolorosas y trágicas cesuras. Una concepción en general menos “religiosa”, menos metafísica que la de los positivistas del siglo XIX y sus “destinos magníficos y progresivos”. La concepción del tiempo y de la historia marxista es más deudora de la judía que de la griega. En nuestro “El trastorno de la praxis en la teoría marxista”, 1951, leemos:

«Una teoría completamente equivocada es la de la curva descendente del capitalismo que lleva a preguntarse falsamente por qué, mientras el capitalismo declina, la revolución no avanza. La teoría de la curva descendente compara el desarrollo histórico con una sinusoide: cada régimen, como el burgués, comienza una fase ascendente, alcanza un máximo, luego comienza a declinar hasta un mínimo; después del cual otro régimen vuelve a subir. Esta visión es la del reformismo gradualista: no hay saltos, sacudidas o brincos. La afirmación habitual de que el capitalismo está en la rama descendente y no puede subir contiene dos errores: el fatalista y el gradualista. El primero es la ilusión de que, terminado el capitalismo de descender, el socialismo vendrá por sí solo, sin agitaciones, luchas y enfrentamientos armados, sin preparación de partido. El segundo, expresado por el hecho de que la dirección del movimiento se curva insensiblemente, equivale a admitir que elementos de socialismo penetren progresivamente el tejido capitalista.

«La visión marxista puede representarse (para mayor claridad y brevedad) en muchas ramas de curvas siempre ascendentes hasta aquellos vértices (en geometría, puntos singulares o cúspides) que son seguidos por una caída brusca casi vertical; y desde abajo, un nuevo régimen social, otra rama histórica de ascenso... Marx no ha previsto una subida y luego una declinación del capitalismo, sino el exaltamiento contemporáneo y dialéctico de la masa de fuerzas productivas que el capitalismo controla, de su acumulación y concentración ilimitada, y al mismo tiempo de la reacción antagonista, constituida por esas fuerzas dominadas que es la clase proletaria. El potencial productivo y económico general siempre sube hasta que el equilibrio es roto, y se tiene una fase explosiva revolucionaria, en la cual en un brevísimo periodo precipitado, con el rompimiento de las formas de producción antiguas, las fuerzas de producción caen para darse un nuevo orden y retomar una más potente ascensión... Es necesario señalar que el sentido general ascendente no quiere ligarse a visiones idealistas sobre el progreso humano indefinido, sino al dato histórico del continuo agrandamiento de la masa material de las fuerzas productivas, en la sucesión de las grandes crisis históricas revolucionarias».

Reiteramos que el único criterio para evaluar una ideología es si avanza o no el conocimiento de la sociedad a la que pertenece, y sobre todo si constituye o no un arma para destruir un orden social ya agotado. No han sido ni serán solo las armas de la crítica las que destruyan una sociedad de clase ya podrida, sino la crítica de las armas ejercida por los sin ciencia, los desheredados. Solo con el fin de la última sociedad de clases, y con el comunismo, se recompondrá lo que ha sido roto, que, para utilizar la terminología cristiana, el Verbo se hará Carne.


La revolución húngara – Conclusiones

Con este informe se completaba la exposición del largo trabajo sobre la Revolución en Hungría de 1919, iniciado en la reunión de septiembre de 2016. Hemos leído las conclusiones de un análisis inicial de Béla Kun, quien en 1924 en el escrito “Sobre la República húngara de los Consejos” resume así las principales razones del fracaso: “¿Por qué se derrumbó la República húngara de los Consejos? […] Se puede resumir así: 1. La pequeña área de la República de los Consejos que no permitía operaciones militares de retirada; 2. El hecho de que faltaran las circunstancias fortuitas y favorables de la situación política internacional, que el compañero Lenin cita en varias ocasiones como uno de los factores del éxito de la revolución rusa; 3. La falta de un PC organizado, centralizado, disciplinado, con capacidad de maniobra; 4. No haber resuelto el problema de los campesinos, vale decir la cuestión agraria”.

De este escrito hemos leído amplias partes, que subrayan, entre las otras razones enumeradas, la cuestión del Partido: “Es la ausencia de un partido lo que marcó el destino de la dictadura. Este partido era insuficiente debido a la fusión [...] El Partido Comunista, que era débil y desorganizado, en ningún caso podría haber evitado ser absorbido por las instituciones de los Consejos [...] Como Lenin repetía incesantemente, los Consejos obreros deben apoyarse, al igual que la República de los Consejos, en las organizaciones de masas de la clase obrera. Error del Partido: tenía como organización de masas de los obreros sólo los sindicatos. Es en ellos que tuvimos que confiar, también para la organización del Ejército Rojo. Fue la causa interna de la caída de la dictadura [...] Las experiencias de la dictadura hacen absolutamente necesario, pero también posible, organizar un Partido Comunista enteramente conforme al principio de la organización bolchevique [...] organizado clandestinamente, centralizado y cerrado […] Si se ama y se estima al Partido, por encima de todo, si el orgullo de pertenecer a él es un fetichismo, entonces es un fetichismo de la revolución, porque el Partido Comunista es la personificación de la conciencia revolucionaria, de la acción revolucionaria”.

Continuamos con el último capítulo titulado “La ’lección’ final”, donde leemos algunos extractos del folleto de Ladislao Rudas: “Los documentos de la escisión”, que trata de manera amplia y bastante detallada todo lo abominable que hicieron los socialdemócratas en los días previos a la revolución proletaria y, sobre todo, durante ella.

Reportamos algunos pasajes: «Como en todas partes, también en Hungría fueron los socialdemócratas quienes bajaron la bandera roja frente a la bandera nacional. Fueron ellos quienes ocultaron al proletariado la bancarrota del capitalismo y la imposibilidad de la revolución burguesa. Fueron ellos los que al suspender la lucha de clases (discurso de Sigismondo Kunfi en los primeros días de noviembre de 1918), querían dar a la burguesía la sensación de seguridad y al mismo tiempo al proletariado la ilusión de la victoria. Las frases sentimentales, confusas, pequeñoburguesas de Kunfi disfrazaron bellamente la fría estafa de Garami [...] El Partido socialdemócrata se planteó inmediatamente como un partido del orden, naturalmente del capitalista, que quería mantener, dada la impotencia del propio capitalismo, con la ayuda del proletariado organizado. El socialdemócrata Garami se asumió como colaborador, para ello, Kálmán Méhely, director de la “Unión Nacional de Industriales Siderurgicos”, infame organización de lucha patronal; de hecho, ¿quién mejor que el infame director de la más provocadora unión patronal, podría apoyar a la socialdemocracia en su acción de rescate del capitalismo? […]

Si un partido, que durante décadas se ha proclamado proletario y revolucionario, precisamente en la revolución no da ni por casualidad ni un solo paso revolucionario y en lugar de la fuerza organizada del proletariado, y de la influencia adquirida a través de las masas organizadas, hace siempre uso consecuentemente y conscientemente contra la revolución del proletariado y en interés del capitalismo − entonces no está cometiendo un error, sino una verdadera traición. Y cuando un partido, como en todas partes los partidos socialdemócratas, vuelve todo el mecanismo opresivo del Estado capitalista contra la revolución proletaria, derrama sangre fraterna en interés de la revolución capitalista, ¿qué es esto sino una traición?».

El compañero resumió las múltiples traiciones realizadas por los socialtraidores.

El folleto de Rudas, que traza la enseñanza de esta derrota de la revolución, subraya, a propósito de los socialtraidores: «No se les puede convencer a ningún costo, sólo se les puede combatir. Esta es la gran enseñanza que este escrito quiere ofrecer al proletariado [...] sólo la lucha puede ser el camino en el que el proletariado podrá llegar a triunfar. Ha pasado la era de la lucha de clases pacífica; esta es la época de la revolución armada, y la revolución cae, si quiere ganar con los compromisos. El compromiso no es posible: el proletariado debe recorrer inevitablemente el camino de la lucha hasta el final, y donde lo evita, paga la pena con el terror blanco [...] Cualquier compromiso con los socialistas antirrevolucionarios significa la ruina de la revolución. Aquel que no puede ser ganado para la revolución mediante la lección de los hechos, debe ser combatido. El que no pueda ser ganado aun así, que muera».

Concluimos con Lenin quien afirmó, el 6 de agosto de 1919 en la Conferencia de Trabajadores y Soldados sin Partido: «Los últimos acontecimientos nos han demostrado que los social-conciliadores no han cambiado en absoluto. Aparentemente, lo ocurrido en Hungría, reproduce a gran escala lo ocurrido recientemente ante nuestros ojos en Bakú [...] Pero el hecho es que también los hombres de Denikin nos cantan su estribillo sobre la asamblea Constituyente; en ninguna parte la contrarrevolución se presenta abiertamente, y por eso decimos: ningún fracaso temporal, como los recientes acontecimientos en Hungría, nos desanimará. No hay salida a todas las desgracias, si no en la revolución; sólo hay un medio seguro: la dictadura del proletariado. Nosotros decimos: cada derrota del Ejército Rojo sólo lo atempera, lo hace más fuerte y más consciente, porque los obreros y campesinos ahora han comprendido, en base a una experiencia sangrienta, lo que nos trae el poder de la burguesía y los conciliadores. La bestia moribunda del capitalismo mundial está haciendo sus últimos esfuerzos, ¡pero morirá de todos modos!».

Como se mencionó en la introducción de este trabajo, continúa el tallado de las piedras angulares del marxismo revolucionario, que tenemos el deber de reafirmar hoy, mañana y siempre, a saber que «no puede existir ninguna coalición, ningún tipo de compromiso con los socialistas tan propensos a la traición». Esto se puede leer explícitamente en las condiciones de admisión a la Internacional Comunista, conocidas como los “21 Puntos”:

«Ningún comunista puede olvidar las enseñanzas de la República húngara de los soviet. La fusión de los comunistas húngaros con los llamados socialdemócratas de “izquierda” le costó muy caro al proletariado húngaro. En consecuencia, el segundo Congreso de la Internacional comunista considera necesario establecer con la mayor precisión las condiciones para la aceptación de nuevos partidos y llamar a los partidos que son aceptados en la Internacional comunista a los deberes que tienen por delante».


El “Octubre alemán” y el levantamiento de Hamburgo

Esta serie de informes se centra en los aspectos militares de los acontecimientos en Alemania desde 1918 hasta 1923, pero es necesario tener en cuenta el contexto político y económico.

En 1923 Alemania estaba de rodillas y el proletariado en una situación desesperada. El desempleo se disparó: 160.000 parados en Berlín a finales de Octubre y más de 2.000.000 en toda Alemania. inflación hiperbólica. La ocupación del Ruhr en Enero había resultado en un colapso total de la moneda, hambre y miseria inimaginables. La huelga general, proclamada por la Conferencia del Consejo de Trabajadores de Berlín el 11 de Agosto, había desatado un poderoso movimiento que obligó a dimitir al gobierno encabezado por Wilhelm Cuno, sustituido por una “Gran Coalición” (Partido Popular Alemán, Centro Católico, Demócratas y SPD).

Moscú estaba convencido de que la revolución estaba madurando rápidamente en Alemania. El KPD finalmente cumplió con la decisión del Komintern de iniciar la lucha por el poder.

Moscú decidió incluir representantes del KDP en los gobiernos de Sajonia y Turingia. Brandler se opuso a esta política: sabía que los socialdemócratas de izquierda en Sajonia eran aliados poco fiables.

Durante el verano hubo numerosos enfrentamientos entre las unidades de combate del KPD, la Centurie Proletarie, y la policía, controlada por el ministro socialdemócrata Liebman. En Septiembre, varias decenas de trabajadores fueron asesinados en Leipzig.

Mientras tanto, el enemigo se preparaba. El 29 de Septiembre, el general Müller, jefe de la Reichswehr en la región, declaró el estado de sitio y el 5 de Octubre prohibió todas las publicaciones comunistas.

El 7 de Octubre se distribuyó un volante de los consejos de fábrica instando a los trabajadores a prepararse para una huelga general, como respuesta a cualquier intento contrarrevolucionario, mediante la creación de comités de acción y grupos de autodefensa, organizando asambleas diarias en fábricas y lugares de trabajo.

El nuevo gobierno de Zeigner asumió el 10 de Octubre con tres ministros comunistas.

Pero los comunistas alemanes sabían que la clase obrera estaba desmoralizada por las repetidas derrotas que había sufrido desde Noviembre de 1918 y paralizada por la colaboración de clase entre los socialdemócratas y la burocracia sindical. Esto llevó a muchos comunistas a cometer nuevos errores, apoyando iniciativas oportunistas, como el ingreso a los gobiernos estatales, que se consideraban un paso adelante.

El general Müller respondió de inmediato decretando la disolución de Centurie Proletarie y otras organizaciones el 13 de Octubre y ordenando la entrega de armas a la Reichswehr. El 17 de Octubre, Müller emitió un ultimátum. Zeigner denunció el ultimátum como “inconstitucional”, pero se mantuvo neutral. Mientras tanto, la Reichswehr pasó a la ofensiva. En Mannheim, siete manifestantes murieron y 250 resultaron heridos. Los miembros de un comité de acción de los desempleados en Hamburg Altona fueron arrestados. Los socialdemócratas se limitaron a protestar.

El 18 de Octubre, una reunión de delegados sindicales decidió convocar una huelga general nacional en caso de un ataque de la Reichswehr en Sajonia.

En esa fecha 700.000 personas, una séptima parte de la población de Sajonia, corrían el riesgo de morir de hambre: el Ministro de Economía, del Partido Comunista, pidió dinero a los bancos de Dresde para paliar el hambre, pero se lo negaron.

Los comunistas de Sajonia y más allá, incluido Zinoviev, creían que el Octubre alemán era inminente y que el movimiento se extendería por toda Alemania.

Pero faltaba el trabajo de preparación. Dirigido por expertos en guerra civil del Komintern y generales del Ejército Rojo, se organizó un aparato político-militar (MP) paralelo a la organización política del KPD y, salvo interconexiones en la parte superior, independiente de él. Un general soviético, con el nombre en código de “Rose”, fue nombrado su comandante, pero sin experiencia en insurrección armada en condiciones ilegales, mientras que en el Ejército Rojo había disfrutado del apoyo del aparato estatal revolucionario.

Se iban a formar centurias de proletarios principalmente por iniciativa de los comunistas. Pero en muchos casos estas formaciones de cien hombres simplemente protegían las reuniones y manifestaciones. También operaban abiertamente y dentro de la ley, lo que hacía imposible armarlos antes de una insurrección.

De los comandantes regionales, solo los del Ruhr y Baviera tenían experiencia en insurrecciones. Se quejaron de que las directivas de Rose significaban “luchar contra las formaciones fuertemente armadas de Reichswehr y Schupo con resoluciones en papel”. Trotsky afirmaría en 1924 que “no se habían abordado en absoluto los problemas de preparación y realización de la insurrección armada”.

El 20 de Octubre, el presidente del Reich Ebert (SPD), declaró depuesto al gobierno obrero sajón “en virtud de la Constitución de Weimar” y ordenó al general Müller trasladarse a Sajonia.

El mismo día, el órgano de gobierno del KPD decidió proponer una huelga general al día siguiente en la conferencia de organizaciones de trabajadores de Sajonia en Chemnitz. Pero 400 delegados de las organizaciones obreras sajonas, por amplia mayoría, rechazaron la huelga general.

Sin embargo, el “Zentrale” del KPD decidió convocar una huelga general, pensando que conduciría a un levantamiento armado en toda Alemania. Después de interminables debates, finalmente se decidió que comenzaría una revuelta en una ciudad. Si esto se hubiera extendido, el KPD se habría fijado como objetivo la toma del poder.

Se eligió la ciudad de Kiel, el puerto militar en el Báltico que había dado la señal para la revolución en Noviembre de 1918. ¿Por qué no hacer lo mismo en 1923? En Hamburgo, el mando del MP para el Noroeste se opuso a la decisión: el Kiel de 1923 no era el de 1918, en el que decenas de miles de marineros estaban cansados de la guerra. En Kiel, en 1923, el KPD tenía solo un pequeño grupo local y el aparato del MP estaba en un estado embrionario. Luego se dio la orden de insurrección en Hamburgo.

Aquí el Partido Comunista tenía unos 18.000 miembros; su Organización de Combate (OD) alrededor de 1.300. El OD de Hamburgo tenía armamento insuficiente. En general aprendió a usar las armas, conoció el combate callejero, el despliegue de tropas enemigas y la policía. Estaba lista para lanzar la pelea tan pronto el Partido lo ordenara.

En Hamburgo hubo también quince Centurias Proletarias. Estos debían constituir la principal fuerza de combate del proletariado, pero prácticamente no tenían armas y el objetivo y la táctica aún no estaban claros. Tampoco le dieron instrucciones claras.

El enemigo disponía de veinte comisarías en la zona, ocho de las cuales estaban especialmente reforzadas; el cuartel de Wandsbek contenía unos 600 policías, con seis vehículos blindados armados con dos ametralladoras cada uno. ¡El armamento de la organización obrera era muy pequeño, sin una ametralladora! Por lo tanto, el enemigo disfrutaba de una abrumadora superioridad.

Se ordenó la acción a las 5 am del 23 de Octubre. Cada grupo tenía que realizar un ataque sorpresa sobre el objetivo designado. Se suponía que los primeros éxitos serían la señal para que la masa de trabajadores tomara el poder.

Pero en el camino de los centros de reunión a las comisarías, alrededor de un tercio de los hombres desaparecieron, desalentados por la falta de armas.

No obstante, a las 5:30 horas, los insurgentes ya habían invadido y desarmado 17 comisarías.

A las 6 se habían reunido unos 130 hombres armados con ametralladoras, revólveres y tres metralletas.

Los policías, cansados después de los días anteriores de alerta, fueron tomados por sorpresa: la jefatura de policía de Hamburgo no esperaba la insurrección, los hombres estaban dormidos.

Los camaradas que carecían de armas fueron enviados a las estaciones de ferrocarril, las puertas de las fábricas y otros puntos de reunión de los trabajadores para convocar una huelga general y llamar a los trabajadores a la lucha. Todo el transporte y las fábricas se detuvieron y los trabajadores convergieron en los centros de combate.

Sin embargo, varios vehículos blindados llegaron en defensa de las comisarías de policía aún no asaltadas, que se volvieron imposibles de tomar. Cambió a la guerra de guerrillas en pequeños grupos, con los insurgentes puestos a la defensiva. Se levantaron barricadas en todos los barrios, gracias a la participación de las masas trabajadoras, especialmente de las mujeres.

El comando insurreccional en los barrios no sabía nada de las otras áreas. En la segunda mitad del día se supo que ya no había acción en el centro y Altona.

En la mañana del 23 de Octubre hubo intentos en otros lugares pero, debido a la mala gestión militar y política y a la falta de armas, no tuvieron éxito. Donde la situación era favorable, los insurgentes pasaban a la ofensiva, con contraataques decisivos y de flanqueo. Sin embargo, la lucha permaneció aislada en los distritos del noreste. El plan de movilizar a las masas de toda la ciudad para un ataque concertado al centro no se concretó.

Finalmente llegó a los barrios la orden de cese de la lucha, la insurrección había sido desconvocada y hubo que ocultar las armas hasta nuevas órdenes del Partido.

En la mañana del segundo día, el crucero Hamburgo y dos torpederos que transportaban a 500 policías de Lübeck llegaron al puerto desde Kiel. Incluso las organizaciones pequeñoburguesas y fascistas de la ciudad habían recibido armas de las reservas secretas y ahora estaban listas para la guerra.

Al amanecer, la policía inició un avance concertado sobre Barmbek. Todas las fuerzas disponibles de la policía y los fascistas participaron en la operación. El reconocimiento fue realizado por algunos aviones. Los marineros del crucero Hamburgo se negaron a moverse contra los insurgentes. Pero estos ahora habían abandonado sus posiciones, a excepción de unos pocos francotiradores en los techos.

La policía también abrió fuego contra la población civil, con muchos muertos y heridos.

El levantamiento de Hamburgo fue suspendido por orden del Partido. No fue una derrota aplastante y la retirada bien ejecutada. El prefecto de Hamburgo admitió ante sus superiores en Berlín que no había logrado romper la resistencia de los trabajadores, que se habían retirado llevándose las armas. Solo 250-300 hombres habían participado activamente en la lucha, pero la rápida construcción de toda una red de barricadas fue posible gracias a la participación de las masas trabajadoras.

El levantamiento de Hamburgo fue la señal para un levantamiento general en los principales centros industriales.

Había estallado en un momento en que la crisis política y económica estaba en su apogeo. Su preparación política había sido prácticamente inexistente. La comisión de investigación de la Internacional llegó a las siguientes conclusiones: 1. La insurrección estuvo mal preparada por el mando de la MP, no estuvo preparada en absoluto. “En vísperas de la insurrección, no se disponía de más de 19 fusiles y 27 pistolas, la mitad de las cuales estaban inservibles”. 2. Las centurias Proletarias no participaron en la insurrección.

El levantamiento de Hamburgo demostró que en Octubre de 1923 no había una situación realmente revolucionaria en Alemania, o nunca la hubo. El vértice de la crisis se había alcanzado con la huelga general que obligó a Cuno a dimitir. Si una política diferente y más activa que la adoptada por el Partido Comunista después de la ocupación del Ruhr podría haber llevado a resultados diferentes es otra cuestión.

Las raíces de la derrota no fueron militares sino políticas: la teoría y la táctica del frente único y del “gobierno obrero” habían creado confusión en la conciencia de las masas y en el partido. Este error significó que en 1923 se había desvanecido cualquier perspectiva de éxito revolucionario en Alemania.

Ni la derecha ni la izquierda del KPD, ni siquiera todo el KPD, tenían la culpa. Era de la política y táctica promovida por la Internacional. El Comité Ejecutivo del Komintern había decidido, sin consulta previa con el KPD, forzar el movimiento hacia Alemania y preparar la insurrección sin tener en cuenta las circunstancias objetivas, que estaban lejos de ser favorables, y sin una preparación adecuada. Aunque hubo conflictos económicos acalorados en Agosto de 1923, no había comparación con la Rusia de Octubre de 1917. No había soviets y, por lo tanto, no podía haber una cuestión de doble poder. Además, la organización militar que se estaba constituyendo no estaba equipada para la guerra urbana y, fundamentalmente, no disponía de las armas necesarias para hacer frente a la Reichswehr y a las formaciones fascistas.

La política del frente único reforzó la confusión sobre lo que representaba el KPD dentro de la clase obrera. Ya debería haber quedado claro que los socialdemócratas nunca tomarían las armas por la revolución. Por lo tanto, era absurdo esperar que el gobierno de Zeigner utilizara la policía o el armamento policial en apoyo de una insurrección, y la decisión de los socialdemócratas en la Conferencia de Chemnitz de bloquear la huelga nacional era completamente obvia.

Los militantes del Partido Comunista de Barmbek y otros distritos de Hamburgo libraron una lucha heroica y su coraje no debe ser subestimado, pero fue empleado para una táctica errónea e imposible.

El llamado “Octubre alemán” marcó el final definitivo de la ola revolucionaria de 1917-23.



El curso del capitalismo mundial

Los años 2021 y 2022, siguientes en el recesión de 2019-20, exacerbada por las medidas de contención del Covid-19, han estado caracterizado por el caos, la inflación y el aumento de las tasas de interés. El aumento del costo de los cereales fue causado por la sequía, la invasión de Ucrania y, sobre todo, por la elevación de los precios de las materias primas y de la energía: en su punto máximo, el precio del metano ha aumentado 20 veces y el de la energía electricidad 10 veces.

El aumento de los precios de las materias primas y de la energía es debido sobre todo a la subinversión de las últimas décadas, después de la caída de su precio en el mercado mundial. He aquí, en toda su belleza, la naturaleza caótica del curso del capitalismo. A este cuadro general, como siempre, se agrega la especulación, sobre todo porque para los especuladores, con la inflación, el dinero se mantiene más barato.

En este contexto, teniendo en cuenta el fuerte endeudamiento de los Estados y empresas, podríamos esperar, como temían los economistas burgueses, una brutal recesión mundial. Pero ¿qué sucedió? Dependiendo del país, estamos presenciando un fuerte desaceleramiento del crecimiento o una ligera recesión, especialmente en los países europeos, a excepción del Reino Unido. Los países más golpeados son los asiáticos: China, Japón y Corea del Sur. Lo demuestra la fuerte caída de las importaciones y de las exportaciones.

Iniciamos nuestra panorámica con los Estados Unidos. Las tasas de crecimiento de la industria, que es remolcada por productos de la minería, en particular el petróleo y el gas de esquisto, cuya producción está batiendo todos los records, son bastante fuertes, con incrementos del 5,0%, 3,3% y 2,5% desde septiembre. Sin embargo, estas indican una clara desaceleración. Si nos referimos a la producción manufacturera, la desaceleración es aún más marcada, con el 3,8 %, el 2,4 % y el 1,2 % para estos mismos meses. Podemos por lo tanto esperar incrementos negativos en la industria manufacturera para el 2023.

El año 2022 marcó una mejora para la manufactura, ya que, en comparación con el 2007, el aumento negativo que fue igual a -8,3% en 2021 disminuyó a -5,5% en 2022. Una pequeña mejora, entonces, pero eso probablemente desaparecerá en el 2023. Cabe señalar que por varios meses se ha registrado una disminución neta de la inflación, que fue del 5% interanual en diciembre.

El Japón: tras la fuerte recuperación en la primera mitad del 2021, que compensó parcialmente la caída de producción en 2020, los incrementos a partir de septiembre de 2021 son en su mayoría negativos, tanto que el 2022 fue un año de recesión con una caída de la producción del -18,6% respecto al 2007, frente a -17,8 % en 2021.

Alemania, junto con Bélgica, fue el único gran país europeo que superó el pico del 2008. Pero desde el 2019, como la mayoría de los Estados, está de nuevo en recesión y sus ganancias están desaparecidas. El resultado es -1,6% en el 2022 en comparación con el pico del 2008, contra el -5,7% del 2021, una pequeña mejora. Sin embargo, después de dos incrementos positivo en agosto y septiembre, el crecimiento tiende a cero de nuevo.

El Reino Unido está en fuerte recesión desde octubre de 2021: después del -5,7 % del 2021 respecto al máximo del 2000. La producción industrial cayó fuertemente: -9% en el 2022, acercándose al -10% del 2020. Con otro encumbramiento de los precios de la energía y de las materias primas, la situación económica del Reino Unido es claramente la peor después del Brexit. La recesión, unida a la inflación, ha empeorado gravemente las condiciones de vida del proletariado británico, provocando numerosas huelgas y manifestaciones en todo el Reino Unido.

Francia alterna aumentos débilmente negativos y positivos y, por lo tanto, la situación no ha cambiado en comparación con 2021. Pero podemos notar que la situación ha empeorado en comparación con el 2019, cuando el aumento negativo con respecto al pico de 2007 fue del -7,5 %, mientras que en el 2022 fue del -12,4 %. Francia vuelve de nuevo a estar en recesión.

Italia mostró una pequeña mejora en el 2022 respecto al 2021, con un -18,5% si consideramos el pico de 2007, pero mejor que -19,1% en 2021. En el 2022, por lo tanto, volvió al nivel de 2019. Sin embargo, cabe señalar que todos los incrementos, con la excepción de agosto, son negativos desde junio. Se prevé por lo tanto un empeoramiento en 2023.

Corea del Sur ha estado caracterizada por tasas de crecimiento bastante fuertes, al menos hasta julio de 2022, pero a partir de agosto los incrementos han disminuido y han entrado en terreno negativo.

China, como es sabido, ha sufrido una fuerte recesión en el 2015-16, acompañada de fuga de capitales y de una hemorragia monetaria. Como en todas partes, hubo una recuperación en 2017-18, luego nuevamente una recesión desde el 2019. Esta se expresa en una grave crisis en el sector inmobiliario, que representa una cuarta parte de la producción china y, en sector del consumo, con una caída en particular de las ventas de automóviles, aunque China se ha convertido por mucho en el m{as grande mercado para los automóviles. Esta recesión se agravó por las medidas contra el Covid-19 y por la explosión del desempleo.

La curva expuesta en el reunión representa las importaciones chinas y, por lo tanto, la fuerza del mercado interno. Se nota la fuerte reanudación de diciembre de 2020 a febrero de 2022 después del final del confinamiento sanitario, luego del colapso escalonado hasta -17,2 % en Diciembre del 2022.

Después de la enorme acumulación de capital de los años 90, la crisis internacional del 2008-9 condujo a una brusca desaceleración que resultó en la recesión de 2015-16, luego en la que China está viviendo desde el 2019. De ahí los intentos del delegado chino para acercar a China a los Estados Unidos durante el Foro de Davos, celebrado del 17 al 20 de enero de este año.

Al final hemos analizado las exportaciones. Es clara, la desaceleración de las exportaciones en los últimos meses, pero lo que es particularmente digno de destacar es la espectacular caída de las exportaciones de los países asiáticos: China, Corea del Sur y Japón. El Japón, como era de esperar, vio sus exportaciones en rojo a partir de abril de 2022, alrededor del -5%. Pero especialmente notable, después de una fuerte desaceleración, fue la espectacular caída de las exportaciones de China y Corea del Sur: -15% para Corea del Sur y -17% para China!

En realidad se pueden distinguir tres grupos: además de los países asiáticos, está el grupo que comprende a Alemania, Francia, Inglaterra e Italia, que tienen una tendencia similar. Por encima de ellos están los Estados Unidos y Bélgica. Pero todos muestran una clara desaceleración de las exportaciones.

En síntesis: todas las condiciones están maduras para una grave crisis de sobreproducción global. El nivel de endeudamiento de los Estados, de las familias y de las empresas es elevado, la producción industrial en la mayor parte de los principales países está muy por debajo del máximo alcanzado en el 2007. El capitalismo mundial logró evitar una severa deflación, como la de 1929, gracias a la formidable acumulación de capital en el sureste asiático, sobre todo en China, pero este ciclo está concluyendo; China se encuentra a su vez en una crisis de sobreproducción.

El arma financiera usada inicialmente por los bancos centrales, la “flexibilización cuantitativa” (quantitative easing, en inglés), agravó la inflación. El aumento resultante de las tasas de interés ahora corre el riesgo de provocar una cadena de quiebras. Hasta ahora, los gobiernos y las empresas han logrado pagar sus deudas endeudándose nuevamente en el mercado, pero al mismo tiempo la deuda sigue creciendo, lo que hace que estas acrobacias sean cada vez más peligrosas. A esto se agregan los billones de deudas del “financiamiento en la sombra”, que están fuera de control e incluyen 96 billones de dólares en derivados. Es precisamente en este mercado de derivados donde los fondos de pensiones británicos estaban en peligro de colapsar. Sólo la enérgica intervención del Banco de Inglaterra pudo evitar la quiebra general de los fondos de pensiones de los trabajadores británicos.

Tarde o temprano, la caída de algunas fichas de dominó conducirá a un colapso general. ¿Será este año, o el año próximo, o el año siguiente? No podemos saber esto pero el futuro del capitalismo está sellado.



Movilización en Francia contra la reforma de las pensiones

En Francia, tras una drástica reforma de los subsidios por desempleo en 2022, el gobierno volvió a lanzar nuevamente un ataque a las pensiones.

En 1982, con el gobierno del socialista Pierre Mauroy, se introdujo la posibilidad de jubilarse con tasa completa a los 60 años en lugar de los 65 anteriores, siempre que el período de cotización fuera de al menos 37,5 años.

A partir de 1993 comenzó el ataque al sistema de pensiones. Una primera reforma llevó a 40 años el período de cotización para alcanzar la tasa completa. En 1995 un nuevo ataque para “unificar” las reglas de cálculo para todas las categorías -incluidos los regímenes especiales en el SNCF (ferrocarriles), RATP (transporte local parisino) y EDF (la compañía eléctrica nacional), donde los trabajadores podían jubilarse a los 55 años- provocó un lucha decidida, hasta hoy todavía inigualable, que obligó al gobierno a dar marcha atrás.

En el 2003 el gobierno puso bajo ataque el sistema de pensiones de reparto (las cotizaciones de un trimestre pagan las pensiones del trimestre siguiente). Las movilizaciones lograron frenar esa reforma.

En 2010 sin embargo, a pesar de catorce días de manifestaciones, durante varios meses, convocadas por todos los principales sindicatos, el gobierno de Sarkosy elevó la edad de jubilación de 60 a 62 años.

En 2019 el gobierno atacó nuevamente el sistema de reparto al proponer un sistema de pensiones de “puntos”, pero fue detenido por un fuerte movimiento de lucha, aunque menor que el de 1995 (ver “El movimiento contra la reforma de pensiones en Francia”).

Finalmente, en el marco del plan de recuperación europeo para promover la “transición ecológica y digital” concedida a los países de la Unión por la Comisión de Bruselas en julio de 2021, la burguesía francesa obtuvo 40.000 millones, con la condición de que reformaran las pensiones para llegar a la edad de jubilación de los otros países de la UE (de 64 a 67 años). El gobierno primero pospuso el plazo, ahora está atacando con fuerza. El objetivo es elevar la edad de jubilación a 64 años para 2030, con un período de cotización de 43 años para obtener la tasa completa. Además, terminarían los regímenes especiales de la RATP, EDF, SNCF y el Banco de Francia. El texto fue presentado a la Asamblea Nacional el 6 de febrero y llegará al Senado a finales de mes. A falta de aprobación, el proyecto se impondrá por decreto.

El jueves 19 de enero una primera jornada de huelga general es convocada por la intersindical CGT-Sud Solidaires-FO-FSU y, a diferencia de 2019, también la CFDT, la más colaboracionista de los principales sindicatos. Más de 2 millones de manifestantes salieron a las calles de Francia, incluidos 400.000 en París. Se superó la fuerza del 2019 que movilizó 800.000. En tamaño recordó al movimiento de 1995, pero las huelgas no son igualmente resueltas. El gobierno parece decidido y no se detendrá si las huelgas no logran paralizar el país.

Sin embargo, ciertamente fue un gran primer paso. La huelga también involucró a sectores generalmente ajenos a las luchas, como la pequeña empresa y el comercio: peluquerías, tiendas de ropa, supermercados, restaurantes, logística, domésticas y cuidado de niños. Las manifestaciones también fueron muy concurridas en ciudades pequeñas y medianas.

En la SNCF, la participación en la huelga fue del 46%, 77% entre los maquinistas de trenes de alta velocidad. Pero en las asambleas eran pocos los participantes. En los días siguientes no mantuvieron su intención de realizar dos días de huelga cada semana, como durante el conflicto por la privatización de la SNCF hace 4 años.

El martes 31 de enero la intersindical convocó a una segunda jornada de huelga general nacional. Los manifestantes en toda Francia y en París fueron incluso más numerosos respecto al 19 de enero: 500.000 en París y el doble que el 19 en Marsella. Alta participación de jóvenes. Pero el número de huelguistas parece haber disminuido ligeramente. Al frente la intersindical de CGT, CFDT, Solidaires, FSU, FO, FSU se sumaron otros 3 sindicatos: Unsa, CFTC y CFE-CGC.

El martes 7 de febrero la intersindical anuncia la tercera jornada de huelga general.

Las federaciones gremiales CGT de químicos, los portuarios, energía y ferrocarriles llamaron a los trabajadores a converger en una huelga de dos días el 6 y 7 de febrero. La FSIC CGT (químicos) ha declarado la afiliación del 100% entre los obreros del depósito de combustible de Flandres (Norte), cerca de Dunkerque, el 80% en la refinería de Donges (Loira-Atlantica), el 70% en la refinería de Feyzin (Rhône) y el 56 % en la refinería de Normandía.

Estas combativas federaciones gremiales de la CGT están tratando de presionar por una radicalización del movimiento, conscientes de que solo jornadas de huelga general, cada una o dos semanas, no serán suficientes para detener al gobierno. Las corrientes más combativas de la CGT denuncian la falta de voluntad de la intersindical para abrir una discusión sobre cómo continuar la movilización y la negativa a convocar huelgas generales “indefinidas”, es decir, que vayan más allá de una sola jornada.

El sábado 11 de febrero fue la cuarta jornada de movilización nacional promovida por la intersindical, con manifestaciones pero sin huelgas. Sin embargo, en contra de la opinión de la dirección del sindicato, se llevó a cabo una huelga no anunciada de asistentes de vuelo en el aeropuerto de Orly, lo que resultó en la cancelación de la mitad de los vuelos. Los números en las calles eran superiores a los del 7 de febrero. La CGT declaró 500.000 manifestantes en París.

La intersindical ha convocado una quinta jornada de movilización nacional con manifestaciones y huelgas para el jueves 16 de febrero, día en la cual la Asamblea Nacional debía examinar el artículo 7 del proyecto de reforma de las pensiones, el que prevé el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años.

La intersindical anunció entonces que, debido a las vacaciones escolares, el movimiento se reanudaría el 7 de marzo con una huelga general, que continuó el 8 de marzo, coincidiendo con la Jornada Internacional de la Mujer.

Philippe Martínez, secretario general de la CGT, llamó a “huelgas más duras, más numerosas, más masivas e indefinidas”, pero precisó que la huelga indefinida tendrá que decidirse en los lugares de trabajo, es decir, no será una indicación de la dirección del sindicato. La dirección de la CFDT -primer sindicato por la cantidad de afiliados en Francia, abiertamente colaboracionista- ha reiterado en varias ocasiones que está en contra del uso de huelgas indefinidas en esta lucha.

La intersindical en la RATP (CGT, FO, UNSA y CFE-CGC) y en la SNCF CGT y SUD Rail ya han declarado que la huelga del 7 de marzo será renovable, es decir, indefinidamente. Otros sectores sindicales combativos se comprometen en los lugares de trabajo a preparar la huelga del 7 de marzo y darle carácter indefinido.

En el seno de la CGT, la oposición combativa se formó en torno al área denominada Unité-CGT, cuyo portavoz es el jefe de la CGT del departamento de Bouches du Rhône, con capital en Marsella.

En toda Francia se han lanzado fondos de solidaridad para los huelguistas. La CFDT ha constituido un fondo de huelga y acciones judiciales en defensa de sus afiliados, financiado con el 8,6% de las cuotas de afiliación (600.000 afiliados) y que asciende a 141 millones de euros, con una compensación de una tarifa plana de 7,70 euros en ese momento. Force Ouvrière ha creado un “fondo de solidaridad para la huelga confederal” deducido de la cuota de afiliación. En la CGT no existe un fondo central para las huelgas. También existen muchos “fondos solidarios” para todos los trabajadores de determinados sectores o empresas. Uno de los más importantes es el gestionado en cooperación intersindical para los trabajadores estatales.